RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

sábado, 30 de agosto de 2008

FIESTAS. Virgen del Carmen. continuación. COSTALEROS

Es de esperar que muchos de estos costaleros aquí presentes sean hoy lo suficiente mayores como para ver pasar la procesión comodamente sentados.
Otros, desgraciadamente, nos han abandonado y espero que en su momento hayan sido escuchados y la Virgen les haya otorgado el favor solicitado en los dias de tanto fervor mariano.
Es el caso de "El Socas", el único con gafas de la fotografía quién ya, desgraciadamente, no se encuentra entre nosotros. Me unió a él una entrañable amistad cultivada en los medios deportivos del fútbol practicado en las filas de "EL PORTEÑO".
En el centro de la misma foto y señalándome amenazadoramente se encuentra TORIBIO. Aunque, a decir verdad, no encuentro en la expresión de su rostro ningún atisbo de enfado. Seguramente, en aquel entonces, nunca pudo imaginar que esta foto se hiciera pública tanto tiempo después.

45 comentarios:

  1. ESTA ES LA HISTORIA DEL EMBARQUE DE LA VIRGEN DEL CARMEN DEL SEGÚN LA HOJA MENSUAL DE LAS PARROQUIAS DE NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑA DE FRANCIA, NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑITA Y SANTA RITA, DEL PUERTO DE LA CRUZ.

    NUMERO 66 - JULIO DE 1.964

    NUESTRA SEÑORA DEL MAR

    AGUA, BARCOS Y........MULTITUD.-

    Esta tarde la Virgen del Carmen se hace Marinera.

    Su esbelta figura de Reina avanza, sobre los hombros agitados y duros de los hijos del mar, en dirección al muelle.

    En la rampa del fondeadero descansan los botes de pesca varados al sol de la tarde.

    Remos salvavidas, nasas y redes han tejido un original arco de triunfo a la Madre de los marinos, que ahora llega a las escalas del embarcadero.

    El clamor de la multitud es bronco como un golpe de mar.


    En el lecho palpitante de las aguas se mece empavesada una motora. La Virgen desciende, sostenida por muchos brazos, hasta ocupar el escabel de honor de la proa y la barcaza es invadida por los devotos.

    Se intensifica el tableteo del motor; una mano experta suelta las amarras y la motora sale rauda hacia la escotadura del puerto con su racimo humano bajo el trono flotante de la Señora.

    Pequeñas embarcaciones salen detras, formando escolta. La Virgen se interna en el mar con el rostro siempre vuelto a la costa donde hormiguean sus hijos.


    Luego viene el delirio de las calles estrechas, donde la algazara, el humo y los estallidos de la pólvora, enardecen a los devotos.

    Frente a cada humilde vivienda chisporrotea una rueda de artificio; las gargantas enronquecen en atronadores vivas, que intentan convertirse en plegaria.

    Y la Madre buena mira desde la altura de sus andas, en silencio - no sabemos si complacida o triste - el extraño alboroto de los hijos que, a su modo, quieren honrarla.
    Todo ha pasado, como un arranque desatado de locura, y otra vez la Madre del Carmen vuelve a la paz de su capilla del templo, mientras fuera, en la noche templada de julio, hacen guiños de luz las estrellas.


    REZO A LA VIRGEN DEL CARMEN POR LOS MARINEROS DEL PUERTO DE CRUZ

    MEDITACIÓN EN LA NOCHE.-
    Esta es la hora buena para las intimidades.

    Calladamente me acerco a las andas de la Virgen, que aún retienen el olor de la multitud, e intento hilvanar una plegaria.

    En los ojos serenos de la Madre se reflejan muchas verdades amargas, que han hecho estremecer esta tarde su corazón maternal.


    No son malos, no, señora, tus sufridos hijos los marinos; son espontáneos y ruidosos como niños. Su entusiasmo es sincero, aunque rudo; por eso tal vez te agrada.

    Pero tu mirada de Madre profundiza mucho más; atravieza esa cáscara de postiza alegria para llegar hasta el fondo de sus vidas atormentadas.

    Los problemas de tus hijos, los marinos del Puerto de la Cruz, te preocupan, Madre nuestra.

    Te atormentan sus problemas espirituales; te entristecen sus problemas materiales.
    Tienen fe, una fe viva en su Patrona y el Señor del Gran Poder.

    Yo he visto hombres y mujeres del mar arrodillados an tu altar y ante el de tu Hijo con la llama del fervor prendida en los ojos y en los labios, mientras apretaban entre sus manos el ramo de clavellinas o la vela encendida.

    Pero a su fe le falta instrucción; son ignorantes.

    Acaso no sea toda culpa de ellos.

    Siguen su propio camino, un sendero iluminado a veces por una llamita de fe, que se cruza en ocasiones con el verdadero camino seguro y orientador.


    Qué pocos todavia, Señora, los conscientes de su catolicismo, los que han entrado en la auténtica verdad; la vereda de la misa del domingo; la vereda del cumplimiento pascual; la vereda de la práctica de los sacramentos; la vereda de la instrucción religiosa.............................

    Vos, Señora, sabéis que dificil es llegar hasta ahi.

    Poned vuestra mano y ayudanos a allanar depresiones, a obviar obstáculos, a rectificar tramos sinuosos, a sembrar de luz el camino que Cristo nos ha trazado por medio de su Iglesia.


    Con tu ayuda y nuestro esfuerzo queremos arraigar tu devoción auténtica en el corazón de todos tus hijos; los que vivimos junto al mar y los que se adentran en él para buscar el sustento.

    REZO A LA VIRGEN DEL CARMEN POR LOS MARINEROS DEL PUERTO DE CRUZ

    EN LUCHA CON EL MAR.-

    Ellos cada año te llevan hasta el extremo del espigón para que veas las mordeduras del mar en el muelle.

    Es una plegaria elocuente y directa.

    También te piden mayitas.

    Cada noche se adentran en su despensa, el mar, con ilusión de llenar sus frágiles embarcaciones, con ilusión, con sacrificio y con miedo, porque, al regreso, la boca del puerto es como las fauces abiertas de una fiera donde acecha la muerte.

    Y cuando las olas baten sin cesar días y días la ensenada del muelle, ellos aseguran el cascarón de sus botes y se sientan resignados a contemplar el marullo, mientras llega la hora tan tardia a veces, Señora de la bonanza.

    Entonces la vida se hace dificil en el pequeño hogar del pescador.


    Pero vuelven las noches de calma y de pesca y los hombres de mar se alegran al volcar en la playa la plata palpitante de los peces.

    Se alegran y hasta se olvidan de lo dura que es la vida en el mar cuando relente y la humedad atormentan los cuerpos.


    Mientras la noche de julio discurre cargada de bengalas y de regocijo, yo Señora, en la soledad del templo, desgrano ante tus plantas el rosario de dolor de los marinos.

    Si queréis, Madre del Carmen, intercalad, entre estos misterios dolorosos, los misterios de gozo y de gloria, para que aquellos y nosotros te conozcamos mejor y te amemos más.

    http://www.granpoderdedios.org/paginas/default.aspx?id=6765&nomsecc=Historia





    ESTA ES LA HISTORIA DEL EMBARQUE DE LA VIRGEN DEL CARMEN DEL SEGÚN LA HOJA MENSUAL DE LAS PARROQUIAS DE NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑA DE FRANCIA, NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑITA Y SANTA RITA, DEL PUERTO DE LA CRUZ.

    NUMERO 66 - JULIO DE 1.964

    NUESTRA SEÑORA DEL MAR

    AGUA, BARCOS Y........MULTITUD.-

    Esta tarde la Virgen del Carmen se hace Marinera.

    Su esbelta figura de Reina avanza, sobre los hombros agitados y duros de los hijos del mar, en dirección al muelle.

    En la rampa del fondeadero descansan los botes de pesca varados al sol de la tarde.

    Remos salvavidas, nasas y redes han tejido un original arco de triunfo a la Madre de los marinos, que ahora llega a las escalas del embarcadero.

    El clamor de la multitud es bronco como un golpe de mar.


    En el lecho palpitante de las aguas se mece empavesada una motora. La Virgen desciende, sostenida por muchos brazos, hasta ocupar el escabel de honor de la proa y la barcaza es invadida por los devotos.

    Se intensifica el tableteo del motor; una mano experta suelta las amarras y la motora sale rauda hacia la escotadura del puerto con su racimo humano bajo el trono flotante de la Señora.

    Pequeñas embarcaciones salen detrás, formando escolta. La Virgen se interna en el mar con el rostro siempre vuelto a la costa donde hormiguean sus hijos.


    Luego viene el delirio de las calles estrechas, donde la algazara, el humo y los estallidos de la pólvora, enardecen a los devotos.

    Frente a cada humilde vivienda chisporrotea una rueda de artificio; las gargantas enronquecen en atronadores vivas, que intentan convertirse en plegaria.

    Y la Madre buena mira desde la altura de sus andas, en silencio - no sabemos si complacida o triste - el extraño alboroto de los hijos que, a su modo, quieren honrarla.
    Todo ha pasado, como un arranque desatado de locura, y otra vez la Madre del Carmen vuelve a la paz de su capilla del templo, mientras fuera, en la noche templada de julio, hacen guiños de luz las estrellas.

    MEDITACIÓN EN LA NOCHE.-

    Esta es la hora buena para las intimidades.

    Calladamente me acerco a las andas de la Virgen, que aún retienen el olor de la multitud, e intento hilvanar una plegaria.

    En los ojos serenos de la Madre se reflejan muchas verdades amargas, que han hecho estremecer esta tarde su corazón maternal.


    No son malos, no, señora, tus sufridos hijos los marinos; son espontáneos y ruidosos como niños. Su entusiasmo es sincero, aunque rudo; por eso tal vez te agrada.

    Pero tu mirada de Madre profundiza mucho más; atraviesa esa cáscara de postiza alegría para llegar hasta el fondo de sus vidas atormentadas.

    Los problemas de tus hijos, los marinos del Puerto de la Cruz, te preocupan, Madre nuestra.

    Te atormentan sus problemas espirituales; te entristecen sus problemas materiales.
    Tienen fe, una fe viva en su Patrona y el Señor del Gran Poder.

    Yo he visto hombres y mujeres del mar arrodillados en tu altar y ante el de tu Hijo con la llama del fervor prendida en los ojos y en los labios, mientras apretaban entre sus manos el ramo de clavellinas o la vela encendida.

    Pero a su fe le falta instrucción; son ignorantes.

    Acaso no sea toda culpa de ellos.

    Siguen su propio camino, un sendero iluminado a veces por una llamita de fe, que se cruza en ocasiones con el verdadero camino seguro y orientador.


    Qué pocos todavía, Señora, los conscientes de su catolicismo, los que han entrado en la auténtica verdad; la vereda de la misa del domingo; la vereda del cumplimiento pascual; la vereda de la práctica de los sacramentos; la vereda de la instrucción religiosa.

    Vos, Señora, sabéis que difícil es llegar hasta ahí.

    Poned vuestra mano y ayúdanos a allanar depresiones, a obviar obstáculos, a rectificar tramos sinuosos, a sembrar de luz el camino que Cristo nos ha trazado por medio de su Iglesia.


    Con tu ayuda y nuestro esfuerzo queremos arraigar tu devoción auténtica en el corazón de todos tus hijos; los que vivimos junto al mar y los que se adentran en él para buscar el sustento.

    EN LUCHA CON EL MAR.-

    Ellos cada año te llevan hasta el extremo del espigón para que veas las mordeduras del mar en el muelle.

    Es una plegaria elocuente y directa.

    También te piden mayitas

    Cada noche se adentran en su despensa, el mar, con ilusión de llenar sus frágiles embarcaciones, con ilusión, con sacrificio y con miedo, porque, al regreso, la boca del puerto es como las fauces abiertas de una fiera donde acecha la muerte.

    Y cuando las olas baten sin cesar días y días la ensenada del muelle, ellos aseguran el cascarón de sus botes y se sientan resignados a contemplar el marullo, mientras llega la hora tan tardía a veces, Señora de la bonanza.

    Entonces la vida se hace difícil en el pequeño hogar del pescador.


    Pero vuelven las noches de calma y de pesca y los hombres de mar se alegran al volcar en la playa la plata palpitante de los peces.

    Se alegran y hasta se olvidan de lo dura que es la vida en el mar cuando relente y la humedad atormentan los cuerpos.


    Mientras la noche de julio discurre cargada de bengalas y de regocijo, yo Señora, en la soledad del templo, desgrano ante tus plantas el rosario de dolor de los marinos.

    Si queréis, Madre del Carmen, intercalad, entre estos misterios dolorosos, los misterios de gozo y de gloria, para que aquellos y nosotros te conozcamos mejor y te amemos más.

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  2. Historia de Canarias

    Los Guanches

    La historia y conquista de las Islas Canarias, especialmente de las islas más pobladas, fue hábilmente manipuladas por los conquistadores y sus descendientes durante mucho tiempo. Como por ejemplo Viana,que para adornar sus versos inventó todo lo que le pareció. Estos historiadores solo se han preocupado de enaltecer las barbaridades cometidas por los conquistadores, humillando y despreciando casi siempre a los desafortunados guanches. Respecto a los guanches, se sabe científicamente que eran de mediana estatura. Existían dos razas fundamentalmente, la cromañoide y la mediterránea. Los guanches no se comunicaban entre islas. Eran pacíficos, valientes y grandes defensores de su patria. En la época de la conquista las islas estaban gobernandas por uno o varios reyes a los que denominaban en Gran Canaria Guanarteme y en Tenerife Mencey. Los reyes tenían sus consejero o capitanes. En Tenerife había tres clases sociales: Achimenceyes, rango después del Mencey, Achiciquitza, nobles y Achicaxna, villano. En Gran Canaria llamaban Faycán al gran sacerdote, Guaire o Gaire al consejero o capitán Fayacán al juez. Al ser nombrado Mencey hacían el siguiente juramento.... "Agoñe Yacoron Yñatsahaña Chacoñamet", Juro por el hueso de aquel que me hizo grande... Esta ceremonia se realizaba en el Tagoror.
    Actualmente los investigadores opinan que los primitivos pobladores de las islas Canarias vinieron de Africa. Los restos arqueológicos más antiguos encontrados pertenecen al siglo III a.C. Estos primeros pobladores fueron llegando en distintas migraciones. En las islas no había metales y los pobladores tuvieron que sustituirlos por maderas, huesos y piedras, etc. Cada isla desarrollo una cultura material diferenciada, aunque todas ellas compartieron algunos elementos: Una economía que se fundamentaba en la ganadería y la recolección silvestre y marina, además del cultivo de cereales y el aprovechamiento de los montes. Similar organización social y política. Una cultura material en la que destaca la elaboración de cerámica y diversos útiles de hueso, piedra y madera. Parecidas creencias religiosas basadas en la existencia de un dios supremo, espíritus y demonios. Se practicaba el culto a los muertos. Los aborígenes canarios se designaban con el nombre de Guanches




    El Hierro o Eseró

    EL HIERRO O ESERÓ.-Los primeros habitantes de esta isla se conocen con el nombre de bimbaches. Su actividad económica más importante fue la ganadería de cabras, ovejas y cerdos.Complementaban sus recursos con el aprovechamiento de los frutos silvestres del bosque,la pesca y el marisqueo. De este último quedan como testimonio los "concheros". Su dieta consistía en frutos, miel, leche, manteca y harinas de raíces de plantas y helechos para gofio y tortas. Del mocán y del bicácaro obtenían una especie de vino.
    Como no había muchas cuevas naturales, idearon unas especie de cabañas ligeras hechas de piedras, techadas con helechos y ramas, y con una única entrada. Lo aprovechaban todo: las conchas para cucharas, los huesos para amuletos, el barro para vasijas y recipientes, las pieles para vestidos y calzados, etc. Enterraban a sus muertos en cuevas, acompañados de su ajuar, y les cerraban con piedras. Tenían dos divinidades importantes, Eraorahan (varón) y Moneiba (hembra) a las que rogaban por la imprescindible lluvia; cuando esta escaseaba recurrían a otra divinidad: a Aranfaybo que representaba al demonio.




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    La Gomera


    La Palma

    LA GOMERA O GOMHARA.-Los principales recursos económicos de los primeros habitantes de La Gomera fueron la ganadería y una intensa labor recolectora. Las especies ganaderas fueron las cabras, oveja y cerdos. Su dieta era a base de leche, raíces de junco y hierbas. Comían cogollos de palma y parece ser que ya conocían la técnica de extraer guarapo y convertirlo en miel. También eran hábiles nadadores y mariscadores, como lo demuestran los ricos concheros que se reparten por toda la isla. Abundan los objetos hechos en madera (banot, bastones, recipientes) pero escasean los fabricados con hueso, cuero o piel. La cerámica es muy austera casi sin decoración. Los gomeros utilizaban cuevas como viviendas y también realizaban sencillas construcciones que les servían para cocinar, guardar el ganado o para enterramientos. Adoraban a Hirguan, un demonio con figura de hombre velludo, y a un dios creador llamado Orahan.


    LA PALMA O BENAHOARE.-Los primeros pobladores de esta isla fueron los auaritas, y su actividad fundamental era la ganadería de cabras, ovejas y cerdos. El pastoreo era trashumante, como en otras islas, y la caldera de Taburiente se utilizaba como dehesa comunal. Se practicó la agricultura, pero se abandonó por la ganadería y por la recolección marina y vegetal, la pesca y la caza. Los auaritas vivían en cuevas, abundantes en los barrancos, y donde no habían cuevas, construían cabañas y refugios. Creían en Abora, divinidad solar y también en un perro lanudo que representaba las fuerzas destructoras de la naturaleza. En sus enterramientos practicaban la inhumación y la cremación de los cadáveres. La Palma es la isla que conserva más grabados rupestres, se caracterizan por el frecuente empleo de la línea curva (círculos, espirales) y se encuentran en lugares elevados, situados en las rutas pastoriles o en puntos de aprovisionamiento de agua.

    Tenerife


    Gran Canaria

    TENERIFE O ACHINECH.-Los habitantes de esta isla reciben el nombre de Guanches. La ganadería era la actividad más importante. Había cabras, ovejas y cerdos. El pastoreo era una actividad muy importante, y los rebaños se reunían en verano en las Cañadas del Teide, una zona común con pastos de alta montaña. También practicaban la agricultura, con cultivos de trigo, cebada y habas; la recolección vegetal del bicácaro, faya, helecheras, y el marisqueo y la pesca. Vivían en cuevas naturales y en cabañas que construían con piedras y vegetales. Creían en un dios, Achoron o Achamán, y en adivinos o santones a los que llamaban Guañamenes.Enterraban a sus muertos en cuevas naturales rodeados de su ajuar funerario, que consistía en vasijas, cuentas de collar, obsidiana, objetos de hueso, etc. En tiempos de la conquista, la isla estaba dividida en nueve demarcaciones, llamadas menceyatos, y al frente de cada una había un mencey, ayudado por un consejo llamado Tagoror. Uno de los símbolos del mencey era la añepa, bastón real hecho de madera de tea.


    GRAN CANARIA O TAMARÁN.-Los habitantes de esta isla, los canarios, basaron su economía en la agricultura, tanto de secano como de regadío, y en la ganadería.Cultivaban cebada, trigo y ñames en huertas que protegían con empalizadas, y construían silos para almacenar el grano y acequias para el riego. Disponían de molinos, morteros, vasos cerámicos, punzones y cestos para uso agrícola y doméstico. Los animales más comunes eran la cabra y el cerdo.
    Completaban su dieta con la recolección de higos y mocanes, y con pescado, burgados y lapas. En el momento de la conquista vivían en cuevas naturales, en cuevas excavadas y en casas construidas con piedra seca, agrupadas estas últimas en pequeños poblados de calles estrechas. Tenían un dios supremo, Alcorán, espíritus ancestrales y demonios o genios. Enterraban a sus muertos en cuevas o en túmulos.

    Lanzarote


    Fuerteventura

    LANZAROTE O TYTEROYGATRA.-Los aborígenes de Lanzarote llamados, los mahos, vivían en zonas donde había agua. Tenían tres tipos de viviendas las casas hondas, de piedra seca semienterradas en el suelo, las cuevas hondas, cuevas naturales subterráneas acondicionadas para habitarlas,y las cuevas hondas del malparís de la Corona, tubos de lava mal acondicionados que, posiblemente,se usaban en caso de peligro o para uso pastoril. El único cereal que está documentado es la cebada, que plantarían en huertos cercanos a las viviendas y sembrarían con palos cavadores o con instrumentos de cuernos de cabra. Este cereal se guardaba en grandes recipientes de barro.La cerámica presenta forma y decoración variada. El ganado lo componían cabras y cerdos,que se criaban en libertad y cerca de las viviendas. La dieta consistía en gofio, que mezclaban con leche y manteca, productos del mar y bajo consumo de carne.


    FUERTEVENTURA O ERBANIA.-La isla estaba habitada por los mahoreros, que utilizaban como vivienda los tubos volcánicos de los malpaíses, cuando, no existían, construían casas de piedras semihundidas. Estas casas se agrupaban en poblados y se situaban cerca de fuentes, que no eran más que pobres filtraciones de agua salobre que recogían y guardaban en grandes vasijas de barro. En el interior de las viviendas guardaban molinos de piedra, cuchillos de lajas de pedernal y vasijas de barro. Practicaban el pastoreo de cabras, de las que obtenían carne, leche, queso, sebo y pieles. Su dieta se completaba con gofio de semillas, pescado, burgados y lapas.Tenían, al menos, dos lugares sagrados, que dedicaban al culto: la montaña de Tindaya, donde se ofrecían sacrificios, y la cueva de los Idolos, en la que se realizaban ritos de fecundidad. Enterraban a sus muertos en cuevas, acompañados de su ajuar funerario.

    Poblamiento

    Para empezar a hablar de los pueblos aborígenes que poblaron las Islas Canarias a la llegada de los conquistadores primero hay que resolver una cuestión de vital importancia, quizás la mas escabrosa e importante cuestión acerca de los pueblos aborígenes canarios, y que ha traido en jaque a todos los historiadores y estudiosos de la historia Canaria, ¿Cómo y porqué llegaron y poblaron estos pueblos aborígenes un archipiélago Atlántico situado a 20 leguas de las Costas Africanas?. Los aborígenes canarios aun teniendo una serie de rasgos significativos según su isla origen, mantienen una similitud antropológica común, que es la base para el sustento de las teorías sobre la colonización aborigen del archipiélago, estos: de raza blanca y origen beréber, desconocían la navegación mayor (se tienen noticias de ciertas embarcaciones de madera de Drago), por lo tanto como un pueblo que desconocía la navegación y habitaba una isla pudo llegar a estas. La respuesta, como todo lo que entraña el estudios de los aborígenes, compleja:
    -Poblamiento de la islas consecuencia del desarrollo comercial Feo-Púnico, que fundarían pequeñas colonias para la explotación del Garuó y la Orchilla. Y posteriormente por Roma también para la actividad comercial.
    -Deportación de poblaciones de origen beréber sublevadas contra el Imperio Romano, con el objeto de alejarlas de las áreas conflictivas, esta fue una practica común usada en la Roma Clásica para evitar los levantamientos contra esta.
    - Llegada de tribus beréberes por sus propios medios, navegación menor, a causa de la necesidad o exploración.
    Estas son las tres teorías argumentadas a la hora de resolver la duda del poblamiento del archipiélago por parte de los pueblos aborígenes.

    Vidas y Costumbres

    Los aborígenes canarios pertenecen a dos razas fundamentales , la cromañoide y la mediterránea, las características de la raza cromañoide es la cara ancha y robusta con un cráneo alargado y estrecho, mientras que la principal característica mediterránea es la cara alta y delicada y un carneo corto y ancho. De raza blanca, aunque en algunas islas eran mas morenos que en otras. Su fisionomía solía ser corpulenta, fuerte y eran bastantes ágiles, algo obvio en una civilización paleolítica que vivía entre riscos y barrancos. Tenían una estatura media de 1,70 los hombres y 1,60 las mujeres, algo mas alta que la envergadura europea de la época, y su esperanza de vida eran apenas 30 años. Sobre su carácter se ha dicho mucho, siempre adornando la leyenda de este pueblo,de ellos se ha escrito que eran ágiles, fuertes, nobles, valerosos, aguerridos, de inusual belleza etc....
    Bontier y Le verter escribirían estas celebres palabras acerca de los aborígenes:
    "Id por todo el mundo y no hallareis en ninguna parte personas mas hermosas ni gente mas gallarda que la de estas islas, tanto hombres como mujeres, además de ser de buen entendimiento, si hubiese quien los cultivase". Los aborígenes conocían bien la agricultura, aunque esta era muy rudimentaria. Cosechaban cereales y para cavar la tierra se valían de cuernos de cabra, plantaban trigo, cebada y habas de donde obtenían su principal alimento, el Gofio , que lo elaboraban moliendo los cereales y tostándolos en cazuelas de barro, el gofio era el principal sustento en su alimentación , lo tomaban mezclándolo con leche, agua, manteca o miel. También se alimentaban de frutas silvestres, incluyendo el mocán , yoya , de cuyo jugo confeccionaban una miel muy apreciable a la que llamaban chacerquen . En cuanto a la ganadería, su ganado se componía de ovejas, cabras y cerdos, de estos animales tomaban su leche, queso y manteca además de aprovechas su carne. El pastoreo era una actividad fundametal en las civilizaciones aborígenes, ysobre todo en las islas que carecían de vegetación mayor como son Fuerteventura y Lanzarote, donde las crónicas de la conquista relatan que se criaban más de 60.000 cabras al año de las cuales obtenían carne, leche, queso y el sebo, que tomaban regularmente. En Tenerife la zona que hoy comprende las cañadas del Teide, era una zona neutral en donde todos los menceyatos podían llevar su ganado para pastorear, allí se han encontrado edificaciones que eran usadas por los aborígenes para cobijarse en las épocas de pastoreo. Al desconocer la navegación mayor su pesca se limitaba a pesca de costa y marisqueo. Pescaban usando redes de junco o con anzuelos hechos de astas de cabra. Pero la práctica mas llamativa, y que aun se usa en nuestros días, es el método conocido como embarbascar, que consiste en aprovechar los efectos sedantes de la leche del cardón y la tabaiba, que mezclada en los charcos o rías donde la marea dejaba estancados a los peces, aturde a estos pudiéndose capturar fácilmente con las manos.

    Vestiduras

    Los aborígenes por termino general vestían con trajes confeccionados con pieles de cabra u ovejas u hojas de palma. En Lanzarote los varones usaban una capa de piel de cabra mientras que las mujeres vestían mucho mas abrigadas. En Fuerteventura y la Gomera usaban unas camisas, llamadas tamarcos, hechas también de piel de cabra y usaban un calzado con suela de puerco muy parecido a la abarca (zapato muy ajustado al pie). En el Hierro los varones usaban una especie de capotillos elaborados con pieles de oveja atadas por correas, y las mujeres una especie de manteletas hechas de la misma piel de oveja pero cosidas usando nervios de animales y agujas de pescado. En La Palma usaban también ropas hechas con pieles de ovejas, puercos y cabras. En Tenerife los aborígenes gamuzaban y curtían las pieles con mediana perfección, elaborando camisas largas sin mangas que ceñían a la cintura, debajo de estas la mujeres llevaban una especie de falda que les cubrían hasta los pies, usaban un calzado al que llamaban xercos , y unas medias llamadas huirmas que eran el distintivo de los nobles. Pero es en Gran Canaria donde encotramos una ropa mas elaborada, los aborígenes de esta isla usaban ropillas de hojas de palma y junco tejidas y ajustadas al cuerpo, tamarcos de pieles labradas y teñidas (con tierra y jugo de algunas plantas) y calzado de cuero de cabra ajustadas al pie con correas.

    Viviendas

    Los aborígenes canarios vivían principalmente en cuevas junto a los barrancos o en cabañas de piedra, con techumbre de piel o entramado vegetal. Las cuevas que eran escarvadas en los riscos tambien eran usadas como corrales o despensas. En Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro eran mas común encontrar a sus habitantes viviendo en cabañas que en cuevas, sin embargo en Tenerife la costumbre era habitar en cuevas. En Gran Canaria se han encontrado auténticos poblados de cabañas, con una arquitectura mas avanzada que en el resto de las islas, estas viviendas eran construidas con puertas y ventanas, techadas con bigas de madera y encima como techumbre hierba seca mezclada con barro.

    Lenguaje Aborigen

    Decir sobre las antiguas lenguas aborígenes que aunque en todas las islas hablaban una misma lengua, de origen beréber (como se cree que eran los pueblos aborígenes), en cada isla existían algunas diferencias dialectales, algo obvio debido a la separación geográfica y temporal que hubo entre estos pueblos que poblaron las islas, todo idioma con el tiempo se "corrompe", evoluciona y varía ,dando a luz una nueva lengua diferente de la anterior ,como por ejemplo son el astur-leones y el galaico-portugués en la península ibérica a partir del latín.
    La idea de que la lengua que se usó en las diferentes islas del archipiélago canario por sus aborígenes sea una lengua común , es aceptada por todo los estudiosos de este tema, la notable similitud entre su habla, queda patente en ejemplos como son las voces de los instrumentos de uso ordinario como "ganigo", cazuela, palabra común en todas las islas del archipiélago y "gofio" comida típica en todas las islas donde había cebada para hacerlo. Y en los datos recogidos de los escritos Castellanos sobre la conquista de las islas, donde decían que les era fácil comunicarse con estos pueblos ya que cualquier aborigen de las islas se podía comunicar con otro de otra isla y así servir como traductor a los conquistadores.
    Me gustaría destacar la importancia de diferenciar las palabras originales de como las vemos hoy escritas, las palabras que recogieron los conquistadores son un mero acercamiento fonético entre el sonido ("fonema") entre la palabra dicha por los aborígenes con su propia forma de habla, un diferente tono, acento, cadencia de habla, a la dicción escuchada y posteriormente escrita por los conquistadores.
    Por ejemplo sobre la dicción "Guan", un ingles habría escrito "one" y quizás hoy en dia un hispanoparlante escribiese "wuan" o "guan", pero seguramente ninguno acertaría en la correcta pronunciación de esta, ya que nuestra forma de habla es diferente (incluso en regiones de un mismo ámbito lingüistico).
    También es importante puntualizar que el castellano con que se recogieron esas dicciones es un castellano diferente al que conocemos hoy en dia, no solo en su forma escrita sino en el uso y sonido de las letras. Ha evolucionado mucho desde los siglos XV y XVI que fueron cuando se rescataron la mayoría de las dicciones hasta el XX, ya no solo el español sino las otras lenguas habladas en España o simplemente su forma de habla.
    En el español actual por ejemplo la "h" ha sustituido hoy en muchas palabras a la "f" (fernando-hernando, fermosa-hermosa), la "x" en algunos lugares de españa aun se usa como "j" (ximenez-jimenez).Un valenciano diría en la dicción "xercos" ,jercos y un canario diría algo aproximado a shercos, por eso nos movemos en esa ambigüedad dialectal que rodea todas las dicciones aborígenes y cubre de incertidumbre la lengua de estos aborígenes.
    Las dicciones que dispongo en este vocabulario las escribo de la misma forma que las he encontrado, para asi respetar la posible la fonematica de estas. Supuestamente daría igual escribir beñesmen o veñesmen ya que la mayor parte de los hispanoparlantes no distinguimos la "v" de la "b" en nuestra forma de habla, pero realmente estas tienen una pronunciación diferente, lo mismo pasa entre la "ll" y la "y", etc.

    Ceremonias, Ritos y Creencias

    Has tenido la suerte de ser admitido como un miembro importante de la sociedad guanche. Se trata de una sociedad de clases, en cuya cúspide está el Mencey. Por debajo de él se encuentran los achimencey (aristócratas), que justificarán su status a través de su parentesco con la realeza. Los cichiciquitzos forman una capa media, y en la base social se hallan los achicaxna (plebeyos). Todo el ganado y la tierra son propiedad del Mencey, que los distribuye cada año entre las clases superiores según méritos y necesidades de cada grupo familiar. El Mencey cumple una importante función económica de redistribución, ya que corren de su cuenta los festejos y ceremonias públicas, en las que los alimentos, por ejemplo, saldrán de la "despensa real". En Tenerife no parece haber habido sacerdocio, estando éste a cargo del Mencey (para las ceremonias públicas del Guañac o Estado). Sin embargo, existía la figura del Guañameñe, una especie de profeta o adivino que era objeto de gran respeto y veneración.
    Eres convocado para asistir a la reunión más solemne de los guanches: el Tagoror o Consejo, en el que se toman las grandes decisiones del Menceyato. Las reuniones se celebran en un lugar especial, en el que los asientos están formados por piedras situadas en círculo. En muchos lugares de la isla, el Tagoror tiene lugar junto a rocas o árboles sagrados. Los Dragos (Dracaena Drago), árboles macaronésicos que alcanzan varios siglos de edad, y cuya savia es roja como la sangre y tiene usos medicinales, son un lugar de especial significación. Llegas al círculo de piedras del Tagoror, en el que ocupan su puesto los achimencey. El pueblo llano observa y calla. De pronto se oye el sonido de los bucios, las caracolas, y un estremecimiento recorre la multitud: ¡ Es el Mencey, que se aproxima!.
    El Mencey marcha escoltado por una guardia de honor, y va siempre precedido de un heraldo que porta, en alto, una vara de madera finamente labrada. Se trata de la añepa, el cetro o símbolo del poder real. Todos se inclinan ante la añepa, y por lo tanto, ante el Mencey que la sigue. Verás una añepa en estas páginas: es la larga vara utilizada como separador del texto a lo largo del mismo. En momentos de especial entusiasmo, los gritos de "¡Achit Guañot Mencey!" (¡Viva nuestro Rey y nuestro Protector!) atronarán el aire.
    Los guanches creían en la existencia de un dios supremo, que al parecer identificaban con Magec (el Sol), pero al que llamaban de varias maneras: Achaman (sinónimo de "Los Cielos"), Achuhuran Achahucanac (Dios Grande y Sublime), Achguayaxerax Achoron Achaman (el Sustentador de los Cielos y la Tierra). Al parecer tenían una diosa madre, Achmayex Achguayaxerax Achoron Achaman (la Madre del Sustentador de Cielos y Tierra), o Achguayaxiraxi (Principio Conservador de la Vida). Esta diosa madre fue rápidamente identificada con la Virgen María de los cristianos, hasta el punto que los conquistadores españoles encontraron una imagen de Nuestra Señora de Candelaria, introducida por misioneros y adorada por los guanches en una cueva del Menceyato de Güimar.Los guanches mantenían asimismo relaciones de culto con una divinidad del Mal, Guayota (identificado con el diablo por los conquistadores cristianos), que vivía en el Echeyde, el Teide, que significa "El Fatídico". Guayota no parecía ser amado, pero si temido y respetado. Por la noche adoptaba forma de perro solitario; un encuentro con él era un gran peligro. Y todo ello está justificado: ¿qué podía haber más destructivo que el volcán, o más dañino que un perro solitario, sin amo, que atacaría los rebaños?
    Además de estas grandes divinidades, los guanches practicaban un politeísmo naturalista: la entrega o el depósito de ofrendas en cuevas, roques y orificios naturales. En todas las islas había lugares sagrados que consistían en montañas o roques que sostenían en equilibrio el cielo y la tierra. El Teide fue siempre, en Tenerife, el lugar privilegiado de este culto. En toda la comarca vecina, que hoy en día forma el Parque Nacional de las Cañadas del Teide, se siguen encontrando, siglos después, las ofrendas de vasijas e instrumentos depositados en huecos y escondrijos. Pero en toda la isla se practicaban estos ritos para unirse al espíritu de las fuerzas naturales, o para aplacarlo en su cólera. La unidad familiar disponía, además, de figuras muy toscas que servían de idolillos para el culto familiar, y que normalmente estaban ligados con la fecundidad y la buena salud de hombres y ganados.
    Existían cuatro grandes ceremonias en la sociedad guanche. Una era la ceremonia de proclamación del nuevo Mencey. Otra era el ritual practicado en épocas de sequía. Las otras dos eran cíclicas, se repetían cada achanó (año): se trata de las fiestas del Año Nuevo o Fiestas de Primavera, y de la Gran Fiesta Anual, el Beñasmen o Fiesta de la Cosecha.

    La Proclamación del nuevo Mencey

    Cuando el Mencey moría, su heredero era proclamado nuevo Mencey. La sucesión no era forzosamente de padres a hijos, sino que el título podía pasar de un hermano a otro. En todo caso, era el Tagoror (Consejo) el encargado de elegir al nuevo Rey. La proclamación incluía la impresionante ceremonia del hueso del antepasado: un hueso del antecesor más antiguo de la dinastía era guardado cuidadosamente, envuelto en finas pieles. Este hueso era sacado solemnemente, y el nuevo Mencey lo besaba. A continuación, cada miembro del Tagoror le reconocía como rey, pronunciando las palabras "Agoñe Yacorán Iñatzahaña Chacoñamet" (Te juro por este hueso de Aquel que te hizo Grande).

    El Rito de la Lluvia, El Rito del Año Nuevo, La Fiesta de la Cosecha

    En épocas de sequía, todo el pueblo ayunaba y se suprimían bailes y diversiones. Iban en procesión, junto con el ganado, a ciertos lugares altos. Allí separaban a las crías de cabras y ovejas de sus madres. Todos lloraban y daban grandes gritos al mismo tiempo que el ganado balaba. De esta manera, pensaban, los dioses se apiadarían de hombres y animales y enviarían la lluvia. Algunos de estos lugares especiales se sigue llamando, siglos después, "Bailadero" o "Baladero".
    El calendario era lunar. El achanó (año) guanche comenzaba hacia finales de Abril o principios de Mayo. Era el momento de las fiestas de la Primavera, con el nuevo ganado lleno de vida. Se celebraban comidas, bailes y competiciones deportivas.
    La Gran Fiesta Anual era, sin duda alguna, el Beñasmen o fiesta de la cosecha, que se celebraba entre Julio y Agosto. Todas las guerras y escaramuzas entre Menceyatos debían terminar, y se establecía una "tregua sagrada" que facilitaba el encuentro en banquetes, bailes y competiciones. El Mencey cumplía su papel económico de redistribuidor alimentando durante los festejos a todo el pueblo.
    En las fiestas solían adornarse con flores y ramas. Se celebraban grandes competiciones de saltos, carreras, y numerosos juegos (concurso de trepa, concurso de lanzamiento y esquive de piedras, lucha con lanzas -juego del palo- etc...). Tenían una variedad de lucha, parecida a la grecorromana, que siglos después sigue viva y se llama "Lucha Canaria", consistente en tirar al suelo o echar de un terreno marcado al rival, haciéndole perder el equilibrio. Disponían de pocos instrumentos musicales: palos golpeados, caracolas, piedrecillas dentro de un cuenco, y las manos. Sin embargo, gustaban de cantos y bailes. Una danza guanche que siguen bailando los actuales canarios es el Tajaraste. Otra danza de los guanches se hizo famosa en el siglo XVI. Se trataba de una versión refinada de un baile de los nativos de las islas, y se puso de moda en todas las Cortes de Europa con el nombre de "El Canario".

    Breve Diccionario de términos Canarios

    Drago, (Botanica).- Nombre común de un árbol de la familia de las Liliáceas originario de las islas Canarias. Alcanza 14; m de altura; Tiene el tronco grueso, cilíndrico, lleno de cicatrices producidas tras la pérdida de las hojas. La copa es recogida, siempre verde, con muchas ramas espesas y; desnudas en su base. Las hojas son ensiformes ( de forma de espada ), entre 40 y 50 cm de largo y 4 cm de ancho. Las flores se agrupan en racimos terminales, son pequeñas, de color blanco verdoso y con estrías encarnadas. El fruto es una baya amarilla del tamaño de una cereza y de sabor agridulce. En América Latina se cultiva la dracena, una especie ornamental de origen asiático, así como una especie propia, conocida como campanillo.
    Mediante incisiones en el tronco se obtiene una resina llamada sangre de drago que se utiliza en medicina por sus propiedades astringentes. Con el mismo nombre e idénticas aplicaciones se conocen otras plantas de las regiones tropicales de América.
    Clasificación científica: el drago pertenece a la familia de las Liliáceas (Liliaceae), se clasifica como Dracaena draco; la dracena es Dracaena umbraculifera y el campanillo, Dracaena americana. De las regiones tropicales de América y de la familia de las Euforbiáceas está: Croton draco y otras especies del mismo género; de las Leguminosas están Pterocarpus acapulcensis y Pterocarpus draco.

    Guanche (Antropología),- Término genérico que designa al conjunto de los antiguos habitantes de las islas Canarias. La cultura que poseían es de difícil datación, aunque perteneciente a la era cristiana. Su origen paleontológico es doble: por un lado, son individuos cromañoides descendientes de los norteafricanos y, por otro, mediterranoides capsienses.
    Sus lenguas pasaron en época reciente —quizá histórica— a ser escritas en alfabeto tifinagh (bereber) y se extinguieron por la conquista a mediados o finales del siglo XVI. Su economía estaba basada en el pastoreo (en especial, la cabra), en el cultivo de cereales y en la recolección de moluscos. Conocían la cerámica pero ignoraban la rueda alfarera, los metales, el tejido y la talabartería. Aunque existen viviendas exentas, habitaban sobre todo en cuevas naturales y artificiales. Había momificación y culto a los antepasados, pero sus creencias y ritos, a pesar de los hallazgos frecuentes de ídolos, son dominio de la conjetura cuando no de una imaginación poco objetiva.

    Breve diccionario de términos guanches

    A B C D E F G H I J K L M N Ñ O P Q R S T U V W X Y Z FRASES

    - A -

    abemon: agua
    Abora: Dios
    achaman: cielo (Tenerife)
    achamen: agua
    achemen: leche (El Hierro y La Gomera)
    achi: hijos de
    achicaxna: villanos
    achiciquitza: nobles
    achimencey: nobles (hijos de reyes)
    acode: número cuatro
    Acoran: Dios
    adijirja: arroyo (La Palma)
    aho: leche
    ahof: leche
    ahoren: harina de cebada (Tenerife)
    almogaren: casa adoratoria (Gran Canaria)
    añepa: bastón de mando (Tenerife)
    apsda(azda): número nueve
    arahormaze: higos frescos (Gran Canaria)
    aridaman: cabra (Gran Canaria)
    atis tirma: invocación a la divinidad (Gran Canaria)
    axa (aja): cabra (Tenerife)

    - B -



    baifo: cabrito
    banot: bastón de mando
    Banot : vara endurecida al fuego (TF)
    Banot : garrote de guerra (G y H)
    beletén: primera leche
    ben: lugar de (el de)
    Benirnafarca : lugar que produce inciensos (LP)
    Beñesmen : la sazón de julio y agosto , la estación de recogida de los guanches (TF)

    - C -

    Cancha : perro (TF)
    Centejo : aguas vertientes (TF)
    Chaboco : hendidura en risco (TF)
    Chacerquen : miel de mocán (TF)
    Chamato : mujer (TF)
    Chibusque : cierta especie de guisante menudo (F y L)
    Carianas : espuertas de junco (GC)

    - D -

    Doramas : grandes narices (GC)

    - E -

    Echeyde : infierno (TF) , así se referían los guanches al interior del Teide donde residía el demonio (guayota)
    Eichiquizo : escudero (TF)
    Efe o Ife : montaña o pico (TF)
    Efesquens : adoratorios redondos ( F y L)
    emulan: mantequilla (El Hierro y La Gomera)
    Eraoranzan : dios macho (H)
    eres: charco

    - F -

    faicanes: sacerdotes
    fayacan: juez
    FRASES.-

    -Achmayex guayaxerax achoron achaman : La madre del conservador del cielo
    Nota ( en su forma de habla el adjetivo precede al nombre , al igual que en el idioma ingles )
    Pudiera ser - Achmayex ( la madre) guayaxerax (conservador) (del) achoron (dios) (del) achaman (cielo)
    Ach-mayex : la madre
    guayax o guayaxer (conservar) , por la tanto guayax-erax (el que conserva , conservador)
    achoron (dios)

    achaman (cielo) , recuérdese que tigotan significa cielo y achaman y ataman según su forma de habla suena prácticamente igual , me arriesgo a pensar que achaman es cielo o los cielos . El equivoco en relación con esos términos resulta bastante sencillo, uno para hablar de dios señala al cielo, pero señalando al cielo (las alturas) se puede hablar de dios o simplemente del cielo en si (mas aun en esa época donde la religión regia tanto la vida de los conquistadores). Creo que ataman-tigotan significa cielo y achoron dios.
    -Ascitir tirma , ascitir magro : Era el mayor juramento de los naturales de Gran Canaria , por mirar a ambos montes como sagrados , estos montes son Tirma y Magro , aun se venera al roque de Tirma en Gran Canaria.
    -Ayatimasquaya : bajo de los riscos.
    -Benahave : mi tierra , así decían los palmeses a su isla (benahoave también).
    -Gambuezas : grandes batidas de ganado o cacería en Fuerteventura.
    -Fore tronc queue : ¡ah malvado traidor!.
    -¿Yguida yguan ydafe? , guerye yguan tanó : ¿cosa que caera ydafe ? , dale lo que traes y no caerá , frase religiosa de la palma , ofrecimientos a ydafe , un pico de la palma
    -Agoñe yacoron ynatzahana chacoñamet : juro por el hueso de aquel dia en que te hiciste grande , forma de del juramento del mencey en chinet (Tenerife)
    -Echeyde possom : pido en el teide , juramento ordinario.
    -Hay tu katanajá : hombres haced como buenos o valientes, grito de guerra guanche.
    -Chucar guayoc archimencey reste benchom (benkomo) sanec vander relac nazet zahañe : No des muerte al hidalgo que es hermano del rey Benkomo y se te rinde como cautivo.
    Pudiera ser: chucar guayoc (no des muerte) archimencey (hidalgo) reste (honorable o excelentisimo , tratamiento de alteza) benchom (benkomo) sanec (hermano) vander relac nazet (se te rinde como) zahañe (cautivo)
    -Zahañat guayohec : soy tu vasallo.
    Nota : Viendo estas dos ultimas frases , se deduce fácilmente que zahañe o zahañat significa vasallo (cautivo también puede ser un sinónimo sabiendo el contexto de la frase)
    -Achit guañot mencey , reste bencom (benkomo) : ¡viva benkomo , rey y amparo nuestro!.
    -Guayax echey , ofiac nasethe sahana : Viva aunque le pese al rigor de los hados y fortuna.
    - G -

    gabiot(guayota): espíritu del mal
    gánigo: vasija u hondilla de barro
    Gasnais : puñado (TF)
    Goro : cuevecita o corral (TF)
    Gofio : harina de cebada tostada (L y F)
    Guaicas : mangas (TF)
    Guachafisco : grano tostado (GC)
    Guan : hombre (TF)
    Nota: de ahí guanche, abreviación de guanchinet hombre de Tenerife
    Guánigo : cazuela de barro (L y F)
    Guanil : ganado salvaje (L y F)
    Guanarteme : rey (GC)
    Guanchinet : natural de tenerife (TF)
    Guanhaben : gran luchador (GC)
    Guañac : república ( su modo de gobierno , su estado) (TF)

    Nota :algunos autores sostienen que es awuñac pero el sonido es el mismo y hay que recordar que estas palabras son solo una igualación del fonema castellano al fonema de la palabra guanche , lógicamente en otro idioma la palabra se escribiría de diferente manera ya que se desconoce el modo de escritura de los guanches ni los sonidos de este.
    Guañameñe : profeta o adivino (TF)
    Guapil : sombrero (L y F)
    Guatativoa : un convite (G y H)
    Guayafanes : especie de regidores (GC)
    guaires o gaires: capitanes o jefes
    guanire o guanil: ganado sin marca
    Guayota : El demonio (TF)
    Guirre : quebrantahuesos , el ave (LP)
    Gujon : navío (TF)
    - H -


    Hacichey : arvejas (TF)
    Hacheres-amenatos : primeros consejeros (GC)
    Haguayan : perro (LP)
    Hara : oveja , Abreu Galindo sostiene que es Haña (TF)
    Haran : helecho (G y H)
    Haranfaybo : fiador o mediador para obtener el pan (H)
    Nota : Figura que representaba al cochino sagrado entre los bimbaches, mediador entre estos y Eraoranzan
    Harhuy : cuero (L y F)
    Harimaguadas: sacerdotisas o parteras (TF)
    Hau : acaso, por ventura (GC)
    Huirmas: botines o medias (TF)

    - I -

    irichen: trigo
    Ife : montaña
    - J -

    Jaira: cabra
    Jubaque : las reses gordas (G y H)
    Juesco : raices de malva deshiladas con que chupaban la leche (LP)
    - K -

    No he encontrado ninguna palabra por k.
    - L -

    No he encontrado ninguna palabra por L.
    - M -

    Madai : profundo (TF)
    Magado : garrote de guerra (GC)
    Magec : Sol (TF)
    mago: campesino
    Masiega : la torta o tierra amasada que ponían sobre sus casas (GC)
    Mayantigo : pedazo de cielo , tigot es cielo por lo que mayan debería significar pedazo (LP)
    mencey: rey(TF)
    Maho : calzado (L y F)
    Moca : vara endurecida al fuego para la guerra (LP)
    Mocan: clase de árbol Moneiba : diosa hembra (H)
    - N -

    No he encontrado ninguna palabra por N.
    - Ñ -

    No he encontrado ninguna palabra por ñ.
    - O -

    oche: grasa o manteca Orahan: Dios (En el Hierro)
    - P -

    perenquén, pracan: lagartija nocturna
    punapale: hijo primogenito
    - Q -

    Quevehi : tratamiento de alteza o majestad , algo como excelentísimo (TF)
    - R -

    No he encontrado ninguna palabra por r.
    - S -

    Sábor : consejo de estado (GC)
    Sigoñe : capitán (TF)
    Susmago : especie de dardo o azagaya que arrojaban sobre sus enemigos (GC)
    - T -



    Tabite : jarro pequeño (L y F)
    Tabercorade : agua buena (LP)
    Tabona : cuchillo de piedra (TF)
    Taburienta : llano (LP)
    Tacande : piedra lava (LP)
    Tacaycate :desemedejado de cuerpo (GC)
    Tafeña : grano tostado (TF) (L y F)
    Taferte : mastuerzo (TF)
    Tafrique o Tafiagues : cuchillo de piedra (L y F)
    Tagragito : agua caliente (LP)
    Tagoror : Consejo o ayuntamiento , el lugar donde este se reunía (TF)
    Taharenemen : higos pasos (GC)
    Tahaxan o Tahatan : oveja (GC)
    Tahuyan : basquiñas (G y H)
    Tamarco : camisa de pieles (L y F)
    Tamarco : camisa de pieles o palmas (GC)
    Tamasma : la pispa (G y H)
    Tamasaques : varas largas (G y H)
    Tamogante en acoran : casa de diosTamosen : cebada (L y F)
    Tano : cebada (TF)
    Taquazen : puerco o cerdo (GC)
    Tehaunenen : higos pasados (GC)
    Tedote : monte (LP)
    Teguevite : cabra (LP)
    Tezegue : tendido , apalastrado (TF)
    Tezezes : varas de acebuche (L y F)
    Tibisenas : ciertas apariciones nocturnas (GC)
    Tigalate : hombre largo y mal formado (L y F)
    Tigotan : cielo
    Tofio : cazuela con pico hacia arriba (L y F)
    - U -

    No he encontrado ninguna palabra por U.
    - V -

    Vacaguare : desear la muerte
    Verdones : lo mismo
    - W -

    No he encontrado ninguna palabra por W.
    - X -

    Xaxo : momia (TF)
    Xercos : zapatos o calzado (TF)
    Xuesto : raiz de malva (LP)
    - Y -



    Yguan : la acción de caer al suelo (LP)
    Ylfe : puerco , sucio (L y F)
    Yrichen : trigo (TF)
    Yruene : diablo (LP)
    Yoya : la fruta del mocán (TF)
    - Z -

    Zucaha : hija

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  3. HISTORIA Y GEOGRAFÍA DE CANARIAS



    El archipiélago de las Islas Canarias compuesto por 7 islas, 6 isletas y varias rocas. Está situado en el Océano Atlántico, a unos 100 km de la República Saharawi, existiendo una distancia máxima entre las islas, de 485 kms.

    En relación a su superficie, pocas islas volcánicas del mundo tienen tanta diversidad física y biológica como Canarias. En apenas 7500 Km²se concentran múltiples hábitats, desde los húmedos bosques de laurisilva, hasta los tórridos arenales subdesérticos. De hecho, algunas islas cuentan con paisajes tan variados que realmente se asemejan a continentes en miniatura, como Gran Canaria.

    Las Islas Canarias son una comunidad autónoma española formada por un conjunto de siete islas mayores (Tenerife, La Palma, La Gomera, Hierro, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) y seis menores (Alegranza, Graciosa, Montaña Clara, Lobos, Roque del Este y Roque del Oeste).

    Parque Nacional de Timanfaya.Teniendo todas ellas uno origen volcánico, el relieve es muy variable de unas islas a otras. Mientras que Lanzarote y Fuerteventura, tienen su mayor altitud a los 671 de Peñas del Chache y 807 del Pico de la Zarza, respectivamente, la isla de Tenerife, alcanza los 3718 mts en el Pico del Teide.

    La temperatura media va de 18° C en invierno a 24° C en verano. A excepción de Lanzarote y Fuerteventura, el lado norteño de las islas tiene un clima subtropical, mientras que el sur, incluyendo las dos islas mencionadas, tiene un clima más seco y algo más caliente. En verano, el sirocco (viento caliente del Sáhara) sopla desde el continente. Las escasas precipitaciones del archipiélago llegan a su punto más bajo en Lanzarote y Fuerteventura que apenas si reciben alguna gota de lluvia en todo el año.

    Su Historia:

    Es probable que los primeros exploradores que alcanzaran sus costas fueran navegantes fenicios originarios de Sidón y Tiro. Herodoto habla de una expedición fenicia que circunnavegó Africa en el 6 siglo a.J:C. Así mismo, Cartago, colonia fenicia norte-africana, envió una expedición de colonizadora de 30,000 personas hacia el oeste de Africa aproximadamente hacia el año 425 antes de nuestra era, habiendose encontrado monedas fenicias en las Azores.

    Imagen del Teide.Hacia el año 120 los marinos de Tiro afirmaban que el mundo habitado limitaba al oeste con las Islas Afortunadas. Las Islas Afortunadas como el extremo occidental del mundo conocido fue establecido más formalmente cuando Ptolemeo (90 - 168), las adoptó como el primero meridiano para su Geographia. Esta fue el mapa clásico más famoso del mundo, utilizado durante casi 1500 años, hasta aproximadamente el año 1800. Los mapas holandeses utilizaban la cumbre del Teide como su primero meridiano.

    Los romanos exploraron las Islas Canarias tal y como lo prueba la descripcion que Plinio el Viejo hizo sobre la expedición enviada por Juba II, gobernador del protectorado romano de Mauritania (el actual Marruecos) aproximadamente entre el año 29 a.de J.C. y el 20 de nuestra era. Las islas fueron encontradas deshabitadas durante esta expedicion si bien encontraron un templo en Junonia (el nombre romano para La Palma) probablemente evidencia de habitantes anteriores.

    Durante las edad media las Islas Canarios se convierten en un mito.

    Alrededor del fin del 13 siglo, las Canarias fueron redescubiertas por una flota genovesa dirigida por Lancelot Malocello. Un estudio más detallado fue hecho por Nicolas de Recco de Genova en 1341. Un documento papal de 1433 otorga derechos sobre las Islas Canarias a Henrique el Navegante de Portugal, pero esta decisión se invirtió en 1436, cuando el papa concede estos derechos a la corona de Castilla. En el tratado de Alcovaça de 1479, Portugal reconoció los derechos del Castilla sobre las Canarias, a cambio del reconocimiento castellano de la soberanía portugesa sobre Fez y Guinea.

    En el momento del redescubrimiento de las Canarias ellos estaban habitados por un personas indígenas llamadas ' Guanches'. Se sabe de las similitudes culturales guanches con las tribus bereberes de las montañas del noroeste africano. Cómo ellos alcanzaron las Canarias ha sido tema de muchas especulaciones, particularmente al comprobar que en el momento del redescubrimiento carecían de conocimientos de navegación, hecho extraño si se tiene en cuenta que eran personas que vivían en islas pequeñas con otras islas cercanas claramente visible.

    Hay evidencia de dos tipos raciales diferentes, normalmente llamados cromañon y mediterraneo. Los restos de alfarería sugieren que hubo cuatro olas distintas de colonizacion, fijando la datación por el carbono14 para la llegada de los primeros colonos durante el primer millenio a.JC.

    Los Guanches llamaban a su isla Benahoare, y la dividieron en 12 reinos, cada uno con su propio gobernante. Las estimaciones de la población Guanche en el momento de la conquista es entre 1,200 y 4,000 habitantes.

    Vivían en cuevas, (Belmacho y Zaza). Momificaban a sus muertos.La religión Gaunche parece haber estado centrada alrededor de las pirámides de la piedra, y lal Roca Idafe en el Caldera de Taburiente. El legado del Guanches incluye tallas de formas geometricas y alfarería decorada a mano Todavía se hacen reproducciones de estas ollas, en el artesania El Molino en Mazo

    La conquista de Canarias comienza en 1402, cuando Juan de Bethencourt desembarca en Lanzarote, y dura hasta 1496, cuando Tenerife es sometida por Alonso Fernandez de Lugo. La conquista de La Palma empezó en los 29 de septiembre de 1492, con el desembarco en las playas de Tazacorte por Fernandez de Lugo, y terminó en los 3 de mayo del año siguiente. El último rey de Benahoare en someterse a los invasores fue el legendario Tanausu que gobernó en la Caldera de Taburiente. Fernandez de Lugo, tras fallidos intentos para someterle envió a uno hombre llamado Juan de Palma, un pariente de Tanausu convirtido al cristianismo para establecer unatregua con Tanausu. Este estubo de acuerdo, pero Fernandez de Lugo rompió el acuerdo, y Tanausu fue capturado en una emboscada. Tanausu fue esclavizado y embarcado para Castilla, pero negandose a comer desde que abandonaron la isla murió antes de llegar a puerto.

    Después de la conquista, Alonso Fernandez de Lugo fue nombrado primer gobernador de Tenerife y La Palma. Puesto que él había sido personalmente responsable para financiar la conquista, él fue dotado por la corona de poderes mayores que los gobernadores de las otras islas. Estos poderes incluyeron la disposición de esclavos, el derecho para controlar entrada y salida de las islas, ejercer jurisdicción civil y delictiva, y nombrar o destituir a los jueces.

    La riqueza de la isla hizo que se produjera una importante inmigración, no sólo de Castilla, sino también portuguesa, italiana, catalanes, vascos y otros europeos del norte. Fernandez de Lugo fue acusado de favorecer la instalación de portugueses y genoveses por encima de los castellanos. El periodo de inmigración fue intenso pero relativamente efímero - después de 1520 la inmigración casi había cesado y no se reanudará hasta el siglo dieciocho.

    A pesar del gran número de inmigrantes, los guanches no desaparecieron, sino que fueron siendo asimilados. Gaspar Frutuoso que escribe al final del siglo 16 describió la población de La Palma como uniformemente dividida entre castellanos, portugeses y las gentes indígenas. Él informó de como la población estaba en gran medida mezclada coexistiendo como iguales en fe y costumbres.

    El producto principal en días de la pre-conquista era la materia para tintes. El trigo se introdujo durante el siglo 15, pero hacia finales de éste el azúcar se convirtió en el producto principal de la exportación.. La apicultura creció junto a la industria de azúcar.

    A principios del 16 la industria de azúcar adquirión un impresionante impulso comercial, originando el establecmiento de empresas de construcción naval y el desarrolo de conexiones por mar de Santa Cruz y La Palma con Europa y América. El interés primario de comerciantes extranjeros era el intercambio de azucar por la importación de telas.

    La Palma figuró de forma prominente en este desarrollo. Las Islas Canarias se convirtieron en un punto estratégico en la ruta a America recientemente-descubierta. Cristobal Colón se reabasteció en Canarias antes de cruzar el Atlántico.

    La prosperidad de las Canarias atrajo a los piratas famosos y corsarios del tiempo, particularmente el francés Jambe de Bois (Pata-Palo) quién saqueó Santa Cruz de La Palma en 1553. La mayoría de los edificios más viejos que pueden verse ahora en Santa Cruz fecha de la reconstrucción subsecuente de la ciudad. En 1585 Santa Cruz fue atacado por una armada de 24 naves ordenada por el pirata inglés Francis Drake que destruyó el fuerte del puerto.

    La expansión de la industria de azúcar brasileña en el último cuarto del siglo XVI redujo dramáticamente la demanda del azúcar canario. El vino reemplazó azúcar como la exportación principal. Importancia particular tuvo la producción del vino dulce.

    El vino seguía siendo la fuente mayor de ingresos a lo largo de los siglos 17 y 18, exportándose a Gran Bretaña y las colonias americanas. La posición de los Canarios en la ruta al Americas hizo el comercio con las colonias particularmente atractivo.

    La economía de Canarias se veía afectada a lo largo de este periodo por las restricciones impuestas por el Casa de Contratacion de Sevilla que era la responsable de vigilar el monopolio de la corona en el comercio con las colonias americanas. Por ejemplo, en 1610 se limitaron las exportaciones de Canarias a un total de 1000 toneladas de las que 300 eran de La Palma. El destino de estas exportaciones también fue restringido. En 1613 el total se redujo a 600 toneladas y en 1627 a 700. Regulaciones introducidas en 1678 exigian la emigración de 5 familias hacia América por cada 100 exportaciones.

    Un régimen más liberal fue introducido por Carlos III durante la segunda mitad del siglo18. Se liberalizó el comercio de algodón, tabaco y seda. Durante el siglo 18 el puerto de Santa Cruz se consideró como el tercero más grande del imperio, después de Amberes y Sevilla.

    Los vinos portugeses de Madeira competian fuertemente con los de las Islas a lo largo de los siglos 17 y 18. Cae el comercio de vino con Inglaterra a principios del siglo 19.

    El comercio de vino fue reemplazado alrededor de 1825 por el crecimiento de la cochinilla, un parásito del cactus usado como un colorante en las comidas. Sin embargo, esta industria fue efímera por la introducción de colorantes artificiales en 1870.

    La producción de caña de azúcar reapareció, y alrededor de 1880 comienza una rudimentaria industria turística. Al final del siglo las primeras plantas bananeras aparecían. La prosperidad resultante seria sin embargo efímera, debido a los efectos de la primera guerra mundial en el comercio extranjero.

    Seguidamente la guerra civil española y su consecuencia también detuvo en general el desarrollo de las Canarias y La Palma en particular. Durante la guerra civil, La Palma era fiel a la república, y la fuente principal de resistencia a Franco en las Islas Canarias. Sin embargo, la resistencia fue dominada por tropas enviadas de Las Palmas que cazó la resistencia en las montañas; la represión subsecuente incluyó la ejecución de José Miguel Pérez, secretario local comunista.

    Las penalidades económicas durante la última parte del siglo 19 y primera la mitad del siglo 20 produjo altos niveles de emigración, siendo Cuba el destino preferido de los años treinta, y Venezuala seguidamente. Muchos canarios mantienen fuertes lazos familiares aún hoy en dia con Cuba y Venezuala.

    La economía de Canarias continuó siendo dominada por la agricultura hasta los principios de los años 60. La liberalizacion introducida por el régimen de Franco en los años 60 permitió un reavivamiento económico, basado en el plátano, las exportaciones anuales de que excede 130 millones de kilogramos, más otros productos como la silvicultura y el tabaco. Más importante será el posterior crecimiento de la industria turística que pasa de 73,240 turistas en 1960 a más de 2 millones de turistas en 1975.

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  4. La piratería en Canarias:
    El descubrimiento de América y la penetración europea hacia el Indico a través de la costa occidental africana convierten a las Canarias en una encrucijada de las rutas marítimas. Apenas avanzado el s. XVI comienza el tráfico naval entre las colonias españolas de ultramar y la metrópoli. Los barcos regresaban cargados de tesoros y especias, y sus rutas tenían que pasar forzosamente entre las Azores y Canarias; de esta forma, los mares de las islas son lugares de espera para las flotillas piratas. La piratería en aguas de Canarias empieza en el primer tercio del s. XVI, toma inusitada actividad hacia su final, y continúa durante todo el s. XVII y XVIII, hasta su ocaso en la primera década del s. XIX.

    Piratas franceses:
    Ya en tiempos de la conquista aparecen aventureros franceses que eligen como bases la isla de Lobos y el cabo de Anaga. Corsarios y piratas dificultan en no pocas ocasiones el intercambio exterior y dañan indirectamente la economía canaria al impedir el tráfico interinsular, a la vez que se debe a ellos la entrada de numerosos productos, prohibidos al comercio regular. La enemistad entre la España de Carlos V (1500-1558) y Francia hace que sean franceses los primeros piratas que aparezcan en las islas. Los corsarios galos más conocidos aquí son Juan Florín y François Leclerc, este último apodado "pie de Palo" (Jambe de bois), el cual saqueó e incendió el puerto de Santa Cruz de La Palma (1553); otras acciones similares se sucedieron en Tazacorte y San Sebastián de La Gomera. En 1762 llega, para combatir a los ingleses, el buque Le Rubis, al mando del corsario François Desseaux; algo más tarde, en 1797, la corbeta La Mutine, cuya tripulación contribuyó a la defensa de la ciudad de Santa Cruz frente al ataque de Nelson, fue saqueada en el puerto santacrucero por los ingleses. Poco después llega a las aguas canarias un nuevo corsario para reemplazarla, el conocido con el nombre de La Mouche. La actividad de estos piratas permitió la entrada en las Islas de ciertos artículos, como es el caso de los libros extranjeros a los que no se hubiera tenido acceso de otra manera.

    Sir John Hawkins (Plymouth, Devon 1532-Puerto Rico 1595) Piratería Inglesa:
    Al heredar Felipe II el trono español se desata la rivalidad angloespañola. Como consecuencia, igual que en todas partes del imperio, las Canarias se convierten en blanco de los ataques de la piratería inglesa. Los ataques y saqueos son tan frecuentes que el Rey se ve obligado a fortalecer el aparato defensivo del archipiélago. Entre las medidas tomadas sobresalen la creación del cargo de Capitán General y el envío, más tarde, del ingeniero italiano Torriani con la misión de levantar torres y castillos en aras de su mejor defensa. Muchos de éstos aún se conservan (castillo de Guanapay, en Lanzarote). Entre los piratas ingleses más conocidos y temidos sobresalen John Poole, Cooke, John Hawkins, más conocido en las islas como Aquines, y que mantuvo largas relaciones comerciales, más o menos clandestinas, con Pedro Ponte, mercader y gran propietario tinerfeño de origen veneciano, además de Drake (1585) y Blake (1656). El ataque de este último a Santa Cruz de Tenerife podemos considerarlo como un intento más de Inglaterra por apoderarse de la isla. El ataque de Horacio Nelson, el famoso almirante inglés, al Puerto de Santa Cruz de Tenerife en Julio de 1797 debemos enmarcarlo en este apartado de ataques navales; aunque tuvo fuertes implicaciones políticas, pues España, como aliada de Francia, estaba en guerra con Inglaterra, y la Plaza de Santa Cruz había sido reforzada con un destacamento francés. La defensa del puerto corrió a cargo del general Gutiérrez (1729-1799), y en esta acción, gloriosa para las tropas canarias, el poderoso marino inglés hubo de retirarse no sin antes perder un brazo y parte de sus banderas y soldados.

    Las Palmas Holandeses:
    Al llegar el s. XVII, son también los holandeses los que protagonizan episodios piráticos en Canarias; sus objetivos, aparte del móvil del botín, son políticos y bélicos. A este respecto, el holandés Pieter Van der Does comanda contra Las Palmas de Gran Canaria (1599) la operación más formidable de todos los tiempos, resultado de la cual fue la ocupación, saqueo e incendio de la ciudad. En esta incursión, atacó también, San Sebastián de La Gomera, y Santa Cruz de La Palma.

    Berberiscos:
    Azotaban las islas desde los tiempos de la conquista, quizás como réplica a las incursiones punitivas que nobles y militares españoles de Canarias hacían en sus costas. En el s. XVII arrecian las expediciones berberiscas sobre las islas; son las orientales las que más sufren las consecuencias y los moriscos residentes en éstas, que vivían como esclavos, facilitan a sus hermanos piratas el rastreo de presas. San Sebastián de La Gomera fue otro de los puertos que soportó los ataques y saqueos de estos corsarios. Alcanzaron renombre por sus fechorías los apodados en las islas por "El Turquillo" y "Cachidiablo". El más famoso canario renegado fue sin duda Alí Arráez Romero, gran almirante de la Armada de Argel y presidente de la Taifa de los corsarios, que fue embajador ante el sultán otomano al menos en dos ocasiones. Pirateó en aguas canarias, pero sin embargo ayudaba a los isleños cautivos en Argel a sobrellevar su esclavitud y, sobre todo, les proporcionaba dinero para rescatarse en lo que podríamos describir como una cierta esquizofrenia. Su nombre original era Simón Romero, un marinero que vivía en la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria y que había sido cautivado faenando en la costa africana a los 16 años. Prueba de su popularidad es que, como explica un ex cautivo canario, las argelinas recitaban a sus hijos: "Hijo mío, as de ser moro fino como Alí Romero y ellos responden que sí, y las dichas moras les disen; Alá te aga como él".

    Consecuencias de la piratería:
    Los ataques piratas a villas y puertos con fines de capturar tesoros o apoderarse de víveres y vinos se traducen en incendios, saqueos y muertes; ello obliga a militarizar las islas con las consiguientes cargas sobre la población, y como medida de precaución, las villas y poblados se asientan en lugares no visibles desde la costa. Por otro lado, muchos archivos y obras de arte desaparecen por los incendios, provocados por los corsarios. Sin embargo no siempre las escuadras piratas venían en son de rapiña. Muchas veces lo hacían con la finalidad de practicar el contrabando con los naturales isleños; ciertos magnates canarios debieron su fortuna a este comercio clandestino con los piratas a lo que las autoridades hacían la vista gorda. La cuestión era sobrevivir en un espacio insular a medio camino entre las colonias americanas y la metrópoli española. Otras veces, los ataques tenían sencillamente motivaciones políticas.

    * Evolución de la piratería | Bernardino Lezcano | Amaro Pargo

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  5. Jean Capdeville invade La Gomera (1571):
    Desde mediado el año 1570 habían cruzado sobre aquella isla y la de La Palma diferentes piratas franceses que los hugonotes de La Rochelle enviaban para interceptar nuestro comercio de la América. Uno de ellos fue Jacques de Soria, bravo normando que, siendo subalterno del almirante Coligny (aquel gran talento, enemigo de Felipe II, de la religión de Francia y de las posesiones de España), venía mandando cinco velas. Habiendo, pues, atacado y rendido a la vista de La Gomera el Santiago, nave portuguesa que acababa de salir del puerto de Tazacorte, dio muerte atroz a los célebres 40 jesuitas que, capitaneados por el padre Ignacio de Azevedo, iban a las misiones del Brasil. [...] Jacques de Soria arribó poco después a La Gomera con su armada, trayendo bandera de paz. Dejó allí los prisioneros; y asegura el cardenal Cienfuegos que el conde don Diego alcanzó entonces de los franceses la sotana de uno de los jesuitas sacrificados, cuyas reliquias estuvieron en veneración entre aquellos pueblos. Al año siguiente (1571) se dejó ver por segunda vez sobre estos mares otro pirata que, montando la misma capitana, era digno sucesor de Jacques de Soria. Juan Capdeville, bearnés, hombre osado, también hugonote y que espantaba con su nombre las islas, se presentó delante de la villa de San Sebastián de La Gomera el día 24 de agosto, llevando cinco naves, cuatro francesas y una inglesa. No pudo resistirse el desembarco. Retiráronse los naturales la tierra a dentro, y los enemigos saquean, queman y destruyen gran parte del lugar. Entonces sucedieron aquellos prodigios de constancia cristiana que el obispo de Mantua y el P.fray Luis Quirós refieren de sus hermanos los religiosos de La Gomera. No sólo fray Bernardino Ramos, que era guardián, sino también sus súbditos, se habían sorprendido tanto con la inopinada invasión, que huyeron, abandonando el convento, la iglesia y la sagrada eucaristía. Fray Antonio de Santa María se avergüenza a muy pocos pasos. Vuelve a la villa revestido de celo, corre al sagrario, consume las santas formas, pero cae en manos de los hugonotes al salir de la iglesia. Ya habían cogido al cura y otros vecinos. Todos fueron llevados a bordo de la capitana, sin que cesase fray Antonio de predicarles, exhortándoles al martirio. Pasados seis días, los sacaron de la bodega para disputar sobre dogmas. Trasládanlos después a otro bajel, cárganlos de golpes y bofetadas, los hieren, los desnudan, los atan y arrojan al mar con pesadas piedras al cuello. El que primero murió ahogado fue el cura, luego el religioso, luego a escopetazos y botes de lanza los otros prisioneros. Entre tanto, fray Diego Muñoz, que había quedado en el convento recogiendo las imágenes, ornamentos y alhajas, se ve rodeado de enemigos. Lleno de santo arrojo reprende a los herejes sus ultrajes; ellos tratan de castigar los suyos. A esta bulla salta un donado llamado Miguel o Gumiel (como dice el obispo de Mantua), que hasta entonces había estado escondido y, queriendo defender la vida su compañero, son ambos víctimas de la saña de los piratas, que echaron sus cuerpos al mar. Algunos naturales los recogieron y dieron sepultura. A este tiempo ya el conde había acaudillado el paisanaje y, marchando con él impetuosamente, se echó de golpe sobre la villa, de manera que los enemigos, no osando resistir el acometimiento de los valerosos gomeros, se fueron embarcando de tropel, dejando muchos muertos en la ribera.

    Cada instante se comprobaba el concepto que de la importancia del puerto de La Gomera tenía entonces en la corte. En 1580 arribó a aquella isla el navío de Juan Martín de Recalde, que conducía los galeones de la América. El conde le dio todo el favor y ayuda de que necesitaba. Había aportado allí al mismo tiempo el gran marqués de Santa Cruz con las naves destinadas a socorrer la flota contra la escuadra de Strozzi, siendo gloria de La Gomera haber tenido por morador al almirante de las Indias, al descubridor del Nuevo Mundo, a Cristóbal Colón, y por su huésped al invicto general de las galeras de España, al héroe de ambos mares, a don Alvaro de Bazán. Dándose el rey por bien servido del conde, le escribió con este motivo una carta gratulatoria, en que le manifestaba su confianza, le aseguraba de su memoria y le ofrecía mercedes. Encargábale aplicase su celo a facilitar la salida de dicha embarcación y galeones, a fin de que retornasen a España en conserva de los navíos que iban a convoyarlos. Pedíale, finalmente, que reclutase en las islas algún número de marineros que, sirviendo desde luego en ellos, pudiesen hacerlo después en la expedición a las Terceras, según se meditaba. De este modo contribuyeron las Canarias a tan gloriosa empresa y quedó La Gomera más al abrigo de los insultos.

    Barco de Drake Golden Hind Desembarcos ingleses en La Gomera:
    Pero no eran solos los piratas franceses los que hacían semejantes ensayos de poder. La nueva marina inglesa, su competidora, y Francisco Drake, su primer héroe, después de haber dado la vuelta al globo y revuelto las posesiones españolas de la América, había venido en 1585 a bloquear y atemorizar nuestras islas con una armada de 80 vela. En vano intentó un golpe de mano en La Palma; en vano estuvo amenazando La Gomera. Su conde la supo defender y aun despachó varios avisos a Tenerife, porque algunos desertores aseguraban que el designio de Drake era saquearla y llevarse mil botas de vino para endulzar su viaje al estrecho de Magallanes y costas del Perú. No obstante, ya veremos, a pesar de muchos mal informados historiadores, cuán erradas le salieron siempre esas cuentas en las Canarias a aquel terrible inglés y cómo conocieron sus paisanos que era más fácil o más cómodo hacer en ellas comercio que la guerra por vinos. Con las mismas miras hicieron los galos en Italia su primera irrupción. Drake visitaba nuestras islas y al conde de La Gomera casi todos los años. En 4 de mayo de 1587 se pusieron sobre la del Hierro cinco galeones de su armada y, aunque lejos de haber cometido ninguna hostilidad , quisieron tener tratos con los naturales, so color de católicos e irlandeses; despachó el conde aviso pronto a Tenerife, que se leyó en su ayuntamiento. Así no fueron éstas los reveses más efectivos que recibió entonces La Gomera.

    Ataque de Charles Windon a La Gomera (1744):
    37. Son rechazados valerosamente de La Gomera los ingleses:
    Honor de La Gomera y nuevo crédito de todas las Canarias fue también su hijo don Diego Bueno de Acosta, cuando, siendo capitán comandante de aquella isla, la defendió de la escuadra inglesa de Carlos Windon, en 1744. La Gaceta de Madrid publicó esta heroica acción en los siguientes términos: Por carta del mariscal de campo don Andrés Bonito, comandante general de Canarias, con fecha de 23 de junio, se ha tenido noticia que el día 30 de mayo antecedente descubrieron en la isla de La Gomera dos navíos de línea y una fragata de guerra ingleses que, bordeando con pabellón francés, reconocieron el puerto y entrando en él dieron fondo el 31. Y, poniendo bandera inglesa, empezaron el cañoneo contra la Villa y sus dos fuertes, sin que cesase el fuego desde las dos de la tarde hasta el obscurecer, y el siguiente primero de junio le continuaron con el mayor esfuerzo desde que amaneció hasta las 10 de la mañana, que dispuso el comandante inglés escribir al que mandaba la porción de milicias que prontamente pudieron juntarse para la defensa, entregase luego los dos castillos y proveyese su escuadra de abundante provisión de vino, carnes y otros víveres; y que, en su defecto, por conocer inútil la resistencia, arruinará toda la isla sin admitir ruegos ni condiciones. A cuya insufrible arrogancia satisfizo don Diego, capitán de las milicias y comandante, que por su ley, por su rey y por su patria estaba resuelto con sus fieles compañeros a sacrificar gloriosamente la vida y que, si intentase medir las fuerzas con algún desembarco, encontraría más obras que palabras. Y en vista de tan no esperada constancia, resolvió el general inglés tripular sus lanchas y hacer el último esfuerzo, invadiendo la isla y asaltando la Villa; pero, antes de pisar la playa, salieron al encuentro las milicias, soldados y marineros y, desengañado y confuso el comandante inglés, retiró sus lanchas y se hizo a la vela, llevando maltratadas las jarcias y las entenas por el cañón de los fuertes que, siendo de poco calibre, no pudo ofender a los buques. Aunque los ingleses arrojaron 5000 balas contra la Villa, sólo parece que perdió la vida un escribano que había salido a poner en cobro sus papeles, otro hombre y una mujer. "Una escuadra inglesa (escribe Mosieur Desormeauz en su Historia de España) desembarcó sus tropas en la isla de La Gomera; pero fueron vencidas y perseguidas hasta sus propios bajeles por las milicias de la isla".

    Ya tres años antes, en 1740, habían los gomeros mostrado a los ingleses su intrepidez nativa. Un corsario de esta nación seguía cierto barco que transitaba de La Palma a Gran Canaria, cargado de variedad de dulces. Refugióse a la playa del Azúcar, de La Gomera, en el valle de Hermigua. Acuden al punto los isleños a su socorro y, aunque el barco pereció contra un roque por precipitación de los marineros, quitaron los milicianos la vida cinco ingleses y aprisionaron a dos. No contentos con esto, el capitán don Pedro Salazar y don Fernando Peraza se entraron armados de sus fusiles en la lancha de la nave perdida, a fin de perseguir la del corsario que huía con toda diligencia.
    (Viera y Clavijo)

    Ataque de Van der Does (1599):
    Tal era el sistema de las cosas en 1610, cuando don Gaspar de Castilla Guzmán y doña Inés de la Peña se decían cuantos condes de La Gomera. Esta era el bajo imperio de esta familia. Sin embargo, aquel intermedio que hubo entre el conde presidente y el conde don Gaspar es una época célebre en La Gomera, por haber sucedido entonces (1599) la famosa invasión que ejecutó allí la armada holandesa en número de 76 naves, al mando de Pedro Van der Does. Estos valerosos rebeldes, que ya se veían poderosos en el mar, conociendo que para la idea que seguían de apoderarse del comercio de Oriente y Occidente era muy importante algún puerto de las Canarias, se echaron ansiosos sobre la isla de La Gomera con sobradas fuerzas para subyugarla y oprimirla. Ya el año antecedente habían tomado una de las Azores. Pero la inmortal gloria y singular valor de los gomeros en la defensa de la patria parecerá sin duda menos sospechosa, celebrada por una pluma que no se interesaba en ella. Los gomeros, que merecían entonces un Tucídides, solo tuvieron al maestro Gil González Dávila. Véanse aquí sus expresiones. "En el año de 1599, la liga de las islas de Holanda y Zelanda bajó con armada de 76 navíos y 10.000 hombres de guerra y acometió las islas de Canaria. Los de la tierra se pusieron en defensa con tanto esfuerzo, que al enemigo le retiraron al mar con pérdida de su general y gente. Lo que pasó en la isla de La Gomera, que es una de las Canarias, y del valor de aquellos buenos vasallos, es justo quede en memoria. Sucedió un martes, 13 d junio de 1599, habiendo echado en tierra el enemigo siete compañías de mosqueteros, piqueros y arcabuceros y desembarcado 150 hombres mosqueteros, que a un mismo tiempo marchaban con los demás a la sorda, por diferente camino, sin son de caja. Los de la villa enviaron siete soldados de los suyos que reconociesen el paso del enemigo, y en particular la manga de 120 y, si viesen la ocasión acometiesen. Así lo hicieron en la ladera que está sobre el puerto, cerca de la ermita de San Sebastián, y les ganaron las armas, sin haber muerto ni peligrado ninguno; sólo salieron los cinco de ellos heridos. Estuvo el enemigo en as islas haciendo el daño que pudo hasta 8 de julio. Los naturales le mataron 2.000 hombres y con la artillería le echaron al fondo la capitana y algunas lanchas y vasos". Sin duda que ver espartanos en La Gomera es uno de los más bellos espectáculos de la historia moderna de nuestras islas. Reservamos para otro libro dar noticia puntual de lo que sucedió en la Gran Canaria, adonde se dirigió este armamento después que le salió tan mal su tentativa en La Gomera. ¡Qué equivocado escribía el autor de Historia metálica de Holanda, cuando sienta que el almirante Van der Does tomó y saqueó la Villa de La Gomera! Sólo es cierto que los holandeses quemaron la ermita de Santiago, en el distrito de Alajeró; que maltrataron la antigua torre, en donde se solían guardar los caudales de las flotas de Indias que se refugiaban allí, y que se llevaron la artillería, os archivos de a isla y la campana mayor de la parroquia.

