RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

jueves, 28 de agosto de 2008

NOTAS ANTROPOLÓGICAS

Es muy probable que este joven no sea en realidad un auténtico campesino. Para empezar,
su rostro no presenta las huellas que, por lo general, dejan las jornadas de duro trabajo a la intemperie. Lo que si me atrevo a asegurar es que es canario.
Y se corresponde con esa tipología de canarios cuyos ojos suelen ser de color claro abiertos sobre la piel morena de un rostro de connotaciones similares a las ya comentadas.
Es curioso comprobar el asombroso parecido entre este joven y el de la siguiente fotografía

9 comentarios:

  1. DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (y IX)



    Kebehi Benchomo





    A pesar de su intensa labor sacerdotal, don Florentín nunca abandonó el cuidado de las considerables propiedades agrícolas que poseía en el Valle. Además, figuró entre los accionistas que costearon los trabajos de explotación y conducción de las aguas del Barranco del Río, de la que poseía 12 horas, según el permiso concedido por el Cabildo general de la isla, en virtud de la sentencia pronunciada el 11 de marzo de 1803 por el alcalde mayor de la Ciudad de La Laguna , y Real Provisión expedida por la Audiencia Territorial.



    Por otro lado, don Florentín solicitó y obtuvo los títulos de ministro calificador y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, con los que ya figuraba a partir de 1809; continuaba en ellos en 1817 y los ostentó hasta la abolición de esta polémica institución.



    La gran edificación, caridad cristiana, paz y demás bellas cualidades que adornaban al Sr. Núñez, con las que había llevado debidamente el laborioso ministerio parroquial durante 25 años, le constituyeron en una de las personalidades más relevantes de Tenerife en su época. Sus méritos le fueron reconocidos al crearse el Obispado Nivariense, según Bula de erección otorgada por el Papa Pío VII el 1 de febrero de 1818, señalando por sede episcopal la parroquia de Ntra. Sra. de los Remedios, en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Según la mencionada Bula, las rentas de la Mesa Capitular se dividirían en 33 prebendas o raciones, las cuales habrían de repartirse: una ración con 1/4 de otra ración a cada dignidad; otra ración a cada uno de los canonicatos; 3/4 partes de otra ración a cada racionero entero; y la mitad de otra ración a cada uno de los medio-racioneros. Ante esta tentadora oferta de puestos importantes y bien remunerados, muchos eclesiásticos canarios aspiraron a colocarse en ellos, y comenzaron a dirigir rápidamente sus súplicas y méritos a Su Majestad el Rey don Fernando VII, quien probablemente las pasó a manos de su confesor, el ilustre lagunero don Cristóbal Bencomo, ya porque en todas épocas ha sido peculiar de los directores del Monarca inclinar el ánimo del Rey para las colocaciones eclesiásticas en los sujetos de quienes tienen mejor conocimiento e informes, ya con más razón cuando el mencionado confesor, como hijo de Tenerife, tenía y podía tener exacto conocimiento del clero canario.



    Para ocupar una de las prebendas vacantes se comenzó a pensar con insistencia en don Florentín Núñez y Torres, a quien otros clérigos y personalidades militares y civiles lograron convencer para que enviase al Rey la "Relación de los títulos, méritos y servicios" que poseía; a pesar de que éste no tenía muchos deseos de separarse del pueblo en el que había nacido, vivido y trabajado durante toda su vida. Una vez estudiados les diferentes memoriales que llegaron a sus manos, don Cristóbal Bencomo propuso al Rey, en escrito de 17 de julio de 1819, se dignara nombrar entre los individuos que debían componer el nuevo Cabildo de Tenerife a don Florentín Núñez, beneficiado de Güímar, como segundo canónigo. El Rey aceptó en todas sus partes la propuesta de su confesor, y por Real Decreto Auxiliatorio de 18 de agosto de 1819 confirmó la creación de la nueva Diócesis, dotando el culto de su catedral y al personal de la misma, que estaría compuesto por 32 personas: seis dignidades, diez canónigos, ocho racioneros y ocho medio-racioneros. En virtud de este Real Decreto don Florentín fue elegido y presentado como segundo canónigo de la Santa Iglesia Catedral, pero dejándole en libertad de admitir o no su prebenda.



    Nuestro biografiado aceptó con orgullo el nombramiento y el 21 de diciembre de ese mismo año 1819, ante el obispo auxiliar de Tenerife don Vicente Román Linares, tomó posesión de su cargo junto a los otros 19 miembros que constituyeron el primer Cabildo Catedral de Tenerife; entre éstos se encontraban otros dos güimareros: don Isidro Quintero y Acosta, que recibió la prebenda de racionero, y don Juan de Castro y Baute, que mereció la de medio-racionero. En el solemne acto, el notario público y de la Comisión Apostólica leyó la Real Orden de 31 de agosto en donde se designaban por S.M. los señores agraciados con las prebendas, terminado lo cual, puestos todos de rodillas ante el citado obispo auxiliar de Tenerife, se procedió a la Protestación de la Fé y colación canónica, concluida la cual, pasaron los miembros del Cabildo al coro, en donde el dicho notario fue dando a cada uno la posesión de su silla, -guardando en ella el orden de antigüedad con arreglo al nombramiento o presentación de S.M. de 31 de agosto ya citado. Una vez terminado pacíficamente el acto de posesión, hizo el citado obispo una breve felicitación a todo el Cuerpo en general y a cada uno de sus individuos en particular, recibiendo luego un abrazo de cada uno de los agraciados, entre los que se encontraba nuestro personaje. A continuación se celebró misa Pontifical, presidida por el predicho obispo Román Linares, y se cantó solemnemente la tercia, revistiéndose de diáconos cantores los señores canónigos más antiguos, don Agustín Rodríguez de Salazar y Trujillo y don Florentín Núñez; en todo el acto estuvo presente el Ayuntamiento y las tres comunidades religiosas mendicantes de la ciudad, que también tomaron parte en la suntuosa procesión que se efectuó luego por las calles de La Laguna , con la Virgen de los Remedios, San Fernando y Santa Isabel.



    Todos los pueblos, corporaciones y párrocos de la isla se apresuraron a felicitar al nuevo Cabildo Catedral; sin embargo, no faltaron algunos que, naturalmente resentidos por no haber sido colocados en el número de los agraciados en dignidades, canónigos, racioneros o medio-racioneros, trataron de rebajar para con el público el mérito de cada uno de los posesionados. Contra aquellos fue bastante sentencia y ejecutoria en favor de éstos la felicitación del M.I. Ayuntamiento:



    (...) las circunstancias recomendables de todos los beneméritos individuos de este muy respetable Cabildo Eclesiástico es el complemento de todo nuestro honor; de toda nuestra fortuna, y de nuestras más lisonjeras esperanzas (...) Sus largas y penosas tareas en el Ministerio Parroquial, su conducta siempre arreglada, laboriosa y notoriamente ejemplar; su saber y la modestia de que están adornados, es, y ha sido también una de las principales y más sobresalientes virtudes atendiendo a las que el Rey (...), se dignó dar a cada uno de sus constituyentes el justo premio que les era debido.



    A esta manifestación se unió la arenga con que una diputación del convento de Padres Dominicos de La Laguna felicitó el día 18 de enero de 1820 al Ilustre Cabildo Eclesiástico en su instalación, que forma parte del expediente de creación del Obispado, que se conserva en la Biblioteca Universitaria de La Laguna : (...) S.I. se compone de sujetos que después de haber apacentado con celo y caridad las almas en diferentes Parroquias, han sido áncoras firmísimas de la paz en la antigua Catedral; (...) y ofrece a la nueva Diócesis un complejo de méritos y virtudes que no solamente le dan seguridad de obtener los buenos efectos que debe prometerse viendo el exacto cumplimiento de todos sus oficios, si no que la sirve de modelo y de ejemplos para que arreglen todos su conducta.



    Quedaba así reflejada la opinión que del Sr. Núñez, como de todos los que componían el nuevo Cabildo Catedral, existía por aquel entonces en la ciudad de los Adelantados y en la isla entera.



    Al obtener don Florentín la Canonjía con que lo agració S.M., se vio obligado a renunciar al Beneficio que con tanto celo había desempeñado, dejando a su feligresía llena de consternación al perder a un insustituible párroco. Desde el 21 de diciembre se encargó del servicio parroquial de San Pedro el presbítero don José Bernardo Carrillo, hasta que el 1 de enero de 1820 tomó posesión como beneficiado servidor el presbítero

    don Antonio Rodríguez Torres, cura propio de Arafo y sobrino del canónigo que nos ocupa.



    Por razón de su nuevo cargo, el Sr. Núñez pasó a residir a La Laguna , estableciéndose en la Calle Herradores ; con él se trasladaron a dicha ciudad sus sobrinos, el ya presbítero don Agustín Díaz Núñez y los hermanos menores de éste, don Pedro, que falleció poco después como minorista, y don Juan, que años más tarde se licenció en Derecho y desempeñó entre otros, los cargos de secretario de cámara del Obispado y decano del Colegio de Abogados de La Laguna.



    El l0 de enero de 1820 el provisor y vicario capitular del Obispado concedió licencias por tiempo de su voluntad a nuestro canónigo, para que pudiese celebrar el Santo Sacrificio de la Misa , predicar el Santo Evangelio, confesar a personas de ambos sexos y religiosas de ambas filiaciones, absolver de los pecados reservados "a su Sría.", aplicar la indulgencia plenaria a los moribundos y habilitar a los incestuosos para el uso del matrimonio. En estas múltiples tareas ocupó don Florentín el corto período que permaneció en tan importante cargo; a ellas tenía que añadir las asignadas por el propio Cabildo Catedral, asistiendo siempre a las juntas que éste celebraba y firmando sus actas y acuerdos junto a don Agustín Salazar, por ser los dos canónigos más antiguos de la corporación.



    En la madrugada del 27 de febrero de 1821, cuando tan sólo había transcurrido poco más de un año desde su toma de posesión, el canónigo don Florentín Núñez y Torres falleció en su domicilio de La Laguna , siendo el primer prebendado de La Santa Iglesia Catedral que moría en su cargo desde su creación; contaba 59 años de edad y había recibido los Santos Sacramentos, pero no había testado. Casi dos días después, el 28 de febrero, se le hicieron los oficios de cuerpo presente en dicha catedral por el lltmo. Cabildo, acompañado de numerosos feligreses y vecinos de Güímar, que se habían desplazado con tal motivo hasta la ciudad; una vez concluido el funeral se le llevó con solemne aparato hasta el campo santo, situado en los extramuros de la ciudad, donde se le dio sepultura como canónigo a la puerta de la capilla de dicho cementerio, donde aún se conserva la lápida. Ese mismo día se celebró un oficio mayor fúnebre por su alma en la parroquia de San Juan Degollado de Arafo, repitiéndose al día siguiente, ambos de obsequio por su sobrino el párroco don Antonio Rodríguez Torres. En su pueblo natal también se celebraron varios oficios, que fueron cantados por la Hermandad del Santísimo Rosario, a la que pertenecía; y por último, al cumplirse el mes de su fallecimiento, se celebraron nuevas misas en su recuerdo en La Laguna , Güímar y en el Convento Real de Candelaria. Su canonjía vacante fue ocupada el 18 de abril de 1825 por su paisano don Isidro Quintero y Acosta.



    2.- DOÑA MARÍA NÚÑEZ TORRES, que concluye la línea.



    3.- DOÑA FRANCISCA NÚÑEZ TORRES

    Nació en Güímar el l0 de octubre de 1770, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por don José Fernández Camillón, "Beneficiado propio desta Parroquia y de Sta Ana de Candelaria"; se le pusieron los nombres "Francisca Dionicia" y fue su padrino don Agustín Antonio Núñez, por entonces clérigo diácono; tenía "oleo y chrisma".



    IX.-DOÑA MARÍA NÚÑEZ TORRES (1767-1852)

    Nació en Güímar el 20 de septiembre de 1767, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro por Fray Pedro Núñez, " Prior del Conv'o de Sto Domingo de dicho lugar", con licencia del beneficiado de dicha parroquia y de la de Santa Ana de Candelaria don José Fernández Camillón; se le pusieron los nombres "María Eustaquia" y fue su padrino el alférez don Bartolomé Delgado Mexías, natural y vecino del Lugar de Arico en el Pago de Fasnia.



    Como ya hemos visto l40, el ll de mayo de 1795 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con don Vicente Díaz Montijo (o Díaz López, o de Medina Montijo), quien falleció el 2 de abril de 1828, a los 66 años de edad. Al quedar viuda, el 19 de ese mismo mes de abril fue recibida como hermana de la Hermandad del Santísimo Rosario, creada en el convento dominico de la localidad.



    Según el padrón parroquial de 1829 doña María Núñez vivía en la casa nº 175 de Güímar, en el "barranco y vera de los Canales", ya figuraba como viuda y con 62 años; le acompañaban cuatro de sus hijos: don Modesto (de 29 años), doña Juliana (de 25), don Juan (de 23) y don Gregorio (de" 20 años); en la casa contigua nº 174 vivía su hijo mayor, el beneficiado Díaz Núñez, de 33 años. En el padrón vecinal de 1847 doña María continuaba empadronada en Güímar, en compañía de dos de sus hijos: don Agustín, de 51 años y "Ve. Bdo.", y don Modesto, de 47, soltero y "com'e;". En el padrón parroquial de 1850 figuraba domiciliada en la casa nº 156 de la "Calle y Vera de los Canales", con 84 años y en compañía de su hijo Modesto, de 50 años; en la casa contigua, nº 157 vivía don Agustín Díaz Núñez, de 54 años.



    Doña María Núñez Torres murió en su domicilio güimarero del barrio de Chacaica el 22 de febrero de 1852, a los 86 años de edad; al día siguiente se celebró el funeral en la iglesia de San Pedro ya continuación recibió sepultura en el cementerio de la localidad.



    En el momento de su muerte continuaba viuda de don Vicente Díaz López. Había testado ante el escribano público de la Villa de Santa Cruz don Manuel del Castillo y Espinosa, nombrando albaceas a sus hijos, don Agustín y don Modesto Díaz Núñez; además dejó una tercera parte de su casa, con su huerta inmediata, para los gastos de su funeral y misas, dividiendo el resto del edificio entre dos hijos, el ya mencionado don Modesto y don .Juan Díaz Núñez.



    El l0 de mayo de 1852 se abrió su testamento, a solicitud de su hijo don Juan Díaz Núñez.





    NOTA:

    140 Véase el final de la rama paterna [VIII]



    Abril de 2008.



    Fuente consultada:



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:47
    Antonio Dorta dijo...

    Amor entre guanches de hoy

    Una pareja canaria decide casarse por el rito aborigen y pretende que la boda se considere como legal

    Estamos enamorados y, por eso, nos hemos casado. La boda fue una declaración de amor en público". José Tomás Bethencourt Benitez resume así su decisión de contraer matrimonio con María Espinosa Díaz.

    El amor y la rebeldía movieron a estos dos "guanches de hoy", como ellos mismos se definen, a casarse en la Cueva Santa de Añaco en Candelaria hace dos semanas. En su boda no hubo ni vestido blanco ni anillos ni marcha nupcial, ni siquiera tarta de varios pisos, pues contrajeron matrimonio con un rescatado rito guanche.

    Los novios, José Tomás y María, en su proceso de retomar las costumbres guanches, han decidido, también, iniciar los trámites para cambiarse el nombre: él se llamará Rukaden y ella, María Acerina. Aseguran que esta es su forma de volver a unas tradiciones que "se interrumpieron por la colonización extranjera". Además, insisten en que es un modo de rebelarse contra unas leyes que consideran injustas, "obsoletas, decimonónicas e inhumanas", impuestas tanto por la Iglesia como por el Estado.

    Las miradas de complicidad entre Rukaden y Acerina desvelan que llevan varios años enamorados. Él es profesor de Psicología de la Universidad de La Laguna y ella es educadora social. Insisten en que, además del amor que les une, tienen razones "ideológicas, políticas y culturales" para casarse como lo hacían los antiguos pobladores de la Isla. Creen que, tras ellos, muchas parejas decidirán casarse de esta manera pues "ya hay muchas personas que nos han comentado que celebrarán las bodas de oro o los bautizos de sus hijos por ritos guanches", cuenta Acerina unos días después del acontecimiento. "Este pueblo merece el rescate de sus tradiciones y yo pediría a los doctos y a las doctas que nos den clases de estas tradiciones para poder hacer uso de ellas", asegura María Acerina.

    Los, ahora, marido y mujer decidieron casarse "para hacer público nuestro amor", cuenta Rukaben y añade que eligieron esta curiosa fórmula "porque no queríamos someternos ni a la Iglesia ni a los jueces". Ambos habían tenido experiencias negativas por la intervención pública en sus anteriores matrimonios y querían consolidar su amor por un rito "más libre" en el que sí creyesen.

    En el rito guanche, la unidad de matrimonio se simboliza con el gánigo (recipiente de barro) que la esposa recibe en la ceremonia. Para deshacer el matrimonio basta reunir al consejo y romper físicamente ese gánigo.

    Nada en este casamiento ha sido casual. "Elegimos la cueva Santa de Añaco para casarnos porque era un convento de harimaguadas, es decir, de sacerdotisas guanches, es un lugar en el que se respira una gran espiritualidad", apuntan y añaden que "incluso los peregrinos que iban hacia la Basílica de Candelaria se paraban aquí a rezar".

    Para utilizar este lugar, "nos pusimos en contacto por escrito invitando a los miembros del Ayuntamiento de Candelaria a la boda y nos respondieron que nos brindaban todo su apoyo", relatan.

    Después, se pusieron en contacto con entendidos en el rescate de las tradiciones precoloniales canarias para que les instruyesen en cómo oficiar el rito. "Además de consultar bibliografía, nos dirigimos a los que han trabajado en este asunto. El fundador de la asociación Chesserkem de Chasna, Francisco Peraza, y el promotor de la asociación Kebehi, Eduardo Pedro García, fueron los que nos explicaron lo que teníamos que hacer y además fueron los celebrantes de la boda", cuentan.

    El elemento ideológico del acontecimiento lo explica Rukaben: "tengo 46 años y como canario, a medida que voy avanzando y voy teniendo datos de la historia de Canarias, me doy cuenta de que la Conquista fue un elemento brutal que influyó hasta en la psicología de este pueblo que siempre fue noble y no entendió el engaño". Con esta boda quieren, también, "revindicar el honor del pueblo guanche".

    La familia de ambos no se sorprendió demasiado al conocer la noticia de la boda y el cómo se iba a celebrar, "acudieron todos, incluso personas muy religiosas que se comportaron con un gran respeto por nuestra decisión", explica Acerina.

    En el cortejo nupcial participaron alrededor de veinte personas que también iban ataviadas con las ropas que, "perfectamente documentadas", utilizaban los guanches para estas ocasiones especiales. Los trajes de los novios reproducían los de los guanches y sus caras estaban adornadas con tatuajes hechos con savia de drago. Durante la bajada del barranco, el sonido de las chácaras sobrecogía a los participantes.

    Todos los derechos

    El rito guanche no está reconocido por las leyes españolas como una forma legal de contraer matrimonio. Sin embargo, la pareja formada por José Tomás Bethencourt Benítez y María Espinosa Díaz pretende usar todas las vías legales que estén en su mano para que su matrimonio, celebrado hace dos semanas en una cueva del municipio de Candelaria, se reconozca legalmente.

    La pareja asegura que, aunque no reconozca al Estado español como suyo "sí que pagamos impuestos en este sistema y, por lo tanto, tenemos derecho a recibir las contraprestaciones que tienen el resto de matrimonios como, por ejemplo, las pensiones". En este sentido, anuncian que sus abogados ya trabajan para lograr un reconocimiento tal y como ocurrió con una mujer gitana que había enviudado y cuyo matrimonio se produjo por un rito tampoco reconocido y que "al final, tras un juicio, tuvieron que pagarle la pensión de viudedad no como pareja de hecho sino como esposa".

    Explican que en la misma boda pasaron un documento a los invitados en el que se exponía que habían sido testigo del enlace. Este documento puede servir para las futuras acciones judiciales, "vamos a pleitear simplemente para que se sepa que hay otras fórmulas de contraer matrimonio además de las establecidas por el Estado". Con este acto, los novios quieren animar a otras parejas que tengan un sentimiento similar al suyo a casarse por un rito "que nos robaron los colonizadores", recalcan.
    28 de agosto de 2008 10:48
    Antonio Dorta dijo...

    ACTO COLECTIVO DE BAUTIZO POR EL RITO GUANCHE

    Guaire Adarguma Anez’ Ram n Yghasen*

    Hace más de quinientos años fuimos desposeídos de nuestra tierra, nuestra cultura, nuestra libertad y nuestra religión. Hoy en pleno siglo XXI y por medio de los más sofisticados medios de comunicación y con métodos más sutiles, el invasor impone cada vez más su aculturación y cada vez son más los incautos canarios que caen en sus redes, cada vez son más los canarios que se van desenraizando, creyéndose más cosmopolitas simplemente porque se lo inculca la propaganda oficial del sistema colonial, así seremos cada vez menos canarios y más europeos, es decir, más sumisos y explotables, más conformistas e ignorantes de nuestra autentica realidad sociopolítica.

    Ya es hora de que rescatemos lo que nos fue usurpado por la fuerza de las armas y que el invasor lleva usufrutándo para su exclusivo beneficio desde hace más de quinientos años, ayudado por unos viles canarios de servicio. Ya es hora de que los canarios retomemos nuestra libertad de conciencia, nuestra economía, nuestra ancestral cultura y nuestra religión.

    Aquella mañana del 18 de Magek amaneció plácida, Magek fue misericordioso y se abstuvo de dejar caer el rigor habitual por estas fechas de sus rayos. El genio del viento surgiendo del mar, quiso sumarse a los actos y nos envolvió con una suave brisa que hacía mucho más agradable el suave calor que surgía de las arenas de la playa de Chimisay.

    En torno a las 11 de tan espléndida mañana fueron llegando los catecúmenos, los músicos y los invitados. En el aire flotaba un ambiente especial, se estaba produciendo el encuentro entre hermanos, un encuentro entre vivos y muertos o mejor dicho, un encuentro entre espíritus vivo y espíritus muertos, pues es indudable que los espíritus de nuestros ancestros estaban compartiendo con nosotros aquellos momentos especiales en que un grupo de hermanos iban a tomar un nombre totalmente acorde con nuestra ascendencia, nuestra cultura y nuestros antepasados.

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    Sobre las doce, un grupo compacto compuesto por niños, mujeres y hombres, estábamos preparados y dispuestos para dirigirnos al encuentro del agua purificadora. El cortejo lo abrieron dos niños de seis años quienes portaban senda hojas de palma, a continuación iban el Guadameñe, las Maguadas y el Kanku, acto seguido los músicos y a continuación los catecúmenos y los invitados. Al son del Tajaraste dirigimos nuestros pasos hacía la playa, desde el borde del agua el kanku hermano Yunes fue llamando por sus antiguos nombres y por el actual

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    a los neófitos, quienes eran recibidos dentro del agua por las Maguadas, hermanas Guajara Ayt Moneiba y Acerina Ayt Anaga Ayt Benahuare, quienes tras pronunciar el rito para el bautizo guanche procedieron a sumergir en el agua por tres veces a los bautizados, con este rito, los hermanos/as quedan liberados de anteriores ataduras morales y espirituales, impuestas a la fuerza por una religión foránea, toman nuevo nombre y adquieren nueva vida espiritual al ser recibidos en el seno de la Diosa-Madre Chaxiraxi.

    Los sonidos del Tajaraste envolvían el aire y sus ecos viajaron por el éter hacía las lomas que abrazan el Sagrado Valle de Güímar, mientras, en las húmedas y negras arenas de la playa el genio de los vientos creaba millares de curiosas formas que a mí se me antojaron que eran las huellas que dejaban los millares de pies de los espíritus de nuestros antepasados que no pudiendo sustraerse a los mágicos sones del Tajaraste, decidieron bailar con y para nosotros en tan memorable día, ¿fue tan sólo un pensamiento o quizás fue realidad? Porque sí el flujo y reflujo de las olas mantenía húmeda las arenas ¿cómo podía una leve brisa crear tan fantasticas formas en la arena?

    Conforme iban terminando las oblaciones los bautizados se dirigieron al pequeño altar dedicado la Diosa-Madre Chaxiraxi montado en el lugar y donde el Guadameñe procedía a la imposición de manos a los bautizados y daba la bienvenida a nuestra comunidad en nombre de la Diosa.

    Terminada la ceremonia de imposición de nombre guanches, se procedió a la consagración de las nuevas Maguadas y Kankus de nuestra iglesia, en esta ocasión les fue impuesto el Guatimac símbolo de su condición de Sacerdotes y Sacerdotisas de la Diosa-Madre Chaxiraxi a los siguientes hemanos: Altakay Ayt Adarguma, Nuhazet Ait Aridani, Acerina Ayt Anaga Ayt Benahuare, Nayra Ayt Benahuare, Tagorero Ayt Yunes, Romar Ay Benahuare y Benehuya Ayt Aridani.

    A continuación las nuevas sacerdotisas procedieron a la ofrenda a la Madre-Tierra de la leche la miel y el gofio. Acto seguido se procedió a la comida de hermandad, la cual fue sustanciosa gracias a la generosidad mostrada por nuestros hermanos, y como no, regada con un excelente vino de la tierra.

    Los hijos del Sol que abrazaron nombres guanches son los siguientes:

    Nuhazet Ayt Aridani (Alias: Nahuazet)

    Altakay Ayt Adarguma (Alias: Yusef)

    Tagorero Ayt Yunes (Alias: Francisco)

    Benehuya Ayt Aridani (Alias: Santiago)

    Guajara Ayt Moneiba (Alias: Fina)

    Romar Ayt Benahuare (Alias: Romar)

    Uli-Daren Ayt Taoro (Alias: Emiliano)

    Mayantigo Ayt Adarguma (Alias: Karím)

    Nayra Ayt Benahuare (Alias: Nayra)

    Texenery (Alias: Beatriz)

    Idir (Alias: Juan)

    Tamanegt (Alias: Gloria)

    Acerina Ayt Anaga Ayt Benahuare (Alias: María)

    ¡Loada sea la Diosa-Madre Chaxiraxi!

    Chinet, 19 n Magek n 4º akano n tallit taynayt tagmacet.

    (Tenerife, 19 de septiembre de 2004 del calendario occidental)

    *Guadameñe. Iglesia del Pueblo Guanche
    28 de agosto de 2008 10:50
    Antonio Dorta dijo...

    IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE
    (en reconstrucción)

    COMUNICADO

    Acto colectivo de imposición de nombres ancestrales canarios por el rito Guanche

    Nos congratulamos en comunicar a nuestros hermanos, y al pueblo canario en general, que el próximo sábado, 18 de septiembre, tendrá lugar un acto colectivo de imposición de nombres ancestrales canarios por el rito Guanche.

    El acto tendrá lugar en la Sagrada Playa de Chimisay (El Socorro) en Güímar, isla de Tenerife, a las doce (12) del medio día. Concluido el acto compartiremos la comida de hermandad consistente en las viandas y bebidas que entre todos aportemos.

    Sí deseas más información puede solicitarla al correo electrónico benchomo@terra.es donde le atenderemos con sumo gusto.

    Canarias, 8 de septiembre de 2004.

    Nota: El lugar de reunión esta previsto en la Calle Barranquillo o Piedra Estila Nº 40, desde allí iremos hasta el Pozo de la Virgen donde tendrá lugar la ceremonia. Se accede a esta calle por el frente de la iglesia del Socorro.

    RITUAL PARA IMPOSICIÓN DE NOMBRES POR EL RITO GUANCHE

    HERMANO..................................(AQUÍ EL NOMBRE DEL CATECÙMENO) BIEN VENIDO AL SENO DE LA DIOSA-MADRE CHAXIRXI Y AL ENCUENTRO CON LOS ESPÍRITUS DE NUESTROS ANTEPASADOS. QUE TU VIDA SEA LARGA Y PRÓSPERA GUIADA POR MAGEK, Y TUS DESCENDIENTES TANTOS COMO ESTRELLAS CREÓ NUESTRA DIOSA-MADRE CHAXIRAXI.. (A CONTINUACIÓN LA MAGUADA SUMERGERÁ POR TRES VECES AL NEÓFITO EN EL AGUA)

    ORGANIZACIÓN

    La comitiva se organizará en un punto a determinar desde donde se dirigirá al lugar del bautizo en el siguiente orden:

    En primer lugar y a cierta distancia de la comitiva, irá un guerrero tocando el bucio, mediante el cual anuncia el acontecimiento.

    Abrirá la marcha de la comitiva una niña y un niño (o jóvenes) portando una hoja de palma cada uno, a continuación e inmediatamente detrás irán el Guadameñe, el Kanku y las dos Maguadas, éstas portarán en sus cabezas una corona de flores naturales. A continuación lo harán los músicos quienes irán tocando el Tajaraste.

    Acto seguido lo harán los neófitos, éstos portarán una rama verde de laurisilva, y, seguidamente, lo harán los invitados, los cuales también podrán portar una rama si lo desean.

    Una vez que los tomadores del nuevo nombre guanche salgan del agua se dirigirán al altar de campaña donde el Guadameñe procederá a uncirlos con la Sal de la Vida, y procediendo a la imposición de manos.

    Una vez concluida la ceremonia de la imposición de manos, se procederá a la consagración de las nuevas/os Maguadas y Kankus Sacerdotisas y Sacerdotes)

    Finalizada la Consagración de los nuevos Sacerdotes y Maguadas, éstos procederán a la ofrenda a la Madre Tierra, de la leche, la miel y el gofio.

    Acto seguido, el Kanku hermano Rukaden procederá a la lectura de un tema en torno a las Diosas Vírgenes Negras.

    A continuación tendremos una comida de hermandad compuesta de las viandas y bebidas que cada uno buenamente podamos aportar.

    Recomendaciones:

    Aconsejamos que las mujeres que van a tomar el bautizo vayan provista de bañador o vestido apropiado para introducirse en el agua.

    Los hombres también deberán ir provistos de bañador o pantalón corto.

    Aconsejamos asistir provistos de sombrero o gorra.

    ¡QUE LA PAZ DE CHAXIRAXI MORE EN SUS ESPÍRITUS!

    Chinet, Chivisay 18 n Magek n 4 akano n tallit taynayt tagwancet

    (=Tenerife, Chivisay 18 de Septiembre de 2004 del calendario occidental)

    http://www.canariastelecom.com/personales/benchomo/imposicionnombres2004.htm
    28 de agosto de 2008 10:51
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS CANARIOS Y EUROPEOS (IV)



    Kebehi Benchomo



    --

    --Villa de Candelaria ------------------------------------------------------Chimaje (El Escobonal) en 1930



    E) Don Francisco Pérez Delgado.

    El 15 de enero de 1676 se unió en matrimonio en la iglesia de San Pedro a doña Águeda Albertos Rodríguez Cartaya, hija de don Juan Rodríguez Cartaya y de doña Luisa Albertos; los casó y veló el Br. Don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güimar y Candelaria; fueron sus padrinos el alférez don Francisco Fernández y doña María Ramos, y actuaron como testigos don Miguel González y don Francisco Ximénez, y otros muchos vecinos de dicho lugar.De este enlace nacieron seis hijos: Doña María (1675), casada en 1704 con don Domingo Antón; don Juan (1677); don Baltasar (1680); doña Luisa (1682), esposa desde 1712 de don Matías Romano; don Francisco (1684); y doña Águeda (1686), que casó en 1713 con don Matías Romano. Viudo de doña Agueda Albertos, el 8 de octubre de 1688 don Francisco contrajo segundas nupcias en la misma parroquia de Güimar con doña María Mateo Hernández de Ledesma, hija de don Mateo Hemández y de doña Juana de Ledesma; los casó y veló Fray Pedro Sánchez del Castillo, "de la horden de predicadores y Parrocho Servidor de dha parroquia y su partido por su Yllmu."; actuaron como padrinos don Ambrosio [ilegible] y doña Isabel Truxillo, su mujer, vecinos de Candelaria, y como testigos don Juan de Campos, don Lázaro Ramos y don Francisco García, vecinos de dicho lugar.



    Frutos de este segundo matrimonio fueron otros seis hijos: Don Juan (1689), que casó en primeras con doña Manuela Romano y en segundas con doña Lorenza Texera, en 1749; don Manuel Pérez Delgado (1691), que alcanzó el empleo de ayudante de Milicias, casó en 1719 con doña María Jacinta Marrero; doña Águeda Pérez (1694); don Domingo (1698); don Gaspar Pérez Delgado (1701-1764), que casó con doña Josefa de Medina Beltrán y falleció viudo sin sucesión, dejando dos misas perpetuas en la iglesia de San Pedro; y don Domingo Pérez Delgado (1703), casado dos veces en Candelaria, la primera en 1732 con doña María Viscayno Melchora y, una vez viudo, en 1745 con doña Josefa Rodríguez Pérez.



    Don Francisco Pérez Delgado fue sepultado en el convento de Santo Domingo de Güimar el 31 de julio de 1734, a los 58 años de edad; había testado y dejado 10 misas rezadas por su alma, 5 de las cuales se habían de decir en la parroquia por los capellanes y otras 5 en el convento por los religiosos; a su sepelio asistió el beneficiado con capa e hizo tres pausas por la calle; también le acompañaron tres capellanes (Xíménez, Núñez y Dávila) y la comunidad del citado convento, quienes celebraron misa en las tres funciones de entierro, honras y cabo de año. Le sobrevivió doña María Mateo, quien falleció en 1749.



    F) Doña Inés

    Nació en Güimar en 1650, siendo bautizada el 1 de mayo de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Inés" y fueron sus padrinos don Juan Martín Bencomo y doña Ana Cecilia, vecinos de dicho lugar.



    G) Doña Catalina (Pérez) Gaspar

    Nació en Güimar en 1652, siendo bautizada el 27 de octubre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Lcdo. don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Catalina" y fueron sus padrinos don Matías Bello y doña Luisa María, de la misma vecindad.



    El 16 de septiembre de 1674 se unió en matrimonio con don Francisco Ximénez, hijo de don Cristóbal Ximénez y de doña María Francisca; los casó el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Beneficiado interino de las parroquia les de Sor. San Pedro de Guimar y Sto. Ana de Candelaria"; actuaron como padrinos don Luís Delgado y doña Celosa Delgado, y como testigos el alférez don Luís Díaz, don Juan Rodríguez Mallorquín, don Benito Díaz y otros muchos vecinos de dicho lugar. Procrearon cinco hijos: Don Juan Ximénez (1677), que casó en 1703 con doña Luisa Albertos; don Francisco (16]9), casado hacia 1704 con doña María Texera Pérez; don Cristóbal (1682); doña Gaspara ? (1685); y doña María Ximénez, que casó en 1716 con don Francisco González Andrés.



    H) Doña Ana

    Nació en Güimar en 1655, siendo bautizada el 20 de febrero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Lcdo. don Gonzalo Rodríguez Coello, beneficiado de dicho lugar y de Candelaria; se le puso por nombre "Ana" y fueron sus padrinos don Juan Gaspar Delgado y doña Francisca Gerónima, vecinos de dicho lugar.



    I) Don Pascual Pérez

    Nació en Güimar en 1657, siendo bautizado el 15 de abril de dicho año en la iglesia de San Pedro por don Sebastián Rodríguez, "Cura y Bdo. Destas paroquias del Sor. San Pedro de Guimar y Sta. Anna de Candelaria"; se le puso por nombre "Pascual" y fueron sus padrinos don Diego Benítez y doña Catalina de San Juan, de la misma vecindad.



    El 22 de diciembre de 1658 se le puso el óleo y crisma por el Br. don Diego Martín de Barrios. Hacia 1697 contrajo matrimonio con doña Juana Díaz Delgado, naciendo de esta unión cuatro hijos, bautizados en Güimar: Don Juan Pérez (1698); doña María Delgado Pérez (1701), casada en 1737 con don Juan Ximénez; don Diego Pérez (1704); y doña Francisca Pérez Díaz (1705).



    II) Doña Luisa Agustina Delgado Pérez

    Nació en Güimar en 1659, siendo bautizada e126 de agosto de dicho año por el Ledo. don Diego Martín de Barrios, beneficiado de dicho lugar y de Candelaria; se le puso por nombre "Luisa" y fueron sus padrinos don Diego Díaz y doña Catalina Delgado, vecinos de dicho lugar.



    Hacia 1683 contrajo matrimonio con don Felipe Rodríguez de Fleytas Truxillo, hijo de don Simón Rodríguez y de doña Ángela de Mesa. Tuvieron nueve hijos, bautizados en Güimar: Don Simón (1684); don Simón (1686); doña Ángela Rodríguez (o de Mesa) (1688-1729), casada en 1716 con don Juan Gaspar Manero "del Mocanal'; don Juan (1691), esposo desde 1719 de doña María de Viera; don Asencio (1693); doña María (1695), casada en 1724 con don Pedro de Morales; don Domingo (1697); don Manuel (1700); y doña Sebastiana (1702).



    K) Doña María Candelaria Pérez (o Delgado)

    Nació en Güimar en 1662, siendo bautizada el 14 de septiembre, de dicho año por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Juan de Arrosa y, doña Francisca Rodríguez.



    El 13 de marzo de 1689 se casó en la iglesia de San Pedro con don Nicolás de Arrosa, hijo de don Juan de Arrosa y de doña Leonor de Fleitas, por entonces difunta; celebró la ceremonia el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güimar y Candelaria; actuaron como padrinos don Francisco Pérez Delgado y doña María Delgado, y como testigos don Alexandro López, don Salvador Pérez y don Miguel González, vecinos de dicho lugar. No tuvieron descendencia.



    Una vez viudo, don Nicolás contrajo segundas nupcias hacia 1694 con doña María Marrero.



    5.- ALFÉREZ DON LUÍS DÍAZ, que sigue la línea.



    6.- DOÑA MARÍA DELGADO

    Nació en Güimar. El 20 de diciembre de 1648 se unió en matrimonio en Güimar a don Diego Francisco Benítez, hijo de don Marcial Fariña y de doña Isabel Francisca Viscayno ; los casó el Br. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de dicha parroquial y de la de Candelaria; actuaron como padrinos don Francisco Díaz y doña María Perera, y como testigos don Luís Díaz, don [ilegible] Díaz, don Juan Pestano y otros muchos "Vs. del Beneficio". Se velaron en la misma iglesia de San Pedro el 21 de enero de 1649.



    Procrearon dos hijos:



    A) Doña Catalina Delgado

    Nació en Güimar en 1644, siendo bautizada el 3 de julio de 4icho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; fue su padrino el reverendo padre Fray Juan Méndez, "prior del convento Real de Candelaria".



    Hacia 1660 casó con don Pedro Díaz Gonzalo, hijo de don Gonzalo Díaz y de doña Ana Sebastiana. De esta unión nacieron once hijos, bautizados en Güimar: Doña María (1661); doña Isabel Delgado (1663-1752), esposa desde 1692 de don Juan Pérez de Ledesma; Don Juan Díaz (1665), que casó en 1693 con doña María Gaspar Viera; doña Ana (1667); don Pedro (1669); doña Juana Delgado (1671); doña Catalina Díaz (1676); don Diego (1678); doña Luisa Díaz (1681); doña Inés Díaz (1683), que casó en 1707 con don Joaquín Delgado; y don Mateo Díaz, casado hacia 1704 con doña Luisa Manuel. Don Pedro Díaz Gonzalo fue sepultado en el convento dominico de Güimar el 5 de diciembre de 1721. Le sobrevivió doña Catalina, quien murió en Güimar y recibió sepultura en el mismo convento el 15 de abril de 1735; contaba 90 años de edad y había hecho una memoria simple de testamento; a su sepelio asistió el beneficiado don Juan Alonso Ximénez y se le hicieron dos pausas; había dejado tres oficios a celebrar en dicho convento, así como 30 misas rezadas en éste y en la parroquia.



    B) Don Juan Delgado de Medina {1650-?), alférez de Milicias

    Nació en Güimar en 1650, siendo bautizado el 13 de marzo de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino el alférez don Luís Díaz y doña Juana Francisca, vecinos de dicho lugar.

    Ingresó en las Milicias Canarias, en las que alcanzó el empleo de alférez. Como tal, en 1675 vendió un tributo de tierras "en Aldea" a don Sebastián Juan, don Blas de León y don Francisco Márquez, ante el escribano don Cristóbal González Salgado de Chasna.



    Ese mismo año, y ante el mismo escribano, vendió al Marqués de Adeje el "tributo de

    las tierras de Arriba". Sin embargo, no figuraba como alférez en 1679, al nacer su hija y sí como "moso libre".



    Vivió sin casar con doña María Felipe Bencomo, hija de don Pedro Delgado, de Chasna, y de doña Luisa María Agustina Rodríguez. Fruto de esta unión fue: Doña Josefa de Medina (1679-1748), bautizada en Güimar, donde casó en 1700 con don Luís Beltrán Roberto, natural de Gran Canaria, notario público y sochantre de la parroquia de San Pedro, fallecido en La Laguna en 1746; fueron padres de don Pedro Roberto de Medina, que también ejerció como notario público de Güimar.



    7.- DON CRlSTÓBAL PÉREZ.,

    Nació en Güimar en 1613, siendo bautizado el 4 de abril de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuárez, beneficiado de dicho lugar y de Candelaria; se le puso por nombre "Cristóbal" y fueron sus padrinos don Bartolomé Delgado y su mujer doña Bárbola González; no tenía óleo ni crisma.



    8.- DON LUIS DÍAZ DE MEDINA, Alférez de Milicias

    Nació en Güimar a comienzos del siglo XVII. Contrajo matrimonio con doña Polonia Pérez, hija de don Luís González Albertos y de doña María Rodríguez Marrero. Fueron vecinos de Güimar. Una vez viudo, contrajo segundas nupcias con doña Juana Díaz, con quien no tuvo sucesión.



    Al igual que su abuelo don Juan Martín " el Rico " don Luís siguió la carrera militar y alcanzó el empleo de alférez en las Milicias Canarias, con el que figuraba entre 1650 y 1661. Fundó 5 memorias de capellanía de misas cantadas y rezadas en la iglesia de San Pedro de Güimar: Una misa cantada de 8 r vD sobre una viña, que lindaba por el pie con el Barranco de Badajoz, por el naciente con serventía de herederos y por arriba y poniente con herederos de don Gabriel Pérez; otra misa rezada de 3 r vD antiguo sobre un pedazo de tierra situado en la Casita de la Cueva de la Mujer , que pagaron los herederos de don Juan y don Francisco de Mena; otra misa de 3 r vD antiguo sobre las casas y cercado de su morada, situada detrás del Tanque, que lindaban por delante con el Barranquillo y serventía, por detrás con la era y tierras de herederos y por encima con tierras de don Cristóbal Ramos, que pagaron los herederos de doña Dominga Cartaya y don Bernardo de Torres; otra misa de 3 r vD antiguo sobre una viña en Chajome, de cuatro fanegadas, que lindaba por abajo con viña de don Juan de Arrosa y herederos de don Sebastián Hernández, por la cabezada aguas vertientes, por la izquierda viña de don Juan Hernández Oliva y don Juan Pérez Gabriel, y por la derecha herederos de don Lázaro Pérez, que pagaban los herederos de don Francisco Núñez; y otra misa de 3 rS vD antiguo sobre una viña en El Mocanal de Pedro Mayor, que lindaba por el naciente con herederos de don Diego Díaz, por el poniente con el callejón, por el pie con el barranco y por la cabezada con el monte, que pagaban los herederos de don José Montijos.



    El testamento del alférez don Luís Díaz fue comprobado en 1682 ante el escribano público don Bernardino Reguilón, de La Laguna. En el mismo dejó una misa cantada cada año a la Santísima Trinidad y otra rezada a la "Ascención de Nro. Sr. JesuXristo".



    Estaba avecindado en Güimar y las casas de su morada estaban situadas detrás del Tanque y poseía bienes en El Mocanal, que dejó a sus hijos don Luís Díaz y don Francisco Díaz.



    Su esposa, doña Juana Díaz, testó primero en 1671 y luego el día anterior a su muerte (18 de febrero de 1696). También impuso una misa de 3 rS vD antiguo sobre una suerte en La Planta , que lindaba por " la montaña de Archaco" con el Vallado, por Güimar con la Era de la Planta , por la ciudad tierras de doña Catalina Sánchez y por el otro lado con tierras de don José Fresneda; así como otra misa de 3 r' vD antiguo sobre la mitad del Cercado y casas de su morada, situados detrás del Tanque, que lindaban por un lado con el barranquillo y serventía, y por arriba con tierras de don Cristóbal Ramos, que pagaban los herederos de don Bernardo de Torres y don Domingo Cartaya. Doña Juana Díaz, "viuda del alféres Luís Días" murió en Güimar el 19 de febrero de 1696 y "la mandaron enterrar en la parroquia de S". Pedro".



    Sólo conocemos dos hijos del primer matrimonio de don Luís con doña Polonia Pérez:



    1.- DON LUIS DÍAZ DE MEDINA, que sigue.



    2.- DON FRANCISCO DÍAZ DELGADO

    Nació en Güimar. Hacia 1664 se casó con doña María (de la O ) Pérez " la Coja ", hija de don Juan Pérez Texera y de doña Catalina Francisca de Torres.



    Frutos de este enlace fueron seis hijos, bautizados en Güimar:



    A) Doña María (Díaz) Pérez Texera

    Nació en Güimar en 1665, siendo bautizada el 6 de enero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Juan Delgado y doña María González.



    Heredó al alférez don Luís Díaz, en las tierras de la Gambuesa en Arafo, según consta en una escritura fechada a 6 de abril de 1760.



    El 27 de agosto de 1685 contrajo matrimonio en Güimar con don Simón Rodríguez de Mesa (o de Fleytas), hijo de don Simón Rodríguez y de doña Ángela de Mesa González, por entonces difuntos; los casó y veló el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil, tras ser dispensados de 32 con 42 grado de consanguinidad por el obispo don Bartolomé García Ximénez, según despacho dado en La Laguna el 28 de septiembre de 1684; actuaron como padrinos don Salvador Pérez y doña María Cataño, y como testigos don Ángel Francisco, don Luís Díaz, don Juan Sebastián y otros muchos. Fueron vecinos de Güimar.



    Procrearon nueve hijos: Don Mateo, esposo desde 1714 de doña Catalina Delgado; doña María (1686); don Juan (1688), casado en 1716 con doña María de la Encarnación de Mena; don Francisco (1691); don Tomás (1694); doña Josefa (1697), esposa desde 1718 de don Juan García; don Francisco (1699); don Simón (1702); y don Domingo Rodríguez de Fleitas (1704), casado en 1733 con doña María Benítez. Doña María Pérez fue sepultada el 27 de enero de 1742 en la iglesia de San Pedro; había testado y dejado 16 misas rezadas, ocho en la parroquia y otras tantas en el convento; en su entierro la acompañó el beneficiado con capa y se le hicieron tres pausas por la calle; en la iglesia se le hizo oficio de cuerpo presente, con vigilia y misa cantada, y oficio de sepultura; y al tercer día oficio de honras, también con vigilia, misa cantada y responso; acompañaron en ambas funciones dos capellanes, que dijeron misa; se puso de ofrenda un almud de trigo y una botija de vino.



    Le sobrevivió don Simón Rodríguez de Fleitas, quien falleció en 1744; también había testado.



    B) Don Francisco Díaz Guanche

    Nació en Güimar en 1668, siendo bautizado el8 de enero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Br. don Salvador Pérez, "Beneficiado de la parroquial"; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos don Juan Delgado y doña Beatriz Pérez, vecinos de dicho lugar.



    Hacia 1705 se unió en matrimonio con doña María Rodríguez.

    Tuvieron cinco hijos, bautizados en Güimar: Don Francisco (1706); don Pedro (1709); don Juan (1712); doña María Rodríguez Guanche (1714-1745); y doña Isabel (1716).



    Doña María Rodríguez murió en 1750. Le sobrevivió don Francisco Díaz Guanche, quien falleció en Güimar y fue sepultado en la iglesia parroquial de San Pedro el 20 de diciembre de 1754; estaba apunto de cumplir los 87 años de edad y no había testado; a su sepelio asistió el beneficiado con Juan Alonso Ximénez con capa, se le hicieron tres pausas, oficio de vigilia, misa cantada y oficio de sepultura. En la partida de defunción se destacaba su profesión de "barbero".



    C) Doña Catalina

    Nació en Güimar el 23 de octubre de 1670, siendo bautizada tres días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Catalina" y fueron sus padrinos don Juan Delgado y doña Isabel Monzona, de la misma vecindad.



    D) Don Luís

    Nació en Güimar el l de marzo de 1673, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por Fray Manuel Galván, teniente del beneficiado don Bernardo Lene Llarena; se le puso por nombre "Luís" y fueron sus padrinos don Luís Delgado y doña Beatriz Texera.



    E) Doña Ana Díaz

    Nació en Güimar el 27 de junio de 1675, siendo bautizada tres días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de dicho lugar y de Candelaria; se le puso por nombre "Ana" y fueron sus padrinos don Pedro Hernández y doña María Jiménez, de la misma vecindad.



    Hacia 1701 se casó con don Domingo (o Diego) Izquierdo, hijo de don Gonzalo Izquierdo y de doña Sebastiana María. De esta unión nacieron cinco hijos, bautizados en Güimar: Don Salvador (1702); don Luís (1704); don Juan (1706), casado en 1734 con doña María Andrés Núñez; doña Brígida (1707); y don Francisco (1709).



    F) Don José

    Nació en Güimar el 12 de agosto de 1678, siendo bautizado dos días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "José" y fue su padrino don Francisco Rodríguez, de la misma vecindad.



    DON LUIS DÍAZ DE MEDINA

    Nació en Güimar. Hacia 1665 contrajo matrimonio en la misma localidad con doña María de la O Sabina (o Texera), hija de don Francisco Texera y de doña María de la O (casados en 1635). Don Luís ya estaba difunto en 1693.



    Tuvieron siete hijos, bautizados en Güimar:



    1.- DOÑA JUANA DÍAZ SABINA

    Nació en Güimar. El 14 de julio de 1693 contrajo matrimonio con don Francisco Manuel Pérez, hijo de don Pedro Manuel y de doña María Pérez, difuntos; los casó y veló el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Beneficiado de dhos lugares", tras haber sido dispensados por el obispo don Bernardo de Vicuña y Suazo de 3º con 4º grado de consanguinidad; actuaron como padrinos don Bernardo Díaz y doña María de la Concepción , y como testigos don Juan Manuel, don Pedro Manuel y don Joaquín Núñez, vecinos de dicho lugar.



    Frutos de esta unión fueron siete hijos:



    A) Don Juan

    Nació en Güimar el 6 de diciembre de 1694, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan García de Calzadilla, "Beneficiado Servidor de dicha iglesia y su partido"; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Bernardo Díaz y doña María Flores, vecinos de dicho lugar.



    B) Doña María Manuel Díaz

    Nació en Güimar el 30 de octubre de 1696, siendo bautizada el 4 de noviembre inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Juan Manuel y doña Catalina Francisca, de la misma vecindad.



    El 16 de abril de 1727 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con don Juan Rodríguez Márquez, hijo de don Juan Rodríguez Márquez y de doña María de Torres; celebró la ceremonia don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de dicha parroquial y de la de Santa Ana de Candelaria, actuando como testigos don Juan Delgado Trinidad, el alférez don Diego Alonso y don Juan Gaspar, vecinos de dicho Lugar. Texera y de doña María de la O (casados en 1635). Don Luís ya estaba difunto en 1693.

    Tuvieron siete hijos, bautizados en Güimar:



    1.- DOÑA JUANA DIAZ SABINA

    Nació en Güimar. El 14 de julio de 1693 contrajo matrimonio con don Francisco Manuel Pérez, hijo de don Pedro Manuel y de doña María Pérez, difuntos; los casó y veló el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Beneficiado de dhos lugares", tras haber sido dispensados por el obispo don Bernardo de Vicuña y Suazo de 3º con 4º grado de consanguinidad; actuaron como padrinos don Bernardo Díaz y doña María de la Concepción , y como testigos don Juan Manuel, don Pedro Manuel y don Joaquín Núñez, vecinos de dicho lugar.



    Frutos de esta unión fueron siete hijos:



    A) Don Juan

    Nació en Güimar el 6 de diciembre de 1694, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan García de Calzadilla, "Beneficiado Servidor de dicha iglesia y su partido"; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Bernardo Díaz y doña María Flores, vecinos de dicho lugar.



    B) Doña María Manuel Díaz

    Nació en Güimar el 30 de octubre de 1696, siendo bautizada el 4 de noviembre inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Juan Manuel y doña Catalina Francisca, de la misma vecindad. El 16 de abril de 1727 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro, de Güimar con don Juan Rodríguez Márquez, hijo de don Juan Rodríguez Márquez y de doña María de Torres; celebró la ceremonia don Domingo

    de Páez y Galdona, beneficiado de dicha parroquial y de la de Santa Ana de Candelaria, actuando como testigos don Juan Delgado Trinidad, el alférez don Diego Alonso y don Juan Gaspar, vecinos de dicho Lugar.



    De esta unión nacieron cuatro hijos: Doña Josefa (1728); doña María (1729); don Juan (1731), casado en 1752 con doña Manuela de Viera; y doña Josefa (1734), que casó en 1755 con don Domingo de Castro.



    Don Juan Márquez recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güimar el 12 de octubre de 1743. Le sobrevivió doña María Manuel.



    C) Don Francisco Manuel Bencomo

    Nació en Güimar el 18 de enero de 1699, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado, aunque "por necesidad le abia echado el agua Pedro Mena"; se le puso por nombre "Francisco" y actuó como padrino el citado don Pedro de Mena, de la misma vecindad.



    El 6 de octubre de 1726 se unió en matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con doña Josefa Marrero Fariña (o Fariña Marrero o Delgado Fariña), hija de don Juan Marrero Fariña y de doña Isabel Delgado; los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don José Delgado y don Ángel Marrero, de la misma vecindad.



    Procrearon siete hijos: doña Manuela, casada en 1757 con don Cristóbal Hernández Oliva; doña María (1728); don José (1730), esposo desde 1756 de doña María Concepción Galdona; doña Inés (1730), gemela del anterior; don José (1732); don Francisco (1734); y doña Damiana (1737), que casó en 1758 con don Pedro Leandro García Delgado, que fue síndico personero y alcalde de Güimar.



    D) Doña Ana Díaz (o Delgado)

    Nació en Güimar el 22 de julio de 1701, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por Fray Tomás González, "Religioso de la orden de predicadores", con licencia del beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Ana" y fue su padrino don Francisco Pérez, vecino de dicho lugar.



    En 9de octubre de 1727 se casó en la iglesia de San Pedro de Güimar con don Juan Pérez Izquierdo, hijo de don Juan Pérez Izquierdo y de doña Catalina Ximénez; los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don Bernardo Díaz, don Francisco de Torres.y don Juan Díaz, vecinos de dicho Lugar.