    Ataque de berberiscos a La Gomera (1617):
    También se sabe que otra escuadra de 14 buques batió infructuosamente aquel puerto en septiembre de 1617, durante algunos días. Pero no fueron los gomeros tan favorecidos de la fortuna contra los argelinos, como contra los holandeses. La idea de cautiverio, el nombre de moros, de sarracenos y piratas servían entonces como de rémora que cortaba muchas veces el valor de nuestros canarios. Ya hemos referido la invasión que ejecutaron cinco mil berberiscos en Lanzarote, año de 1618, y cómo, después de haber hecho allí terribles males, se echaron victoriosos sobre La Gomera, desembarcando sin mucha oposición. Aunque los habitantes se habían refugiado a los montes, no dejaron de llevarse algunos cautivos que cogieron en la cueva de Vargas, dentro del barranco de la Villa. A una vieja que no había tenido bastante vigor para huir la llevaron los bárbaros a las playas y, enterrándola en la arena hasta la cintura, la hicieron blanco de sus bocas de fuego. Saquearon la Villa de San Sebastián. Desmantelaron la torre; quemaron la casa de los condes, los archivos, los edificios principales. Algunos años antes se habían llevado dos piadosos, esto es, dos conventos de religiosos mendicantes: el uno de padres dominicos en el valle de Hermigua de La Gomera, dedicado a San Pedro Apóstol, en 18 de marzo de 1611, y el otro de padres franciscanos en la Villa de Valverde, la capital del Hierro, con algunas limosnas. (Viera y Clavijo)

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  6. Francis Drake (Crowndale 1543-Portobelo 1596):
    Navegó desde muy joven, ingresó e la marina y se adiestró con John Hawkins. En 1558 se alistó en un mercante destinado al golfo de Vizcaya. En 1565 intentó un negocio en las Indias Occidentales, de acuerdo con el capitán John Lovel, pero su cargamento fue confiscado por los españoles. Su barco fue, en la expedición de John Hawkins a las Indias Occidentales, uno de los dos que pudieron escapar a la destrucción a manos de los españoles (1567). Después de efectuar dos viajes más a las Antillas, zarpó de Plymouth (1572), atacó con éxito el puerto colombiano de Nombre de Dios y capturó varios barcos españoles. Cruzando el istmo de Panamá hasta la divisoria de la cordillera, pudo ser el primer inglés que contemplara el Pacífico. En 1573 regresó a Inglaterra, donde equipó tres fragatas y se puso al servicio del conde de Essex, en sus ataques a Irlanda.

    Expedición de saqueo del mar del Sur:
    Al morir el conde de Essex, Drake regresó a Inglaterra y fue presentado a Isabel I, que aprobó su proyecto de penetrar en el mar del Sur y saquear las posesiones españolas. Recibió para ello cinco naves. En diciembre de 1577 zarpó con la escuadra hacia el río de la Plata. Al anclar en la Patagonia, la tripulación había esperado que la entretuvieran los gigantes que vomitaban bilis y se ataban los genitales, pero lo cierto es que cayó en una emboscada y sólo la salvó la rápida intervención de Drake...

    Ajusticiamiento de Thomas Doughty:
    Pocos días después le llegó el momento de disparar contra un compatriota inglés. Se rumoreaba de uno de los subordinados de Drake, un "caballero" llamado Thomas Doughty, que amenazaba con amotinarse. Estos rumores acabaron por llegar a oídos del capitán, el cual en seguida mandó llamar a Doughty y le pidió explicaciones. Es difícil saber con certeza lo que sucedió entonces, pues Doughty tenía muchos enemigos y el relato de cada uno es diferente, pero todos siguen una línea similar: Doughty admitió su culpabilidad ante el asombrado Drake, y éste le dio tres opciones: ser ejecutado, abandonado en tierra o devuelto a Inglaterra para que respondiera de las acusaciones ante un tribunal. Doughty no mostró la menor vacilación: "Manifestó que se inclinaba con todo su corazón por la primera de las opciones que le ofrecía el general... y sin perder un instante dio un paso adelante y se arrodilló, preparando al mismo tiempo el cuello para el hacha y el alma para el cielo". (Gilles Milton)

    El paso por el estrecho de Magallanes:
    Drake ya había ordenado abandonar las naves más pequeñas. Entonces, cuando navegaba bajo una tormenta, perdió de vista la segunda nave de su flota (en realidad, había virado para regresar a Inglaterra), dejando a su nave insignia sola y en un estado peligroso. Zarandeado "como una pelota golpeada por la raqueta". Con el Golden Hind se abrió paso por las costas de Sudamérica dedicado a la piratería. Saqueó las costas de Chile y Perú y cobró varias piezas, como el Cacafuego, que llevaba un cargamento de metales preciosos valorado en 150.000 libras esterlinas.

    Monumento a Drake en Devon "Por el Estrecho de Magallanes" pasó a este Mar del Sur un navío de ingleses corsarios y llego a las provincias de Chile y Puerto de Santiago a los cuatro de diciembre del año pasado de setenta y ocho y robó un navío con cantidad de oro que había en aquel puerto. Y en otro de los de esta costa hizo otros daños. Y a los trece de febrero llegó al de esta ciudad (Callao) estando descuidados de semejante novedad, porque habiendo tanto tiempo para darme los de la provincia de Chile aviso de esto; nunca se hizo con ocasión de estar el Gobernador en el estado de Arauco con la guerra y no se aventuraron los oficiales ni la ciudad a comprar un barco que me trajera esta nueva con que se hubieran escusado hartas pérdidas y gastos que han recrecido a Su Majestad y a los particulares, principalmente en un navío que robó el inglés con harta suma de plata que iba de esta ciudad al reino de Tierra Firme. Hanse hecho muchas diligencias para haber este corsario y enviado dos navíos de la Armada en su busca. Mas como la mar es tan ancha y él se ha ido con tanta priesa recorriéndola no ha podido ser hallado. Y lo que más se siente es la noticia que lleva tomado todo lo de acá y la facilidad con que se podía venir cada día y entrar por aquesa puerta del Estrecho que ya tienen sabida y reconocida". "Y porque por esa parte del estrecho es necesario ponerse ahora con tiempo y brevedad remedio, y en este negocio que no es sabido ni entendido, sería dificultoso, nos ha parecido enviar dos navíos fuertes, bien avituallados con buenos pilotos y marineros para que hagan este descubrimiento por esta parte de la Mar del Sur y vayan tanteando y mirando la parte y el lugar por donde con mayor comodidad se pueda hacer alguna población o fortaleza con artillería , previendo tomar aquella entrada antes de que los enemigos la ocupen para que ningún otro corsario pueda entrar, y para que reconozcan si por esta parte de la Mar del Norte haya alguna población de dichos ingleses y en que parte y lugar y en qué cantidad para que se provea lo que más al servicio de Su Majestad convenga". (Francisco de Toledo, Virrey del Perú. Carta al gobernador del Río de la Plata. 1579)
    (*)Fruto de estas medidas fue la fundación de los asentamientos "Nombre de Jesús" y "Rey Felipe" cuya población se fue extinguiendo por las duras condiciones climáticas. Sólo 18 supervivientes ven en enero de 1587 las figuras de tres buques que resultaron ser ingleses al mando del sangriento pirata Thomas Cavendish, que sólo embarca a tres españoles dejando a 14 hombres y 3 mujeres en el mayor desamparo. Cavendish parte rumbo a "Rey Felipe" para ver solo cadáveres en descomposición. Destruye lo que queda , rapiña enseres, cadenas, y se lleva la artillería destinada a impedir saqueos. Cavendish coloca una leyenda y rebautiza la ciudad "Port Famine" , cruza el estrecho y se dispone al saqueo de la costa del Pacífico.

    Después del saqueo de Chile y Perú, no pudiendo Drake seguir rumbo hacia el O por causa de los vientos desfavorables, continuó hacia el N, posiblemente hasta Washington, para regresar luego a California, a la que llamó Nueva Albión, dejó erigida en prenda una placa de metal, que fue descubierta en 1936 en la costa occidental de la bahía de San Francisco. Después de 36 días de exploración del territorio zarpó hacia occidente con rumbo hacia las Indias Orientales.

    Rumbo al oeste:
    Dirigió su buque hacia el oeste, en dirección a las Islas de las Especias, una travesía angustiosa, pues "no tuvimos a la vista nada más que aire y mar por espacio de sesenta días". Por fin, más de una generación después de que los portugueses hubieran zarpado por primera vez a las Indias Orientales, la nave inglesa avistó las frondosas costas de las Islas de las Especias.

    Regreso desde las islas de las Especias:
    Cuando Drake estuvo preparado para abandonar Ternate, su nave estaba tan cargada de mercancías, y el casco tan sumergido, que "fue preciso desarmarla enseguida en aguas poco profundas". Para aligerarla arrojaron al agua ocho cañones, seguidos de gran parte del metal y las legumbres, y finalmente tres toneladas del precioso clavo que habían comprado. Cuando subió la marea, la nave se alzó lentamente del bajío e inició la larga travesía de regreso a Inglaterra...

    Hizo escala en las Molucas, Java, cabo de Buena Esperanza y Sierra Leona. Regresó a Plymouth en septiembre de 1580, después de casi tres años de navegación que hicieron de él el primer circunvalador inglés del globo.

    Drake recibió una bienvenida de héroe. No sólo su buque, rebautizado como Golden Hind (Cierva dorada), estaba cargado de especias fragantes, sino que transportaba también "una muy rica carga de oro y plata, perlas y piedras preciosas", producto en su mayor parte del abordaje y saqueo de barcos españoles y portugueses. Hombres y mujeres acudieron en gran número para presenciar la llegada de la nave a Plymouth, y la misma reina Isabel subió a bordo en Deptford y confirió el título de sir a su valiente comandante. Pocos días después de su regreso, se componían canciones, sonetos, odas y poemas en honor de la histórica travesía. (Gilles Milton)

    Seguidamente zarpó con una flota de 25 barcos hacia las Antillas para dedicarse a la piratería contra los españoles. En 1585 se apoderó de Santo Domingo. A su regreso a Inglaterra, trajo consigo algunos colonos desanimados de Virginia y, probablemente, las primeras muestras de tabaco y patatas que conocieron los ingleses. En 1587 fue enviado a hostilizar y saquear algunos puertos españoles, singularmente el de Cádiz, al mando de una escuadra de 30 navíos. Incendió la mayor parte de los barcos que se encontraban en este puerto y se apoderó de un buque con rico cargamento de las Indias. Felipe II de España exigió reparaciones, pero Isabel de Inglaterra replicó armando caballero, en el puente de su navío, al célebre pirata.

    Desastre de la Armada Invencible La Armada Invencible (1588):
    Cuando los españoles enviaron al año siguiente su Armada Invencible contra Inglaterra, Drake luchó contra ella como vicealmirante en la batalla del Canal de la Mancha. Dirigió con acierto una de las divisiones de la armada Inglesa, mandada por lord Howard Effingham (1536-1624), a quien superaba con sus dotes de marino. Aprovechó la mayor maniobrabilidad de las naves inglesas y el mayor alcance de su artilleía. Desempeñó también un papel importante en la decisiva acción de Gravelinas.

    En 1589, con Norreys, atacó las playas de La Coruña con una potente escuadra y 20.000 hombres, pero el valor de los defensores, alentados por María Pita, le infligió una completa derrota. En 1595, promovido ya al empleo de Almirante por la reina Isabel, partió en su última expedición a las Indias Occidentales, intentó inútilmente tomar La Palma y después Puerto Rico. Hawkins murió en la empresa y Drake a su regreso a Europa, durante la travesía.

    Golden Hind Ataque de Drake a Las Palmas de Gran Canaria (1595):
    [Alonso de Alvarado] llegó a tiempo que la armada de Drake cuajaba los mares y amenazaba nuestras costas. Alvarado era digno de resistirle. Desde luego se aplicó a cubrir de trincheras la marina, a fortificar el puerto y prevenir socorros de las otras islas, haciendo que la Audiencia pidiese a Tenerife 400 hombres, de los cuales fue nombrado por jefe Alonso Cabrera de Roxas. El día 6 de octubre amaneció, en fin, sobre la ciudad de Las Palmas, en figura de media luna, el fuerte nublado que de diez años a aquella parte había estado rondando y amenazando las islas. Componíase la armada inglesa de 28 navíos con 4000 hombres de desembarco. Francisco Drake, su acreditado comandante, le formó en tres divisiones de esta manera: 15 navíos de guerra se pusieron enfrente del castillo de Santa Catalina, para cubrir las 27 lanchas que echaron con 500 hombres. Otros dos navíos las cubrían por la parte del castillo de La Luz, defendido por Constantino Cairasco; y los demás se arrimaron hacia aquel lado de la ciudad en donde está el fuerte de Santa Ana, mandado entonces por Fernando Lescano de Muxica. Como los enemigos hicieron el principal acometimiento por la caleta de Santa Catalina, se habían atrincherado allí hasta 800 milicianos del país, animados del intrépido gobernador. Por más descargas que dieron con su artillería y mosquetería los ingleses, no pudieron impedir que los isleños, auxiliados del fuego del fuerte de Santa Catalina y de dos únicas piezas de campaña, les detuviesen y maltratasen; de manera que, habiendo perdido ya mucha gente y viendo en términos de irse a pique cuatro de sus mejores buques, tomaron el partido de retirarse de aquel puerto, cuyos pasos eran tan peligrosos como denodados sus habitantes; bien que no acabaron de hacerse al mar sin disparar un espeso granizo de balas que por fortuna no ofendieron a ninguna persona de tantas como había en la ribera. Una cayó casi a los pies del obispo don Fernando Xuárez de Figueroa, en el sitio donde se había apostado con su clerecía, pero a todos los respetó. No escarmentado Drake todavía de los canarios, quiso hacer otra tentativa 5 leguas más adelante, en la rada desierta de Arguineguín y sacó a tierra una manga de 20 alabarderos por la parte llamada Melenara, a fin de hacer alguna aguada de que tenían necesidad. Al punto que los vieron ganaderos del contorno, corren a embestirles armados de piedras y garrotes, matan algunos, rinden dos prisioneros y los demás huyen precipitadamente a sus lanchas, juzgando que toda la isla se les echaba encima. Los prisioneros confesaron que la armada había perdido 200 hombres y cuatro de sus oficiales. Tal fue la honrosa defensa de Canaria, que dio cuenta Felipe III la Real Audiencia y que se celebraron en sus poemas dos autores : Lope de Vega en su célebre Dragontea, y nuestro Bartolomé Cairasco en su no menos célebre Templo Militante [...]

    [...] Ni es de olvidar en esta línea la hazaña de Antonio Lorenzo, noble vecino, regidor y capitán de infantería española de la Gran Canaria. Un bajes de guerra enemigo sorprende el puerto de La Luz en el mismo año de 1595 y saca otro navío que estaba allí cargado para la América. Sábelo Antonio Lorenzo, toma otra embarcación que había lista; sigue al enemigo, acométele, ríndele valerosamente y, quitándole la presa, vuelve al puerto con merecido aplauso. Pero quedaba todavía en Inglaterra otro hombre fatal que, con la misma habilidad de Drake, la misma práctica marítima y el mismo odio contra la España, ponía en nuevos cuidados nuestras islas. Era éste el conde de Essex, que, habiendo saqueado a Cádiz, hizo amago de echarse sobre las Canarias y la Madera (1596) con su armada victoriosa, compuesta de 190 velas. Porque, después de haberlas dividido en tres escuadras, se notó que la una de 50 buques había tomado el rumbo hacia el mar Atlántico. Al punto los avisos de Madrid; las cartas del conde de Portalegre, gobernador de Lisboa, que de orden del rey envió dos carabelas para que hiciesen centinelas en nuestras travesías; las provisiones de la Audiencia de Canaria; las disposiciones de los gobernadores y ayuntamientos. En nuestras noticias militares veremos con gusto las muchas que se dieron en Tenerife. A pesar de esta vigilancia, recaló sobre Lanzarote la escuadra enemiga del mando de Jorge de Cumberland; y como nos referimos en nuestro libro X, aseguró sus naves en Puerto de Naos, destacó al caballero Berkley con 500 hombres contra la villa abandonada, quienes batieron el castillo de Guanapay, hicieron alguna provisión de vino y queso, tuvieron varios reencuentros con los naturales y se reembarcaron admirados de su gentileza y agilidad en el manejo de las piedras y chuzos. De Lanzarote pasaron a la isla Tercera en las Azores y quemaron la población de Villafranca. (Viera y Clavijo)

    Juan Arecibia Cuando Drake atacó Las Palmas. Por Juan Arencibia:
    En 1595, una potente escuadra inglesa al mando de los piratas ingleses Drake y Hawkins atacó Las Palmas. La escuadra la componían 27 barcos, de los cuales seis eran de guerra, con una dotación de tres mil hombres. El 6 de octubre aparecieron frente a las costas grancanarias. Era gobernador de la isla Alonso de Alvarado, quien decidió plantarles cara con su reducida guarnición y escaso armamento. Encomendó la defensa de la ciudad al alcalde mayor y teniente gobernador, Antonio Pamochamoso. Las campanas de la catedral tocaron a rebato, cuatro compañías de milicianos de Infantería se concentraron en la Plaza de Santa Ana y después se dirigieron a las posiciones clave por donde pensaban que el enemigo pretendería desembarcar. Cruzaron las murallas y se dirigieron a los arenales. No tardaron en llegar otras compañías del interior de la isla, como la de Teror, Telde y Agüimes. 27 lanchas de desembarco, llevando a bordo unos mil cuatrocientos hombres se acercaron a tierra por la zona de Santa Catalina. Cuando los tuvieron a tiro, dispararon los defensores animados por Alonso de Alvarado que animaba a los suyos con exclamaciones como esta: ¡Canarios, canarios, que habéis de ganar mucha honra degollando al enemigo! ¡Yo he de ser el primero que he de arremeter al invasor, y no son necesarias más armas que las que tenemos, para éstos basta!. Nueve potentes cañones de la fortaleza de las Isletas también dispararon, aunque no en el momento y con la densidad de fuego debidas. Después lo harían mucho mejor. Lo cierto es que el fuego de los arcabuces y cañones desplegados en la orilla impidieron el desembarco de los ingleses. Fallaron en sus tres intentos. Dice un cronista que "los isleños pelearon con tal coraje, que muchos entraron en el mar hasta llegarles el agua a los pechos para herir a sus enemigos". Los ingleses terminaron retirándose. Lope de Vega inmortalizó esta defensa contra Drake en su poema La Dragontea. (Juan Arencibia)

    Tomé Cano :
    Capitán ordinario del rey, natural de las islas de Canaria, como se calificaba él mismo, y diputado de la universidad de mareantes de Sevilla; después de haber navegado por espacio de 54 años, compuso de orden los consejos de guerras e Indias una obra que intituló Arte para fabricar y aparejar naos de guerra y merchantes. En Sevilla, 1611, en cuarto. Está escrita en forma de diálogo, y los interlocutores son Tomé, Gaspar y Leonardo. A la página 44 expone, con expresiones enérgicas, cuál había sido el estado floreciente de la marina española en 1586, pues tenía más de mil naves de alto bordo; y cuánta era en sus días la decadencia, con utilidad de otras naciones, que se habían apoderado del comercio.

    * Ataques de Drake: La Palma (1585) | Panamá | La Gomera (1587)
    * Isabel I (1533-1603) | La Armada Invencible (1588) | John Hawkins (1532-1595) | Mujeres piratas

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  7. TAZACORTE:
    Superficie 12 kilómetros cuadrados. 6.500 Habitantes. En la parte costera del Valle de Aridane se encuentra Tazacorte, el municipio más pequeño de la isla. Pueblo de marcada vocación musical y de excelentes deportistas, presumiendo con razón de tener los mejores plátanos de Canarias. En la desembocadura del barranco de Las Angustias está el populoso barrio de El Puerto, de larga tradición marinera. junto al barrio, una gran playa de arena y el refugio pesquero, no faltando los típicos restaurantes y chiringuitos a la orilla del mar. En estas playas desembarcó en conquistador de la isla, Alonso Fernández de Lugo, dando muerte al rey Tazo y construyendo la primera ermita de la isla en honor de San Miguel, hecho acaecido el 29 de Septiembre de 1492. Hasta el año 1925 perteneció este pueblo a los Llanos de Aridane, fecha en la que le fue concedida la independencia por el rey de España D. Alfonso XIII. Cada año se celebra con extraordinaria animación la fiesta en honor a su patrón San Miguel Arcángel el 29 de Septiembre.

    Mártires de Tazacorte:
    En la ermita de San Miguel de Tazacorte se conservan las reliquias de las víctimas del más sangriento de los dramas acaecidos en nuestras costas. El 5 de junio de 1570, en el galeón Santiago, salieron de Portugal el padre fray Ignacio de Acevedo y 39 religiosos de la Compañía de Jesús con rumbo a brasil, por mandato del general de los jesuitas Francisco de Borja. El barco hizo escala en Tazacorte y los pasajeros se hospedaron en la casa de Melchor Monteverde, que se había educado en Oporto junto al padre Acevedo. El día 13 el padre Acevedo celebró en la ermita de Tazacorte y dio la comunión a los 39 compañeros y demás personas que les acompañaban. A continuación subieron a bordo para dirigirse a Santa Cruz de La Palma con el fin de descargar mercancías. Cuando estaban a la altura de la punta de Fuencaliente, muy cerca de la costa, fueron atacados por cinco embarcaciones de hugonotes pertenecientes a la flota del sanguinario pirata Jacques Sores. Cuenta Rumeu de Armas que el capitán del galeón Santiago, viendo el buen ánimo de los misioneros y su generosidad, pidió al padre Acevedo que les permitiera entregarles armas para defenderse de los atacantes, pero que éste del dijo que ellos sólo podían dedicarse a asistir a los heridos y moribundos, curándolos o ayudándolos a bien morir. Lo cierto es que Sores se apoderó del Santiago, mientras el padre Acevedo animaba a los misioneros a morir por la fe. Y así sucedió. El padre Acevedo y todos los misioneros fueron sometidos a atroces tormentos y pasados a cuchillo, para ser finalmente arrojados al mar. En la ermita de San Miguel de Tazacorte se conservan las reliquias de estos mártires. Este templo fue fundado pocos años después de la conquista y dedicado al Arcángel, en conmemoración de haber arribado a aquella playa los conquistadores un 29 de septiembre.(Juan Arencibia)

    El puerto espera (12/05/04):
    [...] Tazacorte Villa y Puerto, oveja negra del presente observa que su Plan de Ordenación Territorial duerme plácidamente en el arca marina de la Comat. Las mareas, atracciones combinadas del sol y la luna hacen tambalear su viejo e histórico puerto. Su dique comercial se encuentra hoy con artrosis permanente con un encefalograma plano, humos de sacrificios, olas de llantos y desconsuelos chisporrotean cirios, para alumbrar a los galenos hormigoneros a inyectar en cajón sumergido Benahoare cemento hinchable, con el fin de restañar heridas profundas en sus paredes, producto de un tráfico constante de motos acuáticas. Un día fue alegría de sainetes, bailes típicos y fuegos artificiales, y desde el día diez de diciembre de 2002 sólo aparcan en sus aguas barcos durmientes, viejos peregrinos de la mar, y gaviotas bulliciosas con alas largas, que rompen el aire y la luz. La idiosingracia elegancia de su gente, virtud enriquecida por su temple y firmeza, aspa empujada por el viento de la concordia, que muele amistad, fragante aroma que acaricia sus mares, orgullo de todo un pueblo, espera pacientemente la fumigación de esta microbiana llamada moratoria. Sus platanales de ramas verdes, sus tierras fértiles lujuriosas de acequias curvilíneas, para que las aguas pasen tranquilas en suave movimiento, rompen la frágil luz de la luna. La brisa escondida de los alisios empujando las olas, el azul suave de su mar, y su alegre pasacalle vuela, vuela palomita, hará que su oveja negra sea inmolada en el altar inmaculado del tiempo. (Fridolino Brito Pérez)

    Anzuelos de hueso El papel de la pesca en la economía prehistórica de la isla de La Palma:
    Introducción:
    La isla de La Palma constituye una excepción en el desolador panorama con el que se enfrenta el prehistoriador que intenta establecer la diacronía de las prehistorias insulares. La existencia de varias cuevas con una importante sedimentación ha hecho posible la puesta en marcha de proyectos de investigación destinados a obtener respuesta a los muy diversos interrogantes planteados en la prehistoria palmera. Así, desde 1981 se han realizado una serie de excavaciones sistemáticas en el conjunto arqueológico de Cuevas de San Juan que han permitido a los Drs. Navarro y Martín establecer un modelo de poblamiento para esta isla, asunato difícilmente abordable en la prehistoria canaria. La aplicación en las sucesivas campañas de una metodología depurada encaminada a la obtención de un fiel registro arqueológico trajo consigo la aparición de un volumen importante de restos óseos de peces (Martín y Navarro, 1984; Navarro y Martín, 1985-87). La Cueva de El Tendal está situada en el margen izquierdo del Barranco de San Juan a unos m s.n.m. En realidad se trata de un gran abrigo, de 57 m de ancho y con una profundidad que oscila entre los 6 y 11 m, que ofrece una superficie útil superior a los 500 m cuadrados. Este espacio se articula en 3 niveles configurados por la estructura escalonada del piso rocoso originario. [...]

    Resultados y discusión:
    Se ha decidido agrupar por familiaslos restos de la composición ictiofaunística de cada uno de los cinco estratos delimitados en la excavación. La composición íctica del yacimiento no es excesivamente variada en cuanto al número de especies presentes en él, pues se reduce tan sólo a diez, que son a su vez globalizadas en cinco familias. Esta escasa variedad queda aún más constreñida si se repara en el evidente predominio de la vieja, Esparisoma (Euscarus) cretense, que, con el 55% de representatividad, reduce la presencia de cualquier otra especie a un escaso porcentaje. La familia de los Sparidae, que ocuparía un segundo lugar en importancia cuantitativa, supone un 13% en el conjunto del yacimiento. En el Tendal se incluyen en esta familia la sarpa, salpa o salema, los sargos, tanto el Diplodus sargus como el Diplodus vulgaris, el bocinegro o pargo (Pagrus pagrus) y el género Pagellus sp. La representación de Muraenidae es importante con un 11'7%. La siguiente familia que figura es la de los Serranidae, con el abadejo (Mycteroperca rubra) y las cabrillas, ya se trate de la Serranus cabrilla o la Serranus atricauda. Por último, los Carangidae (la palometa o Trachinotus ovatus), cierran el conjunto íctico determinado en el Tendal. Todas estas especies son características de la zona litoral, ya se trate de especies pelágicas (la palometa) o de las bentónicas cuando están ligadas fundamentalmente a la zona infralitoral de sustrato duro. La preferencia de la vieja y de los espáridos citados por aguas costeras y poco profundas en general, contrasta con las preferencias de los Muraenidae y los Serranidae por las zonas más profundas aunque cercanas a la costa, especialmente en las oquedades y afractuosidades de los sustratos duros, microambientales que constituyen su hábitat preferente. Esta primera consideración permite afirmar que la pesca se desarrollaba desde la costa, en lugares cercanos al yacimiento, caracterizados por pequeños acantilados rocosos. La ausencia de artefactos relacionados con la pesca, único elemento que ofrece información indiscutible acerca de las técnicas de pesca, nos obliga a formular formular simplemente hipótesis. En cualquier caso no es cierto que tradicionalmente la pesca en las islas no requiere un equipamiento excesivamente complejo y, en ocasiones, éste puede no existir. En las costas rocosas del Archipiélago se forman charcos que retienen a la bajada de la marea ejemplares de salemas, viejas, vargos, etc., siendo práctica común la recolección de estos individuos sin necesitar ningún tipo instrumental preciso. No hay elementos que nos impidan suponer que esta técnica sencilla pudo ser también utilizada a lo largo de la prehistoria. Para las morenas y los abadejos, no hay por qué eliminar la idea de la utilización de anzuelos, a pesar de que estos instrumentos no hayan sido encontrados en la isla. Los textos cercanos a la conquista que podrán ofrecer, tal y como ocurre con otras islas , información relativa a la actividad pesquera, muy al contrario niegan la práctica de la misma precisamente en esta isla. Así Nicoloso de Recco (1341-1978:44-45) dice de los auaritas que "este pueblo ignora el arte de la pesca [...] jamás come pescado a pesar de que los habitantes de otras islas han sabido inventar diversos modos de procurárselo". Del mismo modo Zuara (1453-1973: 343) afirma:

    "nao ha pescado algum nem o cumum os desta ilha, e que os de todalas outras fazem pelo contrario, que buscam engenho para tomar e se aproveitaam dele em sua governança, senao aqueste sómente, que nem o comem nem se tabalham de o toma".

    Se aprecia una vez más cómo las fuentes escritas deben ser tomadas con extrema cautela ya que a estas menciones tan explícitas negando la práctica pesquera se opone la evidencia innegable constituida por las arqueoictiofaunas de la cueva de El Tendal. Estos vestigios son la prueba inequívoca del aprovechamiento de los recursos ícticos realizada de forma continuada a lo largo de todo el período de ocupación de la cueva.

    Conclusión:
    El conjunto de los análisis zooarqueológicos continúan mostrando que la ganadería fue la actividad más importante desarrollada por los primeros habitantes de la isla, procurándoles muchos de los alimentos de su dieta cotidiana (Pais, 1900); sin embargo, el análisis de os restos óseos de peces muestra que la pesca fue practicada por los auaritas que habitaron en El Tendal. Si se piensa que a esta pesca se le une la recolección de moluscos, de los que también se ha recuperado una considerable cantidad de restos, la explotación del medio marino se convierte en una actividad aún más importante. Estos recursos permitirían a esta población prehistórica controlar de forma más precisa las variaciones en la disponibilidad de alimentos a lo largo del año, mostrando la complejidad de mecanismos de aprovisionamiento puestos en marcha por los habitantes del Barranco de San Juan para asegurar su subsistencia. Ciertamente, no se puede afirmar que esta sociedad basaba su estrategia económica en la explotación de los recursos marinos; no obstante, el análisis arqueoictiológico de este yacimiento permite asegurar con total certeza que la pesca fue una de las actividades desarrolladas por las poblaciones prehistóricas de La Palma desde los primeros momentos del poblamiento de la isla. Queda ahora comprobar si esta constatación puede ser generalizada al resto de los yacimientos de la isla. Sólo a partir de nuevos proyectos de investigación desarrollados en otras zonas se podrá dar respuesta a esta cuestión (Carmen G. Rodríguez Santana. 1993)

    * La Palma y su puerto
    * Desembarco de Drake en La Gomera (1585)

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  8. El corsario Amaro Pargo:
    Un libro recrea con detalle la vida del corsario lagunero Amaro Pargo
    El capitán Amaro Rodríguez Felipe dedicó parte de su vida a la actividad comercial como la exportación de aguardiente a La Guaira. Durante su vida almacenó un tesoro que muchos han buscado y que se detalle en la obra. "El corsario Amaro Pargo" es el título del último libro que ha escrito nuestro compañero el periodista Domingo García Barbuzano, que será presentado mañana, a las 20:00 horas, en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de La Laguna, por el abogado José Antonio de la Torre Granado. El acto contará, además, con la asistencia de la alcaldesa, Ana Oramas, y el concejal de Cultura, Juan Martínez Torvisco. Con una portada del artista Luis Dávila, esta nueva obra aborda, a lo largo de 30 capítulos, los aspectos más relevantes e inéditos del capitán Amaro Rodríguez Felipe, popularmente conocido como el corsario Amaro Pargo, que destacó por sus actividades comerciales y por las constantes acciones religiosas y ayudas a los pobres. Este singular personaje nació el 3 de mayo de 1678 en La Laguna y se mantuvo soltero hasta el día de su muerte, el 4 de octubre de 1747, a la edad de 69 años. En alta mar, según la tradición, logró grandes fortunas que ocultó en Punta del Hidalgo. Lo que sí está demostrado es que su gran riqueza la consiguió del comercio con Europa y América, exportando productos como el aguardiente que obtuvo de sus destilerías de La Laguna o Tegueste y cargas de tabaco. Fue dueño de varios barcos, entre los que hay que destacar el navío denominado "La Santísima Trinidad, Nuestra Señora de El Rosario, San José, San Ignacio y San Marcos", de apodo "El Clavel". Fue fabricado en la caleta de Icod, siendo uno de sus capitanes el hermano del corsario, José Rodríguez Felipe. El barco estaba preparado para la defensa y ataque con 24 piezas de artillería. Amaro Pargo fue un gran devoto de la monja incorrupta Sor María de Jesús, a quien le costeó el sarcófago en que reposa su cuerpo, y tuvo tres hermanas monjas que profesaron junto con la citada religiosa. Vivió en una casa señorial de la calle San Agustín y sintió gran predilección por una hacienda que tuvo en Tegueste. Sus propiedades constituyeron una fortuna increíble, formada por más de 900 fanegas de tierra, 60 casas, 15 heredades de viñas y tributos monetarios y de trigo, todo ello junto a elevadas cantidades de dinero y las joyas de su tesoro. Domingo García Barbuzano, después de cinco años de investigación, nos pasea por la vida inédita de un personaje que fue declarado Caballero Hijodalgo y obtuvo real certificación de Nobleza y Armas dada en Madrid, cataloga su tesoro y da noticia de sus acciones en favor de los necesitados. (El día, 09/12/04)

    El corsario Amaro Pargo; La leyenda
    Nuestra información están basadas principalmente en fuentes, orales, de las que han bebido las diferentes generaciones y que entre realidades y leyendas intentan vislumbrar la época y vida del celebre personaje Amaro Pargo. Aunque las pruebas documentales casi se complementan con las orales. Una historia de piratas, corsarios, la mayoría, desconocidos, no han pasado a la historia porque su actividad no era recomendada y como tal no merecía ser tratada. Muchos piratas o corsarios no han querido dar información de sus acciones, porque sabedores de que no eran ejemplares, incluso podían ser delictivas, nunca desearon que fueran conocidas. Capitán de varios navíos y corsario, significando esto que tiene autorización del gobierno de su nación (patente de corso), bajo cuyo pabellón navega, para perseguir a los piratas o barcos de naciones enemigas, quedándose con las presas capturadas o parte de ellas, y sujetándose a reglas previstas por la legislación. En la práctica, sin embargo, es difícil determinar donde empieza la piratería y donde termina el corso, que degenera fácilmente en aquella; el mismo individuo es considerado a veces corsario por sus compatriotas y pirata por los enemigos. Cuando pensamos en piratas nos los imaginamos tuertos, con un parche en un ojo, una pata de palo, un loro en el hombro y bebiendo una botella de ron al lado de un tesoro en una playa tropical. Pero la realidad es mucho mas cruda, y hemos de pensar que en la mayoría de los casos el pirata no era un pobre desclasado, harapiento, muerto de hambre y miedo, que como un ladrón callejero atacaba a sus paisanos cuando estos estaban mas confiados, sino un autentico señor, a veces aristócrata, al servicio de algún obispo, rey o cacique, para aprovechar estas energías y enriquecerse de forma fácil y rápida.

    Nació en el siglo XVII y su juventud estuvo influenciada por la presencia y auge de la piratería en la isla, en cuyas costas y caletas fondeaban sus barcos en busca de fuentes con agua potable o alguna que otra rapiña y pillaje. Acantilados muy propicios para el asalto o refugios de tales bandidos de la mar. Litoral surcado por barcos llenos de bucaneros aguardando a los navíos para intercambiar con ellos sus productos (por lo general cuero y carne ahumada) a cambio de vino, ron, ropa, armas, pólvora, municiones……Filibusteros enarbolando la bandera negra con la calavera y las tibias cruzadas, pretendían saquear a los tinerfeños, robar las ricas mercancías del comercio con Europa y América o hacerse con los esclavos negros, que trabajaban en las plantaciones o los que eran cebados en pueblos como Teno situado al noroeste de la isla de Tenerife. Temido por unos o querido y admirado por otros….fue negrero, el relato tanto oral como notarial apunta a que los vendió y comercializo con ellos…Adaptando las bodegas de sus barcos para la cabida de esclavos…..muchas veces transportados en condiciones infrahumanas…esclavos que se utilizaban para las plantaciones en América……por otra parte se desprende una imagen de un corsario benefactor de los esclavos…… Después de entregar la mayor parte de su vida al mar en el que obtuvo el fruto que necesito para sus obras de caridad…obteniendo una inmensa fortuna, formada por mas de 900 fanegas de tierras, sesenta casas, quince heredades de viña y tributos monetarios y de trigo, todo ello junto a elevadas cantidades de dinero y las valiosas joyas de su tesoro……comenzando a navegar por una decisión personal ante los problemas familiares que tuvo…(fue aprendiz de botamen, cuando se hizo un mozo quizo ver mundo y buscar fortuna y se hizo a la mar sirviendo en varios galeras reales…hasta que se familiarizo con la jarcia, aprendió a hacer nudos, costuras y demás trabajos propios de un marinero) a bordo de sus diferentes naves, como dueño, capitán y maestre…(siempre hizo alarde de su buen corazón… o de su valentía, nobles sentimientos, ocultos ante el enemigo por la coraza corsaria…Dice la crónica que era muy humano, a pesar de ser pirata, pero que no dejo de ser pirata a pesar de ser tan humano, que saqueaba pero siempre dentro de un orden, es decir guardando las formas de su caballerosidad….(sus dos armas principales eran el engaño para acercarse a los navíos sin levantar sospechas y el coraje para el abordaje) Indicar como dato fundamental la dotación de los cañones, indispensables en cualquier combate naval para destruir el navío enemigo. El Clavel (barco favorito de Amaro Pargo)estaba preparado para la defensa y ataque con veinticuatro piezas de artillería, lo cual esta relacionado con la disposición de las Ordenanzas de la Casa de Contratación y con la decisión mas tarde de la Corona de que los isleños artillaran muy bien sus barcos… (Fue además un hombre de negocios astuto y una parte del dinero de sus botines lo destinaba a obras pía….)

    Un incidente milagroso en puerto:
    En una ocasión y luego de emprender un saqueo contra una hueste de bucaneros que merodeaban en unas de las costas caribeñas, se libro de la muerte que un hombre creyó haberle dado tirandole un puñal. Los hechos ocurrieron una vez llegaron a puerto y confiados haber dado fin a su misión. Arropado por unos cuantos de sus hombres y en una céntrica calle de tabernas y prostíbulos, salieron le al paso una manada de cafres rezagados y vengativos atacando a traición. El capitán tuvo que enfrentarse con tres el solo y su sable, casi resultando herido de muerte al asestarle uno de ellos, el más bravo, repetidas puñaladas, logrando salvarse de una en el corazón por llevar un cobertor, (pieza ceñida al cuerpo junto a la carne, prenda de una Santa de la cual era devoto). RASGOS Queremos imaginarlo, frisando los setenta, cetrino y de gran fortaleza, con facciones profundas y pálidas por el insomnio de sus correrías, de mirada vehemente y de labios afinados por las culpas acalladas. Austero…un tanto valiente y violento, pero siempre sabiendo lo que tenia que hacer…hombre inquieto y aventurero…en algunas ocasiones estaba lacerado por sus remordimientos y tristezas constantes…A veces sintió la melancolía como un sentimiento extraño para el, pero se preguntaba.¿tiene algo que ver la melancolía con la vida de un pirata? Y entendía que si, a pesar de ser una vida azarosa, precaria, llena de riesgos y sin tiempo para la introspección, ni para ese sentimiento auto indulgente y momentáneo llamado regocijo……quizás preludiaba su destino duro y fatal por un lado. Sin embargo, por otro lado, era hombre que captaba voluntades, pues hablaba con palabras primordiales y hermosas. Se distinguió además por varios motivos, bebía poco, era un ordenancista riguroso, no admitía a ninguna mujer a bordo de su nave. Tampoco toleraba las apuestas a los naipes o a los dados, todas las querellas debían resolverse en tierra. Amaro no estaba dispuesto a tolerar ninguna pelea entre su tripulación a bordo.

    Roques de Anaga Nacimiento y primeros pasos en la vida:
    Nació el 3 de Mayo de 1678 en La Laguna, se mantuvo soltero hasta el dia de su muerte, el 4 de octubre de 1747 a la edad de 69 años. Tuvo un hijo con la cubana Josefa Mª del Valdespino, hijo natural llamado Manuel de la Trinidad Amaro. Muy pronto dejo a sus padres y dio rienda suelta a sus afanes de aventura. Trasladándonos al siglo XVIII, donde el capitán lagunero incrementaba su fortuna, viajando mas allá del Atlántico con productos salidos, principalmente, de la tierra cultivada con el sudor de los hombres que estaban a su servicio. Era propietario de una extensa y productiva tierra, ganaderías y haciendas. Ejerció como terrateniente y cacique…..El padre de Amaro Rodríguez Felipe se mostró satisfecho porque su hijo, al cumplir los 14 años de edad, tuviera bastante juicio y capacidad para regirse y gobernarse, como lo muestra el ingenio para adquirir bienes, "tratando y contratando por mar y tierra y haciendo diferentes navegaciones"Exporto-entre otros productos-vino de malvasia de sus cosechas o el aguardiente de fabricación propia. Rumbo a La Habana y La Guaira en sus desplazamientos marítimos…..El primer viaje documentado que realizo, lo hizo año 1701, cundo tenia 23 años a bordo del navío "Ave Maria", alias "La Chata".En aquel entonces nuestro personaje era alférez. En el primer navío que se embarco, fue abordado y aconsejo al capitán que simulara una rendición para sorprender luego al enemigo y lograr el triunfo, arrebatándole el botín. Los capitanes de los dos barcos comenzaron a pelearse, aprovechando la confusión salta Amaro al barco para tapar los agujeros de los cañones enemigos y al hacer fuego resultara inútil, mientras da aviso a su barco que disparen, pues conocen la estratagema. Llevándose todo lo que habían robado. En señal de agradecimiento el capitán regalo a Amaro Pargo su primer barco, con el que se independizo y dio sus primeros pasos en el mundo corsario y comercial.

    Origen de su nombre y su destino hacia mar adentro:
    Amaro Pargo, destaca con este nombre, relacionado con un pez. Este pez pudo cautivar al corsario y recordarlo junto a su nombre en sus ataques y asaltos navales. Un hombre caracterizado por sus ansias de aventura y libertad…. (El mar es el camino universal. Permite llegar a todos los lugares. Quebrantar tu libertad de movimiento en el mar para robar, asesinar o intimidar, forma parte de la manera de actuar del pirata, corsario o truhán. En la inmensidad del mar te das cuenta de lo vulnerable que es todo. El pirata se aprovecha de esta debilidad. Seres ignominiosos que se dedican a este oficio siempre los ha habido y siempre los abrá, porque el mar es tan inmenso y tan lleno de rutas por donde transportar riquezas, como extensos son los lugares de refugio donde esconderse y guardar los botines. El comercio con Europa y América reporto grandes beneficios que llenaron el arca de caudales que poseyó Amaro Pargo. Entre ellos la propiedad de cuatro navíos más los compartidos con otros capitanes. El Clavel, cuyo hundimiento tuvo lugar en las costas de Cuba en septiembre de 1728 cuando iba hacia el puerto de San Cristóbal de La Habana. "Fortuna" "Ave Maria" "Ntra. Sra. De los Remedios" y "El Blandon" "La Isabela". A veces la travesía a bordo de estas naves se hacia monótona, un dia y otro día. Cielo y agua, agua y cielo. Tempestades y calmas. La brisa, cantando en las jarcias. Entonces se improvisaba o recurría al trabajo de los músicos o aficionados que estaban a bordo, que por otra parte no era ninguna sinecura, ya que todos los tripulantes tenían derecho a pedir una tonada. Y el corazón aullando en el pecho como un lobo esperando la acción. Considero que el poder naval era el principal elemento que marcaba diferencias entre las distintas naciones y le confería el grado de fuerza entre los estados modernos. También entendía que todo aquel que no dispusiera de grandes fuerzas en los mares, estaba expuesto a constantes peligros. Por ello, aconsejo siempre a los pueblos, que quisieran dominar o gozar de un respeto, que pusieran mucho empeño sin descuidarse en ningún instante en organizar sus escuadras navales.

    Hazañas:
    El mozo salvo un día de los piratas la galera del rey que hacia la ruta entre el Caribe y Cádiz. Tras resistir durante un par de horas el ataque de un barco inglés, finalmente fue abordado y tomado por Amaro. Los pocos supervivientes fueron ahorcados. La mayoría eran bandoleros de mar de procedencia inglesa, holandesa, etc. Todos enemigos de la católica majestad hispánica. Por eso el rey lo nombró "señor de soga y cuchillo" una institución medieval. Se hizo rico tras muchas y arraigadas aventuras. Amaro con asombrosa intrepidez, se abrió paso entre las naves hasta encontrar la más cargada, a la que atacó y abordó, su presa contenía entre su mercancía cincuenta mil monedas de oro y una cruz de diamantes destinada a una reina o rey europeo. Seguidamente capturó un barco holandés, y tres días después uno inglés. En cierta ocasión Amaro se topó con el famoso Barbanegra, al que saludó fogueando sus cañones. Este cumplido hecho a un jefe pirata por otro fue cortésmente devuelto y luego siguieron durante varios días "reciprocas urbanidades" entre ambos capitanes y sus tripulaciones; estas urbanidades tomaron la forma de un soberano hostigamiento en una tranquila cala de la costa, altercado del que Amaro logró escabullirse. En otra ocasión el corsario persiguió y capturo un gran navío que venia de Jamaica, la batalla fue violentísima, Amaro abordo la nave y una pavorosa lucha cuerpo a cuerpo tuvo lugar entre el capitán y el corsario, armados de sables y pistolas. El capitán del barco asaltado resultó gravemente herido y Amaro escapo con solo un corte en los dedos. INQUIETUDES ESPIRITUALES Entre los prisioneros de unas de sus incursiones había un clérigo protestante, con quien entablo una gran amistad, surgió entre los dos una fraternal simpatía, hablando del alma, de la mística y de las diferentes impresiones e interpretaciones teológicas de las enseñanzas y el mensaje de Cristo. Amaro Pargo compartía y simpatizaba con las propuestas e ideas masónicas, ser caritativo, dispuesto a socorrer a los menesterosos etc. La palabra francmasón, significa; constructor gobernado por si mismo. (En sentido metafórico espiritual, hacerse digno de alcanzar la purificación y liberación del alma del apego material, es decir lo que hay ruin en su ser) Los francmasones quedan obligados por juramento, a considerarse como hermanos, a prestarse ayuda mutua- cualquiera que sea su nacionalidad-, a guardar el secreto de los saludos y de los símbolos y ceremonias de su logia. Fue iniciado en una Logia española adquiriendo el grado de "compañero" . La francmasonería tiene por objeto el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, y el ejercicio de la beneficencia. Tiene como principio la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humana o la redención final de la Humanidad.

    Persecución y detención:
    Fue muy perseguido pero siempre se escapo de la justicia. En cierta ocasión fue detenido Amaro Rodríguez por parte de los oficiales de la Casa de Contratación de Cádiz, al impedir que revisaran su navío "El Blandon". El expediente alude en primer lugar a la consulta del 29 de marzo de 1719. El consejo de Indias puso en conocimiento del rey el haber dado cuenta que, el gobernador de Caracas, con un oficial real del puerto de La Guaira, fue a realizar la visita obligada antes de zarpar, según disponían las leyes. El capitán Amaro Rodríguez Felipe no quiso que se efectuara la inspección y se puso más de legua y media fuera de la artillería. Se dio orden el 18 de abril del mismo año de 1719, a francisco de Varas, para que luego que llegase a España, el expresado capitán, se le pusiese en prisión. El 3 de noviembre acudieron a su casa para que declarara y después de prestar juramento y en respuesta a lo preguntado, dijo que tenia 45 años, que era vecino de Tenerife y que ignoraba la causa de su prisión. En otro orden de cosas, señalo que había venido de Veracruz como capitán de "El Blandon", fabricado en Campeche. Un navío con el que, según añadió, salio en abril de 1718 de La Guaira con rumbo a Veracruz, transportando cacao. El corsario informo que el gobernador deseaba actuar en contra de el, es despique del antiguo rencor y odio que le tenia, pues estaba receloso de que Amaro Pargo pudiera informar del abuso de su autoridad, la poca eficacia de su administración y la corrupción patente.

    Roques de Anaga Su codiciado tesoro:
    Se sabe del constante saqueo de su casa en Machado lugar estratégico de vigía hacia el horizonte atlántico…en busca de su tesoro que ciertamente existió, aunque a algunos les parezca increíble, (cofre que guardaba en el camarote y era como la caja fuerte en la que se guardaba documentos, objetos preciosos y dinero). Pues señala en su testamento dicho ajuar, el cual estaba formado por plata labrada, joyas de oro, perlas y piedras de valor, porcelana china, ricas telas y cuadros, añadiendo que lo tenia catalogado en un libro forrado en pergamino y marcado con la letra D…( del que se desconoce su paradero). Tesoro del cual solo se ha verificado y constatado una pequeña parte. Casa de Machado, donde vigilaba la llegada de barcos enemigos…o el deambular de las naves comerciales que recorrían esta zona. Es conocida la rocosa de la cueva de San Mateo que servía para esconder sus botines. También dentro de este mapa de misterios están los míticos Roques de Anaga, en la parte geográfica este de la isla de Tenerife, donde se divisan restos de embarcaciones hundidas por los piratas o quizás al buscar refugio en algunas de estas calas del agreste Norte de la isla, debido seguramente a los vientos de alguna tormenta, tenían que navegar cerca de la costa y contar con los peligros que conlleva fondear frente a estos arrecifes. En lugares donde la tierra no era nada generosa, tierras estériles, los lugareños no tenían otro medio de subsistencia que ir al mar a buscarse la vida en las ciudades, y sobre todo en los poblados más pequeños del interior isleño, excepto los situados en ricas vegas regadas con el agua de sus barrancos, muy a menudo faltaban los productos mas imprescindible para sobrevivir. Para su suerte descubrieron que frente a sus narices paseaban, a menudo, naves cargadas de riquezas y alimentos. Por tanto si conocían el arte de navegar, y disponían de una ligera embarcación y armas, de una forma natural, se les incitaba a la piratería. Al latrocinio en el mar.

    Solidario:
    Devoto y generoso, prestaba ayuda a los pobres, se le valora la caridad y su interés en cambiar la pobreza. Amaro Pargo fue un hombre de profundas ideas religiosas, quizás viendo su muerte próxima, encomendó su alma a Dios. Al formalizar su testamento, ante el correspondiente escribano, no pensó en sus días de gloria, felicidad y riqueza, sino elevo su alma, al enviar su cuerpo a la tierra de la que, según preciso, "fue formado para que de ella sea reducido". El corsario no se olvido nunca de los necesitados, como los niños expósitos de La Laguna, quienes, de no tener herederos el capitán y en ultima instancia, se beneficiarían. También destino dinero para los encarcelados. La preocupación por la situación económica de los pobres en el siglo XVIII, motivo que Amaro Pargo participara en una de las sesiones del Cabildo, solicitando un nuevo tipo de moneda ( introducción de los cuartos y los ochavos bajo la estimación de 4 y 2 maravedíes, para limosnas) que mejorara el problema que presentaba la sociedad lagunera en aquella época. En la sesión no intervino como capitán sino como sencillamente en calidad de vecino y comerciante, dejando plasmado en su acta su firma. TITULO DE NOBLEZA Obtuvo el titulo de noble, consiguiendo la real certificación de Nobleza y Armas, en Madrid el 9 de enero de 1727. MILITANTE RELIGIOSO Siguiendo con estas apasionantes revelaciones de la vida del corsario, podemos curiosear en los versos del sarcófago donde reposa el cuerpo incorrupto de la monja…. Sarcófago que dono Amaro Pargo ornamentada con orlas que enmarcan cinco composiciones poéticas, en una de las cuales el corsario oculto su sobrenombre Pargo, que se puede encontrar si se unen las primeras letras de cada verso…(Este sarcófago es abierto cada 15 de febrero, con tres llaves que giran en diferentes sentidos. En un principio se guardaba en secreto la apertura de dicho sepulcro pues las llaves estaban ocultas en diferentes establecimientos religiosos y una tercera la custodiaba Amaro Pargo, como devoción para las ocasiones que se ofreciera abrir dicha urna) Añadir a estos datos las inscripciones aparecidas en las puertas de la iglesia de El Socorro con su nombre grabado, tal vez en agradecimiento por los costes que asumió en sus obras… Proceso de profesión de su sobrina Sor Beatriz…hecho que tuvo que afrontar el corsario para que la joven pudiera entrar en el monasterio. Para profesar como religiosa de coro y velo negro necesito de una dote de 1.000 ducados. Al no disponer Amaro Pargo de dicha cantidad al contado, se obligo a pagar al monasterio. UN ELEGIDO En una ocasión, cuando Amaro Pargo regresaba de combatir contra los piratas, para eliminar su presencia en la ruta de las Ameritas se salvo gracias a la intervención de Santa Catalina, tirando una parte del brazo del cilicio que forma una cruz ( objeto de cuero u otro material que se usaba para la penitencia) al mar para que se calmara, la tempestad… sin naufragar…sucedió lo siguiente; la sacudida de una ola derribo al corsario sobre la cubierta, y por un instante tuvo la sensación de precipitarse a las profundidades. La borrasca se desencadenaba por encima de su cabeza, y, a veces, lanzaba al chocar contra el aparejo un largo aullido que le hizo temblar de pies a cabeza. El mar lo perseguía despiadado, haciéndole pegar enormes saltos y el oleaje barría la cubierta de punta a punta. Acto seguido, intento mantener el rumbo y se encaramo al aparejo, luego trepo hasta la gavia sin temor a las espantosas sacudidas, interrogo al horizonte por el suroeste con una mano encima de los ojos, y jadeante con el rostro surcado por el sudor, arrojo al mar el cilicio que portaba encima adherido a su cuerpo, tomo de nuevo posesión del timón, luego se hizo un intervalo y contemplo en el silencio de las aguas un relámpago que ilumino por un instante la lontananza. De esta manera puso a salvo las vidas de quienes navegaban con el.

    Enfrentamiento con el turco:
    Se cuenta que en unos de su regreso a Tenerife, con su tripulación, a bordo de la nave Fortuna, y trayendo una carga muy importante, la serenidad del viaje fue interrumpida por el grito del gaviero. "Buque pirata con bandera sarracena". Amaro Pargo añadió: "Los Afortunados a las armas". Juntos los barcos, después los garfios, se produjo el abordaje y un violento enfrentamiento cuerpo a cuerpo, sin tregua ni cuartel, con predominio de los turcos que vencían a las fuerzas del corsario, pero mientras sucedía el combate el esclavo Cristóbal en compañía de varios hombres liberaron a un grupo de prisioneros cristianos, que habían sido capturados en unas de las razzias frente a las costas europeas. Siéndoles útiles en su apoyo para la victoria. Confortado el capitán corsario, sus marineros lo siguieron con terrible denuedo, y la bandera enemiga se arrió en testimonio de rendición y vasallaje. Quedaron los turcos prisioneros, y el corsario continuó su marcha con la presa obtenida.

    Su testamento:
    Su fortuna quinientos mil pesos fuertes, cifra fabulosa cuando la isla, bucólica y pastoril aun conservaba su encanto natural y prerromántico. Amaro Pargo hizo su primer testamento en 1734 y el definitivo el 19 de junio de 1746, con un codicio posterior el 1 de octubre de 1747, realizando numerosas disposiciones, cambios y escrituras de fundación. Todo ello anotado en cientos de páginas cosidas en valiosos tomos con tapas de piel. Amaro Pargo puso por condición que todos los que sucedieran en el vínculo y mayorazgo fueran hijos legítimos, nacidos y procreados de un confortable matrimonio o por subsiguiente legitimados, debiendo casarse con personas nobles y de limpia sangre. El ánimo que le movió a hacer el vínculo y mayorazgo, fue el de conservar la memoria de su linaje y que los sucesores que lo representaran tuvieran caudal para vivir decentemente -"absteniéndose- preciso -de propcederes indecorosos que le desluzcan". Manuel de la Trinidad Amaro, hijo ilegítimo, presentó por medio de su abogado un recurso de apelación el 28 de febrero de 1714 sobre una parte de la herencia, a lo que se opusieron los herederos.

    Su muerte y entierro:
    Murió el 4 de octubre de 1747. Durante el traslado del entierro, se hicieron ocho pausas en la calle. El sepelio fue por la mañana y en los documentos se hace constar que fue muy solemne. El capitán Amaro Rodríguez Felipe fue enterrado en el sepulcro de sus padres, al lado derecho al entrar el templo, bajo el coro. La losa de mármol tiene grabado el escudo de armas de la familia Rodríguez Felipe, en el que no faltan símbolos de fuerza como el guerrero saliente con armadura, los puñales y los cañones. Y para reforzar el espíritu corsario, al pie del sepulcro aparece una calavera guiñando el ojo derecho y el izquierdo abierto, sin faltar las dos tibias cruzadas. Su esclavo moriría unos meses después el 17 de enero de 1748 enterrado en un convento anexo a donde fue enterrado Amaro Pargo. El documento añade que era libre y de unos 80 años de edad. El entierro paro cuatro veces en su recorrido por la ciudad y acompañado de cuatro capellanes. Mucho mas importante es aun lo que dijo de este esclavo Amaro Pargo en su testamento, dando a conocer su apellido Linche y disponiendo que, por parte de sus herederos, nunca le faltara comida, vestimenta ni atención cuando estuviera enfermo, así como que fuera enterrado en su sepultura, es decir, en la de la familia Rodríguez Felipe. Sus herederos estaban obligados por testamento-anualmente antes del 10 de noviembre-a ofrendar en el sepulcro del corsario 1 fanega de trigo y un barril de vino, debiendo cantar los religiosos el oficio de vigía, misa y responso que se acostumbraba.Mil treinta y cuatro misas regladas por su alma donde durante la función debería estar encendidas cuatro hachas en un hachero sobre su sepulcro. (Otilio Pérez)

    * Cabeza de perro
    * El armador en corso Lezcano
    * Mujeres piratas

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  9. Bernardino de Lezcano y Mujica:
    El siglo XVI fue tal vez, para los hijos de las Canarias, el siglo más fecundo en acontecimientos desgraciados de cuantos registran sus humildes anales. Volcanes, guerras, invasiones y hambres asolaban a intervalos, y con frecuencia a un mismo tiempo, sus nacientes poblaciones y sus feraces campiñas. Postrado su comercio, la industria nula (2) rutinaria la agricultura, las artes útiles arrastrando una existencia lenta y penosa, la propiedad estancada, los censos devorando totalmente los productos de las fincas que habían escapado de las manos siempre ávidas de los conventos, mayorazgos y fundaciones piadosas, la ignorancia y el fanatismo imperando en todas las clases; unos cuantos privilegiados, bajo el nombre de regidores perpetuos, disponiendo a su antojo de los intereses de cada isla (3); un cabildo eclesiástico, único centro de ilustración, pero siempre reñido con sus prelados y con las autoridades judiciales por ridículas cuestiones de etiqueta, ocupado en lanzar con seriedad excomuniones, entredichos y censuras; tal era el cuadro que en aquel siglo ofrecían las Canarias a la consideración y exámen del historiador imparcial. Males eran éstos propios unos de aquella triste época de general perturbación, engendrados y nacidos otros del aislamiento casi completo en que se hallaba el Archipiélago, del ningún impulso que le comunicaba la acción gubernativa, paralizada por la envidiosa intervención del municipio, y de la lentitud del movimiento intelectual, detenido siempre por falta de un foco de luz donde reunir, estimular, y dar calor a las inteligencias. A este caos social y político se agregaba, para oscurecer más el cuadro, el lastimoso estado de su navegación interinsular. Las continuas guerras del emperador con Francia. Italia, Alemania, Países Bajos e Inglaterra, habían provocado terribles represalias de parte de sus numerosos y encarnizados enemigos, quienes, viendo que en el continente no podían vencer a los tercios españoles, buscaban en los mares una compensación a sus repetidos descalabros. Otro incentivo había, aún más poderoso, que les impulsaba a lanzarse al mar en pos de esa clase de aventuras, y era el deseo de apoderarse a mansalva de las inmensas riquezas que del Nuevo Mundo llegaban periódicamente a las costas españolas, custodiadas, en general, por buques mal pertrechados, de escasa tripulación, y sin condiciones de marcha ni de combate. Eran entonces las Canarias el punto de recalada de todos los buques que cruzaban en distintas direcciones el Atlántico, y por consiguiente, aquí se daban cita esa multitud de aves de rapiña, que bajo el nombre de forbantes, espumaderas del mar, escobas del Océano, y otros tan significativos como éstos, convertían las tranquilas costas del Archipiélago en campos de saqueo, de incendio, de pillaje y de sangre, viniendo ésta con frecuencia a enrojecer el azulado espejo de sus olas.

    Mapa inglés Isla de LobosHay entre las islas de Lanzarote y Fuerteventura un brazo de mar que las separa, llamado la Bocaina, cuya extensión en su parte O. es de seis millas de ancho, y cuatro y media a su salida, sea a su extremidad oriental. Los cabos de Pechiguera y del Papagayo en Lanzarote, y las Puntas Gorda y de Martino en Fuerteventura forman sus demarcaciones naturales, y señalan este estrecho al marino que quiera atravesarlo, Una pequeña isla, conocida con el nombre de Lobos, divide en dos partes la Bocaina. Hállase situada esta isleta cerca de la punta N.E. de Fuerteventura, y mide de N. a S, dos millas, y de E. a O. una y tercia. En otro tiempo, la abundancia de lobos marinos que en ella se encontraban, le dio ese sobrenombre que aún conserva. Ahora bien, en la época que vamos describiendo, era esa isla el punto de reunión de los corsarios que infestaban estos mares, y en ella desembarcaban y custodiaban sus presas, componían y carenaban sus buques. Desde allí se derramaban por estas latitudes y. cruzando sin cesar en todas direcciones, conseguían casi diariamente capturar, ya una pequeña nave del país, ya un galeón de América, ya un navío que de España hacía rumbo a las Indias (4). Si el buque lograba escapar a tan activa persecución, los corsarios se vengaban en los indefensos insulares, haciendo desembarcos en sus abiertas playas, proveyéndose a su costa de víveres y aguada, o poniendo fuego a los sembrados y caseríos cuando se les oponía alguna resistencia.

    Isla de LobosTal estado de cosas tenía exasperados a los canarios, y especialmente a aquellos que, por sus tradiciones de familia, recordaban honrosos hechos de armas sobre los vencidos indígenas. Entre estos canarios había uno que descollaba entonces entre todos, por su actividad, su inteligencia, su valor personal y sus cuantiosos bienes. Llamábase Bernardino de Lezcano y Mujica y era hijo del esforzado conquistador y poblador de Gran Canaria. Juan de Siberio Lezcano Mujica y de doña Catalina Guerra (5), quienes, además de los bienes que se les habían señalado en las más fértiles vegas de la isla (6), poseían otra buena porción en las de Lanzarote y Fuerteventura (7). Bernardino se encontraba por los años de 1520 a 1550 al frente de un patrimonio considerable, y sus rentas, a pesar del estado del país, le ofrecían los medios de satisfacer sus caprichos y servir a su patria con la eficacia que permite una fortuna independiente y cuantiosa (8). Habíase casado con doña Isabel del Castillo, hija de Hernán García del Castillo (9), y de doña Mariana Rodríguez Inglés (10), conquistador éste y fundador de la ciudad de Telde, y habían tenido ya por aquel tiempo seis hijos (11), que luego ocuparon puestos eminentes en el país (12).

    [Defensas:]
    Como las invasiones eran repetidas y las defensas débiles y de escasa importancia, careciéndose con frecuencia de armas y pertrechos, Bernardino hizo construir una magnífica casa en Las Palmas que le sirviera de habitación y fortaleza, y en un ancho terrado que levantó con ese objeto delante de ella, resguardado con fosos y parapetos, colocó catorce piezas de artillería de bronce, que a su costa hizo traer de España, aleccionó un número suficiente de mozos para que las sirvieran, y se proveyó abundantemente de municiones. No contento con esto, su casa era el almacén donde, en los frecuentes casos de rebato, acudían los vecinos y se armaban de picas, mosquetes y alabardas, teniendo además a su disposición víveres y pólvora, y en sus cuadras caballos para el servicio de los jinetes que habían de comunicar rápidamente las órdenes de los jefes a las milicias y pueblos del interior. Esta casa de Bernardino Lezcano, célebre por todos conceptos en los fastos canarios, se hallaba situada, según nos dice la tradición, en las huertas que se extienden a espaldas del convento de S. Bernardo, debiendo tenerse presente que en aquellos sitios no existía población alguna, pues era sólo una playa que corría desde la actual plaza de San Bernardo y calles adyacentes hasta el mar. El convento de monjas y el hospital de San Lázaro se construyeron con posterioridad, el primero, a fines del mismo siglo, y el segundo, en el siguiente (13). Fácil es comprender por lo que llevamos expuesto, cuán grande seria la indignación de este esforzado patricio al ver constantemente amenazadas las costas de la isla por tan despreciables enemigos, y al observar los insultos de que era objeto el glorioso pendón de Castilla, bajo cuya enseña habían combatido y triunfado sus padres y abuelos (14). Ni el municipio ni el gobernador entonces de Canaria, que lo era Martín Gutiérrez (15) tenían arbitrios ni resolución suficiente para remediar males de tamaña trascendencia; y en el mismo estado se encontraban las dos islas de Tenerife y La Palma que, con aquélla, dependían directamente de la Corona.

    [Formación de la escuadra en corso:]
    Entonces el intrépido isleño, no escuchando más que la voz del honor e impulsado por su ardiente patriotismo, concibe un proyecto audaz digno de su gran corazón, y se propone llevarlo a cabo sin demora aunque sacrifique su fortuna y hasta su vida. Para ello aprovecha la ocasión en que con seguridad puede trasladarse a España, y verificándolo en un buque de guerra de gran porte que casualmente se presenta en Las Palmas, llega a la Península y pasa sin detenerse a Guipúzcoa, de cuya provincia era oriunda su familia y en donde tenía poderosos deudos y amigos; busca un buen constructor de buques y le encarga la fábrica de un galeón y dos naves de menor porte que puedan ser armados en corso, y ofrezcan todas las seguridades necesarias para sostener un combate, y las condiciones marineras de velocidad y firmeza para afrontar las borrascas del Atlántico. Entretanto consigue pilotos, tripulantes y capitanes, a quienes confía su pequeña escuadra, y víveres, armas y municiones con que dotarla; y mientras la construcción adelanta, incansable siempre en su propósito, recorre los puntos del Mar Cantábrico y del Canal de la Mancha, y reúne una tripulación numerosa y aguerrida, dispuesta a todo bajo sus órdenes (16). Concluidos los buques, designó como almirante de ellos al galeón, y puso por nombre a los dos navíos la Pintadilla y el S. Juan Bautista; avituallólos, embarcó su gente, y haciendo colocar y distribuir la artillería según la fuerza y capacidad de cada buque, aparejó para las Canarias desde las costas vizcaínas, trayendo de jefe de la expedición a Simón Lorenzo, natural del Algarbe y marino de gran fama en aquella época (17). No esperaban por cierto los piratas ingleses, franceses y flamencos, la tempestad que desde tan lejos se les venía encima. Tranquilos y confiados con la impunidad de que tantos años gozaban, seguían impávidos el curso de sus piraterías sin cuidarse de las quejas de los isleños, ni de amenazas siempre importantes de las autoridades. Y no se crea que esta situación era imposible, porque ahí están las memorias de aquel tiempo que atestiguan lo contrario, sin las cuales permitido nos sería dudar que a las puertas, por decirlo así, de España, y cuando Europa y el mundo temblaban ante sus invencibles ejércitos, pudiera un puñado de aventureros burlarse diariamente del vencedor de Pavía, del conquistador de Roma, del hombre en fin que dirigía los destinos del más dilatado imperio que han conocido los siglos. Pero tal era el desconcierto del gobierno, las múltiples atenciones de los ministros, el estado de abandono de la armada, la inmensa extensión de costas y mares que había de custodiarse, que las Islas Canarias, a pesar de su importancia como punto de recalada, permanecían olvidadas de la madre patria, sin que sus quejas se oyesen ni su angustiosa situación se adivinara, ni aún se sospechase en los altos concejos del emperador. Por eso es que, a pesar del tiempo transcurrido entre la salida de Bernardino a España y su regreso, en nada había cambiado el estado anómalo y violento del país. La llegada de la escuadra al Puerto de la Luz, su brillante equipo, la circunstancia nunca oída de pertenecer a un particular, lo marcial y apuesto de sus tripulantes, y el objeto a que se destinaba tan considerable armamento, produjo en la población de Las Palmas un entusiasmo indescriptible. Ofreciéronse muchos a servir como voluntarios en la empresa que se trataba de acometer, y como el servicio de los marinos, acostumbrados a estos mares y el de los prácticos, conocedores de los vientos, corrientes y fríos del Archipiélago, no era para despreciar, se completaron las tripulaciones de cada buque, se renovaron los víveres y aguada, y se prepararon las armas y municiones como si se estuviera ya en presencia del enemigo.

    Lanzarote: Castillo de Guanapay [Desmantelamiento de la base de la isla de Lobos:]
    Antes de dar caza a adversarios tan audaces y tan bien pertrechados, era indispensable averiguar el estado de sus fuerzas, el número de sus buques y cañones, y la resistencia que pudieran oponer en la isla de Lobos, punto central de sus operaciones, y fortaleza donde custodiaban el fruto de sus rapiñas y guardaban sus heridos, enfermos y convalecientes. Para seguir este objeto se despacharon personas activas, inteligentes atrevidas a las islas de Lanzarote y Fuerteventura (18) que, poniéndose de acuerdo con los habitantes del litoral del estrecho, con quienes secretamente estaban en continuas relaciones los corsarios, pudiesen averiguar con certeza aquellos extremos y los demás que fueran de interés a los expedicionarios, facilitándoles el triunfo sobre sus enemigos y el completo exterminio de sus buques. Cuando creyó Bernardino que las noticias adquiridas eran suficientes para atacar con seguridad a sus contrarios, tanto por saberse el terror que en ellos había infundido la noticia de la llegada de su escuadra, cuanto porque los principales buques piratas se hallaban diseminados en tas vecinas costas africanas y se les podía sorprender y destruir en detalle, descansadas ya sus tripulaciones, embarcada la gente de guerra, en la que se habían alistado los jóvenes de las primeras familias del país, dio la señal de levar anclas, y en medio de un entusiasmo indescriptible, se echaron las velas al viento y se enderezó la proa a la Bocaina. Era el objeto de Lezcano dirigir sus primeros tiros al foco de la piratería, al sitio donde ésta había constituido el núcleo de su poder, la capital de sus usurpaciones y pillajes; porque no teniendo entonces donde refugiarse, era fácil arrojarla del Archipiélago y hacer casi imposible su reaparición, al menos bajo la organización temible y poderosa con que se había constituido y arraigado en él.

    Cuando la pequeña escuadra llegó a la isla de Lobos, la encontró ya abandonada, destruidos los almacenes y barracas, incendiados los objetos de difícil conducción, cegados los fosos que defendían las arrasadas fortificaciones, y en un completo estado de soledad sus estériles rocas y desiertas playas. Pero, no fue el abandono tan completo que no pudieran utilizarse varios objetos de algún valor que todavía escaparon de las manos de los bandidos, tal vez por lo precipitado de su fuga. Los buques, después de una pequeña estación en aquellas aguas, siguieron el litoral de ambas islas, y luego corrieron paralelamente a la costa africana, reconociendo todas las ensenadas, puertos y cabos donde podía ocultarse el enemigo. En esta larga y laboriosa excursión, apresaron y echaron a pique algunos corsarios que no pudieron escapar a tiempo a la bien organizada persecución canaria; y los demás, ahuyentados desde luego y sin aceptar combate, desaparecieron de las Islas, atravesaron el Atlántico y fueron a buscar más fáciles conquistas en medio de los numerosos archipiélagos que pueblan el mar de las Antillas (19). Es fama que estos corsarios, escapados de las armas del afortunado isleño, llegaron a constituir más adelante la famosa asociación de piratas, que, bajo el nombre de formantes, hizo temblar repetidas veces a las naciones marítimas de Europa (20). Después de obtenido el objeto principal de su patriótica empresa, Bernardino regresó a Las Palmas, y desde allí organizó diferentes expediciones a las demás islas con el fin de vigilar sus costas y sorprender si le era posible algún que otro buque sospechoso que, o más atrevido que sus compañeros o ignorando lo sucedido, quisiera aventurarse a enarbolar alguno de los pabellones con quienes estuviera entonces España en guerra. Por mucho tiempo fue estéril su deseo; la lección había sido dura y no era fácil olvidarla.

    [Ataque a buques franceses:]
    Sin embargo, llegó un día en que este deseo se vio al fin satisfactoriamente cumplido, prestando la improvisada escuadra otro nuevo e importante servicio a su país. Hallábase, dicen nuestros historiadores, el galeón almirante, que mandaba Simón Lorenzo, fondeado en el puerto de Santa Cruz de La Palma, adonde había ido con el objeto de vigilar aquella parte del Archipiélago, cuando una mañana el vigía señaló dos galeones franceses de guerra que pasaban a vista del puerto. A pesar de su inferioridad numérica, el valiente Bernardino, asistido del no menos bravo Simón Lorenzo, no vacila un momento, y sin detenerse a contar los cañones de sus enemigos, manda levar anclas y se avanza hacia ellos resuelto a trabar el combate o a perseguirlos y apresarlos si rehúsan aceptar. Pero los galeones franceses no pensaban en huir, y seguros de su victoria, rodearon al buque isleño y principió de una y otra parte un espantoso cañoneo que duró dos largas horas. Batíanse los enemigos como desesperados, sabiendo que defendían no sólo su vida y honra, sino sus intereses acumulados en la cala de sus buques después de muchos meses de afortunadas correrías, y aunque desde luego reconocieron su engaño en cuanto al porte, armamento y demás cualidades del buque español, no les era posible retroceder ni evitar las funestas consecuencias de su impremeditada ligereza. En efecto, a los primeros cañonazos, el galeón canario los desarboló, y abriendo anchas bocas en sus cascos, dominó y apagó sus baterías, echó a pique al buque más pequeño, preparó un atrevido ataque al abordaje, que produjo al fin la rendición de la nave principal. Tan brillante victoria fue celebrada en La Palma, y después en las demás islas, con tanto mayor motivo, cuanto que se encontró a bordo más de cuarenta prisioneros españoles, entre hombre, mujeres, religiosos y monjas, que pasaban a la isla de Santo Domingo y habían sido apresados en la travesía (21).

    Bernardino, pues, Consiguió su objeto, y vio premiados sus laudables esfuerzos con la extinción de la piratería en su país y la constante fortuna que le acompañó en todas sus generosas empresas (22); y tanta era la fama que había llegado a alcanzar su galeón, que hallándose accidentalmente en el Río de Sevilla, las autoridades de esta población, seducidas por su buen porte, lo secuestraron por algún tiempo en nombre del emperador y le obligaron a que acompañase de almirante una gran flota que se enviaba a Nueva España, como convoyando un rico tesoro en barras de oro y plata, del que ni los franceses ni ingleses pudieron distraer un solo maravedí (23). Algunos años después, respetado y querido de todos sus conciudadanos, murió Bernardino en Las Palmas (junio de 1553), habiendo sido enterrado en la capilla de San Miguel de la parroquia matriz que estaba entonces unida a la catedral (24). Los pocos hechos que hemos sucesivamente relatado, únicos que han podido llegar hasta nosotros relativos a este ilustre canario, le colocan, sin disputa, a una altura de la que no es fácil que las generaciones venideras le hagan descender si saben apreciar como se merece el valor, generosidad, patriotismo y abnegación que revelan aquellos actos, dignos por cierto de los tiempos heroicos de la caballería. Y sin embargo, ¿es su nombre conocido entre nosotros? ¿se le invoca alguna vez cuando se quiere hacer un llamamiento a nuestro desinterés y lealtad? No: su nombre yace olvidado completamente; sus atrevidas hazañas han quedado por espacio de tres siglos envueltas en las hojas de desconocidas informaciones que hoy son casi ilegibles. ¿Y por qué?... Porque la prensa era desconocida en el Archipiélago; porque los estudios históricos estaban relegados a algún curioso que, en medio de su aislamiento, no ]e era posible exhumar esos gloriosos res tos del pasado (25). Tiempo es ya de que ese culpable olvido desaparezca. En este siglo de luz y de progreso sería un crimen imperdonable nuestro silencio. Ha sonado la hora de reaparición para todo el que ha merecido bien de la patria. Derrámese la luz de la publicidad sobre tan heroicos he chos. Sólo así se cumple con la justicia, que es la voz severa de la historia, y se alienta a la generación presente ya las del porvenir a imitar su glorioso ejemplo. (Agustín Millares)

    * El corsario Amaro Pargo
    * El pirata tinerfeño Cabeza de perro
    * Mujeres piratas

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  10. El pirata tinerfeño Cabeza de Perro (n.1800). Por José Manuel Ledesma:
    Angel García nació en Igueste de San Andrés en 1800, en una casita blanca (casi del miedo) próxima al mar, en la que solía recalar con su velero para aprovisionarse del manantial existente en la cueva del agua. Apodado "Cabeza de Perro" presentaba los siguientes rasgos físicos: grueso y rechoncho, de nariz chata, ojos pequeños y hundidos, boca larga con separados dientes, cabello trigueño y cabeza muy abultada -a la vez que deforme- con enormes protuberancias, razón por la cual usaba ceñidor y capucha de color negro al objeto de cubrírsela. En el barrio de San Lázaro, en La Habana, poseía un verdadero palacio cuyo aspecto exterior era el de una dulcería; por dentro, estaba repleto de espejos y lámparas con incrustaciones de oro; las habitaciones se comunicaban con puertas secretas que daban a los sótanos de la muerte donde su fiel servidor, Plácido el Mulato, esperaba a sus víctimas; los cuartos estaban llenos de arcas con los frutos de las rapiñas (dinero, alhajas, relojes, etc...). Desde una vivienda situada frente a la pastelería, su hijo Luis García, controlaba la entrada y salida de las personalidades (clientes) con as que su padre se relacionaba en cuestiones de pillaje y negocios ocultos. En sus desplazamientos hasta las costas africanas en busca de esclavos negros y naves cargadas de marfil y maderas nobles, nunca atacó a las embarcaciones que navegaban por aguas canarias, por el contrario, e Caribe constituyó su centro de operaciones. El episodio más conocido del pirata fue el asalto que, desde su barco insignia El Invencible, efectuó al bergantín El Audaz en su recorrido desde La Habana a Nueva York. En la refriega acuchilló a los tripulantes y pasajeros, excepto a una mujer y a su hijo, quienes se habían escondido; no obstante, cuando ambos fueron descubiertos los arrojó al mar, al tiempo que hundía el barco y emprendía la retirada.