    Tuvieron siete hijos: Doña María (1729), casada en 1752 con don Juan de la Cruz de Mena; don Juan (1730), esposo desde 1775 de doña Juana de Baute Rodríguez; don José (1733), que casó en 1756 con doña Catalina Rodríguez Delgado; don Luis (1737); don Agustín (1739); doña Josefa (1745), casada en 1773 con don Bernardo Delgado; y don Francisco, esposo desde 1765 de doña María González de Campos.



    E) Don Luís Manuel Delgado

    Nació en Güimar el 15 de febrero de 1704, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por don Francisco Hernández de la Rosa , teniente de beneficiado; se le puso por nombre "Luis" y fue su padrino don Cristóbal Izquierdo, de la misma vecindad.



    El 24 de abril de 1729 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con doña Catalina Rodríguez de Mesa, hija de don Juan Rodríguez Santiago y de doña María Albertos, naturales y vecinos del Lugar de Candelaria; los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don José Hernández, don Juan Hernández y, don Francisco Manuel, de la misma vecindad.



    F) Doña Isabel Manuel Díaz (o Delgado)

    Nació en Güimar el 8 de octubre de 1706, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el teniente de beneficiado don Francisco Hernández de la Rosa ; se le puso por nombre "Isabel" y fue su padrino don Pablo Hernández Texera, vecino de dicho lugar.



    El 31 de octubre de 1729 se unió en matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar a don Juan Marrero Fariña, alias " el Bueno de Agache", hijo de don Juan Marrero Fariña y de doña Isabel Delgado; los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don Pedro Díaz, don Ángel Marrero y don Francisco de Torres, vecinos de dicho Lugar. La pareja se estableció en Agache, donde nacieron nueve hijos: Don Juan (1730), que tuvo descendencia con doña Josefa Díaz; doña Isabel (1731); doña María (1733), casada en 1756 con don Domingo Rodríguez de Fleytas; doña Juana (1735); don Gregorio (1737); don Amaro (1740), que casó en 1767 con doña Manuela Ramos de la Rosa ; don Domingo (1742); doña Antonia (1747); y doña Inés Marrero. Don Juan Marrero fue sepultado en la iglesia de San Pedro el 25 de diciembre de 1764; había testado en 1760.



    (Continuará)





    Diciembre 2007



    Fotografía, Chimaje (El Escobonal) en 1930, tomada de: www.gobiernodecanarias.org/educacion/3/Usr/cepaguimar/AULAS/aulas.htm



    Fuente consultada:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:52
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS CANARIOS Y EUROPEOS (III)



    Kebehi Benchomo





    --



    F) Don Diego Delgado de Medina

    Nació en Güímar en 1643, siendo bautizado el 12 de octubre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Diego" y fueron sus padrinos don Alejandro López y doña María Gerónima, de la misma vecindad.



    El 16 de marzo de 1692 contrajo matrimonio en Güímar con su prima hermana doña Florencia María Pérez, hija de don Juan Gaspar Delgado Natural y de doña Florencia María Rodríguez; los casó el Br. Don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de las iglesias parroquiales de Güímar y Candelaria, "en virtud de la licencia de Su mrd el Dr. Dn. Diego Vazquez Botello Dean de la Sta. Yglesia Catedral de Canaria Provisor y Vicario general de este Obispado", por auto dado en Canaria a 16 de octubre de 1691, en el que se reconocía la dispensa a su segundo grado de consanguinidad dada por el Papa Alejandro VIII, expedida en Roma; fueron sus padrinos don Antonio Delgado y doña María Delgado, y testigos don Mateo de Fonseca y Mexía, don Juan Delgado de la Trinidad y don Manuel Díaz Bencomo, vecinos de dicho lugar. Se velaron en la misma iglesia de San Pedro el 28 del inmediato mes de abril, celebrando la ceremonia Fray Cristóbal Betancur "de la orden de predicadores", con licencia del beneficiado Lcdo., don Bartolomé Pérez Sutil; actuaron como padrinos los mismos de su matrimonio y como testigos don Manuel Díaz Bencomo, don Domingo Pérez y otros muchos, todos vecinos de Güímar.



    Doña Florencia María fue sepultada en la iglesia de San Pedro el 23 de abril de 1720, a los 67 años de edad; a su sepelio asistió el beneficiado con capa; se le hicieron tres pausas por la calle y oficio de cuerpo presente, con vigilia y misa cantada, oficio de sepultura y se dieron las gracias; al día siguiente se celebró el oficio de honras. En el momento de su muerte se hallaba viuda de don Diego Delgado.



    Habían tenido tres hijos: Don Domingo (1693); doña María Ana Delgado (1695), casada en 1713 con don Gabriel Pérez Manuel; doña Rosa María Delgado (1696), esposa desde 1722 de don José García Leandro.



    G) Don Luís Delgado

    Nació en Güímar en 1645, siendo bautizado el 12 de noviembre de dicho año por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Luís" y fueron sus padrinos don Juan Fernández Cano y doña María Ramos, vecinos de dicho lugar. El 20 de octubre de 1647 se le puso el "oleo y chrisma".



    Tuvo un hijo natural con doña Juana Rodríguez, nacida en el mismo pueblo (bautizada el l0 de marzo de 1652) e hija de don Feliciano Rodríguez y de doña Tomasa Rodríguez: Don Juan Francisco Delgado Sol (1670), casado en 1697 en Santa Cruz de Tenerife con doña Ángela María López, nacida también en Güímar en 1675 e hija de don Salvador López y de doña Ángela María Rodríguez. Éstos fueron padres del "Muy Rvdo. Padre" Fray Jacob Antonio Delgado Soró, provincial franciscano.



    En 1671 don Luís Delgado y su hermana doña María Pérez fueron padrinos de "Juan", hijo de don Juan Hernández Trabaxado y de doña Ángela Francisca, bautizado en la iglesia de San Pedro de Güímar.



    El 16 de agosto de 1682 don Luís contrajo matrimonio en Güímar con doña María de Fresneda, hija de don Juan de Fresneda y de doña María Marrero; los casó y veló el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güímar y Candelaria, tras ser dispensados de un 4º grado de consanguinidad por una línea y de un 3º con 4º por otra; actuaron como padrinos don Juan de Fresneda y Dueño y doña Juana de Horosco y Santa Cruz, y como testigos don Pedro Marrero, don Juan Pestano y otros muchos.



    De este enlace nacieron siete hijos: Doña Manuela (1683), casada en 1708 con don Juan de Torres de Mena; doña María (1685); don Juan Delgado de Medina (1688-1766), esposo desde 1716 de doña Catalina Flores; doña Rosa (1690); doña Teresa Delgado (1693-1735), casada en,1716 con don Gregorio de Torres; don Francisco (1696), unido en matrimonio en 1722 con doña María Flores; y doña Josefa Delgado Fresneda (o de Medina) (1699).



    Doña María Fresneda recibió sepultura en la iglesia de San Pedro el 12 de enero de 1742; había testado. En el momento de su muerte se hallaba viuda de don Luís Delgado.



    H) Don Cristóbal

    Nació en Güímar en 1648, siendo bautizado el 12 de enero de dicho año por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Cristóbal" y fueron sus padrinos don Juan Rodríguez Vicente y doña Gerónima González, vecinos de dicho lugar.



    I) Doña María Pérez

    Nació en Güímar en 1650, siendo bautizada el 7 de agosto de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Lcdo. don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Juan Delgado y doña María Sebastiana, de la misma vecindad.



    El 1 de febrero de 1676 contrajo matrimonio en su pueblo natal con don Pedro Hernández, hijo de don Sebastián Hernández y de doña Inés Díaz; los casó y veló el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil, actuando como padrinos el alférez don Luís Díaz y doña Juana Díaz, y como testigos don Juan Delgado, don Cristóbal Delgado, don Juan Pestano "y otros muchos", todos vecinos de dicho lugar. No tuvieron sucesión.



    2.- DON JUAN GASPAR DELGADO NATURAL

    Nació en Güímar y fue conocido también con el nombre de don Juan Delgado, sobre todo a partir de 1659.



    Hacia 1631 se casó con doña Florencia María Pérez, hija de don Pedro (o Francisco) Rodríguez y de doña Jacobina Rodríguez. Doña Florencia María murió el 5 de octubre de 1661, después de testar. Le sobrevivió don Juan Gaspar Delgado, quien falleció en Güímar el 31 de diciembre de 1671 y recibió sepultura en la iglesia de San Pedro. Habían procreado 15 hijos:



    A) Doña Luisa Delgado

    Nació en Güímar. El 17 de octubre de 1650 contrajo matrimonio en Güímar con don Juan Matías, hijo de don Matías Rodríguez y de doña María Fariña; los casó y veló el Dr. don Juan Díaz de Lugo, "Cura y Beneficiado de San Pedro de Güímar y. Santa Ana de Candelaria", actuando como padrinos don Francisco Luís y doña María Matías, y como testigos don Matías González, don Luís Díaz, don Salvador Rodríguez y otros muchos vecinos del citado lugar.



    Tuvieron ocho hijos: Don Juan ((el Cojo" (1652), casado hacia 1682 con doña Luisa García; don Francisco (1654), esposo desde 1690 de doña Catalina Francisca; don Cristóbal (1655); doña María (1657), casada en 1680 con don Juan González, vecino del Pago de La Zarza ; doña Bárbara (1659), que casó en 1687 con don Juan de Arrosa; doña Isabel (1663), esposa desde 1692 de don Juan Díaz Gonzalo; don Esteban (1665); y don Antonio, casado en 1694 con doña Mariana Rodríguez (o Hernández).



    B) Don Juan Gaspar Delgado (el Cojo)

    Nació en Güímar en 1632, siendo bautizado el 15 de enero de dicho año en la iglesia de San Pedro por don Francisco Fernández Barroso, Beneficiado electo de la parroquia de Señor San Pedro deste lugar y de las demas yglesias deste beneficio"; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino el capitán don Feliciano de Gallegos, "alcalde deste lugar".



    Hacia 1659 se unió en matrimonio con doña Catalina Francisca de Viera, hija de don Pedro de Viera y de doña Ana Delgado. De esta unión nacieron ocho hijos, bautizados en Güímar: Don Juan (1660); doña María (1662); doña María (1663); doña Ángela Francisca (1665), esposa de don Pedro García; doña María Gaspar Viera (1668-1742), casada en 1693 con don Juan Díaz Delgado; don Joaquín Delgado (1671), esposo desde 1707 de doña Inés Díaz; don Cayetano Delgado (1674), esposo desde 1707 de doña Luisa Delgado, fueron vecinos del " Pago de Chimage", más conocido como El Escobonal; doña María de San Amaro (1676-1755), casada en 1708 con don Cristóbal Rodríguez Márquez.



    C) Don Cristóbal Delgado

    Nació en Güímar en 1634, siendo bautizado el11 de junio de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Francisco Fernández Barroso; fueron sus padrinos don Cristóbal de Fonseca y Mexía y doña Beatriz González.



    Hacia 1666 se casó con su prima hermana doña Francisca Pérez Viscayna, hija de don Gaspar Pérez y de doña Luisa Agustina. De este enlace nacieron cinco hijos, que fueron bautizados en Güímar: Doña María (1666); doña María (1670), esposa desde 1708 de don Juan Gaspar Andrés; don Gaspar Delgado (1673), casado hacia 1705 con doña Catalina Díaz; don Juan (1676); y doña Catalina Viscayna, casada hacia 1697 con don Cristóbal Bello. [Véase III.4.C]



    D) Don Gaspar

    Nació en Güímar en 1636, siendo bautizado el 9 de febrero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado Br. don Francisco Fernández Barroso; se le puso por nombre "Gaspar" y fueron sus padrinos don Gaspar Delgado y su hermana doña María Delgado.



    E) Doña Bárbara González (o Francesa)

    Nació en Güímar en 1639, siendo bautizada el 24 de febrero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el presbítero Lcdo. don Juan de Mesa,"con licencia del beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Bárbara" y fueron sus padrinos don Cristóbal de Fonseca y doña María Delgado, vecinos de dicho lugar.



    Hacia 1667 contrajo matrimonio con don Juan Delgado Trinidad (o Delgado Labrador), diez años más joven e hijo del capitán don Juan Delgado Llarena y de doña Bárbara (o Bárbola) Francesa (o González). La pareja se estableció en el Pago de Fasnia, donde nacieron sus cuatro hijos:



    Don Juan Delgado Trinidad (1666-1739), alférez de Milicias, casado en 1716 con doña Anastasia Díaz; don Bartolomé (1671), que murió en su niñez; doña Bárbara González Trinidad (1679), bautizada en Arico, donde casó en 1708 con el capitán de Artillería, y anteriormente clérigo minorista, don Francisco González Mexías, vecino de Fasnia; y don Francisco Delgado Trinidad (1680), que murió de corta edad. Los días I y 28 de abril de 1695 fallecieron dos de sus hijos, que recibieron sepultura en el convento de Güímar, sin especificarse sus nombres.



    A partir de 1680 don Juan comenzó a usar los apellidos "Delgado Trinidad", que en adelante mantendrán todos sus descendientes. Llegó a poseer esclavos, por lo menos una llamada Mónica González que tuvo dos hijos, Ambrosio (1678) y Marta (1681), ambos bautizados en Güímar.



    Al igual que su padre, y que su abuelo el capitán don Juan Delgado de Adeje, don Juan Delgado Trinidad siguió la carrera militar, aunque no pasó de alférez de Milicias, empleo que aún no ostentaba en 1681.



    Doña Bárbara González fue sepultada en la iglesia de San Pedro el l0 de junio de 1722, ya viuda de don Juan Delgado Trinidad; contaba 83 años de edad y había testado; la acompañó por la calle el beneficiado con capa, haciéndosele encomienda y seis pausas, mientras que en la parroquia se le hizo oficio de sepultura con vigilia y misa cantada; acompañaron al entierro cuatro capellanes sacerdotes de dicha parroquia y los religiosos del convento dominico de la localidad, así como un religioso franciscano, todos los cuales "asistieron al oficio y dijeron misa por la difunta"; y al segundo día se le hizo oficio de honras, igualmente con vigilia y misa cantada, y asistencia de los indicados capellanes y religiosos; asimismo se le "dieron gracias" y se cantaron responsos con capa sobre su sepultura, "encendiendo dos cirios en ella todos los domingos del año".



    Su hijo, heredero y albacea don Juan Delgado Trinidad repartió "con algunos sacerdotes muchas misas".



    F) Don Francisco Delgado Guanche

    Nació en Güímar en 1642, siendo bautizado el 27 de abril de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos don Francisco Tejera y doña María de la O , de la misma vecindad.



    El 2 de octubre de 1673 se unió en matrimonio en Güímar a doña Luisa María González, hija de don Salvador López y de doña Ana María; los casó y veló don Bernardo Lene Llarena, "Beneficiado de las iglesias parroquiales de Sta. Ana de Candelaria y San Pedro de Guimar por Su magestad"; actuaron como padrinos don Lázaro Ramos y doña Ana Díaz, su mujer, y como testigos el alférez don Luís Díaz, don Asensio Perera, el alférez don Juan Rodríguez Adrián y otros muchos. Fue su único hijo: Don Antonio Guanche Delgado (1675), casado hacia 1700 con doña Isabel González Núñez.



    Una vez viudo de doña Luisa María, el 24 de octubre de 1687 don Francisco celebró segundas nupcias en Güímar con doña María Flores, viuda de don Juan Díaz e hija de don Alejandro López y de doña María Díaz Flores; los casó y veló el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Beneficiado de dho lugar y demás de su jurisdiccion"; fueron sus padrinos don Francisco Rodríguez y doña Juana Díaz, y testigos don Juan Rodríguez Adrián, don Diego Delgado y don Luís Delgado, de la misma vecindad.



    Tres fueron los hijos de este segundo enlace: Doña Francisca Viscayno (1687-1757), que casó en 1708 con don Juan González Grillo; doña Catalina Guanche Flores (1689), casada en 1716 con don Juan Delgado de Medina, quien murió viudo en 1766; y don Juan Delgado Guanche (1692), esposo desde 1716 de doña María Francisca de las

    Nieves Mederos.



    G) Doña Juliana Pérez

    Nació en Güímar en 1644, siendo bautizada el 26 de diciembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Juliana" y fue su padrino el alférez don Nicolás Marrero, vecino de Arafo. El 24 de noviembre de 1675 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro con don Juan Ximénez, hijo de don Alonso Ximénez y de doña Ana Miguel, por entonces difunta; los casó el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güímar y Candelaria, actuando como padrinos don Lucas González Fariña y doña Luisa Delgado, y como testigos el alférez don Luís Díaz, el alférez don Juan Delgado y otros muchos, todos vecinos de dicho lugar. Fue único hijo de este enlace: Don Juan Ximénez (1669), casado con doña Luisa Ximénez de Rojas.



    Doña Juliana Pérez murió en Güímar el l0 de junio de 1677. Le sobrevivió don Juan Ximénez, quien el 1 de octubre de 1687 contrajo segundas nupcias en Güímar con doña Isabel de la Cruz , hija de don Francisco de la Cruz y de doña Catalina Gómez, de la misma vecindad; los casó y veló el beneficiado Pérez Sutil, después de haber sido dispensados de 32 grado de consanguinidad por una línea y de 42 por otra por el obispo de estas Islas don Bartolomé García Ximénez; actuaron como padrinos don Gaspar Gómez y doña María Gaspar, su hija, y como testigos don Juan Domingo, a los 88 años de edad; había testado y a su entierro asistió el beneficiado con capa, quien le hizo una pausa en la calle, por la que también acompañaron tres capellanes.



    Tuvieron siete hijos: Don Juan (1695), casado en 1719 con doña Marta Francisca de Fresneda; doña Bernarda (1697), esposa desde 1725 de don Agustín Rodríguez Bethencourt; don José Delgado Natural, que casó en 1732 con doña Marta de Torres y testó en 1764; doña María (1700); doña Cecilia (1703), casada en 1731 con don Mateo Díaz; doña Josefa (1706); y don Diego Delgado Corona (1713), casado en Candelaria en 1735 con doña Catalina Rodríguez Castellano.



    M) Doña María

    Nació en Güímar en 1667, siendo bautizada el 15 de abril de dicho año en la iglesia de San Pedro por Fray Sebastián Pérez "de la orden de predicadores", con licencia del Br. don Salvador Pérez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Cristóbal González de Fleitas y doña Ana María, vecinos de dicho lugar.



    N) Don Amaro Marrero Fariña

    Nació en Güímar en 1670, siendo bautizado el5 de junio de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Amaro" y fueron sus padrinos don Diego Delgado y doña María Pérez, de la misma vecindad. .



    Hacia 1699 se casó con doña María Ximénez Núñez, hija de don Juan Núñez Ximénez y de doña Juana Francisca. Fueron vecinos de Güímar", donde nacieron y fueron bautizados seis hijos: Doña María (1698); don Juan (1700); doña Josefa Díaz (1703), casada en 1727 con don Diego Hernández; doña Ana (1709); doña Francisca (1714); y doña Juana Marrero (1716), esposa desde 1740 de don Matías Hernández Bello.



    3.- DON GABRIEL PÉREZ DELGADO

    Nació en Güímar. El 26 de octubre de 1637 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro Apóstol con doña Beatriz González, hija de don Francisco Rodríguez Fariña y de doña María de Torres; los casó y veló el Br. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de Güímar y Candelaria; fueron sus padrinos don Cristóbal Ximénez y doña María Francisca, su mujer, y actuaron como testigos don Gaspar García de Guzmán, don Lázaro González y don Alonso García, de la misma vecindad.



    Doña Beatriz González murió en Güímar el 27 de agosto de 1666 y recibió sepultura en la iglesia de San Pedro. Le sobrevivió don Gabriel, quien ya había muerto en 1683.

    Frutos de esta unión fueron siete hijos:



    A) Doña María

    Nació en Güímar en 1638, siendo bautizada el 8 de agosto de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Miguel Pérez y doña Bárbola Francesa, vecinos de dicho lugar.



    B) Don Luís Pérez Delgado

    Nació en Güímar en 1639, siendo bautizado el 15 de diciembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Luís" y fueron sus padrinos don Juan de Torres y doña Florencia Rodríguez, de la misma vecindad.



    Hacia 1663 se unió en matrimonio a doña Catalina Alonso, hija de don Juan Alonso de los Reyes y de doña Leonor Texera. Tuvieron cinco hijos: Don Juan (1664), bautizado en Güímar; don Juan (1666), bautizado en Candelaria como el resto de sus hermanos; doña María (1669); doña María (1671); y doña Catalina (Pérez) Alonso (1673), casada en 1693 con don Domingo Hernández Oliva.



    Doña Catalina Alonso testó y murió en 1718. Le sobrevivió don Luís Pérez Delgado, quien recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güímar el 17 de septiembre de 1721, a los 81 años de edad; había testado y dejado 47 misas rezadas por su alma, de las cuales 42 se habían de decir en la parroquia y 5 en el convento dominico de la localidad; a su entierro asistió el beneficiado con capa e hizo tres pausas por la calle; en la parroquia se le hizo oficio de cuerpo presente, con vigilia y misa cantada, y oficio de sepultura; y al segundo día oficio de honras, también con vigilia y misa cantada; para sus honras se dio de ofrenda un almud de trigo y un cuarterón de vino.



    C) Doña Luisa

    Nació en Güímar en 1641, siendo bautizada el 1 de noviembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Luisa" y fueron sus padrinos don Juan Delgado y doña María Delgado, vecinos de dicho lugar.



    D) Don Juan Pérez Gabriel Delgado (o Medina)

    Nació en Güímar en 1643, siendo bautizado el l0 de diciembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Francisco Gabriel, vecino de Arafo, y doña Juana Díaz, que lo era del Lugar de Güímar. Hacia 1670 se casó con doña Ana María Díaz de Armas, hija de don Blas González y de doña Ana González, naturales y vecinos del Pago de La Zarza.



    Tuvieron doce hijos, bautizados en Güímar: Don Juan (1671); doña María (1673); doña Ana (1675); doña Beatriz (1678); don Juan (1680); don Juan (1681), casado hacia 1706 con doña María Francisca; don Gaspar (1683); doña María (1684), esposa desde 1704 de don Francisco Fariña, de Candelaria; doña Luisa (1685); doña Catalina María Pérez (1688), casada en 1710 con don Francisco Díaz de Medina; doña Brígida (1691), casada hacia .1710 con don Gaspar Díaz; y doña Florencia (1694), esposa desde 1717 de don Juan Delgado Texera.



    E) Doña María Pérez

    Nació en Güímar en 1646, siendo bautizada el 7 de febrero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Cristóbal de Fonseca y Mexía, "Vecino de la ciudad", y doña Luisa Viscayno, que lo era del Lugar de Güímar.



    Hacia 1660 contrajo matrimonio con don Pedro Manuel, hijo de don Manuel González y de doña María González. Procrearon once hijos, bautizados en Güímar: Don Felipe (1661), casado hacia 1685 con doña Ana María Delgado; doña María (1662), casada hacia 1696 con don Domingo Yanes; don Francisco Manuel (1664), esposo desde 1693 de doña Juana Díaz; doña María Pérez (1667), casada en 1695 con don Bonifacio de Campos; don Juan (1670); doña María Pérez Manuel (1673), que casó hacia 1699 con don Cristóbal Díaz Núñez y, una vez viuda, en 1710 contrajo segundas nupcias con don Juan Díaz Gonzalo; don Juan Manuel (1674), esposo desde 1694 de doña Isabel González Albertos; don Pedro Manuel (1677); doña Luisa Manuel (1681-1758), casada hacia 1704 con don Mateo Díaz de Medina; doña Beatriz Manuel González (1684), esposa desde 1713 de don Juan de Castro Delgado; don Gabriel Mas Pérez (1688), que casó en 1713 con doña María Delgado de Medina y, una vez viudo, en 1733 se unió a doña Ángela Delgado.



    El 18 de diciembre de 1715 don Pedro Manuel recibió sepultura en la iglesia de San Pedro. Sólo cinco días después, el 23 de ese mismo mes, le acompañó al sepulcro su esposa doña María Pérez, que también fue sepultada en la citada iglesia; a su entierro la acompañó el Beneficio con capa y se le hicieron dos pausas por la calle, más un oficio de cuerpo presente, con vigilia y misa cantada, y oficio de sepultura; y al segundo día se le hizo oficio de honras, también con vigilia y misa cantada, y se dieron gracias; se puso de ofrenda un almud y medio de trigo y cuatro cuartillos de vino.



    F) Doña Ángela

    Nació en Güímar en 1648, siendo bautizada el 1 de septiembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por Fray Álvaro Diepa, "religioso del padre Santo Dommgo" en ausencia del beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Ángela" y fueron sus padrinos don Francisco Núñez Ramírez y doña María Sebastiana.



    G) Doña Águeda Pérez

    Nació en Güímar en 1655, siendo bautizada el 12 de septiembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Lcdo. Don Gonzalo Rodríguez Coello, “cura y beneficiado desta Parroquia del Sr. Sant Pedro de Guimar y Sta. Anna de Candelaria”; se le puso por nombre " Águeda" y fueron sus padrinos el alférez don Luís Díaz y doña Ana González, de la misma vecindad.



    El3 de julio de 1683 se unió en matrimonio en la iglesia de San Pedro con don Joaquín García González, hijo de don Pedro García y de doña Ana González; los casó y veló el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güímar y Candelaria, después de haber sido dispensados de 3º grado de consanguinidad; fueron sus padrinos don Juan Pérez y doña Ana María, y actuaron como testigos don Francisco González y don Pedro Hernández.



    Tuvieron seis hijos: Don Gregorio (1683); doña Lucía García (1684); doña María Pérez García (1687), casada en 1719 con don Francisco Rodríguez; doña Josefa García (1690); doña Juana (1694); y doña Ana García (1698), esposa desde 1728 de don Ignacio de Castro.



    Doña Águeda Pérez recibió sepultura en la iglesia de San Pedro el 22 de agosto de 1716, apunto de cumplir los 61 años de edad; había testado y dejado 40 misas por su alma, que se debían de decir en la parroquia y en los conventos de la jurisdicción; en su entierro le acompañó el beneficiado con capa e hizo tres pausas por la calle, y en la parroquia se le hizo un oficio, con vigilia y misa cantada, y otro de sepultura; el día 25

    se le hizo el oficio de honras, también con vigilia y misa cantada; se puso de ofrenda un almud y medio de trigo y un cuarterón de vino. Le sobrevivió su marido.



    4.- DON GASPAR PÉREZ (o DELGADO)

    Nació en Güímar. El 30 de enero de 1640 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con doña Luisa Agustina Delgado; los casó y veló el Br. don Juan Díaz de Lugo, cura y beneficiado de las parroquiales de Güímar y Candelaria, actuando como padrinos don Luís Díaz y doña María Delgado, y como testigos don Juan Gaspar, don Gaspar García de Guzmán, don Baltasar Hernández, sacristán, y otros muchos.



    Don Gaspar Pérez fue vecino de Güímar, donde falleció en 1674, recibiendo sepultura en la iglesia de San Pedro. Frutos de su unión con doña Luisa fueron 12 hijos:



    A) Doña María

    Nació en Güímar en 1641, siendo bautizada el 8 de enero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Andrés Marrero, vecino de dicho lugar.



    B) Don Ángel

    Nació en Güímar en 1643, siendo bautizado el 6 de marzo de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre " Ángel" y fueron sus padrinos don Matías González y doña Bárbola Francisca, vecinos de dicho lugar.