    Afortunadamente, el velero italiano Centauro los recogió y al relatar la odisea al capitán, éste le mostró el retrato de Cabeza de Perro, reconociéndolo la señora como el autor de aquella matanza. Según algunos autores, desde ese momento el pirata cambió de actitud, ya que aquel llanto infantil le quedó grabado en su mente, de tal manera, que el remordimiento no le permitía conciliar el sueño. Además, como notaba que envejecía rápidamente, expresó a sus socios, personas de elevado rango social, su deseo de abandonar la piratería e incluso entregarse a la justicia, pero su hijo le disuadió, porque ello induciría a descubrirlos a todos. Comenzó entonces a frecuentar la Iglesia y entabló amistad con un clérigo, también oriundo de Tenerife, quien lo convenció para que regresara a su Isla natal, tomando el pirata la decisión de volver de nuevo a su antigua casa en donde dedicaría su tiempo a labrar la tierra y por las tardes se sentaría a observar los barcos surcando la mar. Fue así como ataviado de indiano -traje blanco, sombrero, anteojos de hombre respetable y acompañado por una cotorra- embarcó en El Tritón. Durante la travesía no salió del camarote y solo al oír el grito de tierra fue cuando subió a la cubierta para contemplar el Teide y su casita de Igueste. Al llegar al puerto de Santa Cruz de Tenerife desembarcó totalmente transformado, ya que llevaba pantalones anchos por encima de los tobillos, una chupa de grandes faldones, sombrero de guano de ala ancha, un paraguas y una jaula con la cotorra; su feo aspecto fue motivo de comentarios jocosos, a la vez que de burla por una multitud de chiquillos -situación que el pirata rechazaba con el paraguas- lo que originó que aquellos palanquines le tiraran piedras hasta dejarlo herido en el suelo. Cuando llegaron los guardias para protegerlo, lo encontraron intentando defenderse con un cuchillo, cuyo mango en forma de cabeza de perro, lo delató y fue encarcelado. A partir de este episodio, pasó largo tiempo en el Castillo de Paso Alto a la espera de la resolución de su condena. Entre tanto, se distraía fumando y construyendo maquetas de barcos, sin hablar ni siquiera con sus guardianes. Al conocerse la sentencia de su muerte nadie quiso perderse el espectáculo de su traslado -a pie entre bayonetas- desde aquella fortaleza al barrio del Cabo. En los instantes previos a la ejecución pidió un habano, donó la maqueta de un bergantín a la Virgen del Carmen y para demostrar su personalidad arrogante hasta el final, se atavió un pañuelo rojo en la cabeza y lanzó una mirada y una sonrisa irónica mientras recibía los disparos que acabaron con su vida. (José Manuel Ledesma)

    Golfo de Guinea Benito de Soto (-1830):
    Nació en Pontevedra aunque algunas fuentes señalan a La Coruña. Sus primeras navegaciones fuera de la ley las dio en el buque negrero portugués Defensor de Pedro, transportando esclavos de las costas de Guinea a Brasil. Durante la estancia del buque en Mina en 1828 se puso al frente de parte de la tripulación para dedicarse a la piratería. Benito de Soto quedó al mando del buque, que pasó a llamarse Burla Negra. Su primera presa fue el Morning Star. Localizado el capitán, los piratas lo ejecutaron inmediatamente, así como a un número indeterminado de hombres, sin distinguir entre pasajeros o tripulantes. Más tarde, los piratas, tras encerrar a los que no habían sido asesinados, practicaron una serie de agujeros en el fondo para que el barco se hundiese. Tras abandonar el mismo los piratas, las mujeres consiguieron liberar a los hombres que habían sido encerrados, quienes pusieron en marcha las bombas para tratar de achicar el agua que ya había empezado a inundar las bodegas. Horas más tarde, y cauando el barco amenazaba hundirse, los supervivientes fueron salvados por un barco inglés. Durante dos años Benito de Soto y los suyos prosiguieron atacando a barcos indefensos y tras haber logrado un buen botín, decidieron regresar a España y "realizar" beneficios. Tras conseguir documentos falsos en Pontevedra, su tierra, Soto y los otros piratas marcharon a Cádiz, fondeando en su bahía. Un fuerte temporal arrastró el barco contra la costa, lo que obligó a Benito de Soto a urdir nuevas explicaciones al tratar de vender los restos de la nave ante las autoridades gaditanas. Como las explicaciones no resultaron convincentes, temiendo ser ser descubiertos, Benito y sus cómplices huyeron a Gibraltar. Su estancia en el Peñón comenzó a levantar sospechas y al encontrar entre su equipaje un libro de memorias del capitán del Morning Star y algunos efectos que habían pertenecido a los pasajeros del citado buque, fueron arrestados. En el posterior juicio Soto se declaró culpable, siendo condenado a muerte. Fue ejecutado en la horca el 25 de enero de 1830. (Ricardo Arroyo)

    * Cabeza de Perro por Dulce María Loynaz | El corsario Amaro Pargo | Mujeres piratas

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  11. Cabeza de Perro. El último pirata. Por Dulce María Loynaz:
    Tres males hay, entre los padecidos por la Humanidad desde su aparición en el planeta, que se ensañaron, valga la expresión, en las tierra, cálidas de nuestra América, y los tres nos vinieron por el mar. Son ellos los ciclones, la esclavitud y la piratería, males viejos, por cierto, a los que si añadimos la fiebre amarilla, resultan otros cuatro jinetes dignos del Apocalipsis. En el granero de los pueblos jóvenes siempre estuvo el forraje de su, cabalgaduras. Bajo el tropel de cascos, ya puede suponerse qué existencia se tendría en los predios de su elección; asombra a veces ver cómo pudieron algunas razas o generaciones sobrevivir a enemigos coaligados, cuando parece que bastaba uno para aniquilarla. Y aunque el saber de los proverbios no le fía cien anos a las calamidades más longevas, sabemos que la nuestras multiplicaron esa cifra. Ciclones y mosquitos habremos de cargarlos a la cuenta de la Naturaleza: ella que nos libró de los duros inviernos europeos, no tuvo empacho en apretar por otro lado las clavijas. Suerte fué que de unos y de otros nos enseñaron a defendernos, en lo que va de siglo, el padre Viñes y el doctor Finlay. Con sus ilustres nombres queda cenado el capítulo de es tas desdichas tropicales; en cuanto a esclavos y piratas que hechura fueron de los hombres, con mayor fundamento por los hombree también se erradicaron. Sobre estos últimos cabe añadir que, aunque proliferados a lo largo de nuestras costas, ellos no constituyen, como los tornados septembrinos o el stegomya fasciata, una exclusividad americana. Su rumbo fué desde el principio cualquiera de los puntos cardinales; su tiempo el mismo de la Historia; su origen, la fricción de dos mundos antagónicos. Pero de aquella larga convivencia, esclavos y piratas se nos quedaron dentro bailando en ronda fantasmal cuando ya había pasado su último día entre nosotros. Se nos quedaron como una memoria atávica por la cual fuese posible recordar lo que no conocimos. Hay una suerte de paralelismo entre esos dos fenómenos sociales que en nuestras tierras se prolonga hasta el instante en que se extinguen ambos. Estudiar por su orden este proceso pródigo en situaciones semejantes, en coincidencias en entrecruzamientos de raíces, seria una labor interesante, pero sin duda muy prolija para el carácter de este libro, razón que me aconseja no volver sobre mis pasos y quedarme en el final ya señalado. Decía, pues, que la piratería y la esclavitud, luego de aclimatarse en nuestro hemisferio, tienen en él su último reducto. Perseguidas, sitiadas, vienen a desaparecer casi en el mismo tiempo y en condiciones poco comunes, que fue ron, sin embargo, comunes a las dos. Se habían promulgado ya las leyes y los tratados internacionales que en apariencia ponían fin a sus depredaciones, y todavía los filibusteros y los tratantes de mercancía humana seguían, más o menos encubiertos, circulando por sus dominios, y es realmente muy difícil, si no imposible, fijar la fecha exacta en que de veras se retiraron para siempre. De intentarlo, habría, por ejemplo, que referirse a los contratos de trabajo celebrado, con los chinos, fuente de tantos sinsabores entre un flamante cónsul portugués y las autoridades españolas de nuestra Habana en tiempos de la colonia. Por culpa de esos dimes y diretes, el cónsul, que no era otro que el gran Eça de Queiroz, en un arrechucho de mal humor, nos comparó la Isla con un palillero de palmeras. Muchos aconteceres, que ala sazón se sucedían, daban lugar a semejantes confusiones, y para un buen enfoque del problema habría que empezar dilucidando cuales constituían verdaderas perturbaciones de corsario, y cuáles otros se tildaban de tales sin que de hecho lo fueran, o lo fueran sólo para los intereses de ciertas esferas oficiales. Pero poner los puntos sobre estas íes buen trabajo seria, y ya lo fué en su tiempo; bástenos hoy saber que se llegó a la meta por etapas, y, entre otros factores decisivos, el barco de vapor contribuyó en no pequeña parte. Fué así que poco a poco nuestros mares se vieron limpios de esas plagas. La obra de saneamiento se completa en el último tercio del XIX. Desde luego nuestra centuria no conoció abordajes de piratas ni subastas de esclavos. Ello no significa que no se hayan producido en su transcurso actos de piratería o imposición de servidumbres; lo que si cabe en la afirmación es que ambas cosas, como instituciones, digamos, como negocio al uso no llegaron afortunadamente hasta nosotros, y si el siglo en que no ha tocado vivir, o, reduciendo más el término, lo que llamamos nuestra época, es también una patria en el tiempo, como le oí decir en muy aguda observación a don Joaquín Calvo Sotelo, de no haber heredado esclavos ni piratas, bien podemos sentirnos orgullosos. Divagando en el tema -como ahora-, atraída por él probablemente en virtud de aquel tipo de recordación a que antes aludí y que hoy se pudiera designar como memoria electrónica, yo siempre había pensado qué lindo reportaje pudo hacer el periodista a quien se le hubiese ocurrido entrevistar, en los azares de su profesión, al último esclavo de nuestras tierras o al último pirata de nuestros mares. ¡De qué interés humano habría sido, frente al sujeto vivo, desenredar sus sentimientos, sus experiencias en la adaptación al nuevo medio! Preguntar al siervo emancipado qué iba a hacer con su flamante libertad, o al pirata en receso, con sus pies en tierra firme, o en un mar sin posibles corre rías. Que yo sepa, a ninguno le pasó por la mente tal idea, y ahora sólo cabe imaginar qué nos hubieran dicho los que pudieron ser protagonistas de páginas tan fascinantes, muer tos seguramente antes de que llegaran a escribirse. Yo, sin ser del oficio, si mis años me hubieran permitido pretender esa entrevista, den por seguro que no me la pierdo; por más que debo confesar también que, a pesar de mis tardías curiosidades, aún no he tenido modo de enterarme de quiénes fueron, a fin de cuentas, ese último esclavo, ese pirata último.

    Pirata Angel García:
    No es de extrañar, por tanto, el interés que de inmediato prendió en mi ante la perspectiva de encontrarme frente a uno de estos personajes; a juzgar por lo que de él me habían contado, el tal Cabeza de Perro podía ser el que buscaba. Naturalmente que el hombre estaba muerto, pero de cualquier forma iba a visitar su casa; acaso ella me diría de él más que en su día me hubiese dicho él mismo. Mas no quiere decir que fuera mucho: en lo concerniente a dicha casa no había que olvidar que sólo por temporadas la habitaba el difunto, según lo averiguado por mi hasta ese momento- No era, en consecuencia, una casa muy vivida, muy penetrada por su dueño. Pero allí había nacido y allí también se complacía el muy tunante en recalar cuando sus andanzas se lo permitían. Siempre a escondidas, por supuesto, pues unos mayos más y otros diciembres menos, era hombre buscado por la Justicia. No obstante, con peligros, con clausura ineludible y con tristezas, la casa solitaria lo atraía. En ella estaban sus primeros recuerdos, aunque no fueran gratos, sus últimos padrenuestros, aunque no fueran bien recibidos; allí volvía a verse niño, niño arisco triscando entre las piedras, haciéndose cuchillas con los pedazos de obsidiana, arrojando guijarros a los pájaros. Había sido un chico maltratado, una siembra de iras y rencores. Unicamente a solas con el mar o en la entraña del monte se sentía a sus anchas; lo demás le estorbaba. Y lo que le estorbaba -ya lo sabían todos- poco a poco fue deshecho en su mano. Después había vuelto muchas veces y en su propio velero, desde el cual le era fácil alcanzar la orilla en bote o fondear en el cercano boquete de Antequera: el lugar parecía propiciado por el diablo para un buen trasiego de contrabando, hacer aguadas clandestinas y hasta provisión de vituallas. Es de pensar que contara para ello con la complicidad de los escasos moradores de los contornos, ignorantes a lo mejor de su verdadera identidad. La punta de San Andrés hacía el resto, pues avanzando al mar curvada en una horqueta no permitía ver desde Santa Cruz lo que ocurría en su repliegue. Un poco más abajo estaba la llamada con los años Cueva del Agua por el manantial que fluye dentro, y es aún accesible en las resacas. En más de veinte pipas se ha calculado su producción por día, siempre de un agua cristalina, exenta del más leve gusto a sal. Y en llegando a este punto conviene tener en cuenta que a un siglo de distancia aquello era un lugar casi desierto, al par que por su abrupta orografía escapaba de toda vigilancia. Aun al tiempo de nuestra visita no vi allí más personas que las que fueron con nosotros. La casa ya era antigua en ese entonces; en uno de sus paredones pude leer, semiborrada, la fecha de su construcción: 1727, o sea todavía un siglo antes del nacimiento del pirata, y al surgimiento de los pueblos de Igueste y San Andrés. Quién la hizo y a qué fué destinada habían pasado a ser incógnitas de las que nadie se ocupaba mucho; por otra par te, de ella y de los terrenos limítrofes tampoco existía documentación alguna en registros ni archivos establecidos a ese fin. A pesar de haberle encarecido a nuestro cónsul que no mezclara demasiado la lógica con la aventura, no me había quedado más remedio que enterarme de cómo fué a parar esta finca a manos de su suegro. Y no es que yo me opusiera a que el señor Sabina disfrutara de su propiedad, sino que a la verdad me parecía que la presencia de este caballero podía dar a la mansión un aspecto honorable, que no era precisamente el que me había llevado a saltar otra vez los farallones. Supe así que el actual dueño la había adquirido de don Chano Cifra, que a su vez la había venido poseyendo en precario desde una fecha tan remota que él mismo no podía establecer. Hubo, por consiguiente, que correr lo que se llama un expediente de dominio, uno de tantos convencionalismos a que recurre la maquinaria jurídica cuando pierde una rueda de su engranaje; un expediente de dominio nos dice más o menos que un inmueble ha brotado del ombligo de Buda. Vuelvo a tomar el hilo del relato en el momento en que la embarcación pirata se surtía de agua y provisiones en el abra de Antequera. Allí la despachaba el capitán si su propósito era permanecer por algún tiempo en sus lares, no sin antes fijar, ya se comprende, la fecha en que la tripulación debería volver a buscarlo. De lo contrario, su navío esperaba por él en el boquete, casi incrustándose a talud. No se sabe que mujer alguna aguardase al pirata en esas escapadas eventuales, y menos un pariente o un amigo. Solo subía al caserón y soto se descalzaba las botas que había llevado varios meses puestas. Angel García no asaltó jamás barco alguno que navegara en aguas de su isla; por alguna razón sentimental, o simplemente de conveniencia, se abstuvo de hacer daño en la región natal que había escogido para sus refugios furtivos y en la cual sólo buscaba pasar inadvertido. Por otra parte, ya estaban lejos los tiempos en que los Blakes y los Drakes se jugaban la vida frente a las negras moles de Nivaria. Ahora el dornajo había que buscarlo en aguas tropicales: se desplazaba desde el golfo de Méjico hasta los bancos de las Bahamas. Siguiendo el arco ecuatorial, en alguna ocasión nuestro filibustero había llegado hasta la misma Africa, y en sus playas, sombreadas del boabab gigante, por el engaño o la violencia, se hizo dueño de tesoros propios del continente y fácilmente canjeables en el que es taba del otro lado del Atlántico: colmillos de elefantes, aceite de copra a reventar los odres, tarros de almizcle y hasta doncellas de ébano y elásticos mancebos cazadores de tigres. Pero fué e mar de las Antillas el verdadero caldo de cultivo de sus instintos vermiformes, de su virus maligno: en él se había liberado aquella carga de muerte que le viajaba a ciegas por la sangre. Angel García llegó a ser un pirata famoso, y se llamó Cabeza de Perro. Una cabeza enorme, bamboleante sobre sus hombros recordaba más bien la de los toros, mas no en armonía con su cuerpo, como se ve en el animal, sino cercenada del mismo, a la manera un tanto morbosa en que algunos las muestran cual trofeos. Parecía que en broma se había puesto una cabeza de éstas. Pero de bromas andaba él muy lejos ciertamente. Y no era broma la cabeza aquella, casi incapaz de discernir, mas si de conducirlo al asalto, al incendio, a la hecatombe, como si fuera por su propio peso. Era el terror de las embarcaciones obligadas a arriesgarse en su órbita, pues entonces, acaso más que ahora, bullía el intercambio comercial -sólo posible por los barcos- entre los puertos adyacentes al Trópico de Cáncer. Conocedor de que la situación política de Cuba y Méjico forzaba a muchos de sus habitantes a emigrar de sus tierras, y, entre ellos, los ricos procuraban llevar consigo su caudal, caía como un rayo sobre cuanto mercante o paquebot se le ponía a tiro, y no lograba el más ligero de ellos escapársele. Es fama que no respetaba ni a las mujeres ni a los niños, pues tenía, además, la alevosía de hundir las naves tras el saqueo y la matanza. Si alguien quedaba vivo no podría contarlo; con él no había salvación posible. Sin embargo, una vez, ya dando fin a su faena, Cabeza de Perro oyó una tierna criatura llorar entre las olas; muchos sollozos infantiles habría oído en trances similares, tan repetidos en su vida, pero esa noche el hombre se detuvo y se asomó a la barandilla para ver quién lloraba. La luna llena iluminaba el piélago infinito, otra vez silencioso, como sí no acabara de engullir la reciente tragedia: sólo el rumor de la onda cortada por la quilla y aquel llanto sin nadie cada vez más pequeño. Los ojos del pirata recorrían en toda su extensión la masa líquida, luego quedaron fijos en un punto. Una espuma in blanca que la espuma, un revuelo, un temblor... Era una niña de unos dos años que aún se sostenía a flote a causa de sus anchos faldellines abiertos sobre el agua. Y la niña, en la jerga propia de su edad, balbuceaba tendiendo al aire los menudos brazos:
    "Upa, mamá... Upa..."
    Pirata A toda marcha el bergantín se alejaba del sitio de su crimen, mientras Cabeza de Perro, inmóvil en la borda, seguía contemplando el frágil bulto que se debatía, se perdía en el breve remolino. Al día siguiente el capitán pirata repartió el botín entre sus compañeros de iniquidades, sin guardar parte alguna para al. Vendió de prisa su siniestro esquife y decidió que ya era hora de volverse a casa. Volverse a casa y descansar y no salir más de ella. Hora tal vez de ser un hombre honrado. No había que asustarse de la palabra y mucho menos tenérsela por cobardía. Bien pensado la honradez no requería mucho para serlo, y con lo que le dieron por el Invencible tampoco podía intentar otra cosa. Precisamente que ya el reuma empezaba a clavarse en su, rodillas, por más que buen trajín les diera siempre. También los barcos de vapor habían trastornado muchas cosas y no era, como antes, el hombre, cuerpo a cuerpo con el mar, quien decidía las victorias. Si, resueltamente, ya no era buen negocio ser pirata, y lo mejor seria retirarse a tiempo. Conservaría su argolla de oro de recuerdo y su cuchillo por si acaso... No hubiera estado mal en el pretil que daba a barlovento -allá en su risco- el cañoncete que le pillara al balandro holandés. Buenos tiempos aquellos... Pero ya todo había terminado, y el no se iba a embarcar con un cañón a cuestas. Volvería a la vieja tierra, sembraría algunas hortalizas en su huerto. Por las tardes se sentaría a la ventana a ver pasar los barcos... Y los vería sin codicia, sin malos pensamientos, conforme para siempre con su azumbre de vino en el repecho y su puro en la boca. Y ya no oiría más a aquella mocosuela gritando todavía "upa, mamá..." Y allí, con un respingo que hacía tambalear su cabezota, iba la última resolución. Eso sí, de ahora en adelante no más espantos ni tapujos; podría vivir como los demás hombres, incluso casarse si le venía en ganas. Casarse y tener hijos, sí señor... No, hijos no. Nunca, nunca chiquillos cerca de él. Los odiaba, era lo único que odiaba ya. Y por un largo rato la cabezota le colgaba inmóvil sobre e pecho, cansada de pensar. Aquello no iba a ser un arrebato pasajero.

    Regreso a Tenerife:
    Sin que nadie, ni él mismo, pudiera explicárselo, Cabezo de Perro ya se sentía realmente un ciudadano pacifico, y como, además, se había desprendido de su barco, poniendo oídos sordos a cuantas consideraciones pudieran apartarlo de su proyecto compró tranquilamente un pasaje para Santa Cruz de Tenerife en el primer correo que salía de La Habana a la Península con escala en Canarias. Compró también café y tabaco en abundancia, un sombrero de jipi, anteojos de hombre respetable y una cotorra que enseñó a carraspear dos octosílabos de su invención:
    Quiero vivir junto al Teide, y ver los barcos pasar...
    Don Aurelio Pérez Zamora, que escribió un libro muy curioso sobre la Perla de las Antillas, del cual he entresacado buena parte de estos datos, supone por allá a Cabeza de Perro enzarzado en otras actividades aún más protervas que las de su oficio, y las que, al propio tiempo, liquidé a su manera; en lo que hace a tal extremo, debo manifestar que no me ha sido posible confirmarlas. Sea como fuere, yo prefiero omitir su narración, porque las mismas entran en un sector ajeno al de mi obra, sector, por otra parte, ya bastante confuso e hiperbólico. Lo cierto es que Angel García rompió con su pasado y se embarcó en uno de aquellos mercantes que tanto había perseguido, rumbo a una nueva vida que creía alcanzar fácilmente, como si se pudiera cambiar de existencia como de ropa usada y maloliente. Por un resto de precaución o de pudor, no había querido salir del camarote mientras duró la travesía, que contaba por última en sus días y que, en efecto, así iba a serlo. El que en un tiempo anduvo como dueño soberbio de los mares se contentaba a la sazón con ver su antiguo reino a través de un tragaluz. Y sólo al acercarse al archipiélago, sintiendo ese llamado embrujador de la materna tierra, se atrevió a subir a cubierta y contemplar el edén que se ofrecía a sus ojos. Era en el mes de abril, y un tibio olor de cereales, de polen y de pastos venia de las islas próximas, casi al alcance de la mano. La tierra estaba allí: se divisaban los caminos de herradura, las huertecillas mínimas labradas en mosaico por todas las laderas... Y seguían llegando otros aromas familiares: el del granado en cada patio, el del gofio molido, el de los montes de su infancia, cuajados por esa época del año de retamas en flor... ¿Era que nunca había vuelto a iniciarse allí la primavera? ¿O era que las premuras y las incertidumbres de sus regresos nunca le habían permitido percibir esas cosas? No recordaba, no, haber sentido antes lo que ahora sentía, en paz consigo mismo y con el mundo. El extraño viajero respiraba la con los ojos cerrados, aquel aire balsámico que le era viejo y nuevo al mismo tiempo, que trascendiendo a intimidad le parecía descubrir con algún otro sentido estrenado también esa mañana. Y así, embriagado, alucinado, Angel García desembarcó en su país de origen por vez primera como pasajero y no como pirata. Desembarcó, cargando él mismo sus matules, su cotorra, sus sueños,... Echó a andar por la plaza, torpes los pies en los zapatos nuevos, en las losas urbanas. Su pergeño era exótico, grotesco, y por demás chocante. Ya con un cuerpo mal conformado, había tenido la insensatez de añadirse nuevas extravagancias; los pocos transeúntes volvían testas a su paso, los horteras se asomaban a las puertas de los comercios mascullando risas y cuchufletas. Y entonces sucedió algo imprevisto y al mismo tiempo natural: brotados nadie supo de dónde, surgieron de repente multitud de chiquillos callejeros -palanquines, que dicen en Canarias-, tropa menuda y alborotadora que no tardó en rodear al forastero. Detuvo éste su marcha de sonámbulo; aquel tropel se le venía encima como jejenes de las ciénagas tropicales; sus silbidos llamándose unos a otros, taladrando la plácida mañana, parecieron despertarlo, volverlo por vez primera a la realidad. Cabeza de Perro levantó lentamente su paraguas y comenzó a repartir golpes entre la chiquillería. En mala hora lo hizo; sus pequeños enemigos la emprendieron a pedrea limpia contra él, le arrebataron el paraguas, el sombrero, la jaula de la cotorra, dieron con su maltrecho cuerpo en tierra, y aun allí siguieron acribillándolo, clavándole sus mínimas ponzoñas, pateando su vientre, su cabezota inmóvil ya sobre los adoquines. En el sopor de su inconsciencia él los seguía viendo convertidos ahora en una ronda de pequeños diablos, bailando y chillando en torno suyo y todos con un solo rostro: el de la chiquilla ahogada aquella noche... Cuando acudieron los guardianes del orden e forastero estaba sin sentido, pero en su mano aprisionaba todavía un extraño cuchillo cuyo mango figuraba la cabeza de un perro. Al parecer lo había sacado ya en el suelo para defenderse. Y ni uno solo de los minúsculos atacantes pudo ser aprehendido entre la turba que huía dispersa, que se reintegraba a la nada de donde había brotado. Los guardianes se encogieron de hombros y cargaron con el herido, sin saber todavía a punto fijo dónde llevarlo. -A la comisaría- dijo uno. Y otro propuso: -Al hospital. El pisar de sus botas se perdía poco a poco en el paso de un coche, en los pregones mañaneros. Y en el suelo quedaron los matules, la cotorra en su jaula, que gritaba desesperadamente:

    Quiero vivir junto al Teide
    y ver los barcos pasar...

    Encierro y ajusticiamiento:
    Ya lo demás cayó por su propio peso. El singular cuchillo delató a quien lo había esgrimido, por ironías del destino, sin hacer blanco por primera vez. Y por primera vez sintió la mano de la Justicia sobre el hombro, quien por primera vez venía a su tierra como hombre de paz y no como pirata. Pero también por un designio misterioso e inapelable eran los niños los que le entregaban a la justicia de los hombres. Ellos habían decidido su suerte antes y ahora, habían puesto ante él una posibilidad de salvación, para hundirlo después en la más cruel desesperanza. La niña era vengada por los niños. Cabeza de Perro se sometió humildemente a su destino: no hizo nada por escapar a las sanciones que le esperaban, no movió un dedo para estorbar la consumación de su castigo. Y empezó el papeleo, las idas y venidas de alguaciles, actuarios, chupatintas, carceleros. Los olores que habían salido a recibirlo seguían acompañándolo hasta cierto punto. Filtrándose a través de los muros, atravesando el enrejado ojo de buey, solían visitarlo, conversarle de las faenas del campo, la recolecta del trigo, las uvas maceradas en el lagar. Eran cosas terrestres que nunca le habían interesado, pero las únicas que conseguían acercarse a su soledad. Por ella. supo el preso cuándo pasó la primavera y después el verano y el otoño. El invierno le sorprendió una tarde con un puñado de perfume: el de las flores del almendro. En cierta ocasión en que sus guardianes le dieron a beber vino en exceso, Cabeza de Perro pronunció unas palabras que darían mucho que hablar, y hasta que hacer. Dijo el pirata:
    -Si quisiera salvarme, bien podría. Tengo oro escondido, bastante oro, como para comprar la libertad por cara que me la vendan. Como para pagar por ella mi peso en oro puro...
    Pero como si hubiera dicho más de lo que quería; cayó de súbito en el más profundo de los mutismo,- De ahí en adelante fué difícil arrancarle palabra alguna. Con la enorme cabeza siempre caída sobre el pecho no dejó saber a nadie si era verdad o fanfarronería lo que dijo esa noche, espoleado por el tinto, brillantes las pupilas como dos tizones. Y así siguieron transcurriendo los meses y los años, y aunque se renovaban los olores cargados de noticias, él ya no los sentía. Y aunque otras veces empinó el codo en do masía, tampoco las palabras cabalísticas salieron de sus labios. Tenía el vino triste, pesado, silencioso, y al fin terminaron todos por aburrirse de él. En los últimos tiempos sus manos se emplearon en una actividad inusitada: con desechos de tea, un poco de bramante y otro poco de lienzo, con un mellado cortaplumas que a ratos le prestaba el carcelero, el feroz Cabeza de Perro se entretenía en fabricar la réplica de un barco en miniatura. Viendo el primor con que ajustaba jarcias y velas diminutas, le preguntaban para quién era aquel juguete. Y él respondía invariablemente, y era a lo único que respondía:
    -Para una niña que me llora dentro...
    Y era tan incongruente la respuesta tan imposible de ubicar niña alguna en aquella figura repelente, que muchos empezaron a decir que Angel García estaba loco. Fué también en esos mismos tiempos que le nació hijo varón a la reina viuda de seis meses, y alguien, mientras labraba su barquito, le deslizó junto a la oreja la posibilidad de pedir su perdón en gracia al fausto suceso. Pero el interesado no mostró el menor interés en el real a estaba dándole forma a la pequeña anda que era ya el colofón de s navío, y ni siquiera levantó la cabeza al murmurar para si mismo, con palabras que no eran en verdad las de un demente, aunque siguieron pareciéndolo:
    -No es ella quien puede perdonarme.
    Llegó por fin el día que tenía que llegar se dispuso la pública ejecución del pirata Angel García, más conocido por el sobrenombre de Cabeza de Perro, para el siguiente lunes a las cinco de la madrugada en los Molinos de los Anacletos. Y cuentan que al sacarlo de capilla, el sargento encargado de conducirlo le preguntó si tenía algo que decir o pedir como última gracia. Y el reo, asintiendo con la cabeza erguida ya, casi radiante, pidió dos cosas muy sencillas: que le dieran un buen habano para ir fumándolo por el camino... y que llevaran el barquito a la Virgen del Carmen de su pueblo.

    La historia es triste y deja a todos con una losa sobre el pecho. Alguien quisiera decir algo, pero no dice nada. Estamos en la casa del pirata, entre sus gruesos muros de más de medio metro de espesor. Las vigas del techo se ven ahumadas por las bujías que en otro tiempo alumbraron largas veladas, las veladas sin alba de su dueño. Hay dos habitaciones que se conservan como estaban entonces; en una de ellas una trampa disimulada desemboca por cinco o seis peldaños a un sotabanco húmedo y oscuro, comunicado con el exterior. Pero desde hace muchos años un portillo de hierro lo clausura. No llegamos a bajar. El aire se está haciendo irrespirable y el cónsul abre la ventana. Una ráfaga olorosa a los campos vecinos entra por ella, entra también una gaviota que tenía su nido en el alero. Entra el mar verde, soleado, eterno.
    Por él los barcos pasan. Siguen pasando como siempre. (Dulce María Loynaz. Un verano en Tenerife)

    * Cabeza de Perro. Por José Manuel Ledesma
    * El corsario Amaro Pargo
    * Mujeres piratas

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  12. Ataques a Gran Canaria (ss.XVI y XVII). Por Francisco Suárez Moreno:
    Los mares y el litoral de Canarias estuvieron sometidos a los peligros de corsarios y piratas. A lo largo de los siglos XVI y XVII estos solían utilizar los barrancos del despoblado poniente de Gran Canaria para sus aguadas. Ejemplo de ello tenemos la orden obispal de 1583 para el cierre de la ermita de San Nicolás por utilizarla como alojamiento los luteranos que recalaban en el puerto de La Aldea. O más concreto fue el desembarco de 500 hombres de Drake, el 8 de octubre de 1595, en Arguineguín, para proveerse de víveres y agua, que tuvieron que reembarcar por el ataque de las milicias insulares (RUMEU, 1947, T.II: 721-723). Aún la tradición oral mantiene relatos de tesoros enterrados como veremos más adelante. Por ello, a principios del siglo XVIII, dentro de un plan de fortificaciones de las costas canarias, el gobernador general de las Islas propuso al segundo marqués de Villanueva del Prado la construcción de un castillo en la costa de La Aldea, lo que no tuvo efecto por las pretensiones del marqués, a cambio de la obra, de obtener el título de Señor del lugar y desvincularse de la administración del Cabildo, de las milicias provinciales y de la propia jurisdicción de la Real Audiencia que quedaría como tribunal superior (SUÁREZ, 1990: p. 56). A medida que avanzaba el siglo XVIII se produjo cierta pacificación de los mares canarios lo que benefició al tráfico de cabotaje; no obstante se fueron dando ciclos de las guerras entre la Corona hispana y las potencias navales europeas enemigas que favorecieron la acción de sus corsarios, frente a la organización defensiva insular a cargo de los regimientos de milicias canarias.

    Regimiento de Guía:
    El sistema defensivo de este departamento marítimo quedó bajo el control del Regimiento de Guía organizado, según Hermosilla, hacia 1779, en 10 compañías de milicias distribuidas en cada uno de los pueblos de la jurisdicción, con un total de 870 hombres. Además se ejercía un sistema de vigilancia costero, al que estaba obligado a participar la población en turnos, sobre todo en las guerras con Inglaterra y Francia (1742-1743, 1761-1763, 1779-1783, 1793-1795, 1796-1800...). A tal efecto, desde la montaña de La Atalaya (Guía-Gáldar, fig. 2) se controlaba por el naciente la costa de Lairaga hasta el Vigía de La Isleta y por el poniente la panorámica que llegaba hasta el puesto de observación de la Degollada de Las Conchas sobre la punta de La Aldea. Aquí el campo visual se extendía más al Sur con sucesivas atalayillas situadas desde los riscos de Amurgar hasta Veneguera y Mogán, alertando de cualquier incidente a través de señales por hogueras. Otra atalaya muy estratégica, posiblemente utilizada desde la época aborigen es la situada en la degollada de Tirma, con amplia panorámica hacia el Norte y Sur. De ello nos habla con precisión, en 1779, Miguel Hermosilla: (...) Están dispuestas y vistas unas de otras de tal suerte qe al instante de hecha la señal pr cualquera de las atalayas inmediatas al mar toda la isla esta noticiosa de ello y se pone en armas (...). [DESCRIPCIÓN TOPOGRÁFICA, POLÍTICO Y MILITAR DE LA ISLA DE GRAN CANARIA, Cap. 15, fols. 42-43. El Museo Canario]

    Ataques a los puertos:
    La guerra mantenida por la Corona española contra la inglesa, en la década de 1740, determinó que el litoral de las Islas Canarias estuviera sometido a las constantes amenazas de corsarios de aquella potencia. Estas amenazas obligaron a una mayor alerta de tanto a las milicias como a los vecindarios costeros a mantener, durante toda la segunda mitad del siglo XVIII, un retén de vigilancia en las atalayas de los puertos. En 1742 se presentaron por estas costas varios buques ingleses en acciones aisladas, en una de las cuales estuvo a punto de ser capturado el mismo Comandante General, Andrés Bonito, cuando viajaba de Santa Cruz de Tenerife a Las Palmas, en un bergantín pilotado por un experto patrón, Sebastián Ortega, que conocedor de estos mares y costas, escapó de los corsarios acercándose al litoral y yendo a recalar en la bahía de El Confital. Al año siguiente se acercó una potente escuadra al mando de Carlos Windon que armó un gran revuelo entre la población con ataques a diversos pueblos. Sucesos análogos se repitieron hasta 1745 donde los puertos canarios del suroeste tuvieron que rechazar varios ataques ingleses.

    Entradas por Veneguera y puertos de las Calmas:
    La lejanía e incomunicación permitió desde los siglos XVI y XVII, varios desembarcos de marinos enemigos, en el poniente y sur de Gran Canaria. En lo que respecta a esta época, el 23 de diciembre de 1742, cuatro navíos ingleses fondearon en la playa de Veneguera e intentaron penetrar hacia el interior. Enterados los milicianos de La Aldea acudieron a su encuentro y cercándolos durante cinco horas, lograron rechazarlos tras haberles causado una baja y cinco prisioneros, que llevaron a la ciudad de Las Palmas, sin la menor incidencia entre los milicianos de este lugar (SUÁREZ MORENO, p. 65). Al año siguiente, según Miguel Hermosilla, dos corsarios ingleses desembarcaron por una de las playas del Suroeste donde con dos cañones y cuarenta hombres se fortificaron y mantuvieron todo el tiempo que necesitaron y emplearon en surtirse de agua sin q. por nuestra parte les pudiese desalojar. La actividad del corso y de los contrabandistas se mantuvo en los primeros años del siglo XIX. Por ejemplo en 1821, un bergantín con patente de corso de los independentistas venezolanos fondeó, en Arguineguín, para hacer agua tras haber capturado a tres barcos por el barlovento de la Isla (PAZ, 1994:35).

    Alarma y sangre en La Aldea:
    Por el mismo tiempo, esta vez por la playa de La Aldea, fue rechazada una nueva invasión de corsarios ingleses, como así lo contaron testigos de la época, en 1778, sin precisar fecha aunque es probable la de 1743 a 1745:

    En otra de-las imbaciones que aconteció por el Puerto pral. de-la propia Aldea con la misma nacion Inglesa, pretendiendo estos hacer desembarque, y tomar dos Barcos del tráfico de estas Islas, formaron los vecinos su Campo, en otro igual monte, fabricando de pronto sierta trinchera, que aunque no fuese la más fuerte, les preservaba de las-balas y dejandole viceras, asi pa. abvistar, como para hacer por ellas el tiro de-fucil, hirieron y mataron muchos ingleses,de-forma que les puso en la necesidad de retirarse, dejando encallados los barcos deste trafico, en cuyos Buquez, y bordes, se vio copiosa abundancia de sangre, por haverse executado en ellos los mencionados Ingleses. [A.H.N. SECCIÓN CONSEJO DE CASTILLA. leg. 1.349, fols. 60-61]

    Una escuadra del corso inglés en Agaete:
    Otro episodio tiene lugar, en 1745, en el puerto de Las Nieves (Agaete) cuando una escuadra de cuatro barcos corsarios ingleses, que había apresado dos balandras francesas y dos barcos canarios en la punta de Anaga, pretendió hacer su aguada, siendo rechazada, según Viera y Clavijo (1978: T.II, 162) por los milicianos de la comarca. El siguiente período de alarma costero tiene lugar entre 1797-1808, en el contexto de nuevas guerras europeas, donde tienen lugar apresamientos en el mar, a vista de los puertos de esta zona, en la travesía de Gran Canaria a Tenerife, uno de los cuales fue la captura por un corsario inglés del barco de pesquería el Nuestra Señora de Las Angustias, en 1800, que regresaba a Tenerife, frente mismo al puerto de La Aldea (SUÁREZ GRIMÓN, 1993:154). En este mismo contexto bélico, el comerciante Antonio Betancourt, escribe en su conocido diario que el 7 de noviembre de 1800 llegaron al puerto de Las Nieves, en un bote, la tripulación y pasajeros de un barco chino (entre otros el inquisidor don Cándido y tres hijos del Conde de la Vega Grande), que con bandera hispana, procedente de Santa Cruz de Tenerife y con destino a la Península, llevaba unos 300 prisioneros ingleses que se habían hecho, en estas aguas, con el control del buque: Se levantaron los ingleses y botaron una lancha a la mar y embarcaron al inquisidor y los hijos del conde, paje y algún otro pasajero (...) y milagrosamente llegaron al lugar de Gáldar, al puerto de las Nieves, con parte del equipaje, que el demás se lo llevaron los ingleses (...) [LOS "CUADERNOS" DEL COMERCIANTE DE LA CALLE DE LA PEREGRINA DON ANTONIO BETANCOURT..., 1996:255).
    Francisco Suárez Moreno El mar en el oeste de Gran Canaria
    www.infonortedigital.com

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  13. Francis Drake (Crowndale 1543-Portobelo 1596):
    Navegó desde muy joven, ingresó e la marina y se adiestró con John Hawkins. En 1558 se alistó en un mercante destinado al golfo de Vizcaya. En 1565 intentó un negocio en las Indias Occidentales, de acuerdo con el capitán John Lovel, pero su cargamento fue confiscado por los españoles. Su barco fue, en la expedición de John Hawkins a las Indias Occidentales, uno de los dos que pudieron escapar a la destrucción a manos de los españoles (1567). Después de efectuar dos viajes más a las Antillas, zarpó de Plymouth (1572), atacó con éxito el puerto colombiano de Nombre de Dios y capturó varios barcos españoles. Cruzando el istmo de Panamá hasta la divisoria de la cordillera, pudo ser el primer inglés que contemplara el Pacífico. En 1573 regresó a Inglaterra, donde equipó tres fragatas y se puso al servicio del conde de Essex, en sus ataques a Irlanda.

    Expedición de saqueo del mar del Sur:
    Al morir el conde de Essex, Drake regresó a Inglaterra y fue presentado a Isabel I, que aprobó su proyecto de penetrar en el mar del Sur y saquear las posesiones españolas. Recibió para ello cinco naves. En diciembre de 1577 zarpó con la escuadra hacia el río de la Plata. Al anclar en la Patagonia, la tripulación había esperado que la entretuvieran los gigantes que vomitaban bilis y se ataban los genitales, pero lo cierto es que cayó en una emboscada y sólo la salvó la rápida intervención de Drake...

    Ajusticiamiento de Thomas Doughty:
    Pocos días después le llegó el momento de disparar contra un compatriota inglés. Se rumoreaba de uno de los subordinados de Drake, un "caballero" llamado Thomas Doughty, que amenazaba con amotinarse. Estos rumores acabaron por llegar a oídos del capitán, el cual en seguida mandó llamar a Doughty y le pidió explicaciones. Es difícil saber con certeza lo que sucedió entonces, pues Doughty tenía muchos enemigos y el relato de cada uno es diferente, pero todos siguen una línea similar: Doughty admitió su culpabilidad ante el asombrado Drake, y éste le dio tres opciones: ser ejecutado, abandonado en tierra o devuelto a Inglaterra para que respondiera de las acusaciones ante un tribunal. Doughty no mostró la menor vacilación: "Manifestó que se inclinaba con todo su corazón por la primera de las opciones que le ofrecía el general... y sin perder un instante dio un paso adelante y se arrodilló, preparando al mismo tiempo el cuello para el hacha y el alma para el cielo". (Gilles Milton)

    El paso por el estrecho de Magallanes:
    Drake ya había ordenado abandonar las naves más pequeñas. Entonces, cuando navegaba bajo una tormenta, perdió de vista la segunda nave de su flota (en realidad, había virado para regresar a Inglaterra), dejando a su nave insignia sola y en un estado peligroso. Zarandeado "como una pelota golpeada por la raqueta". Con el Golden Hind se abrió paso por las costas de Sudamérica dedicado a la piratería. Saqueó las costas de Chile y Perú y cobró varias piezas, como el Cacafuego, que llevaba un cargamento de metales preciosos valorado en 150.000 libras esterlinas.

    Monumento a Drake en Devon "Por el Estrecho de Magallanes" pasó a este Mar del Sur un navío de ingleses corsarios y llego a las provincias de Chile y Puerto de Santiago a los cuatro de diciembre del año pasado de setenta y ocho y robó un navío con cantidad de oro que había en aquel puerto. Y en otro de los de esta costa hizo otros daños. Y a los trece de febrero llegó al de esta ciudad (Callao) estando descuidados de semejante novedad, porque habiendo tanto tiempo para darme los de la provincia de Chile aviso de esto; nunca se hizo con ocasión de estar el Gobernador en el estado de Arauco con la guerra y no se aventuraron los oficiales ni la ciudad a comprar un barco que me trajera esta nueva con que se hubieran escusado hartas pérdidas y gastos que han recrecido a Su Majestad y a los particulares, principalmente en un navío que robó el inglés con harta suma de plata que iba de esta ciudad al reino de Tierra Firme. Hanse hecho muchas diligencias para haber este corsario y enviado dos navíos de la Armada en su busca. Mas como la mar es tan ancha y él se ha ido con tanta priesa recorriéndola no ha podido ser hallado. Y lo que más se siente es la noticia que lleva tomado todo lo de acá y la facilidad con que se podía venir cada día y entrar por aquesa puerta del Estrecho que ya tienen sabida y reconocida". "Y porque por esa parte del estrecho es necesario ponerse ahora con tiempo y brevedad remedio, y en este negocio que no es sabido ni entendido, sería dificultoso, nos ha parecido enviar dos navíos fuertes, bien avituallados con buenos pilotos y marineros para que hagan este descubrimiento por esta parte de la Mar del Sur y vayan tanteando y mirando la parte y el lugar por donde con mayor comodidad se pueda hacer alguna población o fortaleza con artillería , previendo tomar aquella entrada antes de que los enemigos la ocupen para que ningún otro corsario pueda entrar, y para que reconozcan si por esta parte de la Mar del Norte haya alguna población de dichos ingleses y en que parte y lugar y en qué cantidad para que se provea lo que más al servicio de Su Majestad convenga". (Francisco de Toledo, Virrey del Perú. Carta al gobernador del Río de la Plata. 1579)
    (*)Fruto de estas medidas fue la fundación de los asentamientos "Nombre de Jesús" y "Rey Felipe" cuya población se fue extinguiendo por las duras condiciones climáticas. Sólo 18 supervivientes ven en enero de 1587 las figuras de tres buques que resultaron ser ingleses al mando del sangriento pirata Thomas Cavendish, que sólo embarca a tres españoles dejando a 14 hombres y 3 mujeres en el mayor desamparo. Cavendish parte rumbo a "Rey Felipe" para ver solo cadáveres en descomposición. Destruye lo que queda , rapiña enseres, cadenas, y se lleva la artillería destinada a impedir saqueos. Cavendish coloca una leyenda y rebautiza la ciudad "Port Famine" , cruza el estrecho y se dispone al saqueo de la costa del Pacífico.

    Después del saqueo de Chile y Perú, no pudiendo Drake seguir rumbo hacia el O por causa de los vientos desfavorables, continuó hacia el N, posiblemente hasta Washington, para regresar luego a California, a la que llamó Nueva Albión, dejó erigida en prenda una placa de metal, que fue descubierta en 1936 en la costa occidental de la bahía de San Francisco. Después de 36 días de exploración del territorio zarpó hacia occidente con rumbo hacia las Indias Orientales.

    Rumbo al oeste:
    Dirigió su buque hacia el oeste, en dirección a las Islas de las Especias, una travesía angustiosa, pues "no tuvimos a la vista nada más que aire y mar por espacio de sesenta días". Por fin, más de una generación después de que los portugueses hubieran zarpado por primera vez a las Indias Orientales, la nave inglesa avistó las frondosas costas de las Islas de las Especias.

    Regreso desde las islas de las Especias:
    Cuando Drake estuvo preparado para abandonar Ternate, su nave estaba tan cargada de mercancías, y el casco tan sumergido, que "fue preciso desarmarla enseguida en aguas poco profundas". Para aligerarla arrojaron al agua ocho cañones, seguidos de gran parte del metal y las legumbres, y finalmente tres toneladas del precioso clavo que habían comprado. Cuando subió la marea, la nave se alzó lentamente del bajío e inició la larga travesía de regreso a Inglaterra...

    Hizo escala en las Molucas, Java, cabo de Buena Esperanza y Sierra Leona. Regresó a Plymouth en septiembre de 1580, después de casi tres años de navegación que hicieron de él el primer circunvalador inglés del globo.

    Drake recibió una bienvenida de héroe. No sólo su buque, rebautizado como Golden Hind (Cierva dorada), estaba cargado de especias fragantes, sino que transportaba también "una muy rica carga de oro y plata, perlas y piedras preciosas", producto en su mayor parte del abordaje y saqueo de barcos españoles y portugueses. Hombres y mujeres acudieron en gran número para presenciar la llegada de la nave a Plymouth, y la misma reina Isabel subió a bordo en Deptford y confirió el título de sir a su valiente comandante. Pocos días después de su regreso, se componían canciones, sonetos, odas y poemas en honor de la histórica travesía. (Gilles Milton)

    Seguidamente zarpó con una flota de 25 barcos hacia las Antillas para dedicarse a la piratería contra los españoles. En 1585 se apoderó de Santo Domingo. A su regreso a Inglaterra, trajo consigo algunos colonos desanimados de Virginia y, probablemente, las primeras muestras de tabaco y patatas que conocieron los ingleses. En 1587 fue enviado a hostilizar y saquear algunos puertos españoles, singularmente el de Cádiz, al mando de una escuadra de 30 navíos. Incendió la mayor parte de los barcos que se encontraban en este puerto y se apoderó de un buque con rico cargamento de las Indias. Felipe II de España exigió reparaciones, pero Isabel de Inglaterra replicó armando caballero, en el puente de su navío, al célebre pirata.

    Desastre de la Armada Invencible La Armada Invencible (1588):
    Cuando los españoles enviaron al año siguiente su Armada Invencible contra Inglaterra, Drake luchó contra ella como vicealmirante en la batalla del Canal de la Mancha. Dirigió con acierto una de las divisiones de la armada Inglesa, mandada por lord Howard Effingham (1536-1624), a quien superaba con sus dotes de marino. Aprovechó la mayor maniobrabilidad de las naves inglesas y el mayor alcance de su artilleía. Desempeñó también un papel importante en la decisiva acción de Gravelinas.

    En 1589, con Norreys, atacó las playas de La Coruña con una potente escuadra y 20.000 hombres, pero el valor de los defensores, alentados por María Pita, le infligió una completa derrota. En 1595, promovido ya al empleo de Almirante por la reina Isabel, partió en su última expedición a las Indias Occidentales, intentó inútilmente tomar La Palma y después Puerto Rico. Hawkins murió en la empresa y Drake a su regreso a Europa, durante la travesía.

    Golden Hind Ataque de Drake a Las Palmas de Gran Canaria (1595):
    [Alonso de Alvarado] llegó a tiempo que la armada de Drake cuajaba los mares y amenazaba nuestras costas. Alvarado era digno de resistirle. Desde luego se aplicó a cubrir de trincheras la marina, a fortificar el puerto y prevenir socorros de las otras islas, haciendo que la Audiencia pidiese a Tenerife 400 hombres, de los cuales fue nombrado por jefe Alonso Cabrera de Roxas. El día 6 de octubre amaneció, en fin, sobre la ciudad de Las Palmas, en figura de media luna, el fuerte nublado que de diez años a aquella parte había estado rondando y amenazando las islas. Componíase la armada inglesa de 28 navíos con 4000 hombres de desembarco. Francisco Drake, su acreditado comandante, le formó en tres divisiones de esta manera: 15 navíos de guerra se pusieron enfrente del castillo de Santa Catalina, para cubrir las 27 lanchas que echaron con 500 hombres. Otros dos navíos las cubrían por la parte del castillo de La Luz, defendido por Constantino Cairasco; y los demás se arrimaron hacia aquel lado de la ciudad en donde está el fuerte de Santa Ana, mandado entonces por Fernando Lescano de Muxica. Como los enemigos hicieron el principal acometimiento por la caleta de Santa Catalina, se habían atrincherado allí hasta 800 milicianos del país, animados del intrépido gobernador. Por más descargas que dieron con su artillería y mosquetería los ingleses, no pudieron impedir que los isleños, auxiliados del fuego del fuerte de Santa Catalina y de dos únicas piezas de campaña, les detuviesen y maltratasen; de manera que, habiendo perdido ya mucha gente y viendo en términos de irse a pique cuatro de sus mejores buques, tomaron el partido de retirarse de aquel puerto, cuyos pasos eran tan peligrosos como denodados sus habitantes; bien que no acabaron de hacerse al mar sin disparar un espeso granizo de balas que por fortuna no ofendieron a ninguna persona de tantas como había en la ribera. Una cayó casi a los pies del obispo don Fernando Xuárez de Figueroa, en el sitio donde se había apostado con su clerecía, pero a todos los respetó. No escarmentado Drake todavía de los canarios, quiso hacer otra tentativa 5 leguas más adelante, en la rada desierta de Arguineguín y sacó a tierra una manga de 20 alabarderos por la parte llamada Melenara, a fin de hacer alguna aguada de que tenían necesidad. Al punto que los vieron ganaderos del contorno, corren a embestirles armados de piedras y garrotes, matan algunos, rinden dos prisioneros y los demás huyen precipitadamente a sus lanchas, juzgando que toda la isla se les echaba encima. Los prisioneros confesaron que la armada había perdido 200 hombres y cuatro de sus oficiales. Tal fue la honrosa defensa de Canaria, que dio cuenta Felipe III la Real Audiencia y que se celebraron en sus poemas dos autores : Lope de Vega en su célebre Dragontea, y nuestro Bartolomé Cairasco en su no menos célebre Templo Militante [...]

    [...] Ni es de olvidar en esta línea la hazaña de Antonio Lorenzo, noble vecino, regidor y capitán de infantería española de la Gran Canaria. Un bajes de guerra enemigo sorprende el puerto de La Luz en el mismo año de 1595 y saca otro navío que estaba allí cargado para la América. Sábelo Antonio Lorenzo, toma otra embarcación que había lista; sigue al enemigo, acométele, ríndele valerosamente y, quitándole la presa, vuelve al puerto con merecido aplauso. Pero quedaba todavía en Inglaterra otro hombre fatal que, con la misma habilidad de Drake, la misma práctica marítima y el mismo odio contra la España, ponía en nuevos cuidados nuestras islas. Era éste el conde de Essex, que, habiendo saqueado a Cádiz, hizo amago de echarse sobre las Canarias y la Madera (1596) con su armada victoriosa, compuesta de 190 velas. Porque, después de haberlas dividido en tres escuadras, se notó que la una de 50 buques había tomado el rumbo hacia el mar Atlántico. Al punto los avisos de Madrid; las cartas del conde de Portalegre, gobernador de Lisboa, que de orden del rey envió dos carabelas para que hiciesen centinelas en nuestras travesías; las provisiones de la Audiencia de Canaria; las disposiciones de los gobernadores y ayuntamientos. En nuestras noticias militares veremos con gusto las muchas que se dieron en Tenerife. A pesar de esta vigilancia, recaló sobre Lanzarote la escuadra enemiga del mando de Jorge de Cumberland; y como nos referimos en nuestro libro X, aseguró sus naves en Puerto de Naos, destacó al caballero Berkley con 500 hombres contra la villa abandonada, quienes batieron el castillo de Guanapay, hicieron alguna provisión de vino y queso, tuvieron varios reencuentros con los naturales y se reembarcaron admirados de su gentileza y agilidad en el manejo de las piedras y chuzos. De Lanzarote pasaron a la isla Tercera en las Azores y quemaron la población de Villafranca. (Viera y Clavijo)

    Juan Arecibia Cuando Drake atacó Las Palmas. Por Juan Arencibia:
    En 1595, una potente escuadra inglesa al mando de los piratas ingleses Drake y Hawkins atacó Las Palmas. La escuadra la componían 27 barcos, de los cuales seis eran de guerra, con una dotación de tres mil hombres. El 6 de octubre aparecieron frente a las costas grancanarias. Era gobernador de la isla Alonso de Alvarado, quien decidió plantarles cara con su reducida guarnición y escaso armamento. Encomendó la defensa de la ciudad al alcalde mayor y teniente gobernador, Antonio Pamochamoso. Las campanas de la catedral tocaron a rebato, cuatro compañías de milicianos de Infantería se concentraron en la Plaza de Santa Ana y después se dirigieron a las posiciones clave por donde pensaban que el enemigo pretendería desembarcar. Cruzaron las murallas y se dirigieron a los arenales. No tardaron en llegar otras compañías del interior de la isla, como la de Teror, Telde y Agüimes. 27 lanchas de desembarco, llevando a bordo unos mil cuatrocientos hombres se acercaron a tierra por la zona de Santa Catalina. Cuando los tuvieron a tiro, dispararon los defensores animados por Alonso de Alvarado que animaba a los suyos con exclamaciones como esta: ¡Canarios, canarios, que habéis de ganar mucha honra degollando al enemigo! ¡Yo he de ser el primero que he de arremeter al invasor, y no son necesarias más armas que las que tenemos, para éstos basta!. Nueve potentes cañones de la fortaleza de las Isletas también dispararon, aunque no en el momento y con la densidad de fuego debidas. Después lo harían mucho mejor. Lo cierto es que el fuego de los arcabuces y cañones desplegados en la orilla impidieron el desembarco de los ingleses. Fallaron en sus tres intentos. Dice un cronista que "los isleños pelearon con tal coraje, que muchos entraron en el mar hasta llegarles el agua a los pechos para herir a sus enemigos". Los ingleses terminaron retirándose. Lope de Vega inmortalizó esta defensa contra Drake en su poema La Dragontea. (Juan Arencibia)

    Tomé Cano :
    Capitán ordinario del rey, natural de las islas de Canaria, como se calificaba él mismo, y diputado de la universidad de mareantes de Sevilla; después de haber navegado por espacio de 54 años, compuso de orden los consejos de guerras e Indias una obra que intituló Arte para fabricar y aparejar naos de guerra y merchantes. En Sevilla, 1611, en cuarto. Está escrita en forma de diálogo, y los interlocutores son Tomé, Gaspar y Leonardo. A la página 44 expone, con expresiones enérgicas, cuál había sido el estado floreciente de la marina española en 1586, pues tenía más de mil naves de alto bordo; y cuánta era en sus días la decadencia, con utilidad de otras naciones, que se habían apoderado del comercio.

    * Ataques de Drake: La Palma (1585) | Panamá | La Gomera (1587)
    * Isabel I (1533-1603) | La Armada Invencible (1588) | John Hawkins (1532-1595) | Mujeres piratas

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  14. Sir John Hawkins (Plymouth, Devon 1532-Puerto Rico 1595):
    Comenzó su carrera en el comercio marítimo africano y pronto se convirtió en el principal comerciante de esclavos británico. Inició un conflicto con los españoles llevando esclavos de Guinea a las Indias. Tráfico prohibido a extranjeros no autorizados. Su primer embarque de esclavos (1562-1563) por cuenta de una sociedad londinense fue tan rentable que su segunda expedición (1564-1565) contó con la participación de un selecto grupo que incluía a la reina Isabel I. Su tercer viaje en compañía de Drake (1567-1569) acabó en desastre. Después de la venta en el Caribe se vieron obligados a tomar tierra en San Juan de Ulua, cerca de Veracruz, donde fueron sorprendidos por una flota española que hundió cuatro de los seis barcos. En 1571 ayudó a impedir una la conspiración que pretendía la sustitución de Isabel I por María Estuardo en el trono de Inglaterra. En 1577 Hawkins sucedió a su suegro, Benjamin Gonson, como tesorero de la marina. Más tarde (1589) asumiría nuevas responsabilidades como organizador. Destaca su labor de reconstrucción de viejos galeones y el diseño de barcos más rápidos y mejor artillados. Estas mejoras hicieron posible la victoria sobre la Armada Invencible (1588). A bordo del Victory, ocupó el tercer lugar en el mando durante el enfrentamiento con la Armada Invencible. Su participación en este acontecimiento le valió el ser nombrado caballero. Aunque carecía del genio estratégico de Drake, fue valeroso y supo aplicar sus conocimientos sobre los nuevos navíos. Fue el artífice de la estrategia de bloqueo en las Azores para interceptar los barcos españoles en su regreso de las Indias. En 1595, con 63 años de edad, partió junto con Francis Drake en una flota de 27 barcos para asaltar los puertos españoles en las Indias. Murió en la víspera de un ataque fracasado a Puerto Rico (12 noviembre 1595).

    Castillo de San Juan, S.C.Tenerife Hawkins en Tenerife (1560 y 1567). Por José Manuel Ledesma:
    A partir de 1598, una media mensual de tres navíos de corso británicos llegaban a los puertos de Santa Cruz y Garachico, suponiendo los robos y los rescates un gran detrimento para el comercio y la navegación de cabotaje. El pirata más representativo de esta primera época fue John Hawkins que, fingiendo ser un honrado comerciante de paños y vinos, llevó a cabo su primer viaje a Santa Cruz en 1560. Cuando regresó al año siguiente, comunicó al Cabildo que no se atrevía a descargar las telas que traía por temor a que fueran a imputarle el hurto de una nave de la carrera de Indias, pero debido a que la ropa llegaba oportunamente, se le aseguró que no había mala disposición en su contra. Repitió el viaje un año más tarde, llevándose de piloto al vecino de Santa Cruz Juan Martín -pues necesitaba un Maestre Canario como requisito legal para su entrada en Guinea- En esta localidad africana saqueó varios barcos portugueses, vendiendo luego lo substraído en Santo Domingo. Buscado y perseguido por sus fechorías, dos navíos suyos, con productos indianos, le fueron confiscados en Lisboa y Sevilla. En 1564 retornó a Tenerife; al conocer que no podía desembarcar en Santa Cruz lo hizo en Adeje, donde la familia Ponte lo recibió y agasajó durante una semana; no obstante, huyó al conocer que en La Laguna acaban de procesarlo por sus violentos actos en Berbería, Guinea y Las Antillas. El gobierno español, provisto de toda la documentación referente a las actividades de Hawkins, presentó su protesta en Londres donde le prometieron que esos desmanes no se repetirían. Pasados tres años (1567) los comerciantes ingleses le nombraron jefe de la mayor expedición mercantil vista en Canarias, siendo dos de estas naves propiedad de la Reina. Aunque la flota se mantuvo a distancia del puerto durante los cinco días de estancia en el fondeadero, el pirata recibió mantenimiento y la visita de numerosos amigos. El Gobernador, Vélez de Guevara, considerando que era difícil apresarlo, puesto que los navíos tenían una artillería superior a la de los Castillos y además no estaban a tiro, no ordenó nada en su contra, por lo que una vez conseguido su deseo de avituallamiento, Hawkins zarpó tranquilamente. (José Manuel Ledesma)

    La escala de 1563. Por Luis Cola:
    Hay un curioso capítulo de las "relaciones comerciales" hispano-británicas que tiene lugar durante la alcaldía de Juan Báez. Se trata de la inesperada visita que el pirata inglés John Hawkins realizó al puerto de Santa Cruz en junio de 1563, a su regreso de América, con el objeto de aprovisionar sus navíos, que había fondeado frente al Bufadero. El pirata no desembarcó, pero pidió a una barca española que venía de Canaria que solicitase en su nombre permiso para comprar víveres, lo que le fue concedido. Por el acuerdo alcanzado, no sólo comerciaron con Hawkins varios vecinos de Santa Cruz, sino incluso el beneficiario de su iglesia Mateo de Torres y el propio alcalde Juan Báez Cabrera. Por medio de barcas se le suministraron víveres, agua y quince barricas del apreciado malvasía tinerfeño, y los ingleses obsequiaron con un espléndido convite a bordo de sus barcos a los emisarios españoles. no es necesario señalar que cuando llegó la noticia de lo sucedido a las autoridades y al Santo Oficio, se produjeron denuncias de cuyo resultado no tenemos noticias. [...] Poco después, la tranquila vida del puerto se vería alterada por el revuelo producido por la recluta de un contingente de 300 hombres, a los que se unió otra partida de tropas reclutada en Canaria, que se embarcaron en socorro del marqués de Lanzarote, Agustín de Herrera, cuya isla sufría el ataque de los corsarios de Fez. En esta época eran tan habituales las correrías e incursiones de los piratas berberiscos a las islas orientales, como las de los canarios a las costas africanas en busca de botín y rehenes. Sólo el propio Agustín de Herrera llegó a realizar, al menos, catorce de dichas incursiones o cabalgadas. (Luis Cola Benítez)

    Sir Richard Hawkins (1562-1622):
    Hijo de John Hawkins y continuador de la actividad de su predecesor. Después de un viaje a Brasil con su tío acompañó a Drake en una operación de ataque a los establecimientos españoles en las Antillas y Florida. Hizo el viaje de regreso en compañía de los colonos que Sir Walter Ralegh había trasladado a Roanoke. Participó en el ataque de la Armada Invencible (1588) al mando del buque Swallow. Dos años más tarde Acompañó a su padre en el intento de capturar la flota de Indias en las costas de Portugal. Esta primera prueba para apropiarse de las riquezas americanas durante su traslado a la Península no tuvo éxito. En 1593, a bordo del buque bautizado Dainty por la reina Isabel, embarca en una larga expedición pirata a las costas sudamericanas. Tras atravesar el estrecho de Magallanes saqueó Valparaíso. Fue atacado por seis barcos españoles y se vio obligado a rendirse. Estuvo tres años preso en Perú y fue liberado en 1602 a cambio de un rescate de 3.000 libras. En 1603 fue nombrado caballero por Jaime I. Dedicó dos años a escribir Observation on His Voyage into the South Seas. En 1620, a la edad de 58 años, comandó una expedición contra los piratas berberiscos en las costas mediterráneas del norte de Africa sin gran éxito.

    * La Armada Invencible | Ataque de Drake a La Palma | Francis Drake | Mujeres piratas

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  15. Sir Richard Grenville (1541-1591):
    Descendiente de una conocida familia de marinos de Cornwall, su padre sirvió en 1545 al mando del Mary Rose, barco en el que murió. Fue un joven agresivo que mató a un hombre en una pelea callejera y luchó contra los turcos en Hungría. Se trasladó a Munster en Irlanda y se unió a los planes de establecimientos en nuevas tierras de Sir Humphrey Gilbert. No parece que participara en ningún viaje hasta que en 1585 se pone al frente de una expedición de siete navíos y 300 colonos que se dirigieron a fundar establecimientos en Virginia. Su primo Sir Walter Raleigh le encomendó este viaje cuyo desembarco tuvo lugar en la isla Roanoke, actualmente Carolina del Norte. A su vuelta se enfrentó con un barco español que regresaba desde Santo Domingo. Regresó con provisiones a Virginia en 1586 y no encontró a ninguno de los colonos, que habían sido recogidos por Drake en un estado lamentable. A su vuelta saqueó las Azores, capturó a muchos españoles y se creó una imagen de extrema violencia. En 1588 sus barcos pasaron a estar bajo el mando de Drake durante los preparativos para la defensa contra la Armada Invencible. Después de este fallido intento de invasión de Felipe II, fue destinado a proteger las costas irlandesas junto con Raleigh.

    La expedición de las Azores (1591):
    Acompañó como segundo en el mando a Lord Howard en su intento de captura de la flota de Indias. Los 16 barcos británicos se apostaron en diferentes lugares alrededor de las Azores. Fueron alertados de la llegada de un grupo de 53 barcos españoles enviados a la zona para proteger la llegada de la flota. Estos barcos eran principalmente de avituallamiento acompañados de 20 buques de combate. Ante la diferencia de la fuerzas enfrentadas Howard, que estaba anclado al norte de Flores, dio la orden de retirada. Grenville, desobedeciendo las órdenes recibidas, retrasó demasiado el embarque de sus hombres que se recuperaban en tierra y la salida de la isla. El Revenge intentó atravesar inútilmente el grupo de barcos españoles pero fue cercado y abordado. La lucha fue tan intensa que sólo 20 de los 150 tripulantes quedaban con vida cuando el Revenge fue rendido. Grenville Murió días después, a causa de las heridas recibidas, a bordo de la nave capitana española San Pablo. Una tormenta hundió el Revenge junto con otros barcos españoles.

    A Ballad of The Fleet. Alfred Tennyson:

    At Flores in the Azores Sir Richard Grenville lay,
    And a pinnace, like a fluttered bird, came flying from far away:
    'Spanish ships of war at sea! We have sighted fifty-three!'
    Then sware Lord Thomas Howard: ''Fore God I am no coward;
    But I cannot meet them here, for my ships are out of gear,
    And half my men are sick. I must fly, but follow quick.
    We are six ships of the line; can we fight with fifty-three?'

    Then spake Sir Richard Grenville: 'I know you are no coward;
    You fly them for a moment to fight with them again.
    But I've ninety men and more that are lying sick ashore.
    I should count myself the coward if I left them, my Lord Howard,
    To these Inquisition dogs and the devildoms of Spain.'

    So Lord Howard passed away with five ships of war that day,
    Till he melted like a cloud in the silent summer heaven;
    But Sir Richard bore in hand all his sick men from the land
    Very carefully and slow,
    Men of Bideford in Devon,
    And we laid them on the ballast down below;
    For we brought them all aboard,
    And they blest him in their pain, that they were not left to Spain,
    To the thumbscrew and the stake, for the glory of the Lord.

    He had only a hundred seamen to work the ship and to fight,
    And he sailed away from Flores till the Spaniard came in sight,
    With his huge sea-castles heaving upon the weather bow.

    'Shall we fight or shall we fly?
    Good Sir Richard, tell us now,
    For to fight is but to die!
    There'll be little of us left by the time this sun be set.'
    And Sir Richard said again: 'We be all good English men.
    Let us bang these dogs of Seville, the children of the devil,
    For I never turned my back upon Don or devil yet.'

    Sir Richard spoke and he laughed, and we roared a hurrah, and so
    The little Revenge ran on, sheer into the heart of the foe,
    With her hundred fighters on deck, and her ninety sick below;
    For half of their fleet to the right and half to the left were seen,
    And the little Revenge ran on through the long sea-lane between.

    Thousands of their soldiers looked down from their decks and laughed,
    Thousands of their seamen made mock at the mad little craft
    Running on and on, till delayed
    By their mountain-like San Philip that, of fifteen hundred tons,
    And up-shadowing high above us with her yawning tiers of guns,
    Took the breath from our sails, and we stayed.

    And while now the great San Philip hung above us like a cloud
    Whence the thunderbolt will fall Long and loud,
    Four galleons drew away
    From the Spanish fleet that day,
    And two upon the larboard and two upon the starboard lay,
    And the battle-thunder broke from them all.

    But anon the great San Philip, she bethought herself and went
    Having that within her womb that had left her ill content;
    And the rest they came aboard us, and they fought us hand to hand,
    For a dozen times they came with their pikes and their musketeers,
    And a dozen time we shook 'em off as a dog that shakes his ears
    When he leaps from the water to the land.

    And the sun went down, and the stars came out far over the summer sea,
    But never a moment ceased the fight of the one and the fifty-three.
    Ship after ship, the whole night long, their high-built galleons came,
    Ship after ship, the whole night long, with her battle-thunder and flame;
    Ship after ship, the whole night long, drew back with her dead and her shame.
    For some were sunk and many were shatter'd, and so could fight us no more -
    God of battles, was ever a battle like this in the world before?

    For he said 'Fight on! fight on!'
    Though his vessel was all but a wreck;
    And it chanced that, when half of the short summer night was gone,
    With a grisly wound to be dressed he had left the deck,
    But a bullet struck him that was dressing it suddenly dead,
    And himself he was wounded again in the side and the head,
    And he said 'Fight on! fight on!'

    And the night went down, and the sun smiled out from over the summer sea,
    And the Spanish fleet with broken sides lay around us all in a ring;
    But they dared not touch us again, for they feared that we still could sting,
    So they watched what the end would be.
    And we had not fought them in vain,
    But in perilous plight were we,
    Seeing forty of our poor hundred were slain,
    And half of the rest of us maimed for life
    In the crash of the cannonades and the desperate strife;
    And the sick men down in the hold were most of them stark and cold,
    And the pikes were all broken or bent, and the powder was all of it spent;
    And the masts and the rigging were lying over the side;
    But Sir Richard cried in his English pride:
    'We have fought such a fight for a day and a night
    As may never be fought again!
    We have won great glory my men!
    And a day less or more
    At sea or ashore,
    We die - does it matter when?
    Sink me the ship, Master Gunner - sink her, split her in twain!
    Fall into the hands of God, not into the hands of Spain!'

    And the gunner said 'Ay ay,' but the seamen made reply:
    'We have children, we have wives,
    And the Lord hath spared our lives.
    We will make the Spaniard promise, if we yield, to let us go;
    We shall live to fight again and to strike another blow.'
    And the lion there lay dying, and they yielded to the foe.

    And the stately Spanish men to their flagship bore him then,
    Where they laid him by the mast, old Sir Richard caught at last,
    And they praised him to his face with their courtly foreign grace.
    But he rose upon their decks and he cried:
    'I have fought for Queen and Faith like a valiant man and true.
    I have only done my duty as a man is bound to do.
    With a joyful spirit I, Sir Richard Grenville, die!'
    And he fell upon their decks and he died.

    And they stared at the dead that had been so valiant and true,
    And had holden the power and the glory of Spain so cheap
    That he dared her with one little ship and his English few;
    Was he devil or man? He was devil for aught they knew,
    But they sank his body with honour down into the deep,
    And they manned the Revenge with a swarthier alien crew,
    And away she sailed with her loss and longed for her own;
    When a wind from the lands they had ruined awoke from sleep,
    And the water began to heave and the weather to moan,
    And or ever that evening ended a great gale blew,
    And a wave like a wave that is raised by an earthquake grew,
    Till it smote on their hulls and their sails and their masts and their flags,
    And the whole sea plunged and fell on the shot-shattered navy of Spain,
    And the little Revenge herself went down by the island crags
    To be lost evermore in the main.

    * Establecimientos británicos en América
    * Sir Francis Drake (1543-1596)
    * Piratas británicos

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  16. Walter Raleigh (Devonshire 1552-Londres 1618):
    Explorador, soldado, pirata, cortesano, parlamentario, poeta, historiador y hasta químico. Tras su desastrosa incursión en el Orinoco escribió uno de los grandes libros de viajes en lengua inglesa The Discoverie of the Large, Rich, and Beautiful Empire of Guiana, with a Relation of the Great an Golden Citie of Manoa, wich the Spaniards call El Dorado. Sus numerosas traducciones dieron nuevo impulso a la leyenda de El Dorado. Acuñó una a frase anunciadora del imperio marítimo inglés: Quien posee el mar, posee el mundo entero. El romanticismo inglés lo convertiría en figura ideal. Se dice que inventó la costumbre de arrojar la capa sobre el barro al paso de las damas. Nació en 1552 en la granja de Hayes, junto a la punta de Budleigh Salterton en la costa de Devonshire, hijo de Walter Raleigh de Fardell, hidalgo campesino y de su tercera esposa Katherine Champernoum, hija de sir Philip Champernoum de Modbury. Hizo sus estudios en el Oriel College de Oxford.

    Accidentada vida de armas:
    En 1569 formó parte del ejército hugonote francés combatiendo en las famosas guerras de religión, tomando parte en la batalla de Jarnac y en la noche de San Bartolomé; en 1576 volvió a Inglaterra y en 1577 a los Países Bajos para luchar en favor de Guillermo de Orange; en 1578 fletó un barco asociado a su hermanastro Humphery Gilbert.

    Detalle mapa Virginia 1588 [...] aunque su objeto era capturar galeones españoles, pero sin resultado quedaron arruinados. Se trasladó a la corte y con la protección de los condes de Leicester y Oxford, consiguió el mando de una compañía de infantería al frente de la cual se batió en 1580 en Irlanda, sofocando una rebelión y dándose a conocer por su crueldad. Muy bien acogido en la corte, a partir de 1582 empiezan a llover sobre él pensiones, honores y cargos, y entre las dádivas que la Reina Isabel concedió a este favorito está la posesión de Durham House, residencia principesca. Fue capitán de guardias de la Reina, Vice-Almirante, etc., y en los años de su privanza desarrolla su actividad colonizadora y a él se debe la introducción del tabaco y la patata en Inglaterra. En 1589 empieza a declinar su buena estrella pues se vio suplantado en los favores de la Reina por el Conde de Essex y desde entonces hasta 1598 tomó parte en diversas expediciones marítimas. En 1592 fue encerrado en la Torre de Londres por haber seducido a Elizabeth Throgmorton, dama de la Reina, y no salió hasta no haberse casado con ella.

    Piratería:
    En 1594 preparó la primera expedición a la Guayana; zarpó la flota de Plymouth el 6 de febrero de 1595 con dirección a Canarias y estuvo merodeando por la isla de Tenerife, marchando luego a Fuerteventura, donde desembarcó, hizo aguada, robó ganado y el 20 de febrero capturó dos navíos en una caleta de esta isla, uno cargado de armas de fuego y otro de vinos del país, marchando luego con dirección a la Guayana. Tomó parte en 1596 en la expedición contra Cádiz donde resultó gravemente herido y en 1597 se apoderó de Fayal, agriándose una vez más las relaciones con Essex, entablándose entre ambos un duelo a muerte que sólo terminó con la ejecución de éste en 1601. Dos años después falleció la Reina Isabel sucediéndole Jacobo I cuyo advenimiento señaló el término de su preponderancia; fue encerrado en la Torre de Londres y murió decapitado el 29 de octubre de 1618. (J.M. Pinto y de la Rosa. Antiguas fortificaciones de Canarias)

    Cronista El informante español:
    En esa época [1592] habla con un prisionero español y le escucha con mucha atención. Se trata de Pedro Sarmiento de Gamboa, soldado y cronista de la guerra contra Tupac Amaru. Y aquí comienza a dar vueltas a su cabeza una idea: recuperar el favor de Isabel. Así que moviendo todas sus influencias promete a la reina unas Indias para su majestad, mejores que cualesquiera tenga el rey de España. En 1593 las expediciones financiadas por Raleigh intentan encontrar un paso al norte y toman posesión de las desoladas y frías costas de Terranova, fundando la colonia de Virginia que fracasó en poco tiempo. Pero aquello no eran las indias que había prometido. Así que en febrero de 1595 decide entrar en acción él mismo. Al mando de cinco navíos, con tripulaciones veteranas y más de cien soldados escogidos, partió del puerto de Plymouth en busca de la Ciudad Dorada, internándose en el Orinoco. Sus barcos, de bajo calado, siguieron la corriente principal entre vegetación tropical y bandadas de caimanes. Y como era de esperar, no llegó a ningún sitio. Para agosto de ese mismo año regresa a Inglaterra derrotado y reducido a la mendicidad. (Manuel Maestro)

    costa del Caribe La búsqueda de Eldorado:
    [...] Otros aventureros españoles siguieron a Pizarro y Orellana, ampliando el recorrido de su misión de descubrir Eldorado por los ríos Amazonas y Orinoco. Entre ellos, el expedicionario más persistente fue Antonio de Berrío, gobernador de una vasta franja de tierra entre los dos ríos. Al igual que otros que partieron antes que él, Berrío estaba convencido de que Eldorado estaba en un lago enclavado en la cima de una montaña. Pero él afirmaba que los incas, al ser derrotados, no fueron al Guatavita, sino a un lago en las montañas de Guayana, donde fundaron una fabulosa ciudad, Manoa, de la que se contaba que incluso sus calles estaban pavimentadas con oro. Entre 1584 y 1595, Berrío comandó tres expediciones a Guayana. En la tercera prosiguió hasta la isla de Trinidad, donde se encontró con sir Walter Raleigh, quien trataba de restaurar su mermada reputación de colonizador. Durante una ronda de bebidas, el inglés sonsacó a de Berrío el secreto de Eldorado, aprisionó temporalmente al español y regresó a Inglaterra para describir las bellezas de Manoa y Eldorado, como nombró al reino del hombre de oro. Raleigh no necesitó ver para creer a pie juntillas que las riquezas de Eldorado eran mayores que las del Perú. Ciertamente, escribió, "por su grandeza, por sus riquezas y por su excelente situación, (Manoa) excede con mucho a cualquier otra del mundo..." Pero el libro de Raleigh sobre Guayana no despertó interés y su propio intento de llegar a Eldorado también fracasó.

    * Establecimientos británicos en América | Sir Francis Drake (1543-1596) | Piratas británicos

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  17. Sir Henry Morgan (Llanrhymni, Gales 1635-Port Royal 1688):
    Hijo del granjero Robert Morgan, de Monmouthshire. Siendo un muchacho fue raptado en Bristol, enviado a Barbados y vendido como esclavo al dueño de una plantación. Leyes inglesas de mediados del s. XVII posibilitaban unas relaciones laborales que se asemejaban a la esclavitud. Este episodio de su vida lo negó siempre e incluso ganó un juicio por libelo a William Crooke, editor de un libro que así lo aseguraba (The Buccaneers of America, escrito por Henri Esquemelin y de gran éxito comercial).

    En 1654 Oliver Cromwell preparó la invasión de Haití y mientras la flota permanecía en Barbados Henry escapó de su propietario y a sus 19 años fue reclutado. El 31 de marzo de 1655, la flota de 34 barcos y 8.000 soldados inició la toma de Santo Domingo que resultó un fracaso para los atacantes. Dos semanas más tarde los ingleses tomaron el enclave menor que era la Jamaica española. En tiempos de Carlos II, para incrementar la defensa de la isla, se ofrecen patentes de corso a los piratas que operaban en la zona desde Jamaica. Morgan adquiere experiencia ejerciendo la piratería a bordo de barcos con base en Port Royal.

    Christopher Mings Primeras operaciones con base en Jamaica:
    En el primer documento que menciona a Morgan se le identifica como capitán de uno de los barcos que navega bajo la patente de corso otorgada a Sir Christopher Mings. Pirata que había participado en la invasión de Jamaica y que en un afortunado asalto, había robado un millón y medio de piezas de a ocho a los españoles. En 1666 consigue el mando de su propio barco y pronto organiza operaciones de varios barcos piratas que actúan sobre Puerto Príncipe y Portobelo. El saqueo de Portobelo fue particularmente brutal cometiéndose a gran escala, violaciones, torturas y asesinatos. Los planes de Morgan se coordinaban con el gobernador de Jamaica, a quien correspondía una parte del botín, al igual que a Carlos II.

    Sir Henry Morgan Portobelo (1668):
    Morgan intentó tomar Portobello al mando de nueve bajeles; el castillo de Santiago, una de las fortalezas de la plaza, cayó, pero para tomar la fortaleza de San Jerónimo tuvo que recurrir a medios menos militares. Sacó de los conventos a los curas y monjas y los utilizó como escudo; pudo tomar el fortín y señorear la villa y su puerto durante unos días. Saqueos, incendios, violaciones y pillajes de toda clase se sucedieron. Finalmente, pidió 150.000 pesos y abandonó la plaza.

    Maracaibo (1669):
    En 1669 se introdujo con 400 hombres en el lago Maracaibo a bordo de pequeños barcos. Los barcos españoles se hicieron a la mar y Morgan se detuvo en el lugar algunas semanas torturando a los civiles y tratando de obtener una rescate por la entrega de la ciudad. Sólo pudo obtener 5000 piezas de a ocho porque el pirata francés L'Ollonais tuvo gran éxito saqueando la ciudad tres años antes. Apostados en la salida al Caribe, tres galeones españoles comandados por Alonso del Campo, el Magdalena, Luis y La Marquesa. Morgan lanzó un pequeño barco contra el Magdalena y varios tripulantes encendieron mechas y se lanzaron al agua. Se produjo una explosión que hundió el Magdalena. El capitán del Luis, ordenó una torpe maniobra y chocó contra unos bajos. Los piratas se aprestaron a rodear a La Marquesa que resultó apresada tras una sangrienta lucha. Morgan ordenó un asalto frontal a la fortificación española que custodiaba el estrecho. En el primer asalto perdió 30 hombres. Luego ordenó que los hombres embarcaran en lanchas y simularan un desembarco fuera de la vista de los españoles, quienes temiendo un ataque por tierra cambiaron la orientación de los cañones y Morgan pudo escapar.

    En el año 1670, España reconoció la posesión de Jamaica por parte de los ingleses y lo aceptó como un hecho consumado. Esta claudicación animó aún más las ansias del corso, incitándole a probar suerte en el golfo de México. Las costas de Yucatán y de Veracruz fueron escenario de múltiples saqueos.

    Sir Henry Morgan La toma y destrucción de Panamá (1671):
    El gobernador de dicha plaza, Agustín de Bracamonte, pidió un día a Morgan una de las armas con las que se había tomado Portobello. Morgan le envió una pistola con sus balas y el siguiente mensaje: "Guárdela un año, pasado el cual le prometo que iré a buscarla a Panamá". -"No se tome el trabajo de venir a Panamá, porque aquí no le irá tan bien como en Portobello". La respuesta, que iba acompañada de una sortija, debió parecerle insolente al corsario, quien decidió solemnemente cumplir su promesa.
    A finales de 1670 partió para Panamá con 35 barcos y 2000 piratas ingleses y franceses, lo que suponía una ataque pirático sin precedentes. La toma del primer fuerte le costó 200 muertos y muchos heridos. El desplazamiento posterior a través de la selva que ordenó, resultó ser demasiado cansado y poco sorpresivo. La ciudad estaba defendida por 500 hombres a caballo y 2000 de a pie, al mando del gobernador don Guzmán y formados por esclavos y milicianos mal entrenados. Los toros bravos preparados para ayudar en la defensa no resultaron nada efectivos. El desafortunado ataque frontal de los españoles a caballo fue disuelto en dos cargas de mosquetes. El fuego declarado por motivos desconocidos convirtió en cenizas las sedas y especias almacenadas. Los asaltantes acamparon 28 días torturando civiles para encontrar riquezas escondidas. Cuando decidieron marcharse, Panamá quedó reducida a cenizas y hubo que edificarla totalmente de nuevo dos años más tarde. El botín resultó ser de sólo 200 piezas de a ocho por pirata. Ante la amenazante reacción española Carlos II lo alojó en una confortable prisión temporal y más tarde lo nombró caballero y gobernador de Jamaica.

    Cargos oficiales:
    En la última etapa de su vida, Morgan cambió por completo de actividad, dedicándose a cargos más pacíficos y honorables. Precisamente porque Inglaterra siempre había visto con buenos ojos las actividades del pirata, que entraban de lleno en sus planes políticos, no tuvo inconveniente en encargar a Morgan de la gobernación de la isla de Jamaica. Una vez en su respetuoso cargo, el viejo pirata persiguió tenazmente a todos cuantos se dedicaban a sus mismas actividades de antaño. Nunca más volvió a hacerse a la mar. Hasta su muerte (25 de agosto de 1688), vivió una confortable vida en Port Royal.