    C) Doña Francisca Pérez Viscayna

    Nació en Güímar en 1644, siendo bautizada el 13 de marzo de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Francisca" y fue su padrino don Gabriel Pérez, de la misma vecindad.



    Hacia 1666 se casó con su primo hermano don Cristóbal Delgado, hijo de don Juan Gaspar y de doña Florencia María. Procrearon cinco hijos, que fueron bautizados en Güímar: Doña María (1666); doña María (1670), esposa desde 1708 de don Juan Gaspar Andrés; don Gaspar Delgado (1673), casado hacia 1705 con doña Catalina Díaz; don Juan (1676); y doña Catalina Viscayna, casada hacia 1697 con don Cristóbal Bello. Ya citados con anterioridad [1II.2.C].



    D) Don Juan Pérez Delgado

    Nació en Güímar en 1646, siendo bautizado el 22 de febrero de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Blas Rodríguez y doña Leonor de Fleitas, vecinos de ese lugar.



    El 12 de septiembre de 1672 se unió en matrimonio en Güímar con doña Bárbara Rodríguez, hija de don Juan Gaspar y de doña María Rodríguez; los casó y veló el Br. don Bernardo Lene Llarena, "Beneficiado de las iglesias parroquiales de Sta. Ana de Candelaria y SPO. de Guimar por el Rei nró Señor"; actuaron como padrinos don Cristóbal Ximénez y doña Luisa de Rojas, su mujer, y como testigos don Domingo Pérez, don .Diego Delgado y don Mateo Fonseca.



    Tuvieron cinco hijos: Don Juan (1673), casado en 1708 con doña Mariana de Ledesma; don Gaspar (1675); doña Luisa (1682); doña María (1685), esposa desde 1708 de don Juan García Sánchez; y doña Bárbara Pérez (1686). (Continuará)



    Diciembre de 2007.



    Fotos: “Casa del Capitán”, situada en el La Ladera Chojillo , en Chimaje (El Escobonal) Güímar, residencia de la familia Guanche de los Delgado Trinidad. Como se puede ver en la placa conmemorativa uno de los Delgados Trinidad (Fabio) fue Coronel de la guardia civil española. Francisco fue Capitán de Milicias y Alcalde de Güimar.

    Fotografías tomadas en el año 2001 por Eduardo P. García Rodríguez.





    Fuente consultada:



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:53
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS CANARIOS Y EUROPEOS (II)



    Kebehi Benchomo



    …Su esposa, doña María Rodríguez, otorgó testamento en 1613. Habían tenido tres hijos de su matrimonio:



    A) Don Martín González

    Contrajo matrimonio con doña Ana María, con quien procreó tres hijas: Doña María, doña Cecilia, y doña Catalina.

    B) Doña María Rodríguez

    C) Doña Bárbara (o Bárbola) Rodríguez (o González) Casó con don Bartolomé Delgado.



    7.- DON J UAN GASPAR " EL VIEJO ", que sigue la línea.



    8.-DON SALVADOR GONZÁLEZ "NATURAL"

    Natural de Tenerife. Poseía dos cahíces de tierra en Agache, que había comprado a su hermano Antón. En 1568 plantó una sementera con su hermano Francisco, de la que recogieron, después de pagar el diezmo y primicias, más de 80 fanegas de trigo. Le debía 38 reales nuevos a este mismo hermano, por cierto paño que le compró en la tienda de Carminatis, y fue nombrado albacea de este reiterado hermano, don Francisco González, quien testó en Candelaria el 8 de julio de 1574 ante el escribano real don Sancho de Urtarte.



    Don Salvador fue morador en Tinajo (probable modificación de Chimaje, antiguo nombre de El Escobonal, en Agache); así consta en un poder otorgado el jueves 7 de julio de 1575 en "el valle y heredamiento de San Juan de Güímar" ante el escribano don Sancho de Urtarte, de la que fueron testigos don Alonso Rodríguez de Güímar, don Leonardo González de Fleitas y don Juan de Ávila, vecinos y estantes: Salvador González de Tenerife, morador en Tinajo, v"., dice que puede haber 2 años que por mandato de los ilustres sres. justicia y regimiento de esta isla vino a esta parte de Tinajo el señor Bernaldino Justiniano, regidor; a hacer tazmía, cala y cata de pan, y por su mandato le tomó Jorge Díaz, alguacil, 4 fanegas de trigo y hasta ahora no está pagado de ellas. Por la presente da poder especial a Francisco González, su hermano, natural, vº.esente, para cobrar de la justicia y regimiento y de su mayordomo el valor de las dichas 4 fanegas de trigo, que son 4 ducados, conforme a la pragmática de SS.MM. [fol.

    441 v.]



    El viernes 29 de noviembre de 1577 don Salvador González reconoció ante el escribano real don Sancho de Urtarte que "debe a Diego Hernández Folguera, portugués, residente en dicho valle, presente, 11 doblas y media de a 500 mrs., cada una de moneda de Canaria que monta 5.750 mrs. de moneda de Canaria, por el caldo de una bota de vino de 120 azumbres del patrón y arca de la ciudad de San Cristóbal, a pagar el día de San Juan de junio de 1578, en dineros de contado"; figuraba por entonces como "natural de Tenerife, hermano de Francisco González, natural est., al presente en el valle y heredamiento de Güímat; Vº".



    El 28 de septiembre de 1578, por instancia e intercesión suya y de don Salvador Martín, don Baltasar Marrero y su mujer doña María Hernández ahorraron y dieron libertad a doña Isabel Hernández, sierva que había sido de ellos y mujer de don Gaspar González, por precio de 40 doblas de a 500 rnrs., cada una de moneda de Canaria, más otras 40 doblas que antes habían recibido; ambos, como fiadores de la citada Isabel, se obligaban apagar a don Baltasar y doña María las 40 doblas en agosto de 1579; así consta en el contrato otorgado ante el escribano don Sancho de Urtarte, "en las casas de la morada de los otorgantes"; ambos figuraban como naturales, moradores en el pueblo de N. Sra. De Candelaria, vs". Con esa misma fecha, don Gaspar González y doña Isabel Hernández, que también vivían en Candelaria, se obligaban a pagar las mencionadas 40 doblas "en dineros de contado" a don Salvador González y a don Santiago Martín, quienes como hemos visto se habían obligado con dicha cantidad como sus fiadores, "por hacerle placer y buena obra y caridad".



    El 22 de agosto de 1580 don Salvador contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Vilaflor con doña Beatriz González de Berganciano, hija de don Alonso de Berganciano y de doña Isabel González; fueron sus padrinos don Diego Díaz, nieto del último Mencey de Adeje, y su segunda esposa doña Catalina Esperanza, lo que prueba los lazos de amistad, y probablemente de sangre, que unían a los contrayentes con la nobleza aborigen de la isla. La nueva pareja se estableció, casi con total seguridad, en las tierras chasneras del Valle -del Ahijadero. Gozó de un notable prestigio social para su época, así como de una desahogada posición económica, de tal modo que sus hijos y nietos enlazaron con las familias más ilustres del Sur de Tenerife, como los González Mexía de Arico, los García del Castillo de Chiñama los Domínguez de Arona; además, nietos, bisnietos y demás descendientes suyos ocuparon puestos destacados en las Milicias Canarias, en la Iglesia y en los Ayuntamientos de los distintos pueblos.



    Don Salvador González Guanche (como también fue conocido) y su esposa testaron en 1622 ante el escribano de Chasna don Pedro de Madrid. Además, él otorgó codicilo en 1628 ante el escribano Pinto, en el que declaró haber hecho testamento cerrado ante don Cristóbal Guillén del Castillo. En una de sus últimas voluntades dispuso la construcción de una ermita en el Valle del Ahijadero, por entonces dependiente de la jurisdicción de Vilaf1or, dedicada a San Lorenzo Mártir, por lo que en 1622 su hijo don Alonso González y sus ocho yernos otorgaron un instrumento ante el escribano de Chasna don Pedro de Madrid, para erigir dicho templo; éste es el origen del actual pueblo del Valle de San Lorenzo, en el municipio de Arona, por lo que este destacado guanche puede ser considerado su auténtico fundador.



    Doña Beatriz, ya viuda de don Salvador González, efectuó una transacción con sus yernos e hijos ante los escribanos Madrid y Pinto de Chasna (1625-28), en la que se cita una partición de sus bienes efectuada ante don Cristóbal Guillén del Castillo. Testó de nuevo ante el escribano don Andrés Hernández Pinto (1628-29) y la partición de sus bienes se efectuó años más tarde ante este mismo escribano (1636- 39).



    De la unión de don Salvador González Natural y doña Beatriz González nacieron once hijos, que se extendieron por toda la comarca de Chasna:



    A) Don Gaspar González Sólo sabemos de él que fue padre de doña María.

    B) Doña Catalina Gaspar



    El 1 de mayo de 1606 contrajo matrimonio en Vilaflor con don Baltasar González del Castillo, natural de Granadilla e hijo del capitán de Milicias don Marcos González Zarco y de doña Ana García Izquierdo del Castillo, y nieto de don Gonzalo González Zarco, fundador y poblador de dicha localidad.



    De esta unión nacieron en Granadilla cuatro hijos: Don Marcos González del Castillo62 (1607-1669), capitán de Milicias, que casó con su prima hermana doña María García del Castillo, hija del alférez don Marcos Rodríguez y de doña Ana García del Castillo; don Antón (o Antonio) González, doña Ana González; y doña María González, Don Baltasar González testó en Vilaflor, ante don Diego Martín de Barrios, en el año 1615 y falleció poco después, pues doña Catalina figufaba como viuda en una escritura otorgada ante el escribano de Chasna don Pedro de Madrid (1619-22).



    Una vez viuda, doña Catalina Gaspar contrajo segundas nupcias con don Gonzalo Pérez, también viudo cuando casó y con una hija llamada doña Isabel González. De esta unión nacieron: Don Juan; y el Lcdo. Don Salvador González (1622-1705), cura de Granadilla.



    Doña Catalina dejó una memoria de una misa cantada impuesta sobre un cercado de tierra en el valle que llamaban de Cercado de la Cruz, con funa limosna de 8 reales, ante el escribano de Vilaflor don Andrés Hernández Pinto (1636-39); por entonces ya se hallaba viuda de su segundo marido. Asimismo fundó una capellanía ante el capitán don Juan Delgado, escribano de Chasna (1647-48), que le sirvió de congrua a su hijo don Salvador para su ordenación. Ante este mismo escribano otorgó su codicilo en ese mismo período. Testó ante don Lorenzo Díaz Delgado, escribano del mismo pueblo, entre 1662 y 1664.



    C) Don Alonso González "Natural" También llamado Alonso González Guanche. En 1622 contrajo matrimonio en Vilaflor con doña Águeda de Morales, hija de don Alonso de Morales y de doña Ana Luís, vecinos de Arico y también de origen guanche. Se establecieron en dicha jurisdicción, probablemente en el Valle del Ahijadero (Valle de San Lorenzo) constituyendo el tronco de una destacada familia chasnera, de la que descienden entre otros los Díaz, Oliva y Hernández de Vilaflor.



    Una vez viudo, el 21 de abril de 1629 don Alonso celebró segundas nupcias en Vilaflor con doña Ana González.



    Don Alonso González testó en 1665 ante don Lorenzo Díaz Delgado, escribano público de Chasna. De este documento se desprende que fueron sus hijos: el Lcdo. don Francisco González "Naturaral (?-1697), beneficiado de Adeje y capellán de Arico, donde murió; y el capitán don Aparicio González " Natural" (?-1711 ), vecino del "pago del Valle del Ahijadero", que casó con doña Margarita de Llarena, hija del capitán don Juan Delgado y de doña Margarita de Llarena, vecinos de Tijoco, y en segundas en Vilaflor en 1644 con doña María García del Castillo, hija del alférez don Lucas Rodríguez y de doña Lucía Domínguez.



    D) Doña María González Berganciano

    Hacia 1604 casó con don Marcos Pérez Verde Betancourt, natural de Buenavista e hijo de don Marcos Pérez y de doña Juana de Lugo Verde Betancourt. En 1614-19 efectuaron una transacción sobre unas tierras que fueron de su madre ante el escribano Barrios.



    De esta unión nacieron ocho hijos: Don Salvador González Natural (1605); doña María de las Nieves (1606), esposa de don Lorenzo Zamora; doña Beatriz González (1609), que cas6 con don Juan Cristóbal, hijo de don Bartolomé González y de doña Marina Vera Cano; doña Juana María (1611), mujer de don Bernardino Luís; don Marcos (1614); doña Juana González (1617), casada con don Diego Díaz; don Sebastián González Verde Bethencourt, que casó con doña Francisca González García del Castillo; y doña Ana González (1619), mujer de don Manuel Moreno, hijo de don Andrés Moreno del Castillo y de doña Isabel Miranda. Tuvieron amplia sucesión por el Sur, a través de las familias Reverón, Linares y Paz, entre otras.



    Doña María ya había fallecido al llevarse a cabo la partición de bienes de sus padres. y don Marcos Pérez Verde contrajo segundas nupcias con doña María del Valle, con quien procreó a: doña María, doña Ana y doña Juana, que figuran en su testamento, y otros hijos que nacieron después de la otorgación. Fue declarado Noble por decreto del

    juzgado de La Orotava y test6 el 30 de abril de 1649, ante el escribano de Chasna don Lorenzo Díaz Delgado, figurando como "vecino Buenavista, residente en Vilaflor".



    E) Doña Ana González

    E16 de octubre de 1608 casó en Vilaflor con don Simón de Linares (o de Mena), hijo de don Martín de Linares y de doña Catalina de Medina.



    De esta unión nacieron once hijos, con descendencia en Vilaflor, La Escalona y Arona, a través de los apellidos Linares, Bethencourt, Beltrán y Domínguez, entre otros: Don Alejo de Linares, que dot6 a su hermana Ana con 200 ducados; don Juan, don Salvador, doña Francisca; don Pedro Francisco de Linares, casado con doña María García, hija del ayudante don Juan Melchor de Torres; don Domingo de Linares; doña María de Linares, que casó en 1629 con don Antonio Domínguez, hijo del capitán don Antonio Domínguez y de doña María García; doña Catalina de Linares, esposa de don Pedro Díaz; doña Ana González de Medina, que casó con don Francisco García del Castillo; doña Beatriz González, casada con el alférez don Francisco Pérez, vecinos de Granadilla; y don Diego de Linares, que fue alférez de Milicias, empleo que ya ostentaba en 1672.



    Don Simón de Linares testó en 1619 ante don Pedro de Madrid, escribano de Chasna. Doña Ana ya estaba viuda en 1665, al otorgar testamento ante el escribano don Lorenzo Díaz Delgado.



    F) Doña Sebastiana María González

    El 17 de septiembre de 1618 contrajo matrimonio en Chasna con don Francisco González Mexía, vecino de Arico e hijo de don Francisco González Mexía y de doña María Magdalena Delgado, descendientes de nobles aborígenes canarios; fue dotada por sus padres ante el escribano Barrios (1614-19).



    Don Francisco dotó en la iglesia de San Juan Bautista de Arico, de la que fue mayordomo, la festividad de la Cruz, cuyo patronato dejó a su hijo don Salvador, según consta en su testamento, que fue otorgado ante el escribano don Alonso Viera el 7 de septiembre de 1663.



    Tuvieron tres hijos: Don Salvador González Mexías, alcalde de Arico entre 1665 y 1669, que casó en este pueblo en 1672 con doña María García del Castino, hija del capitán don Francisco Hernández y de doña Marta Delgado, de donde descienden los Delgado Mexías de Fasnia y Arico; doña María de Morales (?-1671), que casó en Arico en 1647 con el capitán don Juan García de Vera, hijo de don García de Vera y de su segunda esposa doña María Oramas; y doña María Ramos Mexía, esposa del capitán don Salvador Manuel Beno, hijo de don Juan Manuel Beno, primer alcalde de Granadilla, y de doña María Beno. Todos tuvieron ilustre descendencia en Arico, Fasnia y Granadilla, a través de los Mexías, García de Vera, Torres, Morales y Beno, entre otros.



    Don Francisco falleció en 1666. Le sobrevivió doña Sebastiana María, quien testó en 1668 ante don Lorenzo Díaz Delgado, escribano de Chasna, y dejó al convento de San Luís de Granadina cinco fanegas de trigo por diez misas cantadas.



    G) Doña Isabel González

    Esposa de don Gaspar González, hijo del capitán don Gonzalo González Zarco y de doña Ana García Izquierdo del Castillo, y nieto del fundador de Granadilla don Gonzalo González Zarco, ya mencionado.



    Tuvieron cuatro hijos: Doña Beatriz González, que casó con don Jacinto Rodríguez; doña María González, esposa de don Pedro de la Sierra; doña Ana García, casada con don Gaspar Gómez; y don Gaspar González.



    Tuvieron amplia descendencia en Vilaflor, Arona y el Valle de San Lorenzo, a través de los Sierra, Martín, de León y otros.



    Su marido testó ante don Pedro de Madrid, escribano de Chasna. Ya figuraba como viuda en una escritura de reconocimiento de 8 reales de limosna de una misa cantada a San Antonio, otorgada ante el mencionado escribano Madrid (1619-22).



    Contrajo segundas nupcias con don Luís Monso Zamora, de Vilaflor, con quien procreó otros cinco hijos: Doña Catalina Díaz, que casó con don Nicolás Díaz; don Juan Afonso; doña Marta Díaz, esposa del alférez don Marcos Rodríguez; doña Marcelina Luís, casada con don Andrés Delgado; y don Domingo Afonso. De ellos proceden los Martín, Risco y Brito, de Vilaflor y Arona.



    Don Luís Monso testó ante el escribano don Lorenzo Díaz Delgado y ya había fallecido en 1668. Le sobrevivió doña Isabel, quien otorgó testamento ante el mismo escribano en 1671; pero aún vivía en 1674, año en el que vendió una cueva en Aldea a don Domingo Martín.



    H) Doña Juana María

    Casada con don Cristóbal Delgado Mexía, natural de Arico, hermano del mencionado don Francisco González Mexías e hijo de don Francisco González Mexía y de doña María Magdalena Delgado.



    De este matrimonio nacieron siete hijos: Don Francisco Delgado Estévez, que casó con doña Felipa de Morales y testó en 1735, con sucesión; don Diego Delgado Mexía, clérigo tonsurado; don Salvador Delgado, alférez de Milicias; don Cristóbal Delgado; don Antonio (o Antón) Delgado Mexía, que casó con doña María Estévez y procrearon, entre otros hijos a don Juan Delgado Mexías, presbítero y capellán; doña Ana Luís; y don Juan Delgado Mexía. De ellos quedó ilustre descendencia en Arico, Granadilla y Arona, a través de los Frías, Delgado y Domínguez, entre otros. Don Cristóbal Delgado Mexía fue uno de los vecinos solicitantes de la fundación de la parroquia de Arico. Además, en unión de los másinmediatos parientes de su esposa, fue dueño del Valle del Ahijadero,

    donde levantaron una ermita por disposición del padre de aquella, don Salvador González Guanche.



    I) Doña Ana González

    Segunda del nombre, casó con don Mateo Luís, con el que tuvo seis hijos: Doña María Antonia; doña Juliana María; doña Beatriz; don Luís; doña Gregoria; y don Juan. Testó en 1649 ante el capitán don Juan Delgado, escribano de Chasna.

    J) Doña Beatriz González

    Esposa de don Gaspar Monso, hijo de don Melchor Rodríguez Cabaco y de doña Francisca Pérez. Al parecer, de este enlance no hubo sucesión.



    Don Gaspar vendió unas casas, que fueron de su suegro don Salvador González, a don Bartolomé Pérez, ante el escribano Madrid (1625-28).



    Una vez viudo contrajo segundas nupcias con doña Polonia Machado y testó en 1665 ante don Lorenzo Díaz Delgado, escribano de Chasna.



    K) Juan González

    Del que no tenemos más información.

    9.- Don MARCOS GONZÁLEZ

    Casó con doña Lutgarda Hernández Benítez, hija de don Pedro Hernández y de doña Francisca Benítez, naturales de La Gomera.



    El 27 de julio de 1574 hizo un contrato ante el escribano don Sancho de Urtarte, "en el valle y heredamiento de Güímar", del que fueron testigos don Diegode la Peña, don Ángel Escoto y don Juan Álvarez, vecinos y estantes: Marcos González, natural de Tenerife, hijo de Alonso González, Vº., que fue de la Isla, difunto, morador en el término de N. Sra. de Candelaria, se concierta con Juan Rodríguez Amado, Vº., morador en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, en esta manera: por cuanto en Juan Rodríguez fue rematado el diezmo de los vinos que han de proceder este año y han procedido del beneficio de la ciudad de La Laguna, que el partido y valle y Güímar y todo lo a él concerniente y anexo asímismo es de Juan Rodríguez Amador y se lo ha traspasado a Marcos González y dado poder en causa propia para que lo pueda cobrar para en tanto que por ello Marcos le pague 80 doblas de a 500 mrs. de moneda de Canaria, pagadas en esta manera: 15 el día de N. Sra. de Agosto de 1574; 25-doblas el 24 de diciembre de este año, que es víspera de la Pascua de Navidad, y las 40 restantes el día de San Juan de junio de 1575, con tanto que Marcos González dé fiadores bastantes. Por la presente Marcos González, deudor; y Francisco Hernández de Sepúlveda y Francisco González, yerno de Juan Castellano, vs. y naturales de la Isla en N. Sra. de Candelaria, fiadores, deben a Juan Rodríguez Amado por el dicho diezmo 80 doblas, pagadas a los plazos susodichos en dineros de contado en esta isla de Tenerife. [fol. 254 r.]



    Fue albacea de su primo don Gaspar Delgado, hijo de don Pedro Delgado y de doña María Gaspar, quien testó el5 de octubre de 1574 ante Urtarte. El míercoles 20 de marzo de 1577 reconoció ante Sancho de Urtarte que "debe a Juan Gómez, Mallorquín, v., presente, 1.632 mrs., de moneda canaria por 34 reales castellanos, de a 48 mrs. cada uno de moneda canaria, que le prestó por hacerle placer y buena obra, que montan los 1.632 mrs., a pagar en dineros de contado, en esta isla de Tenerife, por el día de San Juan de junio del presente año de 1577"; como curiosidad sabía firmar y figuraba como "natural de Tenerife, morador en el valle y heredamiento de S. Juan de Güímar; En julio de 1583 era alcalde accidental del Valle de Güímar, "por ausencia de Martín Rodríguez, alcalde".



    10.- DON GASPARGONZÁLEZ

    Hacia 1568, su madre y su padrastro don Rodrigo Pérez le tomaron a renta 30 cabrillas, por lo que doña Catalina Gaspar dispuso en su testamento, otorgado en 1579, que le diesen a don Gaspar 36 cabrillas, como renta por dicho préstamo.



    Hacia 1572 su hermano don Francisco González tomó de la tienda de Carminatis 6 doblas de ropa para don Gaspar. Pero del resto de su vida no tenemos más información.



    11.-DON JUAN GASPAR "EL VIEJO"

    Figuraba en muchos documentos como "Natural", o sea, de origen guanche.

    Su madre, una vez casada en segundas nupcias, le donó diversas propiedades que tenía en Chacaica (Güímar), "por las muchas honrras y servicios y buenas obras que de él han recibido"; consistían en dos moradas de cuevas, dos hornos y una fanega de tierra para majada de gando.



    Dicha donación fue hecha efectiva mediante escritura otorgada en Güímar, "en las casas de la morada de Mateos de Aday", el sábado 25 de septiembre de 1574 ante el escribano real don Sancho de Urtarte, actuando como testigos don Marcos González, don Mateos de Aday, don Pedro Delgado, don Gaspar Delgado y don Alonso de Lugo "el Mozo", vecinos y estantes: Rodrigo Pérez y Catalina Gaspar; su mujer; naturales de Tenerife, moradores en el heredamiento e ingenio de Adeje, y ella con licencia de su marido, dicen que tienen 2 moradas de cuevas, que tienen sus llaves y cerraduras y con 2 hornos y cada cueva tiene la suya, sitas en Chigaiga, en el Mocanal. También tiene una fanega de tierra de medida de cordel para majada de ganado. Las moradas lindan por una parte con un risco que se dice de Chigaiga, y por otra parte la corriente del agua, y lindan con las dichas moradas y cuevas la dicha tierra, la una está arriba y la otra por abajo, todo lo cual no tiene censo ni tributo alguno. Por la presente hacen donación de todo lo susodicho a Juan Gaspar, presente, hijo de Catalina Gaspar de su primer matrimonio con Alonso González, natural de Tenerife, difunto. La razón es por ser hijo y por muchas honrras y servicios y buenas obras que de él han recibido. [fol. 318 v.]



    Don Juan Gaspar contrajo matrimonio con doña Juliana Pérez, hija de don Pedro González, natural de Tenerife, y de doña Juana Pérez, vecinos y moradores "en el pueblo de N. Sra. de Candelaria".



    El 16 de abril de 1579 su suegro don Pedro González le vendió "41 cabezas de ganado cabruno, machos y hembras, chicos y grandes, libres de censo y tributo. El precio de la venta es de 153 mrs. de buena moneda castellana cada cabeza y res, 4 reales y medio.



    Declara haber recibido todo lo que suman las 41 cabezas al dicho precio de los 4 reales y medio cada cabeza"; así consta en la escritura de venta otorgada en dicha fecha en "el pueblo de la Candelaria, estando en el Arenal", ante el escribano don Sancho de Urtarte, de la que fueron testigos don Pedro Rodríguez, capitán de milicias, Martín de Arafo, don Salvador Martín, don Luís Pérez: vecinos y estantes. Don Juan Gaspar figuraba por entonces como "vecino, presente".



    En 1601 siguió autos, junto con otros "naturales", con los frailes del Convento Real de Candelaria, que se custodian en la escribanía de don Pedro Álvarez de Ledesma, en La Orotava. Testó en 1612 ante el escribano Ascanio. Le sobrevivió su esposa doña Juliana, quien contrajo segundas con don Martín Díaz, con quien procreó a don Luís y a doña Ana Díaz.



    Don Juan Gaspar y doña Juliana procrearon a:



    III.- DON GASPAR PÉREZ (O GONZÁLEZ)

    Nació hacia finales del siglo XVI. Antes de 1612 contrajo matrimonio con doña Luisa Delgado, hija del. alférez don Juan Martín "el Rico" y de doña Francisca Viscayno, vecinos de Arafo. No obstante en una escritura de venta del alférez don Juan Delgado de Medina, fechada en 1675, afirma que era nieto de "Gaspar Pérez y Catalina Gaspar", por lo que no sabemos si nuestro biografiado casó dos veces.



    Doña Luisa había casado en primeras nupcias en la Villa de La Orotava, de cuyo enlace nació un único hijo, el Doctor don Francisco Delgado. Su hermana doña Inés Martín casó con el capitán don Francisco Díaz.



    Don Gaspar y doña Luisa tuvieron siete hijos:



    1.- DON FRANCISCO DELGADO

    Nació en Güímar. Hacia 1630 contrajo matrimonio con doña María Pérez Delgado. Ambos testaron ante Ramírez en 1673 y don Francisco ya había fallecido en 1676.



    De esta unión nacieron nueve hijos:



    A) Don Gaspar Delgado

    Nació en Güímar en .1631, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro en octubre de dicho año por el beneficiado don Francisco Fernández Barroso; fueron sus padrinos don Luís Díaz y doña Bastiana María.