    Piratería. s.XVIII:
    Con la retirada de Morgan se entra de lleno en la piratería del s.XVIII, que tiene como característica su tono oficial mucho más declarado que en la centuria anterior. Luis XIV elaboró un plan muy parecido al "western desing" cromwelliano y encargó de realizarlo al barón de Pointis. Secundaban a éste 10.000 hombres a bordo de 22 navíos; se trataba de apoderarse de la fortaleza de Boca Chica. La empresa venía financiada por un grupo de armadores de rest, pero la puesta en práctica quedó interrumpida por la paz firmada entre España y Francia. Introducidos los Borbones en el trono español, Inglaterra se decidió a atacar a las dos potencias aliadas en sus dos frentes, el norteamericano, donde estaban las posiciones francesas, y el antillano, puerta grande de la América española. El peligro inglés fue poco a poco tomando cuerpo, trazándose planes oficiales que distaban mucho de ser las empresas particulares de siglos anteriores. Lo que se pretendía era yugular el Imperio Hispánico a través de Panamá. Interesaba la vía del istmo, a lo largo del río San Juan, con el fin de cortar en dos el gran cuerpo del Imperio. Pretendían, contando con la financiación de un banquero escocés llamado Patterson, abrir un canal de océano a océano. Inglaterra tenía planteados en Norteamérica problemas inaplazables con los franceses por lo que el plan no siguió adelante, ni tampoco el ritmo de ataques a otras posesiones españolas. Los ingleses consiguieron pocos años después (1763) arrinconar a los franceses en el Canadá, pasando ellos a controlar las inmensas tierras del continente norteamericano. España, unida por pactos de familia con los Borbones, ayudó a Francia, pero no se pudo impedir que el Imperio Francés en América quedase completamente arruinado.

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  18. William Kidd (Greenock 1645-Londres 1701):
    Nació en Escocia alrededor de 1645, posiblemente en Greenock. Se hizo a la mar siendo un muchacho y emigró a América. En la década posterior a 1690 vivía en Nueva York. Poseía su propio barco mercante y en 1689 se distinguió como capitán al servicio del rey contra Francia en las Indias Occidentales. Prosperó y quedó bien situado casándose con una viuda inglesa, Sarah Oort, que poseía propiedades heredadas de sus dos anteriores maridos. Se introdujo en política y conoció al coronel Benjamen Fletcher, gobernador de Nueva York, conocido por sus tratos comerciales con piratas. Para terminar con la piratería en la costa, el rey nombró gobernador al conde de Bellmont. El capitán Kidd se encontraba en Londres en 1695 con su sloop Antegoa. El neoyorquino Robert Livingston le propuso el negocio de capturar piratas y sus botines. Lord Bellmont, que se encontraba en su residencia de Londres, les presentó a personas influyentes que pudieran financiar la empresa. Así entraron en contacto con amigos cercanos del rey, Sir John Sommers, el Lord canciller duque de Shresbury, el secretario de estado Sir Edward Russell, Lord Oxford, el conde de Rommey. Los bienes capturados serían divididos y un 10 por ciento era para la Corona, un 60 por ciento para los financieros de Bellmont y el restante 15 por ciento para Livingston y Kidd. Se le suministró una patente de corso autorizándolo a capturar bienes pertenecientes a los enemigos franceses. También la corona le encomendó la misión de apresar piratas, barcos y mercancías con la advertencia de no molestar a amigos y aliados. William Kidd trató de abandonar la empresa en sus comienzos pero fue presionado por sus influyentes financieros, quienes prometieron respaldarlo. Kidd tuvo que vender su barco para aportar su parte de los gastos y comenzó su empresa a bordo del barco the Adventure Galley. Tomó como tripulación a hombres con familia como precaución para que no tuvieran la tentación de dedicarse a la piratería. Su primer incidente desafortunado sucedió cuando omitió saludar a un barco de la Marina que hizo fuego para que mostraran respeto. Sus hombres respondieron mostrando el trasero con el resultado de que fueron abordados y la Marina sustituyó a su tripulación por hombres rechazados para el servicio. Regresó a Nueva York y reclutó el resto de su tripulación entre hombres en situación desesperada. Después de un año en el mar no habían conseguido ni una presa y la tripulación comenzó a especular con dedicarse a la piratería. En abril de 1697 ancló en el mar Rojo aguardando el paso de un barco francés o pirata. Tras una espera de tres semanas atacaron un barco mercante moro. El barco "Spectre", al mando del capitán Barlow, que hacía de escolta a la flota del mercante, hizó el pabellón inglés y disparó sobre el Adventure Galley. Cuando Edward Barlow llegó a Karwar el 14 de octubre describió a Kidd en su informe como convertido en pirata. En noviembre Kidd tuvo que amenazar a su tripulación para evitar un motín. Había aparecido un mercante con bandera inglesa que deseaban abordar. En un enfrentamiento con William Moore, Kidd le golpeó con un cubo en la cabeza y murió al día siguiente. El primer botín logrado dos años después fue el barco árabe Maiden al que renombraron November. Kidd pensaba que había obrado dentro de la ley porque el capitán holandés había mostrado pases franceses. Después de la Navidad de 1697 capturaron un barco árabe que había partido de Malabar y un barco portugués con productos de las Indias Orientales. El 30 de enero de 1698 capturaron el Quedah Merchant capitaneado por un inglés llamado Wright. Mostrando bandera francesa abordaron la presa que les mostró pases franceses. La tripulación se negó a devolver el barco cuando se descubrió su verdadera identidad. Trece miembros de la tripulación desertaron en Culliford, incuído Robert Bradinham y Joseph Palmer, quien testificó contra Kidd en su juicio. Su tripulación quemó el November y encerraron a Kidd en su camarote. Tras la rendición de Kidd, vaciaron el Adventure Galley que presentaba peligrosas vías de agua, permanecieron en el Quedah Merchant, reclutaron una nueva tripulación y regresaron a casa con el botín. Una flota inglesa había sido enviada para su captura. Un perdón fue ofrecido a todos los piratas excepto a Kidd y otros dos. Después de tres años en el mar, regresó con su mujer e hijas y el gobernador Bellmont lo arrestó y encerró en la prisión de Stone. En marzo de 1701 compareció ante la Cámara de los Comunes que recomendó que fuera llevado a juicio el 8 de mayo. No le fue permitido declarar en su favor. La primera sentencia recibida fue la de culpable del asesinato de William Moore por lo que no fue sentenciado por piratería. Fue condenado a ser colgado y su cuerpo permaneció de la misma forma en el Támesis como advertencia a los piratas.

    Bartholomew Roberts (Gales 1682-1722):
    Su verdadero nombre era John Roberts y fue conocido con el sobrenombre de Black Bart". Fue el pirata de más éxito. Era alto, bien parecido y elegantemente vestido. Sólo bebía té. En junio de 1719 el barco en que viajaba fue capturado en Gahna por Howell Davis, a quien se unió y a quien sucedió por elección como capitán cuando Davis cayó muerto por el gobernador de isla Príncipe. En 1720 capturó al gobernador de Martinica y lo colgó del mástil. La bandera que eligió lo muestra vengándose de las islas de Barbados y Martinica. Su carrera solamente pudo durar cuatro años y terminó por un balazo que recibió en el cuello de un soldado inglés en un enfrentamiento que tuvo lugar el 10 de febrero de 1722. Su tripulación arrojó su cuerpo al mar antes de rendirse para impedir que cayera en manos de los británicos.

    El pirata Barbanegra ("Blackbeard". Bristol 1680-1718):
    Fue quizás el más famoso de los piratas. Su verdadero nombre era Edward Drummond y usaba el nombre de Edward Teach antes de dedicarse a la piratería. Su barco "Queen Anne´s Revenge" fue tomado a los franceses. Llevaba una enorme barba negra adornada con cintas. Antes de una batalla ató mechas lentas a su sombrero que dejaban una estela de humo negro. Trataba a los prisioneros salvajemente. Su actividad duró solamente dos años. En 1718 el gobernador de Virginia ofreció una recompensa por él vivo o muerto. El teniente Robert Maynard de la Royal Navy, lo persiguió con dos barcos y lucharon mano a mano sobre cubierta. Murió con veinte heridas de machete y cinco disparos de pistola. Maynard le cortó la cabeza, la colgó en su barco y regresó a por la recompensa.

    William Dampier (1652-1715):
    Aventurero y escritor inglés. Corsario, explorador y bucanero, tomó parte en numerosas travesías de carácter privado a las posesiones españolas en Centroamérica, Australia y las Indias Orientales. Hijo de un granjero de Somerset, se enroló a los 17 años en un buque mercante. En 1673 entró en la Royal Navy con la ayuda de sus conocimientos de navegación. A bordo del Royal Prince combatió contra los holandeses. Partió para Jamaica en 1674, ejerció diversos trabajos duros y volvió a Inglaterra donde se casó. De 1679 a 1681 formó parte de la tripulación del bucanero Bartholomew Sharp, que abordó gran número de barcos españoles y saqueó muchas poblaciones incluyendo Portobelo. En la costa de Chile capturarom al San Pedro con una rica carga de vino, pólvora y 37.000 reales de a ocho. La entrega de unas cartas de navegación que contenían importante información proporcionó a los hombres de Sharp el perdón de Carlos II. En 1683 embarca con el bucanero John Cook en un viaje de dos años. Desembarca en Panamá y se une a la expedición del capitán Swan a Filipinas, China y Australia. En 1700 embarca al mando del HMS Roebuck, es procesado por su hundimiento y declarado incompetente. En 1703 se le puso al frente de una nueva expedición a bordo del St George y del Cinque Ports. Por su enfrentamiento con el capitán del Cinque Ports Alexander Selkirk fue abandonado en la isla de Juan Fernández, de donde fue rescatado después de permanecer solo desde 1704 hasta 1709. En este hecho de basó Dafoe para escribir su Robinson Crusoe. En 1697 escribió su New Voyage Round the World, y en años posteriores publicó otros vívidos relatos de viajes como Voyage to New Holland (1709).

    defensas Ataques de piratas británicos a las colonias españolas (Marqués de Lozoya):
    Las expediciones inglesas constituyen una página gloriosa en la historia de la navegación y preparan el predominio británico en los mares. El héroe admirado y temido de los españoles es Francis Drake, el lugarteniente de Hawkins en San Juan de Ulúa. Había nacido en Tavistock, en el condado de Devon, hacia 1540, a lo que se dice en la cala de un navío. Después de la derrota de John Hawkins en San Juan de Ulúa, había concebido contra los españoles un odio terrible, que con la codicia fue el móvil de toda su vida. No tuvo España enemigo más tenaz, más peligroso y más inteligente. No nos es posible señalar sino un resumen muy somero de sus ataques al Imperio español. En 1572 saqueó a Nombre de Dios, en el Atlántico, llave del istmo de Panamá y lugar de concentración de los tesoros que del Perú venían a España; atravesó el istmo y dio vista al Pacífico. Aún más atrevido fue el viaje efectuado en 1577. Pasó el estrecho de Magallanes, saqueó a Valparaíso y Arica, y en el Callao, el puerto de Lima, se apoderó de un galeón cargado de oro. Prosiguió el viaje por el Pacífico, hacia el Norte, saqueando ciudades y apresando navíos hasta la bahía de San Francisco, y luego regresó dando la vuelta al mundo por el océano Indico y por el Atlántico. El 3 de noviembre de 1580 llegaba a Plymouth. Como navegación, la de Drake sólo tiene rival en la de Magallanes y Elcano. A pesar de las protestas del embajador de España, don Bernardino de Mendoza, y de los temores de los que recelaban de la reacción del coloso español ante la afrenta, la reina Isabel armó caballero al genial marino y concurrió a una fiesta a bordo de su nave en Doptford. A la benevolencia de la reina contribuyó, sin duda, la magnitud del negocio realizado. Según un autor del siglo XVII, Gewes Roberts, que aseguraba haber visto papeles de Drake, el viaje produjo a cada uno de los accionistas 47 libras esterlinas por cada libra invertida. El ataque de sir Francis contra las posiciones españolas del Nuevo Mundo en 1585 fue terrible. Saqueó las ciudades de Santo Domingo y de Cartagena de Indias y destruyó la colonia de San Agustín, en la Florida. La última expedición del gran corsario en 1594, la más poderosa y mejor armada, fue, en cambio, la más desdichada. Los colonos españoles habían aprendido a defenderse y la construcción de fortificaciones hacía grandes progresos. La poderosa armada, en la cual iba el viejo John Hawkins, fue rechazada en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria (27 de septiembre), en Puerto Rico (12 de noviembre) y en Portobelo. Enfrente de esta plaza murió el gran almirante el 9 de enero de 1595. Había llegado a producir en las provincias ultramarinas de España verdadero terror. Lope de Vega se inspiró en sus hazañas para su poema La Dragontea. Francisco Caro de Torres, en su Relación de los servicios de don Alonso de Sotomayor (Madrid 1620), reconoce la grandeza del mayor enemigo que ha tenido el nombre de España.

    "Fue uno de los señalados hombres que ha habido en el mundo de su profesión, pues, después de Magallanes, fue el segundo que lo rodeó."

    Y, en efecto, sir Francis Drake, no contento con haber robado tantas alhajas de las iglesias y tanto oro de los galeones, quiso robar a los españoles la gloria de la hazaña y adoptó en su nuevo blasón de armas la misma divisa de Elcano: un globo con la leyenda Primum circumdedisti me.

    Cavendish Numerosos imitadores prueban fortuna:
    Innumerables marinos ingleses, estimulados por la fabulosa ganancia, siguieron el ejemplo de John Hawkins y de Drake. En 1578, William Parker saqueó las costas de La Española y de Honduras; en 1586, Thomas Cavendish, siguiendo el itinerario de sir Francis, asaltó varios poblados en la costa del Perú y volvió a Inglaterra por el cabo de Buena Esperanza. En una segunda expedición pasó otra vez el estrecho de Magallanes, pero la escasa moral de su marinería le obligó a regresar y murió en el Atlántico, frente a Pernambuco (1591-1592). Otro corsario, Edward Felton, aparecía por este tiempo en aguas del río de La Plata. En 1586, John Oxenham, desde Jamaica, llegaba al Darién y, atravesando el istmo, conseguía en la isla de las Perlas un copioso botín. De 1593 a 1594 tuvo lugar el periplo de Richard Hawkins, hijo de John y nieto de William, por la costa de Chile. En las postrimerías del reinado de Felipe II iniciaba sir Walter Raleigh sus famosas expediciones por la Guayana en busca de El Dorado, y los piratas Clifford y Grenville aterrorizaban a las colonias del mar Caribe. (Marqués de Lozoya)

    * Mujeres piratas | Sir Francis Drake (1543-1596) | Sir Richard Grenville (1541-1591)

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  19. William Kidd (Greenock 1645-Londres 1701):
    Nació en Escocia alrededor de 1645, posiblemente en Greenock. Se hizo a la mar siendo un muchacho y emigró a América. En la década posterior a 1690 vivía en Nueva York. Poseía su propio barco mercante y en 1689 se distinguió como capitán al servicio del rey contra Francia en las Indias Occidentales. Prosperó y quedó bien situado casándose con una viuda inglesa, Sarah Oort, que poseía propiedades heredadas de sus dos anteriores maridos. Se introdujo en política y conoció al coronel Benjamen Fletcher, gobernador de Nueva York, conocido por sus tratos comerciales con piratas. Para terminar con la piratería en la costa, el rey nombró gobernador al conde de Bellmont. El capitán Kidd se encontraba en Londres en 1695 con su sloop Antegoa. El neoyorquino Robert Livingston le propuso el negocio de capturar piratas y sus botines. Lord Bellmont, que se encontraba en su residencia de Londres, les presentó a personas influyentes que pudieran financiar la empresa. Así entraron en contacto con amigos cercanos del rey, Sir John Sommers, el Lord canciller duque de Shresbury, el secretario de estado Sir Edward Russell, Lord Oxford, el conde de Rommey. Los bienes capturados serían divididos y un 10 por ciento era para la Corona, un 60 por ciento para los financieros de Bellmont y el restante 15 por ciento para Livingston y Kidd. Se le suministró una patente de corso autorizándolo a capturar bienes pertenecientes a los enemigos franceses. También la corona le encomendó la misión de apresar piratas, barcos y mercancías con la advertencia de no molestar a amigos y aliados. William Kidd trató de abandonar la empresa en sus comienzos pero fue presionado por sus influyentes financieros, quienes prometieron respaldarlo. Kidd tuvo que vender su barco para aportar su parte de los gastos y comenzó su empresa a bordo del barco the Adventure Galley. Tomó como tripulación a hombres con familia como precaución para que no tuvieran la tentación de dedicarse a la piratería. Su primer incidente desafortunado sucedió cuando omitió saludar a un barco de la Marina que hizo fuego para que mostraran respeto. Sus hombres respondieron mostrando el trasero con el resultado de que fueron abordados y la Marina sustituyó a su tripulación por hombres rechazados para el servicio. Regresó a Nueva York y reclutó el resto de su tripulación entre hombres en situación desesperada. Después de un año en el mar no habían conseguido ni una presa y la tripulación comenzó a especular con dedicarse a la piratería. En abril de 1697 ancló en el mar Rojo aguardando el paso de un barco francés o pirata. Tras una espera de tres semanas atacaron un barco mercante moro. El barco "Spectre", al mando del capitán Barlow, que hacía de escolta a la flota del mercante, hizó el pabellón inglés y disparó sobre el Adventure Galley. Cuando Edward Barlow llegó a Karwar el 14 de octubre describió a Kidd en su informe como convertido en pirata. En noviembre Kidd tuvo que amenazar a su tripulación para evitar un motín. Había aparecido un mercante con bandera inglesa que deseaban abordar. En un enfrentamiento con William Moore, Kidd le golpeó con un cubo en la cabeza y murió al día siguiente. El primer botín logrado dos años después fue el barco árabe Maiden al que renombraron November. Kidd pensaba que había obrado dentro de la ley porque el capitán holandés había mostrado pases franceses. Después de la Navidad de 1697 capturaron un barco árabe que había partido de Malabar y un barco portugués con productos de las Indias Orientales. El 30 de enero de 1698 capturaron el Quedah Merchant capitaneado por un inglés llamado Wright. Mostrando bandera francesa abordaron la presa que les mostró pases franceses. La tripulación se negó a devolver el barco cuando se descubrió su verdadera identidad. Trece miembros de la tripulación desertaron en Culliford, incuído Robert Bradinham y Joseph Palmer, quien testificó contra Kidd en su juicio. Su tripulación quemó el November y encerraron a Kidd en su camarote. Tras la rendición de Kidd, vaciaron el Adventure Galley que presentaba peligrosas vías de agua, permanecieron en el Quedah Merchant, reclutaron una nueva tripulación y regresaron a casa con el botín. Una flota inglesa había sido enviada para su captura. Un perdón fue ofrecido a todos los piratas excepto a Kidd y otros dos. Después de tres años en el mar, regresó con su mujer e hijas y el gobernador Bellmont lo arrestó y encerró en la prisión de Stone. En marzo de 1701 compareció ante la Cámara de los Comunes que recomendó que fuera llevado a juicio el 8 de mayo. No le fue permitido declarar en su favor. La primera sentencia recibida fue la de culpable del asesinato de William Moore por lo que no fue sentenciado por piratería. Fue condenado a ser colgado y su cuerpo permaneció de la misma forma en el Támesis como advertencia a los piratas.

    Bartholomew Roberts (Gales 1682-1722):
    Su verdadero nombre era John Roberts y fue conocido con el sobrenombre de Black Bart". Fue el pirata de más éxito. Era alto, bien parecido y elegantemente vestido. Sólo bebía té. En junio de 1719 el barco en que viajaba fue capturado en Gahna por Howell Davis, a quien se unió y a quien sucedió por elección como capitán cuando Davis cayó muerto por el gobernador de isla Príncipe. En 1720 capturó al gobernador de Martinica y lo colgó del mástil. La bandera que eligió lo muestra vengándose de las islas de Barbados y Martinica. Su carrera solamente pudo durar cuatro años y terminó por un balazo que recibió en el cuello de un soldado inglés en un enfrentamiento que tuvo lugar el 10 de febrero de 1722. Su tripulación arrojó su cuerpo al mar antes de rendirse para impedir que cayera en manos de los británicos.

    El pirata Barbanegra ("Blackbeard". Bristol 1680-1718):
    Fue quizás el más famoso de los piratas. Su verdadero nombre era Edward Drummond y usaba el nombre de Edward Teach antes de dedicarse a la piratería. Su barco "Queen Anne´s Revenge" fue tomado a los franceses. Llevaba una enorme barba negra adornada con cintas. Antes de una batalla ató mechas lentas a su sombrero que dejaban una estela de humo negro. Trataba a los prisioneros salvajemente. Su actividad duró solamente dos años. En 1718 el gobernador de Virginia ofreció una recompensa por él vivo o muerto. El teniente Robert Maynard de la Royal Navy, lo persiguió con dos barcos y lucharon mano a mano sobre cubierta. Murió con veinte heridas de machete y cinco disparos de pistola. Maynard le cortó la cabeza, la colgó en su barco y regresó a por la recompensa.

    William Dampier (1652-1715):
    Aventurero y escritor inglés. Corsario, explorador y bucanero, tomó parte en numerosas travesías de carácter privado a las posesiones españolas en Centroamérica, Australia y las Indias Orientales. Hijo de un granjero de Somerset, se enroló a los 17 años en un buque mercante. En 1673 entró en la Royal Navy con la ayuda de sus conocimientos de navegación. A bordo del Royal Prince combatió contra los holandeses. Partió para Jamaica en 1674, ejerció diversos trabajos duros y volvió a Inglaterra donde se casó. De 1679 a 1681 formó parte de la tripulación del bucanero Bartholomew Sharp, que abordó gran número de barcos españoles y saqueó muchas poblaciones incluyendo Portobelo. En la costa de Chile capturarom al San Pedro con una rica carga de vino, pólvora y 37.000 reales de a ocho. La entrega de unas cartas de navegación que contenían importante información proporcionó a los hombres de Sharp el perdón de Carlos II. En 1683 embarca con el bucanero John Cook en un viaje de dos años. Desembarca en Panamá y se une a la expedición del capitán Swan a Filipinas, China y Australia. En 1700 embarca al mando del HMS Roebuck, es procesado por su hundimiento y declarado incompetente. En 1703 se le puso al frente de una nueva expedición a bordo del St George y del Cinque Ports. Por su enfrentamiento con el capitán del Cinque Ports Alexander Selkirk fue abandonado en la isla de Juan Fernández, de donde fue rescatado después de permanecer solo desde 1704 hasta 1709. En este hecho de basó Dafoe para escribir su Robinson Crusoe. En 1697 escribió su New Voyage Round the World, y en años posteriores publicó otros vívidos relatos de viajes como Voyage to New Holland (1709).

    defensas Ataques de piratas británicos a las colonias españolas (Marqués de Lozoya):
    Las expediciones inglesas constituyen una página gloriosa en la historia de la navegación y preparan el predominio británico en los mares. El héroe admirado y temido de los españoles es Francis Drake, el lugarteniente de Hawkins en San Juan de Ulúa. Había nacido en Tavistock, en el condado de Devon, hacia 1540, a lo que se dice en la cala de un navío. Después de la derrota de John Hawkins en San Juan de Ulúa, había concebido contra los españoles un odio terrible, que con la codicia fue el móvil de toda su vida. No tuvo España enemigo más tenaz, más peligroso y más inteligente. No nos es posible señalar sino un resumen muy somero de sus ataques al Imperio español. En 1572 saqueó a Nombre de Dios, en el Atlántico, llave del istmo de Panamá y lugar de concentración de los tesoros que del Perú venían a España; atravesó el istmo y dio vista al Pacífico. Aún más atrevido fue el viaje efectuado en 1577. Pasó el estrecho de Magallanes, saqueó a Valparaíso y Arica, y en el Callao, el puerto de Lima, se apoderó de un galeón cargado de oro. Prosiguió el viaje por el Pacífico, hacia el Norte, saqueando ciudades y apresando navíos hasta la bahía de San Francisco, y luego regresó dando la vuelta al mundo por el océano Indico y por el Atlántico. El 3 de noviembre de 1580 llegaba a Plymouth. Como navegación, la de Drake sólo tiene rival en la de Magallanes y Elcano. A pesar de las protestas del embajador de España, don Bernardino de Mendoza, y de los temores de los que recelaban de la reacción del coloso español ante la afrenta, la reina Isabel armó caballero al genial marino y concurrió a una fiesta a bordo de su nave en Doptford. A la benevolencia de la reina contribuyó, sin duda, la magnitud del negocio realizado. Según un autor del siglo XVII, Gewes Roberts, que aseguraba haber visto papeles de Drake, el viaje produjo a cada uno de los accionistas 47 libras esterlinas por cada libra invertida. El ataque de sir Francis contra las posiciones españolas del Nuevo Mundo en 1585 fue terrible. Saqueó las ciudades de Santo Domingo y de Cartagena de Indias y destruyó la colonia de San Agustín, en la Florida. La última expedición del gran corsario en 1594, la más poderosa y mejor armada, fue, en cambio, la más desdichada. Los colonos españoles habían aprendido a defenderse y la construcción de fortificaciones hacía grandes progresos. La poderosa armada, en la cual iba el viejo John Hawkins, fue rechazada en el puerto de Las Palmas de Gran Canaria (27 de septiembre), en Puerto Rico (12 de noviembre) y en Portobelo. Enfrente de esta plaza murió el gran almirante el 9 de enero de 1595. Había llegado a producir en las provincias ultramarinas de España verdadero terror. Lope de Vega se inspiró en sus hazañas para su poema La Dragontea. Francisco Caro de Torres, en su Relación de los servicios de don Alonso de Sotomayor (Madrid 1620), reconoce la grandeza del mayor enemigo que ha tenido el nombre de España.

    "Fue uno de los señalados hombres que ha habido en el mundo de su profesión, pues, después de Magallanes, fue el segundo que lo rodeó."

    Y, en efecto, sir Francis Drake, no contento con haber robado tantas alhajas de las iglesias y tanto oro de los galeones, quiso robar a los españoles la gloria de la hazaña y adoptó en su nuevo blasón de armas la misma divisa de Elcano: un globo con la leyenda Primum circumdedisti me.

    Cavendish Numerosos imitadores prueban fortuna:
    Innumerables marinos ingleses, estimulados por la fabulosa ganancia, siguieron el ejemplo de John Hawkins y de Drake. En 1578, William Parker saqueó las costas de La Española y de Honduras; en 1586, Thomas Cavendish, siguiendo el itinerario de sir Francis, asaltó varios poblados en la costa del Perú y volvió a Inglaterra por el cabo de Buena Esperanza. En una segunda expedición pasó otra vez el estrecho de Magallanes, pero la escasa moral de su marinería le obligó a regresar y murió en el Atlántico, frente a Pernambuco (1591-1592). Otro corsario, Edward Felton, aparecía por este tiempo en aguas del río de La Plata. En 1586, John Oxenham, desde Jamaica, llegaba al Darién y, atravesando el istmo, conseguía en la isla de las Perlas un copioso botín. De 1593 a 1594 tuvo lugar el periplo de Richard Hawkins, hijo de John y nieto de William, por la costa de Chile. En las postrimerías del reinado de Felipe II iniciaba sir Walter Raleigh sus famosas expediciones por la Guayana en busca de El Dorado, y los piratas Clifford y Grenville aterrorizaban a las colonias del mar Caribe. (Marqués de Lozoya)

    * Mujeres piratas | Sir Francis Drake (1543-1596) | Sir Richard Grenville (1541-1591)

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  20. Naufragios:
    De acuerdo con el mapa de naufragios elaborado por Chaunu, los lugares de mayores pérdidas eran Veracruz, Matanzas, Bermudas, Azores y Cádiz. En el período estudiado por Chaunu (1503-1650) los naufragios en el río-barra suponen el 8,98 por 100 y los barcos perdidos el 10 por 100. La diferencia entre los buques salidos y llegados disminuye con el paso del tiempo; las causas son las mayores medidas de protección de los convoyes y, posiblemente, una mejor construcción naval.(Ricardo Arroyo)

    Nuestra Señora de la Limpia y Pura Concepción (1641):
    Era uno de los principales galeones de la flota de Nueva España. Debido al mal tiempo partió de Veracruz (23 de julio de 1641) con la carga de otro barco que no pudo hacerse a la mar debido al mal tiempo. Llevaba 500 personas a bordo entre tripulantes y pasajeros de los que sólo sobrevivieron 200. Tras abandonar La Habana tuvo que regresar para reparar una vía de agua. Partió a la semana siguiente y un huracán rompió los mástiles a los pocos días. Se encontraba en la costa Este de Florida y el 30 de septiembre se desvía totalmente de su curso. Durante un mes navegó a merced del viento y las corrientes hasta chocar ruidosamente contra un arrecife de coral poco profundo a 75 millas al norte de la República Dominicana (31 de octubre). Varios oficiales se habían amotinado y desoyeron las ordenes del almirante Juan de Villavicencio. Estos oficiales creían que estaban al norte de Puerto Rico y pusieron rumbo hacia el sur. El almirante afirmaba que se encontraban al norte de los arrecifes coralinos. Ante la insubordinación, Villavicencio ordenó que le trajeran un recipiente de plata y delante de los pasajeros se lavó, literalmente, las manos. El daño inicial fue leve, pero los intentos de la tripulación por liberar al barco de las rocas abrieron varios boquetes en el casco. Quedó asentado sobre una punta de coral y acabó partiéndose por su popa. Durante los dos días en que tardo en hundirse, los pasajeros y la tripulación arrancaban desesperadamente tablones del armazón del buque para improvisar balsas.

    La carga del Concepción:
    Llevaba 25 toneladas de oro y plata, varios miles de monedas, un cantidad considerable de joyas y piedras preciosas con destino al rey de España, objetos personales de valor que eran de la viuda de Hernán Cortés, e innumerables piezas de porcelana china pertenecientes a la dinastía Ming. Los últimos treinta hombres arrojaron la carga sobre el arrecife para que no se precipitara al fondo y pudiera ser localizada. Sólo uno de ellos sobrevivió. Como muchos galeones que volvían a la Península llevaba tres veces el peso autorizado. Algunos gobernadores enviaban botines personales y mercancías de contrabando.

    Willian Phips encuentra los restos y recupera parte del tesoro (1687):
    Diversas expediciones de rastreo fueron organizadas por buscadores privados entre 1650 y 1660 sin ningún éxito. Willian Phips, un joven marino de Nueva Inglaterra financiado por nobles ingleses, localizó los restos del Concepción y recuperó parte del tesoro. No pudo recoger todo debido a la falta de provisiones, al mal tiempo y a la presencia de piratas franceses. Phips realizó el rescate con ayuda de buscadores de perlas nativos que descendían con la ayuda de piedras y eran capaces de aguantar hasta cinco minutos. Como recompensa fue distinguido por Jaime II con el título de Sir y recibió una parte de lo hallado. Los restos del Concepción permanecieron perdidos durante tres siglos. En 1978 el estadounidense Burt Webber utilizó una carta náutica de uno de los barcos de Phips para señalar la zona que más tarde exploró sistemáticamente Tracy Bowden.

    Phips y el "Elizabeth and Mary" (1690):
    Sir William Phips protagonizó una nueva historia de recuperación de un naufragio. Durante la denominada guerra del rey Guillermo dirigía la invasión inglesa a las tierras francesas de Luis XIV en Canadá. Tras un ataque fallido a Quebeq (1690) se retiraba con una flota de 30 barcos y 2.300 soldados por el helado río de San Lorenzo rumbo a Boston. Los ingleses habían preparado un ataque simultaneo a Montreal y Quebeq. El mal tiempo retrasó la fuerza naval y ambos ataques resultaron un completo fracaso. Phips colocó cañones en tierra que resultaron fuera de alcance. Tras quedarse sin munición ordenó el regreso. La viruela y la fatiga los habían debilitado, escaseaban las provisiones y no contaban con pilotos expertos. Las tormentas dispersaron a la flota en apresurada retirada, diversos barcos quedaron embarrancados y se hundieron cuatro de ellos. Un total de 400 vidas se perdieron en la expedición.

    Tras una tempestad que barrió la capa superior de sedimentos, en la Nochebuena de 1994 fueron descubiertos varios objetos semienterrados. Los objetos fueron enterrados bajo sacos de arena hasta la primavera siguiente. Arqueólogos marinos y voluntarios bucearon más de 1.800 horas y extrajeron cientos de objetos personales. La mayor parte de los maderos fueron de nuevo enterrados en un lago de agua dulce y unos pocos fueron liofilizados al aire libre. El "Elizabeth and Mary" ha sido el barco más antiguo de los construidos en Nueva Inglaterra que se haya descubierto nunca.

    El naufragio del Whydah. Wellfleet, Massachusetts 1717:
    La historia del Whydah comienza en Londres en 1715 cuando, con tres mástiles y 30 metros de eslora, fue botado como barco de esclavos al mando de Lawrence Prince. Bautizado en honor de Ouidah, un puerto de Africa occidental en lo que hoy es Benín, la embarcación de 300 toneladas fue destinada al infame comercio triangular que conectaba Inglaterra, Africa y las Indias Occidentales. Con una carga de ropa, licores, herramientas y armas portátiles procedente de Inglaterra, la tripulación del Whydah compraba o trocaba hasta 700 esclavos en Africa occidental; luego emprendía con ellos un infernal viaje de tres o cuatro semanas hasta el mar Caribe. Una vez allí, cambiaban los esclavos por oro, plata, azúcar, añil y quina. El Whydah era un barco rápido, capaz de alcanzar los 13 nudos, pero en febrero de 1717, en su segundo viaje, fue perseguido y capturado cerca de las Bahamas por dos barcos piratas, el Sultana y el Mary Anne.

    Samuel Black Sam Bellamy:
    Bajo el mando de Samuel Bellamy, antiguo marinero inglés de pelo negro y al que se le calculaba cerca de treinta años, los piratas no tardaron en someter a la tripulación del Whydah. Bellamy lo designó su buque insignia, se llevó a una docena de hombres de Prince y dejó al derrotado capitán y al resto de la tripulación a bordo del Sultana. En su libro Historias de piratas, de 1724, Defoe cita a Bellamy a través de una segunda fuente, un tal capitán Beer que luchó contra el Whydah desde su corbeta. "Soy un príncipe libre -se dice que explicó Bellamy en una de sus peroratas- y tengo tanta autoridad para hacer la guerra en todo el mundo como aquel que posee un centenar de barcos en el mar y un ejército de 100.000 hombres en tierra; así me lo dicta mi conciencia".

    Naufragio Tormenta en la costa de Maine (26 abril 1717):
    A principios de abril, los piratas pusieron rumbo al norte, asaltando todos los barcos que encontraban en su camino. Su destino era la isla Richmond, frente a la costa de Maine, pero se desviaron hacia Cabo Cod, donde, según cuenta una leyenda Bellamy quería visitar a su amante. Otros culpan del cambio de rumbo a varias barricas de vino de Madeira que capturaron cerca de Nantucket. Fuera cual fuese la razón, el 26 de abril de 1717 la armada pirata navegaba inmersa en una fuerte tormenta con vientos del nordeste. Según testigos presenciales, las rachas de viento alcanzaban los 110 km/h y había olas de 10 metros de altura. Bellamy hizo señales a su flota para que se dirigiera a aguas más profundas, pero ya era demasiado tarde para el Whydah, sobrecargado de tesoros. Atrapado en la zona de rompiente, desde la que se divisaba la playa, el barco chocó primero de popa contra un banco de arena y empezó a partirse. Cuando una ola gigante hizo que la embarcación volcara, los cañones se soltaron de sus afustes y en su caída atravesaron las cubiertas junto con balas de cañón y toneles llenos de hierros y clavos. Finalmente, cuando se partió la quilla, el barco se abrió por la mitad y la carga se desparramó por el fondo del mar.

    Mapa de Nueva España México:
    El "San Pablo":De Miguel López de Legazpi, naufragó en la ruta de Manila en 1568. Legazpi (Zumárraga h.1510-Manila 1572) estuvo desde 1528 en la administración española de México. Más tarde exploró los archipiélagos del Pacífico, conquistó las Marianas y las Filipinas, fundó Manila (1571) y estableció las bases para la colonización del archipiélago filipino.
    El galeón "San José": Además de los elementos, los piratas ingleses y holandeses, las enfermedades y la malnutrición hicieron estragos en la flota española y acabaron por completo con tripulación y pasaje de algunos barcos. A mediados del siglo XVII, un año después de salir de Manila fue encontrado a la deriva frente a la costa oriental de México, con todos sus hombres muertos.
    Jerónimo de Aguilar (1489-1531):
    Después de acompañar a Valdivia en sus expediciones, se estableció en La Española. Más tarde tomó parte en una expedición al Darién, naufragó y cayó prisionero de los indios mayas (1507). Lo rescató Hernán Cortés (1515), y con éste hizo la conquista de México, prestándole valiosos servicios por el conocimiento que tenía de las lenguas y usos de los indios, fruto de sus ocho años de cautiverio y convivencia con ellos.

    Hundimiento N.S.Atocha Naufragio de Pedro Serrano en el Caribe:
    La isla Serrana que está en el viaje de Cartagena a La Habana se llamó así por el español, llamado Pedro Serrano, cuyo navío se perdió cerca de ella y él sólo escapó nadando, que era grandísimo nadador, y llegó a aquella isla, que es despoblada, inhabitable, sin agua ni leña, ni aún yerba que poder pacer, ni otra cosa alguna con que entretener la vida. Así pasó la primera noche, llorando su desventura. Luego que amaneció volvió a pasear la isla, que es despoblada, halló algún marisco que salía de la mar, como son cangrejos, camarones y otras sabandijas, de las cuales cogió las que pudo y se las comió crudas, porque no había candela donde asarlas o cocerlas. Así se entretuvo hasta que vio salir tortugas; viéndolas lejos de la mar, arremetió con una de ellas y la volvió de espaldas; lo mismo hizo de todas las que pudo, que para volverse a enderezar son torpes; y sacando un cuchillo que de ordinario solía traer en la cinta, la degolló y bebió la sangre en lugar de agua. Lo mismo hizo de las demás; la carne puso al sol para comerla hecha tasajos, y para desembarazar las conchas para coger agua en ellas de la llovediza, porque toda aquella región, como es notorio, es muy lluviosa. Viéndose Pedro Serrano con bastante recaudo para comer y beber, le pareció que si pudiese sacar fuego para siquiera asar la comida y hacer ahumadas cuando viese pasar algún navío, que no le faltaría nada. Con esta imaginación dio en buscar un par de guijarros que le sirviesen de pedernal, porque del cuchillo pensaba hacer eslabón, para lo cual no hallándolos en la isla, porque toda ella estaba cubierta de arena muerta, entraba en la mar nadando y se zambullía. Y tanto porfió en su trabajo que halló guijarros y sacó los que pudo; y viendo que sacaba fuego, hizo hilas de un pedazo de la camisa, muy desmenuzadas, que le sirvieron de yesca. Y para que los aguaceros no se lo apagasen hizo una choza de las mayores conchas que tenía de las tortugas que había muerto, y con grandísima vigilancia cebaba el fuego porque no se le fuese de las manos. Dentro de dos meses, y aún antes, se vio como nació, porque con las muchas aguas, calor y humedad de la región se le pudrió la poca ropa que tenía. El sol con su gran calor le fatigaba mucho, porque ni tenía ropa con que defenderse y había sombra a que ponerse. Cuando se veía muy fatigado se entraba en el agua para cubrirse con ella. Con este cuidado vivió tres años, y en este tiempo vio pasar algunos navíos; mas aunque hacía él su ahumada, que en el mar es señal de gente perdida, los barcos no la veían, y se pasaban de largo, de lo cual Pedro Serrano quedaba tan desconsolado que tomara por partido morirse y acabar ya.

    Al cabo de los tres años, una tarde, sin pensarlo, vio Pedro Serrano un hombre en su isla, que la noche antes se había perdido en los bajíos de ella y se había sustentado en una tabla del navío. Cuando se vieron ambos, no se puede certificar cuál quedó más asombrado de cuál. Serrano imaginó que era el demonio que venía en figura de hombre para tentarle en alguna desesperación. El huésped entendió que Serrano era el demonio en su propia figura, según lo vio cubierto de cabellera, barbas y pelaje. Cada uno huyó del otro, y Pedro Serrano fue diciendo: ¡Jesús, líbrame del demonio! Oyendo esto, se aseguró el otro, y volviendo a él le dijo: "No huyáis, hermano, de mí, que soy cristiano como vos"; y para que se certificase, dijo a voces el Credo. Durante otros cuatro años vieron pasar algunos navíos y hacían sus ahumadas, mas no les aprovechaba, por lo cual ellos se quedaban tan desconsolados, que no les faltaba sin morir. Al cabo de este largo tiempo acertó a pasar un navío tan cerca de ellos que vio la ahumada y les echó el batel para recogerlos. Así los llevaron al navío donde admiraron a cuantos los vieron y oyeron sus trabajos pasados. El compañero murió en la mar viniendo a España. Pedro Serrano llegó acá y pasó a Alemania, donde el emperador estaba entonces; llevó su pelaje como lo traía para que fuese prueba de su naufragio y de lo que en él había pasado. Algunos señores le dieron ayuda de costas para el camino y la majestad imperial, habiéndole visto y oído, le hizo merced de cuatro mil pesos de renta. Yendo a gozarlos murió en Panamá, que no llegó a verlos.
    Comentarios reales. Garcilaso de la Vega "el Inca" (1539-1616)

    Hundimiento del navío español San Telmo (1819):
    Estaba al mando del brigadier Rosendo Porlier, que desde Cádiz se dirigía a Lima a sofocar una rebelión, tras doblar el cabo de Hornos fue empujado hacia el sur por un tremendo temporal. Al parecer, el San Telmo fue arrastrado por vientos a las costas de la isla llamada posteriormente Livingstone, de las Shetland del Sur, en donde murieron la totalidad de sus 644 tripulantes. Posteriormente el capitán inglés William Smith tomó posesión de aquellas tierras para Inglaterra y recogió algunas maderas del San Telmo y las transportó a Inglaterra. Más adelante, el cazador de focas James Wedell descubrió el mar que lleva su nombre y también halló restos del naufragio del San Telmo. Al parecer, este naufragio fue el primero que se produjo en la Antártida. Sobre el viaje del San Telmo tengamos presente también lo escrito por el marino inglés James Wedell en 1825 (A Voyage Toward the South, Londres, 1825): Fueron hallados varios restos de un naufragio en las islas del oeste (del archipiélago de las Shetland del Sur), aparentemente del escantillón de un buque de 74 cañones, lo que hace muy probable que éstos sean los restos de un buque de guerra español de esa categoría que ha estado perdido desde 1819. El 11 de marzo de 1819 salía de Cádiz la llamada División del Mar del Sur, compuesta por cuatro buques: las fragatas Prueba y Primorosa Mariana y los navíos San Telmo y Alejandro I. El San Telmo era un navío de 74 cañones construido en los astilleros de El Ferrol en 1788-89 por el sistema de Romero Landa. Luis Mollá, en un artículo publicado en la Revista General de Marina, nos recuerda la tragedia del San Telmo, así como el Proyecto San Telmo, llevado a cabo durante el verano austral de 1993 por el profesor Manuel Martín Bueno, catedrático de la Universidad de Zaragoza, con el propósito de encontrar algún indicio acerca del San Telmo. Lamentablemente, la expedición no halló ninguna prueba acerca de las circunstancias del naufragio. (Ricardo Arroyo)

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  21. Francis Drake en Panamá. Por Phillip Nicholson:
    Tercer viaje: Al día siguiente de nuestra llegada (13 de julio) , también arribó a aquella bahía una barca inglesa de la isla de Wight, de sir Edward Horsey, en la que James Ranse era el capitán y John Onery, el piloto. La barca traía treinta hombres, los que estuvieron con el capitán en el mismo sitio un año atrás. Traían consigo una carabela española de Sevilla, la cual había llegado el día anterior a través de aquellos parajes, siendo ésta de Aviso (bote de expedición) con rumbo a Nombre de Dios y también un bote con remos que se tomó en Cabo Blanco. Dicho capitán Ranse , comprendiendo los propósitos de nuestro Capitán, se mostró deseoso de unirse en consorcio con él y se le recibió de acuerdo a las condiciones acordadas entre ambos. Después de siete días de su llegada, habiendo despachado todos nuestros negocios e instalado nuestras pinazas , para abastecernos de todas las cosas necesarias, salimos de nuestros barcos y entramos en ellas. Partimos del puerto en la mañana del 20 de julio , fijando nuestro rumbo hacia Nombre de Dios y continuamos el curso hasta llegar a las Islas de Pinos, donde, al tercer día de haber arribado, encontramos (el 22 de julio) dos fragatas de Nombre de Dios cargando tablones y maderas. Los negros que estaban en aquellas fragatas, nos dieron alguna detallada información sobre el estado actual del pueblo, y además , nos dijeron que habían escuchado el informe de que algunos soldados llegarían muy pronto, y que diariamente los buscaban, el Gobernador de Panamá y de las ciudades vecinas, para defender al pueblo contra los cimarrones (gente negra, los cuales alrededor de ochenta años atrás en 1512) huyeron de sus amos, los españoles, por razones de su crueldad, y desde entonces formaron una nación bajo el reinado de dos reyes propios: uno habitaba al oeste, y el otro al este del camino de Nombre de Dios a Panamá, que atacaron a Nombre de Dios seis semanas atrás aproximadamente (alrededor del 10 de junio de 1572). Nuestro capitán, deseando usar bien a esos negros (sin riesgo propio) los desembarcó a orillas de Main, de forma que pudieran unirse a sus paisanos los cimarrones y obtener su libertad. Por lo contrario, debido a la distancia y a las dificultades del camino a Nombre de Dios, podría evitar cualquier señal de su llegada, que estarían en capacidad de advertir. El Capitán temeroso de exponer al pueblo a demasiados riesgos (que él sabía que estaban dispuestos a resistir), aseguró de antemano su recibimiento. por consiguiente, apresuró su marcha con toda la rapidez y sigilo posibles. Hasta este momento, con toda su tripulación a su disposición y de acuerdo a los más allegados, dejólos tres barcos y la carabela con el Capitán Ranse y escogió cuatro pinazas (la chalupa del Capitán Ranse hacía la cuarta) y además de cincuenta y tres de nuestros hombres, veinte más de la tripulación del Capitán Ranse. Con ello parecía estar equipado competentemente para lograr lo que se proponía, sobre todo al obtener, de acuerdo a sus propósitos y a la vez disposición de nuestros hombres, diversas armas a saber:seis tiros al blanco, seis garrochas de fuego, doce picas, veinticuatro mosquetes y pecheros, dieciseis arcos, seis bastones de mando, dos tambores y dos trompetas. Habiéndonos alejado (23 de julio) de nuestra tripulación, llegamos a la isla de Cativá que estaba a veinticinco leguas de distancia, casi cinco días después (28 de julio) . Desembarcamos temprano en la mañana y nuestro capitán entrenó a sus hombres entregándoles sus diversas armas y blasones, las que hasta ahora había guardado muy bien y seguras en un buen cofre (casco) y, al exhortarlos a seguir sus costumbres declaró:”¡la grandeza y esperanza de las cosas buenas que había allá! ¡La debilidad del pueblo sin murallas! y ¡la posibilidad que tenía de persuadir para recompensar sus errores! Especialmente ahora que llegaría con una tripulación que pensaba igual que él , y en semejante época, en que debía estar totalmente oculto”. Por consiguiente, nos indujo aquella tarde a tomar rumbo a Nombre de Dios para que a la puesta del sol hubiésemos alcanzado el Río Francisco. Desde allí nos condujo con dificultad a lo largo de la costa, para evitar ser descubiertos por el vigilante, hasta que al llegar a unas dos leguas de la punta de la bahía dimos con el casco de un buque con el que hicimos amarras avanzando así hasta bien entrada la noche. Entonces, levantamos anclas nuevamente y nos pusimos en marcha, remando arduamente a lo largo de la costa, con todo el silencio que pudimos, hasta que recobramos el extremo del puerto bajo las tierras altas. Allí permanecimos, todos en silencio proponiéndonos entrar al pueblo en la alborada del día, luego de haber reposado un rato. Pero nuestro capitán, con otros de sus mejores hombres, al descubrir que nuestra gente hablaba de las grandezas del pueblo y de cual podría ser su fuerza, en especial por el informe de los negros que tomamos en la Isla de Pinos, consideró más conveniente quitar tales ideas de sus cabezas y, por consiguiente, tomar como ocasión la salida de la luna aquella noche, para persuadirlos que "era la alborada". Por tal circunstancia, llegamos al pueblo una hora antes de lo propuesto. Eran alrededor de las tres en punto cuando un barco de España , de 60 toneladas, cargado con vinos de las Canarias y otros productos, que había entrado a la bahía últimamente y aún no había recogido su velamen (divisando nuestras cuatro pinazas, siendo un número extraordinario que bogaba con muchos remeros) envió un patache al pueblo para dar aviso. Pero nuestro capitán al percibirlo, se interpuso entre ambos, forzándolo a ir al otro lado de la bahía; por lo tanto, desembarcamos sin impedimento, aunque encontramos un cañón sobre la plataforma en aquel lugar, siendo este una ribera arenosa y sin cayos a no más de veinte yardas de las casas. Allí encontramos seis piezas grandes de artillería de bronce montadas sobre sus vagones, unos papeles de marquilla y unas moyanas intactas.Las desmontamos de inmediato. El artillero huyó. El vecindario se alarmó (pues estaban listos para ello por el desasosiego que le causaban las frecuentes incursiones de los cimarrones, sus vecinos cercanos), así lo percibimos, no sólo por el ruido y el llanto de la gente, sino por el tañir de las campanas y el repicar de los tambores, que se sentían en todas partes del pueblo. De acuerdo con las instrucciones que dio aquella noche nuestro Capitán a los seleccionados para su propósito, dejó a doce al cuidado de las pinazas y así estar seguros y a salvo si sucedía lo peor. Y habiendo hecho un trabajo efectivo de la plataforma antes de entrar al pueblo, pensó que primero era mejor inspeccionar el monte situado en el lado este sobre el cual se le informó por diversas fuentes el año anterior, que los españoles tenían la intención de colocar artillería, con la que podrían limpiar los alrededores. Por tanto, dejó la mitad de su tripulación para la resistencia en las faldas de la montaña y marchó de inmediato con toda rapidez a la cima de ésta para verificar la verdad del informe y lograr mayor seguridad. No encontramos ninguna pieza de artillería, solamente un lugar adecuado para su uso. En consecuencia, no dejamos allí ninguno de nuestros hombres y, con toda ligereza, descendimos la montaña. Luego, nuestro Capitán designó a su hermano, con John Oxnam [Oxenham] y a otros dieciseis de sus hombres, para que fueran atrás de la casa del tesoro del rey y entraran por el extremo este de la plaza del mercado; él mismo, con el resto, pasarían la ancha calle hacia la plaza del mercado, al son de tambores y trompetas. Las garrochas para fuego, divididas en partes iguales para ambas compañías, sirvieron tanto para asustar al enemigo como para alumbrar a nuestros hombres, quienes, por medio de ellas, podían percibir muy bien cada lugar como si fuese casi de día. Por otra parte, los habitantes se detenían asombrados ante tan extraña visión, maravillándose de lo que podría ser e imaginando, por razones del sonido de nuestros tambores y trompetas en tan diversos lugares, que constituíamos un número mayor del que realmente éramos. Sin embargo, por medio de los soldados que estaban en el pueblo, y por razones del tiempo que perdimos subiendo y bajando la montaña, los soldados y vecinos se armaron y llevaron sus tropas con cierto orden al extremo sur -este de la plaza del mercado, cerca de la casa del gobernador, y no muy lejos de la entrada del pueblo, que es la única que conduce hacia Panamá.Se reunieron allí (como parecía) porque a la vista del gobernador podrían mostrar su valor, si fuese necesario, o porque por la entrada podrían alcanzar el valle y escapar con mayor rapidez. Para aparentar un número mucho mayor de disparos, o de una costumbre que tenían, con el deseo de aterrar a los cimarrones, colgaron líneas con fósforos encendidos sobre el extremo occidental de la plaza del mercado, entre la iglesia y el cruce, como si estuviesen preparando una compañía de tiradores, cuando en realidad no había más de dos o tres que las movían hasta que ellos mismos huyeron, tan pronto como notaron que habían sido descubiertos. Pero los soldados y los que estaban unidos a ellos, nos ofrecieron una jovial descarga caliente de balas, golpeando completamente sobre la desembocadura de la calle en la que marchábamos y disparando tan bajo, que con frecuencia las balas rozaban la arena. Nos detuvimos sin intención de responderles en igual forma,pero después de derramar nuestra primera descarga de balas y cubrirlos con nuestras flechas (las cuales nuestro Capitán había hecho fabricar a propósito en Inglaterra, no un gran haz de flechas, sino flechas finas errantes, cuidadosamente reservadas para el servicio) entramos a la embestida de lanzas, por lo que nuestras lanzas-llamas bien armadas y hechas a propósito, hicieron un buen trabajo. Nuestros hombres con sus lanzas y pocas armas, en corto tiempo se mezclaron con los bizarros (algunos usando los extremos de sus piezas en vez de otras armas), en parte por nuestras flechas, que hicieron un trabajo notable, y en parte por la ocasión de esta extraña y repentina cercanía de ellos, y también por la manera inesperada y porque en el instante preciso, el hermano de nuestro capitán, con la otra tripulación, y con sus lanzas-llamas entraron a la plaza del mercado por la calle del este; ellos, disparando sus armas sacaron a todos del pueblo por la entrada antes mencionada, la cual fue construida por un tribunal para mantener a los cimarrones fuera del poblado, que con frecuencia lo atacaban, pero, ahora, sirvió como abertura para que los españoles escaparan. En las idas y venidas varios de nuestros hombres resultaron heridos por las armas que el enemigo nos descargó cuando huía; en cierta forma, porque marchábamos con gran rapidez, pero sobre todo porque se colocaban tan juntos que se cruzaban unos con otros. Estando de regreso, nos detuvimos cerca del centro de la plaza del mercado, donde crecía un árbol muy cerca del cruce; de aquí nuestro capitán envió algunos de sus hombres para acallar la campana de alarma, que estuvo repicando, pero como la iglesia estaba fuertemente construida y bien cerrada, no podían entrar al campanario donde esta sonaba, sin hacer fuego, lo cual nuestro capitán prohibía. Mientras tanto,ya que nuestro capitán había capturado a dos o tres españoles en su huída , les ordenó que le enseñaran la casa del Gobernador, donde según su entender, era el lugar rutinario para descargar las mulas de todas las riquezas que venían de Panamá, por orden del Rey. Solo la plata se guardaba allí; el oro , las perlas y las joyas (una vez recibidas por el oficial real) se trasladaban a la casa del tesoro del rey, no muy distante por ser esta una casa fuertemente construida de cal y piedra para seguridad de lo que allí se depositaba. A nuestra llegada a la casa del Gobernador, encontramos abierta la gran puerta donde usualmente se descargaban las mulas; una vela encendida en lo alto de las escaleras y un hermoso caballo ya ensillado, para que el propio Gobernador o algún otro de su familia se lo llevara consigo. Con la ayuda de esa luz vimos una enorme pila de plata en el cuarto más bajo, era una pila de barras de plata, hasta donde pudimos adivinar, de setenta pies de longitud, diez pies de ancho y doce pies de altura, amontonada contra la pared; cada barra pesaba entre treinta y cinco y cuarenta libras. Al verlas nuestro capitán dio la orden estricta que ninguno las tocara y que preparáramos nuestras armas porque el pueblo estaba lleno de gente y en la casa del tesoro del rey, cerca de la orilla del mar, había más oro y joyas que las que podían cargar nuestras cuatro embarcaciones, y por lo tanto deberíamos estar listos para derribarla, a pesar de las noticias que hacían circular los españoles sobre su fortaleza. No habíamos recuperado aún nuestras fuerzas cuando uno de los hombres trajo la noticia que las embarcaciones estaban en peligro de ser robadas , y que sino llegábamos a bordo antes de que fuera de día, seríamos aplastados por una multitud, tanto de soldados como de vecinos. Este informe se inició con un tal Diego o Negro, quien en la época del primer encuentro llegó y llamó a nuestras embarcaciones para saber "si ellas pertenecían al Capitán Drake". A pesar de la respuesta que se le dio, continuó suplicando que se le llevara a bordo, aunque se le habían hecho tres o cuatro disparos antes de ir por él. Nos contó que a menos de ocho días antes de nuestra llegada, el rey envió allí a unos 150 soldados para proteger al pueblo contra los cimarrones y que el pueblo, para ésta época, estaba lleno de otras gentes, lo que creímos a pesar de todo, porque estaba de acuerdo con el informe de los negros, que habíamos recogido con anterioridad en la isla de Pinos.Por lo tanto, nuestro Capitán envió a su hermano y a John Oxenam para que se enteraran de cuál era la verdad. Encontraron muy asustados a los que dejamos en nuestras embarcaciones, porque vieron tropas corriendo de un lado hacia otro con fósforos encendidos, algunos con armas que gritaban ¡Qué gente! ¡qué gente!. Estos no habían participado en el primer encuentro, sino que llegaron de otros lados del pueblo (que era por lo menos tan grande como Plymouth); se acercaron varias veces a nosotros, y al percatarse que éramos ingleses, descargaron sus armas y escaparon. Inmediatamente después llovió muy fuerte con una terrible tormenta de truenos y relámpagos, que cayó con tanta fuerza (como era común en aquellos países) que antes de que pudiéramos recobrar el amparo de una tolda o cobertizo en el extremo occidental de la casa del Tesoro del rey, (que parecía haber sido construída allí con el propósito de evitar el sol y la lluvia), algunas de las cuerdas de nuestros arcos de mojaron y se dañaron parte de nuestros fósforos y pólvora, las que todo el tiempo tuvimos el cuidado de reabastecer. Varios de nuestros hombres, insistiendo en los últimos informes que nos trajeron, murmuraban de las fuerzas del pueblo, por lo que al parcatarse de ésto, nuestro capitán advirtió que: ”Los había traído al centro del tesoro del mundo , y que si ellos lo querían , de ahora en adelante no podrían culpar a nadie, sino a sí mismos”. Tan pronto como la tormenta aminoró su furia (que duró una larga media hora) y deseando dar a sus hombres no más tiempo libre para objetar sobre esas dudas, sin siquiera permitirle al enemigo más prórroga para reunirse, dio un paso adelante ordenándole a su hermano, con John Oxenam y la tripulación que se les asignó, que entraran en la casa del Tesoro del Rey; mientras el resto iría con él a mantener la fuerza en la plaza del mercado, hasta concluir con el asunto para el que llegamos. Drake a medida que avanzaba , le fallaban su fuerza, su visión y su lenguaje y comenzó a desvanecerse por falta de sangre, la que como entonces percibimos se esparcía en gran cantidad sobre la arena, a causa de una herida que recibió en la pierna durante la primera refriega, y a pesar del dolor no se lo hizo saber a nadie (puesto que vio a varios de la tropa, habiendo obtenido ya cosas muy buenas, estar listos para aprovechar toda ocasión de salir de aquel peligro) hasta que un desmayo, en contra de su deseo, lo puso de manifiesto: la sangre, primero llenó las marcas que hicieron nuestras pisadas, para la mayor consternación de toda nuestra tripulación, que no podía concebir que un hombre perdiera tanta sangre y siguiera viviendo. Por lo tanto, ansiosos de haber tenido las mayores aventuras por un botín tan rico, en ningún momento pondrían en peligro la vida del capitán; pero (habiéndole dado algo de beber con lo que se recuperó y amarrándole su bufanda alrededor de la pierna para detener la sangre) le suplicaron que estuviera contento de ir con ellos a bordo con el fin que le examinaran y le vendaran la herida y luego, regresara a la costa si lo creía conveniente.

    Monumento a Drake en DevonCuando no lo pudieron persuadir (sabiendo que era imposible por lo menos muy improbable, que algún día pudiera, por ese tiempo regresar para recobrar la posición que ahora tenían: fue de opinión que era más honroso para él arriesgar su vida por un beneficio tan grande que dejar sin realizar una empresa tan importante);se unieron todos y con fuerza, mezclada con justa súplica, lo llevaron a bordo de su embarcación, abandonando el rico botín, sólo para preservar la vida de su capitán; ya que él resolvió que mientras disfrutaran de su presencia y lo tuvieran para dirigirlos podrían recobrar otros tesoros; pero en caso de perderlo difícilmente serían capaces de regresar a casa con lo poco que habían obtenido. Así, nos embarcamos al despuntar el día (29 de julio) teniendo herido a nuestro capitán y muchos hombres heridos, aunque ninguno muerto con excepción de un trompetista.Aunque nuestros médicos trabajaron diligentemente proporcionando los remedios y alivios a sus heridas, aún el cuidado principal de nuestro Capitán fue respetado por todos los demás: de tal forma que antes de salir del puerto tomamos para mayor complacencia de la tripulación, el susodicho barco de vinos. Pero antes de que la hubiéramos libertado del puerto, los del pueblo buscaron la manera de traer una de sus culebrinas que nosotros habíamos desarmado cuando nos hicieron un disparo, pero no nos impidieron llevar hacia adelante la presa a la Isla de Bastimentos o Isla Vituallas que está fuera de la bahía hacia el oeste, alrededor de una legua lejos del pueblo, en donde permanecimos los dos días siguientes para curar a nuestros hombres heridos y refrescarnos en los hermosos jardines, que allí encontramos con abundante depósitos de toda clase de deliciosas raíces y frutas, además de gran cantidad de aves de corral y de otras aves no menos extrañas y exquisitas. Después de llegar al istmo en una jornada de un día, nuestro Capitán (informado por los cimarrones que las damas de Panamá acostumbraban a enviar perseguidores y cazadores para que les atraparan variadas y deliciosas aves, que ofrecía el lugar; los que nos descubrirían sino marchábamos cuidadosamente) obligó a toda su tropa a marchar fuera de la vía ordinaria y a hacerlo con tanto cuidado y sigilo como pudieran hacia la arboleda (lo que se acordó cuatro días atrás) situada a una milla de Panamá, donde podríamos descansar a salvo y sin ser descubiertos, cerca del camino que conducía desde allí a Nombre de Dios. De allí enviamos a un cimarrón escogido, que con anterioridad había servido a un patrón en Panamá, vestido tal como visten los negros del lugar, para que fuera nuestro espía, y entrara al pueblo a averiguar la fecha y la hora de la noche en que los acarreadores conducirían el tesoro desde la casa del Tesoro Real hasta Nombre de Dios. Ellos acostumbraban a hacer su travesía de Panamá a Ventacruz, que está a seis leguas, siempre de noche porque la región es toda expuesta, y resulta muy cálida durante el día.Pero de Ventacruz a Nombre de Dios con frecuencia llevan el tesoro por tierra de día y no de noche, porque todo el camino está lleno de bosque y, por lo tanto, es muy fresco y frío; a menos que los cimarrones afortunadamente los encuentren y los hagan sudar de miedo;como algunas veces lo han hecho; después de lo cual están contentos de proteger sus recuas palabra española para una manada de bestias de carga significando aquí una serie de mulas] con soldados, a lo largo del camino. Este último día, nuestro capitán observó y examinó la mayor parte de aquella bella ciudad, percibiendo la inmensa calle que corre directamente del mar hacia la tierra sur y norte. A eso de las tres de la tarde, llegamos a esta arboleda para mayor seguridad a lo largo de un río, que estaba casi seco en esa época del año. Habiéndonos escondido en el bosque, enviamos nuestro espía una hora antes de la noche , de manera que para la caída de la tarde estuviera en la ciudad, tal como sucedió.De allá volvió de inmediato junto a nosotros para informarnos de lo que felizmente escuchó de sus compañeros: el tesorero de Lima que intentaba pasar a España en el primer aviso (barco de 350 toneladas y muy buen velero) estaba listo aquella noche para emprender su viaje hacia Nombre de Dios, con su hija y su familia, contando con catorce mulas en su tripulación, de las cuales ocho estaban cargadas con oro, y una con joyas. A la que le seguirían otras dos recuas de cien mulas cada una, cargadas en su mayoría con víveres y con una pequeña cantidad de plata, para salir esa noche una detrás de la otra. Había veintiocho recuas. Las más grandes son de setenta mulas y la menor de cincuenta a menos que un hombre en particular alquile para sí diez, veinte o treinta, o las que necesite. Después de este aviso, marchamos enseguida cuatro leguas hasta que llegamos a dos cerca de Ventacruz, por donde marchaban dos de los cimarrones que enviamos anteriormente y, por el olor a fósforo, encontraron y trajeron a un español que estaba dormido en el camino, a quien sorprendieron y como era sólo uno, le cayeron encima, le cerraron la boca para que no hiciera ruido, le quitaron sus fósforos y lo ataron de tal manera que estaba casi estrangulado cuando llegó hasta nosotros. Al examinarlo, encontramos que era cierto todo lo que nuestro espía nos había informado, y que éste era un soldado que estaba junto con otros, al servicio del tesorero, para proteger y conducir el tesoro desde Ventacruz a Nombre de Dios.

    Francis DrakeAl enterarse este soldado de quién era nuestro capitán, se armó de valor y fue audaz al hacerle dos peticiones. Una era que para conservar la vida “dirigiría a los cimarrones que odiaban a los españoles, y en especial a los soldados , pero de los que no dudaba que le obedecerían en todo lo que les ordenara”. La otra que”viendo que él era un soldado y seguro de que esa noche podrían tener más oro, además de joyas y perlas de gran valor, que las que todos ellos pudieran cargar (y sino, entonces, tendría que encargarse de cuanto quisieran); pero si todos los aceptaban así, entonces podría agradar a nuestro Capitán. Tanto había escuchado lo que nuestro Capitán había hecho con muchos otros; por lo que haría su nombre tan famoso como cualquiera de ellos que hubiera recibido un favor similar. Al llegar al lugar señalado , nuestro Capitán, con la mitad de sus hombres [a 8 ingleses y 15 cimarrones] se colocaron en un inmenso yerbatal que estaba a un lado del camino a unos cincuenta pasos. John Oxnam con el capitán de los cimarrones y la otra mitad, se situaron en el lado opuesto, a igual distancia, pero tan atrás, para que cuando se presentara la ocasión, el primer grupo podría tomar por el frente las mulas delanteras y las traseras, porque cuando están amarradas juntas, siempre van una tras otra; y, en especial, si tuviéramos necesidad de usar nuestras armas aquella noche, pudiéramos estar seguros de no herir a nuestros compañeros. No estuvimos en esa acechanza por más de una hora, cuando escuchamos las recuas que venían, tanto de la ciudad a Ventacruz como de Ventacruz a la ciudad, las que realizan el acostumbrado gran canje cuando llegan las flotas. Las escuchamos por el tañir de las campanas de sonidos graves, que en una apacible noche, se oían desde muy lejos.

    Aunque se dieron tantas órdenes como fue posible, para que ninguno de nuestros hombres se descubriese o moviese , sino permitir que todo lo que viniese de Ventacruz pasase tranquilamente, aún las recuas, porque sabíamos que no traían consigo nada más que mercancía; uno de nuestros hombres llamado Robert Pike, habiendo bebido mucha aqua vitae sin agua, se olvidó de sí mismo y persuadió a un cimarrón para que se adelantara en el camino, con la intención de mostrarle su audacia a las mulas delanteras. Y, cuando se acercó un caballero de Ventacruz, bien montado, con su paje manejando el estribo, se levantó, repentinamente, para ver quién era; pero el cimarrón, más discreto, lo tiró al suelo y se acostó sobre él para que no pudiera descubrirlo más. A pesar de ello, el caballero diose cuenta, al ver a uno vestido de blanco; porque todos nos habíamos puesto camisas sobre nuestras ropas para estar seguros de reconocer a nuestros propios hombres en la oscuridad de la noche. dado lo que vio, el español, aceleró su caballo, cabalgó en falso galope, deseoso no solo de librarse de su duda, sino también de dar aviso a otros de que debían evitarlo. Nuestro capitán, quien escuchó y observó , debido a la dureza del suelo y a la quietud de la noche, el cambio de este caballero , de un trote a un galope, sospechó que había sido descubierto, pero no podía imaginar por falta de quien, ni tampoco el tiempo le dio oportunidad de investigarlo. Por lo tanto, considerando lo que podía ser por lo peligroso del lugar, bien conocido por los viajeros corrientes, permanecimos inmóviles a la expectativa de la llegada del tesorero que venía hacia nosotros. Pero al encontrarlo el jinete (como supimos después por las otras recuas) e informarle de lo que acababa de ver aquella noche, y de lo que había oído del Capitán Drake por largo tiempo (...) conjeturó como lo más verosímil (...) que el supuesto Capitán Drake o alguien por él, decepcionado de esperar obtener un gran tesoro,tanto en Nombre de Dios como en otros lugares, venía por otros medios o por tierra, cubierto a través del bosque, hacia este lugar para lograr su objetivo. Por lo tanto, los persuadió sacar su recua fuera del camino y dejar que pasaran las otras que venían detrás. Eran recuas completas pero cargadas en su mayoría con víveres, así que la pérdida sería mucho menor si sucedía lo peor y aún servirían para descubrirlos, tan bien como lo mejor. Así, por la imprudencia de uno de los de nuestra tropa, y por la cautela de este viajero, se nos fue de las manos este rico botín, por lo que se podría pensar que Dios no dejaba que se tomase porque, con toda probabilidad, fue honestamente habido por aquel tesorero. Las otras dos recuas no habían llegado del todo hasta nosotros, cuando fueron detenidas y secuestradas. Uno de los principales mensajeros, un compañero muy sensible, le contó a nuestro Capitán cómo fuimos descubiertos, y nos aconsejó que para nuestra conveniencia nos trasladáramos pronto, a menos que tomáramos el control total de la ciudad y del país antes que el día cayera. Nos agradó muy poco el habérsenos privado de esta recua de oro y que no pudiéramos encontrar más que dos caballos cargados de plata; pero acongojó mucho más a nuestro Capitán el hecho de que fue descubierto por imprudencia de uno de sus propios hombres. Sabiendo que era tonto afligirse por cosas pasadas y aprendido por experiencia, que toda seguridad en extremo consistía en ganar tiempo [por ejemplo, adoptar de antemano una decisión instantánea]después de una consulta no muy larga con Pedro, el jefe de nuestros cimarrones, este declaró que “había dos posibilidades: una era, regresar otra vez por el mismo camino secreto por el que vinimos, a una distancia de cuatro leguas dentro del bosque, o por el contrario, marchara delante, por el camino hacia Ventacruz, que era de dos leguas y abrirse paso con la espada a través de los enemigos”. Al considerar las largas y agotadoras marchas que habíamos efectuado, principalmente esa última tarde y el día anterior, resolvió tomar el camino más corto y disponible, como si escogiera más bien hacer frente a sus enemigos, mientras se tuviera algo de fuerza, que ser encontrados o perseguidos cuando estuviéramos rendidos de cansancio, principalmente al tener ahora las mulas que les facilitarían una parte del trayecto. Por lo tanto, ordenándole a todos que se refrescaran moderadamente con semejante depósito de víveres como el que teníamos aquí en abundancia, les dio a conocer su resolución y razón, preguntándole a Pedro, por su nombre, “si él nos daría su mano para no desampararlo” porque sabía que el resto de los cimarrones también se pararían fuerte y firme;tal era la fidelidad que le tenían a su jefe. Estando muy contento de la decisión, le tendió la mano a nuestro Capitán y juró que: “si seguía por ese camino prefería morir a sus pies antes que dejarlo en manos de los enemigos”. Ya fortalecidos, iniciamos nuestro viaje hacia Ventacruz con la ayuda de las mulas hasta que llegamos a una milla del pueblo, donde enviamos de regreso las recuas, ordenándole a sus conductores no seguirnos so pena de perder sus vidas. Aquí el camino se corta a través del bosque sobre unos diez o doce pies de ancho, de tal manera que dos recuas pueden pasar una al lado de la otra. La fertilidad del suelo, hizo que con las frecuentes pisadas y cabalgatas en el camino, los bosques crecieran tan espesos como nuestros más tupidos setos en Inglaterra. A la mitad del bosque, una compañía de soldados, que permanentemente habitaban aquél pueblo para defenderlo contra los cimarrones, se adelantaron para detenernos en el camino, si podían y si no, para refugiarse en su fortaleza y esperarnos desde allí. Un convento de frailes, de los cuales uno se convirtió en jefe, se unió a estos soldados para tomar parte en la defensa. Nuestro Capitán, comprendiendo por los dos cimarrones, quienes con gran atención y silencio marchaban ahora ante nosotros casi que a la mitad de la distancia que recorre un proyectil, que era tiempo de armarnos y de dirigirnos a nuestros medios de defensa porque ellos sabían que el enemigo estaba a la mano, por el olor de sus fósforos y por escuchar cierto ruido, ordenó que nadie hiciera ningún disparo hasta que los españoles gastaran sus balas primero, lo que pensó que no harían antes de que hablaran como realmente aconteció. Tan pronto como estuvimos al alcance de su oído, un capitán español gritó “Hoo! “Nuestro Capitán le contestó de igual forma y al preguntársele” Quién vive! “respondió Ingleses”, pero cuando el mencionado comandante le dijo que: “En nombre del Rey de España su Señor, deberíamos rendirnos prometiendo en la palabra y en la fe de un caballeroso soldado que si lo hacíamos así, nos trataría con toda cortesía”, nuestro Capitán , acercándose un poco más le respondió que: “por el honor de la reina de Inglaterra, Su Señora, tendría que cruzar ese camino”, y de inmediato,le descargó su pistola. Inmediatamente después dispararon todas sus balas las que aunque hirieron ligeramente a nuestro capitán y a varios de nuestros hombres, causó la muerte a sólo uno de los de nuestra tropa llamado John Harris, quien estaba tan lleno de pólvora por la lluvia de disparos (que parecía que los habían usado en su totalidad o “cuarteado” (...) que no pudimos devolverle la vida, aunque continuó con nosotros todo ese día. Tan pronto como nuestro Capitán se percató que sus disparos iban disminuyendo, como las últimas gotas de un gran aguacero, nos dio, con su silbido la señal acostumbrada para contestarles con nuestros disparos y flechas y marchar así sobre el enemigo, con intención de atacarlo de cerca y de unirnos a aquellos que se habían retirado o a un lugar de mayor seguridad. Al percatarse los cimarrones se hicieron a un lado por el temor de que los alcanzaran los disparos; sin embargo, tan pronto como se dieron cuenta, porque nos oyeron, que marchábamos hacia ellos, todos se lanzaron, unos detrás del otro, atravesando el camino, con sus flechas listas en sus arcos y en su costumbre campesina de danzas o saltos y cantando “Yo pehó. Yo pehó”. Llegaron hasta nosotros, donde continuaron saltando y cantando, a la usanza de las guerras de su propio país, hasta que ellos y nosotros alcanzamos algunos de los enemigos, quienes cerca del final del pueblo, se habían reunido en el bosque, para detenernos, como lo hicieron anteriormente. Cuando nuestros cimarrones, totalmente fortalecidos, vieron nuestra resolución, irrumpieron a través de la espesura a ambos lados de ellos, y los forzaron a huir, a los frailes y a los otros, a pesar de que varios de nuestros hombres estaban heridos y especialmente un cimarrón, fue traspasado con una de las lanzas, pero su coraje y mente le ayudaron tanto, que vengó su propia muerte antes de morir, matando a quien le había dado esa mortal herida. Nosotros, a toda prisa y siguiendo esta persecución, entramos al pueblo de Ventacruz. Tenía alrededor de cuarenta o cincuenta casas, y contaba tanto con un Gobernador como con otros oficiales y algunas casas hermosas, con muchos depósitos grandes y fuertes, para las mercancías que llegaban desde Nombre de Dios por el Río Chagres , para ser transportadas en mulas hasta Panamá, además del Monasterio, en donde encontramos más de mil bulas e indultos recientemente enviados desde Roma. En aquellas casas encontramos a tres damas, que recientemente habían parido a pesar de que sus moradas estaban en Nombre de Dios, porque como nos informaron se había observado desde mucho tiempo atrás que ninguna española o mujer blanca podía dar a luz en Nombre de Dios con seguridad para sus niños, porque estos morían en dos o tres días. Después de haber nacido, los llevaban a Ventacruz o a Panamá por cinco o seis años y luego a Nombre de Dios, y si escapaban a la enfermedad, durante el primero o segundo mes, por lo general vivirían allí tan saludables como en cualquier otro lugar, aunque como dicen ellos, ningún extraño lo resistía mucho tiempo sin grandes peligros de muerte o de enfermedades graves. A nuestro primer arribo con armas al pueblo, tan repentinamente, estas damas sintieron mucho miedo. Aunque nuestro Capitán dio orden estricta a todos los cimarrones que no le harían nada malo ni tomarían cosa para ellos ni siquiera por el valor de una liga ( que mientras tuvieran armas en la mano, lo que prometieron formalmente y cumplieron con no menos fidelidad) y a pesar que tenían suficiente protección y seguridad de las tropas que nuestro Capitán les envió, con el propósito de protegerlas , nunca cesaron de insistir seriamente en que nuestro Capitán estuviera con ellas, para su mayor seguridad. Cuando lo hizo y ante su presencia les informó de la orden que había sido dada anteriormente y de la afirmación de sus hombres, quedaron satisfechas. Mientras nuestros guardias, no sin gran dificultad, se colocaron tanto sobre el puente por el cual teníamos que pasar como al final del pueblo por donde entramos (no tienen otra entrada por tierra, pero hay otra acuática para llevar y traer mercancías de sus fragatas) nos dieron la libertad y la calma para permanecer en este pueblo por hora y media; no sólo nos refrescamos, sino que nuestra tropa y los cimarrones hicieron un gran saqueo, que nuestro capitán permitió y dio (puesto que no era lo que él buscaba) para que el botín no fuera muy incómodo o pesado en relación a nuestro viaje, o defensa propia. Poco antes de que partiéramos, llegaron unos diez o doce jinetes de Panamá, aparentemente porque suponían que habíamos salido del pueblo, ya que todo estaba muy tranquilo y silencioso; llegaron para entrar secretamente, pero al encontrar tal recibimiento, los que pudieron cabalgaron por miedo, más rápido para volver que lo que hicieron antes por una esperanza. Al concluir nuestras andanzas en este pueblo, y al apuntar el alba, marchamos sobre el puente manteniendo el mismo orden con que lo hicimos anteriormente. En nuestra opinión estábamos a salvo, como si estuviéramos rodeados de paredes y trincheras, de manera que ningún español podría seguirnos sin extremo peligro. Mucho menos ahora que nuestros cimarrones habían aumentado su valentía. Pero nuestro Capitán considerando que tenía un largo camino por delante y que estaba ahora muy cerca, a quince días, de su barco, donde dejó a su tripulación muy débil debido a las enfermedades, apresuró el viaje tanto como pudo, rehusando visitar los otros pueblos de cimarrones (lo que ansiosamente le suplicaron) y animó a su tripulación con tal ejemplo y discurso que el camino les pareció mucho más corto, ya que marchó alegremente y nos aseguró que no dudaba que antes de abandonar la costa seríamos muy bien pagados y gratificados por todos los dolores sufridos. Debido al apuro de nuestro Capitán y al abandono de los pueblos, avanzamos por muchos días con los estómagos hambrientos y muy en contra de los deseos de nuestros cimarrones, quienes nos hubieran detenido por lo menos un día de este continuo viaje para poder cazamos suficientes vituallas.

    Golden HindeDurante nuestra ausencia, el resto de los cimarrones construyó un pequeño poblado a tres leguas del puerto donde yacía nuestro barco. Nuestro Capitán quedó satisfecho por sus grandes y continuas súplicas para que se quedara y sostuvieron que sólo lo construyeron con ese propósito. Al acceder a ello, dijo que la carencia de zapatos sería suplida por los cimarrones, quienes eran de gran ayuda para nosotros. Todos nuestros hombres se quejaban de las dolencias de sus pies, y nuestro capitán los acompañaba en su lamento, algunas veces sin causa, pero otras con verdaderos motivos, lo que hizo que el resto soportara la carga más fácilmente. Durante todo el tiempo que estuvimos agobiados, estos cimarrones nos dieron muy buenos servicios continuamente y en particular durante este viaje, siendo para nosotros más que agentes informadores, guías para dirigirnos en el camino, abastecedores que nos proporcionaban víveres, obreros para construir nuestras habitaciones, teniendo además unos cuerpos hábiles y fuertes para cargar todos nuestros menesteres. En realidad, muchas veces cuando alguien de nuestra tropa se desvanecía por enfermedad o cansancio, dos cimarrones lo llevaban con facilidad entre ellos, por dos millas seguidas y, otras veces, cuando era necesario, demostraban ser no menos valientes que industriosos, y de buen juicio. Desde este pueblo, a nuestra primera entrada en la tarde del sábado (22 de febrero), nuestro Capitán envió a un cimarrón con un presente y cierta orden para el jefe, quien en esas tres semanas, mantuvo buena vigilancia contra el enemigo y se ingenió en el bosque para conseguir víveres frescos para el alivio y recobro de los hombres que se quedaron a bordo. Tan pronto como este mensajero llegó a la costa y llamó a nuestro barco, como si traía nuevas noticias, los que ansiaban escuchar sobre la prisa de nuestro Capitán lo llevaron a bordo de inmediato. Cuando mostró la delgada lanza de oro y dijo que nuestro Capitán se la envió como regalo a Ellis Hixon, con la orden de encontrarlo en un río, aunque el Jefe conocía muy bien la lanza del Capitán, pero debido a la amonestación y precaución que le dieron al partir (aunque no se percató de ninguna señal para desconfiar del cimarrón) se detuvo como asombrado, como si algo malo le sucediera a nuestro Capitán. Al percibir esto, el cimarrón le dijo que era de noche cuando le enviaron, de manera que nuestro Capitán no pudo enviar ninguna carta, pero que sin embargo, con la punta de su cuchillo escribió algo sobre la lanza, por lo que dijo que: "esto sería suficiente para dar crédito al mensajero". Enseguida, el Jefe vio escrito "Por mi, Francis Drake", por lo que se creyó, y según el mensaje , preparó las provisiones que pudo, y se dirigió a la boca del río Tortugas, como lo llamaron los cimarrones que fueron con él. Aquella tarde, a eso de las tres en punto, llegamos al río, a menos de media hora antes que viéramos nuestra embarcación lista para recibirnos, lo que fue para todos nosotros un doble regocijo. Primero porque los vimos y segundo porque fue tan pronto. Nuestro Capitán, con toda nuestra tripulación, alabó a Dios de todo corazón porque volvimos a ver a nuestra embarcación y a nuestros compañeros. (Phillipp Nichols. Sir Francis Drake revived; calling upon this dull or effeminate age, to follow his noble steps for gold and silver)

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  22. Piratas Franceses:
    Francois l'Olonnais (Sean David Nau)(?-1669):
    Siendo apenas un muchacho fue enviado como trabajador forzoso a la Martinica. Tras cumplir los años de servicio obligatorio se trasladó a la isla de La Hispaniola y se unió a los bucaneros de la zona. Ingresó como marinero y debido a su valor y aptitudes, el gobernador de Tortuga, la Place, lo puso al mando de un barco. El comienzo de su carrera asaltando numerosos barcos españoles le fue muy provechoso. Alcanzó gran fama por su extrema crueldad con los prisioneros. Una tormenta que le sorprendió en el Yucatán hizo naufragar a su barco, aunque casi toda la tripulación logró alcanzar la orilla donde fue atacada por los españoles. Todos sus hombres resultaron muertos excepto él que se escondió entre los cadáveres camuflándose con sangre y arena. Disfrazado de español, entró en la ciudad de Campeche en fiestas. Se celebraba la muerte del cruel pirata. Convenció a unos esclavos franceses para que lo acompañaran en canoa de vuelta a Tortuga, donde robó un barco que utilizó para asaltar Los Cayos, Cuba. El gobernador de La Habana, ordenó la preparación de un barco bien armado para su búsqueda y captura, con órdenes de colgar a toda la tripulación y regresar con l'Olonnais encadenado. Cuando ambos barcos se encontraron, los piratas se lanzaron al abordaje y mataron a toda la tripulación española excepto a uno, portador del mensaje para el gobernador de que en el futuro, l'Ollonnais pensaba matar a todo español con el que se tropezara. Más tarde se unió a Michel de Basco y organizó una expedición de 8 barcos y 400 hombres que partió en 1667 rumbo a Maracaibo. Antes de llegar a esta localidad, destruyó el fuerte que guardaba la entrada al "lago". Los habitantes habían huido a la selva donde eran capturados para ser torturados con el fin de que revelaran el lugar donde se encontraban los objetos de valor. Tras esta sangrienta ocupación marcharon a Gibraltar, que se rindió tras la pérdida de 500 hombres. Después de varias semanas de terror abandonaron el lugar con el botín (260.000 piezas de a ocho y numerosos lingotes de plata) rumbo a la isla pirata de Corso.

    Continuó asediando las costas de Nicaragua y durante el ataque de San Pedro, para recabar información sobre rutas y defensas mató gran número de españoles. A los últimos que dejó con vida los aterrorizó extrayéndole el corazón a un compañero y masticándolo ante ellos como una fiera. Su fin llegó en las costas de Honduras cuando su barco quedó encallado en un banco de arena. Construyó durante seis meses un nuevo barco. Sus planes de marchar sobre Cartagena no se pudieron realizar porque fue capturado y muerto por un grupo de nativos de Darién.

    Jean Lafitte (Saint Malo 1781-1819):
    Se embarcó a la edad de trece años. Saliendo de Sand Heads, en 1807, abordó al buque Queen East Indiaman, de 40 cañones y con 400 hombres. Se convirtió en el terror de los enclaves británicos en la India. Pasando el cabo de Buena Esperanza y tras cargar oro en polvo, marfil y aceite de palma en el Golfo de Guinea, regresó a Saint Malo. Marchó de nuevo a Guadalupe que, durante uno de sus viajes, fue tomada por los británicos, lo que le obligó a marchar a Cartagena. Participó en el bloqueo de enclaves realistas británicos, capturando numerosos prisioneros que trasladó a Barrataria (parte de la costa entre Louisiana y la desembocaduras del Mississippi). Se unió a las tropas de los Estados Unidos en su lucha con los británicos a cambio del perdón del presidente Madison. En 1819 el general Long le encarga patrullar con 5 barcos y 300 hombres. El buque de los Estados Unidos Lynx captura un barco de Lafitte que había participado en el saqueo de una plantación en el río Marmento. Los Estados Unidos, una vez firmada la paz con los británicos, veían con gran recelo las actividades ilegales a las que Lafitte se seguía dedicando. El barco Alabama, de los Estados Unidos capturó un buque de Lafitte al mando de su subordinado Le Fage. En Nueva Orleans, el juez Hall de los Estados Unidos, sentenció a muerte a 16 de sus hombres capturados. Perseguido y expulsado de la isla Barrataria arma un nuevo buque y se dedica a la piratería contra todas las naciones. Lafitte Murió en la cubierta de su barco luchando contra un buque de guerra británico que patrullaba el golfo de Méjico. Aunque un trozo de metralla le partió el hueso del pie izquierdo y tenía una herida de sable en el abdomen, aprovechó sus últimas fuerzas para rematar al capitán de la nave asaltante.

    Ataques franceses durante el reinado de Felipe II:
    Las expediciones de los franceses tienen otro carácter: no son, como las inglesas, estimuladas solamente por la sed de oro y por el odio sectario a España, sino que en sus organizadores se advierte una mayor alteza de miras. Hay en los franceses un deseo de fundar y colonizar que no se percibe nunca en los atrevidos marinos británicos, cuyos solos estímulos son la destrucción de la obra de España y el saqueo. Ya hemos hablado de los intentos de Coligny de establecer colonias de hugonotes en la Florida y de cómo el adelantado Pedro Menéndez de Avilés hizo fracasar estos conatos. En 1572 una flota de calvinistas franceses se situó frente a Puerto Cabello, y más adelante, en 1595, piratas de la misma nacionalidad consiguieron entregar al saqueo esta posición española. Las expediciones francesas, menos importantes, fueron más peligrosas a la larga, pues la política de Francia en los últimos años del siglo XVI consistió en tomar posiciones en las Pequeñas Antillas, despreciadas y abandonadas por España, para establecer en ellas centros de organización de ataques a la América española. Ingleses y holandeses siguieron esta misma táctica, y de aquí la inexplicable permanencia, a tan poca distancia de La Habana, de Santo Domingo y de Puerto Rico, de estos centros de piratería internacional organizada, que era continuo sobresalto de los colonos y de los marinos españoles. Un historiador español, Rumeu de Armas, ha demostrado que las atrevidas hazañas de los corsarios fueron posibles mediante la complicidad de algunos españoles que, vendidos a Inglaterra, revelaban el secreto de las rutas o se avenían a servir de pilotos a los más crueles enemigos de su religión y de su patria. Los holandeses, que habían de ser atrevidísimos corsarios, iniciaron sus expediciones hacia 1600, pero no se lanzaron de lleno a este provechoso oficio hasta algunos años después, cuando la tregua con España alejaba el peligro de las costas neerlandesas. (Marqués de Lozoya)

    Fuerte Niebla Levasseur se hace fuerte en Tortuga (1640):
    Los bucaneros empezaron a medrar a mediados del siglo XVII. Fueron expulsados de La Española y arrojados a una vida desesperada. Encontraron refugio en Tortuga, unas cuantas millas al oeste. [...] Aquí se establecieron y se construyeron un fuerte. Durante un año o dos todo parecía ir muy bien en la pequeña colonia, hasta que un buen día una fuerza española enviada de Santo Domingo cayó sobre ella y la extirpó. Los españoles no permanecieron largo tiempo allí, y tras su partida los bucaneros empezaron otra vez a derivar hacia Tortuga. No fue sino unos cuantos años más tarde, en 1640, que los genuinos bucaneros arraigaron y florecieron allí, por largos intervalos, durante unos ochenta años. En este año un francés de San Cristóbal, M.Levasseur, calvinista, hábil ingeniero y valeroso caballero, formó compañía con otros cincuenta compatriotas y correligionarios y emprendió un ataque por sorpresa contra Tortuga. La empresa fue afortunada, y sin grandes trabajos los franceses se apoderaron de la isla. Lo primero que hizo el nuevo gobernador fue construir un sólido fuerte en una alto farrallón de rocas, artillándolo. En esta fortaleza emplazó su casa de vivienda y la llamó El Palomar. El único medio de llegar hasta el pináculo era trepando por escalones tallados en la piedra y subiendo escalas de hierro. Apenas se habían terminado estas construcciones cuando un desprevenido escuadrón español se presentó en el pequeño puerto, donde fue recibido con tal fuego desde El Palomar, que varios buques zozobraron y los demás tuvieron que darse a la fuga. (P.Gosse)

    Barco de La Salle. Copia de Theodore Gudin Programa imperialista de Luis XIV (segunda mitad s.XVII):
    Durante su reinado (1643-1715) logró los objetivos de alcanzar las fronteras naturales de Francia en los Pirineos y en el Rihn, supremacía militar y sumisión de la nobleza mediante la consumisión de recursos en defensa. Logró organizar un potente ejército (70.000 efectivos al principio del reinado y 500.000 al final). Se mejoraron la disciplina y el cuadro de mandos. La artillería se desarrolló bajo un control centralizado, en cantidad y efectividad. El empleo del fusil de pedernal con bayoneta acoplada, acabó con la distinción clásica entre piqueros y mosqueteros. Vauban rodeó la frontera de una red de plazas fortificadas, mediante originales dispositivos de defensa. Según las circunstancias y los recursos disponibles se emplearon distintas formas de expansión. El imperialismo jurídico consistía en la interpretación favorable de los tratados diplomáticos al amparo de su ambigüedad. El imperialismo diplomático buscaba impresionar a Europa con una política de prestigio: primacía de los embajadores franceses en el extranjero, derecho de los barcs franceses al primer saludo en alta mar. El imperialismo económico favorecía el contrabando con los países extranjeros, imponía elevadas tarifas a sus productos o llegaba a prohibir su entrada en el país. El imperialismo militar era el recurso siguiente. Para la mentalida aristocrática de la época, la guerra era una función natural, que sujetó a la nobleza arruinándola, mientras que los enormes efectivos del ejército, al final del reinado restaron brazos al campo y crearon una sorda oposición popular al imperialismo real. Para reducir los perjuicios de la guerra, los administradores del ejército real procuraron crear una administración independiente, construyendo cuarteles y almacenes para víveres y forrajes; pero las aldeas tenían que alojar obligatoriamente a las tropas, proporcionando además sal, comida y asiento a la lumbre. estas obligaciones pasaron más tarde a las ordenanzas de los ejércitos de todo el mundo.

    Numerosos conflictos:
    La guerra de Devolución (1667-1668). Al morir Felipe IV, el rey francés reclamó a España parte de los Países Bajos como compensación por la falta de pago de la dote de su mujer María Teresa, hija del rey español. La negativa española no impidió la fácil ocupación de los Países Bajos por el ejército francés. Las potencias europeas, alarmadas, firmaron la Triple Alianza de la Haya (Holanda, Suecia e Inglaterra) y obligaron a Luis XIV a firmar la paz de Aquisgrán por la que se devolvía a España todo lo conquistado, excepto algunas plazas flamencas. La guerra con Holanda (1672-1678). Francia tenía profundos antagonismos religiosos y económicos con Holanda. Para acabar con un peligroso vecino, decidió su invasión. Los holandeses inundaron el país para detener a las tropas francesas. Alemania y España acudieron en su socorro. Pero Luis XIV venció fácilmente a sus aliados y destrozó la flota holandesa. En la paz de Nimega, España fue la única perdedora, al ceder a Francia el Franco Condado y nuevas plazas flamencas. Las reuniones (1679-1684). Ante la oposición europea, Luis XIV busca otros medios de expansión, como las reuniones. Son anexiones territoriales fundadas en la interpretación favorable de tratados diplomáticos. Así se anexionó Alsacia, Estrasburgo y varias plazas próximas al Rihn. El imperio alemán, amenazado por los turcos, se vio obligado a pedir la Tregua de Ratisbona, por la que reconocía ricas reuniones. En 1684 el poderío francés llegó a su cénit pero los últimos años de su reinado fueron sombríos (revueltas populares, derrotas exteriores, crisis económica, muerte del Gran Delfín).

    Tras la firma de los tratados de Utrecht y Rastatt, entre 1713 y 1714 Francia deja de ser la gran potencia europea. A principios del s.XVIII el tonelaje mercante de Francia es algo inferior al de Inglaterra. Al declararse (1744) la guerra de sucesión de Austria, Francia tenía 48 navíos, de los cuales la mitad eran inutilizables; los ingleses tenían 96. Las pérdidas del conflicto fueron numerosas pero no definitivas. Los ingleses perdieron 3.238 navíos de comercio y los aliados 3.434. Francia no llegó a hacer los esfuerzos necesarios para una defensa efectiva de sus colonias en las Antillas, Luisiana, Canadá, Surate, Pondichéry, Mazulipatam, Chandernagor, Calicut, Yanaon... La guerra de los Siete Años (1755-1763) supuso para Inglaterra la toma de Canadá, Florida, muchos otros enclaves; y la hegemonía de los mares.

    abordaje pirata El abordaje de navíos en los ataques piráticos:
    Aunque los estados que alentaban el corso y la piratería tuvieran otros objetivos, el aliciente principal de los piratas era el económico. No sólo la mercancía transportada tenía valor. También lo tenían el buque, los esclavos, las piezas de artillería y los viajeros principales intercambiables por un rescate. Los ataques a navíos se dieron a través de muchos siglos en todas las latitudes sin obedecer a un patrón estricto. Los aspectos que determinaban el tipo de ataque eran con frecuencia la velocidad de la presa (relacionada con el tonelaje) y el carácter comercial o militar del barco. La artillería instalada en los navíos destinados a largas travesías podía ser muy variable. Un corsario con marcado carácter oficial no incurría normalmente en los actos brutales típicos de piratas en situaciones desesperadas. Un ejemplo frecuente de estos ataques fue el asalto a galeones españoles durante su regreso de América. El diseño de estos navíos perseguía capacidad de carga sacrificando velocidad. La Corona establecía un exigente dispositivo de defensa que suponía un coste considerable. Los piratas intentaban sacar el mayor partido de cada situación apoyándose en las ventajas que pudiera haber a su favor como velocidad, maniobrabilidad, calado, superioridad numérica, etc. Para hacerse con los metales preciosos y las mercancías de Indias, el abordaje a un barco bien artillado, con el riesgo que conlleva, resulta casi obligado. Los piratas estaban más experimentados en la lucha cuerpo a cuerpo que los marineros a los que atacaban. El rico cargamento que se convertiría en botín constituía un poderoso aliciente que remarcaba su comportamiento osado y violento. Rendir un barco no consistía necesariamente en dejarlo a punto de irse a pique. Desarbolarlo disparando a los palos podía bastar si quedaba impedido para maniobrar.

    * Ataque de Jean Capdeville a La Gomera (1571)
    * Jacques Sores asesina a los Mártires de Tazacorte (1570)
    * Piratas británicos | Mujeres piratas | Sir Francis Drake

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  23. Piratas Franceses:
    Francois l'Olonnais (Sean David Nau)(?-1669):
    Siendo apenas un muchacho fue enviado como trabajador forzoso a la Martinica. Tras cumplir los años de servicio obligatorio se trasladó a la isla de La Hispaniola y se unió a los bucaneros de la zona. Ingresó como marinero y debido a su valor y aptitudes, el gobernador de Tortuga, la Place, lo puso al mando de un barco. El comienzo de su carrera asaltando numerosos barcos españoles le fue muy provechoso. Alcanzó gran fama por su extrema crueldad con los prisioneros. Una tormenta que le sorprendió en el Yucatán hizo naufragar a su barco, aunque casi toda la tripulación logró alcanzar la orilla donde fue atacada por los españoles. Todos sus hombres resultaron muertos excepto él que se escondió entre los cadáveres camuflándose con sangre y arena. Disfrazado de español, entró en la ciudad de Campeche en fiestas. Se celebraba la muerte del cruel pirata. Convenció a unos esclavos franceses para que lo acompañaran en canoa de vuelta a Tortuga, donde robó un barco que utilizó para asaltar Los Cayos, Cuba. El gobernador de La Habana, ordenó la preparación de un barco bien armado para su búsqueda y captura, con órdenes de colgar a toda la tripulación y regresar con l'Olonnais encadenado. Cuando ambos barcos se encontraron, los piratas se lanzaron al abordaje y mataron a toda la tripulación española excepto a uno, portador del mensaje para el gobernador de que en el futuro, l'Ollonnais pensaba matar a todo español con el que se tropezara. Más tarde se unió a Michel de Basco y organizó una expedición de 8 barcos y 400 hombres que partió en 1667 rumbo a Maracaibo. Antes de llegar a esta localidad, destruyó el fuerte que guardaba la entrada al "lago". Los habitantes habían huido a la selva donde eran capturados para ser torturados con el fin de que revelaran el lugar donde se encontraban los objetos de valor. Tras esta sangrienta ocupación marcharon a Gibraltar, que se rindió tras la pérdida de 500 hombres. Después de varias semanas de terror abandonaron el lugar con el botín (260.000 piezas de a ocho y numerosos lingotes de plata) rumbo a la isla pirata de Corso.

    Continuó asediando las costas de Nicaragua y durante el ataque de San Pedro, para recabar información sobre rutas y defensas mató gran número de españoles. A los últimos que dejó con vida los aterrorizó extrayéndole el corazón a un compañero y masticándolo ante ellos como una fiera. Su fin llegó en las costas de Honduras cuando su barco quedó encallado en un banco de arena. Construyó durante seis meses un nuevo barco. Sus planes de marchar sobre Cartagena no se pudieron realizar porque fue capturado y muerto por un grupo de nativos de Darién.

    Jean Lafitte (Saint Malo 1781-1819):
    Se embarcó a la edad de trece años. Saliendo de Sand Heads, en 1807, abordó al buque Queen East Indiaman, de 40 cañones y con 400 hombres. Se convirtió en el terror de los enclaves británicos en la India. Pasando el cabo de Buena Esperanza y tras cargar oro en polvo, marfil y aceite de palma en el Golfo de Guinea, regresó a Saint Malo. Marchó de nuevo a Guadalupe que, durante uno de sus viajes, fue tomada por los británicos, lo que le obligó a marchar a Cartagena. Participó en el bloqueo de enclaves realistas británicos, capturando numerosos prisioneros que trasladó a Barrataria (parte de la costa entre Louisiana y la desembocaduras del Mississippi). Se unió a las tropas de los Estados Unidos en su lucha con los británicos a cambio del perdón del presidente Madison. En 1819 el general Long le encarga patrullar con 5 barcos y 300 hombres. El buque de los Estados Unidos Lynx captura un barco de Lafitte que había participado en el saqueo de una plantación en el río Marmento. Los Estados Unidos, una vez firmada la paz con los británicos, veían con gran recelo las actividades ilegales a las que Lafitte se seguía dedicando. El barco Alabama, de los Estados Unidos capturó un buque de Lafitte al mando de su subordinado Le Fage. En Nueva Orleans, el juez Hall de los Estados Unidos, sentenció a muerte a 16 de sus hombres capturados. Perseguido y expulsado de la isla Barrataria arma un nuevo buque y se dedica a la piratería contra todas las naciones. Lafitte Murió en la cubierta de su barco luchando contra un buque de guerra británico que patrullaba el golfo de Méjico. Aunque un trozo de metralla le partió el hueso del pie izquierdo y tenía una herida de sable en el abdomen, aprovechó sus últimas fuerzas para rematar al capitán de la nave asaltante.

    Ataques franceses durante el reinado de Felipe II:
    Las expediciones de los franceses tienen otro carácter: no son, como las inglesas, estimuladas solamente por la sed de oro y por el odio sectario a España, sino que en sus organizadores se advierte una mayor alteza de miras. Hay en los franceses un deseo de fundar y colonizar que no se percibe nunca en los atrevidos marinos británicos, cuyos solos estímulos son la destrucción de la obra de España y el saqueo. Ya hemos hablado de los intentos de Coligny de establecer colonias de hugonotes en la Florida y de cómo el adelantado Pedro Menéndez de Avilés hizo fracasar estos conatos. En 1572 una flota de calvinistas franceses se situó frente a Puerto Cabello, y más adelante, en 1595, piratas de la misma nacionalidad consiguieron entregar al saqueo esta posición española. Las expediciones francesas, menos importantes, fueron más peligrosas a la larga, pues la política de Francia en los últimos años del siglo XVI consistió en tomar posiciones en las Pequeñas Antillas, despreciadas y abandonadas por España, para establecer en ellas centros de organización de ataques a la América española. Ingleses y holandeses siguieron esta misma táctica, y de aquí la inexplicable permanencia, a tan poca distancia de La Habana, de Santo Domingo y de Puerto Rico, de estos centros de piratería internacional organizada, que era continuo sobresalto de los colonos y de los marinos españoles. Un historiador español, Rumeu de Armas, ha demostrado que las atrevidas hazañas de los corsarios fueron posibles mediante la complicidad de algunos españoles que, vendidos a Inglaterra, revelaban el secreto de las rutas o se avenían a servir de pilotos a los más crueles enemigos de su religión y de su patria. Los holandeses, que habían de ser atrevidísimos corsarios, iniciaron sus expediciones hacia 1600, pero no se lanzaron de lleno a este provechoso oficio hasta algunos años después, cuando la tregua con España alejaba el peligro de las costas neerlandesas. (Marqués de Lozoya)

    Fuerte Niebla Levasseur se hace fuerte en Tortuga (1640):
    Los bucaneros empezaron a medrar a mediados del siglo XVII. Fueron expulsados de La Española y arrojados a una vida desesperada. Encontraron refugio en Tortuga, unas cuantas millas al oeste. [...] Aquí se establecieron y se construyeron un fuerte. Durante un año o dos todo parecía ir muy bien en la pequeña colonia, hasta que un buen día una fuerza española enviada de Santo Domingo cayó sobre ella y la extirpó. Los españoles no permanecieron largo tiempo allí, y tras su partida los bucaneros empezaron otra vez a derivar hacia Tortuga. No fue sino unos cuantos años más tarde, en 1640, que los genuinos bucaneros arraigaron y florecieron allí, por largos intervalos, durante unos ochenta años. En este año un francés de San Cristóbal, M.Levasseur, calvinista, hábil ingeniero y valeroso caballero, formó compañía con otros cincuenta compatriotas y correligionarios y emprendió un ataque por sorpresa contra Tortuga. La empresa fue afortunada, y sin grandes trabajos los franceses se apoderaron de la isla. Lo primero que hizo el nuevo gobernador fue construir un sólido fuerte en una alto farrallón de rocas, artillándolo. En esta fortaleza emplazó su casa de vivienda y la llamó El Palomar. El único medio de llegar hasta el pináculo era trepando por escalones tallados en la piedra y subiendo escalas de hierro. Apenas se habían terminado estas construcciones cuando un desprevenido escuadrón español se presentó en el pequeño puerto, donde fue recibido con tal fuego desde El Palomar, que varios buques zozobraron y los demás tuvieron que darse a la fuga. (P.Gosse)

    Barco de La Salle. Copia de Theodore Gudin Programa imperialista de Luis XIV (segunda mitad s.XVII):
    Durante su reinado (1643-1715) logró los objetivos de alcanzar las fronteras naturales de Francia en los Pirineos y en el Rihn, supremacía militar y sumisión de la nobleza mediante la consumisión de recursos en defensa. Logró organizar un potente ejército (70.000 efectivos al principio del reinado y 500.000 al final). Se mejoraron la disciplina y el cuadro de mandos. La artillería se desarrolló bajo un control centralizado, en cantidad y efectividad. El empleo del fusil de pedernal con bayoneta acoplada, acabó con la distinción clásica entre piqueros y mosqueteros. Vauban rodeó la frontera de una red de plazas fortificadas, mediante originales dispositivos de defensa. Según las circunstancias y los recursos disponibles se emplearon distintas formas de expansión. El imperialismo jurídico consistía en la interpretación favorable de los tratados diplomáticos al amparo de su ambigüedad. El imperialismo diplomático buscaba impresionar a Europa con una política de prestigio: primacía de los embajadores franceses en el extranjero, derecho de los barcs franceses al primer saludo en alta mar. El imperialismo económico favorecía el contrabando con los países extranjeros, imponía elevadas tarifas a sus productos o llegaba a prohibir su entrada en el país. El imperialismo militar era el recurso siguiente. Para la mentalida aristocrática de la época, la guerra era una función natural, que sujetó a la nobleza arruinándola, mientras que los enormes efectivos del ejército, al final del reinado restaron brazos al campo y crearon una sorda oposición popular al imperialismo real. Para reducir los perjuicios de la guerra, los administradores del ejército real procuraron crear una administración independiente, construyendo cuarteles y almacenes para víveres y forrajes; pero las aldeas tenían que alojar obligatoriamente a las tropas, proporcionando además sal, comida y asiento a la lumbre. estas obligaciones pasaron más tarde a las ordenanzas de los ejércitos de todo el mundo.

    Numerosos conflictos:
    La guerra de Devolución (1667-1668). Al morir Felipe IV, el rey francés reclamó a España parte de los Países Bajos como compensación por la falta de pago de la dote de su mujer María Teresa, hija del rey español. La negativa española no impidió la fácil ocupación de los Países Bajos por el ejército francés. Las potencias europeas, alarmadas, firmaron la Triple Alianza de la Haya (Holanda, Suecia e Inglaterra) y obligaron a Luis XIV a firmar la paz de Aquisgrán por la que se devolvía a España todo lo conquistado, excepto algunas plazas flamencas. La guerra con Holanda (1672-1678). Francia tenía profundos antagonismos religiosos y económicos con Holanda. Para acabar con un peligroso vecino, decidió su invasión. Los holandeses inundaron el país para detener a las tropas francesas. Alemania y España acudieron en su socorro. Pero Luis XIV venció fácilmente a sus aliados y destrozó la flota holandesa. En la paz de Nimega, España fue la única perdedora, al ceder a Francia el Franco Condado y nuevas plazas flamencas. Las reuniones (1679-1684). Ante la oposición europea, Luis XIV busca otros medios de expansión, como las reuniones. Son anexiones territoriales fundadas en la interpretación favorable de tratados diplomáticos. Así se anexionó Alsacia, Estrasburgo y varias plazas próximas al Rihn. El imperio alemán, amenazado por los turcos, se vio obligado a pedir la Tregua de Ratisbona, por la que reconocía ricas reuniones. En 1684 el poderío francés llegó a su cénit pero los últimos años de su reinado fueron sombríos (revueltas populares, derrotas exteriores, crisis económica, muerte del Gran Delfín).

    Tras la firma de los tratados de Utrecht y Rastatt, entre 1713 y 1714 Francia deja de ser la gran potencia europea. A principios del s.XVIII el tonelaje mercante de Francia es algo inferior al de Inglaterra. Al declararse (1744) la guerra de sucesión de Austria, Francia tenía 48 navíos, de los cuales la mitad eran inutilizables; los ingleses tenían 96. Las pérdidas del conflicto fueron numerosas pero no definitivas. Los ingleses perdieron 3.238 navíos de comercio y los aliados 3.434. Francia no llegó a hacer los esfuerzos necesarios para una defensa efectiva de sus colonias en las Antillas, Luisiana, Canadá, Surate, Pondichéry, Mazulipatam, Chandernagor, Calicut, Yanaon... La guerra de los Siete Años (1755-1763) supuso para Inglaterra la toma de Canadá, Florida, muchos otros enclaves; y la hegemonía de los mares.

    abordaje pirata El abordaje de navíos en los ataques piráticos:
    Aunque los estados que alentaban el corso y la piratería tuvieran otros objetivos, el aliciente principal de los piratas era el económico. No sólo la mercancía transportada tenía valor. También lo tenían el buque, los esclavos, las piezas de artillería y los viajeros principales intercambiables por un rescate. Los ataques a navíos se dieron a través de muchos siglos en todas las latitudes sin obedecer a un patrón estricto. Los aspectos que determinaban el tipo de ataque eran con frecuencia la velocidad de la presa (relacionada con el tonelaje) y el carácter comercial o militar del barco. La artillería instalada en los navíos destinados a largas travesías podía ser muy variable. Un corsario con marcado carácter oficial no incurría normalmente en los actos brutales típicos de piratas en situaciones desesperadas. Un ejemplo frecuente de estos ataques fue el asalto a galeones españoles durante su regreso de América. El diseño de estos navíos perseguía capacidad de carga sacrificando velocidad. La Corona establecía un exigente dispositivo de defensa que suponía un coste considerable. Los piratas intentaban sacar el mayor partido de cada situación apoyándose en las ventajas que pudiera haber a su favor como velocidad, maniobrabilidad, calado, superioridad numérica, etc. Para hacerse con los metales preciosos y las mercancías de Indias, el abordaje a un barco bien artillado, con el riesgo que conlleva, resulta casi obligado. Los piratas estaban más experimentados en la lucha cuerpo a cuerpo que los marineros a los que atacaban. El rico cargamento que se convertiría en botín constituía un poderoso aliciente que remarcaba su comportamiento osado y violento. Rendir un barco no consistía necesariamente en dejarlo a punto de irse a pique. Desarbolarlo disparando a los palos podía bastar si quedaba impedido para maniobrar.

    * Ataque de Jean Capdeville a La Gomera (1571)
    * Jacques Sores asesina a los Mártires de Tazacorte (1570)
    * Piratas británicos | Mujeres piratas | Sir Francis Drake

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  24. Piratas. Crónica de un entierro anunciado. Roberto Puig:
    La historia de la piratería, de por sí antiquísima, ha dado lugar a innumerables relatos a través de los siglos, algunos de ellos sumamente curiosos y poco conocidos, que han servido de base a películas de aventuras para deleite de los jóvenes, o de los no tan jóvenes. El vocablo "pirata", que proviene del griego "peiratés" a través del latín -y que no es propiamente sinónimo de "bucanero", "filibustero" o "corsario", como también se conoce a quien merece tal apelativo- significa "el que se aventura", "el que procura lograr fortuna". A todo el mundo le es familiar la bandera negra con la calavera y las dos tibias cruzadas, así como el estereotipo del filibustero con pata de palo o un parche en el ojo, de que la literatura se ha servido más de una vez para dar vida a personajes que se han vuelto clásicos en la pluma de grandes novelistas y narradores.

    gente de mar:
    Ante esto cabría preguntarse cuándo surgió la piratería. Quizás sea tan antigua como el marino, por lo menos desde que se contó con embarcaciones de cierta entidad. Se sabe que en Grecia comenzó no con actos de agresión o barbarie hacia las personas, sino con el apoderamiento de cosas, tales como el ganado de las islas que luego recorrería Odiseo, el cual muchas veces procede, precisamente, como un verdadero pirata cuyas hazañas él mismo cuenta. La historia griega es mezcla de realidad y fantasía en un comienzo, como la mitología nos lo recuerda, pero los personajes reales que pueblan aquélla tuvieron, de un modo u otro, que ver con el mar. Las viejas leyendas de los Argonautas, o del Minotauro cretense reflejan también la sumisión de determinadas comarcas al poderío de los piratas de la época. Posteriormente Pompeyo y César fueron terminando con los merodeadores del Mar Mediterráneo, volviendo así libres a las rutas marítimas otra vez. Hay que esperar a la época de las cruzadas, que es cuando se produce el renacimiento naval veneciano y bizantino, para que vuelva a hablarse de estos diestros, osados e implacables nautas, provenientes entonces fundamentalmente de Normandía y Berbería. Los escandinavos eran también gente de mar; vivían en tierras en gran parte insulares, donde las comunicaciones se hacían sobre todo por vía marítima. Pero, contrariamente a lo que era habitual entre los griegos, no temían navegar fuera de la vista de la costa, y así se lanzaron atrevidamente a través del inmenso océano y llegaron a América del Norte cinco siglos antes de que Colón desembarcara en Guanahani. Sus correrías han motivado innúmeras y amenas crónicas. Mas no solo invadían zonas isleñas y costeras; remontaban los ríos y procuraban refugio y sustento dondequiera lo hallaran. París, por ejemplo, conoció sus ataques en algún momento del siglo noveno. Las sagas se han encargado de embellecer las hazañas piratescas de estos rudos personajes, que fueron extendiendo su escenario hasta llegar al Mediterráneo; atacaron España, Sicilia, Calabria; uniéndose a los primeros berberiscos, aterrorizaron a poblaciones enteras. Y tenían por costumbre sus "drakkars" y "snekkars" llevar un poeta a bordo, para relatar las hazañas que iban cumpliendo. Eran los "reyes del mar", como lo dice su nombre, "vikingos". Más adelante comienzan a hacerse famosos nombres individuales, como Guinimer, el llamado "archipirata" por Godofredo de Bouillon, célebre cruzado. Cien años después, otro personaje sería también llamado así; se le conocía también como Eustaquio el Monje, que actuó a órdenes de Felipe Augusto, rey de Francia, que a fines del siglo XII se lanzó a la tercera Cruzada con Ricardo Corazón de León. No fue el único que pasó, como veremos, de la vida religiosa a la piratería. Poco a poco la leyenda se fue apoderando de él, como de tantos otros aventureros, que vistos hoy a la distancia impresionan como más heroicos y menos interesados de lo que en realidad fueron. El término "corsario" se aplicaba todavía en el siglo XIII al navío más que al tripulante; el típico corsario de los relatos de Salgari surgirá más tarde.

    Defensa costa un auge universal:
    Con el paso del tiempo se van perfeccionando los buques, que adquieren más porte, capacidad y seguridad. Las técnicas bélicas cambian también; la popularización de la pólvora trae consigo nuevos armamentos y nuevas formas de combatir. Pero la realeza tiene también algo que decir en la historia de la piratería: servirse del corso es beneficioso para ciertos monarcas. Entre los holandeses, Guillermo de Orange, siguiendo los consejos de Coligny, resuelve a fines del siglo XVI organizar a los indisciplinados y aguerridos aventureros del mar para aumentar sus fuerzas militares y combatir a los españoles, entre ellos al Duque de Alba, que se ve por ello obligado a prestar atención a los piratas que despreciaba. Innumerables son los hechos de armas que ocurren en el mar entonces. La reina Isabel de Inglaterra busca también el apoyo de determinados capitanes, e incluso ennoblece al más famoso de ellos, Sir Francis Drake. Es ya corriente en esta época hablar de "filibusteros", vocablo derivado de otro holandés que significa "depredador". Otros calificativos han sido menos afortunados, como "pechelingue", por ejemplo, que apenas figura hoy en algunos diccionarios. La piratería pura prácticamente había desaparecido a fines de la Edad Media de las costas europeas; se había transformado en corso o había sido aniquilada por las naciones civilizadas. Pero los nuevos descubrimientos habían agregado miles de kilómetros de costas, que eran una tentación para quienes se dedicaban al pillaje. Y surge el bucanero, en las islas antillanas que poseían ganado del que los piratas de alimentaban comiéndolo ahumado (en el "boucan"), como se hacía entre los nativos del Nuevo Mundo. El transporte del oro de América fue otro incentivo para los corsarios, que costó muy caro a las autoridades españolas, las cuales debían repeler los ataques piratas no sólo en el mar sino en las localidades fortificadas de la costa americana, cuyas ciudades eran saqueadas una y otra vez, a sangre y fuego. Se da entonces un auge universal de la piratería; se destacan no sólo los más típicos y conocidos capitanes del Caribe cuyos nombres aún suenan; en el Mediterráneo actúan con renovado vigor los berberiscos, lo cual coincide con la detención del poderío naval turco, del que tanto orgullo deriva Cervantes por haber participado en la batalla de Lepanto. Los suplicios de las víctimas son hecho corriente; la prisión, es decir, la esclavitud y el rescate de los prisioneros, que el autor del Quijote experimentó vivamente en carne propia, son también habituales.

    los piratas filósofos:
    No obstante, no toda la historia de la piratería parece signada por la violencia y el desprecio por la vida humana. La realidad se revela a veces insólita. Prueba de ello es un capítulo muy especial de este relato, que parece producto de la fantasía de algún novelista, del que fue testigo la isla de Madagascar, en los siglos XVII y XVIII. Es una experiencia totalmente única, que sepamos, en esta materia. Vale la pena detenernos debidamente un momento en ella. Consistió nada menos que en el surgimiento y materialización de lo que podríamos llamar el sueño de "piratas filósofos", muy diferentes, por cierto, de lo que fueron el célebre Morgan, el Olonés, Barbanegra o el Capitán Kidd, y otros en su momento. Dos nombres se destacan en esta empresa, dos sujetos que "elevaron la piratería a la altura de un ideal", y creyeron en una utopía humanitaria, adelantada a su época, que quisieron concretar: Misson y su lugarteniente Caraccioli. Del primero, oriundo de Provenza, no se conoce siquiera si ése fue su verdadero nombre o si tuvo otro. A fines del siglo XVII, embarcado como aprendiz en el "Victoire", llegó a Italia. En Roma trabó conocimiento, allá por 1690, con un fraile dominico "liberal", como se decía entonces para aludir a los revolucionarios, disoluto y libertino a la vez. El joven Misson quedó deslumbrado por la inteligencia y las ideas del monje, el que, colgando los hábitos (o quizás arrojándolos lejos de sí) y atraído por la vida del mar, decidió seguir al joven nauta y tentar fortuna en su buque. El "Victoire" fue atacado por piratas berberiscos, hecho común entonces, lo cual permitió que ambos amigos se iniciaran, valiente y arriesgadamente, en el conocimiento del arte y la ciencia del abordaje. A Misson la experiencia le resultó positiva, y lo entusiasmó al punto de embarcarse en un buque corsario mientras reparaban el suyo a consecuencia del encuentro. Participó en esta nueva nave en una acción bélica que culminó con la captura de un buque inglés, después de lo cual volvió al "Victoire" y a su compañero. Rumbo a las Antillas, ambos se fueron familiarizando más con las tareas náuticas, y siguieron cambiando ideas y pensando en sus utopías. Caraccioli, prefiguración del enciclopedista, entendía que Dios desaprobaba de los reyes, de los clérigos, de la desigualdad, de la pena de muerte y, sobre todo, de toda disciplina. No se hablaba aún de anarquía, pero a ella tendía el fogoso ex sacerdote. Misson, por su parte, soñaba con la "aventura total". Quiso el destino que el buque que tripulaban fuera atacado por una nave inglesa, que causó numerosas muertes a bordo, incluida toda la oficialidad, pero que llevó la peor parte, pues en determinado momento su polvorín estalló, sin que quedaran sobrevivientes. Mientras tanto, las prédicas de Caraccioli daban fruto: convenció a lo que quedaba de su tripulación de que lo deseable era una "vida de libertad": los que le siguieran, la tendrían; los que pensaran de otro modo serían desembarcados. Ninguno abandonó el buque. Misson, que era el más instruido de quienes permanecían con vida después del combate, fue nombrado capitán, y el ex monje su teniente. Comienza así entonces la historia de una tripulación que en nombre de los principios humanitarios entendía que a veces cabía la violencia, la cual podía en algunas circunstancias no tener límite. Pareceríamos estar frente a los protagonistas de la futura Revolución Francesa. Se elaboró un reglamento para ordenar la vida a bordo, muy parecido, por otra parte, al de los filibusteros, gente efectivamente libre. Quedaba por elegirse la bandera. Alguien propuso emplear el pabellón negro con la calavera y los huesos cruzados, que los piratas ingleses habían empezado a enarbolar recientemente. Caraccioli manifestó abiertamente su desaprobación: "¡No somos piratas, sino hombres resueltos a mantener la libertad que Dios y la Naturaleza nos han acordado! ¡Los piratas son hombres perdidos, no podemos aceptar su bandera!" Propuso entonces el pabellón blanco con la figura de la Libertad, con la divisa "A Deo, A Libertate", es decir, "Por Dios y por la Libertad", y así se adoptó. Y en nombre de la libertad comenzaron las tropelías. El primer buque que se atacó estaba en lastre; llevaba apenas un poco de ron. No hubo pillaje, sin embargo; se respetaron los cofres y los efectos personales, y se dejó partir a la presa, tras hacer jurar cándidamente a todos no revelar nada de lo sucedido antes de transcurridos seis meses. Esta inicial y peculiar aventura fue la más sencilla, porque a partir de allí el combate fue la regla, cuyo botín era a veces vendido en puertos tales como Cartagena de Indias. La actitud de Misson, no obstante, fue noble frente a los esclavos negros. En tanto que filósofo humanitario, no podía admitir tal comercio. Sorprendente punto de vista para la época, y más aun partiendo de quien partía, que benefició a cuantos infelices eran inhumanamente transportados en los buques que él capturaba. En ocasión de cobrar una presa holandesa, argumentó de este modo frente a la tripulación:

    "Es imposible que el comercio de gente de nuestra especie sea jamás del agrado de la Justicia Divina. Ningún hombre tiene poder sobre la libertad de otro. No nos hemos librado aún del irritante yugo de la esclavitud ni hemos asegurado nuestra libertad para imponer la esclavitud a otros. Sin duda, esos hombres se distinguen de los europeos por su color, sus costumbres o ritos religiosos; pero no son menos criaturas del mismo Ser omnipotente y dotados de igual razón. Deseo, pues, que sean tratados como hombres libres y distribuidos entre nosotros para compartir nuestra comida, para que puedan pronto aprender nuestra lengua, se den cuenta de las obligaciones que tienen para con nosotros y se vuelvan más capaces de defender esta libertad que deberán a nuestra justicia y a nuestra humanidad"

    Fueron así dejados en libertad los negros, de los cuales una parte, al igual que sus captores holandeses, quisieron permanecer embarcados al lado de Misson. Junto con varios ingleses, se conformó de tal suerte una tripulación harto extraña y heterogénea, que el capitán logró hacer congeniar. Más trabajo le costó impedir que prorrumpieran en juramentos y maldiciones, tan comunes a bordo. También esto es fuera de lo común en la vida de los personajes que hoy nos ocupan.

    Madagascar en un mapa portugués en busca de la república ideal:
    Una presa inglesa, bien artillada, había sido puesta al mando de Caraccioli. Ambos buques doblaron el Cabo de las Tormentas -así llamado por Bartolomé Dias, su descubridor, en 1488, conocido luego como de Buena Esperanza- siguiendo la ruta que Vasco da Gama había abierto dos siglos antes, en 1497-98, también en demanda de Madagascar, y luego de las Comores. En esas tierras tuvo lugar asimismo un exitoso intento de fraternización con ciertas parcialidades indígenas-a cuyos integrantes tiempo después Rousseau llamaría "los buenos salvajes"-, que llegó hasta el punto de tomar Misson por esposa nada menos que a la reina de la isla de Anjouan. Caraccioli, por su parte, desposó a una princesa. La dote para la reina difería de las corrientes: consistió, dadas las circunstancias, en armas cortas y largas, que habrían de servir para sostener una guerra contra la isla vecina de Moheli. Y aquí ocurrió otra muestra del inusitado y humanitario carácter de Misson: los prisioneros tomados entonces fueron devueltos a sus hogares. Quizás hubiera detrás de este gesto una sutil política, la de no malquistarse tampoco, por las dudas, con los demás habitantes del archipiélago. De todos modos, resuelto esto, se decidió la partida. Pero como las noveles esposas se hallaban precisamente a bordo y rehusaron quedarse en tierra, los noveles esposos no pudieron hacer otra cosa que llevarlas consigo. Las reales damas fueron así testigos a la vez de un combate entablado contra un navío portugués de potente artillería, que llevaba nada menos que seis millones de libras de oro en polvo. Le tocó entonces a Caraccioli sufrir una mala pasada que le jugó la suerte, pues perdió una pierna en el encuentro. Numerosos piratas, pese a todo, estaban determinados a fundar la república ideal. Para ello se eligió la bahía de Diego Suárez, atractivo lugar situado en el extremo norte de la isla de Madagascar. Allí, pues, se instaló esta notable comunidad, con integrantes de costumbres, nacionalidades y religiones diferentes: piratas franceses, ingleses, portugueses, negros liberados, nativos de Comores, cristianos, mahometanos, etc., que se llamó "Libertalia". En tal paraje la violencia pareció por un tiempo no existir, salvo, naturalmente, en lo referente a los navíos que por razones de supervivencia era menester someter a pillaje. No había tampoco rey o presidente. Misson fue elegido "Conservador", y era tratado de "Alta Excelencia". Tal mandato, instituido con tres años de duración, implicaba castigar el vicio, según las leyes que habrían de establecerse, y premiar la virtud y el coraje. Caraccioli se reservó el cometido de Secretario de Estado; un inglés, Tew, fue nombrado Almirante. Se formó un consejo compuesto de integrantes idóneos, sin distinción de nacionalidad o color, encargado de elaborar las leyes. Y leyes hubo, numerosas, por cierto, adelantadas en un siglo, por su contenido, a las de la época; se llegó incluso a imprimirlas. ¡Piratas con imprenta! Las correrías se convirtieron en el principal objeto de los libertalianos, que dieron por resultado un incremento no solo de la flota sino de la población de la nación. En nombre de la libertad ocurrieron raptos de mujeres y otros hechos de fuerza que hacían creer a la incipiente comunidad que era la dueña del mundo. Irónicamente, esa experiencia habría de llegar a su fin precisamente porque los "buenos salvajes" arremetieron contra la comunidad, la saquearon y destruyeron, sin importarles o sin enterarse de que ella fue la que les acordó un estado de igualdad. Otros piratas coadyuvaron a su fin; incluso el mar participó, arrebatando a Misson para guardarlo en su seno. El inglés Tew quedó afortunadamente como depositario de los manuscritos que aquél le había confiado, que un día fueron a parar a La Rochela, de donde se divulgó su contenido, el cual diríase tomado de la fantasía de un escritor, aunque tal es esta verdadera historia.

    Defensa cambio de cauce:
    La decadencia de la actividad de los piratas, corsarios y bucaneros comienza a fines del siglo XVIII. Sigue entonces en vigencia la trata de negros, y se materializan todas las actitudes que puedan imaginarse acerca del desprecio por la vida y la condición del hombre. Los dominios españoles de las Antillas y América Central, las colonias asiáticas y africanas de las naciones europeas son los escenarios de un gigantesco cúmulo delictual, según ya se veía entonces. Piratería, antes que corso. De esta época datan algunos de los nombres citados, que han aportado abundante material a los escritores y a los productores cinematográficos, como anotábamos. Con el propio Río de la Plata se asocian varios nombres en su historia: Drake y Cavendish en sus comienzos, luego Fontane y finalmente el más célebre que asoló las costas de Rocha y Maldonado: Étienne Moreau, que antes de dejar la vida en la zona de Castillos bastantes dolores de cabeza había de dar a Zabala. En el siglo XIX, los esfuerzos de algunas naciones, particularmente Inglaterra, Francia y Estados Unidos, lograron prácticamente abolir la piratería; el corso, del que se sirvió también nuestro Artigas en su momento, tenía otra finalidad. Gradualmente los gobiernos fueron reconociendo que la piratería constituía un delito internacional, e hicieron esfuerzos por desterrarla. Entrado el siglo XX, quedan aún sectores afectados por ella: los mares del sur de la China son su teatro de operaciones entonces. Siguen existiendo mercenarios; también se incluye a algunos buques de guerra entre los corsarios contemporáneos. Modernamente, la delincuencia internacional ha tomado otros cauces, de raíz sobre todo política: el terrorismo ha inaugurado el secuestro de aeronaves y de buques, planteando un problema que no ha hallado todavía solución. Las facetas trágicas de los hechos actuales, los tremendos avances de la tecnología que los hacen posibles como hasta hace poco no se hubieran imaginado, llenan de angustia el espíritu. Los tiempos de la piratería clásica, que vemos ahora desde lejos, han quedado, sin duda, atrás; su realidad luctuosa queda en la bruma; recordamos más bien lo heroico, lo pintoresco, lo atrevido de la aventura: en una palabra, ya no navegan los majestuosos galeones trayendo el oro de las Indias, ya no están Morgan o el Corsario Negro, rodeados de su romántica aureola, al acecho de su presa o a la espera de su venganza.
    Extraído de: www.uyweb.com.uy/relaciones/9706/mundanalia.html
    Autor:Roberto Puig

    Mujeres piratas:
    Grace O'Malley:
    Irlandesa llamada "Graine Mhaol" por llevar el cabello corto. Era miembro de una famosa familia de ladrones marinos irlandeses. Se casó con dos de los más importantes jefes de clanes del Oeste de Irlanda. Su base estaba situada en la isla Clare en Clew Bay. Renunció a la piratería en 1586 y recibió el perdón de la reina Elizabeth.

    Ann Bonny:
    Hija ilegítima de un importante abogado irlandés, William Cormac y de la criada de la familia, Mary Brennan. En 1698 después del escándalo, sus padres marcharon a Charleston donde su padre ejerció como abogado y se convirtió en un rico comerciante. El temperamento de Ann era bien conocido y se cuenta que apuñaló a una chica con un cuchillo de carnicero. Contrajo matrimonio con James Bonny, un cazador sin fortuna quien la llevó a las Bahamas como pirata después de que su padre las desheredara. James se convirtió en un informador del gobernador Woodes Rogers en su lucha contra los piratas. Ann le abandonó por John "Calico Jack" Rackham que había abandonado la piratería tras un perdón real. Jack le compraba regalos y le instó a abandonar a su marido por él. James recurrió al gobernador para retenerla. Ann y Jack decidieron huir y volver a la piratería. Calico Jack dejó a Ann en Cuba en compañía de unos amigos para dar a luz a su hijo y se reunieron de nuevo en el mar dejando a su hijo al cuidado de unos amigos en Cuba. Ann vestía ropas masculinas, era experta en el manejo de pistolas y machete y era considerada tan peligrosa como cualquier pirata masculino. Jack acogía a marineros de barcos capturados como tripulación forzosa para sus barcos. Un joven marinero capturado llamado Mark Read resultó ser una joven inglesa llamada realmente Mary Read. Rackhan permitió a Mary continuar con su disfraz y unirse al grupo.

    Mary Read (1684-1721):
    Era hija ilegítima y su madre la vistió de chico para que un día pudiera ser su heredera, haciéndola pasar ante sus familiares como su hijo que había fallecido. Entró al servicio del rey como grumete y sirvió más tarde en la infantería y como dragoon en la Guerra de la Sucesión española. Se enamoró de un compañero de tienda y marcharon a Holanda en 1698. Después de la muerte por fiebres de su marido volvió a vestirse de hombre y se enroló como marinero en un barco holandés. En 1709 Mary Read y otras mujeres escribieron una carta a la reina Ana de Inglaterra suplicando el perdón para sus maridos. El suyo estaba prisionero en Inglaterra. Su marido fue ahorcado y ella volvió a enrolarse. Tenía 25 años. En octubre de 1720 su barco fue atacado por los británicos mientras los piratas estaban borrachos. Mary se enfrentó a los piratas matando a uno mientras gritaba que se levantaran y lucharan como hombres. En Jamaica fueron todos sentenciados a muerte pero ambas mujeres estaban embarazadas y pidieron al juez posponer su ejecución hasta después de dar a luz. Calico Jack Rackham fue sentenciado el 17 de noviembre de 1720. El amante de Mary fue declarado tripulante forzoso y perdonado. Mary murió de fiebres en prisión el 28 de abril de 1721, antes de que su hijo pudiera nacer. Tenía 37 años. Ann tuvo a su hijo y no hay evidencias de su ejecución. Se dice que su rico padre compró su liberación y que se casó y estableció en Virginia.
    Otras mujeres piratas fueron Ching Shih, reina de los piratas chinos, que tomó a su cargo la flota de su marido después de que éste resultase muerto por un tifón en 1807, Charlotte de Berry, inglesa, Fanny Campbell de Massachusetts y Ann Mills.

    Diversidad de procedencias:
    A pesar de su reputación de tiranos, muchos capitanes piratas eran elegidos por sus tripulaciones siguiendo una tosca versión de democracia. "Pirata" era su verdadera nacionalidad, su estructura social. Se vieron arrojados fuera de la ley y crearon sus propias leyes para regular su comportamiento colectivo. Negros, blancos, ingleses, franceses, cualesquiera que fuesen su color o procedencia. Eran todo lo libres que un hombre podía ser en aquella época (Keneth J.Kinkor)

    Antonia María de Soto en la Armada (s.XVIII):
    En la Armada, como en el resto de las marinas estaba rigurosamente prohibido llevar mujeres a bordo y, en nuestro caso, tan sólo se permitía el traslado de las familias cuando iban o regresaban de ultramar. Como caso excepcional se señala a la soldado de Infantería de Marina Antonia María de Soto, que sentó plaza a los dieciséis años, haciéndose pasar por hombre. Embarcada en los buques de la escuadra participó en la guerra de la Convención contra Francia y en el combate de San Vicente (1797). Al descubrirse su verdadera naturaleza, gracias a los buenos informes que poseía fue recompensada por el rey con una pensión vitalicia, la merced del uso de las insignias militares y el grado de sargento primero.

    Queen's Caroline Daughters (s.XVIII):
    La marinería británica casi nunca ponía pie en tierra, particularmente cuando el navío tocaba en puertos de la metrópoli, citándose casos de algún marinero de veinticinco años de servicio que había navegado por todo el mundo y no había abandonado su buque más de seis horas en todo este tiempo. Para quitarles las ganas de salir, los barcos estaban abiertos a todas aquellas mujeres de mala vida que se presentasen a bordo. Estas visitadoras tomaban la calidad de hermanas, primas o sobrinas del marinero que ellas designaban y recibían el apodo eufemístico de Queen's Caroline Daughters; solían permanecer a bordo hasta una semana, tiempo más que suficiente para dejar a toda la dotación sin un penique en el bolsillo.

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  25. La viuda Ching, pirata. J.L.Borges:
    La palabra corsarias corre el albur de despertar un recuerdo que es vagamente incómodo: el de una ya descolorida zarzuela, con sus teorías de evidentes mucamas, que hacían de piratas coreográficas en mares de notable cartón. Sin embargo, ha habido corsarias: mujeres hábiles en la maniobra marinera, en el gobierno de tripulaciones bestiales y en la persecución y saqueo de naves de alto bordo. Una de ellas fue Mary Read, que declaró una vez que la profesión de pirata no era para cualquiera, y que, para ejercerla con dignidad, era preciso ser un hombre de coraje, como ella. En los charros principios de su carrera, cuando no era aún capitana, uno de sus amantes fue injuriado por el matón de a bordo. Mary lo retó a duelo, y se batió con él a dos manos, según la antigua usanza de las islas del Mar Caribe: el profundo y precario pistolón en la mano izquierda, el sable fiel en la derecha. El pistolón falló, pero la espada se portó como buena... Hacia 1720 la arriesgada carrera de Mary Read fue interrumpida por una horca española, en Santiago de la Vega (Jamaica). Otra pirata de esos mares fue Anne Bonney, que era una irlandesa resplandeciente, de senos altos y de pelo fogoso, que más de una vez arriesgó su cuerpo en el abordaje de naves. Fue compañera de armas de Mary Read, y finalmente de horca. Su amante, el capitán John Rackam, tuvo también su nudo corredizo en esa función. Anne, despectiva, dio con esa áspera variante de la reconvención de Aixa a Boabdil: "Si te hubieras batido como un hombre, no te ahorcarían como a un perro". Otra, más venturosa y longeva, fue una pirata que operó en las aguas del Asia, desde el Mar Amarillo hasta los ríos de la frontera del Annam. Hablo de la aguerrida viuda de Ching.

    Ola Hokusai Los años de aprendizaje:
    Hacia 1797, los accionistas de las muchas escuadras piráticas de ese mar fundaron un consorcio y nombraron almirante a un tal Ching, hombre justiciero y probado. Éste fue tan severo y ejemplar en el saqueo de las costas, que los habitantes despavoridos imploraron con dádivas y lágrimas el socorro imperial. Su lastimosa petición no fue desoída: recibieron la orden de poner fuego a sus aldeas, de olvidar sus quehaceres de pesquería, de emigrar tierra adentro y aprender una ciencia desconocida llamada agricultura. Así lo hicieron, y los frustrados invasores no hallaron sino costas desiertas. Tuvieron que entregarse, por consiguiente, al asalto de naves: depredación aun más nociva que la anterior, pues molestaba seriamente al comercio. El gobierno imperial no vaciló, y ordenó a los antiguos pescadores el abandono del arado y la yunta y la restauración de remos y redes. Éstos se amotinaron, fieles al antiguo temor, y las autoridades resolvieron otra conducta: nombrar al almirante Ching, jefe de los Establos Imperiales. Éste Iba a aceptar el soborno. Los accionistas lo supieron a tiempo, y su virtuosa indignación se manifestó en un plato de orugas envenenadas, cocidas con arroz. La golosina fue fatal: el antiguo almirante y jefe novel de los Establos Imperiales entregó su alma a las divinidades del mar. La Viuda, transfigurada por la doble traición, congregó a los pintas, les reveló el enredado caso y los instó a rehusar la demencia falaz del Emperador y el ingrato servido de los accionistas de afición envenenadora. Les propuso el abordaje por cuenta propia y la votación de un nuevo almirante. La elegida fue ella. Era una mujer sarmentosa, de ojos dormidos y sonrisa cariada. El pelo renegrido y aceitado tenía más resplandor que los ojos. A sus tranquilas órdenes, las naves se lanzaron al peligro y al alto mar.

    El comando:
    Trece años de metódica aventura se sucedieron. Seis escuadrillas integraban la armada, bajo banderas de diverso color: la roja, la amarilla, la verde, la negra, la morada y la de la serpiente, que era de la nave capitana. Los jefes se llamaban Pájaro y Piedra, Castigo de Agua de la Mañana, Joya de la Tripulación, Ola con Muchos Peces y Sol Alto. El reglamento, redactado por la viuda Ching en persona, es de una inapelable severidad, y su estilo justo y lacónico prescinde de las desfallecidas flores retóricas que prestan una majestad más bien irrisoria a la manera china oficial, de la que ofreceremos después algunos alarmantes ejemplos. Copio algunos artículos:

    * Todos los bienes trasbordados de naves enemigas pasarán a un depósito y serán allí registrados. Una quinta parte de lo aportado por cada pirata le será entregada después; el resto quedará en el depósito. La violación de esta ordenanza es la muerte.
    * La pena del pirata que hubiere abandonado su puesto sin permiso especial, será la perforación pública de sus orejas. La reincidencia en esta falta es la muerte.
    * El comercio con las mujeres arrebatadas en las aldeas queda prohibido sobre cubierta; deberá limitaste a la bodega y nunca sin el permiso del sobrecargo. La violación de esta ordenanza es la muerte.

    Informes suministrados por prisioneros aseguran que el rancho de estos pintas consistía principalmente en galleta, en obesas ratas cebadas y arroz cocido, y que, en los ¿las de combate, solían mezclar pólvora con su alcohol. Naipes y dados fraudulentos, la copa y el rectángulo del "fantan", la visionaria pipa del opio y la lainparita, distraían las horas. Dos espadas de empleo simultáneo eran las armas preferidas. Antes del abordaje, se rociaban los pómulos y el cuerpo con una infusión de ajo; seguro talismán contra las ofensas de las bocas de fuego. La tripulación viajaba con sus mujeres, pero el capitán con su harem, que era de cinco o seis, y que solían renovar las victorias.

    Habla Kia-King, el joven emperador:
    A mediados de 1809 se promulgó un edicto imperial, del que traslado la primera parte y la última. Muchos criticaron su estilo:

    Hombres desventurados y dañinos, hombres que pisan el pan, hombres que desatienden el clamor de los cobradores de impuestos y de los huérfanos, hombres en cuya ropa interior están figurados el fénix y el dragón, hombres que niegan la verdad de los libros impresos, hombres que dejan que sus lágrimas corran mirando el norte, molestan la ventura de nuestros ríos y la antigua confianza de nuestros mares. En barcos averiados y deleznables afrontan noche y día la tempestad. Su objeto no es benévolo: no son ni fueron nunca los verdaderos amigos del navegante. Lejos de prestarle ayuda, lo acometen con ferocísimo impulso y lo convidan a la ruina, a la mutilación o a la muerte. Violan así las leyes naturales del Universo, de suerte que los ríos se desbordan, las riberas se anegan, los hijos se vuelven contra los padres y los principios de humedad y sequía son alterados... Por consiguiente te encomiendo el castigo, almirante Kvo-Lang. No pongas en olvido que la demencia es un atributo imperial y que sería presunción en un súbdito intentar asumirla. Sé cruel, sé justo, sé obedecido, sé victorioso.

    La referencia incidental a las embarcaciones averiadas era, naturalmente, falsa. Su fin era levantar el coraje de la expedición de Kvo-Lang. Noventa días después, las fuerzas de la viuda Ching se enfrentaron con las del Imperio Central. Casi mil naves combatieron de sol a sol. Un coro mixto de campanas, de tambores, de cañonazos, de imprecaciones, de gongs y de profecías, acompañó la acción. Las fuerzas del Imperio fueron deshechas. Ni el prohibido perdón ni la recomendada crueldad tuvieron ocasión de ejercerse. Kvo-Lang observó un tito que nuestros generales derrotados optan por omitir: el suicidio.

    Las riberas despavoridas:
    Entonces los seiscientos juncos de guerra y los cuarenta mil piratas victoriosos de la Viuda soberbia remontaron las bocas del Si-Kiang, multiplicando incendios y fiestas espantosas y huérfanos a babor y estribor. Hubo aldeas enteras arrasadas. En una sola de ellas, la cifra de los prisioneros pasó de mil. Ciento veinte mujeres que solicitaron el confuso amparo de los juncales y arrozales vecinos, fueron denunciadas por el incontenible llanto de un niño y vendidas luego en Macao. Aunque lejanas, las miserables lágrimas y lutos de esa depredación llegaron a noticias de Kia-King, el Hijo del Cielo. Ciertos historiadores pretenden que le dolieron menos que el desastre de su expedición punitiva. Lo cierto es que organizó una segunda, terrible en estandartes, en marineros, en soldados, en pertrechos de guerra, en provisiones, en augures y astrólogos. El comando recayó esta vez en Ting-Kvei. Esa pesada muchedumbre de naves remontó el delta del Si-Kiang y cerró el paso de la escuadra pirática. La Viuda se aprestó para la batalla. La sabía difícil, muy difícil, casi desesperada; noches y meses de saqueo y de ocio habían aflojado a sus hombres. La batalla nunca empezaba. Sin apuro el sol se levantaba y se ponía sobre las cañas trémulas. Los hombres y las armas velaban. Los mediodías eran más poderosos, las siestas infinitas.

    El dragón y la zorra:
    Sin embargo, altas bandadas perezosas de livianos dragones surgían cada atardecer de las naves de la escuadra imperial y se posaban con delicadeza en el agua y en las cubiertas enemigas. Eran aéreas construcciones de papel y de caña, a modo de cometas, y su plateada o roja superficie repetía idénticos caracteres. La Viuda examinó con ansiedad esos regulares meteoros y leyó en ellos la lenta y confusa fábula de un dragón, que siempre había protegido a una zorra, a pesar de sus largas ingratitudes y constantes delitos. Se adelgazó la luna en el cielo y las figuras de papel y de caña traían cada tarde la misma historia, con casi imperceptibles variantes. La Viuda se afligía y pensaba. Cuando la luna se llenó en el cielo yen el agua rojiza, la historia pareció tocar a su fin. Nadie podía predecir si un ilimitado perdón o si un ilimitado castigo se abatirían sobre la zona, pero el inevitable fin se acercaba. La Viuda comprendió. Arrojó sus dos espadas al río, se arrodilló en un bote y ordenó que la condujeran hasta la nave del comando imperial. Era el atardecer: el cielo estaba lleno de dragones, esta vez amarillos. La Viuda murmuraba una frase: "La zorra busca el ala del dragón", dijo al subir a bordo.

    Borges La apoteosis:
    Los cronistas refieren que la zorra obtuvo su perdón y dedicó su lenta vejez al contrabando de opio. Dejó de ser la Viuda; asumió un nombre cuya traducción española es Brillo de la Verdadera Instrucción. "Desde aquel día (escribe un historiador) los barcos recuperaron la paz. Los cuatro mares y los ríos innumerables fueron seguros y felices caminos. Los labradores pudieron vender las espadas y comprar bueyes para el arado de sus campos. Hicieron sacrificios, ofrecieron plegarias en las cumbres de las montañas y se regocijaron durante el día cantando atrás de biombos." (J.L.Borges, de Historia universal de la infamia)

    Bibliografía sobre piratería:
    Abella, Rafael: Los piratas de nuevo mundo. Barcelona, 1992.
    Azcárraga de y Bustamante, José Luis: El corso marítimo. Madrid, 1950.
    Botting, Douglas: Los piratas I y II.. Barcelona, 1995.
    Casson, Lionel: Los antiguos marinos. Buenos Aires.
    Casson, Lionel: Ships and Seman Ship in the ancient world. Princeton University Press, 1971.
    Casson, Lionel: Ships and Seafaring in ancient times. British Museum Press, 1994.
    De la Croix, Robert: Historia de la piratería. Barcelona, 1976.
    Gall, F y G.: El filibusterismo. Méjico, 1957.
    Goss, Philip: Historia de la piratería. Madrid, 1970.
    Haws, Duncan y Hurts, Alex: The Maritime History of the World 1 y 2. 1985.
    Herodoto: Los nueve libros de la Historia. Barcelona, 1981.
    Homero: La odisea. Edicióan de José Luis calvo. Madrid, 1976.
    Lucena Samoral, Manuel: Piratas y filibusteros. Madrid, 1992.
    Martínez Hidaldo y Terán, José Mará: Enciclopedia general del mar. Barcelona, 1968.
    Masiá de Ros, Angeles: Historia general de la piratería. Barcelona, 1959.
    Plutarco: Vidas paralelas. Versión de Antonio Ranz. Barcelona, 1979.
    Suetonio: Los doce césares. Versión de Jaime Arnal. 1985.
    Thubron, Colin: La mer antique. 1982.
    Tucídides: Historia de la guerra del Peloponeso. Versión de Vicente López.

    * Ataque de Jean Capdeville a La Gomera (1571)
    * Jacques Sores asesina a los Mártires de Tazacorte (1570)
    * Piratas británicos | Mujeres piratas | Sir Francis Drake | Mujeres a bordo

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  26. Piratas. Crónica de un entierro anunciado. Roberto Puig:
    La historia de la piratería, de por sí antiquísima, ha dado lugar a innumerables relatos a través de los siglos, algunos de ellos sumamente curiosos y poco conocidos, que han servido de base a películas de aventuras para deleite de los jóvenes, o de los no tan jóvenes. El vocablo "pirata", que proviene del griego "peiratés" a través del latín -y que no es propiamente sinónimo de "bucanero", "filibustero" o "corsario", como también se conoce a quien merece tal apelativo- significa "el que se aventura", "el que procura lograr fortuna". A todo el mundo le es familiar la bandera negra con la calavera y las dos tibias cruzadas, así como el estereotipo del filibustero con pata de palo o un parche en el ojo, de que la literatura se ha servido más de una vez para dar vida a personajes que se han vuelto clásicos en la pluma de grandes novelistas y narradores.

    gente de mar:
    Ante esto cabría preguntarse cuándo surgió la piratería. Quizás sea tan antigua como el marino, por lo menos desde que se contó con embarcaciones de cierta entidad. Se sabe que en Grecia comenzó no con actos de agresión o barbarie hacia las personas, sino con el apoderamiento de cosas, tales como el ganado de las islas que luego recorrería Odiseo, el cual muchas veces procede, precisamente, como un verdadero pirata cuyas hazañas él mismo cuenta. La historia griega es mezcla de realidad y fantasía en un comienzo, como la mitología nos lo recuerda, pero los personajes reales que pueblan aquélla tuvieron, de un modo u otro, que ver con el mar. Las viejas leyendas de los Argonautas, o del Minotauro cretense reflejan también la sumisión de determinadas comarcas al poderío de los piratas de la época. Posteriormente Pompeyo y César fueron terminando con los merodeadores del Mar Mediterráneo, volviendo así libres a las rutas marítimas otra vez. Hay que esperar a la época de las cruzadas, que es cuando se produce el renacimiento naval veneciano y bizantino, para que vuelva a hablarse de estos diestros, osados e implacables nautas, provenientes entonces fundamentalmente de Normandía y Berbería. Los escandinavos eran también gente de mar; vivían en tierras en gran parte insulares, donde las comunicaciones se hacían sobre todo por vía marítima. Pero, contrariamente a lo que era habitual entre los griegos, no temían navegar fuera de la vista de la costa, y así se lanzaron atrevidamente a través del inmenso océano y llegaron a América del Norte cinco siglos antes de que Colón desembarcara en Guanahani. Sus correrías han motivado innúmeras y amenas crónicas. Mas no solo invadían zonas isleñas y costeras; remontaban los ríos y procuraban refugio y sustento dondequiera lo hallaran. París, por ejemplo, conoció sus ataques en algún momento del siglo noveno. Las sagas se han encargado de embellecer las hazañas piratescas de estos rudos personajes, que fueron extendiendo su escenario hasta llegar al Mediterráneo; atacaron España, Sicilia, Calabria; uniéndose a los primeros berberiscos, aterrorizaron a poblaciones enteras. Y tenían por costumbre sus "drakkars" y "snekkars" llevar un poeta a bordo, para relatar las hazañas que iban cumpliendo. Eran los "reyes del mar", como lo dice su nombre, "vikingos". Más adelante comienzan a hacerse famosos nombres individuales, como Guinimer, el llamado "archipirata" por Godofredo de Bouillon, célebre cruzado. Cien años después, otro personaje sería también llamado así; se le conocía también como Eustaquio el Monje, que actuó a órdenes de Felipe Augusto, rey de Francia, que a fines del siglo XII se lanzó a la tercera Cruzada con Ricardo Corazón de León. No fue el único que pasó, como veremos, de la vida religiosa a la piratería. Poco a poco la leyenda se fue apoderando de él, como de tantos otros aventureros, que vistos hoy a la distancia impresionan como más heroicos y menos interesados de lo que en realidad fueron. El término "corsario" se aplicaba todavía en el siglo XIII al navío más que al tripulante; el típico corsario de los relatos de Salgari surgirá más tarde.

    Defensa costa un auge universal:
    Con el paso del tiempo se van perfeccionando los buques, que adquieren más porte, capacidad y seguridad. Las técnicas bélicas cambian también; la popularización de la pólvora trae consigo nuevos armamentos y nuevas formas de combatir. Pero la realeza tiene también algo que decir en la historia de la piratería: servirse del corso es beneficioso para ciertos monarcas. Entre los holandeses, Guillermo de Orange, siguiendo los consejos de Coligny, resuelve a fines del siglo XVI organizar a los indisciplinados y aguerridos aventureros del mar para aumentar sus fuerzas militares y combatir a los españoles, entre ellos al Duque de Alba, que se ve por ello obligado a prestar atención a los piratas que despreciaba. Innumerables son los hechos de armas que ocurren en el mar entonces. La reina Isabel de Inglaterra busca también el apoyo de determinados capitanes, e incluso ennoblece al más famoso de ellos, Sir Francis Drake. Es ya corriente en esta época hablar de "filibusteros", vocablo derivado de otro holandés que significa "depredador". Otros calificativos han sido menos afortunados, como "pechelingue", por ejemplo, que apenas figura hoy en algunos diccionarios. La piratería pura prácticamente había desaparecido a fines de la Edad Media de las costas europeas; se había transformado en corso o había sido aniquilada por las naciones civilizadas. Pero los nuevos descubrimientos habían agregado miles de kilómetros de costas, que eran una tentación para quienes se dedicaban al pillaje. Y surge el bucanero, en las islas antillanas que poseían ganado del que los piratas de alimentaban comiéndolo ahumado (en el "boucan"), como se hacía entre los nativos del Nuevo Mundo. El transporte del oro de América fue otro incentivo para los corsarios, que costó muy caro a las autoridades españolas, las cuales debían repeler los ataques piratas no sólo en el mar sino en las localidades fortificadas de la costa americana, cuyas ciudades eran saqueadas una y otra vez, a sangre y fuego. Se da entonces un auge universal de la piratería; se destacan no sólo los más típicos y conocidos capitanes del Caribe cuyos nombres aún suenan; en el Mediterráneo actúan con renovado vigor los berberiscos, lo cual coincide con la detención del poderío naval turco, del que tanto orgullo deriva Cervantes por haber participado en la batalla de Lepanto. Los suplicios de las víctimas son hecho corriente; la prisión, es decir, la esclavitud y el rescate de los prisioneros, que el autor del Quijote experimentó vivamente en carne propia, son también habituales.

    los piratas filósofos:
    No obstante, no toda la historia de la piratería parece signada por la violencia y el desprecio por la vida humana. La realidad se revela a veces insólita. Prueba de ello es un capítulo muy especial de este relato, que parece producto de la fantasía de algún novelista, del que fue testigo la isla de Madagascar, en los siglos XVII y XVIII. Es una experiencia totalmente única, que sepamos, en esta materia. Vale la pena detenernos debidamente un momento en ella. Consistió nada menos que en el surgimiento y materialización de lo que podríamos llamar el sueño de "piratas filósofos", muy diferentes, por cierto, de lo que fueron el célebre Morgan, el Olonés, Barbanegra o el Capitán Kidd, y otros en su momento. Dos nombres se destacan en esta empresa, dos sujetos que "elevaron la piratería a la altura de un ideal", y creyeron en una utopía humanitaria, adelantada a su época, que quisieron concretar: Misson y su lugarteniente Caraccioli. Del primero, oriundo de Provenza, no se conoce siquiera si ése fue su verdadero nombre o si tuvo otro. A fines del siglo XVII, embarcado como aprendiz en el "Victoire", llegó a Italia. En Roma trabó conocimiento, allá por 1690, con un fraile dominico "liberal", como se decía entonces para aludir a los revolucionarios, disoluto y libertino a la vez. El joven Misson quedó deslumbrado por la inteligencia y las ideas del monje, el que, colgando los hábitos (o quizás arrojándolos lejos de sí) y atraído por la vida del mar, decidió seguir al joven nauta y tentar fortuna en su buque. El "Victoire" fue atacado por piratas berberiscos, hecho común entonces, lo cual permitió que ambos amigos se iniciaran, valiente y arriesgadamente, en el conocimiento del arte y la ciencia del abordaje. A Misson la experiencia le resultó positiva, y lo entusiasmó al punto de embarcarse en un buque corsario mientras reparaban el suyo a consecuencia del encuentro. Participó en esta nueva nave en una acción bélica que culminó con la captura de un buque inglés, después de lo cual volvió al "Victoire" y a su compañero. Rumbo a las Antillas, ambos se fueron familiarizando más con las tareas náuticas, y siguieron cambiando ideas y pensando en sus utopías. Caraccioli, prefiguración del enciclopedista, entendía que Dios desaprobaba de los reyes, de los clérigos, de la desigualdad, de la pena de muerte y, sobre todo, de toda disciplina. No se hablaba aún de anarquía, pero a ella tendía el fogoso ex sacerdote. Misson, por su parte, soñaba con la "aventura total". Quiso el destino que el buque que tripulaban fuera atacado por una nave inglesa, que causó numerosas muertes a bordo, incluida toda la oficialidad, pero que llevó la peor parte, pues en determinado momento su polvorín estalló, sin que quedaran sobrevivientes. Mientras tanto, las prédicas de Caraccioli daban fruto: convenció a lo que quedaba de su tripulación de que lo deseable era una "vida de libertad": los que le siguieran, la tendrían; los que pensaran de otro modo serían desembarcados. Ninguno abandonó el buque. Misson, que era el más instruido de quienes permanecían con vida después del combate, fue nombrado capitán, y el ex monje su teniente. Comienza así entonces la historia de una tripulación que en nombre de los principios humanitarios entendía que a veces cabía la violencia, la cual podía en algunas circunstancias no tener límite. Pareceríamos estar frente a los protagonistas de la futura Revolución Francesa. Se elaboró un reglamento para ordenar la vida a bordo, muy parecido, por otra parte, al de los filibusteros, gente efectivamente libre. Quedaba por elegirse la bandera. Alguien propuso emplear el pabellón negro con la calavera y los huesos cruzados, que los piratas ingleses habían empezado a enarbolar recientemente. Caraccioli manifestó abiertamente su desaprobación: "¡No somos piratas, sino hombres resueltos a mantener la libertad que Dios y la Naturaleza nos han acordado! ¡Los piratas son hombres perdidos, no podemos aceptar su bandera!" Propuso entonces el pabellón blanco con la figura de la Libertad, con la divisa "A Deo, A Libertate", es decir, "Por Dios y por la Libertad", y así se adoptó. Y en nombre de la libertad comenzaron las tropelías. El primer buque que se atacó estaba en lastre; llevaba apenas un poco de ron. No hubo pillaje, sin embargo; se respetaron los cofres y los efectos personales, y se dejó partir a la presa, tras hacer jurar cándidamente a todos no revelar nada de lo sucedido antes de transcurridos seis meses. Esta inicial y peculiar aventura fue la más sencilla, porque a partir de allí el combate fue la regla, cuyo botín era a veces vendido en puertos tales como Cartagena de Indias. La actitud de Misson, no obstante, fue noble frente a los esclavos negros. En tanto que filósofo humanitario, no podía admitir tal comercio. Sorprendente punto de vista para la época, y más aun partiendo de quien partía, que benefició a cuantos infelices eran inhumanamente transportados en los buques que él capturaba. En ocasión de cobrar una presa holandesa, argumentó de este modo frente a la tripulación:

    "Es imposible que el comercio de gente de nuestra especie sea jamás del agrado de la Justicia Divina. Ningún hombre tiene poder sobre la libertad de otro. No nos hemos librado aún del irritante yugo de la esclavitud ni hemos asegurado nuestra libertad para imponer la esclavitud a otros. Sin duda, esos hombres se distinguen de los europeos por su color, sus costumbres o ritos religiosos; pero no son menos criaturas del mismo Ser omnipotente y dotados de igual razón. Deseo, pues, que sean tratados como hombres libres y distribuidos entre nosotros para compartir nuestra comida, para que puedan pronto aprender nuestra lengua, se den cuenta de las obligaciones que tienen para con nosotros y se vuelvan más capaces de defender esta libertad que deberán a nuestra justicia y a nuestra humanidad"

    Fueron así dejados en libertad los negros, de los cuales una parte, al igual que sus captores holandeses, quisieron permanecer embarcados al lado de Misson. Junto con varios ingleses, se conformó de tal suerte una tripulación harto extraña y heterogénea, que el capitán logró hacer congeniar. Más trabajo le costó impedir que prorrumpieran en juramentos y maldiciones, tan comunes a bordo. También esto es fuera de lo común en la vida de los personajes que hoy nos ocupan.

    Madagascar en un mapa portugués en busca de la república ideal:
    Una presa inglesa, bien artillada, había sido puesta al mando de Caraccioli. Ambos buques doblaron el Cabo de las Tormentas -así llamado por Bartolomé Dias, su descubridor, en 1488, conocido luego como de Buena Esperanza- siguiendo la ruta que Vasco da Gama había abierto dos siglos antes, en 1497-98, también en demanda de Madagascar, y luego de las Comores. En esas tierras tuvo lugar asimismo un exitoso intento de fraternización con ciertas parcialidades indígenas-a cuyos integrantes tiempo después Rousseau llamaría "los buenos salvajes"-, que llegó hasta el punto de tomar Misson por esposa nada menos que a la reina de la isla de Anjouan. Caraccioli, por su parte, desposó a una princesa. La dote para la reina difería de las corrientes: consistió, dadas las circunstancias, en armas cortas y largas, que habrían de servir para sostener una guerra contra la isla vecina de Moheli. Y aquí ocurrió otra muestra del inusitado y humanitario carácter de Misson: los prisioneros tomados entonces fueron devueltos a sus hogares. Quizás hubiera detrás de este gesto una sutil política, la de no malquistarse tampoco, por las dudas, con los demás habitantes del archipiélago. De todos modos, resuelto esto, se decidió la partida. Pero como las noveles esposas se hallaban precisamente a bordo y rehusaron quedarse en tierra, los noveles esposos no pudieron hacer otra cosa que llevarlas consigo. Las reales damas fueron así testigos a la vez de un combate entablado contra un navío portugués de potente artillería, que llevaba nada menos que seis millones de libras de oro en polvo. Le tocó entonces a Caraccioli sufrir una mala pasada que le jugó la suerte, pues perdió una pierna en el encuentro. Numerosos piratas, pese a todo, estaban determinados a fundar la república ideal. Para ello se eligió la bahía de Diego Suárez, atractivo lugar situado en el extremo norte de la isla de Madagascar. Allí, pues, se instaló esta notable comunidad, con integrantes de costumbres, nacionalidades y religiones diferentes: piratas franceses, ingleses, portugueses, negros liberados, nativos de Comores, cristianos, mahometanos, etc., que se llamó "Libertalia". En tal paraje la violencia pareció por un tiempo no existir, salvo, naturalmente, en lo referente a los navíos que por razones de supervivencia era menester someter a pillaje. No había tampoco rey o presidente. Misson fue elegido "Conservador", y era tratado de "Alta Excelencia". Tal mandato, instituido con tres años de duración, implicaba castigar el vicio, según las leyes que habrían de establecerse, y premiar la virtud y el coraje. Caraccioli se reservó el cometido de Secretario de Estado; un inglés, Tew, fue nombrado Almirante. Se formó un consejo compuesto de integrantes idóneos, sin distinción de nacionalidad o color, encargado de elaborar las leyes. Y leyes hubo, numerosas, por cierto, adelantadas en un siglo, por su contenido, a las de la época; se llegó incluso a imprimirlas. ¡Piratas con imprenta! Las correrías se convirtieron en el principal objeto de los libertalianos, que dieron por resultado un incremento no solo de la flota sino de la población de la nación. En nombre de la libertad ocurrieron raptos de mujeres y otros hechos de fuerza que hacían creer a la incipiente comunidad que era la dueña del mundo. Irónicamente, esa experiencia habría de llegar a su fin precisamente porque los "buenos salvajes" arremetieron contra la comunidad, la saquearon y destruyeron, sin importarles o sin enterarse de que ella fue la que les acordó un estado de igualdad. Otros piratas coadyuvaron a su fin; incluso el mar participó, arrebatando a Misson para guardarlo en su seno. El inglés Tew quedó afortunadamente como depositario de los manuscritos que aquél le había confiado, que un día fueron a parar a La Rochela, de donde se divulgó su contenido, el cual diríase tomado de la fantasía de un escritor, aunque tal es esta verdadera historia.