    Hacia 1655 se casó con doña Juana Francisca, con quien procreó tres hijos: Don Diego Rodríguez; Doña María Pérez (1655-1728), casada en 1679 con don Juan Pérez Gabriel; y doña Andrea Pérez (1656-1739), esposa desde 1684 de don Juan Martín de Castro.

    Doña Juana Francisca testó en Güímar el 19 de abril de 1684.

    B) Don Francisco Delgado

    Nació en Güímar en 1633, tal como figura en un índice de bautismos de la iglesia de San Pedro, pero desconocemos otros datos por faltar el folio en el que estaba inscrita la partida en el correspondiente libro (f!! 126).



    Hacia 1659 se unió en matrimonio con doña Francisca Viscayna, hija de don Marcial Fariña y de doña Isabel Francisca Viscayno. Tuvieron tres hijos: Don Francisco (1660), casado hacia 1691 con doña María Miguel Batista; doña María del Rosario Delgado de Medina74 (1662- 1741), que contrajo matrimonio hacia 1682 con don Juan Hernández de Oliva, con quien procreó al sacerdote don Tomás Hernández de Oliva; y don Marcial Delgado Fariña (1665), esposo desde' 1688 de doña María Ramos, con quien procreó a don Cristóbal Delgado Fariña, quien casó en Caracas en 1729 con doña Isabel María González, hija de don José González Abreu y de doña María Báez.



    Doña Francisca Viscayna falleció en 1709, viuda de don Francisco Delgado.

    C) Don Salvador

    Nació en Güímar en 1637, sienda bautizado el 26 de julio de dicho año en la iglesia de San Pedro por Fray Juan Félix "de la horden de mi Padre Santo Domingo" en ausencia y con licencia del Lcdo. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de dicha parroquial; fueron sus padrinos don Juan Delgado y doña Luisa Agustina;



    D) Don Luís

    Nació en Güímar en 1639, siendo bautizado el 29 de marzo de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Luís" y fueron sus padrinos don Félix Alejandro de Gallegos Espínola y doña Zenona.de Gallegos Espínola.



    E) Don Juan Delgado de Noda (o de Medina)

    Nació en Güímar en 1641, siendo bautizado el 22 de diciembre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos el capitán don Félix Alejandro Espínola y doña María Jerónima, vecinos de dicho lugar.



    Casó hacia 1661 con doña Isabel (Francisca) Monzona, hija de don Tomás Monzón, natural del Puerto de La Orotava, y de doña María Viscayna. De esta unión nacieron cuatro hijos: Don Domingo (1662); doña María Delgado de Medina (1664-1749), casada en 1687 con don Salvador Ramos de la Cruz; don Gaspar (1666); y don Juan Delgado (1667), que casó con doña Isabel de Barrios Hernández. (Continuará)



    Diciembre 2007.



    Fuente consultada:



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Doctor Don Agustín Díaz Nuñez (1796-1866)

    Su vida y su obra. (2 tomos)

    Edición, varias entidades

    Santa Cruz de Tenerife, 1996
    28 de agosto de 2008 10:54
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS CANARIOS Y EUROPEOS (I)



    Kebehi Benchomo



    El canario en general históricamente ha venido demostrando una capacidad intelectual y moral superior a la media europea, este hecho incuestionable ha venido siendo recogido y testificado por los propios cronistas e historiadores europeos desde los primeros tiempos de la invasión y ocupación de nuestra Matria por hordas de normandos, portugueses, castellanos, mallorquines y aragoneses, y, a partir de los años sesenta del pasado siglo, por la más intensa, brutal y abrumadora de los españoles.



    La superior capacidad intelectual del canario en relación con las bárbaras hordas colonizadoras ha venido quedando de manifiesto desde los albores de la invasión. La extraordinaria capacidad de entendimiento y compresión de nuestros antepasados les permitió no sólo sobrevivir como pueblo, sino que supieron asumir y adaptar a sus propios intereses los postulados de la cultura invasora. Así tenemos que desde las primeras generaciones a partir de la invasión, los canarios hemos destacado en los oficios y empleos propios del sistema impuesto, ocupando puestos relevantes en la secta católica, en las letras, las artes, el ejercito y administración colonial e incluso en la metrópoli.



    Como ejemplo podemos citar el caso de Deriman: Hijo de Benytomo o Bentor, y nieto del gran caudillo Benchomo, luego llamado Cristóbal Hernández de Taoro, quien retomó el nombre de su abuelo como apellido (Cristóbal Bencomo). Estudió en Sevilla (España) donde siguió la carrera de vocero (abogado), escribió una historia del pueblo guanche de la que existieron tres ejemplares manuscritos, hoy perdidos. O la aptitud adoptada frente a los colonizadores por los canarios de Tamaránt (Gran Canaria) para rehusar ir de saqueo a nuestro continente bajo las órdenes de los invasores, el 5 de Julio de 1514 cuando: “ los vecinos de Gran Canaria se reunieron en San Cristóbal, para apoderar a Michel González y Juan Cabello, que habían de comparecer ante la reina y su consejo, denunciando en nombre de los "hombres y mujeres" de las Canarias, la frecuencia con que les obligaban a ir "en tropa de guerra", a la "mar y tierra de Castilla" o provincias de Indias, "e así a otras partes cualesquiera...", siendo exentos de servir por privilegios, ganados en la conquista de las islas "e tierra de moros". Murieron tantos, que la población mermó, a más de arruinarse, pues estando los varones continuamente ausentes, no podían velar "por sus mujeres, casas e hijos e faciendas". Siendo deseo confesado de los reyes, que prosperasen las Canarias, "no es bien sacar a los vecinos de las islas, más antes traellos para la dicha población", preservando su forma "de vivir e trato, que es muy bueno" a más de mantenerse firmes en la "Santa Fe Católica".



    Acusando de racismo al rey, pero racistas a su manera, recordaron a la corona la obligación de protegerlos en "su ventura", "de manera que no se entienda que por tener nombres de canarios, pierdan nuestras personas, que no tienen que facer con los naturales de las otras islas, es a saber guanches e palmeses e gomeros, llevándoles como les llevamos muchas ventajas en todo, e hablamos e somos habidos por propios castellanos". Tras protestar de su lealtad a Dios y al rey, advirtieron la intención de pleitear, defendiendo sus derechos. (Luisa Álvarez de Toledo, 2005)



    Por otra parte, es significativo que el primer título de nobleza expedido por Castilla en esta colonia, lo fuera a una familia canaria, los Negrín-Armas, con gran desconcierto para los aventureros invasores algunos de los cuales hacían gala de una supuesta nobleza de origen.



    Esta capacidad mimética o de adaptación del canario, propia sólo de los pueblos más inteligentes y capacitados, se manifiesta en los tiempos actuales. Por ejemplo, ¿quien no tiene un pariente o amigo que haya estado uno o varios años emigrados en Cuba, Venezuela o cualquier otro país americano? Pues bien, estos emigrados, dado su gran capacidad de adaptación, asumen de inmediato la cultura del país donde han emigrado en sus diferentes niveles, sus modos y costumbres, el tono característico de la manera de hablar etc., hasta el punto de que cuando regresan a la Matria, en los primeros momentos cuesta distinguir en él a un canario, además suele traer consigo y implantar entre nosotros aspectos culturales, musicales y costumbristas. Similar aptitud adopta cuando emigra a países europeos, tales como Alemania, Suecia, Francia o España.



    Como es bien sabido, a nuestros ancestros se les obligó a asumir el cristianismo y se les impuso nombres europeos. Posteriormente la inquisición española en Canarias se cuidó de que las nuevas generaciones no sólo no portaran nombres guanches, sino que además se les adoctrinó para que renegaran de sus orígenes, creando incluso un censo secreto de las familias guanches de las islas. Así, una población que ostentaban nombres tan sonoros como: Abenaura, Abenchara, Acerina, Adasat, Anagua, Arecida, Aremoga, Chaxiraxi, Chimaye, Collarapa, Dácil, Dafra, Daida, Daniasa, Arminda, Meagens, Moneyba, Tassa, Tassat, Talegaza, Tazirga, Tegina, Tegueyga, Teguise, Tenercina, Tenesoya. Abian, Abtejo, Adargota, Aday, Adargoma, Adxoña, Afur, Aguahuco, Aguaberque, Uramas o Doramas, Chimenchia, Benchomo, Bentor, Bentejuí, Archinife, Akaymo, etc., les fueron sustituidos por otros como: Petra, María, Josefa, Ana, Luisa, Diego, Antonio, Alonso, Jorge, Bernardo, Eduardo, Felipe, etc.



    Es ciertamente lamentable que los nombres de nuestros ancestros estén hoy prácticamente erradicados en nuestra Matria mientras se conservan con orgullo en América donde son frecuentes los apellidos Garachico, Orotava, Tahoro, Chaurero, Teida, Tejina etc.



    Así, con la desaparición oficial de los antropónimos originarios canarios, algunos seudosintelectuales de servicio e incluso algunos investigadores de salón al servicio del sistema colonial quieren hacer creer que la etnia guanche ha desaparecido, cuando en realidad constituye la parte mayoritaria de la población actual “disfrazada” con nombres europeos.



    Como sabiamente expone mi amigo Rodolfo en su comentario a un insustancial artículo en el que su poco documentado autor (26-11-07) ponía en duda la presencia continuada y mayoritaria de la etnia de los antiguos canarios en la población actual:



    “La demencia senil más peligrosa es la que se anticipa en edad joven o madura. El menosprecio a sus mayores, a sus antepasados, a sus ancestros, les hace delirar despreciándose a sí mismos.



    Preguntemos a nuestros padres y abuelos que concepto tienen ellos de sus progenitores, de sus antepasados... Quienes desprecian a la vejentud se desprecian a sí mismos. ¿Que esperan recibir de sus hijos y nietos dentro de no tantos años? ¡Quizás despreciarán la cordura de los apátridas y bendecirán la locura de los patriotas!”



    Para quienes desconocen o prefieren desconocer que los guanches actuales somos el fruto de un proceso de adaptación y evolución -que no de mestizaje, como algunos interesados propugnan- dentro de la sociedad impuesta, nos vamos a permitir reproducir algunos textos tomados de la ingente obra que el investigador don Octavio Rodríguez Delgado dedica al sacerdote de la iglesia católica Dr. D. Agustín Díaz Núñez, descendiente directo de la nobleza guanche del bando de Güimar en la isla Chinet (Tenerife).



    “Su ascendencia por línea paterna es de origen guanche y se extendió por las comarcas de Güímar y Abona. Entre los miembros más próximos a la ascendencia que nos ocupa destacaron, entre otros: Don Salvador González Natural, fundador del Valle de San Lorenzo; don Marcos González del Castillo, capitán de Milicias; Lcdo., don Salvador González, cura de Granadilla; Lcdo. don Francisco González "Natural", beneficiado de Adeje y capellán de Arico; don Aparicio González Natural, capitán de Milicias; don Diego de Linares, alférez de Milicias; don Salvador González Mexías, alcalde de Arico; don Diego Delgado Mexía, clérigo tonsurado; don Salvador Delgado, alférez de Milicias; don Juan Delgado Trinidad, alférez de Milicias; don Manuel Pérez Delgado, ayudante de Milicias; don Juan Delgado de Medina, alférez de Milicias; don Luís Díaz de Medina, alférez de Milicias; don Cristóbal Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Rosario; don Hilario Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Rosario; don Pedro Pérez Elías, síndico personero y varias veces alcalde de Fasnia; don Bernardo Pérez Elías, mayordomo de las Hermandades del Rosario y del Santísimo Sacramento; don Joaquín Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Santísimo Sacramento; don Domingo Pérez Elías, mayordomo de la Hermandad del Rosario; don Tomás Romero Otazo, patrón de barco; don Pedro Díaz Montijo, agrimensor y fiel de fechos; don Segundo Díaz Rodríguez, sargento de Milicias; don Vicente Díaz Montijo, alcalde, síndico personero, fiel de fechos y notario público; tc.”



    Esta familia la encabeza don Alonso González, un guanche tinerfeño de la nobleza indígena de Güímar, que disfrutó de considerables propiedades para su época. Comenzó usando el apellidó "González", para luego dividirse en cuatro ramas principales: la que continuó usando el antedicho apellido, que se extendió sobre todo por la comarca de Chasna, y las que usaron en primer lugar los de "Delgado", "Pérez" o "Díaz", asentadas en el Valle de Güímar. Casi todas ellas se entrecruzaron con otras familias de origen guanche y, salvo, excepciones, sólo tardíamente recibieron sangre procedente de colonizadores.



    Su hijo don Salvador González, Natural fue fundador del Valle de San Lorenzo y en su descendencia, extendida por toda la Comarca de Chasna (Arona, Vilaflor, San Miguel de Abona, Granadilla y Arico), sobresalieron muchos de sus miembros, que ocuparon puestos destacados en la Milicia, en la Iglesia y en los Ayuntamientos. Su bisnieta doña Margarita de Llerena se casó con el capitán don Juan Delgado, de la familia real guanche de Adeje, dejando ilustre descendencia en dicha localidad, de Fasnia y Güímar.



    La rama de apellido Díaz no surgió hasta la cuarta generación, siendo el primero que lo llevó el alférez don Luís Díaz, cuya descendencia se mantuvo siempre en el municipio de Güímar. En la sexta generación fijaron su rama principal en el Pago de El Escobonal (también conocido por entonces como Agache -o Chimaje), y a partir de ella tomaron el apellido de Montijo (o Montijos) que usaron en solitario o sumaron al Díaz, tal como llegó al Dr. don Agustín Díaz Núñez, conocido en su infancia como don Agustín Montijos, o a su padre que siempre fue conocido como don Vicente Díaz Montijo; una calle de este importante barrio continúa siendo conocida aún como "Lomo de Montijo".



    En esta última rama, que es la que nos ocupa, sobresalieron muchos de sus componentes, que alcanzaron plazas de oficiales en las Milicias Canarias, siguieron la carrera eclesiástica, tanto el clero secular como regular, o desempeñaron cargos de prestigio, como notaros públicos, agrimensores, alcaldes o personeros.



    Alonso González “natural”. Este guanche tinerfeño, de los hidalgos del Bando de Güímar, contrajo matrimonio hacia 1519 con doña Catalina Gaspar "Natural", también de origen guanche e hija de don Gaspar Hernández (o Fernández) "el Guanche" 57 y de doña Catalina Francisca (o Francesa). Algunos, genealogistas asimilaron a don Gaspar con el Mencey Adxoña de Abona, y a doña Catalina con una hija del Mencey Bencomo de Taoro, pero no hemos encontrado en ningún archivo una sola prueba que confirme dicha afirmación; antes bien, es casi seguro que don Gaspar no "fue el Rey de Abona, pues éste falleció antes de 1510, mientras que don Gaspar vivió muchos años más; además, algunos documentos parecen hacerlo proceder del bando de Anaga. Lo que sí parece evidente es el origen guanche de ambos.



    Don Alonso llevó al matrimonio 100 cabezas de ganado cabruno y el vestido, mientras que doña Catalina no llevó sino algunas alhajas de casa. Durante su vida en Común multiplicaron más de 1.000 cabezas de ganado caprino, mayor y menor, y 6 ó 7 esclavos, "entre machos y hembras",



    Además del propio, don Alonso tenía a renta 150 cabras mayores, junto a don Bastián y don Rodrigo Guillén, que eran de doña Luisa Alonso, "natural", según se desprende del testamento de ésta, otorgado ante don Alonso Gutiérrez el 24 de noviembre de 1521; en el mismo aclaraba que "Alonso González, yerno de Gaspar el guanche", le debía 8 reales. Asimismo le debía 7 reales y medio a su suegro don Gaspar Fernández, de un bancal que pagó a don Jun Pacho, según Consta en el testamento de don Gaspar, otorgado el 14 de agosto de 1521 en las casas de su morada en la ciudad de La Laguna, por el que nombró a don Alonso Como su albacea.



    Don Alonso González "Natural" murió en el Valle de Güímar y recibió sepultura en el Convento de Candelaria. Después de su fallecimiento se hizo partición de los bienes que había dejado entre sus hijos y esposa, ante el escribano público don Bartolomé Joven; dichos bienes se apreciaron en 600 doblas, la mitad de las cuales Correspondían a doña Catalina. Una vez viuda, hacia 1558 doña Catalina contrajo segundas nupcias con don Rodrigo Pérez, también aborigen, Con quien se avecindó en Adeje; no tuvieron sucesión. Después de este nuevo enlace donó a su hijo Juan Gaspar dos cuevas, dos hornos y una fanega de tierra en Chacaica (Güímar), Como agradecimiento por lo bien que se había portado con ella. Testó ante el escribano público del Valle de Güímar don Sancho de Urtarte el 6 de septiembre de 157958.



    Don Alonso y doña Catalina procrearon 10 hijos:



    1.- Do Antón González, Natural de Tenerife, poseía ganado y tierras en Agache, donde vendió a la viuda de Luís Velásquez 8 cahíces de tierras, cuatro de él y otros cuatro de sus hermanos Francisco y Salvador, mediante carta de venta otorgada ante el escribano público don Francisco Márquez.



    A la muerte de don Alonso González, su madre le pidió que guardase las cabras que a la sazón poseían y que no fuesen al término de La Orotava, a cambio de lo cual le dio todas las hembras que nacieron entre octubre y la Navidad del primer año, encargo que no había aceptado su hermano Miguel. Casó con doña Juana Hernández y murió en plena juventud, hacia 1565. Le sobrevivió su esposa, quien contrajo segundas nupcias con don Diego de Torres y falleció hacia 1571.



    Don Antón y doña Juana tuvieron dos hijos de su matrimonio, de cuyas personas y bienes fue curador don Francisco González, Natural, hermano de don Antón, a quien la tutela le fue dicernida en octubre de 1565 por la justicia de esta isla, ante el escribano público de la isla don Simón de Açoca; por bienes de los dichos menores su tutor recibió un término de ganado y 2 cahíces de tierra en Agache. Tras la muerte de doña Juana Hernández entraron en poder de don Francisco González, como bienes de ambos menores, lo siguiente: 27 cabras parideras, una cabrilla de más de un año, un cabrón padre, cinco reses vacunas, dos vacas de más de cuatro años, dos bueyes de cuatro años para arriba y un becerro de un año.



    A) Don Martín Minuto

    Murió antes que su abuela, quien heredó de él unas 60 doblas, parte de ellas en ganado salvaje.



    A) Doña Catalina Alonso

    Casada en 1579 con don Sebastián Rodríguez, hijo de don Rodrigo Hernández, natural de Tenerife y vecino de Candelaria; su tío y curador don Francisco González Natural dio poder para dicho casamiento "en el valle y heredamiento de San Juan de Güímar", ante el escribano real don Sancho de Urtarte, el 5 de febrero de dicho año, pues era necesario para pedir la dispensa de parentesco, sobre la que hizo información el vicario don Juan de Cabrera por orden del obispo de las Islas don Cristóbal Vela.



    El lunes 29 de febrero de 1580 su mencionado tutor don Francisco González dio un poder especial a favor de don Sebastián Rodríguez, para “cobrar cualquier mrs., pan, trigo, cebada, centeno, ganados, miel y otras cosas que a Catalina Alonso le sean debidas”; dicho poder fue otorgado en “el valle y heredamiento de Güímar” ante el escribano real don Sancho de Urtarte, del que fueron testigos don Alonso de Xerez Gardona, don Juan Albertos y don Juan Alonso "el Mozo", vecinos y estantes.



    El 20 de junio de 1583 don Sebastián Rodríguez, "natural de Tenerife, morador en el pueblo de N. Sra. de Candelaria", dio poder general y especial a su hermano don Agustín Rodríguez, presente, "para que pueda vender todas las tierras limpias y montuosas que le pertenecen en esta isla, viña, colmenas, pan, trigo, cebada, centeno, ganado ovejunos, cabrunos, vacas, bueyes, puercas, asnos, caballos, yeguas y bestias mulares, y para cobrar cualquier mrs., que le sean debidos y para representarlo en los pleitos"; dicho poder fue otorgado en el valle y heredamiento de Güímar ante el escribano Urtarte.



    2.- Don Melchor

    Falleció sin descendencia antes que su madre, por lo que ésta heredó de él 120 cabrillas.



    3.- Don Miguel González

    A la muerte de su padre, doña Catalina Gaspar le pidió que guardase las cabras que a la sazón poseían y que no fuesen al término de La Orotava, a cambio de lo cual le daría todas las hembras que naciesen entre octubre y la Navidad del primer año; pero don Miguel no se atrevió a aceptar la propuesta. También murió sin sucesión antes que su madre, y ésta heredó de él una marca de ganado.



    4.- Doña Margarita González (Guzmán)

    Después del fallecimiento de su padre contrajo matrimonio con don Andrés de Llarena, hijo de don Andrés de Llerena 59, guanche principal del Bando de Güímar, y de doña María de Lugo, hija del Mencey Pelinor de Adeje (bautizado como don Diego). Su madre le prometió y le dio como dote más de 100 doblas, en 1 esclavo llamado Gonzalo y en otras cosas, la mitad de lo cual procedía de los bienes de don Alonso González y la otra de los de doña Catalina Gaspar. Don Andrés de Llarena "el Menor" testó ante don Baltasar de Anchieta (1561-1562) y ya había muerto en septiembre de 1579, al testar su suegra.



    Según una escritura de tutela otorgada ante don Juan del Castillo en marzo de 1563 se le conocen seis hijos:

    A) Don Andrés de Llarena

    E) Don Alonso

    C) Don Miguel

    D) Don Diego

    E) Doña Catalina González. Fue dotada en 1580 cuando iba a contraer matrimonio con don Juan de Betancor.

    F) Doña Bárbara (o Bárbola) (González) de Llerena. Fue dotada en 1586, al casarse con don Hernando de Ibaute. De este matrimonio fue hija: Doña Margarita de Llerena, casada con el capitán don Juan Delgado 60 de Adeje, escribano público de Chasna y alcalde mayor de Adeje, que en 1636 compró el altar de San Juan Bautista, con asiento, arrimo y sepultura, y otorgó testamento en Vllaflor en 1656 ante don Lorenzo Díaz Delgado; fueron ascendientes de la ilustre familia Delgado- Trinidad.



    5.-Don Alonso González “natural”. Casó con doña María de Regla "Natural", hija de don Juan de Regla (nieto del Mencey Pelinor de Adeje) y de doña Lucía Delgado (o de Vera). Fueron vecinos de Tijoco. Recibió 60 cabrillas a cuenta de los bienes de su padre. Y, tras la muerte de su hermano Melchor, su madre le dio 20 cabrillas, de las 120 que había heredado de aquel.



    En agosto de 1583 vendió en el pueblo de Garachico al mercader don Antonio Hernández, que vivía en lcod de los Trigos, un pedazo de tierra de unas 18 o 20 fanegas de medida de cordel, "lindante con el camino que va a Adeje por las medianías de la parte de abajo, y por arriba con tierras que posee Juan Martín, vº., de Icode de los Vinos, con el barranco de Tijoco y con tierras de los herederos de Andrés de Llerena, sobre las cuales hay un tributo al quitar de principal de 30 doblas, por precio de 120 doblas"; la escritura de venta fue otorgada ante el escribano público y real don Juan de Gordejuela, y en ella don Alonso estableció que fuese aprobada por sus hijos don Marcos González y doña Catalina Gaspar. Por este motivo, el 25 de ese mismo mes ambos hijos aprobaron la citada escritura de venta, "según como Alonso González la hizo y otorgó" y dieron poder a don Antonio Hernández para tomar la posesión de dichas tierras; así consta en documento otorgado en " el valle y heredamiento de San Juan de Güímar" ante el escribano real don Sancho de Urtarte. Como curiosidad, don Alonso González figuraba por entonces como "morador en Tijoco en Tenerife, vº., del Pueblo de Garachico" y su esposa doña María de Regla ya estaba "difunta". Cuatro de sus hijos (don Marcos, doña Luisa, doña Catalina y doña Águeda) otorgaron una escritura en 1629 ante el escribano público de Chasna don Andrés Hernández Pinto. Conocemos nueve hijos:



    A) Doña Catalina Gaspar

    E) Don Tomás

    C) Don Lucas González

    D) Doña María

    E) Don Gaspar

    F) Doña Águeda Delgado

    G) Don Marcos González

    H) Doña Leonor

    I) Doña Luisa Delgado.



    6.- Don Francisco González, natural (o González Criador). Figura en todos los documentos como "natural de Tenerife" y heredó de sus padres numerosas propiedades en Agache. En marzo de 1568 contrajo matrimonio con doña María Rodríguez, hija de don Rodrigo Hernández "Natural"61, apodado "el Gordo"; como dote la contrayente trajo 100 doblas, más ajuar y menajes de casa, valorados en 40 doblas, y una burra parida; mientras que él llevó un colmenar, con más de 30 colmenas, un término de ganado salvaje y cantidad de tierras, todo en Agache. La pareja se estableció en el pueblo de Candelaria.



    Tras la muerte de su hermano Antón, en octubre de 1565 la justicia de esta isla nombró a don Francisco "tutor y curador de la personas y bienes" de sus sobrinos don Martín y doña Catalina, hijos de aquel; dicha tutela le fue concedida ante don Simón de Açoca, escribano público de la isla (en cuyo oficio le sucedió primero don Blas del Castillo y luego don Juan de Carminatis). En virtud de este encargo, hacia 1570 prestó 50 doblas, de a 500 maravedís cada una de moneda de Canaria, a su suegro don Rodrigo Hernández, morador en el pueblo de Candelaria. Asimismo, en 1572 prestó dinero a otras personas: 179 reales nuevos a don Rodrigo Pérez, natural de Tenerife y morador en Adeje; 130 reales nuevos a don Luís Alonso, de la misma naturaleza y morador en Candelaria; 90 reales nuevos a doña María Hernández, de igual naturaleza y vecindad, viuda de don Gaspar Rodríguez. Las cuatro obligaciones de devolución de las respectivas cantidades fueron otorgadas el 18 de julio de 1574 en "el pueblo de N. Sra. de Candelaria, estando en las casas de la morada de Francisco González", ante el "escribano de S.M." don Sancho de Urtarte y los siguientes testigos: don Hernán Pérez, escribano de comisión, don Juan Alonso y don Manuel Estévez, vecinos y estantes en dicho lugar; en dichos documentos se establecía que la devolución de las referidas cantidades debía efectuarse en un año, a partir de esa misma fecha, por tanto antes del 18 de julio de 1575.



    El 7 de agosto de 1573 don Francisco otorgó un contrato de compraventa ante el mencionado escribano don Sancho de Urtarte, mediante el cual compraba unas casas a don Luís Pérez y su esposa doña Beatriz Rodríguez, moradores en el Valle de Güímar, por un valor de 60 doblas de a 500 maravedís cada una de moneda de Canaria; y se obligó a pagárselas en 24 fanegas de trigo, a 11 reales cada una, y el resto en dinero de

    contado, cantidad que se dio por liquidada en escritura otorgada el 16 de enero de 1574, ante el mismo escribano.



    En 1573 se hizo y libró un albalá de conformidad entre don Francisco González y don Remando Díaz, éste morador en el pueblo de La Orotava, por el que nuestro biografiado había de dar a don Remando 15 cabras y 8 cabrillas; "las cabras de edad de 2 años arriba hasta 4 y no mas ni menos, y las cabrillas de año arriba, buenas y mansas tales que fuesen de recibir a vista de criadores; que no sean tuertas, ni tiñosas ni cojas ni de una teta", que las debía entregar en Guananchizo, que era en la cumbre del pueblo de La Orotava; a cambio el 28 de septiembre de dicho año don Remando le había dado una marca de ganado salvaje en el citado término de Guananchizo, como paga y remuneración de las reses, de lo que fueron testigos don Blas Álvarez, cajero, don Pedro de Sosa y don Damián Dabrantes. El viernes 12 de febrero de 1574 otorgaron una escritura ante don Sancho de Urtarte, en el valle y heredamiento de Güímar, declarando hacer dicho trueque y cambio.



    También compró a don Mateo de Aday y su esposa doña Damiana Hernández otra "casa terrera cubierta de teja, sita en el pueblo de N. Sra. de Candelaria, de 25 pies de cumplido y 18 de ancho, con 1 corral que está en la parte de arriba de la casa, con sus cimientos, lindante con solar que se dio a Pedro Pablos de Párraga, vo. difunto, que después lo vendió a Juan Rodríguez, labrador; natural, vº., por un precio de 42 doblas de a 500 maravedís cada una de moneda de Canaria, tal como figura en la escritura de venta otorgada por don Mateo y su esposa el 24 de junio de 1574 en el "valle y heredamiento de Güímar" ante don Sancho de Urtarte. Con esa misma fecha don Francisco González otorgó una escritura de obligación en el mismo lugar y ante el citado escribano, en la que actuaron como testigos don Pedro de Alarcón Medrano, don Juan Gaspar y don Melchor Hernández, vecinos: Francisco González, criador; natural, morador en el pueblo de N. Sra. de Candelaria, hijo de Alonso González, difunto. Dice que Matheos de Aday y Damiana Hernández, su mujer; vs., presentes, le han vendido una casa terrera cubierta de teja, con su corral, en el pueblo de N. Sra. de Candelaria, por 42 doblas de a 500 mrs. de moneda de canaria, según carta de venta. Aunque en la carta de venta se dieron por pagados, la verdad le resta 17 doblas de a 500 mrs., cada una de moneda de canaria, las cuales las pagará a plazo contenido en esta escritura. Por la presente se obliga a pagar a Matheos y a su mujer las 17 doblas en agosto de 1574, en esta isla en dineros de contado. [fol.235]. En fin, amenazamos con continuar si el Sr. Director de http://elguanche.net nos lo permite.



    Eguerew, diciembre de 2007.



    Fuentes consultadas:

    Luisa Isabel Álvarez de Toledo

    Duquesa de Medinasidonia

    África-Versus América, 2005.

    En: www.webislam.com/?idl=203 - 36k



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edicion: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:55
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS CANARIOS Y EUROPEOS (V)



    Kebehi Benchomo



    G) Don Pedro

    Nació en Güimar el 20 de julio de 1709, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por don Domingo de Páez y Galdona, "Beneficiado desta dha Parroquia y de la del Lug. de Candelaria"; se le puso por nombre "Pedro" y fue su padrino don Alejandro Pérez, de la misma vecindad.



    2.- DON BERNARDO DÍAZ

    Nació en Güimar en 1666, siendo bautizado el 23 de mayo de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Dr. don Salvador Pérez, cura y beneficiado de dicho lugar y del de Candelaria; fueron sus padrinos don Francisco Texera y doña Beatriz Texera.



    Hacia 1699 contrajo matrimonio con doña María Miguel Batista Albertos, viuda de don Francisco Delgado e hija de don Juan Batista Albertos y de doña Catalina Francisca de Arrosa. De esta unión nacieron dos hijos:



    A) Doña Paula Marrero (o Díaz Batista)

    Nació en Güimar el 1 de enero de 1700, siendo bautizada seis días después en la iglesia de San Pedro por don Francisco Hemández de la Rosa , "Teniente Servidor deste Beneficio"; se le puso por nombre "Paula" y fue su padrino el alférez don Juan Marrero Bencomo, vecino de dicho lugar.



    El 17 de septiembre de 1719 contrajo matrimonio en la parroquia de San Pedro de Güimar con don Lucas Martín Fariña, natural de Arafo e hijo de don Lucas Martín Fariña y de doña Francisca de Baute; los casó el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos el alférez don Juan Bautista, don Juan Marrero de Castro y don Bernardo de Torres, todos vecinos del Lugar de Arafo. Se velaron en la misma iglesia el 14 de enero de 1720.



    Fueron vecinos de Arafo, donde nacieron sus diez hijos: Doña María (1721), bautizada en Güimar, que casó en 1757 con don Bernardo Hernández; doña Pauta (1724), bautizada en Candelaria como el resto de sus hermanos y casada en 1754 con don Pedro Pérez de Torres; doña Francisca (1726); don Francisco (1730); doña Juana (1732); doña Juana (1733), casada en 1764 con don Pedro de Torres; don Lucas.



    (1736); doña Josefa (1738), esposa desde 1772 de don Manuel Pérez Delgado; don Francisco (1739), esposo desde 1776 de doña Francisca Amaro; y don Juan (1742), casada en 1776 con doña Josefa Núñez.



    B) Don Bernardo Díaz

    Nació en Güimar el 12 de febrero de 1703, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por el teniente de beneficiado don Francisco Hernández de la Rosa ; se le puso por nombre "Bernardo" y fue su padrino don Cristóbal Ramos, de la misma vecindad.



    3.- DOÑA MARÍA DE LA O DÍAZ SABINA (o DELGADO)

    Nació en Güimar en 1668, siendo bautizada el 9 de octubre de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Br. don Salvador Pérez "Bdo. de dha parroquial"; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Francisco Texera y doña Inés Díaz, de la misma vecindad.



    El 22 de abril de 1693 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con don Francisco (José) de Torres Bencomo, hijo de don José González de Utarte y de doña Francisca de Torres; los casó y veló el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil, y fueron sus padrinos don Luís Delgado y su esposa doña María Marrero, actuando como testigos don Diego Delgado, don Salvador Pérez y don Luís Díaz, de la misma vecindad.



    Doña María de la O fue sepultada en la parroquia de San Pedro el 5 de junio de 1723, a los 54 años de edad, había testado; le acompañó el beneficiado con capa por la calle e hizo tres pausas, y en la parroquia se le hizo oficio de cuerpo presente, con vigilia y misa cantada, y oficio de sepultura; al tercer día se celebró el oficio de honras, también con vigilia y misa cantada, y se dieron gracias; acompañaron y asistieron a todos los funerales los capellanes y religiosos del convento, quienes dijeron misa; se pusieron de ofrenda dos almudes de trigo y una botija de vino. Dejó en su testamento 25 misas más, que se debían decir a voluntad de sus albaceas. Le sobrevivió su marido, quien murió en 1748.

    Procrearon siete hijos:



    A) Doña María de Torres

    Nació en Güimar el 18 de octubre de 1694, siendo bautizada seis días después en la iglesia de San Pedro por Fray Cristóbal de Betancur, "de la horden de Predicadores", con licencia del beneficiado servidor de la misma Br. don Juan García de Calzadilla; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Diego Baulén de Ponte, vecino de dicho lugar.



    B) Don Luís de Torres Bencomo

    Nació en Güimar el 28 de noviembre de 1696, siendo bautizado el 2 de diciembre inmediato en la: iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolome Pérez Sutil; se le puso por nombre "Luis" y fue su padrino don Domingo González, de la misma vecindad.



    El 23 de abril de 1'724 se casó en la iglesia de San Pedro de Güimar con doña Josefa de Páez Galdona, hija de don Francisco González y de doña Florencia de Páez y Galdona, vecinos de La Orotava ; celebró la ceremonia el presbítero don Francisco Hernández de la Rosa , con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos el sargento mayor don Juan Tomás Baulén de Ponte y los presbíteros don Juan Alonso Ximénez y don Juan Rodríguez Mallorquín, vecinos de dicho lugar. Se velaron el 7 de mayo de 1725 ante el beneficiado de Páez.



    Tuvieron cuatro hijos: Don José (1725), casado en 1753 con doña María Justa Corona; doña Florentina .(1728), esposa desde 1752 de don Juan Díaz Márquez; don Pedro (1730); y doña María Torres (1732), casada en 1756 con don José Manuel Bencomo.



    C) Don Manuel

    Nació en Güimar el 25 de diciembre de 1698, siendo bautizado tres días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Beneficiado de dicha parroquia y de Candelaria"; se le puso por nombre "Manuel" y fue su padrino el capitán don Juan Tomás Bauléri, vecino de dicho lugar.



    D) Doña Lucana

    Nació en Güimar el 18 de octubre de 1701, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por don Francisco Hernández de la Rosa , "Teniente Servidor deste Beneficio"; se le puso por nombre "Lucana" y fue su padrino don Tomás de Ledesma, de la misma vecindad.



    E) Doña María de Torres (o de la O )

    Nació en Güimar el 6 de abril de 1704, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "María del Rosario" y fue su padrino don Blas González Fariña, vecino de dicho lugar.



    El 16 de julio de 1727 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con don Francisco García Leandro, hijo de don Luís García Leandro y de doña Isabel de la Cruz ; los casó y veló el presbítero don Francisco Hernández de la Rosa , con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don Pedro García Leandro, don Juan García y don Juan González Cartaya, de la misma vecindad.



    De esta unión nacieron siete hijos: Don José (1728); doña Antonia (1729), esposa desde 1755 de don Cristóbal García Leandro; don Luís (1734); doña María (1737); don Cristóbal (1740); doña María (1743); y doña Felipa García de Torres (1746).



    F) Don Francisco

    Nació en Güimar el 6 de noviembre de 1706, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por el teniente de beneficiado don Francisco Hernández de la Rosa; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino el alférez don Luis Tomás Baulén de Ponte, vecino de dicho lugar.



    G) Doña Marta de Torres

    Nació en Güimar el 15 de enero de 1709, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don Gabriel Rodríguez de Betancur, con licencia del Br. don Juan Mateo de la Guarda; fue su padrino don Pedro Hernádez de la Oliva.



    El 14 de septiembre de 1732 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con don José Delgado Natural, hijo de don Juan Delgado Natural y de doña Cecilia María; los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, actuando como testigos don Juan Díaz, don Juan Rodríguez Cartaya y don Gregorio de Torres, vecinos de dicho lugar. Se velaron el 22 de septiembre de ese mismo año.



    Don José Delgado Natural testó en 1764. Había tenido seis hijos con doña Marta: Doña María (1733); doña Josefa (1739); doña Isabel (1742), que casó en 1776 con don Francisco Alberto de Mesa, viudo y vecino de Candelaria; doña Lucana (1744); don Lázaro (1747); y don José Delgado Natural (1752), casado en 1777 con doña Gregoria Francisca de las Nieves.



    4.- DOÑA FRANCISCA DELGADO

    Nació en Güimar el 30 de mayo de 1674, siendo bautizada el 3 de junio inmediato en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, Benficiado interino de dicha parroquial y de la de Candelaria; se le puso por nombre "Francisca" y fueron sus padrinos don Lucas González y doña María Pérez, de la misma vecindad.



    Hacia 1713 se unió en matrimonio a don Juan (Rodríguez) Gaspar, hijo de don Gaspar Rodríguez Portugués y de doña María de la Cruz.



    Fueron vecinos de Güimar, donde nacieron sus hijos. Doña Francisca fue sepultada en la parroquia de San Pedro el 11 de septiembre de 1742, a los 68 años de edad; había testado; 'a su entierro asistió el beneficiado con capa y le hizo tres pausas por la calle, se le hizo también oficio de cuerpo presente con vigilia y misa cantada, y oficio de sepultura; al segundo día oficio de honras, asimismo con vigilia y misa cantada, y se dieron gracias; y asistió en la casa el primer día la comunidad de Santo Domingo. En el momento de su muerte se hallaba viuda de don Juan Gaspar Rodríguez.



    Procrearon tres hijos:

    A) Don Juan

    Nació en Güimar el 30 de octubre de 1708, siendo bautizado el 4 de noviembre inmediato en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan Mateo de la Guarda, " Beneficiado Servidor desta parroquia y de la de Candelaria"; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Diego Martín de Fleitas.



    B) Don Juan

    Nació en Güimar el 26 de septiembre de 1714, siendo bautizado tres días después en la iglesia de San Pedro por él beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Diego Martín de Fleitas, de la misma vecindad.



    C) Don Francisco

    Nació en Güimar el 19 de julio de 1716, siendo bautizado el 2 de agosto inmediato por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino don Juan González Cartaya.



    5.- DON JUAN DÍAZ DELGADO (o DÍAZ DE MEDINA)

    Nació en Güimar el 19 de febrero de 1677, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia de San Pedro por Fray Juan de Aduna "Vicario deste conbento de Sto. Domingo Soriano y teniente del Br. Bartolomé Peres Sutil"; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos el alférez don Juan Rodríguez Adrián y doña Francisca Pérez, su mujer.



    En 1707 se casó con doña Catalina Sánchez de Castro, nacida en 1673 e hija de don Francisco García Sánchez y de doña Ángela (o María) Miguel (o Pérez); celebró la ceremonia el beneficiado servidor don Francisco Hernández de la Rosa, pero desconocemos el resto de los datos al faltar la mitad del fo 1 del libro 4º, en el que estaba asentada la correspondiente partida. Se avecindaron en Güimar, donde nacieron sus hijos.



    Don Juan Díaz Delgado fue sepultado en la parroquia de San Pedro el 22 de noviembre de 1744, a los 67 años de edad; había testado y dejado 20 misas rezadas por su alma; asistió el beneficiado con capa e hizo tres pausas; se le hizo oficio con vigilia y misa cantada, y oficio de sepultura; al segundo día oficio de honras, también con vigilia y misa cantada; a todo asistieron dos capellanes y la comunidad dominica del lugar; se dieron de ofrenda dos almudes de trigo y una botija de vino. Se le hizo el oficio de cabo de año el 20 de junio de 1746. Le sobrevivió su esposa, quien murió en 1753 tras otorgar testamento.



    Frutos de esta unión fueron cuatro hijos:

    A) Don Juan Díaz Delgado

    Nació en Güimar el 21 de mayo de 1709, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino el alférez don Luis Francisco, vecino del Lugar de Candelaria.



    El 4 de noviembre de l731 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güimar con doña María Núñez Bello, hija de don Tomás Bello de Ledesma y de doña Inés Díaz; los casó y veló el presbítero don Juan Alonso Ximénez con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don Juan Tomás Bello, don Juan Hernández Santiago y don Salvador Pérez, vecinos de dicho lugar.



    Tuvieron once hijos: Doña María (1732); don José (1734), casado en 1770 con doña Josefa María Camacho; doña Catalina (1736); doña Andrea (1738); don Luís (1740); doña Inés (1745),eesposa desde 1775 de don Juan Manuel Yanes; don Martín (1742); doña Mariana (1748); doña Florentina (1750); don Hilario (1752); y doña Paula (1757).



    B) Doña María

    Nació en Güimar el 20 de febrero de 1712, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Juan Marrero de Castro, vecino de Arafo.



    C) Don Francisco

    Nació en Güimar el 13 de abril de 1718, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino don Luis de Torres Bencomo, de la misma vecindad.



    D) Don Luís

    Nació en Güimar el 6 de abril de 1725, siendo bautizado dos días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don Juan Rodríguez Mallorquín, con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Luis" y fue su padrino don José Martín de Castro, vecino de dicho lugar.



    6.- DON FRANCISCO DÍAZ DE MEDINA, que sigue.



    7.- DOÑA LUISA (MANUELA) DELGADO

    Nació en Güimar el 9 de enero de 1683, siendo bautizada ocho días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Luisa" y fue su padrino don Miguel González de Betancor, de la misma vecindad.



    El 17 de octubre de 1707 se unió en matrimonio a don Juan Ángel Marrero (o Juan Díaz Marrero), hijo de don Ángel Marrero y de doña Melchora Díaz; los casó y veló el beneficiado servidor don Francisco Hernández de la Rosa, después de haber sido dispensados por el obispo del 42 grado de consanguinidad; actuaron como padrinos don Bernardo Rodríguez y doña María Batista, su mujer. Doña Luisa recibió sepultura en el convento dominico de Güimar el 19 de noviembre de 1747, a los 64 años de edad; había testado; a su entierro asistió el beneficiado con capa y le hizo tres pausas por la calle. Le sobrevivió don Juan Ángel, quien testó en 1764 y fue sepultado el 4 de septiembre de 1766 en el convento de Santo Domingo, a los 91 años de edad; había testado y recibido los Santos Sacramentos; en su entierro le acompañó el beneficiado por la calle con capa e hizo tres pausas, también asistió la comunidad del convento dominico.



    Fueron padres de siete hijos:

    A) Don Juan (Ángel) Marrero Delgado Nació en Güimar el 11 de junio de 1708, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro por don Francisco Hernández de la Rosa , beneficiado servidor de dicha parroquia y de la de Candelaria; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Francisco de Torres, vecino de dicho lugar.



    El 6 de octubre de 1732 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña María Núñez Hernández, hija de don Pablo Hernández y de doña Ana Núñez; los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, siendo testigos don Antonio Delgado Guanche, don Francisco González Siverio y don Juan González, de la misma vecindad.



    Procrearon diez hijos: Don Luís (1734), casado en 1782 con doña María de Torres; doña Isabel (1736), que casó en 1759 con don Miguel Rodríguez Simeón; don Juan (1738), don José (1741) y doña Juana (1743), que premurieron a su madre; doña Juana (1745), esposa desde 1767 de don Martín Rodríguez; don Juan (1745), que también murió antes que su madre; doña Josefa (1749); doña Luisa (1750), que murió antes que su madre; y don Francisco (1752), casado en 1775 con doña Isabel García. Doña María Núñez testó, ya viuda, en 1784.



    E) Doña María

    Nació en Güimar el 2 de agosto de 1710, siendo bautizada ocho días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo dé Páez y Galdona; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Juan Domínguez, vecino del lugar de Tacoronte.



    C) Doña Juana

    Nació en Güimar el 24 de marzo de 1713, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Juana" y fue su padrino don Salvador Leandro, de la misma vecindad.



    D) Don Luís Marrero

    Nació en Güimar el 26 de febrero de 1717, siendo bautizado el 1 de marzo inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Luis" y fue su padrino don Luís de Torres, vecino de dicho lugar.



    El 14 de noviembre de 1740 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro a doña María Ana Pérez de Fresneda, hija de don José Pérez Palenzuela y de doña María de Fresneda; los casó y veló el Beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, actuando como testigos don Gregorio de Torres, don Juan Marrero y don Salvador Leandro, vecinos de dicho lugar.

    De esta unión nacieron cinco hijos: Don Juan Antonio (1740); doña María (1744), casada en 1766 con don José de Campos; don José.(1746); doña Lucía (1750); y doña Juana Mariana (1754), que casó en 1779 con don José Rodríguez de Chasna.



    E) Doña Catalina Marrero (o Delgado)

    Nació en Güimar el 19 de septiembre de 1719, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por, nombre "Catalina" y fue su padrino don Pedro Hernández Núñez, de la misma vecindad. El l0 de mayo de 1744 se casó en la misma iglesia de San Pedro con don Juan García Sánchez, hijo de don Juan García Sánchez y de doña Isabel Francisca Hernández de Torres; celebró la ceremonia el teniente de beneficiado don Alexo Francisco Ravelo Davila, actuando como testigos don Pedro Hernández Núñez, don Francisco Fresneda y don Gregorio de Torres, de la misma vecindad. Se velaron en la misma iglesia el 18 de enero de 1745.



    Tuvieron siete hijos: Doña María (1745), que murió antes que su padre; don Juan (1747), casado en 1780 con doña Josefa Gómez; don Francisco (1749); don José (1751), esposo desde 1777 de doña Josefa Delgado; don Vicente (1754), que también premurió a su padre; doña María (1756), que casó en 1778 con don Nicolás Gómez; y don Agustín (1759). Don Juan García testó en 1786.



    F) Don Francisco Marrero Delgado

    Nació en Güimar el 9 de mayo de 1722, siendo bautizado cinco días después por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino don Juan Rodríguez Simeón, vecino de dicho lugar.



    El 2 de diciembre de 1753 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Isabel Fresneda de Mederos (o Isabel Francisca de las Nieves), hija de don Juan Francisco de las Nieves y de doña María de Fresneda; los casó y veló el clérigo presbítero don Carlos Sebastián Uque y Osorio, "vo. de la Ciudad de La Laguna y residente en este lugar" con licencia del beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez, actuando como testigos don Cayetano de Vargas, "va. de la ciudad de la Isla de la Havana y residente en este lugar", don Juan Alonso Ximénez y don José Fernández Camillón, presbíteros vecinos de dicho lugar.



    Procrearon cinco hijos: Don Francisco (1754); doña María (1757); don Juan (1759), casado en 1791 con doña María Márquez; don Antonio (1761); y don José (1763).



    Don Francisco Marrero testó en 1763 y recibió sepultura en el convento de Santo Domingo el 1 de enero de 1764, a los 41 años de edad; a su sepelio asistió el beneficiado con capa y se le hicieron tres pausas por la calle. Le sobrevivió doña Isabel Francisca de las Nieves.



    O) Don Bernardo

    Nació en Güimar el 23 de abril de 1725, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se .le puso por nombre "Bernardo" y fue su padrino don Juan González Cartaya, de la misma vecindad.



    VI.- DON FRANCISCO DÍAZ DE MEDINA MONTIJOS (ALIAS DÍAZ MONTIJOS, O DELGADO DE MONTIJOS)

    Nació en Güimar el 6 de marzo de 1680, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino don Diego Delgado, vecino de dicho lugar.



    El 29 de octubre de 1710 contrajo matrimonio en la misma iglesia parroquial de San Pedro Apóstol con doña Catalina María Pérez Gabriel (o Catalina María Delgado, o Catalina Rodríguez, o Catalina Pérez, o Catalina González), nacida también en dicho pueblo, e hija de don Juan Pérez Gabriel Delgado de Medina y de doña Ana María González Díaz (o Díaz de Armas); los casó y veló el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, después de haber sido dispensados del 3º grado de consanguinidad, actuando como testigos don Francisco José de Torres y don Juan Coello, vecinos de dicho lugar. La pareja se avecindó en el Pago de Chimaje (antiguo nombre de El Escobonal), en Agache.



    Don Francisco fue el primero que llevó el apellido (o apodo) Montijos, que luego se mantuvo durante generaciones hasta el Dr. Díaz Núñez. Como curiosidad, la calle más habitada de El Escobonal aún conserva el nombre de "Lomo de Montijo", con toda seguridad vinculado a nuestro biografiado, aunque no sabemos si fue don Francisco quien dio nombre al lugar o éste al destacado vecino.



    Don Francisco Díaz Montijos testó ante testigos en su domicilio del Pago del Escobonal (o Chimaje) en 1762. Fue sepultado en la iglesia de San Pedro de Güimar el 28 de julio de 1765, a los 85 años de edad; le acompañó el beneficiado con capa, quien hizo tres pausas, y cantó vigilia y misa; se le hizo oficio de sepultura; "hubo procesion claustral y se dieron gracias en la casa mortuoria", por disposición de los doloridos; y al segundo día se celebraron dos oficios, el de honras y erle cabo de año, ambos con vigilia, misa cantada y responso; también hubo responso sobre el sepulcro con capa "y suplio el Beneficio las dos belas q. se encendieron sobre el sepulcro en otro responso cantado"; en el tercer día suplió el Beneficio la cera y se volvieron a dar las gracias en la casa mortuoria. Le sobrevivió doña Catalina María Pérez.



    Tuvieron diez hijos:



    1.- DOÑA CATALINA MARÍA PÉREZ (O MONTIJOS, O GONZÁLEZ, O DÍAZ MONTIJOS)

    Nació en El Escobonal el 27 de mayo de 1711, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güimar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Catharina" y fue su padrino don Juan Delgado de Medina, de la misma vecindad.



    El 1 de agosto de 1737 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don Luis Mateo Díaz Delgado (o Luis Díaz Manuel), hijo de don Mateo Díaz (de Medina) Bencomo y de doña Luisa Manuel, vecinos en el Pago de El Escobonal; los casó y veló el teniente de beneficiado don Alexo Francisco Ravelo Davila, siendo testigos don Juan Pérez, don Amaro Díaz y don Juan Díaz, de la misma vecindad.



    La pareja se estableció en el citado Pago de El Escobonal o San José, como por entonces se le llamaba, donde nacieron sus hijos. En 1766 don Luis Mateo fue mayordomo de la ermita de San José, abierta al culto en la década anterior.

    Doña Catalina María Díaz Montijos testó, ya viuda de don Luís Mateo Díaz, en 1797 y 1800. Recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güimar el 16 de junio del segundo año, a los 89 años de edad; no recibió los Santos Sacramentos.



    Don Luis Mateo y doña Catalina procrearon siete hijos:

    A) Doña María Díaz Manuel.

    Nació en El Escobonal ello de enero de 1739, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güimar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Sebastián Pérez y doña María de la O, vecinos y naturales de dicho lugar.



    El 27 de julio de 1774 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don José Díaz Amaro, hijo de don José Díaz Amaro y de doña Bárbara Mariana, naturales y vecinos de Arico en el Pago de Fasnia; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado servidor don José Benito Penedo, actuando como testigos don José Delgado, don Andrés de la Rosa , don José Bello y don Teodoro Román, vecinos de dicho lugar.



    De esta unión nacieron cuatro hijos: Don José (1775); don Pedro (1776); doña María (1779), casada en 1809 con don José de Campos; y don Juan Díaz (1781).



    B) Don Luís Díaz Manuel

    Nació en El Escobonal el 20 de enero de 1742, siendo bautizado ocho días después en la iglesia de San Pedro de Güimar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, "debaxo de condicionpa. q. el padrino fue lo bautizo en su Casa en Casso de Nesecidad"; se le puso por nombre "Luís" y fueron sus padrinos don Juan Díaz y doña Ana Estacia Díaz, de la misma naturaleza y vecindad.



    El 23 de noviembre de 1767 casó en la misma iglesia de San Pedro con doña Paula Ximénez de Aday, hija de don Luís de Aday y de doña Catalina Fariña, vecinos en el Pago de La Medida; los casó y veló Fray Pedro Núñez, prior del convento de Santo Domingo Soriano, con licencia del beneficiado, siendo testigos don Juan Jorge de Fleitas, don Juan Díaz de Medina y don Cristóbal Campos, vecinos de dicho lugar.



    Tuvieron dos hijos: Don Felipe (1768), casado en 1794 con doña Antonia Delgado; y don Luís Díaz (1770).



    C) Don Antonio

    Nació en El Escobonal el 31 de enero de 1744, siendo bautizado el 6 de febrero inmediato en la iglesia de San Pedro de Güimar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Antonio" y fue su padrino don Diego Martín de Fleitas, natural y vecino de dicho lugar.



    D) Don Antonio Díaz

    Nació en El Escobonal el 11 de septiembre de 1745, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güimar por el beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez; se le puso por nombre "Antonio" y fue su padrino don Juan Hernández de Oliva, de la misma naturaleza y vecindad.



    El 3 de noviembre de 1772 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Dionisia Ximénez, hija de don Luís de Aday y de doña Catalina Gaspar de Castro Fariña, naturales y vecinos de dicho lugar en el Pago de La Medida ; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez, con licencia del beneficiado don José Fernández Camillón, actuando como testigos don Isidro Leonaldo, don José Texera y don Francisco Pérez Fariña, de la misma vecindad.



    E) Don Juan Mateo Díaz

    Nació en El Escobonal e1 1° de abril de 1748, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güimar por don Juan Alonso Ximénez, beneficiado servidor de la misma; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Francisco Hernández de Oliva, natural y vecino de dicho lugar.