    Defensa cambio de cauce:
    La decadencia de la actividad de los piratas, corsarios y bucaneros comienza a fines del siglo XVIII. Sigue entonces en vigencia la trata de negros, y se materializan todas las actitudes que puedan imaginarse acerca del desprecio por la vida y la condición del hombre. Los dominios españoles de las Antillas y América Central, las colonias asiáticas y africanas de las naciones europeas son los escenarios de un gigantesco cúmulo delictual, según ya se veía entonces. Piratería, antes que corso. De esta época datan algunos de los nombres citados, que han aportado abundante material a los escritores y a los productores cinematográficos, como anotábamos. Con el propio Río de la Plata se asocian varios nombres en su historia: Drake y Cavendish en sus comienzos, luego Fontane y finalmente el más célebre que asoló las costas de Rocha y Maldonado: Étienne Moreau, que antes de dejar la vida en la zona de Castillos bastantes dolores de cabeza había de dar a Zabala. En el siglo XIX, los esfuerzos de algunas naciones, particularmente Inglaterra, Francia y Estados Unidos, lograron prácticamente abolir la piratería; el corso, del que se sirvió también nuestro Artigas en su momento, tenía otra finalidad. Gradualmente los gobiernos fueron reconociendo que la piratería constituía un delito internacional, e hicieron esfuerzos por desterrarla. Entrado el siglo XX, quedan aún sectores afectados por ella: los mares del sur de la China son su teatro de operaciones entonces. Siguen existiendo mercenarios; también se incluye a algunos buques de guerra entre los corsarios contemporáneos. Modernamente, la delincuencia internacional ha tomado otros cauces, de raíz sobre todo política: el terrorismo ha inaugurado el secuestro de aeronaves y de buques, planteando un problema que no ha hallado todavía solución. Las facetas trágicas de los hechos actuales, los tremendos avances de la tecnología que los hacen posibles como hasta hace poco no se hubieran imaginado, llenan de angustia el espíritu. Los tiempos de la piratería clásica, que vemos ahora desde lejos, han quedado, sin duda, atrás; su realidad luctuosa queda en la bruma; recordamos más bien lo heroico, lo pintoresco, lo atrevido de la aventura: en una palabra, ya no navegan los majestuosos galeones trayendo el oro de las Indias, ya no están Morgan o el Corsario Negro, rodeados de su romántica aureola, al acecho de su presa o a la espera de su venganza.
    Extraído de: www.uyweb.com.uy/relaciones/9706/mundanalia.html
    Autor:Roberto Puig

    Mujeres piratas:
    Grace O'Malley:
    Irlandesa llamada "Graine Mhaol" por llevar el cabello corto. Era miembro de una famosa familia de ladrones marinos irlandeses. Se casó con dos de los más importantes jefes de clanes del Oeste de Irlanda. Su base estaba situada en la isla Clare en Clew Bay. Renunció a la piratería en 1586 y recibió el perdón de la reina Elizabeth.

    Ann Bonny:
    Hija ilegítima de un importante abogado irlandés, William Cormac y de la criada de la familia, Mary Brennan. En 1698 después del escándalo, sus padres marcharon a Charleston donde su padre ejerció como abogado y se convirtió en un rico comerciante. El temperamento de Ann era bien conocido y se cuenta que apuñaló a una chica con un cuchillo de carnicero. Contrajo matrimonio con James Bonny, un cazador sin fortuna quien la llevó a las Bahamas como pirata después de que su padre las desheredara. James se convirtió en un informador del gobernador Woodes Rogers en su lucha contra los piratas. Ann le abandonó por John "Calico Jack" Rackham que había abandonado la piratería tras un perdón real. Jack le compraba regalos y le instó a abandonar a su marido por él. James recurrió al gobernador para retenerla. Ann y Jack decidieron huir y volver a la piratería. Calico Jack dejó a Ann en Cuba en compañía de unos amigos para dar a luz a su hijo y se reunieron de nuevo en el mar dejando a su hijo al cuidado de unos amigos en Cuba. Ann vestía ropas masculinas, era experta en el manejo de pistolas y machete y era considerada tan peligrosa como cualquier pirata masculino. Jack acogía a marineros de barcos capturados como tripulación forzosa para sus barcos. Un joven marinero capturado llamado Mark Read resultó ser una joven inglesa llamada realmente Mary Read. Rackhan permitió a Mary continuar con su disfraz y unirse al grupo.

    Mary Read (1684-1721):
    Era hija ilegítima y su madre la vistió de chico para que un día pudiera ser su heredera, haciéndola pasar ante sus familiares como su hijo que había fallecido. Entró al servicio del rey como grumete y sirvió más tarde en la infantería y como dragoon en la Guerra de la Sucesión española. Se enamoró de un compañero de tienda y marcharon a Holanda en 1698. Después de la muerte por fiebres de su marido volvió a vestirse de hombre y se enroló como marinero en un barco holandés. En 1709 Mary Read y otras mujeres escribieron una carta a la reina Ana de Inglaterra suplicando el perdón para sus maridos. El suyo estaba prisionero en Inglaterra. Su marido fue ahorcado y ella volvió a enrolarse. Tenía 25 años. En octubre de 1720 su barco fue atacado por los británicos mientras los piratas estaban borrachos. Mary se enfrentó a los piratas matando a uno mientras gritaba que se levantaran y lucharan como hombres. En Jamaica fueron todos sentenciados a muerte pero ambas mujeres estaban embarazadas y pidieron al juez posponer su ejecución hasta después de dar a luz. Calico Jack Rackham fue sentenciado el 17 de noviembre de 1720. El amante de Mary fue declarado tripulante forzoso y perdonado. Mary murió de fiebres en prisión el 28 de abril de 1721, antes de que su hijo pudiera nacer. Tenía 37 años. Ann tuvo a su hijo y no hay evidencias de su ejecución. Se dice que su rico padre compró su liberación y que se casó y estableció en Virginia.
    Otras mujeres piratas fueron Ching Shih, reina de los piratas chinos, que tomó a su cargo la flota de su marido después de que éste resultase muerto por un tifón en 1807, Charlotte de Berry, inglesa, Fanny Campbell de Massachusetts y Ann Mills.

    Diversidad de procedencias:
    A pesar de su reputación de tiranos, muchos capitanes piratas eran elegidos por sus tripulaciones siguiendo una tosca versión de democracia. "Pirata" era su verdadera nacionalidad, su estructura social. Se vieron arrojados fuera de la ley y crearon sus propias leyes para regular su comportamiento colectivo. Negros, blancos, ingleses, franceses, cualesquiera que fuesen su color o procedencia. Eran todo lo libres que un hombre podía ser en aquella época (Keneth J.Kinkor)

    Antonia María de Soto en la Armada (s.XVIII):
    En la Armada, como en el resto de las marinas estaba rigurosamente prohibido llevar mujeres a bordo y, en nuestro caso, tan sólo se permitía el traslado de las familias cuando iban o regresaban de ultramar. Como caso excepcional se señala a la soldado de Infantería de Marina Antonia María de Soto, que sentó plaza a los dieciséis años, haciéndose pasar por hombre. Embarcada en los buques de la escuadra participó en la guerra de la Convención contra Francia y en el combate de San Vicente (1797). Al descubrirse su verdadera naturaleza, gracias a los buenos informes que poseía fue recompensada por el rey con una pensión vitalicia, la merced del uso de las insignias militares y el grado de sargento primero.

    Queen's Caroline Daughters (s.XVIII):
    La marinería británica casi nunca ponía pie en tierra, particularmente cuando el navío tocaba en puertos de la metrópoli, citándose casos de algún marinero de veinticinco años de servicio que había navegado por todo el mundo y no había abandonado su buque más de seis horas en todo este tiempo. Para quitarles las ganas de salir, los barcos estaban abiertos a todas aquellas mujeres de mala vida que se presentasen a bordo. Estas visitadoras tomaban la calidad de hermanas, primas o sobrinas del marinero que ellas designaban y recibían el apodo eufemístico de Queen's Caroline Daughters; solían permanecer a bordo hasta una semana, tiempo más que suficiente para dejar a toda la dotación sin un penique en el bolsillo.

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  27. Isabel I de Inglaterra (Greenwich 1533-Richmond 1603):
    Hija de Enrique VIII y de Ana Bolena. Reina de Inglaterra e Irlanda (1558-1603). Poco antes de que su madre muriese ejecutada, la futura reina fue declarada ilegítima, pero en 1544 el Parlamento reconoció de nuevo sus derechos sucesorios. Subió al trono a la muerte de su hermanastra María Tudor (1558), esposa de Felipe II. Su padre Enrique VIII proporcionó duras pruebas a las instituciones en su búsqueda de un heredero varón. Su primera esposa, Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, le había dado siete hijos de los que sólo sobreviviría María Tudor. Catalina fue abandonada en julio de 1531. El rey se casa con Ana Bolena embarazada en enero de 1533 y en mayo los jueces y obispos declaran nulo el matrimonio de Enrique y Catalina, que Roma declararía válido.

    Expansión marítima:
    Durante su reinado llevó a término una política de expansión marítima que sentó las bases del Imperio colonial británico. Sus corsarios, principalmente Drake y Hawkins, atacaron de manera persistente las rutas comerciales y los puertos españoles de América, naciendo de todo ello una pugna con España por el dominio del mar. En 1577 envía a Martin Frobisher en su segunda expedición en busca del paso por el noroeste. En 1584 se establecieron en el Nuevo Mundo los primeros colonos ingleses en las actuales costas de Virginia. Contó con buenos ministros. Lord Burghley impulsó las actividades marítimas. El contrabando y la piratería produjeron enormes beneficios de los que participaba la reina. La población se duplicó. La ruina de Amberes favoreció su grandeza económica. Nombró caballero a Francis Drake. El desastre de la Armada Invencible marcó el comienzo del poderío naval inglés.

    La reina Isabel I apoyaba la expedición de Drake, y su objetivo aparente era concluir tratados comerciales con los habitantes de las islas en el sur del Pacífico y explorar un continente desconocido cuya existencia en el hemisferio meridional se rumoreaba. Pero la reina también dio a Drake carta blanca para saquear los buques y puertos españoles y llevarse tantos tesoros como su barco pudiera contener, pues, como le dijo, "así me vengaría gustosamente del rey de España por los diversos agravios que he recibido de él". Como era indispensable que esta información no cayera en manos de los españoles, la expedición estuvo envuelta en el mayor secreto desde el comienzo, y la tripulación desconoció su destino hasta que la costa inglesa se esfumó en la distancia...(Giles Milton)

    Reafirmación del protestantismo:
    Persiguió el catolicismo y dictó las actas de Supremacía y de Uniformidad, que representaron la imposición del anglicanismo en todo el país. Prestó su apoyo a los hugonotes de Francia y mandó ejecutar a la reina de Escocia, María Estuardo (1587), que había acudido a la Corte de Isabel en busca de ayuda tras la sublevación de los protestantes escoceses (1568). Su actuación política, objetiva y nacionalista, se interpuso en todos los campos a los intereses de Felipe II, que en 1588 mandó contra Inglaterra la Armada Invencible con ánimo de ocupar la isla y deponer a Isabel. Bajo su reinado se completó la anglicanización de Irlanda, que originó violentas insurrecciones.

    detalles cuadro Isabel Política:
    Siguió una política de gran prudencia y habilidad; supo rodearse de buenos consejeros, como William Cecil (lord Burleigh). Sus favoritos, Leiscester y Essex, no tuvieron gran influencia política; envió a Essex al patíbulo tras un intento infructuoso de rebelión. Las negociaciones matrimoniales que se emprendieron, siempre con fines políticos, para casarla, fracasaron una tras otra y todos sus pretendientes fueron rechazados (Erik XIV de Suecia, el duque d'Alençon, de Francia, Felipe II). Poseía una compleja y fascinante personalidad; era fría, lúcida, inteligente y culta. Teniendo en cuanta las características de la época en que vivió, mo era muy amiga de la violencia, ni excesivamente intolerante, si bien, al mismo tiempo, era caprichosa en extremo y mostró cierta crueldad en repetidas ocasiones. Se caracterizó por su absolutismo en el gobierno del país, por reafirmar el protestantismo y por su firmeza en el desempeño de las funciones reales, a las que supeditó sus propios intereses personales. Su capacidad de gobernante y su respeto por la nación, le granjearon el afecto de sus súbditos. La época de su reinado fue también brillante en lo cultural, sobre todo en teatro (Shakespeare), poesía y música. Al morir sin sucesión, dejó como heredero a Jacobo de Escocia, hijo de María Estuardo.

    I know I have the body of a weak and feeble woman, but I have the heart and stomach of a king, and of a king of England too; and think foul scorn that Parma or Spain, or any prince of Europe, should dare to invade the borders of my realm. (Arenga a las tropas en Tilbury, 1588)

    * La Armada Invencible (1588) | Ataque de Drake a La Palma (1585)
    * Francis Drake (1543-1596 | John Hawkins (1532-1595) | Mujeres piratas

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  28. Compañías inglesas del Norte de América:
    De enorme trascendencia fue la actividad de las compañías de América, cuyo objetivo era fundar colonias de poblamiento. No se dedicaban esencialmente a trasladar mercancías, sino individuos y familias que buscaban su redención económica o religiosa en otras tierras. Eran compañías libres, a las que la corona inglesa concedía en monopolio la colonización de determinadas regiones y, lo más importante, la facultad de organizarlas según los propios estatutos de cada una. Como sus miembros eran casi siempre disidentes del absolutismo, el régimen político implantado en América fue democrático y parlamentario. La compañía de Londres pobló Virginia (en el año 1606), que al principio vivió de modo precario porque los caballeros superaban en número a los trabajadores. Nueva Inglaterra fue colonizada por la Compañía de Plymouth y de Massachusetts. Esta fundó su capital, Boston, y sus socios poblaron sucesivamente Providencia (1636), Connecticut (1638), Newhaven (1639) y Rhode Island (1647). Todas ellas se federaron en 1648. Casi treinta años antes, en 1620, los venerables "Pilgrims Fathers" se habían establecido en Plymouth. La Compañía de la Bahía del Hudson, una de las últimas en fundarse (1670) ha perdurado hasta nuestros días como potencia económica y, durante largo tiempo, administrativa.

    Compañía de la bahía de Hudson:
    Fue creada en 1670 y se convirtió en un importante factor en la exploración y explotación de Norteamérica. Durante las primeras décadas de su existencia la compañía limitó sus actividades de tráfico peletero al establecimiento de puestos a lo largo de las costas subárticas de la bahía de Hudson, donde los factores aguardaban la visita veraniega de los indios del interior, sin intentar exploraciones tierra adentro. Ocasionalmente, algunos individuos penetraban en el desconocido territorio, pero durante los primeros 90 años de la historia de la compañía estos episodios fueron relativamente aislados. Frenada por una actitud de secreto comercial, la compañía fue siempre reacia a dar publicidad a sus exploraciones, y durante buena parte de sus primeros tiempos pareció aletargada y carente de iniciativa en comparación con sus rivales franceses que, antes de la conquista británica de Canadá en 1759-1760 se habían aventurado mucho hacia el oeste, más allá del lago Winnipeg y hasta los ríos Saskatchewan y Missouri en busca de pieles y de una ruta fácil en el Pacífico. La prueba de un cambio en la política de la compañía se produjo en 1774 cuando, tras una serie de expediciones, estableció su primer puesto del interior en Cumberland House, al norte del río Saskatchewan y a 1126 km recorridos en canoa de las costas de la bahía de Hudson. Esto marcó el inicio de un nuevo período de intensa rivalidad en el comercio peletero entre la Compañía de la Bahía de Hudson y sus rivales canadienses (que en 1783 formaron la Compañía del Noroeste), así como un amplio movimiento hacia el oeste atravesando la rica región peletera de Athabaska, hasta llegar al Pacífico. Aunque siempre con retraso con respecto a la audaz compañía del Noroeste (para la cual Alexander Mackenzie alcanzó el océano Artico siguiendo el río Mackenzie en 1789, y atravesó las montañas Rocosas hasta llegar al Pacífico en 1793), la Compañía de la Bahía de Hudson adiestró y utilizó a eficaces exploradores para que explorasen y trazaran el mapa de los territorios del interior con método y precisión. Hacia 1821, cuando las dos compañías rivales se unieron, poseían entre ambas más de 170 puestos comerciales, que formaban una red a través del continente norteamericano, desde Labrador al este, hasta las laderas sobre el Pacífico al oeste, y desde las tierras árticas en torno al Gran Lago del Oso hasta el Snake Country de lo que hoy es Utah e Idaho, al sur. Los traficantes de pieles, en busca del preciado castor, habían atravesado todo el continente, trazando mapas durante su recorrido, lo que hizo que en dicha fecha de 1821 el perfil completo de América del Norte fuera ya bien claro y preciso. La Compañía de la Bahía de Hudson transfirió sus territorios al dominio de Canadá en 1869-70, pasando a ser a partir de entonces esencialmente una empresa comercial. Actualmente el ferrocarril, los colonos, la agricultura y la industria hace tiempo que pasaron a ocupar las viejas rutas meridionales de la Compañía, pero sus puestos comerciales aún pueden encontrarse en el Artico, servidos por aeroplano, comunicados por radio y dedicados todavía a su tradicional actividad de comerciar con los nativos.

    Bacalao y pieles:
    A finales del siglo XVI se empezaron a explotar los grandes bancos pesqueros de Terranova. Dada la abundante cantidad de animales salvajes en los bosques de Norteamérica, los europeos pronto se dieron cuenta de que podían establecer un comercio con los indígenas de valiosas pieles y cuero: piel de ciervo de Virginia y de ambas Carolinas. Las pieles más valoradas se hallaban más hacia el Norte, sobre todo en la bahía de Hudson y en la cuenca del San Lorenzo. La más valiosa de todas era la de castor, con la que se elaboraba el fieltro más apreciado por los sombrereros contemporáneos. (Jacob M.Price)

    Giovanni Caboto (Génova h.1450-1499):
    Recorrió al servicio de Inglaterra la costa noroeste de Norteamérica, se naturalizó ciudadano de Venecia en 1476. Su experiencia como navegante y sus contactos con los mercaderes de La Meca -que viajaban por tierra hasta el gran centro de intercambio de las mercancías orientales y occidentales- le indujeron a creer en la posibilidad de eludir aquellos intermediarios si se descubría una ruta marítima por Occidente, a través del Atlántico Norte. Aproximadamente en 1484 se trasladó a Londres, donde obtuvo de Enrique VII autorización para descubrir y tomar posesión de "tierras desconocidas para todos los cristianos". Partió el 2 de mayo de 1497 a bordo del Mathew y arribó a algún punto de Labrador, Terranova o la isla del Cabo Bretón, que él tomó por parte de Asia: el país del Gran Kan. El 6 de agosto de 1497 regresó a Bristol. A principios de 1498 recibió fondos para explorar la costa "asiática" hacia el sur, hasta llegar a Cipango. Partió en mayo de aquel mismo año, y aunque no se conocen detalles precisos de su segundo viaje, se supone que navegó por el norte hasta Groenlandia, y por el sur hasta la altura de la bahía de Chesapeake, antes de regresar a Inglaterra. No hay más noticia histórica de él a partir de 1499. Los descubrimientos de Cabot sirvieron de base para las subsiguientes reivindicaciones inglesas en Norteamérica.

    Sebastian Cabot (h.1476-1557) Sebastian Cabot (h.1476-1557):
    Hijo de Giovanni Caboto. Es probable que navegase en el Mathew en 1497. En 1508 buscó en Labrador el paso noroeste, descubriendo lo que debía ser la boca de la bahía de Hudson. En 1512 fue nombrado cartógrafo de Enrique VII, y acompañó al ejército inglés a luchar con Fernando de Aragón contra Francia. Su conocimiento de la costa nordeste de América le sirvió para entrar al servicio de la Armada española, y en 1518 fue nombrado piloto mayor. A su regreso a Inglaterra se le ofreció el mando de una expedición a Terranova, pero lo rechazó y prefirió dirigir una expedición española. La flota partió de Sevilla en 1525, con el propósito de establecer una relación comercial con Oriente. Cabot alteró la ruta atraído por los relatos de las fabulosas riquezas que podría hallar en el Río de la Plata. Fracasados sus planes, a su regreso a España fue desterrado por cuatro años. Eduardo VI de Inglaterra le devolvió su antiguo puesto en la Armada inglesa (1548). Como gobernador de la compañía de Aventureros Mercaderes organizó una nueva expedición en busca del paso del Nordeste. Aunque no tuvo éxito el viaje sirvió para desarrollar el comercio con Rusia. Su célebre planisferio (publicado en Amberes en 1544) incluía las últimas exploraciones americanas.

    Martin Frobisher Martin Frobisher (Yorkshire 1535-1594):
    Creció en Londres y se enroló como aprendiz tras la muerte de su padre (1544). Gracias a sus aptitudes para la navegación llegó a capitán en 1565. Las ideas de Humphrey Gilbert escritas en su Discourse le causaron gran impresión y se empeñó en buscar el paso por el noroeste. Se le encargó una expedición al Nuevo Mundo (1576) en busca del ansiado paso. Partió el 7 de junio a bordo de tres pequeñas embarcaciones: Gabriel, Michael, y Pinnace. Muy pronto el Pinnace se hundió durante una tormenta. La tripulación del Michael retornó desertando de la expedición y el Gabriel recorrió 5000 km hasta llegar a la bahía de Frobisher en la isla de Baffin donde creyeron encontrar el buscado paso. Un bote con cinco tripulantes y un guía inuit dejó el barco para recoger un kayak y nunca regresó. La tradición oral inuit recuerda que hace mucho tiempo cinco hombres venidos de lejanas tierras fueron recogidos y cuidados por los nativos. Cuando un alquimista aseguró que podía extraer oro de las muestras de roca recogidas durante la primera expedición, se produjo gran expectación sobre futuras ganancias. Frobisher fundó la Cathay Company que encontró fácilmente financiadores que nunca llegaron a obtener beneficios. Ni con la segunda expedición (1577) organizada por la reina Isabel I, ni con la siguiente logró ningún éxito.

    Actividad pirática de Frobisher:
    Ejerció la piratería desde muy joven. Cuando tenía veinte años fue entregado como prisionero por un jefe de nativos de Guinea a los portugueses. Dedicó los 15 años siguientes a su liberación a la piratería contra los españoles. Tras el fracaso de sus expediciones en busca del paso noroeste perdió el favor real y el apoyo económico, y compaginó la dedicación a la defensa de las costas irlandesas con empresas piráticas. En 1585 compartió con Drake una operación de la que resultaron muchos beneficios. Después del ataque de la Armada Invencible en la que capitaneó valientemente el Triumph, se unió al fracasado intento de John Hawkins de capturar la flota de Indias. Murió durante una operación de ayuda a los hugonotes franceses cercados en Crozon (1594).

    Humphrey Gilbert Sir Humphrey Gilbert (Devon 1539-1583):
    Fue un educado y ambicioso personaje que participó en dos grandes proyectos de la época de Isabel de Inglaterra. La búsqueda de la ruta noroeste hacia las Indias y el establecimiento de colonias en América. Concluyó sus estudios en Oxford y fue destinado a combatir los levantamientos en Irlanda. Presentó en la corte su libro Discourse of a Discoverie for a New Passage to Cathaia que no impresionó a la reina. Volvió a Irlanda y tuvo éxito con la colonia fundada en Munster. En 1570 fue nombrado caballero, estrecha relaciones con John Hawkins y progresa en la corte. Tras la publicación de su Discourse su idea gana numerosos adeptos y finalmente se organiza la expedición de Frobisher. Sus escasas dotes como marino le acarrearon numerosos fracasos en sus viajes de establecimiento de colonos en América. En 1578 tuvo lugar una gran expedición que sólo finalizó el barco capitaneado por Walter Ralegh. En el viaje de vuelta de su expedición 1583 perdió un barco por no seguir los consejos de los pilotos, en plena tormenta se negó a trasladarse a un barco más seguro y murió a bordo del pequeño barco en el que quiso permanecer.

    Henry Hudson (n.1611) Henry Hudson (1611):
    Navegante inglés que exploró la costa nordeste de América. El río Hudson, la bahía de Hudson y el estrecho de Hudson le deben sus nombres. En 1607 la Muscovy Company encargó a Hudson que buscara un paso por el nordeste hasta China; en el curso de su viaje llegó a Groenlandia y encontró los ricos campos balleneros de Spitzbergen. Una segunda expedición en 1608 fracasó al no poder hallar un paso a través del mar de Barentz. En 1609 zarpó en el Half Moon al servicio de la Compañía Holandesa de Indias Orientales, en busca de un paso en el noroeste hacia Extremo Oriente. Penetró en el río Hudson, que exploró hasta Albany antes de regresar a Inglaterra. Un año más tarde, en el Discovery, alcanzó el estrecho de Hudson y penetró en la bahía del mismo nombre. En compañía de su tripulación invernó en el rincón sudoriental de la bahía James. Al llegar el deshielo se produjo un motín entre sus hombres, que dejaron a Hudson, su hijo y otros siete marinos a la deriva en un pequeño bote; nunca se les volvió a ver.

    William Baffin (1564-1622):
    Navegante y explorador inglés; piloto de varias expediciones en busca del paso del Noroeste, y primero de quien se supo que determinara la longitud por observación lunar. En un viaje en 1616 en busca del paso, navegó más al norte de cuanto se había conseguido hasta entonces, y descubrió la bahía al oeste de Groenlandia que lleva su nombre. Exploró los pasos orientados al oeste, bautizados por él Lancaster, Smith y Jones en honor a los patrocinadores de su expedición. No encontró ninguna salida y sus informes desanimaron todo intento de exploración de la zona durante varios años. El hallazgo del ansiado paso se produjo a principios del siglo XX a través de su ruta abandonada por el estrecho de Láncaster. Interrumpió inoportunamente la búsqueda en un momento en que varios de sus hombres padecían escorbuto, para regresar a Groenlandia en busca de unas hierbas que servían de cura. Murió en el transcurso de un ataque anglopersa al Qishm, en el golfo Pérsico.

    Era un experto piloto que había adquirido sus conocimientos como navegante en los balleneros de la Compañía Moscovita y en 1612 había participado en otras expediciones anteriores con Hudson, Button, Gibbins y Bylot, uno de los desertores de Hudson. Sus cálculos para hallar la longitud, con observaciones de la luna, fueron relativamente acertados. En 1615, con el viejo Discovery, trató de entrar en el estrecho de Hudson, pero los vientos contrarios y los hielos se lo impidieron. Regresó a Plymouth pensando que el paso podía estar situado más al norte. El 26 de marzo de 1616 volvió a salir, navegó por el Davis hasta los 72º norte, lo que hoy se conoce como bahía de Baffin. Al regresar hacia el sur por la costa occidental descubrió un estrecho al que llamó estrecho de Lancaster. Las apariencias de las montañas y los hielos de este ancho canal le hicieron creer que no existía un paso por aquel lugar. (Ricardo Arroyo)

    David Pietersen de Vries (1618-1655):
    Navegante y colonizador holandés, partiendo de Holanda en mayo de 1632 al frente de una pequeña expedición, se dirigió a ampliar la colonia que en Swanendael, cerca de las bocas del río Delaware, habían fundado Heyes y Hosset con fines agrícolas y pesqueros. Como los anteriores colonos habían sido exterminados por los indios, la expedición, tras una permanencia de 18 meses en aquellas tierras tuvo que regresar a Holanda. De Vries visitó Nueva Amsterdam en varias ocasiones, donde trató de establecerse en la isla Staten y en Tappan a orillas del Hudson. En 1655 publicó un relato sobre sus viajes a diferentes partes del mundo.

    Vitus Bering (1680-1741):
    Navegante danés al servicio de Rusia, cuyo descubrimiento del actual estrecho de Bering demostró que Asia y América no estaban enlazadas por tierra. Sirvió en la Armada danesa en 1703, pero en 1704 se alistó en la Armada rusa y luchó contra Suecia. En 1724 fue designado por Pedro el Grande para mandar una expedición a la península Kamchatka y norte de Siberia. En 1728 atravesó el estrecho que posteriormente llevaría su nombre y descubrió la isla de San Lorenzo y las islas Diomede. En 1741 avistó la península de Alaska y las islas Aleutianas. En el viaje de regreso su navío naufragó en la isla de Bering, en la que murió víctima del escorbuto.

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  29. Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra (Disney 2003):
    [Pirates of the Caribbean: The curse of the Black Pearl]
    Se desarrolla en el siglo XVII en las islas del mar Caribe. Jack Sparrow (Johnny Deep) es un osado personaje protagonista de una historia fantástica. Siendo capitán del buque pirata Black Pearl fue abandonado en una isla desierta tras el amotinamiento de su tripulación. Los peligrosos piratas bajo el mando del astuto capitán Barbossa (Geoffrey Rush) son unos perversos seres que se revelan como esqueletos bajo la luz de la luna. Intentan desesperadamente terminar con una antigua maldición que los mantiene entre la vida y la muerte. El conjuro sólo puede romperse si devuelven el tesoro que un día robaron. A bordo del Black Pearl atacan la ciudad de Port Royal y secuestran a la hija del Gobernador. Elizabeth Swann (Keira Knightley), la hija del Gobernador (Jonathan Pryce), se unirá a Jack en su lucha por evitar que tenga éxito el plan de los piratas. Está enamorada del joven Will Turner (Orlando Bloom), a quien Jack Sparrow trata con protección paternal. El prometido de Elizabeth, el ambicioso comodoro Norrington (Jack Davenport), los persigue a bordo del Dauntless.

    La maldición de la Perla Negra. Johnny Depp El guión tiene una apreciable dosis de humor y en vez de recrearse en situaciones típicas del género, introduce buen número de elementos modernos. El productor Jerry Bruckheimer acertó al apostar por un olvidado género que no llegó a funcionar económicamente en el caso de Piratas (Roman Polanski, 1986) y La isla de las Cabezas Cortadas (Renny Harlin, 1995). El atrevimiento del guión se concentró quizá demasiado en el afán de deslumbrar, en detrimento de una historia que tendrá ocasión de desarrollarse en siguientes entregas. La inserción de escenas de humor detrimento del desarrollo de la trama La banda sonora de Klaus Badelt llega a ser el principal elemento en sostener algunas escenas. Con mayor apoyo del sintetizador que de la orquesta transmite energía con facilidad. Fue el sustituto a última hora del compositor habitual de Verbinski, Alan Silvestri.

    La maldición de la Perla NegraJohnny Deep resuelve bien un arriesgado papel lleno de gestos extremos. Logra una compleja mezcla de aspectos pícaros, caballerosos y seductores. No todo el público suele dar la misma acogida a los gestos excesivos de personajes poco habituales. Verbiski dijo de Sparrow: "encarna este tipo de personaje con el que disfrutas viendo cómo le roba el dinero a una pobre anciana, es sobre todo un estafador, es vago, es un gran pirata pero sólo luchará si no le queda otro remedio. Además siempre buscará el mejor atajo". Los personajes de Elizabeth Swann (Keira Knightley) y Will Turner (Orlando Bloom) son sólo ligeramente retratados y su interpretación resulta algo liviana e insustancial.

    La maldición de la Perla Negra Los guionistas Ted Elliot y Terry Rossio:
    (Guionista y Creador de la historia) fueron los creadores de Shrek, la película de la DreamWorks que recibió el Oscar a la Mejor Película de Animación (2002). En 1992 se encargaron del guión de la película de Disney Aladdin. En 1998 escribieron La máscara del Zorro (The Mask of Zorro). Se incorporaron al equipo de Digital Domain, donde se encargan de múltiples proyectos de acción y animación generada por ordenador, como Instant Karma, Plant Life y Shadowplay. En 1996 se convirtieron en los primeros guionistas que firmaban un contrato de producción con DreamWorks SKG. Sus proyectos con esta productora incluyeron Shrek, y The Road to El Dorado (La ruta hacia El Dorado). Trabajaron como asesores de creación en Antz y en Sinbad. Como guionistas, han trabajado en numerosas producciones como Small Soldiers (Pequeños guerreros) (coguionistas), Godzilla (creadores de la historia) y El planeta del tesoro (creadores de la historia de animación).

    El director Gore Verbinski:
    The Mexican (2001) La última misión de un torpe miembro de la mafia es recuperar en México una pistola legendaria. Con Brad Pitt y Julia Roberts. The Ring (2002) fue el remake de suspense de una película japonesa. Una periodista descubre una cinta de vídeo con la propiedad de matar a los que la ven en una semana.

    Creo que esta película es para todo aquel al que le guste disfrutar de una aventura grandiosa. Tiene acción, romance e intriga. Creo que ese niño que todos llevamos dentro disfruta con este tipo de películas que son al mismo tiempo emocionantes, divertidas, plagadas de personajes de lo más pintoresco, conflictos y con un final feliz (Gore Verbinski).

    Duración: 2 horas 23 minutos
    Estreno en España: 14 de julio 2003
    Distribuida por: Walt Disney
    Productor: Jerry Bruckheimer
    Guión: Jay Wolpert, Stuart Beattie, Terry Rossio, Ted Elliott
    Música: Klaus Badelt
    Productores ejecutivos: Michael Stenson y Chad Oman
    Director: Gore Verbinski

    Elizabeth Swann (Keira Knightley) Actores:
    Capitán Jack Sparrow: Johnny Depp
    Capitán Barbossa: Geoffrey Rush
    Gobernador de Port Royal: Jonathan Pryce
    Elizabeth Swann: Keira Knightley
    Will Turner: Orlando Bloom
    Norrington: Jack Davenport
    Teniente Gillette: Damian O'Hare
    Pintel: Lee Arenberg
    Ragetti: Mackenzie Crook
    Murtogg: Giles New

    * Piratas del Caribe. El cofre del muerto (2006)
    * Piratas del Caribe. En el fin del mundo (2007)
    * Imágenes de Piratas del Caribe (2003)
    * Imágenes de Piratas del Caribe (2006)
    * Imágenes de Piratas del Caribe (2007)

    Pirata, fotograma Piratas de guante blanco. por José María Latorre:
    Reap the Wild Wind (1942):
    Cecil B.De Mille solía comenzar sus películas con una voz en off que buscaba situar históricamente el relato. Piratas del mar Caribe -cuyo objetivo es glosar la expansión comercial americana por los mares- no es una excepción: estamos, se dice, en el año 1940 y "el mar hace que Norteamérica se convierta en una gran nación". Pero muchas naves naufragan en los lugares de mayor riesgo para los marineros, como Cayo Hueso, donde hay personas que vigilan para ayudar a los barcos que se hallan en peligro y otras que viven de la rapiña de los naufragios. Sin embargo, a unos y a otros se les conoce por el mismo nombre: "los vigilantes". En ocasiones, los cargamentos acaban en las manos de King Cutler (Raymond Massey), una especie de sir Humphrey Pelgatan que se enriquece con naufragios provocados y es feroz antagonista del capitán Phillip Philpott (Lynne Overman) y de Loxi Clalborne (Paulette Godard), quienes, a diferencia de él, tratan de rescatar las cargas y salvar a los marineros. Iniciando el film con una tormenta, un barco -el Jubilee- que embarranca en las rompientes de Cayo Hueso, y el detalle de los esfuerzos de Cutler, Philpott y Loxi para ser los primeros en llegar a la nave en peligro, por diferentes motivos, enseguida se presenta a los otros personajes: Dan (Robert Preston), hermano menor de King Cutler y enemorado de una prima de Loxi, Drusilla (Susan Hayward); Jack Stuart (John Wayne), el capitán del Jubilee, quien ha sido noqueado por su propio piloto, que trabaja para el pirata King; y Stephen Tollever (Ray Milland), abogado de una compañía naviera. Piratas del mar Caribe va hilvanando el relato de una lucha contra la rapiña marinera a la sombra de -como era frecuente en De Mille- las peculiares tensiones amorosas que unen y separan a ese grupo de personajes. Fue un acierto de los guionistas mostrar como el azar desbarata esas relaciones y los planes de unos y otros, haciéndoles transformar su actitud y hasta cambiar de bando: cómo esas transformaciones y esos cambios posibilitan cambios de pareja o, en el caso de Drusilla, provocan la muerte. Se trata de un guión bien construido -uno de los mejores que De Mille tuvo en las manos-, pero también se halla aquejado de un exceso de explicaciones que anula el aire novelesco del relato: en Piratas del mar Caribe las palabras y los razonamientos se imponen a la acción, y la aventura tiene un aire más discursivo que vitalista (cierto: los personajes se definen con la acción, pero son acciones que previamente se han justificado o analizado a través de sus palabras).

    The Sea HawkComo en todos los films del realizador, los encuadres están llenos de personajes y de objetos, lo cual crea una ilusión de barroquismo que no es sino acumulación y que contrasta con la sencillez del relato: a bordo de las naves apenas hay espacio libre para que respire el decorado (se tiene la sensación de que están sobrecargadas, y no precisamente de mercancía); si aparece una taberna o se describe una fiesta social, existe tal concentración de objetos y personajes por metro cuadrado en el plano que provoca una sensación de asfixia. Si hubiera que hablar del estilo de De Mille, creo que sería su característica más destacable, por encima de la solemnidad con la que trataba los hechos cotidianos y el desparpajo con que filmaba los momentos más conflictivos. Quizá por ello sorprende más la aparición de un momento en el que sucede a la inversa (la primera conversación de Loxi y Jack, resuelta con modos próximos a la comedia, que consigue lo que sería imposible en el cineasta: definir bien a un personaje). Al lado de escenas de convencional resolución destacan otras de cierta inventiva visual: el comodoro Devereaux, que guarda en su despacho las maquetas de los barcos de la compañía, obliga a Jack a colocar la del Jubilee con la de los otros navíos destruidos; Jack observa que sobre el lugar donde debe agacharse para guardar la maqueta está la de su adorado vapor Southern Cross; al plano siguiente, la maqueta de éste aparece en primer término en la parte superior del encuadre y Jack la mira con expresión de considerarlo un objeto inalcanzable, de tal manera que la ira de Devereaux se combina visualmente con las expectativas defraudadas del capitán. También son destacables la secuencia de la interrumpida boda de Loxi y Stuart en el barco ante un capitán más atento a los marineros que a la ceremonia, o la humorística resolución de la escena en que los hombres de King intentan secuestras a Stephen y a Philpott para venderlos como tripulantes a un ballenero; o los insólitos planos de la polizón Dursilla paseando por la sala de máquinas del Southern Cross y probándose un vestido rodeada de suciedad (que demuestra una vez más, la atracción que sentía Cecil B. De Mille por ese tipo de contrastes: recuérdese cuando, en Unión Pacific (1939), los indios que han asaltado el tren despliegan al viento las ropas y las telas); o el detalle de mostrar el embarrancamiento del Southern Cross con los gritos de Drusilla encerrada en la sala de máquinas.
    (www)Web de J.M.Latorre"

    * Master and Commander | Buscando a Nemo | Indice cine | Captain Horatio Hornblower (1951)

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  30. El naufragio del Stella Maris. Pío Baroja:
    Una mañana de otoño, tendría yo entonces catorce o quince años, vino Recalde, antes de entrar en clase en la Escuela Náutica, y nos llamó a Zelayeta y a mí. Una goleta acababa de encallar detrás del monte Izarra, cerca de las rocas de Frayburu. Recalde el bravo, padre de nuestro camarada Joshe Mari, y otro patrón, llamado Zurbelcha, habían salido en una trincadura para recoger a los náufragos. Decidimos, Zelayeta, Recalde y yo no entrar en clase, y, corriendo, nos dirigimos por el monte Izarra hasta escalar su cumbre. Hacía un tiempo oscuro, el cielo estaba plomizo, y una barra amoratada se destacaba en el horizonte; el viento soplaba con furia, llevando en sus ráfagas gotas de agua. Las masas densas de bruma volaban rápidamente por el aire. Tomamos el camino del borde mismo del acantilado; las olas batían allí abajo haciendo estremecerse el monte. La niebla iba ocultándolo todo, y el mar se divisaba a ratos con una pálida claridad que parecía irradiar de las aguas. Contemplábamos atentos el telón gris de la bruma. De pronto, tras de un golpe furioso de viento, salió el sol, iluminando con una luz cadavérica el mar lleno de espuma y de color de barro. Con aquella claridad de eclipse vimos entre las olas la lancha que intentaba acercarse a la goleta encallada. -¿Es tu padre el que va de patrón?- le pregunté a yo a Recalde. -No, es Zurbelcha- me dijo él. Zurbelcha, envuelto en el sudeste, encorvado hacia adelante, llevaba el remo que hacía de timón, era el práctico que conocía mejor la costa y los arrecifes. Un movimiento a destiempo, y la lancha se estrellaría entre las rocas. Zurbelcha tenía los nervios de acero, y una precisión de algo matemático. Los remos se hundían y se levantaban rítmicamente; a veces los remeros daban una pasada para atrás, con el objeto de no avanzar, sin duda esquivando alguna roca. Olas como montes y nubes de espuma ocultaban, durante algún tiempo, a aquellos valientes. En la cubierta del barco encallado, dos hombres y una mujer accionaban y gritaban. El viento nos trajo sus voces.

    Barca junto a las rocas La lancha se fue acercando al costado de la goleta, estuvo sólo un momento junto a ella, y se desasió violentamente del casco del buque perdido y se hundió entre las espumas. Los dos hombres y la mujer desaparecieron de la cubierta. Creímos que la trincadura había desaparecido en el mar. Esperamos con ansiedad, registrando el horizonte con la mirada. Allá estaban; los vimos entre la niebla. Zurbelcha seguía inclinado sobre su remo y la lancha avanzaba hacia el puerto. Quedaba otra dificultad: el pasar la barra. Recalde, Zelayeta y yo llegamos a la punta del muelle en este momento. El atalayero, desde las rocas, fue dando instrucciones con la bocina a Zurbelcha, y la lancha pasó sin dificultad. Poco después, los náufragos estaban en tierra firme. De los dos hombres, uno era alto, viejo, de sotabarba, vestido de negro, con gorra; el otro, pequeño y moreno. La mujer llevaba un niño en brazos. Zapiain, el relojero y corredor de comercio, se entendió con ellos. Eran bretones, no hablaban más que su idioma y algo de francés. La goleta se llamaba Stella Maris, y era de matrícula de Quimper. No pudieron explicar lo que había pasado con los demás marineros. Sin duda la tripulación del barco, dándose cuenta del peligro antes que el capitán, se apoderó del bote, que chocó con algún arrecife y se fue a pique. Días después, pasado el temporal, se intentó sacar de los escollos al Stella Maris; pero fue imposible. La quilla estaba hincada entre los peñascos de Frayburu, y no hubo manera de arrancarla de allí y de poner el barco a flote. Los prácticos desistieron de la empresa, y aconsejaron al capitán bretón que aprovechara la carga y abandonara lo demás. Así se hizo; cuando mejoró el tiempo, unos cuantos hombres descargaron el barco y lo desmantelaron. Quince días después, el cabo de miqueletes del puesto de la carretera de Elguea participó al comandante de Lúzaro que en la peña llamada Leizazpicuan encontraron el cadáver de un hombre de unos cuarenta años de edad, arrojado por las olas. Vestía el cadáver traje de marinero, compuesto de elástica de lana de punto y pantalón y chaleco con botones amarillos. Aparecía calzado sólo en el pié derecho; le faltaba la mano del mismo lado y tenía el rostro carcomido. Sentí verlo, porque después, durante mucho tiempo, se me venía su imagen a la memoria.

    Pío Baroja Los pilotos de altura. Pío Baroja:
    Estábamos sobre las islas Bermudas; por la mañana, al despejarse la niebla, soplaba viento Norte, fresco, cuando el vigía anunció vela por barlovento. Nuestro capitán no hizo caso, ni nosotros tampoco. El barco se nos acercaba. De pronto me chocó el aire de aquel buque y su pabellón brillante; cogí mi anteojo, miré y vi con sorpresa un barco negro como el ébano, de unas doscientas toneladas, con varias piezas de artillería, nuevas, y en el palo mayor una bandera roja con una calavera blanca y dos tibias. Era, indudablemente, un barco pirata, con sus cañones, su bandera y su tripulación especial, cosa que ninguno de los marinos que estábamos en el barco habíamos visto jamás. Hasta tenía su nombre a proa. Se llamaba el Relámpago.

    ... avanzaba con rapidez. Cuando estuvo a una distancia de media milla apareció en el pico de la cangreja la bandera negra, la jolly roger, como para indicar que no habría cuartel. Yo mandé al contramaestre a preparar el cañón giratorio porque Oyarbide, con la aparición del barco pirata, estaba sorprendido y atolondrado. Todo el pasaje comenzó a darse cuenta de la persecución: las mujeres se echaron a llorar, los hombres empezaron a lamentarse, la gente creyó que su vida estaba en peligro. Aquella bandera de muerte producía un terrible pánico. Yo veía con el anteojo a los marineros del barco pirata sobre cubierta, harapientos, barbudos; algunos nos amenazaban con el puño y se reían. Chimista estaba a mi lado, cerca del cañón.

    ... Cuando nuestro barco cogió el viento ya se vio que no había peligro. La fragata Rosina corría más que el Relámpago, las costillas de nuestro buque temblaban al empuje del viento fuerte y del mar. Chimista se acercó al contramaestre, apuntó el cañón contra el pirata, le dio en el palo mayor y le rompió parte del tope, derribándole la bandera roja. Los piratas contestaron al fuego, pero no nos llegaron las balas. Siguió el Relámpago dándonos caza durante unas horas; a media tarde se fue quedando atrás; los pasajeros comenzaron a respirar con más tranquilidad y a tener mayor ánimo.

    * (www)Virtual-spain: Baroja

    El faro del fin del mundo. Julio Verne:
    El Century, velero de tres palos y de quinientas cincuenta toneladas, del puerto de Mobile, había dejado veinte días antes la costa americana. Su tripulación se componía del capitán, Harry Steward; el segundo, John Davis, y doce hombres, incluidos un grumete y un cocinero. Iba cargado de níquel y de otros objetos para Melbourne, Australia. El viaje fue excelente hasta el grado cincuenta y cinco de latitud Sur en el Atlántico. Entonces sobrevino la violenta borrasca que desde la víspera turbaba aquellos parajes. El Century fue sorprendido por la tempestad y una enorme ola barrió el puente, llevándose dos marineros con su enorme empuje. El capitán Steward había querido buscar un abrigo detrás de la isla de los Estados, en el estrecho de Lemaire. Por la noche redobló la borrasca. No hubo más remedio que picar los palos para sortearla. El capitán creía estar a más de veinte millas de tierra, y no le parecía peligroso remontarse hasta divisar la luz del faro. Dejándolo al Sur, no corría riesgo de arrojarse sobre los arrecifes del cabo de San Juan, y llegaría al estrecho. El Century continuó navegando. Harry Steward no dudaba que antes de una hora vería la luz del faro, puesto que sus destellos tenían un radio de quince millas. Pero aquella noche el faro no lucía, y cuando el capitán del Century se consideraba a gran distancia de la isla, prodújose un espantoso choque. Todos se sintieron lanzados al encrespado mar y envueltos en la resaca. (Julio Verne)

    Charles Dickens. David Copperfield:
    Tenía la goleta uno de los palos rotos a unos seis a ocho pies del puente, tumbado por encima de uno de los lados, enredado en un laberinto de cuerdas y velas; y toda esta ruina, con el balanceo y el cabeceo del barco, que eran de una violencia inconcebible, golpeaba el flanco del barco como si quisiera destrozarlo. Como que estaban haciendo esfuerzos aún entonces para cortarlos, y al volverse la goleta, con el balance, hacía nosotros vi claramente a su tripulación, que trabajaba a hachazos, especialmente un muchacho muy activo, con el pelo muy largo y rizado, que sobresalía entre todos los demás. Pero en aquel momento un grito enorme, que se oyó por encima del ruido de la tormenta, salió de la playa; el mar había barrido el puente, llevándose hombres, maderas, toneles, tablones, armaduras y montones de esas bagatelas dentro de sus olas bullentes. El otro palo seguía en pie, con los trapos de su rasgada vela y un tremendo enredo de cordajes que le golpeaban en todos los sentidos. «La ha cabeceado por primera vez», me dijo roncamente al oído el marinero que estaba a mi lado; pero se alzó y volvió a cabecear. Me pareció que añadía que se estaba hundiendo, como era de suponer, porque los golpes de mar y el balanceo eran tan tremendos que ninguna obra humana podría soportarlos durante mucho tiempo. Mientras hablaba se oyó otro grito de compasión, que salía de la playa; cuatro hombres salieron a flote con los restos del barco, trepando por los aparejos del último mástil que quedaba; iba el primero el activo muchacho de cabellos rizados. Había una campana a bordo; y mientras la goleta, como una criatura que se hubiera vuelto loca, furiosa cabeceaba y se bamboleaba, enseñándonos tan pronto la quilla como el puente desierto, la campana parecía tocar a muerte. Volvió a desaparecer y volvió a alzarse. Faltaban otros dos hombres. La angustia de las gentes de la playa aumentó. Los hombres gemían y se apretaban las manos; las mujeres gritaban volviendo la cabeza. Algunos corrían de arriba abajo en la playa, pidiendo socorro, cuando no se podía socorrer. Yo me encontraba entre ellos, implorando como loco, a un grupo de marineros que conocía, que no dejasen perecer a aquellas dos criaturas delante de nuestros ojos. Ellos me explicaban con mucha agitación (no sé cómo, pues lo poco que oía no estaba casi en disposición de entenderlo) que el bote salvavidas había intentado con valentía socorrerlos hacía una hora, pero que no pudo hacer nada; y como ningún hombre estaba tan desesperado como para arriesgarse a llegar nadando con una cuerda y establecer una comunicación con la playa, nada quedaba por intentar. Entonces noté que se armaba un revuelo entre la gente, y vi adelantarse a Ham, abriéndose paso por entre los grupos. Corrí hacia él (puede que a repetir mi demanda de socorro); pero aunque estaba muy aturdido por un espectáculo tan terrible y tan nuevo para mí, la determinación pintada en su rostro y en su mirada fija en el mar (exactamente la misma mirada que tenía la mañana después de la fuga de Emily) me hicieron comprender el peligro que corría. Le sujeté con los dos brazos, implorando a los hombres con quienes había estado hablando que no le escucharan, que no cometieran un asesinato, que no le dejaran moverse de la playa. Otro grito se elevó de entre la multitud, y al mirar a los restos de la goleta vimos que la vela cruel, a fuerza de golpes, había arrancado al hombre que estaba más bajo, de los dos que quedaban, y envolvía de nuevo la figura activa que quedaba ya sola en el mástil. Contra aquel espectáculo y contra la determinación de un hombre tranquilo, acostumbrado a imponerse a la mitad de la gente allí reunida, todo era inútil; lo mismo podía amenazar al viento. (Charles Dickens. David Copperfield)

    Guillermo Brown: Serie TV Guillermo Brown [personaje de Richmal Crompton]:
    [...] Basta con haberle conocido a tiempo, cuando teníamos esos once años incorruptibles que él eterniza, para conservarle siempre sentado en la alfombra del alma, jugando con su escopeta de corchos o chupando pensativamente una enorme barra de regaliz. Sería blasfemo considerarle sencillamente como un acierto literario, lo que, indudablemente, también es; pues ante todo Guillermo es la esperanza misma de que nunca nos faltará ánimo para salir del hoyo, el nombre del ímpetu que libera lo irremediable, la voz del clarín que nos reclama para la liza y nos convoca a la victoria. Extra Guillermo nulla salus: tal es la divisa de quienes juramos por el único anarquista triunfante que los tiempos han consentido, el capitán indiscutible de los proscritos. [...] Precisamente, porque era de los nuestros podíamos admirar su espléndida peculiaridad; el hecho de que compartiese nuestros gustos, nuestros deberes y nuestras limitaciones, nos permitía gozar como propios de sus triunfos. Todo lo que le alejase de nuestra cotidianidad le debilitaba, tendía a hacerlo un fenómeno propio de tierras remotas. Mowgli era asombroso, pero había que tener en cuenta que era indio y había sido criado entre lobos; Ivanhoe era inolvidable, pero no todo el mundo tiene la suerte de de haber nacido en la Corte hurtada a Ricardo Corazón de León. Con esos personajes se podía soñar o incluso imitarlos, pero salvando siempre las distancias: las aventuras de Guillermo estaban hechas para ser vividas plenamente.

    [El punto de vista del héroe:]
    En cada caso, en todo momento, Guillermo es capaz de adoptar el punto de vista del héroe. La leyenda que incesantemente cuenta, a los suyos y a sí mismo, está narrada desde el punto más alto, desde la cima triunfal, en la que todo adquiere enérgico sentido, incluso -principalmente- la derrota. Sus enemigos, los míseros Hubertos Lanes y Heribertos Franks que corren por el mundo, juegan con todas las ventajas que da el dinero adquirido sin mérito ni astucia y el apoyo incondicional de lo estatuido; pero carecen de lo más importante, de lo indispensable para la victoria, del ánimo que inmortaliza: no logran adoptar en sus manejos el punto de vista del héroe. Es una perspectiva máximamente arriesgada, que bordea constantemente lo desesperado, que debe estar incesantemente dispuesta a jugarse el todo por todo, a no guardarse las espaldas, pero es la única que puede aspirar a la definitiva recompensa, al premio que no le viene de fuera, sino que forma parte de ella, que es ella misma. [...] El punto de vista del héroe: ahí está el secreto. Sin él, sólo se puede ser persona de provecho, hombre de mundo, reformador bienintencionado de la sociedad; pero con él se puede ser todo eso y cualquier cosa: pirata, piel roja, oso, conquistador, detective, dragón, rebelde, proscrito, incomprendido, genial, como Guillermo Brown. (Fernando Savater, El triunfo de los proscritos)

    Y lo curioso es que la idea de Inglaterra permaneció después de convivir con Inglaterra misma, como si el territorio marcado por los libros y las películas e incluso por los tópicos no pudiera destruirlo ni siquiera la realidad. En esa idea caben Holmes y Watson y los personajes de Conrad y Stevenson, Guillermo Brown y las cumbres borrascosas, Dickens y Shakespeare, aventuras marinas sin fin y el ya anciano Peter Pan. (Javier Marías)

    * El vapor maldito Iván Vassili | Daudet | Lewis Carroll | Barrie | Kipling | Salgari | Dumas

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  31. Robert Louis Balfour Stevenson (1850-1894):
    Robert Louis Balfour Stevenson nace en la ciudad portuaria de Edimburgo el 13 de noviembre de 1850. Como hijo único de un eminente ingeniero especializado en faros marítimos, Stevenson entra en la escuela de ingenieros de Anstuthen. Tras cursar los estudios de derecho, se inscribe en el Colegio de Abogados en 1875. Cuando contaba 16 años su padre le había pagado la impresión de 100 ejemplares de un pequeño libro de 22 páfinas. Colabora en el Cornhill Magazine donde publica un Llamamiento al clero de la Iglesia Escocesa en 1875 y poco a poco va a abandonar el derecho en beneficio de la literatura. Frecuentó círculos progresistas, lo que posteriormente le movió a luchar por la igualdad de las clases. Se sintió especialmente atraído por la vida de las tabernas y la callejera. Aquejado de tuberculosis, diagnosticada cuando tenía 23 años, se dedica a viajar en busca de un clima que favorezca su salud.

    Estancia en Francia y EE.UU.:
    Recorrió Francia con mucho interés y detenimiento. En 1878 publica Un voyage dans les terres, seguido en el mismo año de Voyage avec un âne à travers les Cévennes. En Francia (1876) conoce a Fanny Osbourne, 10 años mayor, en trámites de divorcio y con dos hijos. La familia Stevenson se opone fuertemente a la relación pero él está convencido de que es la mujer de su vida. Sigue a Fanny a los EE.UU y la encuentra en California, a donde llega sin medios y en un estado lamentable. Se casan en 1880 y pasan la luna de miel en una cabaña de mineros. Durante su etapa en América toma excelentes notas de la vida de los mineros y el ambiente de expansión hacia el oeste. Fanny le asesora en la redacción de su obra de terror El Doctor Jekyll y M. Hyde publicada en 1885. El primer manuscrito, que causó mala impresión a su esposa, se perdió o fue destruido y volvió a escribir esta gran obra en tres días. Sus cuentos de las Nuevas noches árabes, aparecidos en 1882, están impregnados de ese mismo misterio.

    La Isla del Tesoro:
    El enorme éxito de La Isla del Tesoro (Treasure Island, 1883) se debe a la poesía de un realismo fantástico que renueva el género del relato de aventuras. La venta de un gran número de ejemplares le permitió independizarse económicamente de su padre. Los ingredientes de este relato de aventuras los tomó de una propuesta de su hijastro con el que se llevaba muy bien. Entre las condiciones mencionadas figuraba el que no salieran chicas. En su continua lucha contra la enfermedad, Stevenson vive en las islas Marquesas, Tahití y Honolulú, instalándose por último en Samoa, donde escribe En los mares del Sur en 1896 y Le Barrage d'Hermisson, obra inacabada que se publica en 1896. Muere en Vailima, Samoa, en 1894, fulminado por una crisis de apoplejía. Siguiendo sus deseos, es enterrado en el Pico Vaea donde su tumba domina una amplia panorámica sobre Pacífico.

    Vigilando la costa La isla del tesoro:
    El huésped marino de la Almirante Benbow:
    [...] Era un hombre reservado, taciturno. Durante el día vagabundeaba en torno a la ensenada o por los acantilados, con un catalejo de latón bajo el brazo; y la velada solía pasarla sentado en un rincón junto al fuego, bebiendo el ron más fuerte con un poco de agua. Casi nunca respondía cuando se le hablaba; sólo erguía la cabeza y resoplaba por la nariz como un cuerno de niebla; por lo que tanto nosotros como los clientes habituales pronto aprendimos a no meternos con él. Cada día, al volver de su caminata, preguntaba si había pasado por el camino algún hombre con aspecto de marino. Al principio pensamos que echaba de menos la compañía de gente de su condición, pero después caímos en la cuenta de que precisamente lo que trataba era de esquivarla. Cuando algún marinero entraba en la «Almirante Benbow» (como de tiempo en tiempo solían hacer los que se encaminaban a Bristol por la carretera de la costa), él espiaba, antes de pasar a la cocina, por entre las cortinas de la puerta; y siempre permaneció callado como un muerto en presencia de los forasteros. Yo era el único para quien su comportamiento era explicable, pues, en cierto modo, participaba de sus alarmas. Un día me había llevado aparte y me prometió cuatro peniques de plata cada primero de mes, si «tenía el ojo avizor para informarle de la llegada de un marino con una sola pierna».

    Los piratas escalan la empalizada El asalto a la empalizada:
    [...] -¡Dad la vuelta al fortín! ¡Hacia el otro lado! -gritó el capitán, y me pareció percibir un cambio en su voz. Obedecí sin pensarlo dos veces, y corrí hacia el este con el machete dispuesto a golpear, y de improviso me di de bruces con Anderson. Escuché su rugido infernal y vi levantarse su garfio que brillaba al sol. No sentí miedo siquiera. Y no sé ni qué pasó: vi aquel garfio que caía sobre mí, di un salto y rodé por la duna fuera de su alcance. Cuando escapaba del fortín, había visto a los amotinados escalar la empalizada, acudiendo en auxilio de los primeros asaltantes. Uno de ellos, con un gorro de dormir rojo y el cuchillo entre los dientes, se había encaramado y estaba a horcajadas en la empalizada. Pues bien, tan corto debió ser el intervalo en que yo me zafé de Anderson, que, cuando volví a ponerme en pie, el hombre del gorro rojo aún estaba en la misma posición; otro asomaba la cabeza por entre los troncos. Y sin embargo ese instante había presenciado el fin de la batalla y nuestra victoria. Y así sucedió. Gray, que corría detrás de mí, había batido de un solo tajo al corpulento contramaestre, antes de que éste hubiera podido reaccionar ante mi salto. Otro pirata había recibido un balazo por una aspillera en el momento en que iba a disparar hacia el interior del fortín, y ahora agonizaba con la pistola aún humeante en su mano. Un tercero -el que yo había visto- cayó de un solo golpe del doctor. De los cuatro que habían alcanzado la empalizada, sólo quedaba ya uno, y lo vi correr, tirando su cuchillo, hacia la cerca e intentar subir a ella.

    Ben Gumm, el abandonado Ben Gunn traslada el tesoro:
    Resulta que Ben, en sus largas y solitarias caminatas por la isla, había encontrado el esqueleto, y había sido él quien lo despojara de todo; había localizado el tesoro y lo había desenterrado (suyo era el pico cuyo astil partido vimos en la excavación) y había ido transportándolo a cuestas, en larguísimas y fatigosas jornadas, desde aquel gigantesco pino hasta una cueva que había encontrado en el monte de los dos picos, en la zona noreste de la isla, y allí lo había almacenado a buen recaudo dos meses antes de que nosotros arribásemos con la Hispaniola. Cuando el doctor logró hacerle confesar este secreto, la misma tarde del ataque, y después de descubrir, a la mañana siguiente, que el fondeadero estaba desierto, fue a parlamentar con Silver, le entregó entonces el mapa, puesto que ya no servía para nada, y no tuvo reparo en entregarle las provisiones, porque en la cueva de Ben Gunn había bastante carne de cabra, que él mismo había conservado; así le entregó todo, y más que hubiera tenido, con tal de poder salir de la empalizada y esconderse en el monte de los pinos, donde estaba a salvo de las fiebres y cerca del dinero.

    [...] Con todo este equipaje nos pusimos en camino -incluido el hombre del cráneo roto, que mejor hubiera hecho quedándose a descansar- y en la fila alcanzamos la orilla donde nos aguardaban los dos botes. En la insensatez de sus borracheras, no los habían dejado a salvo los piratas: uno de ellos tenía un banco roto y ambos estaban llenos de agua y de barro. Como medida de seguridad, debíamos conservarlos con nosotros. Así, después de dividirnos en dos grupos, bogamos sobre las transparentes aguas de la bahía. Al mismo tiempo que se remaba, se discutía sobre el mapa. La cruz roja era, naturalmente, demasiado grande para servir de referencia precisa, y los términos anotados al dorso adolecían , como vais a verlo, de alguna ambigüedad. Como tal vez recuerde el lector, así rezaba la nota:

    Arbol alto, estribación de El Catalejo, en dirección al NNE.,
    A un cuarto al N.
    Isla del Esqueleto, ESE., cuatro al E.
    Diez pies.

    El principal punto de referencia era, por tanto, un árbol. Justo delante de nosotros, la bahía aparecía dominada por una meseta de doscientos o trescientos pies de altura, uniéndose al norte con la pendiente de la estribación sur de El Catalejo, y elevándose al sur hacia la altura rocosa y abrupta denominada la Colina de Mesana. La cima de la meseta estaba cubierta de pinos de diferente altura. Aquí y allá un pino de una especie distinta rebasaba en unos cincuenta pies a sus vecinos, pero para distinguir el "árbol alto del capitán Flint había que estar en el sitio, con la brújula en la mano. No obstante, cada cual, a bordo de los botes, tenía su árbol favorito antes de que hubiéramos recorrido la mitad del trayecto. Sólo Long John se encogía de hombros y decía que había que aguardar. Remábamos con lentitud, según las órdenes dadas por Silver, para no cansar a los hombres antes de tiempo. Tras una larga travesía, nos acostamos a la desembocadura del segundo río, que desciende de El Catalejo por un barranco tupido. Desde ahí, yéndonos hacia la izquierda, iniciamos la ascensión de la pendiente, en dirección a la meseta. (R.L.Stevenson)

    * Muppet treasure island (1996) | Stevenson: Notas
    * Emilio Salgari (Verona 1862-Turín 1911) | Edgar Allan Poe | Treasure Planet

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  32. Emilio Salgari (Verona 1862-Turín 1911):
    Nació el 22 de agosto de 1862. Periodista y escritor italiano, prolífico, popular, de cuya vida hay períodos que se desconocen. Cultivó el género de la novela de aventuras y ficción, que denotan una formación de buen lector de literatura narrativa. Su obra fue bien acogida por el público italiano, especialmente en Verona, donde publicó por entregas El tigre de la Malasia, publicación que se realizó en La Nueva Arena, en 150 entregas, desde el 16 de octubre de 1883 hasta el 13 de marzo de 1884, y que constituyó su obra más conocida, la que se publicó como libro con el nombre de: Los tigres de Mompracem. Fracasó en sus estudios en la Academia Naval de Venecia, y en toda su vida realizó apenas una única travesía por el Adriático. Pero pudo ser un aventurero a través de la literatura: una de sus obras más conocidas es la serie de once episodios de Sandokán, de la cual forma parte El rey del mar y la serie de aventuras marítimas del Corsario Negro. La cantidad de obras de su autoría no le brindaron una tranquilidad económica, sino por el contrario, vivió sin recursos, situación que lo hizo suicidarse haciéndose el harakiri, el 25 de abril de 1911.

    Explotación editora:
    El capitán Emilio Salgari fue el escritor más popular de su tiempo, pero editores sin escrúpulos le explotaron hasta la consunción; amarrado como un galeote a su mesa hipotecada, alimentándose sólo de café negro, trabajando catorce horas diaras, y dieciséis horas diarias para sacar adelante a sus hijos pequeños y su mujer loca, narró las victorias de piratas remotos y el hundimiento del Rey del Mar. Una mañana de invierno dejó definitivamente la pluma, tras recomendar su familia a los negreros que le explotaron:"Yo os he hecho ricos; preocupaos al menos un poco por mis hijos."Una hora más tade se hizo el hara-kiri con un yatagán sobre la nieve recién caída, cerca de Turín. Shakespeare, Salgari, nombres, páginas y humo, pasto para el vampirismo del journaliste y para el arrobo inicial del niño. Al cabo, nada nos deben: les debemos cuanto han escrito. (Fernando Savater)

    Ilustración libro Sandokán Obras:
    Según su temática, sus obras se agrupan en los de la jungla, los de corsarios (Sandokán), los del oeste americano y sus aventuras y personajes han sido llevados al cine y la televisión. Entre ellas se pueden citar:
    Los piratas de la Malasia
    Los tigres de Mompracem
    El Corsario Negro
    Yolanda, la hija del Corsario Negro
    El león de Damasco
    El buque maldito
    Aventuras entre los pieles rojas
    La cimitarra de Buda
    Cazadora de cabelleras
    El misterio de la jungla negra
    Sandokán, el rey del Mar
    Los tigres de la Malasia
    El Capitán Tormenta
    La Reina de los Caribes
    Robinsones
    Los dos tigres
    Los náufragos del Liguria
    Los náufragos del Spitzberg
    Invierno en el Polo Norte
    El Filtro de los Califas

    Estudio de Jack London Sandokán, el rey del Mar:
    Doce de dichos hombres tenían un color de tez muy oscuro, asemejándose mucho a los malayos, o, por lo menos, a los dayakos; En cambio, los otros dos eran de raza caucásica, y vestían uniformes de oficiales.

    Todos ellos eran gente robusta, altos y musculosos; cerca de sus respectivos asientos llevaban carabinas de fabricación india, pesados sables de hoja muy larga y puñales ondulados, los famosos y temibles kriss malayos.

    La chalupa, que avanzaba silenciosa y velozmente, dirigida por Yáñez, que iba al timón, se encaminaba hacia una bahía muy amplia que se divisaba en la costa occidental de la isla grande de Borneo, por la parte que la bañan las aguas del golfo de Sarawak.

    A pesar de que la noche era oscurísima, la chalupa avanzaba sin ninguna vacilación, deslizándose por entre las escolleras coralíferas que asomaban entre dos aguas, a babor y a estribor, y contra las cuales se deshacía la resaca con prolongados mugidos.

    Iba con rumbo a un pequeño punto luminoso que se vislumbraba en el fondo de la rada, y que tan pronto se elevaba como descendía, como si fuera zarandeado por continuas sacudidas.

    Fotograma de Pinocho Pinocho:
    Yo soy el bacalao, tu compañero en la barriga del dragón.
    -¿Cómo has conseguido escapar?
    - He imitado tu ejemplo. Tú me has enseñado el camino, y yo no he hecho más que seguirte.
    -¡Oh, querido bacalao; no has podido llegar más a tiempo! ¡Por nuestra amistad, por la salud de la respetable bacalada, tu mujer, y de tus bacalaítos, te ruego que nos ayudes, porque si no estamos perdidos!
    -¡Pero, hombre! ¡Pues ya lo creo! ¡Con mil amores ¡agarraros a mi cola y dejaos llevar! ¡En cuatro minutos os conduciré a la orilla! Ya podéis suponeros que padre e hijo se apresuraron a aceptar la amable invitación del buen bacalao; pero en vez de agarrarse a la cola, creyeron mucho más cómodo sentarse encima de él, pues era un bacalao mucho mayor que los corrientes y con una fuerza tan grande, que era campeón de boxeo en su pueblo.
    -¿Pesamos mucho? - le preguntó Pinocho.
    -¡Hombre! ¡Absolutamente nada! ¡Me parece llevar encima dos conchas de almeja! - respondió el complaciente bacalao. Al llegar a la orilla saltó Pinocho el primero, y ayudó a su papá a hacer lo mismo. Después. dirigiéndose al bacalao, le dijo con voz conmovida:
    -¡Amigo mío, has salvado a mi padre, y mi agradecimiento es tan inmenso, que no puede expresarse con palabras! ¡No te olvidaré nunca, porque los ingratos son los más despreciables de los hombres! Ahora permíteme que te de un beso en señal de eterna gratitud. El bacalao sacó la cabeza del agua, y Pinocho se acercó y le dio un cariñoso beso en la boca. Ante esta expresiva muestra de afecto, a la que no estaba acostumbrado, el pobre bacalao se conmovió de tal manera, que, avergonzándose de que se le viera llorar como un chiquillo, metió la cabeza en el agua y desapareció. (Carlo Collodi)

    Azzurro:
    [...]
    Busco algo de África en el jardín,
    entre el laurel y el baobab,
    como hacía cuando era niño,
    pero aquí hay gente, y ya no se puede,
    están regando tus rosas,
    no está el león, quién sabe dónde está.

    Cerco un pò d'Africa in giardino,
    tra l'oleandro e il baobab,
    come facevo da bambino,
    ma qui c'è gente, non si può più,
    stanno innaffiando le tue rose,
    non c'è il leone, chissà dov'è...

    * Robert Louis Balfour Stevenson (1850-1894)
    * Alejandro Dumas | Alphonse Daudet (1840-1897)

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  33. James Matthew Barrie:
    Nació en Kirriemuir, Escocia y llevó una vida con bastantes aspectos novelescos. A los siete años sufrió la muerte de su hermano mayor, hijo predilecto de la madre, que falleció al caer con sus patines en un lago helado. James tuvo entonces la impresión de que tenía que sustituirle para consolarla. Ella lo educó en el amor a los libros y el estudio, esperando del pequeño un comportamiento de adulto. Así se convirtió en un ser melancólico, enfermizo, solitario, obsesionado por el miedo a crecer y a tener que casarse. Sus únicas alegrías eran los libros de aventuras de Robert Louis Stevenson y la compañía de niños menores que él. A pesar de sus prevenciones ante el matrimonio se casó y su matrimonio fue un desastre.

    Tras el divorcio se consoló con la amistad de George, Jack, Peter, Nico y Michael, unos hermanos que conoció en sus paseos por Kensington. A la muerte de sus padres, Barrie adoptó a los niños y se inspiró en ellos para narrar las aventuras de Peter Pan, publicadas a principios de siglo. George murió en la I Guerra Mundial. Michael se suicidó echándose a un lago con su amante, atormentado por su homosexualidad. Y Peter se lanzó bajo un tren del metro a los pocos meses de fallecer Jack... "Morir será una aventura sensacional", había dicho Peter Pan. (Paloma Corredor)

    Obras:
    Estudió en la Universidad de Edimburgo. En 1885 se fue a vivir a Londres y escribió para la St James's Gazette y otras muchas revistas. Sus primeros libros contienen apuntes sobre la vida de las aldeas de Escocia. Después de El pequeño ministro (1891), una novela romántica de amor y aventura, escribió Tommy el sentimental (1895) y su continuación, Tommy y Grizel (1900). Su obra de teatro Londres (1893) fue un éxito en su estreno londinense. Su siguiente obra dramática fue la comedia La historia de amor del profesor,1894. Calle Quality,1901, El admirable Crichton,1902 y Mary (1903). Sus obras ponen de manifiesto su particular e irónico sentido de la vida como aventura romántica.

    Peter Pan (1904):
    El 1902 publica el libro de cuentos Little white bird, donde aparece por primera vez el personaje de Peter Pan. En 1904 termina la hoy mundialmente famosa obra fantástica Peter Pan. Barrie trata sus dos temas favoritos, la conservación de la inocencia infantil y lo que consideraba el instinto femenino de la maternidad. El eterno adolescente Peter Pan, era un extraño personaje que se fue de casa cuando tenía siete días para no convertirse en hombre. Se negó a crecer, a asumir responsabilidades y a comprometerse con un amor. Este personaje fantástico fue inmortalizado en una estatua que puede verse en los jardines londinenses de Kensington.

    Nunca Jamás Descubriendo Nunca Jamás. Inspiración y experiencia:
    [...] Barrie no era un inglés al uso. En su biografía a menudo aparece rodeado de niños, con los que jugaba e inventaba historias que luego le ayudarían a desarrollar su obra más inmortal. Porque Barrie publicó más de cuareta obras -muchas de las cuáles cosecharon un éxito rotundo en los escenarios londinenses-, así como seis novelas, siete obras de no-ficción y múltiples colecciones de relatos. La obra teatral que luego se convertiría en novela y que cien años después sigue presente es precisamente Peter Pan. Está claro que los dibujos animados de Disney contribuyeron a hacerla famosa en todo el mundo, pero en Estados Unidos la obra original se representa a menudo en todos los teatros escolares. ¿Qué hay en esa historia? Eso es lo que trata de expresar esta película. Los temas fundamentales que subyacen a un cuento que aún nos hace soñar. La esposa de Barrie, interpretada por Radha Mitchell, nos da la clave. En una conversación muy reveladora le explica que ella creía que los genios habitaban un espacio mágico y alejado del mundo, pero ha descubierto que sus obras las extraen de la experiencia, y es el proceso por el que la realidad se convierte en ficción en alas de la imaginación el que plasma la película. Para ello se utiliza continuamente un salto entre lo que hay fuera, y lo que eso evoca en la mente de Barrie. En esos momentos el espectador observa, en un estado de sorpresa continua, cómo un hecho cotidiano se convierte en una historia fantástica para una mente creativa, como el momento en que los niños saltan sobre la cama antes de irse a dormir. Pero hay otros temas, también fundamentales. La difícil carga social sobre aquellos que no quieren ajustarse a los convencionalismos; la capacidad para seguir siendo niños después de alcanzar la madurez física; el proceso por el que se abandona la infancia; el paso del tiempo, con el reloj del cocodrilo ganándonos siempre la partida, porque somos del tiempo y nos engulle a cada paso; la seriedad para disfrutar de la vida; la muerte y la pérdida de seres queridos y, aunque se podrían citar más, el amor, que aquí se convierte en comunión entre seres afines, sin caer en la sensiblería y la previsibilidad estúpida de tantas y tantas películas donde ya desde el principio sabemos quién acabará con quién. Tiene un velo melodramático, eso sí, pero es que llega a lo más profundo de la existencia humana desde un punto de vista suave y amable, casi como si fuera un juego de niños, que al fin y al cabo, es lo que somos todos. (Ana B. González)

    Portada Time Bandits Y lo curioso es que la idea de Inglaterra permaneció después de convivir con Inglaterra misma, como si el territorio marcado por los libros y las películas e incluso por los tópicos no pudiera destruirlo ni siquiera la reaidad. En esa idea caben Holmes y Watson y los personajes de Conrad y Stevenson, Guillermo Brown y las cumbres borrascosas, Dickens y Shakespeare, aventuras marinas sin fin y el ya anciano Peter Pan. (Javier Marías)

    Peter Pan Peter Pan. El regreso a casa:
    Por la mañana, al dar las dos campanadas ya estaban todos en marcha, pues había mar gruesa y Lelo, el contramaestre, estaba entre ellos, con un cabo en la mano y mascando tabaco. Todos se pusieron ropas piratas cortadas por la rodilla, se afeitaron muy bien y subieron a cubierta, caminando con el auténtico vaivén de los marineros y sujetándose los pantalones. No hace falta decir quién era el capitán. Avispado y John eran el primer y segundo oficiales. Había una mujer a bordo. Los demás servían como marineros y vivían en el castillo de proa. Peter ya se había atado al timón, pero llamó a todos a cubierta y les dirigió un breve discurso, en el que dijo que esperaba que todos cumplieran con sus obligaciones como unos valientes, pero que sabía que eran la escoria de Río y de la Costa de Oro y que si se insubordinaban los haría trizas. Sus bravuconas palabras eran el lenguaje que mejor entienden los marineros y lo aclamaron con entusiasmo. Luego se despacharon unas cuantas órdenes e hicieron virar el barco, poniendo rumbo al mundo real. El capitán Pan calculó, después de consultar la carta de navegación, que si el tiempo continuaba así deberían arribar a las Azores hacia el 21 de junio, tras lo cual ganarían tiempo volando. Algunos querían que fuera un barco honrado y otros estaban a favor de que siguiera siendo pirata, pero el capitán los trataba como a perros y no se atrevían a exponerle sus deseos ni siquiera con una propuesta colectiva. La obediencia instantánea era lo único sensato. Presuntuoso se llevó una docena de latigazos por parecer desconcertado cuando se le dijo que echara la sonda. La impresión general era que Peter era honrado sólo por el momento para acallar las sospechas de Wendy, pero que podría producirse un cambio cuando estuviera listo el traje nuevo, que, en contra de su voluntad, le estaba haciendo con algunas de las ropas más canallescas de Garfio. (James Barrie. Peter Pan)

    Ismael Serrano y Nunca Jamás Si Peter Pan viniera. Ismael Serrano:
    Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul,
    que me sorprenda a oscuras. Por favor, que no dé la luz,
    no vaya a descubrir que suelo mentir
    cuando juro ser aún ese niño.
    Quién le va a contar que la gran ciudad
    no dejó ninguno ninguno, ni uno vivo.

    Estrellas fugaces, mi más breve instante, respiran el humo,
    escuchan el mudo rumor que nace en sus vientres.
    Fueron arrojados al acantilado
    de la cruel favela,
    huyen de las hienas, de escuadrones de la muerte.

    Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul,
    que se extingan los soles, ¿dónde diablos te esconderás tú?
    Mowgly coserá botas en Ceilán,
    no escuchará rugir de noche a Bagheera.
    Tom Sawyer reirá tras el humo del crack
    si en esta redada logra salvar la vida.

    Si Peter Pan viniera a buscarme una noche azul,
    que nos sorprenda a oscuras, por favor apaga la luz.
    Si quieres evitar que en la tempestad
    le queme la fiebre de niños ancianos.
    Quién le hará entender que al amanecer
    cierran con grilletes sus ojos cansados.

    Niños que perdí, a los que mentí,
    gritan a lo lejos, arañan el hielo de la luz de la mañana.
    Niños con espinas, con cuencas vacías,
    que te lanzan piedras,
    tiñen las sirenas de todas las ambulancias.
    (de La traición de Wendy)

    * Lewis Carroll | Emilio Salgari | El sur

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  34. Antonio Rumeu de Armas:
    Historiador e investigador sobresaliente, nacido en Santa Cruz de Tenerife en 1912. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, donde se doctoró en Derecho, fue catedrático de Historia de España en la Edad Moderna en la citada universidad, cátedra que desempeñó con anterioridad en las universidades de Barcelona y Granada. También fue profesor extraordinario de la Universidad Georgetown de Washington, centro especializado en estudios internacionales. Ha sido presidente de la Real Academia de la Historia, convirtiéndose en el primer canario (hasta la fecha único) que alcanzó tan destacado honor. También lo fue durante cuatro lustros del Instituto Jerónimo Zurita del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es académico de número de la Real Academia de la Historia y profesor emérito de la Escuela de Guerra Naval y de la Escuela Diplomática, y pertenece también a las academias de México, Argentina, Perú, Colombia y Chile, entre otras. Entre los galardones recibidos figura el premio Marvá en 1942 y el premio Antonio Nebrija del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1945. Diez años más tarde consiguió el Premio Nacional de Literatura. Su producción científica se ha orientado hacia el estudio de la historia de América (ocho obras publicadas), la historia social (cinco títulos), la historia de la ciencia (cuatro estudios) y el Atlántico (cuatro pulicaciones). Antonio Rumeu fue otro de los conferenciantes con los que tuve el honor de contar en las III Jornadas de Artillería en Indias, a las que ya he hecho referencia. Este excepcional tinerfeño, historiador solvente y profundo, es un escrupuloso investigador a la hora de utilizar las obras que utiliza en sus obras. Ha escrito mucho y bueno. Además es un excelente conferenciante, al que he tenido ocasión de escuchar varias veces. Une a su probada sapiencia histórica, la no fácil cualidad de la amenidad. De la historia de nuestro archipiélago lo sabe todo. Y aunque por fin las autoridades canarias han reconocido sus extraordinarios méritos, llamaba la atención lo cicateras que venían siendo con este sobresaliente erudito que, en 1950 había publicado su gran obra: Piratería y ataques navales contra las islas Canarias Un título poco afortunado, como él ha reconocido, porque la obra es mucho más. La segunda edición, fechada en 1991, se titula Canarias y el Atlántico. Son cinco excelentes volúmenes que no pueden faltar en la biblioteca de quien pretenda saber algo de la historia del archipiélago. Premio Canarias en 1988, en 1998 fue investido doctor honoris causa por la Universidad de La Laguna.

    Universidad de La Laguna Ha escrito docenas de libros: Colón en Barcelona, La política indigenista de Isabel la Católica, Colón, Marchena y Fray Pérez, Biografía de Agustín de Bethencourt, Real Academia de la Historia, Origen y fundación del Museo del Prado, La conquista de Tenerife, El testamento político del conde de Floridablanca, etc. En 1988 le oí disertar sobre Hispanoamérica. La descripción que hizo de las fortalezas de Cartagena de Indias y San Juan de Puerto Rico me impresionó y tres años después me fui a verlas. El retrato que Antonio Rumeu había hecho de las defensas de las dos ciudades había sido perfecto. Las visité como si de viejas conocidas se tratase. (Juan Arencibia)
    (*) RUMEU DE ARMAS, A. (1947-1950): Piraterías y ataques navales a las Islas Canarias. Madrid.

    Agustín Millares Torres (Las Palmas de G.C.1826-id.1896):
    Historiador, novelista y músico. Destacados son sus trabajos Historia general de las Islas Canarias e Historia de la Gran Canaria. Fue patriarca de la familia Millares que, a lo largo de los años, ha despuntado en diversas ramas de las artes y de las letras. Nace en Las Palmas de Gran Canaria el 25 de agosto de 1826. Con trece años ingresa en el Seminario para cursar los estudios de bachillerato, a la vez que completa su formación con clases de música (solfeo y violín). En 1841 ya es miembro de la banda de música del Ayuntamiento de Las Palmas, realiza composiciones de tipo popular y fomenta la creación de la Sociedad Filarmónica. La falta de recursos económicos familiares le impide cursar la carrera de Leyes. Sin embargo, cursa los estudios en la Escuela de Notariado establecida en Las Palmas y los finaliza en 1846. Ese mismo año marcha a la Península a cursar estudios musicales en el Conservatorio de Madrid durante dos años. A su regreso a la isla imparte clases de música, y poco después, en 1851, se integra como docente del colegio San Agustín, haciéndose cargo de la asignatura de música hasta 1857. En el colegio sucede a Melquíades Spínola, fallecido ese año durante la epidemia de cólera que azotó la isla. En 1852 emprende actividades periodísticas y funda El Porvenir, en cuya redacción figuran también Domingo J. Navarro y Antonio López Botas. Con posterioridad dirigirá El Ómnibus y El Canario. Después de quince años de haber cursado los estudios de notariado, en 1861, accede al puesto de notario en Las Palmas, cargo en que le sucedería su hijo Agustín Millares Cubas tras su fallecimiento. En reconocimiento a su labor, es nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de Historia en 1882. Fallece en su ciudad natal el 17 de mayo de 1896. 1860: Publica Historia de la Gran Canaria, en la que recoge todos los hechos de la Conquista. 1871: Publica el primer tomo de Biografías de canarios célebres. Ese mismo año escribe la novela Eduardo Alar, (título que será tomado como seudónimo por su nieto Claudio de la Torre Millares en varias ocasiones). Años más tarde publicaría Benartemi, el último de los canarios. En 1874 publica Historia de la Inquisición en Canarias. En 1882 publica su extenso trabajo Historia general de las Islas Canarias, considerada obra de gran interés en el género.

    Pedro Agustín del Castillo:
    Historiador que dedicó casi toda su vida a la elaboración de su obra, la Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria. Nace el 27 de abril de 1669 en Las Palmas de Gran Canaria. Con tan solo diecisiete años, en 1686, comienza a escribir su Descripción de las Islas de Canarias, acompañada de planos de puertos, radas y poblaciones principales realizados por el propio autor. La obra se divide en quince capítulos. Destacan por su valor: el plano exactísimo de la ciudad de Las Palmas, el capítulo VII dedicado a las fortificaciones y el último capítulo en donde se recopila toda la información existente sobre San Borondón. Ocupa en 1697 el cargo de Alcalde del castillo Nuestra Señora de La Luz, en el puerto de Las Isletas y al año siguiente es nombrado Alférez Mayor de la ciudad. En 1700 recibirá el título de Regidor perpetuo de la isla y Decano del Ayuntamiento. Al ser designado corregidor y capitán general de guerra de la isla en 1701 pone especial dedicación en desarrollar la defensa de la ciudad de Las Palmas y escribe unas Prevenciones políticas y militares para la defensa de la Gran Canaria. Es en 1710 cuando redacta un informe sobre la conveniencia de establecer una Universidad en las islas, y en 1721 otro en el que reúne la documentación existente sobre la isla de San Borondón (San Blandón). Próximo a los setenta años de edad, en 1737, concluye su Historia de Canarias, obra a la que había sido ocupación constante a lo largo de su vida (comenzó a recopilar materiales en 1689), y que junto con la Historia de Marín y Cubas es de las más exactas y verídicas. Se tituló Descripción histórica y geográfica de las Islas de Canaria. El manuscrito estuvo más de un siglo sin publicarse. Por fin apareció en 1848. Fallece en Las Palmas el 3 de mayo de 1741. Es enterrado en el monasterio de Santo Domingo.

    Chil y Naranjo Chil:
    Médico, historiador y antropólogo que destacó por sus notables contribuciones al estudio de la prehistoria, historia y antropología canarias. También por la incorporación de los enfoques evolucionistas de Darwin sobre el origen de las razas prehistóricas. Nace en Telde (Gran Canaria) en 1831. Realiza sus primeros estudios dentro de la familia, primero con su padre y posteriormente con su tío el canónigo Gregorio Chil Morales, para pasar posteriormente al colegio San Agustín, en donde tiene como profesor a Domingo Déniz, quien le preparará en francés para que pueda cursar sus estudios de Medicina en Francia. En 1848 marcha a París y se inscribe en la Universidad de la Sorbona. Se doctora en Medicina en 1859 y ese mismo año regresa a Gran Canaria. Empieza a ejercer en Las Palmas (después de revalidar el título en la Facultad de Medicina de Cádiz). En 1861 inicia la elaboración de Estudios históricos, climatológicos y patológicas de las Islas Canarias, que aparecerá en varios tomos después de quince años: el primero en 1876; en 1880 aparecerá el segundo tomo, y el tercero y último en 1891. La obra fue prohibida por el Obispo de Canarias (Urquinaona) por contener ideas evolucionistas sobre el origen del hombre, de las que Chil fue un decidido defensor. Junto a Víctor Grau-Bassas, Juan Padilla, Andrés Navarro Torrens y otros, funda en 1879 El Museo Canario, un museo de antigüedades canarias e historia natural, con una biblioteca en la que se prestará especial atención a todo lo relacionado con las islas y en especial con Gran Canaria. Será el director de esta institución hasta su fallecimiento. 1901: Fallece en Las Palmas de Gran Canaria. A su muerte dejó a El Museo Canario su biblioteca, el archivo y sus propiedades, incluida la casa que hoy alberga dicha institución. Fue uno de los primeros canarios en participar en reuniones de alto nivel científico fuera de Canarias. Miembro, entre otras instituciones, de la Sociedad de Antropología de París y de la Sociedad Española de Historia Natural. Su obra cumbre, publicada en varios tomos, Estudios históricos, climatológicos y patológicos de las Islas Canarias, se publicó entre 1876 y 1891. Su participación en la fundación de El Museo Canario y su posterior donación de su biblioteca, archivo y propiedades, han permitido el desarrollo de una entidad emblemática para Canarias.

    Grek:
    Historiador, profesor y médico. Realizó algunas obras de carácter fundamentalmente didáctico, y fue médico que destacó por su labor humanitaria y desinteresada, aunque será recordado fundamentalmente por la elaboración de su obra histórica sobre Canarias. De origen portugués por parte paterna y maltés por parte materna, nace en Las Palmas de Gran Canaria el 18 de junio de 1808. Su niñez transcurre en la calle Santa Clara, que hoy en homenaje a su persona lleva el nombre de Domingo Déniz. Realiza sus primeros estudios, hasta los catorce años, en la escuela del profesor Laguna, en la calle Triana, para pasar posteriormente al Seminario Conciliar (1822-1828). En ambos centros tendrá como compañero, durante algunos años, a Domingo José Navarro, quien en su obra Recuerdos de un noventón describe con detalle los dos centros de estudio. Embarca en 1829 con destino a Francia para cursar estudios universitarios en la Universidad de Montpellier. Su estancia allí se prolongará durante siete años hasta 1836. El 18 de agosto de 1837 se doctora y en noviembre abandona Francia dirigiéndose a Barcelona donde permanecerá unos meses hasta su regreso a Las Palmas, en agosto de 1838. Ya en su ciudad natal permanece durante ocho años sin poder ejercer oficialmente la medicina, ya que no pudo trasladarse a la Península a realizar la reválida de su título académico (lo hará en Madrid en 1846). La docencia va a ser la que ocupe preferentemente esta etapa de su vida como profesor del Colegio San Agustín. En dicho centro, uno de sus alumnos será Gregorio Chil y Naranjo, a quien también preparará en francés para que pueda acceder a los estudios de Medicina en París. Tras recibir el grado de licenciado en 1848, regresa a su ciudad natal en donde se asienta definitivamente, consagrado de lleno a sus estudios, a la profesión, a la ciudad y a empresas de progreso y cultura para Gran Canaria. Durante la epidemia de cólera morbo que en 1851 azota Gran Canaria, va a destacar por su entregada lucha contra la epidemia. Recuperado de la enfermedad se le nombra Director de Sanidad Marítima (cargo que desempeñará hasta su muerte) y médico del Hospital San Martín. Al año siguiente es designado Subdelegado de Medicina (el cargo médico de la isla más importante en la época). En el desempeño de este cargo, en 1856 formó una "Asociación Médica", un incipiente Colegio de Médicos, que afrontó entre otras cuestiones el establecimiento de una sala para autopsias con el instrumental necesario. En 1860 asume la dirección de los Establecimientos de Beneficencia (Hospital San Martín, Cuna de Expósitos, Hospicio y Casa de Socorro), cargo que ejercerá durante los diecisiete últimos años de su vida. El alcalde Antonio López Botas le ofrece en esta época la dirección de la Alameda para que se encargue de su embellecimiento. Durante el periodo comprendido entre 1861 y 1873 ejerce el cargo de secretario de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. El martes de Semana Santa de 1877 fallece en su casa de la Alameda de Colón. Redacta en 1840 un manual de Geografía, Compendio de Geografía apropiado a la enseñanza de los niños, publicado en Cádiz, del cual se hicieron varias ediciones, publicándose la última en 1871 con el título Rudimentos de Geografía y Cronología, arreglados a la enseñanza elemental. La importancia de esta edición queda evidenciada por los más de treinta años en que estuvo vigente. Con el mismo fin pedagógico publicó años después Nociones de literatura española desde su origen hasta el siglo XVIII. Inicia en 1844 el acopio de documentos y noticias para la elaboración de la que será su obra cumbre, Resumen histórico-descriptivo de las Islas Canarias.

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  35. Heródoto de Halicarnaso (485-452 a.de C.) relata sus viajes:
    Llamado el padre de la Historia. Procedía de la ciudad de Halicarnaso, en el Asia Menor, bárbaro por el lado paterno y heleno por el materno. Dejó escrito que Homero vivió hacia 850 a. J.C. sin que nadie rebatiera esta fecha. Los historiadores posteriores han otorgado a sus escritos una gran veracidad.

    Las famosas Historiae:
    Su relato de las guerras Médicas le proporcionó gran fama. Hacia el año 444 intervino en la fundación de la colonia ateniense de Thurii en Italia, donde probablemente escribió sus Historiae. La obra en sí, una de las primeras historias escritas a tan gran escala, fue también la primera obra importante que se escribió en prosa griega. Su propósito era "impedir que los grandes y maravillosos hechos de griegos y bárbaros pierdan su tinte de gloria, y recordar cuáles fueron los escenarios de su pugna". Más de la mitad de la obra se refiere a los antecedentes de la guerra, y el resto a la propia contienda. Por toda ella se muestran digresiones históricas, etnográficas y geográficas, acompañadas de las críticas y de los comentarios del autor. Aunque fue criticado por incluir con excesos de credulidad cuanto le relataban, los estudiosos modernos refrendan incluso partes impregnadas de aparente fantasía. Schliemann en su exitosa búsqueda de Troya creía cierto su relato de que Jerjes se había presentado en Nueva Ilión, había inspeccionado los restos de la Pérgamo de Príamo y había hecho sacrificios a la Minerva Ilíaca.

    Viajes por Africa:
    Recorrió Egipto en cuatro meses. Viajó por todo el país desde la desembocadura del Nilo hasta el actual Assuán. Vió poco del antiguo esplendor. Tropas mercenarias persas de Artajerjes ocupaban el antiguo imperio faraónico. Intentó descifrar los jeroglíficos sin lograrlo. Sus indicaciones de que se trataba de un lenguaje de imágenes en vez de transcripción de sonidos contribuyó al retraso en su desciframiento hasta tiempos de Champollion. Visitó repetidamente Cirene, la colonia griega en Africa, fundada por sus compatriotas de Halicarnaso. Trató de recoger en Cartago cualquier información sobre sus extendidas colonias. Hacia el año 450 a. J.C. empezó a socavar el bello ensueño etnológico heleno. A través de sus ojos, La humanidad clásica descubrió por vez primera a los pueblos exóticos.

    [...] La tierra era un disco rodeado por el océano, cubierto por la bóveda celeste y al que el mundo subterráneo servía de soporte. El ombligo de la tierra era Babilonia, o Memfis, o Atenas, según el observador fuera un babilonio, un egipcio o un griego. Los habitantes de la tierra se dividían en hombres, bárbaros y monstruos. Hombres eran los griegos (o los egipcios, o los babilonios), en cambio eran bárbaros los demás pueblos y, finalmente, monstruos, medio bestias, los exóticos salvajes. Todo parecía estar en perfecto orden sobre el disco terrestre y todo tenía un sitio fijo alrededor de su ombligo.[...]

    La tierra murmuraban, no era, a juicio del bárbaro, del semiasiático, un disco, sino una bola -sí, exactamente una gran bola que flotaba por el cosmos. Y -¡Por Hades!- sobre esa curiosa bola vivían, además de los helenos, una serie de otros pueblos cultos, vivían bajo leyes justas y de un modo feliz, decente y nada bárbaro. El hombre de Halicarnaso decía que había visto a esa gente con sus propios ojos: en Italia y en Egipto, en Mesopotamia y junto al mar Negro. Estas afirmaciones eran exactamente una provocación; todos los capitanes helenos, todos los comerciantes de lana y vendedores de ánforas, que habían estado alguna vez en tierras bárbaras, decían exactamente lo contrario, hablaban de costumbres salvajes, excesos vergonzosos de sus habitantes, daban fe de hombres medio bestias de atezada piel, de monstruos y sátiros velludos que tenían un solo ojo. ¿Acaso los persas, los enemigos tradicionales, no eran unos bárbaros? ¿No habían atacado con fuerza salvaje Jonia, Tesalia, e incluso Atica? ¿Y los etruscos y cartagineses no eran acaso piratas de la más vil estirpe que aparecían con sus naves de presa en todos los lugares donde los colonizadores helenos fijaban sus residencias dispuestos a extender la cultura? Y, finalmente, los egipcios -claro que Atenas había firmado un tratado para defenderse de los persas-, esos hijos del infierno. Pero ¿tenían espíritu y dignidad humana aquellos poseedores de esclavos medio negros y adoradores de animales? ¿Podía compararse Egipto con la Hélade? ¿No era una desfachatez rayana en la locura establecer paralelos entre las buenas costumbres griegas y los malos usos de aquellos extranjeros salvajes? Así por ejemplo -continuó-, se dice en Egipto que el continente libio está rodeado por el océano y que se le puede dar la vuelta en barco. La gente se echó a reír, se divirtió con esta graciosa fábula. Cualquiera de los presentes, por poca geografía que supiera, sabía, naturalmente, que Libia (hoy la llamamos Africa) se unía en el sur con Asia y que el mar de Eritrea, es decir el océano Indico, era un mar interior. Se dice que los egipcios incluso han logrado demostrar su teoría y que han dado la vuelta a Libia en barco. Al regresar contaron que durante el viaje habían visto el sol de mediodía en el norte...

    pasó luego a un tema que a los atenienses les era familiar: les habló de lo que había oído decir en las tabernas de marineros, en las factorías, mercados y puestos coloniales acerca de la vida de los salvajes, de los monstruos y pigmeos; entretejió las historias de navegantes y las crónicas de viajes, los protocolos sabios y las más absurdas habladurías para formar un cuadro colorido y atractivo. Un cuadro del mundo, que algunos profesores de épocas posteriores , faltos de fantasía, han interpretado equivocadamente y que veintitrés siglos más tarde fue calificado de historia subjetiva desfigurada por graves errores. Actualmente el mundo de los sabios juzga de muy otro modo al hombre e investigador Heródoto, reportero de su época que no sólo fue un recopilador de hechos, sino también un amante de la verdad, un moralista y un poeta. Los atenienses oyeron hablar de ligeros enanos de las selvas vírgenes, de pequeños habitantes de las cavernas de Libia que ("así dicen") gorjean como murciélagos. Veían mentalmente a los velludos isedonios atravesando las estepas del mar Negro con la cabellera al viento, veían en las profundidades del Asia a los asimaspianos de un solo ojo, rodeados de grifos, junto a un río de oro puro. Se imaginaban a los hiperbóreos, seres míticos del país del viento del norte, y a los cimerios, que habitaban más allá de los montes de Ripae, en la oscuridad, allí donde jamás sale el sol...

    Heródoto estudia a los etruscos en Italia:
    [...] El estudio...estuvo dedicado al pueblo pirata por excelencia, a los tan odiados conquistadores de la Italia septentrional y central, es decir, los etruscos. En aquellos días, las veloces naves de vela y de remo etruscas aparecían en todas las partes del Mediterráneo, a menudo asociadas con los cartagineses. Con sus armas de bronce maravillosamente trabajadas e incluso con espadas de un nuevo metal llamado hierro, apresaban las embarcaciones griegas venciendo a los combatientes más fuertes y blandiendo como sarcástico emblema de verdad y felicidad la enorme araña de oro, el pulpo gigante, el temible pólipo marino con el que parecían haber concertado un pacto mágico. Se decía que los etruscos llegaban comerciando y pirateando hasta más allá de las Columnas de Hércules, a mares occidentales y nórdicos totalmente desconocidos, donde había estaño para la fabricación del bronce, oro para saciar sus ansias de lujo, y ámbar para adornar los bellos cuerpos femeninos. Comerciaban a elevados precios, claro está, con marfil, piedras preciosas, y materias primas procedentes de las cuatro partes del mundo. No es de extrañar que no gozaran de las simpatías del mundo de habla griega. (Wendt)

    Heródoto en Cartago:
    Trescientos años antes la colonia fenicia de Cartago se había enriquecido y hecho independiente. Tenía medio millón de habitantes. Quería saber de qué regiones llegaban los negros a Cartago, qué pueblos habitaban más allá de las Columnas de Hércules (la gente hablaba de lotófagos, que se alimentaban de hojas de loto, de trogloditas y de lestrigones, devoradores de hombres); qué habían visto los cartagineses en Africa y en las islas desconocidas de la púrpura y del estaño. Publicó con todas las reservas la historia de un viaje que contaba el príncipe persa Sataspés. Su historia le pareció una mezcla de relatos cartagineses. No oyó hablar acerca de los viajes de Hannón e Himilcón, las mayores expediciones de aquellos tiempos. Tras la conquista de Cartago los romanos encontraron las crónicas de expedición que Heródoto no pudo encontrar. Una trata del descubrimiento de las Islas Canarias donde habían encontrado unas plantas colorantes que venían a sustituir a los costosos caracoles de la púrpura. "Habían exterminado" a muchos habitantes de la isla para que no se difundiera la noticia. Otra crónica trata del almirante Himilcón, habla de los viajes a la isla del estaño, del mar del Norte (posiblemente las Islas Británicas) y a las regiones atlánticas de los bancos de algas que, "como una selva son capaces de retener prisionera una embarcación". Otra crónica era la que relataba la expedición del jefe y general supremo de Cartago, Hannón, hacia el año 500 a. J.C. Empresa de enormes dimensiones

    Naves en la Antigüedad:
    Se tiene conocimiento de embarcaciones que usaban hasta 40 remos por lado, como la que se construyó para el faraón Ptolomeo IV. El enfrentamiento más conocido entre buques a remos es la Batalla de Salamina, llevada a cabo entre los griegos comandados por Euribiades y Temístocles, disponiendo de 380 naves, y los persas comandados por Jerjes, al mando de 1,000 naves. Las velas también fueron empleadas, aunque primitivamente: las embarcaciones disponían de un sólo mástil, cuya vela se izaba únicamente con el viento a favor. Por esto los remos eran la principal propulsión. Durante el combate, la vela era doblada y el mástil colocado sobre el casco. Una de las principales herramientas en las batallas era la propia proa, que con un espolón era usada para arremeter contra las naves enemigas. Se empleó también la Manus Ferrea, antecesor del arpón (conocido como Harpago o Harpax), aplicado principalmente para el enganche de las naves enemigas y su posterior abordaje, aunque se utilizó también para el abordaje el corvus, una suerte de puente colocado entre dos naves, utilizado sobre todo por los romanos en las Guerras Púnicas (S.III a.C). Otros instrumentos del combate naval fueron el "falx", material incendiario que era catapultado hacia el enemigo, y el conocido "fuego griego", solución inflamable que podía ser bombeada y dirigida en la orientación deseada.

    * Circunnavegación de Africa | La ciudad de Tartessos | Los Fenicios

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  36. Jasón y los argonautas:
    Jasón es un héroe tesalio. Aesón, su padre, era hijo de Creteo y de Tiro (la que fue amada por Poseidón). Fue despojado de su reino, el país de Iolcos, por su hermanastro, Pelias, hijo de Tiro y de Poseidón. No obstante, su hijo Jasón fue criado por el centauro Quirón. Llegado a edad adulta, Jasón dejó el Pelión y se presentó en Iolcos, cubierto por una piel de pantera, con una lanza en cada mano y el pie izquierdo sin sandalia. Pelias estaba celebrando un sacrificio; al ver a ese hombre, tuvo miedo, pues un oráculo le había aconsejado "desconfiar del hombre que no tuviera más que una sandalia". Jasón se acercó al rey y le reclamó el reino que, según decía, le pertenecía legítimamente. Pelias, sin rehusar abiertamente, le pidió que antes trajera el vellocino de oro del carnero que antaño se habían llevado Frixo y Hele desde Grecia a Cólquida. Ese vellocino, como se sabía, se hallaba en un bosque consagrado a Ares, en Colcos, y el rey Aetes, hijo del Sol y de la Oceánida Perseida, lo había confiado a la custodia de un dragón maligno. Pelias, al enviar tan lejos a Jasón, estaba convencido de que no volvería. Jasón aceptó la misión y empezó por pedir consejo a Argos, hijo de Frixo y Argos, por indicación de Atenea, construyó el primer gran navío, el Argos, capaz de llevar a Cólquida, es decir, al fondo del Ponto Euxino, a Jasón y a los compañeros que él eligiera. Esa nave se construyó pronto, en el puerto de Pagase, en Tesalia, con madera cortada en el Pelión, pero la pieza de proa era un trozo de encina procedente de Dodona (el bosque donde Zeus daba sus oráculos): proporcionado por Atenea, ese trozo de encina tenía el don de la palabra y podía profetizar.

    El viaje de ida:
    Los compañeros no tardaron en afluir. Jasón retuvo a unos cincuenta. Las listas que dan los autores son diversas: no obstante, algunos se encuentran siempre: Orfeo, el músico, que había de marcar el compás a los remeros, Tifis, el piloto, instruido por Atenea, el adivino Idmón, los hijos de Bóeras, el Viento del Norte, Calais, Cetes, y luego Cástor y Pólux, y sus dos primos, Idas y Linceo. Heracles es nombrado a veces, pero el destino le prohibía ir a la Cólquida, y un episodio del viaje explicaba cómo se había detenido por el camino para buscar al joven Hilas, a quien amaba, y al que las ninfas de un manantial habían arrebatado cuando sacaba agua. El viaje comenzó bien. Los presagios eran favorables. La primera escala fue Lemnos, donde no había más que mujeres, pues estas habían matado a todos los hombres, que les habían sido infieles a consecuencia de una maldición lanzada por Afrodita. Las Lemnianas fueron amables con los navegantes, y éstos les dieron hijos, fundadores de una raza nueva. Al pasar por Samotracia, los Argonautas se hicieron iniciar en los misterios de los Cabiros, que se celebraban en la isla. Luego, penetrando en el Helesponto, fueron recibidos favorablemente por los doliones y su rey Cícico, en el país de Cícica. Se hicieron a la vela, pero el viento giró durante la noche, y, antes del alba, estaban de nuevo con los doliones, que no les reconocieron, les tomaron por piratas pelasgos y combatieron con ellos. En el curso del combate, el rey Cícico fue muerto. Cuando se levantó el día, se reconocieron, quedaron desolados, y Jasón fundó unos juegos fúnebres en honor de Cícico. La etapa siguiente condujo a los navegantes a la costa de Misia. Allí fue donde se perdió el joven Hilas, y Heracles, partido en su busca, no volvió a tiempo para la marcha de la nave. El Argos llegó entonces entre los bebricios, cuyo rey era Amico, que obligaba a los viajeros a luchar contra él en pugilato. Fue Pólux quien recogió el desafío y mató al rey, o, según otros, le hizo prometer que se conduciría mejor en lo sucesivo. Al día siguiente, la tempestad arrojó al Argos a la costa de Tracia, en el país de Fineo. Este era un adivino ciego, hijo de Poseidón, y los dioses le habían afligido con una maldición singular. Cada vez que quería comer. Las Arpías, demonios alados, se precipitaban sobre él, arrebatando los platos y manchando el resto. Calais y Cetes, que eran alados, como hijos de un dios del Viento, se precipitaron en persecución de las Arpías, las alcanzaron y les hicieron prometer, por el Estigio, no importunar más a Fineo. Este, agradecido, les reveló el porvenir a los Argonautas; les aconsejó desconfiar de las Rocas Cianeas (las Rocas Azules), llamadas también Simplegadas (las Rocas que se chocan). Eran escollos que guardaban la entrada al Ponto Euxino, y, cuando una nave quería pasar, se precipitaba uno contra otro, para cerrar el paso. Fineo dijo a los Argonautas que, antes de franquearlos, hicieran una experiencia: enviar por delante una paloma, que volara a través del paso; si ella lo lograba, la nave podría seguirla: si no, inútil obstinarse. Los Argonautas siguieron ese consejo. La paloma logró volar entre las dos rocas, que no le atraparon más que una pluma de la cola. Cuando los escollos se separaron, el Argos se lanzó a toda velocidad; franqueó el paso y no dejó en la aventura más que una tabla de popa. A partir de ese momento, las Rocas Cianeas quedaron inmóviles y el camino del Ponto Euxino estuvo definitivamente abierto. Tras una escala en el país de los mariandines, donde el adivino Idmón (que había previsto su muerte desde el comienzo) fue muerto en una cacería por un jabalí, el Argos superó la desembocadura del Termodonte y llegó a la Cólquida. El piloto Tifis había muerto poco antes. Le reemplazó en el gobernalle héroe Ancéo.

    Medea:
    Una vez en Colcos, Jasón expuso al rey Aetes el motivo de su llegada. El rey no rehusó a entregarle el Vellocino de oro, pero puso algunas condiciones: Jasón debía, ante todo, imponer el yugo a dos toros de cascos de bronce, regalo de Hefesto, que exhalaban fuego por las narices. Luego, con ayuda de ese tiro, debía arar un campo y sembrar los dientes de un dragón -el dragón de Tebas-. Nunca habría podido Jasón cumplir esas condiciones si no le hubiera ayudado la hija de Aetes, Medea, que había sentido por él una viva pasión. Ante todo le hizo prometer que la tomaría por mujer y la llevaría a Grecia con él, y luego, como era maga (igual que Circe, de quien era sobrina), entregó a Jasón un bálsamo con el que debía untarse antes de afrontar los toros, y le enseñó lo que había de hacer luego. Jasón, debidamente prevenido, logró domar los toros, arar el campo, y, cuando hubo sembrado los dientes del dragón, se apresuró a esconderse, pues de la tierra arada surgía una cosecha de hombres armados, con intenciones hostiles. Jasón, desde su escondite, lanzó en medio de ellos una piedra. Los guerreros se acusaron recíprocamente de haberla lanzado y se mataron entre sí.

    El regreso:
    No obstante, Aetes no cumplió su promesa; incluso intentó pegar fuego al Argos. Pero Medea, por sus sortilegios, durmió al dragón que guardaba el vellocino y se escapó con Jasón, en la nave, llevándose a su hermano pequeño, Apsirto. Aetes partió en su persecución. Para retardarle, Medea mató a su hermano y tiró sus miembros dispersos al mar. Aetes perdió un tiempo precioso recogiéndolos. Tras de lo cual, ya fue demasiado tarde para continuar la persecución. Durante ese tiempo, el Argos penetraba por las bocas del Danubio (el Istros) y subía por el río. Por ese camino, llegaron al Adriático (la geografía de esta leyenda es bastante incierta). Zeus, en ese momento, levantó contra ellos una violenta tempestad. La pros del navío se puso a hablar y reveló que los Argonautas llevaban la pena del asesinato de Apsirto y que tenían que ir a hacerse purificar por Circe. El Argos subió por el Po (Eridan), llegó al Ródano y volvió a bajar hasta junto a Circe, en la isla de Aeaea. Circe purificó a Medea, pero se negó a recibir a Jasón. Y el navío volvió a zarpar. Guiado por la propia Tetis, por orden de Hera, atravesó sin obstáculo el mar de las Sirenas. Orfeo cantó para evitar a los marinos la tentación de escuchar el canto de esos pájaros maléficos, pero uno de sus compañeros, Butes, prefirió a las Sirenas y saltó al mar. Afrodita le salvó y le estableció en la región de Lilibeo (Marsala). Continuando su ruta, y atravesando el estrecho de Caribdis sin daño, el Argos abordó Corcira, la isla de los feacios. Allí los argonautas encontraron una tropa de colquidianos lanzados en su persecución por Aetes. El rey del país, Alcinoo, rehusó entregar a Jasón y Medea, porque se probó que eran marido y mujer, y ya no dependían de Aetes. Apenas el Argos abandonó Corcira, una violenta tempestad le lanzó a las Sirtes. Llevando la nave sobre las espaldas, a través de las arenas, llegaron al lago Tritonis, cuyo dios, Tritón, les enseñó el medio de volver al mar. Cuando, en su camino, quisieron abordar Creta, tropezaron con un gigante llamado Talos, un "robot", obra de Hefesto, que guardaba la isla por cuenta de Minos. Desde lejos lanzaba rocas enormes contra los barcos que se acercaban. Y, tres veces al día, daba la vuelta a la isla. Ese Talos era invulnerable, pero en el tobillo, bajo una piel muy espesa latía una vena de la que dependía su vida. Medea le hizo enfurecerse con visiones engañosas, hasta que consiguió que se desgarrara el tobillo en una roca, con lo que murió. Los Argonautas pudieron desembarcar, pasar una noche en la orilla y zarpar al día siguiente. Pero, en el mar de Creta, de repente quedaron envueltos por una espesa nube. A ruegos de Jasón, Apolo les envió un chorro de fuego que les enseñó, muy cerca de ellos, un islote donde pudieron fondear. Dieron a ese islote el nombre de Anafi (la Revelación). Luego, siguiendo la Eubea, el navío llegó a Iolcos, al cabo solamente de cuatro meses de viaje, llevando el Vellocino de oro. Jasón, después, fue a consagrar la nave, en Corinto, como exvoto a Poseidón. Las hazañas de Jasón no habían terminado. Como Pelias rehusaba entregar su reino al joven, Medea persuadió a sus hijas, las Pelíadas, para que rejuvenecieran a su padre con encantamientos cuyo secreto le confió. Pero la receta que les dio no era verdadera, y las Pelíadas sólo lograron matar a su padre. A consecuencia de ese crimen, Jasón y Medea hubieron de refugiarse en Corinto, donde vivieron diez años. Al cabo de ese tiempo, Jasón se casó con Medea y se prometió con Creusa, la hija del rey Creón. Medea envió entonces a la muchacha un traje nupcial que le infundió un fuego violento en las venas; todo el palacio real ardió, con Creusa y Creón. Mientras, Medea mataba a los dos hijos que había tenido de Jasón y se escapaba en un carro alado. Jasón, tras todas esta aventuras, volvió a Iolcos y recobró su reino de Acasto, el hijo de Pelias, que había sucedido a su padre. Medea llevó algún tiempo una vida errante. Se quedó algún tiempo en Atenas, cerca de Egeo, pero hubo de abandonar el país. Halló refugio en Asia, en el país de los medas, que le debe su nombre, y luego volvió junto a su padre, a quien le hizo recobrar el reino, que, mientras tanto, le había quitado Perses, el propio hermano de Aetes. Una tradición decía que Medea nunca había muerto, sino que había sido transportada viva a los Infiernos para se allí esposa de Aquiles.

    Poseidón Poseidón:
    Hijo de Cronos y de Rea, Poseidón reina en el mar, que le ha otorgado el Destino. Se aseguraba que, en su infancia, había sido criado por los Telquinos, los daimones mágicos y metalúrgicos de Rodas, tan hábiles en esculpir imágenes de los dioses como en hacer caer a su voluntad la lluvia y la nieve. Al llegar a adolescente, Poseidón se casó con Halia, la hermana de los Telquinos, a quien dio seis hijos y una hija, llamada Rodos, epónima de la isla de Rodas. Poseidón no solamente reina en el mismo mar, sino en las costas: deshace los acantilados y las islas y hace brotar las fuentes. Está armado de un tridente, el arma por excelencia de los pescadores de atún, y se hace llevar en un carro que arrastran animales monstruosos, medio caballos, medio serpientes. En torno a él figura todo un cortejo de seres marinos, de delfines, y también de Nereidas y diversos daimones del mar, tales como Proteo, el pastor que guarda los rebaños de focas pertenecientes a Poseidón, y que está dotado del poder de metamorfosearse, o Glauco, que había nacido mortal, y se ganaba la vida como pescador en Antedon, pero que por azar probó una hierba milagrosa y se volvió dios marino, y otros muchos más. Poseidón había participado en la conjuración de Hera contra Zeus. Había sido castigado por ello, debiendo ponerse al servicio del rey de Troya, Laomedonte, y había construido las murallas de la ciudad con Eaco. Pero, acabado el trabajo Laomedonte rehusó a pagarle el trabajo convenido. Poseidón se vengó enviando un monstruo que asoló el país y hubo de ser muerto por Heracles, después de que el rey se vio obligado a exponer a su propia hija, Hesione. Pero el dios permaneció siempre hostil a los troyanos. Durante la guerra, combate al lado de los aqueos. Avido de los homenajes de los mortales, Poseidón quiso llegar a ser patrono de varias ciudades. En eso, entró en conflicto con otras varias divinidades, y generalmente no tuvo satisfacción.. Perdió el patrocinio de Atica frente a Atenea, que hizo crecer un olivo como regalo a sus habitantes. A Helios le disputó Corinto; el gigante Briareo, elegido juez, atribuyó la ciudad a Helios. En Egina, fue suplantado por Zeus; en Naxos, por Dionisio; en Delfos, por Apolo; en Trezene, por Atenea. En Argos, Foroneo fue encargado de arbitrar el conflicto entre el dios y Hera, decidiendo a favor de ésta. Poseidón castigó a la Argólida con sequía, extinguiendo todas las fuentes del país. En ese momento es cuando llegaron a la Argólida, Dánao y sus hijas. Poseidón se enamoró de una de las Danaidas, Amimone, y levantó su maldición. De los amores de Amimone y del dios nació el héroe Nauplio.

    * La asamblea de los argonautas | Ulises | Hércules | Mitos griegos

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  37. El viaje de Ulises:
    El regreso de Ulises constituye el tema de la Odisea, y la personalidad de Ulises no ha dejado de enriquecerse, hasta el punto de dar lugar a un verdadero ciclo, que en Italia y en el mundo etrusco parece haber tenido un favor muy especial. Tras la toma de Troya, Ulises se peleó con los otros jefes y siguió a Agamenón. Pero pronto fue separado de éste y abordó en Tracia, donde tomó y asoló la ciudad de Ismaros. No dejó a salvo más que al sacerdote de Apolo, Marón, que le regaló doce tinajas de un vino precioso, dulce y fuerte. Luego puso rumbo al sur, y, al cabo de varios días, abordó en el país de los Lotófagos, pueblo que se alimentaba de un fruto maravilloso, el loto, tan exquisito que quienquiera que lo probara no quería marcharse ya. Ulises hubo de emplear la fuerza para arrancar a sus hombres a tales delicias. Subiendo al norte, Ulises llegó a Sicilia, al país de los Cíclopes. Desembarcó con doce hombres, llevando una tinaja del vino de Marón. Entraron en una caverna cuyo propietario era el cíclope Polifemo, horrible gigante que no tenía más que un ojo en medio de la frente. Polifemo les encerró y quiso devorarles, dos a dos. Ulises logró hacerle beber vino, lo que sumergió al monstruo en un profundo sueño. Ulises lo aprovechó para cegarle, y él y sus hombres pudieron escapar, disimulados bajo el vellón de los carneros del gigante. Poseidón, que era padre de Polifemo, sintió desde ese momento un odio violento contra Ulises. Escapado de los Cíclopes, Ulises llegó a la islas de Eolo, señor de los vientos, que le dio un odre donde estaban encerrados todos los vientos, salvo una brisa favorable. Pero, aprovechando el sueño de Ulises, sus compañeros abrieron el odre; se desencadenó la tempestad y les llevó a la isla de Eolo, que esta vez no quiso acogerles.

    Grabado Ulises La maga Circe:
    Ulises volvió a partir, al azar. Con los lestrigones, un pueblo de antropófagos, perdió todos sus barcos, salvo uno, y en esa embarcación es donde llegó a la isla de Aea, donde vivía la maga Circe. Circe era hija del Sol y de la Oceánida Perseida, y era hermana del rey de la Cólquida, Aetes. Vivía sola, con sirvientes, y metamorfoseaba en animales a todos los viajeros que llegaban a su palacio. Ulises, sin saber lo que le esperaba, envió en exploración un grupo de marineros: la maga les acogió amablemente, y les dio de beber un brebaje encantado, transformándoles en lobos, en perros, etc. Ulises, cuando no vio volver a sus compañeros, emprendió su búsqueda solo. En el bosque, Hermes le abordó y le dio el secreto para escapar a los encantamientos de Circe: que echara en el brebaje una hierba llamada moly, y la bruja estaría a su merced. Armado de la planta mágica, Ulises resistió a los encantamientos: sacó la espada y obligó a Circe a dar forma humana a sus amigos. Luego pasó con ella un mes -o un año- de delicias, y le dio un hijo, Telégono. Al partir, recibió de Circe el consejo de ir a consultar al alma del adivino Tiresias, en el país de los Cimerios.

    La isla de las Sirenas:
    Tiresias, debidamente evocado, revela a Ulises el porvenir que le espera, y el héroe se vuelve a marchar, infatigablemente. Costea la isla de las Sirenas, monstruos medio mujeres, medio pájaros, hijas de la Musa Melpómene y del dios-río Aqueloo; con su musica, atraían a las naves, que se estrellaban en los escollos de la isla. Tras de lo cual, ellas devoraban a los náufragos. Pero Circe había enseñado a Ulises lo que debía hacer. Ulises llenó de cera las orejas de los marineros, y se hizo atar al mástil del navío, pudiendo así atravesar sin temor el lugar peligroso. Después hubo de afrontar a los dos monstruos Caribdis y Escila, que devoraban a los marineros y provocaban temibles remolinos. Luego abordó la isla de Trinacia, donde pacían bueyes blancos consagrados al Sol. Una larga calma retuvo en la isla a los compañeros de Ulises más tiempo del que pensaban, y no pudieron menos, impulsados por el hambre, de matar un buey, durante el sueño de su jefe. El Sol fue a quejarse a Zeus. Cuando el barco volvió a partir, el dios envió una tempestad terrible, el barco zozobró y todo el mundo se ahogó, menos Ulises, que, aferrado al mástil, fue arrastrado por la mar durante nueve días con sus nueve noches. El décimo día, llegó a la isla de Calipso, una ninfa que le retuvo en ella vario años. Pero Atenea obtuvo de Zeus que enviase a Hermes a dar orden a Calipso de que dejara ir a Ulises. Y así fue como, después de haber construido él mismo una balsa y conjurado una tempestad suscitada por Poseidón, llegó, agotado pero vivo, a la isla de los Feacios.

    El regreso a Itaca:
    Ya los viajes de Ulises estaban casi terminados. Los feacios le acogieron con bondad, y, cargándole de muchos regalos, le hicieron llevar hasta Itaca. Pero le hacía falta reconquistar su reino, que estaba en manos de un tropel de jóvenes príncipes pretendientes que, reunidos en torno a Penélope, y devorándolo todo en palacio, imponían su ley en Itaca. Muy hábilmente, disfrazado de mendigo, Ulises consiguió deslizarse en su casa, sin dejarse reconocer más que por algunos hombres seguros. Con ocasión de un concurso de tiro con arco -que aconsejó a Penélope que organizara- aniquiló a los pretendientes, y pudo, por fin, recobrar su lugar. Así se termina la Odisea, pero la "saga" de Ulises no se acaba con eso. Se contaba que el héroe había vuelto a hacerse a la mar, y había guerreado en Epiro, o bien que había partido a fundar ciudades entre los tirrenos (en el país de los etruscos) y que, finalmente, había sido muerto, accidentalmente, por Telégono, el hijo que había tenido de Circe.

    El doblón del capitán Ahab (Pérez Reverte):
    [...] Me refiero al viaje, el mar, el espacio o la tierra desconocida que huelen a peligro y a aventura. La terra incognita. Ya se trate de un viaje buscado, como el de Hernán Cortés bajo la lluvia de Taloc, Lope de Aguirre en pos del Dorado, o Claudio Bombarnac a través de la estepa rusa; de un gaje del oficio -los marinos del Narcissus, el capitán MacWhirr o el joven que cruza su primera línea de sombra-; o de los viajes forzosos, accidentales, casuales, que emprenden James Dury, señor de Ballantrae, Ben Hur, David Balfour, Peter Hardin el cazador de barcos, John Tenchard, el egipcio Sinuhé, los niños por cuya causa terminan ahorcados los pobres piratas de Huracán en Jamaica, el joven Singleton, Humphrey Van Weyden, a quien vuelven marino a la fuerza a bordo del Ghost, o el mimado y jovencísimo millonario Harvey Cheney, que descubre por accidente la rudeza del mar, del trabajo y de la vida. Quiza, fíjense ustedes, me hice a la mar por causa de algunos de ellos, y ahí está el origen del largo viaje que hoy me ha traído hasta la veranda de este hotel malayo donde, por cierto -llamen al mozo, por favor- compruebo que se está terminando la ginebra. De cualquier modo, no puedo seguir hablando de este tipo de gente, de los compañeros de viaje, sin mencionar al bisabuelo de todos. Al que primero me hizo ver más allá del mero relato, enseñándome que la vida es una encrucijada fascinante, una aventura de límites imprecisos donde todo se relaciona entre sí, donde el clavo de una herradura puede costar un reino, y donde el verdadero héroe es aquel que, consciente de su destino, viaja, navega, pelea lúcido -la lucidez es condición imprescindible para todo auténtico héroe cansado- bajo un cielo desprovisto de dioses propicios. Me refiero a Ulises, rey de Itaca, el de los muchos caminos. Viajo con él desde que lo traduje línea a línea, en un pupitre del colegio. Lo conozco, y gracias a él me conozco a mí mismo. Ulises, héroe voluntario en la guerra de Troya, se convierte en héroe involuntario en el azaroso viaje de regreso a su isla natal. Porque lo que a esas alturas de la vida pretende Ulises es regresar junto a Penélope y envejecer tranquilo, contándole a su hijo Telémaco y a sus nietos, como el abuelito Cebolleta -como yo a ustedes ahora, caballeros- la historia de aquella noche en que salió del caballo de madera junto a camaradas valerosos y crueles como él, y se hartó de degollar troyanos. En Ulises y en su aventura descubrí de modo consciente, por primera vez, todos los elementos que nutren la literatura de aventuras y también la vida misma; tal vez porque son los que reinan en el corazón y en la memoria del ser humano, del mismo modo que todos los ingredientes de treinta siglos de literatura -espero que sepan ustedes disculparme la cita culta- estaban ya contenidos en la Poética de Aristóteles. Hablo del viaje, el mar, la tempestad, el naufragio, el monstruo, el peligro, la tentación, la mujer perversa, la mujer noble y abnegada, el valor, la astucia, la ambición, la amistad, la lealtad, la justicia, el arco que nadie más puede tensar, la nodriza y el viejo perro fiel que te reconoce. Y sobre todo, la más atroz y práctica conclusión para un lector de trece o catorce años: el héroe de la novela de aventuras o de la vida misma nace cuando, enfrentado al azar o al destino, invoca en su auxilio a los dioses y no acude nadie; así que no tiene más remedio que arreglárselas como puede. Y al final, a veces, en la última página, descubrimos estupefactos que el Corsario negro está llorando, sentimos que es demasiado peso en la gruta de Locmaría, vemos arder la Bounty frente a la isla de Pitcairn o comprendemos, al fin, la sombría soledad del capitán Nemo. (Arturo Pérez Reverte)

    Las Hespérides:
    Hesíodo (poeta griego del s. VIII a.C.) escribe sobre el legendario Jardín de las Hespérides. Comenzaba su historia con Atlas. Atlas era un gigante, hijo del Titán Japeto. Los titanes fueron vencidos por Zeus, rey de los dioses, que los arrojó al Tártaro -el infierno. Atlas había participado en la lucha junto a su padre, y según unos, Zeus lo condenó a sostener la bóveda celeste sobre sus hombros. Según otros, Perseo le enseñó la cabeza de la Medusa y lo convirtió en una alta montaña que sostuviera el cielo. Sea lo que fuere, Atlas debía sostener el cielo más allá de las Columnas de Hércules -el estrecho de Gibraltar. Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles producían manzanas de oro. La diosa Gea (la Madre Tierra) había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para los reyes de los dioses, Zeus y Hera. Las Hespérides cultivaban el Jardín, pero éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas. Hércules, también llamado Heracles, el héroe más grande de la Antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas consideradas muy difíciles o imposibles, los "Doce trabajos de Hércules". El trabajo número once consistió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Hércules encontró a Atlas sosteniendo el cielo al borde del Océano, en las montañas que hoy llamamos el Atlas (Marruecos). Puesto que el dragón del Jardín de las Hespérides conocía a Atlas, Hércules lo convenció para quedarse él en su lugar sosteniendo el cielo, mientras el gigante iba a las islas y robaba las manzanas. Atlas fue al Jardín, en el que pudo entrar ya que el dragón lo reconoció; mató al monstruo, robó las manzanas de oro, y regresó donde estaba Hércules. Atlas, cansado de sostener el cielo, pretendió dejar a Hércules en esa posición, pero el héroe logró engañarle, pasarle la carga de nuevo, y huir con las manzanas.

    * Localización del Jardín de las Hespérides

    Baal y el príncipe del Mar (mitología semítica occidental):
    Según el Antiguo Testamento, Baal es la designación habitual de los "falsos dioses". Etimológicamente, es el "Señor", y ese título, por sí solo, indica la extensión de sus atribuciones. En la literatura ugarítica, Baal es una personalidad divina, de aspectos múltiples. Lleva el epíteto de "ternero" o de "becerro", y se puede reconocer una figura semejante bajo los rasgos del "Becerro de oro cuya imagen erigieron y adoraron los israelitas infieles (Exodo, XXXII, 4, I Reyes, XII, 28). Habitando en las alturas de Tsaphón -lo que significa quizá la "Nube tenebrosa"-, es un dios de la Tempestad, como el dios Hadad de los arameos. A él, o a una figura semejante u homónima, los profetas adversarios de Elías (I Reyes, XVIII) invocan en vano en la cima del Carmelo para que acabe la sequía. Dirigiendo, o encarnando los fenómenos atmosféricos y las precipitaciones, de él dependen las buenas cosechas. Armado del rayo, es también, en fin, un dios guerrero, que se eleva al rango de campeón de los dioses y conquista con alta lucha el lugar de honor entre los dioses de Ugarit. El príncipe Yam -su nombre significa "el Mar"-, llamado también el "Juez-Río", ha decidido que le sería construido un palacio. Ha pedido la colaboración del dios arquitecto y artesano Kuthar, el "Hábil", que simboliza las civilizaciones prestigiosas de ultramar, pues, "Creta es su residencia, Egipto su patrimonio". Tal es la noticia que se le lleva al dios El. Este parece aprobar el designio de su hijo Yam y está dispuesto a reconocerle la realeza entre los dioses, sin tener en cuenta las protestas del dios Astar, pretendiente al trono divino y constantemente rechazado. Pero Yam se pone arrogante. Se presume que Baal ha rehusado pagarle el tributo, pues el Príncipe del Mar envía sus diputados a la asamblea de los dioses para pedir que se le entregue a Baal como esclavo. Al saber que se acerca la embajada, los dioses se sienten llenos de temor, y, consternados, "inclinan la cabeza sobre las rodillas. Baal les avergüenza tal cobardía y les manda levantar la cabeza. Los enviados de Yam saludan respetuosamente a El, que se declara dispuesto a entregar a Baal, no sin ironía quizá, pues les anuncia que les costará mucho trabajo. En efecto, Baal está asistido por las diosas Anat, su belicosa hermana, y Astarté. Cuando se reanuda el relato, vemos a Baal armarse para combatir al príncipe del Mar. El servicial Kunthar le ha forjado dos mazas, que, como las espadas de los héroes de las gestas caballerescas, llevan nombres simbólicos, quizá dotados de una potencia máxima: "¡Expulsa!" y "¡Rechaza!", y que "vuelan en mano de Baal como águilas". Con ellas, Baal le aplasta la cabeza a su enemigo, y Astarté proclama: "¡Ciertamente, Yam a muerto y Baal es nuestro rey!. El mito de Baal y del Príncipe del Mar ha dado lugar a dos interpretaciones. Una, de carácter histórico, ve en Yam la personificación de los pueblos del Mar" que asaltan la costa fenicia y son rechazados por el dios nacional de Ugarit. El otro procede de una comparación de este mito y el poema babilónico de la creación, en que Marduk, el campeón de los dioses, parte en dos el cadáver de Tiamat, la potencia del Mar, para formar con él el mundo, pero las alusiones que justifican esta hipótesis son poco claras y no se puede especular sobre las considerables lagunas del texto. Si Baal no aparece como un demiurgo, al menos se le puede considerar como un ordenador del cosmos amenazado por los asaltos del elemento líquido.

    "Los semitas nunca han tenido mitología. El modo neto y sencillo como conciben a Dios separado del mundo [...] excluía esos grandes poemas divinos en que desarrollaron su fantasía India, Persia y Grecia." Al enunciar este juicio, en 1855, Ernest Renan pensaba en el origen semítico de las grandes religiones monoteístas del universo: judaísmo, cristianismo, islamismo, y en la ausencia de mitos en la literatura de los árabes preislámicos, cuyo género de vida y civilización parecían mostrarles como los últimos representantes de los antiguos nómadas fundadores del monoteísmo. Poco después, el desciframiento de las escrituras cuneiformes, revelaba la existencia de la rica mitología de los semitas orientales, asirios y babilónicos, llevando a rechazar la opinión de Renan. Pero los mitos y leyendas contenidos en las tabletas asirio-babilónicas no son las creaciones propias del genio semítico, sino traducciones o adaptaciones del sumerio. Lo que se sabía hasta 1930 de las religiones semíticas occidentales no permitía hablar apenas de mitologías fenicia o siria.


    Los semitas:
    Llamados así por suponérseles descendientes de Sem, eran originarios al parecer del N de Arabia y se desplazaron, en emigraciones sucesivas, por el SO y S de Asia, así como por el E y N de Africa, donde desarrollaron importantes civilizaciones.

    1. La primera emigración fue la de los acadios, que hacia el V milenio se establecieron en Mesopotamia;
    2. le siguieron los amorritas, quienes en el III milenio aparecieron en Siria y posteriormente fundaron Babilonia;
    3. los arameos, que nomadearon por Mesopotamia, y, entre el II y el I milenio, fundaron imperios en el alto Eúfrates y en Siria;
    4. los hebreos, quienes en el II milenio emigraron desde Mesopotamia hasta el país de Canaán;
    5. los fenicios, que se situaron en el s. XXVIII en la costa N de Canaán;
    6. los árabes, que, en oleadas sucesivas, emigraron, a partir del s.VII d. J.C., por el E y SO de Asia, N de Africa y S de Europa,
    7. y los abisinios, que se ubicaron en Etiopía, fusionándose con la población de este país.

    * Otros poemas sobre Ulises | Ulises en la isla de Ogigia | Homero
    * Jasón y los argonautas | Cartografía griega | Hércules | Eneas

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  38. La ciudad de Tartessos:
    Las tabernas de marineros han sido siempre lugares donde se han forjado los más variados rumores, las mentiras, fábulas y anécdotas más fantásticas. En la taberna nació la serpiente de mar, el mar que impide avanzar y aprisiona las naves, las alucinaciones de playas maravillosas, tierras de feacios e islas de bienaventurados. A los navegantes les gusta tejer historias, se divierten excitando a las inocentes gentes de tierra con el relato de ciudades de oro, de islas de bellas mujeres y costas llenas de caníbales. No hay que reprochárselo, porque con ello aportan un material inagotable a la literatura y al arte. Al mismo tiempo y sin darse cuenta, dan a la investigación unos indicios de gran valor. Cuando el río suena, agua lleva. Donde un navegante sitúa una ciudad de oro, es muy probable que haya algún puerto comercial todavía desconocido. Donde un marinero dice que conoció a amazonas belicosas, encontró posiblemente restos de una cultura matriarcal. Donde el libro de los embustes fija un paraíso terrenal, habrá, sin duda, una región propicia para establecerse, sea por las razones que fuere. Así se explica que los etnógrafos, geógrafos, sociólogos y economistas de todos los tiempos hayan buscado siempre la compañía de los toscos marineros. Los relatos y habladurías de las tabernas portuarias representan una verdadera mina para el investigador que quiera compenetrarse con a mentalidad de capitanes y marineros fanfarrones al estilo de la Odisea.

    El viaje de Coleo relatado en Samos:
    Lo que Heródoto oyó en la isla de Samos era una historia marinera muy vieja y recalentada, una historia tan ajada y polvorienta como la propia taberna donde se la contaron. Un capitán de Samos, decía el relato, había visto con sus propios ojos, más allá de las columnas de Hércules, la maravilla de las maravillas, la ciudad de oro, la Tartessos mítica, nadando en el mar de sus riquezas. Hacía unos doscientos años que aquel capitán había visto la ciudad de Tartessos, en la que soñaban secretamente todos los helenos, aunque sabía que jamás podrían llegar hasta ella, porque los piratas, aquellos sinvergüenzas feniciocartagineses, mantenían cerrado el estrecho de Gibraltar. Aquel capitán se llamaba Coleo (Kolaios); ahora ya hacía tiempo que descansaba en la tumba o en las profundidades del mar; pero sus hazañas, transmitidas de boca en boca, se repetían como en otro tiempo, alegres y excitantes, y no cesaban de alimentar el patriotismo local de los marineros de Samos. Heródoto siguió aquella pista. En Samos había todavía unas estatuas de bronce de tamaño monumental, probable producto de aquel antiguo viaje; había, además, unas áncoras y unas vasijas de plata y un jarrón de cobre artísticamente adornado con cabezas de grifos. El afortunado capitán Coleo parecía que, además de haber contemplado una vez una de las maravillas del mundo, había sabido hacer también un negocio singular: los habitantes de Samos, soñando riquezas, hablaban de un cargamento de mil quinientos kilogramos de plata... y lo más curioso de aquella magnífica expedición era que el capitán Coleo no había ido en busca de la fabulosa ciudad de oro, sino que la había descubierto por pura casualidad, durante uno de sus viajes comerciales y siguiendo de rutina el camino que, en realidad, le hubiera tenido que llevar a Egipto. Así, por lo menos, lo había contado Coleo a sus compatriotas.

    Cuando Coleo y su tripulación se dirigían a Egipto, un viento del este desvió su nave. El temporal debió de ser imponente y la deriva insólita, ya que los marineros de Samos cruzaban todo el Mediterráneo, de este a oeste, y llegaban, siempre sin tocar a tierra, en línea recta a las Columnas de Hércules, al estrecho de Gibraltar. No sabemos si ésta era o no la intención de Coleo, pero lo cierto es que no se volvió a atrás... La nave atravesó las Columnas de Hércules y, guiada por los dioses, alcanzó la ciudad de Tartessos que hasta entonces jamás había sido visitada por los griegos. Así fue como Coleo, al regresar a su tierra aspiró a la mayor distinción entre los helenos". (Heródoto)

    Después de todo lo que se decía en Grecia sobre Tartessos, ese superlativo estaba perfectamente justificado. ¿Qué clase de ciudad era Tartessos? ¿Había existido realmente? ¿Existía aún? ¿O era sólo una leyenda, un ente de ensueño como el país de los feacios o las islas de los bienaventurados? Cualquier comerciante cartaginés habría podido informar acerca de Tartessos; las crónicas fenicias y los libros hebreos estaban llenos de alusiones a la ciudad de oro, "el más elegante de los mercados" como dice el libro de Ezequiel, lleno de "toda clase de mercancías, plata, hierro, estaño y plomo". Sólo que la gran metrópoli del comercio occidental llevaba allí otro nombre, se llamaba Tarsis. Pero desde hace algunos siglos, esta ciudad de Tarsis -que encontramos también con este mismo nombre en los viejos profetas- estaba bajo la amenaza de que caería sobre ella "el día del Señor" y la destruiría, "de que no quedaría piedra sobre piedra ni habría nadie que se dirigiera a ella". Esto ocurrió precisamente en los días de Heródoto: de Tartessos no quedaba ni una casa en pie y ya no se comerciaba allí con plata ni estaño; montones de escombros, devoradoras dunas movedizas y voraces pantanos cubrían lo que antes había sido un paraíso. Un contemporáneo del heleno Heródoto a quien el temporal hubiese desviado de su ruta marítima no habría encontrado allí personas ni posibilidades de comerciar, sino, en el mejor de los casos, un campamento militar cartaginés con unos guardas de costas nada acogedores.[...]

    Los viajes de Euritímenes a Africa:
    En efecto, existió un aventurero heleno que llevó a cabo aquella empresa, un hombre del valor del Capitán Coleo. Vivió poco antes de Heródoto y habitó en la colonia griega de Marsilia, el actual puerto de Marsella, en el sur de Francia. Su nombre era Euritémenes. Desgraciadamente, Heródoto no sospechó la existencia ni las hazañas de ese tal Euritémenes y por eso nosotros tampoco sabemos mucho acerca de él. Parece que el capitán marsellés atravesó dos veces, no se sabe de qué manera, el estrecho de Gibraltar, cerrado por los cartagineses (en el caso de que no viajara como tripulante de embarcaciones cartaginesas) y visitó las costas occidentales de Africa y de Europa. En un derrotero escrito por él y descubierto mucho tiempo después, habla de la existencia de innumerables animales, de ríos del Africa Occidental, de los vientos huracanados del golfo de Vizcaya y -lo que para nosotros tiene un interés especial- de la ciudad de Tartessos y de los viajes de sus habitantes a las islas británicas, donde iban en busca de estaño.[...] (H.Wendt)

    La ciudad de Tartessos:
    Las noticias, en gran parte de origen griego, que se tienen sobre el imperio de Tartessos, son bastante vagas y están entremezcladas con elementos evidentemente legendarios. Algunos hallazgos arqueológicos confirman la existencia de una rica cultura con abundantes elementos orientales. La ciudad de Tartessos, ubicada, según los autores griegos, en la desembocadura del Guadalquivir, no ha podido ser descubierta. Schulten la buscó entre las islas de la desembocadura del río, en el cerro del Trigo, en la comarca de Jerez (Mesas de Asta). Otros creen que estuvo en Sevilla, en otras ciudades y en la desembocadura del Tinto y el Odiel, localización que se ajusta más a las veladas alusiones de Homero y a la descripción de la Ora Maritima del poeta romano Avieno.

    La navegación:
    Se ha dicho que Tartessos era una thalasocracia y, en cierto sentido, es verdad. Los mejores navegantes de altura de la época fueron ellos, precisamente. Y no sólo en viajes comerciales, sino para dedicarse a la pesca. Viajaron por el Atlántico y el Mediterráneo, mucho antes de que las clásicas potencias marítimas de la historia antigua conocieran tan sólo la forma de atravesar el proceloso océano. Ya de antiguo, dominados por la pasión del comercio, empezaron navegando en barcos de pieles cosidas. Más tarde, dominada la técnica de la construcción de naves en madera (llamadas "caballlos", debido a las figuras de sus proas) llegaron pescando hasta el oeste de Africa; concretamente, hasta el río Lixus y el río de Oro. Por el Norte, yendo a la busca de estaño, se dirigían hasta las islas Casitérides, fuesen éstas Bretaña o las islas Británicas. Sólo más tarde, dominados ya por otros pueblos conquistadores, pudieron estos conocer sus secretos de navegantes tan celosamente guardados. Y aún fue con ayuda de los tartessios que pudieron aquellos efectuar sus grandes periplos por el norte y el sur del océano Atlántico. (Jorge Ventura)

    Comercio de Tartessos con fenicios y griegos focenses:
    Hacia el siglo XII a.de C., con la fundación de Gadir (Cádiz), los fenicios entraron en contacto con Tartessos. Adquirían el estaño que los tartessios iban a buscar a las islas Casitérides y otros minerales extraídos en el mismo imperio. Un intento tartessio de sacudirse el monopolio fracasó. Sin embargo, la conquista de Tiro por los asirios en el siglo VII permitió a los griegos focenses entrar en contacto con Tartessos. Durante más de un siglo, los focenses mantuvieron un activo comercio con Tartessos. En esta época se sitúa el reinado de Argantonio, primer gran personaje peninsular de los que se poseen datos seguros.

    Debió nacer en el año 620 a.de C. y debió de fallecer hacia 540 a.de C. Cuentan los griegos que recibió a Colaios de Samos y que dio plata a los foceos para fortificar su ciudad y les invitó a establecerse en territorio tartéssico. La longevidad legendaria del rey peninsular inquietó ya a autores serios como Hesíodo, que intentó explicarla a su modo, proponiendo la idea de un reinado de 80 años. Los griegos, de todos modos, convirtieron al prototípico Argantonio (su nombre parece uns derivación del griego argyros, plata) en algo proverbial, y a su país, en un ejemplo de la edad de oro de la Humanidad. (Jorge Ventura)

    La derrota de Alalia (540 a.de C.) apartó a los focenses del comercio con Tartessos, que entonces inició su decadencia. Hacia 500 a.de C., el imperio de Tartessos fue conquistado por los cartagineses. Los tartessios tenían una cultura bastante evolucionada, fruto de su relación intensa con las civilizaciones más avanzadas. Sus ciudades (hasta 200 según autores de la época romana) alcanzaron un alto nivel administrativo. Caro Baroja describió las peculiaridades de estas ciudades, de las que conocemos algunos nombres como Calathe (junto a las llamadas columnas de Hércules), Elibirge, Ligustina, Menobora, Molibdana y Sixo. Avieno describe, en la costa, las ciudades de Malaka o Mainaké, Herna y Massia. Eran excelentes metalistas. Crearon un alfabeto, mezcla de signos griegos, fenicios y otros de origen desconocido. No ha sido posible descifrar su lengua. Tras la desaparición de Tartessos, los tartessios fueron conocidos como turdetanos, en las zonas próximas al mar, y como túrdulos, en las regiones interiores.

    La ciudad de Tingentera:
    Situada en la provincia de Huelva o quizá al sur de Cádiz, cerca de la actual Tarifa. Acogió a los focenses emigrados del norte de Africa y más tarde, según menciona Estrabón, a los colonos romanos y habitantes de Tánger. Fue la cuna de Pomponio Mela.

    Rafael Alberti, Ora Marítima:
    ...Y así naciste, oh Cádiz,
    blanca Afrodita en medio de las olas.
    Levantadas las nieblas del Océano,
    pudiste en sus espejos contemplarte
    como la más hermosa joven aparecida
    entre la mar y el cielo de Occidente.
    Traías en tus manos fenicias el olivo
    y un collar para Tarsis,
    para su poderosa garganta plateada.
    En ella se abrasaron tus ojos, sobre ella
    reclinaste la frente y fuiste rica,
    la avara marinera que en el viento
    a Nuestro Mar tendía, victoriosa, su nombre.

    Memoria de los profetas:
    Como reina de todos los metales,
    reluciste en el trueno y el relámpago
    de la celeste voz de los profetas.
    La plata que de Tarsis alzaban tus navíos
    llena está de sus sílabas ardientes.

    Dijo Ezequiel a Tiro, oh Cádiz, madre tuya:
    "Tarsis contigo comerció, debido
    a la gran multitud de sus productos.
    La plata, el plomo, el hierro y el estaño,
    ella los dio en tus ferias".

    Y también Isaías dijo a Tiro,
    oh Cádiz, madre tuya:

    "Y las naves de Tarsis
    salen para traer tus hijos de muy lejos
    cargados con su plata".

    Y dijo Jeremías,
    alabándote, oh Cádiz, tus tesoros:
    "De Tarsis traerán la plata amartillada,
    que vestirán de cárdeno y de púrpura
    la mano del artífice".

    * Circunnavegación de Africa
    * Relatos de Heródoto
    * Los Fenicios

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  39. Los Fenicios:
    Durante mucho tiempo fueron un pueblo muy desconocido. Citados únicamente por Homero en La Odisea y en La Ilíada, por Plinio y por algunos pasajes de la Biblia. En el actual Líbano y la costa de Siria, una serie de tribus que hablaban lenguas semíticas se establecieron en pequeñas aldeas de pescadores en la costa. Los asentamientos fueron creciendo hasta convertirse en ciudades como Ugarit, Biblos y Sidón. La geografía resultaba demasiado accidentada para comunicarse fácilmente por tierra entre ellas. Cada una de ellas fue constituyéndose en un estado autónomo centrados en la buena marcha de los negocios. Un monarca al frente de cada ciudad defendía sus intereses frente a otros estados y potencias de la época (Egipto, Babilonia y Asiria). Los hábiles pactos con los vecinos, especialmente filisteos y judíos, resultaron efectivos. Cuando las circunstancias lo requerían rendían vasallaje y pagaban tributos a las grandes potencias. La tolerancia a los extranjeros, autorizados a asentarse en la ciudad y montar sus propios negocios, resultó conveniente. Por su mediación se evitaron presiones excesivas de las grandes potencias.

    Establecidos en el país de Canaán hacia el s.XXVIII a. J.C. Su verdadero origen se ignora (¿Arabia, país de Amurru, país de Edom y de Moab?), se mezclaron con los autóctonos (habitantes paleolíticos y neolíticos, de los que existen vestigios en Ra's-Samra) y se establecieron en la costa del monte Carmelo hasta Ugarit. Fundaron numeroso puertos (Arados, Smyrna, Trípoli, Yubayl-Biblos, Beritos, Sidón, Tiro y 'Akka), para los que escogían cabos o islas próximas a la costa, que los protegían de los vientos (S-N) y les servían de refugio en caso de invasión (Tiro y Arados); se orientaron deliberadamente hacia el mar, que, por medio de la navegación de cabotaje, les permitía establecer relaciones más fácilmente que la tierra. Desde el III milenio entraron en contacto con Egipto, país al que suministraban madera (cedro, abeto) para sus barcos, aromas, aceites y resina, y por el que estuvieron muy influidos. Sobre todo Biblos y Sidón desde el s.XVIII, mantenían relaciones con los egeos, dueños del mar (cretenses y posteriormente micenios), que frecuentaban sus puertos. De este modo, cuando la invasión de los pueblos del mar (c.1200) los liberó de la tutela egipcia, pudieron reemplazar el poder egeomicénico, arruinado por los dorios. A partir de entonces conservaron su independencia bajo la tutela de Tiro, alcanzaron una era de gran prosperidad. Su área de influencia se extendió progresivamente; por una parte, desempeñaron el papel de agentes e intermediarios entre occidente y oriente (controlando, por tierra, los puntos a donde iban a parar las caravanas del desierto [Hama, Damasco y Thapsaco] y en donde adquirían las mercancías orientales), y, por otra, fundando, alrededor del Mediterráneo, numerosas factorías y colonias comerciales. En el s.X se instalaron en Chipre y, en las costas de Asia Menor (Panfilia y Licia), donde chocaron con los griegos, que los desbancaron de Rodas, de las Espóradas y de las Doradas, donde habían permanecido durante algún tiempo. Buscaron entonces nuevos mercados en el Mediterráneo occidental: prudentemente, dejaron Tirrenia a los etruscos y a los griegos, y establecieron en Sicilia occidental, en las islas de Malta, Gozo y Pantelleria, bases propicias para el comercio con Africa (s.IX); a través de Cerdeña e Ibiza habían llegado, en la Península ibérica, al país de Tarsis (Gades, s.XI), donde sus barcos recogían estaño y la plata procedentes de la península o de las islas Casitérides. A su regreso, aprovechando las corrientes de las costas africanas y por mediación de sus antiguas colonias de Hippo Diarrhytus y Utica (1100), llegaban a Cartago (814-813) y al golfo de la pequeña Sirte (Hadrumeta y Leptis). Al compás del desarrollo de los mercados comerciales, los artesanos prosperaban en las ciudades (monopolio de las lanas teñidas con la púrpura del murex recolectado en las costas de Africa, Creta y Egeo; cerámicas y objetos de lujo), abasteciendo a los barcos con telas, bordados, cueros, púrpura, perfumes, etc.

    El alfabeto:
    Entraron en contacto con todos los países que habían adoptado la escritura y muchas de sus transacciones que debían ser anotadas eran de tan escasa relevancia que no podían permitirse los servicios de un escriba conocedor de los múltiples signos ideográficos. Se dieron cuenta que en todos los lugares, en todos los idiomas, se repetían una serie de sonidos que podían convertirse en signos identificables. Así redujeron los sonidos de todas las lenguas a sólo treinta signos, el alfabeto. La invención del alfabeto (textos de Ra's-Samra, s.XIV) y su adaptación a las necesidades económicas (textos de Biblos) facilitaron en todas partes las operaciones comerciales, que, por reacción, propagaron esta forma de escritura.

    Nave griegaTiro llevó la iniciativa en esta actividad, siempre estrictamente comercial, y adquirió así la hegemonía sobre las demás ciudades fenicias. Con el auge del poder de los asirios, que buscaban una salida al mar , se vieron amenazados por el NE. En el 520 se produce la secesión de Cartago, que ocupó su lugar en occidente. Una confederación fenicia bajo la hegemonía de Sidón se alió primero con los persas, que utilizaron su marina para lanzarla contra los griegos en Chipre (498) y durante las guerras médicas (puente de barcos sobre el Helesponto); batalla de Salamina, 480). Persia hacia 540 había llevado a cabo la conquista de las ciudades griegas del Asia Menor, trataba de ampliar sus fronteras hasta el Danubio y amenazaba a Grecia cortándole sus indispensables comunicaciones con las regiones cerealistas del Ponto Euxino; las guerras desencadenadas por la revuelta de Jonia (499) e ilustradas por las victorias griegas de Maratón (490), Salamina (480) y Platea (479) demostraron el valor del hoplita y la superioridad del marino griegos. Se constituyó la Confederación de Delos (478 ó 477) y los aliados mandados por Cimón consiguieron tras la victoria del Eurimedonte (468) la liberación del Egeo que consagró definitivamente la paz de Calias (449). La actividad de los mercaderes fenicios tropieza desde entonces, en todas partes, con la competencia de la marina y de los productos griegos.

    El rey era también el principal comprador y vendedor del Estado. Su poder se asentaba de forma importante en la religión (presidía grandes ceremonias y levantaba templos). Su religión fue siempre primitiva y cruel. Un funcionario civil con el título de gobernador incluso limitaba el poder real. El comandante de campo era un puesto militar de gran importancia. Como el comercio constituía el eje de toda la sociedad, representantes de las familias más adineradas formaban un influyente consejo que asistía al rey.

    Poderío naval:
    Llegaron a contar con cuantiosos recursos para constituir flotas, costear expediciones comerciales y formar sociedades aseguradoras que cubriesen los riesgos de la navegación comercial. En el 2600 a. de C. El faraón Sakhuré compró a los fenicios cuarenta barcos construidos con cedro del Líbano. Ugarit mantenía relaciones con Creta, la potencia naval de la época, más tarde relevados por los micénicos y los aqueos. Tiro, emplazada en una isla, se libró de las invasiones y aprovechando la debilidad de las potencias, inició una aventura marítima a gran escala. Cualquier innovación técnica naval que facilitase una mayor carga de mercancías, más rapidez o protección frente al enemigo era aplicado inmediatamente a los navíos. Sus embarcaciones tenían el casco con forma ancha y redonda. Los griegos las llamaban gaulós (bañera). Alrededor del 800 a. de C. los barcos de guerra fueron dotados de espolón e inventaron el trirreme, mejora de los fenicios al añadir una fila más de remeros. La adaptación tuvo lugar en los astilleros de Cartago en el siglo IV a. de C.

    Trueque de numerosos productos:
    Además de productos suntuosos (joyería, artesanía fina, plata), los fenicios comerciaban con cereales, vinos, aceites etc. por medio del trueque. Entre los años 680-652 Giges, rey de Lidia acuñó moneda por primera vez. Los fenicios adoptaron la moneda a partir del año 450 a. de C. fecha de la primera emisión de moneda fenicia, realizada en Sidón, que había heredado la hegemonía de Tiro. Las obras artesanales fenicias tenían cierta falta de originalidad ya que imitaban estilos para infiltrarse en otros mercados. La púrpura era una mercancía exclusiva fenicia, muy apreciada en la Antigüedad, hecha con tejidos teñidos con el jugo del murex, un molusco de las costas del Líbano. Como comerciantes no gozaron de fama de honrados y terminaron tratando con esclavos.

    Gádir (1.100 a. De C.):
    Se convirtió en la colonia más importante del Mediterráneo occidental, su ámbito de influencia económica alcanzaba la franja entre Orán e Ibiza y el litoral atlántico de Marruecos. En sus alrededores se podía encontrar plata, muy demandada en los imperios de Oriente, sobre todo en Asiria.

    Tras la conquista de Alejandro Magno (332 a. de C.) se inició su decadencia que culminaría cuando Fenicia entró a formar parte del ámbito romano.

    Los barcos y la navegación:
    La habilidad marinera de los fenicios era ampliamente conocida entre los pueblos vecinos y suscitó siempre una gran admiración o una fuerte envidia. En realidad, el dominio de los medios de navegación y el profundo conocimiento de los mares y de los elementos atmosféricos, junto con la costumbre de los tráficos marítimos, permitieron a este pueblo llegar a ser un ejemplo en el ámbito de la cuenca mediterránea. De aquí la fama que tenían de crueles piratas o hábiles comerciantes, de astutos o estafadores mercaderes o de grandes e intrépidos navegantes. Sea como fuere, los fenicios, animados por el deseo de adquirir fuentes cada vez más nuevas y remuneradas de aprovisionamiento de materias primas y de comerciar los productos propios elaborados en la madre patria, recorrieron enormes distancias, siendo los pioneros en trazar rutas hacia el Mediterráneo occidental y, más allá de las columnas de Hércules, hacia las costas atlánticas de África y de Europa, abriendo a la historia la cuenca occidental del Mediterráneo. Sobre la base de las antiguas fuentes escritas y con relación a los antiguos asentamientos, es posible argüir los diferentes sistemas de navegación en uso en aquella época. Se pueden reconocer, pues, dos tipos fundamentales: el primero, de pequeño cabotaje, se desarrollaba en el ámbito de la franja costera, con navegación a la vista de las costas y entre núcleos habitados próximos.

    Ursa Navegación en alta mar:
    El segundo, de largo recorrido, se enfrentaba con amplios trechos de mar abierto, lejos de las costas y se dirigía hacia lugares a menudo muy distantes del puerto de partida. Por lo que atañe a la navegación de pequeño cabotaje, ésta se efectuaba prevalentemente en las horas diurnas, en la proximidad de las costas y, por lo tanto, navegando a la vista, para unir los centros costeros separados entre sí no más de 25-30 millas náuticas. A este fin, junto a los barcos mercantiles de mayor tamaño, se utilizaban también embarcaciones de menor tonelaje, con relación al espejo de mar que había que atravesar y a la posible carga que había que transportar. Por otra parte, la navegación de largo recorrido tenía lugar especialmente en mar abierto, a una mayor distancia de las costas, pero probablemente siempre a la vista de la tierra, durante la noche. Cuando el trayecto no permitía paradas a la navegación, la nave se orientaba por la constelación de la Osa Mayor, conocida en el mundo antiguo con el nombre de Estrella Fenicia. En todo caso, cuando era posible y en estrecha dependencia de las condiciones atmosféricas, también la navegación de largo recorrido tenía que aprovechar las escalas temporales, necesarias para el aprovisionamiento de los géneros alimenticios y para posibles reparaciones del mismo barco. En las paradas nocturnas y caso del mal tiempo o de viento contrario, se escogían espejos de agua respaldados por promontorios o islas, mientras que, en lo tocante a las embarcaciones menores, éstas se llevaban a tierra fácilmente, cada vez que se presentaba la necesidad de hacerlo. Si se observa con atención un mapa geográfico del Mediterráneo, se puede constatar fácilmente que los trechos de mar en los que se tenía que navegar necesariamente, sin puntos de referencia en la costa, son muy raros en realidad. Pues, si se tiene presente que la velocidad de la flota comercial giraba en torno a los 2-3 nudos, se deduce que en un día se podían recorrer más de 50 millas marinas, que permitían llegar, salvo en algunas travesías de especial longitud, a la vista de las costas. Los trayectos más largos, que suponían navegar sin puntos de referencia en la costa, eran las travesías del canal de Cerdeña, desde las costas africanas a las de la isla, o la travesía del mar de las Baleares, desde las costas africanas a las islas Baleares, o de éstas a las costas occidentales de Cerdeña. Las restantes rutas que los fenicios solían recorrer podían hacerse costeando la tierra, como debía suceder durante las largas travesías de Oriente a Occidente y viceversa. Por lo que se refiere a la velocidad máxima del recorrido de un trecho de mar del que se tenía conocimiento cierto, el historiador Polibio nos transmite la noticia de cómo un capitán cartaginés, llamado Aníbal el Rodense, consiguió efectuar con un barco de guerra el trayecto entre Cartago y el cabo Lilibeo hasta la actual Marsala, equivalente a 125 millas marinas, en 24 horas con una media de más de 5 nudos por hora. La navegación comercial tenía lugar casi exclusivamente entre los meses de marzo y octubre, es decir, durante la temporada más benigna del año, y empezaba con especiales ceremonias, con la intención de propiciar los tráficos marítimos. La falta de vientos constantes, como los alisios en la cuenca del Mediterráneo, constituyó seguramente un problema no leve para los largos trayectos, con relación al tipo de velamen en uso en aquella época. Sin embargo, la inconstancia de los vientos mediterráneos y su orientación tan variable, aunque a veces impusieron paradas de varios días de duración, también permitieron que el tráfico comercial se desarrollara en todas direcciones, sin necesidad de que hubiera temporadas de espera o de que se dieran giros acaso viciosos o excesivamente largos.

    Nave romana La navegación de las embarcaciones de guerra, por el contrario, tenía lugar durante todo el año, por la necesidad de patrullar las costas y para la posible represión de la piratería; o bien, en el caso de acontecimientos bélicos en curso, para las oportunas operaciones militares. Estas eventualidades, condicionadas por la intemperie, fueron muchas veces fatales si se considera que, por ejemplo, durante el desenvolvimiento de la primera guerra púnica entre Cartago y Roma, las pérdidas de la flota comercial -incluyendo barcos para el transporte de las tropas y de los aprovisionamientos, y los barcos de línea- causadas por las tempestades y por los consiguientes naufragios atribuibles a los cartagineses, sumaron cerca de 700 unidades; mientras que las pérdidas de las flotas romanas superaron incluso el millar.

    Expediciones marítimas:
    Gran resonancia tuvieron en la antigüedad los viajes de exploración con fines comerciales, efectuados por fenicios y cartagineses en búsqueda de metales preciosos o de nuevos y más remunerativos mercados. Entre éstos, merece ser recordado sin duda el que, según el historiador Heródoto, efectuaron los fenicios por encargo del faraón Necao hacia finales del siglo vn a.C. y que, habiendo durado cerca de tres años, los llevó a circunnavegar el continente africano de oriente a occidente, o bien, como narra un geógrafo griego, el viaje del cartaginés Hannón que, hacia finales del siglo V a.C., poniendo vela desde Cartago hacia el océano Atlántico, traspasó las columnas de Hércules, llegando hasta el golfo de Guinea. También vale la pena citar el viaje efectuado hacia el siglo y a.C., por el cartaginés Himilcón a lo largo de las costas atlánticas de Europa hasta alcanzar la Bretaña y, tal vez, las islas Casitérides (Gran Bretaña e Irlanda) en busca del estaño y en el intento de abrir una nueva vía comercial para este mineral, en alternativa a la vía continental que, a través de Francia, llegaba hasta el golfo de León y a Marsella. Algunos hallazgos arqueológicos atestiguan la presencia, aunque temporal, de los cartagineses en las islas Azores, mientras ulteriores noticias de antiguos autores cuentan viajes fabulosos efectuados por los fenicios en regiones del océano Atlántico.

    Diseño de embarcaciones:
    Para poder desarrollar sus actividades comerciales, los fenicios utilizaron barcos equipados adecuadamente para dichos fines, que explotaban todos los recursos puestos a disposición por la técnica de los astilleros de la época y que no estaban muy distantes de los criterios constructivos actualmente en uso. Ante todo hay que recordar los barcos de transporte, llamados gauloipor los antiguos autores, a causa de la redondez de su casco, que tenían una amplia capacidad de carga y poseían una anchura equivalente a la cuarta parte de la longitud. Los barcos de transporte fenicios tenían una longitud comprendida entre los veinte y los treinta metros y, por lo tanto, la anchura era de seis o siete metros; el calado era de un metro y medio aproximadamente, en analogía con la parte saliente del casco. Si las medidas ahora mencionadas corresponden a la mayor parte de la flota en uso, no hay que excluir los barcos mercantiles de mayores dimensiones. La popa era redondeada y culminaba con un friso de cola de pescado o en forma de viruta, así como la proa, también curvilínea, acababa en el aplustro, un friso zoomorfo representando la cabeza de un caballo. En el casco, a espaldas de la proa, estaban representados dos ojos, que, según la intención de cada caso, tenían que permitir al barco ver la ruta y tenían que causar terror a los enemigos. La propulsión de estos barcos estaba garantizada por la presencia del palo maestro que sostenía una vela rectangular, fija con una yerga que se orientaba según fuera la dirección del viento. La forma y la posición de la vela permitían al barco tan sólo unas andaduras con vientos provenientes de los cuadrantes de popa. El gobierno del barco estaba asegurado por el timón, un remo con las palas asimétricas muy amplias, que se sujetaba en el lado izquierdo, cerca de la popa. En el puente del barco, siempre hacia la parte de popa, surgía el castillo que ofrecía protección a la tripulación y contenía los aparejos además de la cocina de a bordo. La tripulación de estos buques raramente superaba los veinte hombres, incluyendo al capitán armador y al piloto, puesto que la navegación de vela no requería un número mayor de marineros. Pasando a considerar los barcos que componían la flota de guerra de los fenicios y de Cartago es preciso observar, ante todo, que estas embarcaciones eran más delgadas que la flotilla comercial. Pues, para poder albergar una tripulación más numerosa y para poder disponer en los bancos del mayor número posible de remeros, estos navíos tenían una anchura que correspondía casi a la séptima parte de su longitud. Mientras la popa era semejante a la de los barcos comerciales, la proa se apartaba bastante, puesto que constituía la parte más importante de la embarcación y el arma ofensiva durante las batallas. Era precisamente en la extremidad de la proa donde se colocaba el espolón, es decir, una punta de bronce de diferentes perfiles que se utilizaba para destrozar los costados de los barcos adversarios. A los lados de la proa estaban ubicados los acostumbrados ojos, encima de los cuales se hallaban los orificios por los que pasaban los cables de las anclas. En el puente, siempre hacia proa, estaba situado el castillo, una estructura de madera que durante los enfrentamientos albergaba a los arqueros o las catapultas; en popa estaba en cambio el puente, reparo y alojamiento del capitán y de los oficiales. El gobierno del barco estaba asegurado por dos timones colocados en los costados, cerca de la popa. La propulsión del barco de guerra era más compleja, puesto que en batalla eran indispensables las evoluciones y cambios bruscos de ruta para poder tocar al enemigo con el espolón y evitar los golpes asestados por la flota adversaria. Por lo tanto, en el puente se levantaban dos palos, uno colocado en el centro, que sostenía la gran vela maestra, y otro ubicado en la proa que enarbolaba una pequeña vela, la cual permitía gobernar el barco incluso con vientos transversales. Durante las batallas los barcos se desarbolaban y la propulsión de los mismos quedaba asegurada por los remeros. Estos se colocaban en el interior del casco, a lo largo de los costados del barco, y empuñaban los remos que salían por los orificios practicados en la tablazón. Junto a los barcos comerciales y de guerra, se conocen también embarcaciones menores, como los botes utilizados para recorridos de pequeño cabotaje o las barcas de pesca. La forma del casco era semejante a la de los barcos mercantiles, con una proporción análoga entre la longitud y la anchura. La popa, adornada con un friso, era redondeada, mientras que la proa era apiculada, llevando encima una viga. La propulsión dependía tanto de las velas, con un pequeño palo, como de los remos, mientras el gobierno se aseguraba mediante un timón situado a la izquierda de la popa. Siempre sobre el tema de la flota de guerra es preciso mencionar primeramente los tipos en uso entre el inicio de la historia de los fenicios y la caída de Cartago.