    En 1775 ingresó en la Hermandad del Rosario, existente en el convento de Santo Domingo Soriano de Güimar. El 23 de abril de 1794 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Bemarda Díaz Ramos, hija de don Francisco (Díaz) Ramos y de doña María Prudencia de Campos, los casó y veló el beneficiado servidor don Florentín Núñez y Torres, siendo testigos don Miguel Ximénez, don José Trinidad y don Juan Campos, de la misma naturaleza y vecindad.



    Don Juan Mateo Díaz falleció en su domicilio del Pago de San José (El Escobonal) y recibió sepultura en la capilla del Rosario del convento dominico de Güimar el 13 de octubre de 1809; contaba 61 años de edad, había recibido los Santos Sacramentos y hecho una declaración testamentaria. Le sobrevivió su esposa doña Benarda Díaz Prudencia.



    Fue su único hijo: Don Francisco Díaz (1795), casado hacia 1830 con doña Juliana Rodríguez.





    Enero 2008



    Imagen: Arafo sobre 1930.

    Fuente consultada:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.



    Continuará…
    28 de agosto de 2008 10:55
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS CANARIOS Y EUROPEOS (VI)



    Kebehi Benchomo





    F) Doña Antonia Díaz

    Nació en El Escobonal el 29 de enero de 1751, siendo bautizada el 2 de febrero inmediato en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Antonia" y fue su padrino don Juan Rodríguez de Fleytas, de la misma naturaleza y vecindad. El 27 de diciembre de 1773 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don Diego Díaz, hijo de don José Díaz Amaro y de doña Bárbara María Ana, naturales y vecinos de Arico en el Pago de Fasnia; los casó y veló Fray Vicente Arturo, de la Orden de predicadores y prior del convento de Santo Domingo de dicho lugar, con licencia del beneficiado don José Femández Camillón, siendo testigos el alférez don Bartolomé Mexía, natural del citado Pago de Fasnia, don Juan Rodríguez Truxillo y don Luís Rodríguez Truxillo, vecinos de dicho Lugar de Güímar.



    Procrearon nueve hijos: Don José (1774), casado en 1804 con doña Dominga Pérez Guanche; don Diego (1776); don Antonio (1778), esposo desde 1813 de doña María Rosa Yanes; don Blas (1780); doña María Andreil (1782), que casó en 1823 con don Francisco Pérez Elías; don Bernardo (1785); don Diego (1787); don Vicente Díaz Montijo (1790), casado en 1822 con doña Victoria de Campos; y doña María Díaz (1792).



    G) Don José Díaz

    Nació en El Escobonal el 12 de noviembre de 1753, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por don Cristóbal Alonso Núñez, "Beneficiado de dha Parrochial y de la de Sra. Sta. Ana del de Candelaria., se le puso por nombre "José" y fue su padrino don Francisco Díaz; todos "V'. y nS. deste lugar de Guimar en el Pago de Agache".



    El 7 de enero de 1782 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro a doña María Josefa Rodríguez, hija de don Juan Rodríguez Truxillo y de doña María García; los casó y veló el beneficiado de Güímar y Candelaria don Luís Ambrosio Fernández del Castillo, actuando como testigos don Juan Márquez, don Juan Mateo y don Ignacio de Castro, naturales y vecinos de dicho lugar en el Pago de Agache.



    De este enlace nacieron diez hijos: Doña María del Rosario (1783), casada en 1804 con don Juan de Castro; doña Ana (1784), esposa desde 1830 de don Domingo García; don Juan Antonio (1786), que casó en 1823 con doña Juana Yanes; don Domingo (1788); don José (1790); don José (1791), casado en 1830 con doña María García Marrero; doña Isabel (1791), esposa desde 1821 de don José Yanes; don Francisco (1793), que casó en 1828 con doña María Marrero; doña María (1795), casada en 1826 con don Manuel Yanes; y don Miguel Díaz (1796).



    2.- DON JUAN DÍAZ DE MEDINA

    Nació en El Escobonal el9 de marzo de 1713, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; fue su padrino don Simeón Rodríguez de Fleitas. Erróneamente figura en su partida el nombre de "Juana".



    El 24 de julio de 1752 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Bárbara Marrero de Torres, hija de don Domingo Marrero y de doña Bárbara de Torres; los casó y veló el presbítero don José Fernández Camillón con licencia del beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez, siendo testigos don Francisco Marrero, don Domingo Pérez Alexandro y don Domingo Gatdona y Romero, de la misma natu- raleza y vecindad.



    Don Juan Díaz de Medina recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güímar el 6 de diciembre de 1788, a los 75 años de edad; había recibido los sacramentos y testado pocos días antes; a su sepelio asistió el beneficiado, quien lo acompañó por la calle con capa e hizo tres pausas, y en el templo le cantó vigilia, misa y oficio de sepultura, "y se dieron gracias"; también le acompañó por la calle la comunidad del convento dominico de la localidad. El día 9 se le hizo el oficio de honras.



    Fue su hija:

    A) Doña María Díaz de Medina



    Nació en Güímar el 6 de noviembre de 1753, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don José Fernández Camillón, con licencia del beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "María del Carmen" y fue su padrino don Francisco Marrero, natural y vecino de dicho lugar.



    El 31 de mayo de 1776 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don Antonio Marrero hijo de don Salvador Marrero y de doña María (Josefa) de Torres; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado don Luis Ambrosio Fernández del Castillo, actuando como testigos don Domingo Delgado de Medina, don José Delgado Pérez y don Teodoro Román, vecinos del Lugar de Güímar.



    Tuvieron seis hijos: Don Antonio(l777); doña María (1782), casada en 1812 con don Juan Rafael Bello Castellano; don Antonio (1784); don José (1787); don Agustín (1790); y doña Bárbara Marrero Díaz (1793), que casó en 1816 con don Lorenzo Reyes.



    3.- DON FRANCISCO DÍAZ DE MEDINA

    Nació en El Escobonal el 12 de enero de 17.15, siendo bautizado ocho días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino don Luís de Torres Bencomo, de la misma vecindad.



    Don Francisco Díaz de Medina falleció en Agache y el 9 de noviembre de 1792 fue sepultado en la iglesia de San Pedro; contaba 77 años de edad y permanecía soltero; a su sepelio asistió el Beneficio y se le hicieron tres pausas por la calle, encomendación de alma, vigilia, misa y oficio de sepultura.



    4.- DOÑA MARÍA (CANDELARIA) DE LA O (DÍAZ) MONTIJOS (O DÍAZ DE MEDINA)

    Nació en El Escobonal el. 9 de mayo de 1717, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Juan Delgado Texera, vecino de dicho lugar.



    El 27 de diciembre de 1739 casó en la misma iglesia de San Pedro con don Sebastián Pérez Elías (o González Elías, o Pérez Chanverga), hijo de don Diego Pérez y de doña María González Elías; los casó y veló el teniente de beneficiado don Alexo Francisco Ravelo Davila, actuando como testigos don Cristóbal Elías don Ángel Marrero y don Pedro Pérez, naturales y vecinos de dicho lugar. Fueron vecinos de El Escobonal, por entonces conocido como Pago de Chimaje o de San José.



    Don Sebastián testó en 1777. Le sobrevivió doña María Díaz de Medina, quien falleció en el citado pago y recibió sepultura en el convento de Santo Domingo de Güímar el 8 de noviembre de 1798; contaba 82 años de edad y no había testado, pero sí recibido los Santos Sacramentos.



    Procrearon once hijos:



    A) Doña María

    Nació en El Escobonal el 12 de enero de 1741, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don José Elías, natural y vecino de dicho lugar.



    E) Don Juan

    Nació en El Escobonal el 31 de mayo de 1742, siendo bautizado el 4 de junio inmediato en la iglesia de San Pedro de Güímar por el presbítero don Alexo Francisco Dávila, con licencia del beneficiado; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don "Juan delgado de la Palma" de la misma naturaleza y vecindad.



    C) Don José

    Nació en El Escobonal el11 de julio de 1744, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por don Alexo Francisco Ravelo Dávila, teniente del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "José" y fue su padrino don José Elías, natural y vecino del mismo lugar.



    D) Doña María Candelaria

    Nació en El Escobonal el 14 de enero de 1746, siendo bautizada tres días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por don Juan Alonso Ximénez, "Bdo. Servidor de dha Parrql. y de la de Sra. Sta. Ana del Lugar de Candelaria."; se le puso por nombre "María Candelaria" y fue su padrino don Diego Martín de Fleytas, natural y vecino de dicho lugar.



    E) Don Cristóbal Pérez Elías

    Nació en El Escobonal en marzo de 1747, siendo bautizado el 19 de dicho mes en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez; fue su padrino don Bernardo de Mesa, natural y vecino de dicho lugar.



    El 28 de diciembre de 1772 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Beatriz Manuel Delgado (o Guanche de Castro), hija de don Juan Delgado Guanche y de doña María (Beatriz) Manuel de Castro; los casó Fray Andrés Gómez, de la Orden de Santo Domingo, con licencia del beneficiado don José Fernández Camillón, actuando como testigos don Gaspar Delgado Baute y don Juan Márquez, naturales

    y vecinos de dicho lugar, y el alférez don Bartolomé Delgado Mexías, natural y vecino de Arico en el Pago de Fasnia. Se velaron en la misma iglesia el 18 de enero de 1773. Fueron vecinos del Pago. de San José (El Escobonal), donde nacieron sus hijos.



    El Sr. Pérez Elías perteneció a la Hermandad del Rosario del convento dominico de Güímar, en la que ingresó en 1775 y de la que fue mayordomo de puertas en El Escobonal en 1806. Fue perito apreciador de tierras en Agache, figurando como tal en mayo de 1823, en una escritura de compraventa. Murió en su pueblo natal en 1824.



    Don Cristóbal y doña Beatriz Manuel tuvieron diez hijos: Don Francisco (1773); doña Dominga (1775), casada en 1804 con don José Díaz; don Hilario Pérez Elías (1778), que también fue mayordomo de puertas en El Escobonal de la Hermandad del Rosario en 1809, casó en 1816 de doña María de Castro; don Pedro Pérez Elías (1780), casó con doña Antonia González Jorge, natural de La Zarza , donde se avecindaron, y fue síndico personero y varias veces alcalde de Fasnia; doña María (1782); doña Beatriz (1785); don José (1788); don Cristóbal Pérez Elías (1791), que casó en 1814 con doña María Díaz Noguero y, muerta ésta, en 1828 se unió en segundas nupcias con su cuñada del mismo nombre, con amplia descendencia en El Escobonal; doña Paula (1793), esposa desde 1832 de don Gregorio Rodríguez; y don Francisco Pérez Elías (1796), casado en 1823 con doña María Díaz.



    F) Doña Catalina Pérez Montijo

    Nació en El Escobonal el 20 de octubre de 1748, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez; fue su padrino don Cristóbal Díaz, natural y vecino de dicho lugar.



    El 15 de enero de 1776 se casó y veló en la misma iglesia de San Pedro con don Pablo González Díaz, hijo de don Pedro García y de doña Bárbara Francisca, naturales y vecinos de Arico en el Pago de Fasnia; celebró la ceremonia el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado servidor don José Benito Penedo, siendo testigos don Gaspar Delgado, "naf. y v". del sitado Pago de Chimaxe", don Jacinto Delgado Pérez y don Domingo González, naturales y vecinos de dicho Lugar de Güímar.



    Procrearon nueve hijos: Don Juan (1776); doña María (1778), casada con don José Agustín Díaz; doña Catalina (1779); doña María (1781 ), esposa desde 1816 de don José González; doña Ana (1784), que casó en 1805 con don José Texera; doña Josefa (1786); doña Bárbara (1788), esposa desde 1822 de don Isidro Pérez; doña Francisca (1791 ); y don Juan García (1794), casado hacia 1826 con doña Alejandra María Díaz.



    G) Doña María Candelaria

    Nació en El Escobonal el 17 de enero de 1751, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "María Candelaria" y fue su padrino don Juan García, natural y vecino de dicho lugar.



    H) Don Bernardo Pérez Elías

    Nació en El Escobonal el 5 de mayo de 1752, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por don Cristóbal Alonso Núñez, "Bdo. de dha Parroquia y de la de Sro. Sto. Ana del de Candelaria."; fue su padrino don Agustín García, de la misma naturaleza y vecindad.



    I) Doña Ana María Pérez

    Nació en El Escobonal el 30 de marzo de 1754, siendo bautizada el 4 de abril inmediato en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Ana María" y fue su padrino don Juan Rodríguez Truxillo, "todos V'. y ns. deste dho lug'. de Guimr. en el pago de Agache".



    El l0 de mayo de 1788 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don Carlos de Campos, hijo de don Domingo de Campos y de doña Florentina Delgado; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado servidor don Pedro José Acosta y Abad, actuando como testigos don Juan Mateo Díaz, don José Delgado y don Ignacio de la Cruz, naturales y vecinos de dicho lugar.



    Tuvieron cinco hijos: Don Juan (1788); don Juan (1790), casado hacia 1818 con doña María Hernández; doña María (1791 ), esposa desde 1821 de don Félix Hernández; doña Victoria (1797), que casó en 1822 con don Vicente Díaz; y don Carlos de Campos Pérez (1800), casado en 1824 con doña María Rodríguez.



    J) Don Bernardo Pérez Elías

    Nació en El Escobonal el 11 de marzo de 1757, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por don Cristóbal Alonso Núñez, "Bdo., propio desta dha Parrochialy de la de Sro. Sto. Ana del de Candel"."; fue su padrino don Domingo Manuel de Campos, natural y vecino de dicho lugar.



    El 29 de enero de 1781 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Josefa (Rodríguez) Márquez, hija de don Juan Márquez y de doña Manuela Rodríguez, naturales y vecinos de dicho lugar en el Pago del Escobonal; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado don Luís Ambrosio Fernández del Castillo, actuando como testigos don Juan Rodríguez Truxillo, don Juan Francisco Pérez y don Domingo Estrada, de la misma vecindad.



    En 1778 se le recibió en la Hermandad del Rosario, para lo que pagó su entrada y hacha, y en 1807 fue mayordomo de puertas de ella en El Escobonal. También perteneció a la Cofradía del Santísimo Sacramento, de la que fue mayordomo en el citado pago en los años 1810, 1818 y 1823; de ella se reconoció deudor en su testamento, por el tiempo de su mayordomía. El 13 de marzo de 1825 vendió una suerte de tierra con viña y árboles en el Pago de El Escobonal, a don Antonio Mecías, vecino de la Villa de Santa Cruz y habitante en el referido pago; de estaescritura de compraventa se desprende que no sabía firmar.



    Don Bernardo Pérez Elías testó el 11 de enero de 1834 en el Pago de San José, donde falleció el 18 de agosto de 1836, a los 84 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos; al día siguiente se celebró el funeral de cuerpo presente ya continuación recibió sepultura en el cementerio de la localidad, o En el momento de su muerte se hallaba viudo de doña Josefa Márquez.



    Procrearon siete hijos: Don Joaquín Pérez Elías (1782), casado en 1804 con doña Antonia Delgado de Baute; don Juan (1784); doña María (1787), esposa desde 1824 de don Domingo de Castro y Baute; doña María (1789); doña María (1794), que casó en 1810 con don Domingo Delgado; doña Manuela (1796), casada en 1828 con don Joaquín Pérez Delgado; y doña Josefa Pérez (1800), esposa desde 1823 de don Manuel González. Sólo cuatro sobrevivieron a su padre: don Joaquín, doña María, doña Manuela y doña Josefa.



    K) Don Domingo Pérez Elías

    Nació en El Escobonal el 21 de abril de 1759, siendo bautizado siete días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Domingo del Carmen" y fue su padrino don Francisco Fresneda Rodríguez, natural y vecino del lugar de Güímar.



    En 1784 ingresó en la Hermandad del Rosario, existente en el convento dominico de Güímar, de la que llegó a ser mayordomo. Se embarcó a Indias, dejando de pagar a dicha hermandad "desde 1807 inclusive".



    5.- DON LUÍS DÍAZ DE MEDINA, que sigue la línea.



    6.- DOÑA ANA (MARIA) PÉREZ (O MONTIJOS, O DÍAZ MONTIJO, O DE MEDINA, O GONZALEZ)

    Nació en El Escobonal el2 de abril de 1721, siendo bautizada tres días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Ana" y fue su padrino don Bartolomé Delgado, de la misma vecindad.



    El 9 de mayo de 1746 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don Pedro Díaz Delgado, hijo de don Cayetano Delgado y de doña Luisa Delgado, vecinos del mismo Pago de El Escobonal; los casó y veló el beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez, siendo testigos don Francisco Hernández de Oliva, don Juan Hernández de Oliva y Bernardo Roberto de Medina, naturales y vecinos de dicho lugar.



    Era elector elegible para cargos municipales en 1853, con una cuota de contribución de 163 r' y" por territorial. Al igual que su padre fue mayordomo del Señor en Agache en los años 1811,1817 y 1822. Hermano del prebendado don Juan de Castro Baute, también inició la carrera eclesiástica, que abandonó siendo clérigo minorista para contraer matrimonio. Luego destacó como agrimensor, cirujano y curandero. Fue asimismo sochantre y notario público eclesiástico de Fasnia.



    Fueron vecinos del citado Pago de El Escobonal, donde nacieron sus nueve hijos:



    A) Don Juan (Pedro) Díaz Delgado

    Nació en El Escobonal el 8 de febrero de 1747, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez; fue su padrino don José Elías, natural y vecino de dicho lugar.



    El 5 de abril de 1774 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Juana Márquez Viera, hija de don Félix Márquez y de doña Isabel Viera, "naturale y vs. del Lugar de Guimar en el Pago de Agache"; los casó y veló Fray Andrés Gómez, de la Orden de Predicadores, con licencia del beneficiado don José Fernández Camillón, actuando como testigos don Juan Rodríguez Márquez, de la misma naturaleza y vecindad, don Juan Pérez de Ledesma y don Teodoro Román, naturales y vecinos del Lugar de Güímar.



    Don Juan Díaz Delgado falleció en su domicilio del Pago de San José y recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güímar el 20 de mayo de 1811; contaba 65 años de edad y había recibido los Santos Sacramentos, pero no había testado.



    Tuvieron tres hijos: Don José (1775); don Cristóbal (1777); y doña Josefa Díaz Márquez (1783), casada en 1809 con don Domingo de Campos.



    B) Doña María

    Nació en El Escobonal el 9 de febrero de 1748, siendo bautizada seis días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez; fueron sus padrinos don Juan García de la Cruz Leandro y doña María García Delgado, de la misma naturaleza y vecindad.



    C) Doña Josefa Díaz Delgado y Montijo

    Nació en El Escobonal el 31 de julio de 1749, siendo bautizada el 3 de agosto inmediato en la iglesia de San Pedro de Güímar por el presbítero don Pedro Álvarez de Ledesma, con licencia del beneficiado servidor don Juan Alonso Ximénez; fueron sus padrinos don Francisco Hernández de Oliva y doña Anastasia Hernández de Oliva, naturales y vecinos de este lugar.



    El 25 de junio de 1773 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro a don Francisco González, hijo natural de doña Ana González, naturales y vecinos del Lugar de Arico; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado don José Fernández Camillón, siendo testigos don Francisco Marrero, natural y vecino del Lugar de Arico, don Francisco Pérez Fresneda y don Juan Pérez Fresneda, naturales y veci- nos del Lugar de Güímar. Fueron vecinos del Pago de San José.

    Doña Josefa falleció en su domicilio de El Escobonal y el 1 de diciembre de 1819 recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güímar; con- taba 70 años de edad, " le dio perlecia y solo se le pudo administrar la Santa Unción". Le sobrevivió su marido.



    Procrearon diez hijos: Don Juan (1774), casado en 1800 con doña Luisa Rodríguez; don José (1776), esposo desde 1803 de doña María Josefa Chico; doña María (1778); don Domingo (1781), que casó en 1804 con doña Isabel González; don Francisco (1783); don Luís (1785); doña Ana (1788), casada hacia 1824 con don Domingo Antonio Pestano; don Tomás (1791); doña Juana (1793), esposa desde 1830 de don Domingo Díaz; y don Manuel González Díaz (1796), que casó en 1823 con doña María Pérez Elías.



    D) Doña Ana Delgado Montijo

    Nació en El Escobonal el 23 de febrero de 1751, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Ana María" y fue su padrino don Francisco Marrero, "todos v. y naturales deste dho Lugar de Guimar en el pago de Agache". Falleció en el pago natal de San José (El Escobonal) y fue sepultada en la iglesia de San Pedro el3 de febrero de 1812; "estaba enferma habitual y murió de repente"; le faltaban pocos días para cumplir 61 años de edad y permanecía "moza".



    E) Doña María Candelaria Delgado

    Nació en El Escobonal el 17 de abril de 1752, siendo bautizada seis días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "María de Candelaria" y fue su padrino don Juan Pérez de Ledesma, natural y vecino de dicho lugar en el Pago de Agache.



    El 26 de enero de 1791 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don José González Hernández, hijo de don José González y de doña Bemarda (Matías) Hernández, naturales de Arico y vecinos en El Escobonal; los casó y veló el presbítero don José Bernardo Carrillo, con licencia del beneficiado don Francisco Cruz Alayón, actuando como testigos don Francisco Delgado, don José Flores y don Ignacio de la Cruz.



    De esta unión nacieron cuatro hijos: Don José (1791); doña María (1793); doña María (1795); y don Gregorio González (1799).



    F) Don José

    Nació en El Escobonal el 26 de marzo de 1754, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; fue su padrino don Fernando Antonio, natural y vecino de dicho lugar en el Pago de Agache.



    O) Don Domingo Díaz Delgado

    Nació en El Escobonal el 22 de febrero de 1756, siendo bautizado el 1 de marzo inmediato en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; fue su padrino don José Díaz de Medina y Montijos, de la misma naturaleza y vecindad.



    El 31 de enero de 1785 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña Inés (Manuel) Delgado Guanche (o de Castro), hija de don Juan Delgado Guanche y de doña María Manuel de Castro; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado propio don Luís Ambrosio Fernández del Castillo, actuando como testigos don Juan Díaz Delgado, don Domingo Estrada y don Juan Fresneda, naturales y vecinos de dicho lugar.



    Tuvieron siete hijos: Doña Lucía (1785); doña Antonia (1790); don Juan (1792), casada en 1819 con doña María del Carmen Delgado; doña María Valentina (1794), esposa desde 1822 de don Andrés Lorenzo Morales; don Marcelino (1797); don Carlos Díaz Delgado (1800), que casó hacia 1838 con doña Manuela López Álvarez y vivieron en El Escobonal como criados del prebendado don Juan de Castro y Baute, quien les dejó a su muerte su hermosa casa, muebles y algunos terrenos; y doña Francisca Díaz Delgado, casada en 1823 con don Cristóbal García de Fleytas.



    H) Doña María

    Nació en El Escobonal el 1 de noviembre de 1759, siendo bautizada tres días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "María de los Santos" y fue su padrino don Juan de Castro; todos "viven en el pago de S. Joseph en Agache.



    I) Doña Luisa Delgado

    Nació en El Escobonal el 8 de diciembre de 1761, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; fue su padrino don José Pérez Delgado, de la misma naturaleza y vecindad.



    El 17 de marzo de 1793 contrajo matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con don José Rodríguez, hijo de don José Rodríguez y de doña María Manuel; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez con licencia del beneficiado don Francisco Cruz Alayón, siendo testigos don José Cayetano Delgado, don Luís Rodríguez y don Isidro Cartaya, de la misma naturaleza y vecindad.



    Testó ya viuda en el Pago de El Escobonal el 18 de noviembre de 1841; fueron testigos de la otorgación el alcalde primero constitucional don José Domingo Delgado Trinidad, el prebendado don Juan de Castro y Baute, don Félix de Castro y Pérez, don Ignacio Rodríguez y don José Antonio de Torres, del mismo vecindario. Falleció en el mismo pago el 30 de abril de 1842, a los 80 años de edad, tras recibir los Santos sacramentos; al día siguiente se le hizo el funeral de cuerpo presente en la iglesia de San Pedro de Güímar ya continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad.



    Le sobrevivieron tres de sus hijos:

    Antonia, María y Antonio, las dos primeras casadas.



    Procrearon ocho hijos: Don Antonio (1796); doña Antonia (1798), casada en 1824 con don Juan de la Cruz Marrero; doña María (1800), esposa desde 1824 de don Carlos de Campos; don Antonio (1802), que casó en 1843 con doña Josefa de Castro; don José (1806); doña María (1809); don Pedro Díaz Delgado; y doña Ana Montijo.



    7.- DON JOSÉ DÍAZ DE MEDINA MONTIJOS (O DELGADO MONTIJOS)

    Nació en El Escobonal el 8 de diciembre de 1723, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro de Güímar por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "José" y fueron sus padrinos don Amaro Díaz y doña Catalina Díaz, vecinos de

    dicho lugar.



    El 25 de julio de 1757 se unió en matrimonio en la misma iglesia de San Pedro con doña María Sebastiana Álvarez, hija de don Juan Álvarez y de doña Sebastiana María Pérez Gabriel; los casó y veló el presbítero don José Fernández Camillón con licencia del beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez, actuando como testigos el teniente capitán don José Delgado Trinidad, el alférez don Domingo Hernández de Arrosa y don Luís Díaz Montijos, naturales y vecinos de dicho Lugar de Güímar. Don José Montijos, como también se le conoció, trabajó como zapatero. Tuvieron siete hijos:



    A) Doña María

    Nació en Güímar el 29 de octubre de 1758, siendo bautizada el 8 de noviembre inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; fue su padrino el teniente capitán don José Delgado Trinidad, natural y vecino de dicho lugar.



    B) Doña María Margarita

    Nació en Güímar el 19 de julio de 1760, siendo bautizada nueve días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "María Margarita" y fue su padrino don Juan Hernández Santiago, de la misma naturaleza y vecindad.



    C) Don Miguel

    Nació en Güímar el 2 de mayo de 1762, siendo bautizado siete días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Miguel Atanasio" y fue su padrino el teniente capitán don Juan Rodríguez Adrián, natural y vecino de dicho lugar.



    D) Doña Juana

    Nació en Güímar el 17 de abril de 1764, siendo bautizada ocho días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Juana Nepomuceno" y fue su padrino el entonces alférez don Bernardo de Torres, de la misma naturaleza y vecindad.



    E) Don Bernardo

    Nació en Güímar el20 de agosto de 1766, siendo bautizado ocho días después en la iglesia de San Pedro por Fray Juan Gómez, "Lector ex fila. y Predicr. convenf. de la ordende mi Pe. S. Francisco con licencia del M. R. Pe. Lect. Jubdo. FI: Joseph Ynfante de dha orden Vene. Bendo. Serv.desta dha Parroquia y de la de Srá Stá Ana de Candelaria, fue su padrino el tte. cap. don Domingo Hemández de la Rosa, natural y vecino de dicho lugar.



    F) Don Juan

    Nació en Güímar el 26 de agosto de 1768, siendo bautizado el 3 de septiembre inmediato en la iglesia de San Pedro por Fray Luís de Santo Tomás de Silva, de la Orden de Preds. Suppr. en este Conbto. de M. Pe. Sta. Domingo en Soriano de este dho lugar, con licencia del beneficiado propietario; fue su padrino don Pedro Pérez, natural y vecino de dicho lugar en Agache. (Continuará)







    Enero 2008.



    Imagen: Güimar sobre 1930.