    El barco más antiguo y más elemental era la pentecontera, cuyo nombre indica sus características más sobresalientes. La embarcación, en efecto, tenía una longitud que se calcula entre unos veinticinco metros y tenía una tripulación de cincuenta hombres en los remos, dispuestos en veinticinco por cada lado, además del capitán, el segundo, el piloto y los hombres encargados de la maniobra de las velas, que no superaban el número de diez. El ritmo del movimiento de los remos lo aseguraba un flautista. La reina del Mediterráneo, dueña indiscutible del mar, entre los siglos VII y IV a.C., fue la trirreme o triera, cuya invención los antiguos autores atribuyen a los navegantes fenicios. Esta embarcación albergaba una tripulación de unos ciento ochenta hombres, dispuestos en la siguiente forma: ochenta y cinco hombres por cada lado se aplicaban a los remos, mientras la parte restante constituía el personal consagrado al mando y a la maniobra del velamen, así como un pequeño contingente de infantería de desembarque, destinada al combate. La innovación fundamental de este barco fue el hecho de que los remeros, dada la longitud del casco, no superior a los treinta y seis metros, no estaban dispuestos en línea, sino superpuestos en tres filas desiguales, de manera que pudieran lograr un triple objetivo: no estorbar el movimiento de los remos de los marineros, no tener que levantar demasiado los costados del barco y contener su longitud. Los antiguos autores también atribuyen la sucesiva tetrera, en servicio en las flotas cartaginesas a partir del siglo IV a.C., a los astilleros de Cartago. La innovación de este barco, como la de la sucesiva pentera, clásico buque de línea durante las guerras púnicas, consistía en disponer de cuatro y, a continuación, de cinco remeros para cada remo y en un mismo banco. Tanto la tetrera como la pentera tenían una longitud de casi cuarenta metros y una anchura de poco más de seis, con una parte sumergida no superior a los dos metros. La máxima velocidad alcanzable por estos barcos -cuya tripulación era respectivamente de doscientos cuarenta y de trescientos hombres aplicados a los treinta remos por lado, además de aquellos destinados a la maniobra de las velas-, velocidad obtenida con el uso simultáneo de dos medios propulsores y únicamente para cortos trechos, era de cinco y de seis nudos. La velocidad de crucero, alcanzable con el uso de uno solo de los medios de propulsión era de casi la mitad de la máxima. La aproximación al teatro de la batalla se hacía con el exclusivo uso de la vela; en el momento de avistar al enemigo, se amainaban las velas y se quitaba el mástil y, cuando era posible, se dejaba en tierra para dejar libre el puente, a fin de que los combatientes pudieran moverse fácilmente en él.

    Técnica de combate naval:
    El orden de batalla y el enfrentamiento se efectuaba exclusivamente a fuerza de remos, para poder maniobrar el barco con mayor facilidad. De máximo interés es el constatar, a través de las antiguas fuentes, que mientras los ejércitos cartagineses estaban compuestos prevalentemente de mercenarios, reclutados a sueldo en las diferentes regiones del Mediterráneo, las tripulaciones de los barcos, en cambio, estaban constituidas exclusivamente por ciudadanos cartagineses. La consistencia de las flotas durante el enfrentamiento con Roma, era de varias escuadras de doce barcos y podía llegar normalmente a formar flotas de ciento veinte barcos y, en casos especiales, de más de trescientos. Las tácticas de las batallas navales de escuadra eran principalmente dos: la primera, conocida con el nombre de diecplus, consistía en una salida simultánea y velocísima de toda la flota dispuesta en línea, en atravesar la línea enemiga por los espacios existentes entre los barcos, en el repentino viraje a espaldas del adversario y en el asestar un golpe definitivo, con el espolón, en la popa de los barcos enemigos. La segunda táctica, definida periplus, consistía en colocarse al lado del barco enemigo y asestarle un golpe con el espolón contra el costado. Cuando un barco enemigo no quedaba irremediablemente afectado era arrastrado hasta tierra firme para efectuar su reparación y poder utilizarlo de nuevo.

    Construcción naval:
    En cuanto a la carpintería y a las técnicas de construcción de aquel tiempo, ha sido de gran ayuda, para su mejor conocimiento, el descubrir en un espejo de mar poco al norte de Marsala, dos barcos púnicos del siglo III a.C. Los barcos, en discreto estado de conservación teniendo en cuenta su larga permanencia en agua, han sido clasificados por los autores del hallazgo como barcos de guerra, pero la ausencia del espolón, de por sí tan significativa, y su escasa longitud, no superior a los treinta metros, permiten atribuir a las dos embarcaciones una función más bien de avisos-repuestos, no destinados a las operaciones bélicas sino a funciones de enlace. En todo caso, lo que sigue siendo de importancia fundamental es la técnica utilizada en su construcción. En efecto, ha sido posible observar que ambos barcos estaban construidos en su totalidad, con piezas de madera prefabricadas separadamente y montadas sólo en un segundo tiempo. Esto se deduce en base a la presencia en los bordes de cada pieza de unas letras del alfabeto púnico y de líneas de guía que debían servir de referencia a los carpinteros. Este descubrimiento contribuye también a aclarar el famoso episodio descrito por Plinio (Nat. Hist., XVI, 92) en que se cuenta cómo la primera flota romana fue construida tan sólo en sesenta días. En realidad, el historiador Polibio cuenta lo siguiente: "En esta ocasión, los cartagineses habían asaltado (a los romanos) en el estrecho (de Mesina) y un barco cubierto, habiendo avanzado demasiado en su afán de combatir, se había embarrancado y había caído en manos de los romanos; de este barco se sirvieron para construir toda la flota". Es bastante evidente que, si para la construcción del barco de guerra cartaginés se habían utilizado los sistemas descritos arriba, el subsiguiente desmontaje había revelado su procedimiento y había permitido a los carpinteros romanos preparar la flota en muy breve tiempo. Por otra parte, siendo innegable la supremacía de las flotas cartaginesas en este período, es lógico que se tomaran como prototipos los barcos que, en aquel tiempo, constituían la suma de las técnicas navales, de la funcionalidad y de la manejabilidad, en toda la cuenca occidental del Mediterráneo. En conclusión, la estructura de los antiguos barcos fenicios y púnicos y los elementos que componían su casco, por lo menos en base a lo que se puede deducir de los restos de embarcaciones arriba citados, era bastante parecida a las actuales barcas de pesca de los países ribereños del Mediterráneo. Se trata de un complejo de tablas colocadas a cuchillo o parcialmente superpuestas -la tablazón- que va sujeto interiormente por un esqueleto de vigas -las ordenadas- ortogonales a la quilla. Además subsisten trazas de un recubrimiento externo que protegía la tablazón, formado por planchas de plomo embreado interiormente con pez y fijadas al casco con clavos de cobre.
    [De www.navefenicia.com/El_Libano/Historia/body_historia.html"]

    * La ciudad de Tartessos | Relatos de Heródoto | Roma marítima | Etruscos

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  40. Publius Cornelius Tacitus (55-120 d.J.C.):
    El más grande historiador de Roma. Estudió el arte oratoria, y fue alumno de Aper y de Julio Secundo, y quizá también de Quintiliano, y amigo de Plinio el Joven. Procedente de un familia senatorial, originaria tal vez de la Galia, ejerció las funciones del cuestor, pretor bajo Domiciano (88), cónsul sufecto (97) y procónsul de Asia (110-113), en tiempos de Trajano. Casó con la hija de Cneo Julio Agrícola. Consiguió una gran reputación de orador y se dedicó posteriormente a la historia. Su Diálogo de los oradores (atribución a veces discutida), escrito en el año 81, pone en escena a diversos oradores de su tiempo, que comparan los métodos de la elocuencia y de la poesía y buscan las causas de la decadencia de la elocuencia. La Vida de Agrícola, elogio histórico de su suegro, acompañado de un ataque contra Domiciano, está constituida principalmente por el relato de las operaciones militares en Bretaña (98). La Germania (98) analiza las costumbres germánicas con una precisión confirmada por otras fuentes. De las Historias (de la caída de Nerón al advenimiento de Nerva) sólo se conservan los cuatro primeros libros y el principio del quinto, o sea, los años 69 y 70. Los Anales, compuestos tardíamente (115-117), conciernen al período anterior, desde la muerte de Augusto a la caída de Nerón. Es un clásico de la reflexión política. Disecciona y critica los mecanismos del poder absoluto. Aunque utiliza el material e interpretaciones de otros antiguos historiadores, como Plutarco y Suetonio, lo analiza todo y selecciona la información, llega hasta las fuentes originales, informes de generales y gobernadores, actas del Senado. Muy bien documentado, señala los archivos oficiales utilizados y se refiere a historiadores anteriores. Recogió numerosas informaciones orales e incluso rumores. En su obra se reflejan las preocupaciones estilística, sicológica y moralizante.

    Para Tácito la historia es un arte, y un arte útil; es, como dijera Cicerón, la magistra vitae que nos muestra los grandes ejemplos del bien a imitar y del mal a rehuir; es la "conciencia del género humano", que antes o después premia con la gloria o castiga con la infamia a cuantos han tenido el exigente privilegio de comparecer en su escenario. (José Luis Moralejo)

    Tácito, como la mayor parte de los grandes historiadores romanos, no fue un escritor profesional, sino un hombre de acción: un distinguido político y -digámoslo así- abogado que, llegado a la madurez de su vida, decidió sumarse a una ya larga tradición patria dejando testimonio escrito de su tiempo; pero -algo también muy romano- lo hizo en la forma de una "historia institucional", y no en la de esas memorias personales con las que los políticos modernos suelen poner un colofón, generalmente apologético, a su propia carrera. Así pues, en las llamadas "obras mayores" de Tácito (las Historias y los Anales) el protagonista es, ante y sobre todo, el propio estado romano, lo que no impide que, como luego veremos, en ellas se considere el factor personal y la psicología del individuo como piezas fundamentales del mecanismo del devenir histórico. De la vida y personalidad de Tácito no tenemos una información proporcionada por la excelencia de su obra. En este punto dependemos, sobre todo, de las escasas y discretas noticias que nos da él mismo y de las no mucho más elocuentes que ofrece el epistolario de su amigo Plinio el joven. Por de pronto, y como la mayoría de los grandes clásicos latinos, no era originario de Roma, lo que tampoco quiere decir que no lo fuera su estirpe. Era un provincial de clase acomodada, al parecer de una familia de caballeros romanos -burguesía comercial- de la Galia Narbonense. Nacido durante el reinado de Nerón, hacia los años 55-57 d.C., tuvo una brillante carrera político-administrativa bajo los emperadores Flavios. Según él mismo nos cuenta, la inició en tiempos de Vespasiano (69-79 d.C.), la prosiguió en el breve reinado de Tito (79-81 d.C.), y llegó a desempeñar el cargo de pretor en el año 88, ya bajo Domiciano, el último y despótico emperador de la dinastía, en el cual vio el pueblo romano un segundo Nerón. En el año 96, una conjura palaciega acaba con el tirano. El breve principado de Nerva (96-98 d.C.), en el que Tácito alcanza el consulado -cima del cursus honorum y residuo emblemático de la legalidad republicana-, da paso al de Trajano (98-117 d.C.) y al resto de los que harían del siglo II d.C. el de mayor prosperidad y estabilidad política de toda la historia de Roma.

    [...] El último dato seguro que tenemos sobre la vida de Tácito es el del gobierno proconsular de la provincia de Asia, situada en la parte occidental de la actual Turquía asiática, que desempeñó hacia los años 112-113, cuando sin ayuda ya estaba trabajando en los Anales. Es probable, pero no más, que sobreviviera a Trajano, muerto en el año 117, alcanzando así los días de Adriano (117-138); pero no sabemos ni cuándo ni dónde murió (tal vez en Roma, si realmente corresponde a su epitafio un fragmento epigráfico recientemente estudiado por G.Alföldy), ni si llegó a dar cima a la gran obra de sus Anales. (José Luis Moralejo)

    Batalla Escipión El Africano (Publio Cornelio) (235-183 a. de C.):
    General y estadista romano. Hijo de Publio Cornelio Escipión, junto al que combatió en la batalla del Tesino. En 211 a. de C., en un momento en que la segunda guerra entre Roma y Cartago parecía inclinarse a favor de esta última, fue nombrado procónsul en Hispania. Con la flota de Cayo Lelio llegó a Ampurias y de allí pasó a Tarragona. Conquistó por sorpresa Cartago Nova (Cartagena); luego, hábilmente, se atrajo a las tribus ibéricas, con cuya colaboración redujo el dominio cartaginés en la Península a la ciudad de Gades (Cádiz). Antes de regresar a Roma en 206 a. de C. fundó Itálica, y al año siguiente fue elegido cónsul, con mando sobre Sicilia. El Senado romano rechazó su proyecto de combatir a Cartago en su propio territorio, pero le prorrogó el mando. En 204 a. de C. Escipión desembarcó en la costa africana. Tras dos años de escaramuzas, treguas incumplidas e inútiles negociaciones, en octubre de 202 a. de C. en los llanos de Zama o Naraggara las legiones de Escipión obtuvieron un triunfo decisivo sobre los ejércitos de Anínbal; así concluyó la segunda guerra púnica. En 194 a. de C. Escipión fue nuevamente elegido cónsul, y en 190 a. de C. acompañó a su hermano Lucio a Asia. Injustamente acusado de haber vendido la paz a Antíoco III, se retiró de la vida pública.

    (*)
    Sabido es que cuando cayó el imperio romano de occidente a los hablantes del latín o dialectos románicos incipientes y portadores de la cultura grecorromana se seguían llamando romanos, tanto en Hispania, como en Galia, Italia o Balcanes, nombre que se aplicaban también los griegos bizantinos, y nombre que los árabes aplican todavía a los cristianos melkitas de oriente medio. En el norte de Africa hubo una población romanizada de origen mixto bereber e italo, que los árabes llamaban rumíes, como a los mozárabes, (Pelayo aparece como rey de rumíes). Igual que pasó en centroeuropa oriental, de donde muchos huyeron de las incursiones bárbaras, en el S VIII muchos rumíes se refugiaron en Italia y Sicilia, los que se quedaron acabaron arabizándose: Pasada la feroz etapa de la invasión árabe, la aún más terrible oleada bereber subsiguiente y la postrera penitencia de la revolución jariyí; los romanos supervivientes que no pudieron o quisieron optar por la diáspora, de cierto diezmados, tuvieron la oportunidad de continuar una dificil existencia, muy oscura hasta el día de hoy cuando, muy poco a poco y con suma dificultad, se empieza a escrutar cierta luz sobre ello.*

    La salida de africanos en la primera mitad del siglo VIII debió ser un fenómeno casi "masivo". No sólo afectó a las élites ciudadanas y cultivadas, muchos plebei que tuvieron oportunidad antes de que la navegación civil en el espacio siciliano-africano se tornara imposible, se trasladaron a Sicilia e Italia, tan próximas en geografía, lengua y cultura, (Anne-Marie EDDÉ, Communautés chrétiennes en Pays d'Islam, du début de VIIe Siècle au Milieu du XIIe Siècle, SEDES, pág. 41). Hacia el 720 se trataba de una verdadera "invasión" humana que preocupó a las autoridades en las tierras receptoras; una vez más, el capítulo del que nos ha llegado más información es el relativo a los problemas para encuadrar al clero que arribaba. En el 729, el Papa Gregorio II enviaba una carta a San Bonifacio, obispo de Turinga, advirtiendole de revisar las ordenaciones de sacerdotes africanos entre los exiliados, por mor de controlar de forma cabal tales nombramientos que debían sumarse al organigrama local, lo cual no siempre era fácil. (Migne, Patrología latina. vol. 89, col. 502).

    * Tácito: Fin de la guerra de Africa | Inicios marítimos de Roma

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  41. Carta a Vicente Yáñez Pinzón:
    Eu, archipreste propprio deste sitio, fago preces pra quel portador desta, dele al sennor Almirante de la flota dellas nostras exelsas Magestades Catholicas Don Fernando et Donna Isabella y fago uos saber, ca la mya scriptura es en nome et dezida por Dn. Xavier Sagredo ca non lo sopiese fazer.
    Fago uos saber, ca desqve sopiese ca tres naos aprestanse fazer rumbo alla mar oceana, fvi auiuado el seso par'cuidar ca aqveste homme ca dixe el scripto ca leye, fvesse con uos si a uos plugiere ca fazierale grant uentvra si assi fuesse. sennor fvesse me tan bvena la uida como la mverte, et rvegouos catar con seso, et porqve lo sepades, contaruos he lo qve contesciome qves assi el dia de marte, ca fvesse el septo dia deste mex, uispera de san Procopio, faziendo la uia de la uilla et nasciendo la nocce, vide vnas luminarias, como a tiro de piedra de la eclessia de Sant Martino, ally dove christianaron a santa Casilda; fvi et obe fallado nova posada et plugiome catarla et la conoscer et beber dell sv uino et ansi lo fiz. et contescio qve ela posada fvesse tan bien fornixario. el uino et la temptaxion de manxeua xoven, uime faziendo esso qve face damno et deshonrra nella sus animas et corpos dellos homnes et alixerales de maravedises, et acabando de arregostarme nell pecado, dile flama a umna candella et tornando la cabeca falle la mia muger, meretrix, ciento et mas vexes meretrix dixele a voces, ca hobo de fuir et espanto-se uiendo qve torneme a locura qual alano co'll mal de Sirio et a mas cogiome umna grat melancholia et bilis negra et a mas un grant tenesmo ca fuesse mester vmn phisico ca fizome beber umna cochura de pamplina lvtea et el damno fosse menguado, et hube temor ca la cleresia sopiese ca el phisico fosse reconciliado. et ansi mi sennor uos dixe ela uerdat et desqve contescio elo que dix est'homne non a pax en sesso ny anima et prega. agora rvegouos ca hauedes grant sesso, catades dell jvizio qve mengva all mi spiritv; segvn de susso est dicho, por escogimiento, uos diria ca plugeme de fvir con uos alla mar oceana sin pauor por sierpes marynas syrenas et ni pejes gigamptes no atque avechvchos et sin pauor della labor ca uos mandasses me sea asear los jardimnes o avenar el pantoque o dar ela mya vida a Deo NS si caeryase la nao nella fin dell nosso mundo do est sustempto de ellos elephantos. en Nome dellos dyex nomes dell Uno imnnominable. de Briviesca el sabbat XI Iiulio
    Anno Dei MCDXCII
    per el dom Xavier Sagredo
    eu archipreste proprio deste sitio

    NOTAS:
    Carabela La expedición de Colón la componían una NAO, la Santa María, donde iba él mismo, y dos carabelas, la nao es un modelo mas antiguo; a Colón le enojaba que los Pinzón se le adelantasen por ser las carabelas más rápidas.
    NO venían como pacifistas, eran lo mas parecido a los "soldados de la fortuna" o mercenarios... Cuando salió Colón ya debían tener redactado hasta el tratado de Tordesillas. Todo hace suponer que Colón descubrió... 'des-cubrio', le sacó la cobertura a algo que ya casi todas las potencias conocían empezando por los Templarios, los Vikingos y los Portugueses. Los vikingos ya estaban evangelizados y viajaban con capellán de a bordo, en una especie de cabotaje saliendo de Escandinavia, norte de Britania Las Islas Brumosas (Islandia), peninsula del Labrador, y mas o menos a la altura de lo que hoy es Boston MA fundaron una colonia llamada Vindland (país de la vid) Eric Ericsson el Hijo de Erico el Rojo... hay ruinas vikingas en Paraguay y una tribu de rubios que habla en runa deformado.

    El hecho que considerasen en esa epoca el faro de Orciya u Orchilla en la isla de Hierro del Archipielago Canario como MERIDIANO CERO, más la posesión de los mapas de Piri Reis de proyeccion azimutal intensifica la sospecha del conocimiento de la redondez de la Tierra, El velamen llevaba como insignia la Cruz de las "Ocho Beatitudes" que fue una insignia Templaria, (poseedores de grandes capitales, inventores de la letra de cambio y del cheque) y el origen de su poderío y riquezas nunca fue claro hasta que Felipe II El Hermoso de Francia, quemó en la pira a los últimos, el "Tesoro Templario" jamas se encontro; hay historiadores que opinan que la pacífica acogida de los naturales de América a la expedición de Colón fue por reconocer las insignias Templarias.

    ¿Por qué el camino a Yatay (China) o el camino de la especieria era tan importante?, porque en ese tiempo no habia heladeras para la conservacion de alimentos, lo mas valioso de la herencia de Isabel, La Católica fue un arcón lleno de especias, recuerdo de ese método de conservación de alimentos en la actualidad son las carnes charqueadas, (saladas) y el Jamón serrano.
    El 8 de Julio ES San Procopio
    En la Edad Media habia una Iglesia dedicada a San Martín y alli bautizaron a Casilda, hija de un moro que se convirtio al cristianismo y vivio en ascesis. Se murió el 9 de Abril de 1107.
    Mal de Sirio = Rabia. Los griegos la llamaron lyssa = locura; los romanos rabere = rabiar, en la Antigüedad se asociaba con la aparicion de la constelacion de Sirio (Perro) ¿Qué casual asociacion, no? Desde antiguo se usó como insulto; Aquiles llamaba a Hector Perro Rabioso.
    Bilis Negra = depresión
    Tenesmo = en la Edad Media, dolor de barriga; ahora ganas de evacuar la vejiga o el intestino
    Maravedí = unidad monetaria
    Alano = perro grande
    Phisico o fisico = medico (recordar que en inglés aún se les dice phisician a los médicos)
    Cocchura aun se usa = cocción
    Pamplina, ahora se usa con el significado de dicho o cosa sin importancia pero en 1492 se llamaba a una planta de la familia de la papaveraceas y en Italia le decian paperina de donde deriva PAPAVERINA Clerecía = clero (recordar que estaban en plena inquisición)
    Reconciliado = Judío converso o "Cristiano nuevo" para quedarse en Hispania cuando Fernando e Isabel los expulsaron. por ordenanza real de 1492... Esa ordenanza fue derogada por Don Juan Carlos I en 1992
    Avenar = dar salida a un liquido al exterior (galicismo Drenar)
    Pantoque = espacio que queda entre el piso de la bodega y la quilla donde se junta todo tipo de inmundicias ratas y otras yerbas desagradables.
    Jardines = Al borde de las naves había una especie de asiento con un vano, tipo tapa de inodoro para defecar y que las heces cayesen al mar, el enchastre que se hacia alrededor dependia si habia o no "Mar Gruesa" y los encargados de limpiar eran los grumetes o los castigados, ademas si habia "mar gruesa" tambien vomitaban para el lado de cubierta... el costado del barco quedaba sucio con chorreteadas de heces.
    Autor:Joaquin Barrio
    Extraído de:usuarios.iponet.es/casinada/28pinzon.htm

    Fue algo maravilloso descubrir América; pero habría sido aún mucho más maravilloso no acertar con ella. (Mark Twain)

    ¿Qué habría sido de la historia del mundo si en vez de ser Colón el descubrior de América, hubiese sido un navegante azteca, guaraní o quechua el descubridor de Europa? (Unamuno)

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  42. La búsqueda de especias:
    Entre los siglos XII y XIV, después de las Cruzadas, la cristiandad vivió grandes cambios: renacieron las ciudades y el comercio creció, Europa tomó contacto con las tierras próximas de Asia y descubrió sus productos y riqueza, las especias que por ahí llegaban, los perfumes, los tejidos de seda, el papel o las alfombras. Frente a la pobreza europea, Asia tenía mucho que ofrecer, y algunas ciudades comerciales de Italia, como Venecia, Génova, Florencia o Pisa, empezaron a prosperar y a aumentar sus flotas. El europeo, que ignoraba casi todo de Asia, se fue acostumbrando, desde el siglo XII, a un producto que llegaba de allí y era cada vez más estimado: las especias. Éstas servían para condimentar alimentos y hacer más comestibles algunos platos mal conservados. En un recetario de cocina de la época no faltaban pimienta, jengibre, menta, cardamomo, nuez moscada, salvia, perejil, comino, azafrán, clavo o anís. También se utilizaban para fermentar algunas bebidas caseras. Por último, la medicina elaboraba numerosos brebajes con estos productos. A partir del siglo XIII, el comercio de especias estaba ya perfectamente organizado. La mayor parte de ellas, las más selectas y apreciadas, procedían del Extremo Oriente (del archipiélago de la Sonda, en la actualidad parte de Indonesia). La pimienta, sin embargo, que era la más consumida -75% del comercio de especias- procedía de la costa Malabar (costa suroccidental de la India). Era la especia más próxima. A través de rutas transasiáticas terrestres (ruta de la seda) y marítimas (ruta del Índico), perfectamente organizadas, llegaban las especias al Mediterráneo oriental (Trebisonda, Constantinopla, Alejandría), donde fueron levantando sus factorías los mercaderes europeos, que las recogían para distribuirlas en el mundo cristiano.

    Pimienta:
    Piper nigrum, se encontraba bastante extendida por el Indico. Codiciada durante los siglos XV y XVI como condimento y por sus propiedades medicinales. Es la principal razón por la que los portugueses buscan la India. Es conocida en Europa desde la Antigüedad clásica. Llegaba a través de los árabes. Su introducción en América del Sur se debe a los portugueses. Calicut se convierte a mediados del siglo XV en el principal polo del comercio. Los portugueses procuran centralizar su comercio, primero en Cochín y después en Goa. El comercio por la ruta del Cabo inicialmente abierto a particulares, se convierte en monopolio de la Corona portuguesa en la segunda década del siglo XVI debido al gran beneficio que producía. La gran afluencia de pimienta provoca la quiebra de la ruta de Levante (mercaderes árabes hasta Egipto y venecianos en el Mediterráneo). Es trasladada de la Casa de la India a Amberes desde donde se distribuye a los principales mercados europeos.

    ConstantinoplaEs una de las especies más famosas y apreciadas en gastronomía; bajo esta denominación común se agrupan los frutos de diversas especies vegetales utilizados corrientemente para sazonar alimentos y que se caracterizan por su sabor fuerte y picante. Del pimentero (Piper nigrum), planta arbustiva procedente de la India y perteneciente a la familia de las piperáceas, se obtiene tanto la pimienta negra como la blanca; la primera es el fruto recolectado antes de que madure y puesto a secar para que ennegrezca, y la segunda es el fruto maduro, descortezado y molido. De un arbusto de la familia de las mirtáceas (Pimenta officinalis) que crece en América, se obtiene la llamada pimienta de Jamaica, para cuya elaboración se recolectan los frutos verdes y se ponen a secar; tiene un sabor parecido a una mezcla de clavo y canela. De otras especies de la misma familia (Eugenia pimienta y Myrtus tabasco procede la pimienta de tabasco, con la que se elabora una fortísima salsa picante. Otras variedades conocidas también como pimienta por sus propiedades afines, pero procedentes de otras especies botánicas son la pimienta de Cayena; la malagueta molida o pimienta inglesa; y la pimienta falsa, fruto de turbinto, de sabor parecido a la pimienta común.

    Azafrán:
    Nombre común del Crocus sativus L. Planta herbácea y vivaz de la familia de las iridáceas. Muy común en áreas mediterráneas. De sus estigmas y estilos se extraen sustancias útiles a la industria, farmacopea y gastronomía. Se obtenía un aceite con aplicaciones medicinales y un colorante amarillento muy usado en la tintorería medieval. Los filamentos secos era usados como condimento. En los siglos XV y XVI fue la única especia exportada de la Europa mediterránea hacia Oriente.

    Canela:
    La canelera de Ceilán (Cinnamomum zeilanicum Nees) es un árbol de follaje denso que alcanza la decena de metros. La canela resulta del secado al sol de la corteza. Don Lourenço de Almeida se traslada en 1506 a Ceilán iniciando una ocupación que se concreta en 1518 y se mantiene hasta mediados del siglo XVII. Después de la conquista holandesa de Ceilán , los portugueses la introducen en Brasil y en Africa. Según Heródoto crecía en lugares inaccesibles y protegidos por seres alados más o menos fantásicos. En los siglos XVI y XVII la canela es la única mercancía que los marineros pueden traer libremente de Oriente.

    Clavo Clavo:
    El Syzigium aromaticum es originario de las islas Molucas. Su difusión comercial se debe a los chinos. Llega al mundo mediterráneo, en la Edad Media, a través de los árabes. En 1512 Francisco Serrao llega por primera vez a las Molucas, donde permanece como consejero del Sultán de Termate. En 1513, llega una nueva armada portuguesa capitaneada por Antonio de Miranda de Azevedo, que regresa a la India cargada de clavo. Debido al elevado precio de esta especia los portugueses y castellanos se disputan la posesión del archipiélago, después del viaje de Magallanes y en el momento de la discusión sobre el antimeridiano del Tratado de Tordesillas. La cuestión se resuelve en 1529, con el tratado de Zaragoza, pagando Portugal una importante cuantía por el reconocimiento de su soberanía. El dominio portugués sobre el comercio de clavo se mantiene hasta finales del siglo XVI, cuando se pierde la fortaleza de Ternate.

    Cardamomo:
    Elettaria rapens es una planta herbácea vivaz. Sus frutos son pequeñas cápsulas de forma oval, gris verdosos y con rayas, que contiene semillas marrones muy aromáticas. Es una planta originaria del sur de la península indostánica, que sólo se conoce mejor en Europa en el siglo XVI, después de la llegada de los portugueses a la India. Existen dos variedades: el cardamomo grande, de Ceilán, que es exportado a Ormuz, y el pequeño, de la costa Malabar, pero que también existe en Java, que es comerciado por toda Asia y llega a la costa oriental africana. Es usado como condimento, entrando en la composición del curry.

    Nuez moscada:
    Myristica fragans Arbol que alcanza los 20 metros de altura. Se extrae de la semilla rallada del interior de su fruto. El beneficio es inferior al de otras especias (en Europa tres veces superior al precio en la zona productiva). En el siglo XVII los holandeses pasan a ejercer su monopolio tras la conquista de las islas de Banda (1599).

    "... era el lujo más codiciado en la Europa del siglo XVII, una especia a la que se atribuían unas propiedades medicinales tan poderosas que los hombres arriesgaban la vida por adquirirla. Siempre había sido costosa, pero el precio subió como la espuma cuando los médicos del Londres isabelino empezaron a afirmar que sus pomos de nuez moscada eran el único remedio seguro contra la peste, aquella pestilencia pestífera que empezaba con un estornudo y terminaba con la muerte. De la noche a la mañana, el pequeño y arrugado fruto seco, hasta entonces utilizado para tratar la flatulencia y el resfriado común, se convirtió en un bien tan buscado como el oro". (Giles Milton)

    Café:
    El cafeto es un árbol de la familia de las rubiáceas originario de Etiopía. La palabra café procede del vocablo árabe qáhwa. La infusión ya se bebía en Turquía y Siria en el primer tercio del siglo XV. No se conoció en Europa hasta 1591, cuando un botánico italiano describió el cafeto en un jardín privado de El Cairo. Algunos autores afirman que fueron los venecianos quienes lo trajeron a Europa (1615). Cinco años antes el viajero español Pedro Teixeira, a su vuelta de Turquía, comentaba que los lugareños tomaban una bebida que llaman allá el "kaoah", de simiente hendida, tostada y negra como la pez.

    Las ciudades italianas controlan el comercio:
    Quienes se dedicaban a este comercio en el Mediterráneo conocían sus riesgos: piratas berberiscos (de la costa de Berbería), peligro turco, guerras entre ciudades comerciales. Un mercader podía pasar de la prosperidad económica a la quiebra si perdía un cargamento de especias. Para evitar cualquier contratiempo formaban compañías, montaban un servicio de vigilancia y protección e involucraban a los estados. Tenían la seguridad de que cualquier mercancía llegada a puerto se vendería y las ganancias podrían ser fabulosas. Y el florecimiento de este mercado traspasó ya lo puramente particular de tales o cuales mercaderes para convertirse en interés común de un reino o de una ciudad. Así fue como las ciudades italianas se introdujeron en el comercio con Oriente y, una vez que lo controlaron, evitaron a toda costa que nadie les hiciese competencia. Incluso, cuando los intereses y monopolios de Venecia, Génova, Pisa, Florencia, Nápoles, Sicilia, etc., podían amenazarse entre sí, llegaba el enfrentamiento, seguido de la caída de una y el ascenso comercial de otra que se adueñaba de los mercados de la vencida. Además de especias, Asia ofrecía a Europa otros productos de lujo y refinamiento, como las sedas chinas, perlas y piedras preciosas. Asia fue convirtiéndose en un lugar de monarcas de ensueño, de reinos fabulosos repletos de oro, mucho oro, que contrastaba aún más con la pobreza agobiante de los pueblos occidentales. Europa, sus gustos y su comercio, dependía de chinos, tártaros, mongoles, turcos y árabes; demasiados pueblos condicionando la prosperidad de unos y los gustos de otros. La caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos, en 1453, y la dominación de Egipto (fundamentalmente de su ciudad de Alejandría) poco después, mostraron la vulnerabilidad del comercio cristiano cuando este dependía de una sola ruta. Convenía encontrar un camino nuevo para llegar a la India.
    Marco Polo:El Oriente, Marco Polo y otros relatos de viajeros A caballo entre la literatura y la experiencia directa, merece mención especial Marco Polo y su Libro de las cosas maravillosas. Todo empezó cuando este avispado veneciano, a los diecisiete años, emprendió un viaje a China acompañando a su padre Niccolo y a su tío Matteo. Habían dejado Venecia en 1271 para llegar tres años después a los dominios orientales del gran kan. Éste, Kublai Kan, complacido con la visita, recibió a los tres venecianos con grandes honores. Pronto el joven Marco Polo se ganó la confianza del gran kan, quien le nombró su secretario y más tarde gobernador de Yangzhou. Recorrió Marco Polo grandes extensiones de China siendo, por ello, su conocimiento muy directo y sus experiencias ricas. Tras diecisiete años de estancia, regresaron los tres viajeros, pisando al fin tierra veneciana en 1295. No faltaron en su famoso Libro páginas que ponderaban las riquezas de Oriente, la corte del gran kan, el Catay, las especias, las perlas, el preste Juan, el Cipango. Por la influencia ejercida en Cristóbal Colón y en el descubrimiento de América, será trascendental lo que diga del Cipango (Japón). Aunque señala que no estuvo en él, recoge y transmite las noticias que hablan de tan extraordinaria tierra, localizada tan sólo a 1.500 millas al este de la costa de China o Catay. Con ser tan escasa la distancia, ni siquiera Kublai Kan pudo conquistarla aunque lo intentó, y muy pocos eran los que la habían visitado. La riqueza que albergaba sobrepasaba, según los chinos, todo lo imaginado: oro, perlas y piedras preciosas en cantidades ingentes; muebles y techos del palacio imperial de oro macizo. Por todo esto, el Cipango será la gran obsesión colombina en 1492.

    El comercio de la seda:
    En la Antigüedad, la seda llega a Europa a través de la "Ruta de la Seda", que atraviesa Asia desde la China Interior dividiéndose después en dos rutas alternativas: la del Norte, que se dirige hacia Ferghana, en el actual territorio de Rusia; y la del Sur, hasta Bactria, en Afganistán. En el Imperio Romano, la seda es muy apreciada, llegando a existir decretos de limitar el uso por las damas. Mientras, en China se va perfeccionando el proceso de fabricación para mejorar la calidad de los tejidos. Algunos tejedores chinos son requeridos para enseñar su arte en otras tierras. Yue Huan y Luli pasan una temporada en Bagdad (752-762). A Bizancio, el Bombyx mori llega en tiempo de Justiniano, llevado por monjes sirios, que ocultan los gusanos en cañas de bambú. A través de los árabes, la sericultura llega a la Península Ibérica en el siglo X, pasando a Sicilia e Italia, donde Luca se convierte en el mayor centro de producción de seda. En los siglos XV y XVI, las sedas de China están integradas en el sistema de trueques que se desarrolla en torno a Malaca, puesto estratégico de unión entre Extremo Oriente, Insulindia, India y el Próximo Oriente. A la par que las porcelanas, las sedas forman parte de la carga de los juncos en tránsito por Malaca: piezas de satén, de damasco de flores (muy apreciado en Pegu), de brocado y de brocadillo. Cuando comienzan a frecuentar la costa de China y llegan a Japón, los portugueses se introducen en el comercio de la seda. Este es uno de los artículos más apreciados en Japón, siendo posible obtener con su venta la preciada plata japonesa, esencial para la adquisición de especias un poco por todo el Oriente. La seda es un eslabón más en la compleja red de intercambios que los portugueses tejen por todo el litoral asiático. Desde mediados del siglo XVI se vuelve habitual que las naos de la India traigan piezas de vestuario o seda en bruto vendidas a buen precio en Lisboa.

    Alimentos llegados a Europa desde América:
    Nuevos vegetales cambiaron la dieta de los españoles durante siglos. En algunos casos, como en el caso de las patatas o el tabaco, se puede hablar de cambio en los hábitos culturales.
    La patata fue al principio una comida exclusiva de pobres. Arraigó tan fuertemente en Europa que en época de malas cosechas llegó a causar la gran emigración irlandesa a Estados Unidos. La tortilla de patatas, fue inventada, según la tradición por una cocinera carlista. Según Corominas su nombre se debe a una confusión entre el nombre americano papa y la batata conocida por los españoles del siglo XVI.
    El maíz es una planta asociada a la divinidad. Los dioses mayas Tepeu, Gucumatz y Hurakán crearon al hombre con mazorcas de maíz y le dotaron, según el Popol Vuh, de carne e inteligencia. Los intentos anteriores con barro y madera fueron un fracaso.
    Del maguey, una planta de la familia de las amarilidáceas se aprovecha todo. Con las hojas se hacen cuerdas, con el jugo pulque, con las espinas, alfileres, y con la raíz, jabón. Los españoles se vieron sorprendidos por los puentes colgantes hechos con cuerda de pita. El más grande de ellos, al que dieron el nombre de San Luis Rey, medía cerca de 300 metros sin apoyos intermedios.

    El chocolate:
    Llamado por los aztecas chocahuatl, era consumido mezclado con licores.

    El cacao es una fruta menor que las almendras y más gruesa, la cual, tostada, no tiene mal sabor. Esta es tan preciada entre los indios y aun entre los españoles, que es uno de los ricos y gruesos tratos de la Nueva España, porque, como es fruta seca, guárdase sin dañarse largo tiempo, y traen navíos cargados de ella de la provincia de Guatimala, y este año pasado, un corsario inglés quemó en el puerto de Guatulco, de Nueva España, más de cien mil cargas de cacao. Sirve también de moneda, porque con cinco cacaos se compra una cosa, y con treinta otra, y con ciento otra, sin que haya contradicción, y usan dar de limosna estos cacaos a pobres que piden. El principal beneficio de este cacao es un brebaje que hacen que llaman chocolate, que es cosa loca lo que en aquella tierra le precian, y algunos que no están hechos a él les hace asco, porque tiene una espuma arriba y un borbollón como de heces, que cierto es menester mucho crédito para pasar con ello (...) con que convidan a os señores que vienen o pasan por su tierra, los indios y los españoles, y más las españolas hechas a la tierra, se mueren por el negro chocolate". (P.Joseph de Acosta. Historia natural y moral de las Indias)

    indígenas fumando hojas de tabaco El tabaco:
    El uso y consumo del tabaco fue descrito por primera vez durante el primer viaje de Colón. Ya desde su llegada a San Salvador, había observado a unos indígenas que llevaban unas hierbas que mascaban y que le ofrecían como cosa preciada; pero no fue hasta la llegada a Cuba cuando por primera vez vemos a los indios fumando tabaco, "mujeres y hombres con un tizón en la mano". Una costumbre a la que el almirante no pareció dar mayor importancia, como tampoco se la dio muchos años más tarde de Las Casas, que no comprendía el placer que podía proprcionar aquel cartucho:

    "Españoles conoscí yo en esta isla Española que los acostumbraron tomar, que siendo reprendidos por ello, diciéndoseles que aquello era vicio, respondían que no era en su mano dejallas; no sé qué sabor o provecho hallaban en ello". (fray Bartolomé de Las Casas)

    Llegado a Europa con Colón, su uso fue extendido por los marineros entre los pueblos portuarios de Europa. El consumo de tabaco en el s.XVII era propio del ejército y de tabernas, pero el de rapé en el siglo siguiente fue bien visto entre damas y caballeros. Su cultivo se extendió por Venezuela, Cuba, las Antillas francesa o inglesas, Luisiana y las colonias inglesas de Virginia y Maryland. Los países europeos convirtieron el tabaco en monopolio de la Corona ya que la demanda permitía elevados gravámenes. Cuba llegó a cubrir gran parte de las necesidades del monopolio español. La producción de las plantaciones de esclavos dificultó mucho la supervivencia de los pequeños terratenientes (1700).

    Colón en La Española durante su primer viaje:
    Se tomaron muestras de especias. Poco se parecían a las asiáticas pero, sin embargo, Colón acertó a cconsiderar algunas de ellas como objetos de comercio. Así, por ejemplo, el ají, "su pimienta" que, escribe "vale más que pimienta y toda la gente no come sin ella, que la halla muy sana; puédese cargar cincuenta caravelas cada año en aquella Española". Se trata de la guindilla, tal vez la más importante de las especias encontradas en este viaje. Pero también en Haití los españoles descubrieron el pimiento que describió el humanista Pedro Mártir de Anglería, gran amigo de Colón, tan pronto como lo vio: "trujeron de allí algunos granos rugosos de distinto color, más picantes que la pimienta caucásica, ramos secos cortados de los árboles, con la forma del cinamomo, aunque por el gusto, el olor, la corteza y la médula, parecen jenjibre picante". Junto a la guindilla y el pimiento, en estos días los europeos conocieron también el maíz, que Colón confundió en un primer momento con la cebada, os ajes y la yuca. Colón nunca vio patatas ni tomates, ya que no se producían ni en el Caribe ni en las costas de tierra firme que conoció. (Consuelo Varela)

    * El oro americano y africano

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  43. El oro americano:
    La explotación de varias minas permitió a Cortés los 2.000 ducados con que se organizó la conquista de Nueva España. En su reparto de tierras había dicho que no había llegado a La Española a labrar la tierra sino a buscar oro. Sabemos que desde 1503 hasta 1510 llegaron unos 5000 kilos de oro a Sevilla y más de 9000 entre 1511 y 1520, como cantidades legalmente transportadas según consta en los registros de la Casa de Contratación, conservados en el Archivo General de Indias. Si se añadiese el que llegó entre 1493 y 1502, y el que se trajo de contrabando, la cifra total desde 1493 hasta 1520 ascendería a unos 30.000 kilos.

    Cerro de Potosí. Agustín de Zárate Ubicación de las principales minas:
    Los yacimientos de Nueva España, de Nueva Granada y de Perú proporcionaron cantidades cuyas cuantías nos son conocidas gracias a recientes investigaciones, como las de Te Paske. Ya en el siglo XVIII, los yacimientos brasileños añadirán una importante corriente de oro del Nuevo al Viejo Mundo. Los yacimientos de plata se hallaron en Nueva España y se explotaron entre 1546 y 1556. Los más famosos son los de Zacatecas, Guanajuato, Pachuca, Real del Monte y Sombrerete. En algunos de ellos se alcanzará la máxima producción en el siglo XVIII. Las minas de Porco, lo mismo que otras que hallaron los castellanos en tierras de Perú, estaban abiertas, y a la vista las vetas de donde se sacaba el mineral. Las que se hallaron en el Cerro del Potosí fueron descubiertas en 1547. Comenzó la explotación, por su parte alta, en cinco vetas riquísimas. Fue tan grande su fama que "de todas partes comarcanas venían indios para sacar plata". El padre Acosta calculaba que en su tiempo se vendrían a sacar cada día "obra de treinta mil pesos". También se extraía plata "que no era marcada ni quintada", y que solía ser "toda la que andaba entre indios". Llega a la conclusión de que "el tercio de la riqueza del Potosí, si ya no era la mitad, no se manifestaba ni quintaba".

    Presentación: Polvo, pepitas y filones:
    Los alquimistas estuvieron durante siglos buscando sin conseguirlo la piedra filosofal que transformara los metales en oro. El oro se presenta en formaciones rocosas y en depósitos aluviales o placeres, que pueden ser de origen reciente y estar cerca de la superficie, o profundos y antiguos y hallarse cubiertos con rocas depositadas posteriormente. En los placeres, el oro metálico aparece mezclado con guijos, arena o arcilla, al haber sido transportado desde su lugar de origen por la acción del agua y depositado en su nuevo emplazamiento por acción mecánica, por deposición química o por una y otra. En los depósitos aluviales se presenta en fragmentos de tamaño variable desde el de partículas pulverulentas hasta el de grandes pepitas. Los depósitos auríferos que desencadenaron las riadas humanas hacia California, Australia y Alaska, eran aluviales, al igual que los yacimientos de los Urales en Siberia. En la más importante fuente de oro de Africa del Sur, que produce la mayor parte de las existencias mundiales de este metal, aparece formando venas o filones.

    Cantidades llevadas a Europa:
    Conocemos las cantidades de oro y plata llegadas a Sevilla desde 1503 hasta 1660 gracias a las investigaciones de Earl J. Hamilton. Llegaron, entre los años señalados, oro y plata por valor de unos 448 millones de pesos de 450 maravedíes. De esa cifra total, unos 330 millones correspondieron a particulares. El resto -117 millones, más de la cuarta parte-, a la Real Hacienda. Medida en peso, la cuantía de los metales preciosos que vinieron de América ascendió a unos 17 millones de kilos de plata y a 181.000 de oro (siempre entre 1503 y 1660).

    [...] Según Braudel, el almacenamiento de oro en Europa en 1500 vendría a ser de unas 5.000 toneladas. El de plata, de 60.000. El metal precioso de procedencia americana habría añadido 18.000 toneladas de plata y 200 de oro, entre 1500 y 1650. El almacenamiento inicial se habría duplicado sólo a comienzos de del siglo XIX al alcanzar la cifra de 160.000 toneladas de equivalente en plata. Las cantidades de metales preciosos llegados a Europa procedentes de América se acrecientan durante el siglo XVIII: al de las Indias españolas se sumó el oro brasileño de Minas Gerais. Aumentaron también las cantidades de oro extraídas tanto en Nueva España como en Nueva Granada. El oro obtenido en as Indias pasó de un valor medio anual de unos seis millones de pesos de 272 maravedíes en el siglo XVII a 22.468.000 entre 1701 y 1810 (como media anual).(Gonzalo Anes)

    Influencia sobre los precios en Europa:
    En Europa el oro y plata circularon en mayor cantidad a pesar de la parte empleada en la importación de productos del Oriente. Como ese aumento fue superior al de la producción de bienes y servicios, tendieron a aumentar los precios y los salarios, sobre todo en España.

    El oro viene ocupando un papel mítico en el desarrollo de la economía de cambio, desde hace ya varios milenios, constituyendo, por lo tanto el pivote fundamental de la vida comercial de los pueblos. Este papel, en el más estricto sentido de la palabra, se ha mantenido hasta la I Guerra Mundial en que prevalecía el sistema de patrón-oro o gold standard, que consistía en la convertibilidad total entre el oro y los billetes en circulación. En este sistema, el oro era el único medio de efectuar las liquidaciones entre los bancos centrales. Las entradas o salidas de oro repercutían en el equilibrio interno modificando la oferta monetaria y, consecuentemente, los precios, es decir, que al bajar los precios aumentaban las exportaciones y disminuían las importaciones y, al subir los precios, ocurría el fenómeno inverso. Al darse este hecho en todos los países, el equilibrio internacional tendía a restablecerse automáticamente. (J.Dorao)

    Hernán Cortes Cortés encuentra el oro de Moctezuma:
    Los españoles, mientras tanto, iban estudiando el terreno y pronto observaron que en una parte de los viejos muros de aquella estancia se veían huellas recientes de argamasa, y con la experiencia adquirida por muchos hallazgos sospecharon al punto que allí se ocultaba una puerta. Y aunque por el momento eran huéspedes del emperador, sin el menor escrúpulo de conciencia comenzaron a derribar el muro. Pronto descubrieron, en efecto, una puerta, que abrieron inmediatamente, y fueron en busca de Cortés. Cuando éste echó una mirada a la estancia recién abierta tuvo que cerrar los ojos. Se hallaba ante una sala llena de las más ricas telas, de joyas, de toda clase de enseres preciosos, y plata y oro, no solamente en objetos maravillosamente labrados, sino en lingotes. Bernal Díaz, el cronista, escribe: "Yo era muy joven y me parecía que todas las riquezas del mundo se hallaban en aquella estancia". Estaban ante el tesoro de Moctezuma; mejor dicho, el del padre de Moctezuma, aumentado por las adquisiciones del hijo. Cortés demostró gran inteligencia al ordenar que fuera tapada inmediatamente la puerta, pues él no se hacía ilusiones respecto a lo arriesgado de la situación.

    Llegada de Cortés a Veracruz [...] Cuando Cortés hubo hecho prisionero a Moctezuma, ya no vio motivo alguno que le impidiera tocar el tesoro. El infeliz emperador intentó conservar su dignidad manifestando que regalaba todo aquel tesoro al gran soberano de Cortés -a su Majestad hispana-, uniendo a ello el juramento de ser su fiel vasallo, cosa que no representaba gran mérito habida cuenta de su situación. Cortés mandó a trasladar el tesoro a una de las grandes salas, para valorarlo. Los españoles tuvieron que construir ellos mismos las balanzas y pesas, pues los aztecas, grandes matemáticos, no conocían los sistemas de peso ni el valor total. Y así hallaron que era de unos 162.000 pesos oro, suma que, según cálculo hecho el siglo pasado, equivalía a unos 6.300.000 dólares. En el siglo XVI era esto una cantidad tan fabulosa que podemos suponer con bastante fundamento que ningún soberano europeo tenía atesorada tal suma en aquella época. ¿Era extraño, pues, que los soldados se volvieran locos al calcular su participación proporcional?. Pero llegado este momento, Cortés se opuso a una participación igualitaria. ¿Era injusto? Por lo menos fue hábil. Desde luego, él había marchado a Ultramar por encargo de su Majestad el rey, que con razón tenía derecho a una participación; pero él, Cortés, había equipado los barcos con su dinero, contrayendo muchas deudas que un día tendría que pagar. Por eso, Cortés dispuso que una quinta parte del tesoro correspondería al rey de España, otra quinta parte a él; otra quinta parte la reservaba a Velázquez, como gobernador que era, y para aplacarlo, ya que no había obedecido sus órdenes, huyendo de su jurisdicción con todos los barcos; otra quinta parte, para los caballeros, artilleros, arcabuceros, ballesteros y la guarnición que había dejado en la costa de Veracruz. Quedaba, pues, una quinta parte para repartirla entre los soldados, a cada uno de los cuales tocaba 100 pesos oro. ¿Aquello era una miseria para lo que habían hecho, una limosna para quienes habían contemplado todo el tesoro! (C.W.Ceram. Dioses, tumbas y sabios)

    La flota refugiada en Rande (1702):
    El traslado de la plata. Por Manuel Touron Yebra:
    El 27 de septiembre de 1702, cinco días después de que fondeara en la Ría de Vigo la flota procedente de Nueva España, el Consejo de Indias expedía unas detalladas y precisas instrucciones sobre la forma en que se debería desembarcar la plata que en ella venía y las estrictas comprobaciones que deberían hacer el Príncipe de Barbanzón, el conde de Chateaurenaud y los Diputados del Comercio de Sevilla. Esta decisión del Consejo, que se producía ya con un cierto retraso, estaba inspirada en las recomendaciones que Barbanzón había formulado a la reina, temeroso de un ataque enemigo y sin querer aceptar la gran responsabilidad que suponía decidir por su cuenta la descarga de la plata. Con la autorización real y conociendo que el Consejo de Indias había comisionado al consejero don Juan de Larrea para que supervisara la operación y dispusiera lo que creyera conveniente, el mismo 27 de septiembre, Barbanzón comunicó al Reino y especialmente a la provincia de Tuy, que de inmediato se iniciaría el desembarco de la plata y ordenó la comparecencia en Redondela, punto de descarga, de quinientos carros para transportar la plata, pues los anteriores ya estaban cargados, por lo que no tendrían detención alguna y además recibirían por adelantado la paga de un ducado por legua. Estas actuaciones de Barbanzón, plenamente documentadas, concuerdan con la cronología recogida en el Memorial enviado al rey después de la batalla y que, en definitiva, viene a confirmar que en el momento del ataque enemigo se había logrado desembarcar la mayor parte de la plata y algunos géneros, pero la mayoría de éstos se encontraban aún en los galeones y su pérdida fue inevitable. En realidad, y pese a que Barbanzón había informado a don Juan de Larrea el 14 de octubre que toda la plata estaba desembarcada (probablemente el príncipe estaba convencido de ello), la situación era muy distinta a causa del fraude que existía en el comercio de Indias. La actuación de Larrea durante la batalla así lo confirma:

    ... ynmediatamente que vi este funesto suceso (el ataque enemigo) que dista desde la parte que sucedió aun no quarto de legua a Redondela donde me hallava travaxe con incesante desvelo aque saliese de ella la plata que de diferentes particulares se sacaron de las naos pocas oras antes de su fatal paradero, y en medio de la confusión, griterío y lamentos que se experimentavan por todas sus calles, conseguí se librase toda la mayor parte de ella y que se conduxese aun Monasterio de Religiosos Bernardos llamado Melón,

    Un posterior informe del consejero de Indias incide en las mismas cuestiones: ... ordenó este General (Chateaurenaud) se quemasen todos los navíos, como se efectuó, excepto algunos, que por haverles faltado las minas de la polvora no se prendieron, con que lograron los contrarios hazer buena presa en grana, algún dinero y plata labrada... Parece evidente que, en contra del informe oficial, el día 23 de octubre quedaba en los galeones un importante cargamento de géneros y una cantidad de plata difícilmente calculable. El primer problema que se presenta a la hora de estudiar las cantidades que se salvaron, se hundieron o fueron capturadas por ingleses y holandeses de la flota de don Manuel de Velasco, es el desconocimiento de la suma total de valores embarcados en Veracruz, y aunque esta cifra se hubiera conocido, habría que aceptarla con las naturales reservas que imponía el habitual fraude. El hecho de que la flota viniera esta vez escoltada por una escuadra francesa favorecía considerablemente esta situación, ya que se podía embarcar plata y oro en los navíos franceses sin pagar los derechos reales ni los de travesía. Ingleses y holandeses, una vez que abandonaron Vigo, demostraron un enorme interés en que se conociera su victoria y la importancia del tesoro capturado, especialmente los ingleses, muy interesados en acallar las protestas que los excesivos gastos de la expedición habían hecho surgir en Inglaterra. Se gloriaron aquellos que el valor de lo apresado subía a la suma de cuatro millones de pesos; más de ocho es cierto que perdió el Comercio de Cádiz, donde quedaban ocultamente incluidos los mismos enemigos, y así, no era todo ajeno lo que tomaron y echaron a perder. Ciertamente, la idea que apunta el marqués de San Felipe era una sospecha que ya antes del ataque a la flota tomaba cuerpo en la corte.

    Teniendo noticias fijas de que la flota de Nueba España que ha llegado a sigo, vienen grandes cantidades pertenecientes a ingleses y olandeses de géneros que embarcaron en ella, y siendo conbeniente que se haga represalia en estos efectos en la forma que dispone el huso de la Guerra, Mando al Consejo de Indias me informe de las penas que le pareze deben imponerse en el Vando que se huviere de publicar para su aberiguación â más delas ordinarias dispuestas por las Leyes...

    Era entonces habitual que las dos potencias marítimas, imposibilitadas de comerciar directamente con los territorios americanos de la Corona de España, lo hicieran a través de otras personas y esta situación, conocida o sospechada por las autoridades, se favorecería por la impunidad que ofrecían las ciudades de Cádiz y Sevilla, receptoras y controladoras de las flotas que llegaban de Indias. Si los ingleses y holandeses capturaron en Vigo siete u ocho millones de pesos como manifestaron (cifra superior a la estimada posteriormente por el rey) hay que considerar que las dos terceras partes de estas cifras pertenecían a mercaderes de las mismas nacionalidades, con lo que los aprehensores arruinaron a sus propios compatriotas. El Consejo de Indias conocía la cifra que venía consignada a la Real Hacienda, como lo demuestra el hecho de que en el estado final de cuentas que se realizará en Segovia en 1703, se detalle esta cifra exactamente, además, era preciso conocer dicha cifra para poder afirmar, como lo hace don Juan de Larrea, que la plata perteneciente a la Corona se recuperó en su totalidad y se remitió a la corte. Lo que desconocía el Consejo (al menos en noviembre de 1702) era la plata consignada a particulares y, probablemente, nunca llegó a conocer con exactitud tal cifra, pese a los intentos realizados para ello. Don Manuel de Velasco apunta la cantidad de 3.650 cajones de plata que transportaron sus buques. En cuanto al valor de cada cajón, es el mismo Velasco el que advierte de la posibilidad de un cargamento adicional fraudulento:

    Sr. mio en carta de 21 del pasado que acaba de resevir me expresa V.S. que deseando la Reina Nuestra Señora saber el caudal poco más o menos que bino en la flota i lo que de él puede pertenesser a Ingleses i Olandeses... debo desir a V.S. que en quanto a lo primero se ofreze la dificultad deque abra cajones que traigan a tres mil pesos muchos a quatro i alguno que passe de seis... y en quanto al segundo punto puedo asegurar a V.S. la imposibilidad de aberiguarlo ique siempre se ahallado esta misma en otras ocasiones...

    Aunque haya que considerar las siguientes manifestaciones con ciertas reservas, que vendrían impuestas por la ausencia en la documentación consultada de otras referencias que permitirían contrastar su veracidad, el embajador de España en Portugal apunta una posible clave para desentrañar el problema del fraude:

    Por su leal vassallo de V. Mag. he entendido como en la flota presente hay un gran fraude a su parezer y en los Reales Haveres de V. Mag. asigurándome que los más caxones que vienen reputados a tres mil pessos, trahen tres mil doblones de a ocho, por ser igual su bulto y pesso y estar confiados los comerciantes de no ser registrados en virtud de los privilegios y merzedes que estan concedidas a la Casa de Contratazión y Comercio...

    3.650 cajones a 3.000 pesos de plata cada uno, arrojan una cifra de 10.950.000,-- pesos. Si la mayoría de esos cajones transportan 3.000 doblones de a ocho, equivalentes cada uno a algo más de cinco pesos de plata, la cifra total se puede elevar a una cantidad enormemente superior. Finalmente, el total de caudales transportados por la flota se estimó en 13.639.230,-- pesos de plata, de los cuales 6.994.293,- fueron directamente a las arcas reales, convirtiendo a Felipe V en el primer monarca español que recibió una suma tan elevada de América, aunque fuera perjudicando a los comerciantes sevillanos y gaditanos o a los que en su nombre realizaban en realidad los negocios. La cifra total estimada no aclara sino el destino de los caudales controlados por don Juan de Larrea y transportados desde Galicia, en sucesivas etapas, hasta el alcázar de Segovia, pero sin ninguna pista que indique el montante de lo capturado por el enemigo y lo que pudo hundirse en la Ría, sin olvidar lo que pudo escapar de Galicia y situarse a salvo del control del consejero de Indias, parte que no debe desdeñarse ya que existen pruebas de esta circulación fraudulenta. En relación con los posibles caudales hundidos es preciso reseñar que después de la batalla, y tanto por parte de los enemigos como por parte española, se buceó en los pecios, extrayendo diferentes cantidades de plata y géneros que aún no había corrompido el agua. A lo largo de los siglos XVIII, XIX e incluso en el XX, continuaron las exploraciones submarinas de los galeones de Rande; algunas, como la de Alejandro Goubert en 1728, la de Juan Antonio Rivero en 1732 y la de M. Isaac Dickson en 1825, con resultados un tanto decepcionantes; otras, como la de Hípólito Magen, con más éxito, pero sin que lo extraído justifique de ninguna forma las enormes inversiones efectuadas y el empeño de los más adelantados medios técnicos del momento. Pese a todo, la leyenda continúa aún en nuestros días y será difícil para cualquier estudioso del tema apartar de su imaginación esos supuestos tesoros que yacen enterrados en el fango de la ensenada de San Simón. (Manuel Touron Yebra)

    * Búsqueda portuguesa de oro | La flota de Indias | Bolivia | Patrón-oro

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  44. Inicios navegación exploratoria europea:
    La navegación en el Mediterráneo El navío que surcó el Mediterráneo entre los siglos XIII y XV podía ser clasificado en dos grandes grupos: la galera y el velero. La galera tenía movilidad, rapidez, manejabilidad y estilización de línea, pero un inconveniente grande: escasa capacidad de carga. El velero, por su parte, era poco manejable, lento, grande y amazacotado, pero muy apto para el transporte. La galera derivaba de las antiguas griegas y romanas, alcanzando su perfección durante los siglos XIV y XV. Su punto débil era el motor, pues se servía de los remos como medio de propulsión. Era una obra maestra de estilización y ligereza. Embarcación muy larga, estrecha y baja, cumplía perfectamente ante el suave oleaje del Mediterráneo. Las particularidades del comercio y movimiento por este mar, con su navegación de cabotaje, es decir, a vista siempre de costa, y con vientos variables, escalas continuas y frecuentes maniobras justificaban el éxito de la galera y el papel primordial del remo.

    Miniatura del Códice Durán, autor de Historias destas Indias y las Yslas y Tierra Firme del Mar Oçeano. Biblioteca Nacional, Madrid El velero o navío redondo estaba movido por el viento, sin apenas libertad de maniobra, expuesto al ataque de los piratas, macizo y con una lentitud extrema. En torno al siglo XIII se le incorporó lo que puede calificarse como gran innovación: el timón de codaste, que para unos llegó de China, conocido mil años antes, y para otros del Báltico. El velero podía así ser gobernado. En el Mediterráneo penetró ya durante el siglo XIV. Otros aspectos que se debía modificar y perfeccionar eran los mástiles y la vela. Los mástiles, andando el tiempo, pasaron de uno a tres o cuatro; y las velas triangulares que se fueron incorporando se empleaban fundamentalmente para las maniobras.

    Navegación comercial:
    Los productos que desde Italia llegaban al norte de Europa utilizaban principalmente la ruta terrestre hasta comienzos del siglo XIV, en que Castilla, tras dominar el estrecho de Gibraltar y eliminar el control musulmán, lo abrió a la navegación y comercio de las flotas mediterráneas. El mar tenía sobre la tierra la gran ventaja de evitar intermediarios y aduanas que encarecían los productos. Lentamente, pero de forma inexorable, el Mediterráneo basculaba hacia el Atlántico.

    Puerto de Nápoles Génova fue la primera, y a remolque suyo fueron venecianos y catalanoaragoneses. Era la antesala de los grandes descubrimientos oceánicos. Las primeras tentativas europeas por llegar a Oriente a través del Océano fracasaron por demasiado prematuras. Datan de finales del siglo XIII. Las protagonizaron genoveses y catalanes a partir de 1291, cuando la expansión musulmana amenazaba con obstruir el comercio oriental del Mediterráneo. En ese año Génova organizó, con dos de sus buenos marinos, los hermanos Ugolino y Vadino Vivaldi, una expedición de dos galeras cuyo propósito era llegar a la India costeando África, pero fracasó. Los catalanes, en 1346, tuvieron un sueño parecido. Jaume Ferrer traspasó, al parecer, el cabo Bojador y, al poco, la sombra se cierne sobre este viaje.

    Desarrollo de la Cartografía:
    Debido al auge de la navegación y del comercio se fue desarrollando la cartografía, de ahí que las grandes potencias comerciales fueran a la vez las de mayor desarrollo cartográfico. El portulano (carta náutica de navegación medieval) nació antes del año 1300 y fue empleado por todos los navegantes del Mediterráneo y más tarde del Atlántico hasta el siglo XVI. Su representación cartográfica no tenía en cuenta las graduaciones de longitud y latitud; tenía dibujada una extensa tela de araña constituida por vientos o rumbos de colores. Solía llevar pintada también la rosa de los vientos, con diecisiete o treinta y dos clases. El norte se marcaba con una flor de lis. Reflejaba con sumo detalle la configuración de las costas y no faltaban adornos, como banderas, reyes o animales. A principios del siglo XIV, la Europa mediterránea conocía ya la teoría, aun cuando precisaba experimentar y perfeccionar algo su técnica. Lo que retrasó todavía cien años la apertura del Atlántico fue la escasa necesidad de tener que encontrar una vía alternativa para llegar a Oriente. La caída de Constantinopla en 1453 y la amenaza otomana pusieron al descubierto esa urgencia. El océano, Portugal y Castilla Antes de que el océano Atlántico abriera sus puertas, era cosa sabida, desde el punto de vista académico, que la tierra era esférica. Tal creencia no admitía discusión ni entre expertos, ni entre simples aficionados a la geografía, cosmografía o astronomía. Sin embargo, conocer la configuración del globo terráqueo, su distribución de tierras y mares, además de las dimensiones de océanos y continentes, estaba precisando la experiencia de los grandes descubridores españoles y portugueses. Más allá de los pequeños espacios costeros, el océano se hacía impenetrable y desconocido para el hombre medieval. Leyendas y supersticiones lo habían poblado de animales fantásticos, agresivos y tenaces que defendían aquel mar tenebroso. Los reinos ibéricos de Portugal y Castilla serían los encargados de desvelar los misterios del Atlántico durante el siglo XV. La vocación marinera de Portugal nació cuando las rutas comerciales entre el Mediterráneo y el mar del Norte convirtieron a este reino en escala de las flotas, y a Lisboa en un punto de encuentro. Cerrado su proceso de reconquista de territorios a los musulmanes, todos ansiaban nuevas tierras, principalmente tropicales, y nuevos mercados, como el ventajoso del norte de África. La nobleza también compartía este espíritu de expansión. Búsqueda de esclavos, oro sudanés y trigo del Magreb fueron preocupaciones comunes a reyes, caballeros y burguesía. También contaba el afán religioso de lucha contra el islam y la posibilidad de ascenso social por méritos de espada. Castilla, desde el siglo XIII, vivió otro momento decisivo. Con la conquista del valle del Guadalquivir y el dominio del golfo de Cádiz, el mar cobró protagonismo. En Cádiz, Sevilla y en los puertos costeros hasta la desembocadura del Tinto y el Odiel, se afincó una nutrida colonia genovesa, dedicada al comercio y vinculada a sus naturales. La misma nobleza, fuerte y rica, participó en actividades marítimas sin considerarlas deshonrosas. Los reyes castellanos hicieron pronto suya la inquietud por el mar: protegieron la construcción naval, apoyaron la creación de atarazanas y astilleros y concedieron fueros y privilegios a las ciudades del litoral. De esta manera, fue creciendo el potencial naval castellano y su utilidad, tanto en la paz como en la guerra.

    Navegación de altura:
    En contraste con la navegación de cabotaje propia del Mediterráneo, en que un marinero almorzaba en un puerto y cenaba en otro, navegando siempre cerca de tierra, los viajes de altura eran lo contrario: muchos días, a veces hasta meses, sin pisar tierra, y comiendo la mejor de las veces bajo un balanceo monótono. Esta fue la manera frecuente de navegar por el Atlántico y en la que portugueses y castellanos serían maestros. Por ello, los grandes viajes descubridores partieron de sus puertos. Para adentrarse en el océano y practicar una navegación de altura con ciertas garantías, fue muy conveniente poder disponer, en primer lugar, de una embarcación resistente al oleaje, fuerte y bravo, del Atlántico, ya que ni servían las galeras movidas a remo, de bajo bordo y excesiva tripulación, ni tampoco los veleros redondos, lentos y poco manejables; la solución ideal sería la carabela. En segundo lugar, se hizo necesario estudiar y conocer las condiciones físicas del mar, los vientos y corrientes que reinaban en cada lugar para aprovecharlos al máximo y marcar las rutas más favorables. Por último, resultó imprescindible manejar todo tipo de instrumentos que ayudasen a orientarse en medio del ancho mar, localizar con la máxima precisión las tierras que se iban descubriendo y asegurar el regreso a los puertos de origen.

    Carabela latina s.XV La Carabela:
    La carabela nació, y no por azar, en la península Ibérica, punto de confluencia de la técnica del Norte: barco redondo, pesado, robusto y de gran porte; y la del Mediterráneo, donde predominaba el navío ligero, largo y maniobrero (la galera). Es posible que sus creadores fueran los portugueses. Carabelas semejantes a las que surcarían las rutas de América empezaron a navegar hacia 1440, una vez descubierto el cabo Bojador y la corriente de las islas Canarias. La primera innovación que presenta es que se trataba de un velero largo, de ahí su velocidad y manejabilidad. Tenía una proporción entre eslora (longitud de la nave sobre la principal cubierta) y manga (anchura mayor de un barco) de 3,3 a 3,8. Su casco era muy resistente y apto para la violencia del océano Atlántico. Una segunda característica se refiere al velamen. Lo desarrolló mucho: aumentó los mástiles y empleaba indistintamente la vela cuadrada y triangular o latina, con lo que ganó fuerza motriz y capacidad de maniobra. Desde que se inventó la carabela, las únicas innovaciones hechas durante casi trescientos años se refieren sólo al perfeccionamiento del velamen. Fue lo más rápido que surcó las grandes rutas y únicamente quedó desplazada por la llegada del vapor. La capacidad de carga variaba bastante. Las más utilizadas durante los siglos XV y XVI oscilaban entre 60 y 100 toneladas. Entre 15 y 30 tripulantes eran suficientes para gobernar el barco, y algunos más si iban en misión de descubierta.

    Vientos y corrientes del Atlántico:
    Para cualquier navegante portugués o español que surcara el océano Atlántico en una embarcación impulsada por el viento, conocer las zonas propicias o contrarias del mar, era garantía de éxito. En el Atlántico, lo mismo que en los demás grandes océanos, vientos y corrientes desarrollan un movimiento giratorio constante a modo de gigantescos torbellinos, quedando en el centro de los mismos una zona de calmas, inestabilidades y vientos variables nada propicios a la navegación. Desde el ecuador al paralelo 60 de latitud N (casi hasta Islandia) la situación, en síntesis, es ésta: los vientos que soplan del Oeste llegan a la península Ibérica y toman dirección sur, bordeando África; a la altura de las Canarias se dirigen hacia el Oeste (alisios); llegan a las costas americanas; penetran en el golfo de México, y de ahí toman dirección Norte (costa de América del Norte) para marchar poco después hacia el Este y llegar a Europa, iniciándose de nuevo el mismo proceso. Con las corrientes sucede algo parecido: desde Cabo Verde, siguiendo los alisios, caminan hacia el oeste; bordean la costa de América del Sur; llegan a las Antillas y penetran en el golfo de México; desde ahí salen por Florida y las Bahamas, tomando dirección Este (corriente del Golfo), para llegar a las Azores y Portugal; una parte se desplazará hacia el norte de Europa, y otra hacia el sur de Portugal, siguiendo la costa africana y adoptando el nombre de corriente de las Canarias. En el centro de este gigantesco remolino, cuyos bordes se extienden desde Azores y Canarias hasta las Antillas, se encuentra una zona de calmas y vientos variables muy difícil para la navegación. La mayor parte de esa elipse es lo que forma el mar de los Sargazos, inmenso prado de algas con una extensión semejante a la que ocupa Europa. Estas plantas no miden más allá de medio metro de altura y, por lo general, no son un obstáculo para embarcaciones medianas. Pueden resultar peligrosos algunos parajes en que se acumulan en exceso y frenan, especialmente, a pequeños navíos. Quizá en esto se asienta la leyenda medieval de monstruos con tentáculos atrapando embarcaciones y engulléndolas.

    Orientación en alta mar:
    Cualquier navegante responsable que se alejara de la costa y se adentrara en mares desconocidos debía saber siempre, aunque sólo fuera aproximadamente, dónde se encontraba y cuál era su situación. Durante la segunda mitad del siglo XV, la navegación de altura, basada en la orientación de un navío según la posición de los astros, todavía resultaba muy difícil debido a la escasa preparación matemática de los navegantes, y también por la dificultad de emplear en los navíos ciertos aparatos que requerían quietud absoluta para ser exactos. Por ello, se puede decir que la mayor precisión llegaba tras observaciones desde tierra y por hombres teóricos y científicamente preparados. Lo frecuente y normal en esta época era navegar 'a la estima', es decir, anotar el rumbo y fijar su posición en unas cartas de marear o mapas marítimos dibujados sobre pergamino. Estas cartas reflejaban con bastante precisión los accidentes geográficos y partiendo de ellas un navegante marcaba la ruta estimada a seguir. Utilizando la brújula y sobre todo el cuadrante, debía encontrar la latitud adecuada y mantenerse en ella. Cuando recorría costas nuevas, tomaba la latitud en tierra y la reflejaba en el mapa para que en lo sucesivo otros pudieran estimar su ruta con exactitud. Un buen piloto, mezcla de experiencia y sentido de la orientación, era capaz de estimar su rumbo con una precisión sorprendente. No solía equivocarse más de un cinco por ciento en travesías largas, salvo que sufriera alguna tormenta y se despistara. Y llegaba a calcular a ojo la velocidad de un navío con sólo mirar las burbujas de la estela, las algas flotando inmóviles, o la costa que divisaba a lo lejos. Todo piloto que se lanzara a expediciones mar adentro, solía ocuparse de que no faltaran en su barco algunos instrumentos como la brújula marina, consistente en una aguja magnética depositada en una pequeña caja que flotaba sobre el agua y volvía siempre su punta hacia el norte. También solía utilizar el cuadrante común, para obtener la latitud. Menos frecuente era el uso del astrolabio y la ballestilla, también para la latitud. Tablas y almanaques, la sonda y la ampolleta o reloj de arena tampoco faltaban. Con esto y un sentido especial de la orientación, estos hombres surcaron los mares con bastante seguridad y éxito.

    Infante D.Henrique Enrique el Navegante:
    Los descubrimientos del Atlántico A principios del siglo XV, don Enrique el Navegante, hijo tercero del rey don Juan I de Portugal y gran maestre de la Orden de Cristo, una mezcla de místico y aventurero, hizo del océano su feudo y proyectó llegar a la India (Asia) siguiendo la ruta africana, es decir, circunvalando África, que se suponía abierta al sur. Dicen que para más tarde quedaría la exploración del océano Atlántico por el Oeste (la ruta que siguió Colón). Lo imaginó como una empresa exclusivamente lusitana y no regateó ni esfuerzos ni dinero para conseguirlo. La conquista de Ceuta, en 1415, significaba participar en la ruta económica del estrecho de Gibraltar y en el comercio de oro y esclavos del norte de África, además de ser el comienzo de la gran aventura oceánica.

    Primera etapa: Las islas: Para dirigir más de cerca este gran sueño, don Enrique el Navegante abandonó Lisboa en 1438 y montó su cuartel general en el promontorio de Sagres, junto al cabo de San Vicente, donde fundó un gran centro de investigación náutica, único en su tiempo. Allí reunió a sabios de distintos lugares, los cuales, complementados de forma práctica con los navegantes de los puertos cercanos, hicieron progresar la ciencia de navegar. Los archipiélagos de Canarias, Madeira y Azores, conocidos desde la antigüedad y redescubiertos a mediados del siglo XIV (1341-1342) fueron conquistados y colonizados definitivamente entre 1420 y 1450. El infante don Enrique pretendió el control exclusivo sobre estos archipiélagos. No tuvo ningún problema con Madeira y Azores, mas no así con Canarias, pretendidas y defendidas por Castilla. La rivalidad entre Portugal y Castilla por el archipiélago canario originó la intervención papal, en forma de arbitraje, con las bulas Romanus Pontifex (1455), del papa Nicolás V, y un año después la Inter Caetera, del papa Calixto III. Estos documentos, precedente claro de las Bulas Alejandrinas recibidas por los Reyes Católicos españoles tras el descubrimiento de América, concedían a Castilla las Canarias, a cambio de reservarse Portugal la exclusiva sobre la costa africana desde el cabo Bojador hasta el sur. Para los navegantes portugueses y andaluces del golfo de Cádiz, tener que frecuentar esta zona de vientos variables, tempestades frecuentes y aguas revueltas, iba a resultar la mejor escuela de aprendizaje para la navegación de altura y escala para futuras expediciones. En lo comercial, estas islas, sobre todo Madeira, fueron grandes productores de caña de azúcar.

    Golfo de Guinea Segunda etapa:
    Guinea: Se conocía por Guinea toda la zona situada al sur del cabo Bojador o cabo del Miedo. Más allá de ese promontorio escarpado y difícil y puerta del mar Tenebroso se multiplicaban las leyendas y las supersticiones del océano. En 1434, Gil Eanes salvó esa barrera y comprobó que la ida era fácil y rápida aprovechando la corriente de las Canarias que corre hacia el sur lamiendo la costa. Sin embargo, la 'volta',o el regreso, sólo era factible penetrando en el océano y, desde ahí, en navegación de altura, dibujando un gran arco hasta llegar a Portugal. Gil Eanes acababa, no sólo de salvar ese obstáculo natural, sino también de enseñar la ruta que debían seguir las expediciones futuras. En 1441 los portugueses llegaban a cabo Blanco y aparecían las primeras carabelas; dos años después, levantaban una factoría comercial en Arguim, y en 1444 recorrieron la desembocadura del río Senegal o río del Oro. Guinea, tal como la entendían los portugueses, empezaba aquí. A la factoría de Arguim llegaba el oro en polvo del Sudán, mientras en la costa del Senegal empezaron a capturarse los primeros esclavos negros. Poco después, se descubrió Cabo Verde (1445), río Gambia (1446) y probablemente, hacia 1460, Pedro de Sintra recorrió la actual costa de Sierra Leona. Tras la muerte de Enrique el Navegante en 1460, se abría un periodo de dudas, hasta que la corona portuguesa convirtió las expediciones atlánticas en empresas de Estado. La Casa da Guiné, es decir, todo lo relativo al comercio y navegación africanos, fue trasladada de Lagos, puerto cercano a Sagres, a Lisboa. Durante los años que siguen, se recorrieron las islas de Cabo Verde (1461-1462), la costa de la Malagueta y la denominada Costa de Marfil (1470), la región de Costa de Oro (1472), para adentrarse en la gran curva del golfo de Guinea y penetrar hasta unos 4º en el hemisferio sur. Durante estos años, los navegantes entraron en contacto con las calmas ecuatoriales (el pot au noir de los franceses o el doldrums de los ingleses), verdadera amenaza para un velero.

    Tercera etapa:
    El sur de África: En 1474 el entonces príncipe y más tarde rey Juan II de Portugal quedó encargado de los asuntos del mar. Tras hacer suyas las ideas de su tío Enrique, impulsó los descubrimientos bajo un estricto monopolio estatal. Construyó en 1482 la fortaleza de San Jorge de la Mina, en plena Costa de Oro, hacia donde fue desviado casi todo el comercio de la región. El oro en polvo del Sudán, que antes terminaba en las ciudades costeras del Mediterráneo, ahora tomó rumbo al Atlántico, por lo que las rutas del Sahara sufrieron un golpe de muerte. Lo mismo cabría decir de los esclavos negros y de algunas especias baratas. Todas estas riquezas costearían las navegaciones portuguesas. En la primavera de 1482, Diogo Cao dirigía una primera expedición (1482-1484) que alcanzó los 13º de latitud S mientras que la segunda (1485-1486), tras reconocer la desembocadura del Congo, llegaba a los 21º de latitud S. Para el éxito total en África, sólo faltaba que Bartolomeu Dias descubriera en 1487 el cabo de las Tormentas, así bautizado por Dias en recuerdo de la tormenta sufrida al sobrepasar el extremo sur de África. El nombre no gustó al rey Juan II, quien acuñó el de cabo de Buena Esperanza, más político y atractivo para las muchas embarcaciones que en lo sucesivo habrían de cruzarlo camino de la India. Dicho éxito fue muy celebrado en Lisboa, especialmente por todos aquellos que habían defendido siempre que para llegar a la India la ruta mejor y más fácil pasaba por costear África. Atravesar el océano siguiendo la ruta del poniente estaba reservado a un navegante como Cristóbal Colón, que por esas fechas trataba de convencer a los Reyes Católicos de que su plan era factible. Muchos puertos andaluces y portugueses, después de la larga experiencia oceánica, estaban preparados, no es exagerado decir que los mejor preparados de toda Europa, para hacer la travesía atlántica más gloriosa y trascendental de la historia: el descubrimiento de América, también conocido como el encuentro de dos mundos.
    Autor: | Extraído de: www.multired.com/ambiente/dimarmar

    * Escuela de Sagres | Reyes Católicos | Especias | Cartografía | Fernando Poo

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  45. VIDEOS DE LA SEMANA SANTA EN EL PUERTO DE LA CRUZ


    http://es.youtube.com/watch?v=Mt-uwWNPxGI

    http://es.youtube.com/watch?v=SLB8zTAOlu0&feature=related

    Procesión del Gran Poder de Dios de Puerto de la Cruz, 2008.

    http://es.youtube.com/watch?v=MEXof3t9eGs

    31 de agosto de 2008 6:48
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    Blogger Antonio Dorta dijo...

    VIDEOS DE LA PROCESIÓN DE LA VIRGEN DEL CARMEN DEL PUERTO DE LA CRUZ


    http://es.youtube.com/results?search_query=VIRGEN+DEL+CARMEN+%22PUERTO+DE+LA+CRUZ%22&search_type=&aq=f

    31 de agosto de 2008 6:48

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