    Fuente consultada:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:56
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (I)



    Kebehi Benchomo *



    Dada la favorable acogida por parte de los lectores de la serie divulgativa De apellidos Canarios y europeos, los cuales tratan de la ascendencia por parte paterna del preclaro descendiente de guanches el Dr. Díaz Núñez y la cual hemos extraído de la extraordinaria obra del Catedrático de la Universidad de La Laguna Dr. D. Octavio Rodríguez Delgado[1]: El Dr. D. Agustín Díaz Núñez (1796-1866) Su vida, su familia y su obra, nos anima a continuar -contando con el beneplácito de elguaguanche.net- con esta serie de artículos, en esta oportunidad dedicados a la ascendencia materna del Dr. Díaz Núñez.



    El objeto de este trabajo es el de divulgar algunos aspectos de la integración de determinadas familias guanches en el nuevo orden impuesto por el sistema dominante, de las cuales tenemos constancia mediante documentos públicos. Creo que nos llevaremos una grata sorpresas el día que se haga una investigación científica exhaustiva y metódica en esta línea de los antiguos protocolos notariales y documentos públicos generados en los primeros tiempos de la invasión de las islas, hueco que incomprensiblemente, continua abierto en la bibliografía canaria.



    En este caso concreto que nos ocupa y referido a una sola familia del Menceyato de Güímar, no solo es extensible a otras muchas familias guanches de la isla Chinech sino que además es aplicable a las otras islas de nuestro archipiélago, pues tuvo lugar el mismo proceso con anterioridad.



    La ingente cantidad de datos que nos aporta el autor relativo a una sola familia y a un solo lugar -el Valle de Güímar- nos abren un amplio abanico de nombres y apellidos europeos portados por nuestros antepasados, proporcionándonos un amplio conocimiento de la pervivencia de nuestros ancestros ocultos bajo nombres y apellidos foráneos.



    Dichas familias al asumir -por imposición o por aceptación voluntaria- con el bautismo cristiano nombres y apellidos europeos posiblemente no previeron que al aceptar las sibilinas propuestas de los invasores, asumían la ideología dominante de los mismos, la cual abarca diferentes y complementarias manifestaciones: patriarcal, progresista unilineal, racista, clasista, militarista, religiosa y otras, que se sostienen en valores conservadores que a su vez difunden masivamente, como el culto a la idea del orden y al establecimiento de un único orden; el culto a la superioridad, a lo foráneo, a la competencia, al futuro, a la rapidez, a la razón instrumental, al ser humano como centro del universo, a lo masculino; la ambición de poder y de dinero y bienes materiales superfluos; el no-reconocimiento del otro/a; la consecución de lo fácil; el falso respeto a las tradiciones conservadoras, esa macro-ideología multidimensional que es el soporte del ejercicio del poder-dominación y apela a un discurso que se pretende hegemónico y basado en supuestas "leyes naturales", y, por tanto, presenta los hechos de su conveniencia como "inevitables", y, más aun, como "necesarios" para apuntalar el "progreso de la Humanidad ".

    Entre los métodos empleados por los invasores para anular la autoestima del pueblo canario está la asignación arbitraria de calificaciones discriminatorias y denigrantes al pueblo sometido y, particularmente a los que se han mantenido alzados durante el colonialismo. La persistencia y/o diversificación de calificaciones racistas sobre El pueblo originario en la actualidad: "tribus" (no pueblo ni nación); "moros" (homogéneos, sin diversidad); "salvajes/bárbaros" (atrasados, violentos, "pre-civilizados"); "buen salvaje (idealización nostálgica: inocentes, puros, pacíficos, (primigenios “ecologistas,) "Vagos/improductivos" (resistencia al trabajo esclavo, al vasallaje y al trabajo asalariado con sus exigencias de "productividad"). "sucios" (a pesar de la costumbre de bañarse diariamente y defecar fuera de sus viviendas, no se perfuman ni asocian la tierra con "suciedad"); "inmorales/desvergonzados" (no temen a, ni ocultan sus cuerpos, disfrutan por igual de la semi-desnudez y del uso de ropa tradicional u occidental); "desobedientes" (resistencia a la autoridad impuesta); "incultos" (no adoptan fácilmente la cultura del invasor y recrean continuamente su propia cultura, incorporando y re significando algunos elementos de la cultura envolvente del invasor.

    La educación y la cultura no se limitan a lo formal-institucional, siendo más importante la comunidad en la formación de la persona); "supersticiosos" (muchos/as continúan cultivando sus religiosidades ancestrales y los/as cristianizados/as tienen una particular vivencia del cristianismo); "invasores" (cuando una parte del pueblo canario procura recuperar parte de sus tierras ancestrales, ocupa tierras producto del desplazamiento forzoso de las tierras que tradicionalmente han ocupado o, se defienden de los intentos de desplazamiento forzoso de las mismas, se les califica de "invasores").

    Caso, en la actualidad, de la nefasta Ley de costas elaborada desde Madrid -donde no existen costas marítimas-, mediante la cual se desplaza a los naturales de sus tradicionales viviendas o casa de veraneo en las costas de las islas y se permite la existencia de hoteles y urbanizaciones y bloques de apartamentos edificados prácticamente dentro del mar…[2]

    La implementación de estrategias de asimilación/integración del pueblo canario pretende su desaparición. El discurso del mestizaje pretende borrar las diferencias. Este proceso persigue imponer la "homogeneidad" socio-cultural del Estado Nacional Colonial y desconocer derechos canarios originarios y específicos.

    El paternalismo de la cultura envolvente del colonialismo interno impone el término "nuestros indígenas", obviando que los pueblos indígenas no le pertenecen a ninguna otra cultura; la única pertenencia asumida es a la Madre Tierra.

    La imposición del uso de un concepto limitado de cultura, que posibilita la dominación basada en la desvalorización de la cultura ancestral y de la mal llamada "cultura popular", a las que se le asigna un menor rango y un carácter "arqueológico", "folklórico" o, de "atracción turística", al lado de la cultura de las elites, presentada como "la cultura", en un sentido universalista. Como consecuencia de esa visión eurocéntrica/elitesca se ha desconocido al idioma Insualamazigh, calificado como "dialecto" siendo tronchado desde el momento de la invasión (hasta las primeras décadas del siglo xx, en la escuelas rurales de nuestra isla eran castigados físicamente los niños que atrevieran a hablar guanche); a las expresiones artísticas propias y populares, calificadas como "artesanías"; a sus religiosidades, calificadas como "animismos" y "supercherías"; a sus tradiciones médicas y botánicas, calificadas de "curanderismo" y "brujería". En nombre del bienestar, con la ideología del progreso se ha justificado: La apropiación de los recursos de los pueblos de la periferia capitalista mediante el robo y saqueo legalizados, presentándoles como "pago de deudas".

    Y a todo este cúmulo de injusticias ha contribuido un hecho aparentemente inocente, como es el cambio de nombres y apellidos guanches por otros europeos.

    RAMA MATERNA DEL DR. D. AGUSTÍN DÍAZ NÚÑEZ



    La Casa Hernández Franco fue fundada en Canarias por el caballero portugués don Hernán Pérez Franco, natural de Vilarandel de Chaves, quien figuró entre los conquistadores de Tenerife, donde se estableció con su familia a finales del siglo XV; su descendencia se dividió en dos ramas principales. La línea agnada estableció su solar en la ciudad de La Laguna y comenzó usando el apellido "Hernández Franco", que luego simplificó a "Franco", el cual se extinguió en su varonía en la primera mitad del siglo XIX. La otra se trasladó al Valle de Güímar, entroncó en sus primeras generaciones con los Reyes naturales de la isla, tal como se recoge en el Nobiliario de Canarias (tomo IV, págs. 814-820), y empezó empleando sólo el apellido "Hernández", para luego fraccionarse en otros dos linajes: uno que siguió llevando el "Hernández" y el otro que adoptó el apellido "Núñez"; por rara casualidad, también esta segunda rama que adoptó el Núñez desapareció casi al mismo tiempo que la línea lagunera; en cambio, la rama que en este Valle (Güímar)siguió esgrimiendo el Hernández aún pervive en línea de varón.



    El linaje sureño lo fundaron don Álvaro Hernández Portugués y doña Catalina Núñez, establecidos en Arafo. Su hijo don Joaquín Núñez, casado con doña Ana Díaz Afonso, fue el cabeza de la rama "Núñez"; de él en adelante su descendencia masculina no dejó de llevar este apellido, bien solo o acompañado de otro distinto, aunque en todo caso familiar.



    Uno de sus hijos, don Diego Díaz Núñez "el Cojo", fue el primero que se estableció en Güímar, encabezando la línea que concluye en doña María Núñez Torres, madre del Dr. don Agustín Díaz Núñez.



    Recordando lo escrito en una ocasión por el fallecido Cronista Oficial de Güímar, don Tomás CRUZ GARCÍA:



    Entre las casas antiguas que por verdadero milagro aún se conservan en Güímar; se encuentra una en la calle de San Pedro de Abajo, actualmente de mis primos María y Gonzalo Cruz García, que aunque de modesta apariencia, es de una belleza y de un tipismo verdaderamente extraordinarios (...).



    Esta graciosa residencia constituyó, durante muchos años, la casa solariega de la familia Núñez, desde el instante en que se domicilió en Güímar: No he podido averiguar la fecha en que se construyó, ni tampoco quien ordenara su edificación (...).



    El último varón de esta familia que poseyó la casa fue don José Núñez Rodríguez. Luego pasó a su nieta doña Herminia Rodríguez Núñez, hija de don Víctor Rodríguez Delgado y de su esposa doña Josefa Núñez Hernández, que contrajo matrimonio con don José Pérez Praga, oriundo de Vilaflor, y como éstos tampoco tuvieron varones la heredaron sus dos hijas: doña Lucrecia, esposa que fue de don Arístides Hernández Mora, hijo del coronel de Infantería don Constantino Hernández Rodríguez y de doña María Mora González, natural de La Gomera ; y doña Delfina Pérez Rodríguez, que casó con el Lcdo. en Medicina don Manuel Angulo Almenar, natural de La Laguna e hijo del licenciado en Derecho y registrador de la Propiedad de dicha ciudad don Manuel Angulo y Laguna, natural de Sevilla, y de doña María del Carmen Almenar Perera, nacida también en la citada ciudad de La Laguna.



    Según comentaba don Tomás CRUZ GARCIA:

    La familia Núñez se asentó a raíz de la conquista de Tenerife, en los lugares de Candelaria y Arafo, en especial en este último, donde .fue favorecida con repartimientos de tierras y aguas por el Adelantado, don Alonso Fernández de Lugo, sirviéndose de los poderes que le habían conferido los Reyes Católicos. Que dicha familia ocupaba un lugar relevante en el Valle de GüímaR; lo justifica, entre otras razones, el casamiento del mencionado Alvaro Hernández Franco con Catalina Núñez; que ésta fuera hermana del presbítero don Diego Núñez y de María Báez, casada con Melchor Pérez, alcalde de Candelaria, que sus descendientes adoptaran posteriormente el apellido "Núñez", absteniéndose del "Hernández Franco" o "Franco", posiblemente como homenaje a sus ante pasadas las dos Catalina Núñez, y los enlaces matrimoniales que los "Núñez" realizaron con las otras principales familias del repetido Valle.



    I.- DON HERNÁN PÉREZ FRANCO (O YANES)

    Caballero portugués, natural de Vilarandel ( o Villarandello, o Villazán, o Villanueva) en el concejo o "término de Chaves en Portugal". Fue conquistador de Tenerife, eh donde se estableció en los primeros años del siglo XVI en unión de su esposa doña Beatriz Rodríguez ( o Perera), con quien procreó a:



    II.- DON ÁL VARO HERNÁNDEZ PORTUGUÉS (O HERNÁNDEZ

    FRANCO)

    Al igual que su padre era natural de San Vicente de Vilarandel, en el concejo de Chaves (Portugal), y fue conquistador de Tenerife. Casó en esta isla en segundas nupcias con doña Leonor Pérez Martín (o Pérez Yanes), hija de don Pedro Martín (o Martínez) Yanes y de doña Catalina Luís Álvarez; el recibo de dote fue otorgado en 1526 ante don

    Alonso Gutiérrez. Fueron vecinos de Tacoronte y don Álvaro fue enterrado en la iglesia de San Pedro de El Sauzal.



    Don Álvaro otorgó testamento el 17 de octubre de 1547 ante don Gaspar Justiniano, escribano de La Laguna ; gracias a dicho documento conocemos sus ascendientes y sus hijos, pues aparece testimoniado en la información de nobleza practicada por su descendiente doña Ignacia Díaz Núñez. y doña Leonor testó en 1572 ante don Juan del Castillo.



    Don Álvaro y doña Leonor tuvieron dos hijos:

    1.- Don Francisco Álvarez Hernández Franco, Marido de doña Magdalena Hernández Gallegos, hija de don Francisco Hernández Gallegos y de doña Leonor Alfonso, su legítima mujer.



    Encabezan la rama mayor de la Casa Hernández Franco, historiada en el Nobiliario de Canarias (Tomo II, págs. 463-471). Los descendientes de este enlace continuaron empleando en el futuro, hasta su extinción, el apellido "Hernández Franco" o solamente el de "Franco". Procrearon dos hijos:



    A) Don Pedro Fernández Franco ( o Álvarez), capitán de Infantería Ostentó el empleo de capitán de Infantería Española por patente dada en Gran Canaria a 12 de julio de 1593, en “atención a sus méritos, servicios y calidad", por don Luís de la Cueva y Benavides, primer capitán general de Canarias y presidente de su Real Audiencia.



    Casó dos veces: la primera con doña Nicolasa Rodríguez Álvarez de Toledo, natural de La Laguna , hija de don Gaspar Simón López de Toledo y de doña Magdalena Marrero Núñez, y bisnieta del conquistador de Tenerife don Simón López de Toledo y Báez.



    De este primer matrimonio nacieron cuatro hijos: Don Francisco Fernández Franco, doctor en Sagrada Teología y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Canarias; don Angel Fernández Franco, que casó en Tacoronte con doña Águeda Francisca Correa y Lezcano, con quien procreó al " Muy Reverendo Padre Definidor" Fray Ángel Fernández Franco, de la Orden de San Agustín y notario del Santo Oficio de la Inquisición ; doña Sebastiana Francisca Franco, casada con el capitán don Félix de Espino Peraza de Ayala y San Juan-Padilla, regidor perpetuo de la Gran Canaria , mayorazgo de la ilustre Casa de su apellido en esta isla, en la que sucedió últimamente la de Bethencourt y Muxica, y progenitores además de las Casas de Bravo de Laguna, Casabuena y otras de la primera Nobleza del País; y doña Isabel Francisca Fernández Franco, esposa del capitán don Juan Domínguez Izquierdo, con quien testó de mancomún en 1668 ante el escribano Núñez Angelín y procreó entre otros hijos al capitán don Pedro Domínguez, teniendo como ultimo descendiente a don Lope Antonio de la Guerra y Peña, regidor perpetuo de Tenerife y mayorazgo de la Casa de Peña en esta isla.



    El capitán Fernández Franco contrajo segundas nupcias con doña Isabel Pérez Arocha (o Pérez Alfonso y Riverol), hija del Doctor don Baltasar Pérez Alfonso, abogado de los Reales Consejos, caballero Hijodalgo de las Montañas de Santander, y de doña Catalina de Riverol y Arocha, nacida en Santa Cruz de La Palma , su legítima mujer.



    De este segundo enlace nacieron: Don Juan Fernández Franconco, 1 del nombre, sargento mayor de la Isla de Tenerife, que casó en La Laguna en 1644 con doña María Magdalena de Medina, hija de don Pascual Francisco Gallego y Bello y de doña Ana Vizcaíno de Medina, vecinos de Güímar, con ilustre sucesión; y doña María Ana Francisca, que casó con el capitán don Manuel Gutiérrez de León, hijo de don Manuel Brito de León y de doña María Gutiérrez de Plasencia, quien una vez viudo contrajo segundas nupcias don doña María Espinosa de los Monteros.



    E) Don Salvador Francisco Fernández Franco, alférez de Milicias Alcanzó el empleo de alférez de las Milicias Provinciales. Casó en Tacoronte con doña Lucía Rodríguez Beuiel, hija de don Manuel Alfonso Déniz y Contreras y de doña María-Rodríguez Beuiel, que a su vez lo era de don Francisco Rodríguez, conquistador de Tenerife, y de doña Blasona Berriel Fernández de Vera y Negrín. Procrearon dos hijos: Don Eartolomé

    Francisco Franco (1614), nacido en Tacoronte, donde casó con doña Catalina Rodríguez de Barrios, hija de don Diego Simón Rodríguez de Barrios y de doña María Hernández Canino, con quien procreó al " Muy Reverendo Padre" Fray Diego Simón, de la Orden-de San Agustín, y a don Salvador Francisco Franco, nacido casado y con descendencia en dicho Tacoronte; y doña Francisca Rodríguez Berriel, que casó en Tacoronte en 1680 con don Cristóbal de Osorio, con quien se estableció en "Indias de Su Majestad".



    2.- DON ÁLVARO HERNÁNDEZ PORTUGUÉS, que sigue la línea.



    111.- DON ÁL VARO HERNÁNDEZ PORTUGUÉS

    Segundo del nombre. Se estableció en el incipiente caserío de Arafo, donde contrajo matrimonio con doña Catalina Núñez Báez, hermana del presbítero don Diego Núñez e hija de don Tristán Báez y de doña Catalina Núñez, vecinos de Arafo; la carta de dote fue otorgada en 1565 ante el escribano don Francisco Márquez y recibida al año siguiente. Se establecieron en Arafo, donde nacieron sus hijos.



    Como ya hemos indicado con anterioridad, sus descendientes, prescindiendo del "Hernández Franco" o del "Franco", formaron o constituyeron dos linajes independientes en el Valle de Güímar: uno que sólo empleó en adelante el apellido "Hernández"; y otro que adoptó el "Núñez".



    Disfrutó de considerables propiedades en el Valle, tanto en tierras como en animales. En agosto de 1577 una vaca y un buey de su propiedad entraron e hicieron daño en una sementera de cebada, que tenía en El Tanque don Pedro Hernández, mayordomo que fue de don Francisco de Alarcón; así consta en una demanda interpuesta por el dagnificado en "el valle y heredamiento de San Juan de Güímar", ante el escribano don

    Sancho de Urtarte [fol. 888 r].



    Los herederos de don Álvaro Hernández "el Viejo" dividieron las tierras de La Haya , comenzando desde el naciente, y tocaron a doña Leonor Pérez la primera, a don Joaquín Núñez la segunda, a don Pedro Núñez la tercera, a doña Juana Batista la cuarta, a don Mateo Hernández la quinta y a don Bartolomé Pérez la sexta; cada una de estas suertes tenía de naciente a poniente dos cordeles y tres brazas, y se extendían todas desde el Barranco del Granadillar hasta el Barranco de la Gambuesa ; estos datos se recogen en una copia de la antigua partición que firmó don Juan de Baute Fariña "el Viejo", por estar la original "muy vieja".



    [1] BIOGRAFÍA de Octavio Rodríguez Delgado

    [2] Bloques de apartamentos edificados prácticamente dentro del mar…



    Continuará…



    Enero 2008.
    28 de agosto de 2008 10:56
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (II)



    Kebehi Benchomo *



    Doña Catalina testó, ya viuda, el 14 de octubre de 1604. Tuvo con don Álvaro seis hijos:



    1.-DON JOAQUÍN NÚÑEZ, que sigue la línea.



    2.- DON MATEO HERNÁNDEZ

    Nacido en Arafo. Hacia 1609 contrajo matrimonio con doña Juana González (o Hernández). Fueron vecinos de Arafo y sus descendientes siguieron usando el apellido "Hernández", sin el aditamento de "Franco". Frutos de esta unión fueron ocho hijos:



    A) Don Salvador Hernández, nacido en Atafo.



    Contrajo matrimonio con doña María Rodríguez Alonso, natural también del mismo pueblo, con quien procreó varios hijos, nacidos en dicha localidad y bautizados en Candelaria, de los que conocemos los cuatro siguientes: Don Juan Rodríguez (1655), que casó en Candelaria en 1676 con doña María de Mesa; don Salvador Hernández (1656), casado en Candelaria en 1682 con doña María González Díaz, nacida en 1661 e hija de don Benito González (o Hernández) y de doña Catalina Díaz; don Francisco Hernández (1660), que casó en Candelaria en 1677 con doña María Ramos; y doña María (o Marina) (1666). El 23 de marzo de 1690, el 17 de julio de ese mismo año y el l0 de diciembre de 1696 fueron enterrados en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria otros tantos hijos de "Salvador Hernández V. de Aralo".



    Doña María Rodríguez, "viuda de Salvador Hernández", recibió sepultura en la iglesia de Santa Anade Candelaria el 20 de enero de 1704.



    B) Don Juan

    Nació en 1612, siendo bautizado el 13 de mayo de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuarez, cura y beneficiado de Candelaria; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Bartolomé Delgado y doña María Manuel.



    C) Doña Juana González

    Nació en diciembre de 1616, siendo bautizada el l de enero de 1617 por el Lcdo. don Marcos Xuarez; se le puso por nombre "Juana" y fue su padrino don Bartolomé López, "racionero de la Catedral de Canaria y hazedor de las rentas desimales deste benefisio".



    El 30 de noviembre de 1645 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con don Francisco Baute, hijo de don Diego de Baute y de doña María Hernández; los casó el beneficiado don Juan Díaz de Lugo y fueron padrinos don Bartolomé de Ledesma y doña Juana Batista, actuando como testigos el capitán don Jacinto Marrero, don Lázaro Miguel y "otros muchos v. del Beneficio". El 8 de enero de 1646 fueron velados en la misma iglesia.



    Tuvieron dos hijos: Doña Ángela (1648); y doña Francisca de Baute (1654), bautizada en Candelaria y casada en ese mismo pueblo en 1670 con don Lucas Martín Fariña, con amplia descendencia.

    D) Doña María

    Nació en 1619, siendo bautizada el 9 de septiembre de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuarez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Domingo Pérez y " la perera bendedera".



    F) Doña Ana

    Nació en 1622, siendo bautizada el n de febrero de dicho año en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria por el Br. don Diego Sánchez Martínez, "beneficiado deste beneficio de Candelaria y San Juan de Guimar"; se le puso por nombre "Ana" y fueron sus padrinos don Juan Alonso y doña María Díaz.



    G) Don Juan

    Nació en 1624, siendo bautizado el 12 de mayo de dicho año en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria por Fray Francisco de Lucena con licencia del beneficiado; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Juan Alonso y doña María Díaz, su mujer, vecinos de Arafo; no tenía óleo ni crisma.



    H) Don Francisco Hernández Alvarez

    (1627-?), alférez de Milicias Nació en 1627, siendo bautizado el 13 de junio de dicho año en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el Br. don Juan González García, beneficiado de dicho lugar; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos don Bartolomé Delgado y doña Francisca Viscayna; no tenía óleo ni crisma.



    En 1669 era alférez de Milicias y vecino de Santa Úrsula, según escritura ante don Domingo Romero Bastardo.



    I) Don Diego

    Nació en 1630, siendo bautizado el 5 de febrero de dicho año por el Br. don Juan González García; se le puso por nombre "Diego" y fueron sus padrinos don Jacinto Marrero y doña María Marrero.



    3.- DOÑA JUANA BATISTA

    Natural de Arafo. Antes de 1612 casó con don Salvador García, quien testó el 30 de noviembre de 1646.



    Doña Juana también otorgó testamento, que fue Comprobado el 31 de agosto de 1646 ante el escribano público don Francisco Miraval; en una de sus cláusulas decía lo siguiente: "Yt. declaro cf. todas las demas tierras cf. tengo y parecieren ser mias las dejo a mis hermanos Bartolomé Peres, Mateo Hernandes, y á los hijos de Pedro Nuñez, y á los hijos de Marcos Garcia y Leonor Peres cf. los hayan y gozen por iguales partes después de muerto el dho Salvador Garcia mi marido, reservando una suerte cf. tengo abajo de la casa de Juan Alonso en las tierras del Valle, cf. esa se la dejo á Juan Garcia mi sobrino, hijo de Marcos Garcia (...). yt. declaro por mis albaceas á Salvador Garcia mi marido, y á mi hermano Bartolome Peres y á Marcos Garcia mi cuñado. yt. dejo la casa huertas y viña á Maria Leonor; y Catalina Nuñez, hijas de Marcos Garcia y Leonor Perez"..



    4.- DON BARTOLOMÉ PÉREZ HERNÁNDEZ

    Natural de Arafo. El 20 de marzo de 1612 contrajo matrimonio en la iglesia de Santa Ana con doña Ana (Inés) Martín Bencomo, hija de don Lucas Martín y de doña María Díaz Bencomo, vecinos de Arafo, y hermana del capitán don Francisco Díaz; los casó y veló el Lcdo. don Mar- cos Xuares, beneficiado de Ntra. Sra. de Candelaria, y actuaron como padrinos don Juan Marrero y su mujer, y como testigos el capitán don Juan Albertos y don Bartolomé de Ledesma. Se avecindaron en Arafo.



    Fueron progenitores de la familia Martín de Castro, fundadores y patronos de la capilla de la Epístola de la parroquia de San Pedro, dedicada a la advocación de Ntra. Sra. del Rosario.

    Don Bartolomé y doña Ana ya habían fallecido en 1674. Habían tenido diez hijos:



    A) Doña Juana Batista

    Nació en Arafo. El 18 de octubre de 1638 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con don Marcial Fariña, hijo de don Marcial Fariña y de doña Isabel Francisca; los casó y veló el beneficiado don Juan Díaz de Lugo y fueron sus padrinos don Juan Alonso y doña Isabel Francisca, actuando como testigos el capitán don Jacinto Marrero, don Gaspar García de Guzmán, don Francisco de Castro "y otros muchos", todos vecinos de Güímar y Arafo.



    De este enlace nacieron tres hijos: Don Salvador (1639), que casó en Candelaria en 1666 con doña Francisca Díaz, y en segundas en Güímar en 1696 con doña Aria Marrero; don Francisco (1641), casado en Candelaria en 1672 con doña María Miguel; y don Lucas Martín Fariña (1644), desposado en Candelaria en 1670 con su prima doña Francisca de Baute Díaz, ya mencionados anteriormente [111.2.C].



    Una vez viuda, hacia 1643 doña Juana Batista contrajo segundas nupcias con don Bartolomé de Ledesma Bello. De este segundo matrimonio nacieron cinco hijos: Don Salvador (1646); don Juan (1649), que casó en 1674 con doña María Izquierdo; don Sebastián (1652), esposo desde 1677 de doña Inés Hemández; don Mateo (1654); y doña María Batista Arrosa (1657), casada en Candelaria en 1680 con don Juan Manuel.



    B) Doña Ana Pérez

    Sólo sabemos de ella que fue madrina de don Francisco Gómez de la

    Rosa, en 1634.



    C) Don Lucas Martín

    Nació en 1613, siendo bautizado el 19 de febrero de dicho año en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el beneficiado don Marcos Xuarez; se le puso por nombre "Lucas" y fueron sus padrinos don Marcos García y su mujer doña Leonor Hernández; no tenía óleo.



    El 28 de septiembre de 1648 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con doña Juana Bello, hija de don Mateo Bello y de doña María García; celebró la ceremonia el beneficiado don Juan Díaz de Lugo, y fueron sus padrinos don Juan Castellano y doña Águeda Gómez, actuando como testigos "a los ver casar y helar" el alférez don Juan Delgado, don Francisco Díaz, don Juan Guanche y otros muchos, "todos V'. de dicho beneficio".



    Procrearon cuatro hijos: Don Amaro Martín (1650), que casó en Candelaria en 1678 con doña Leonor Pérez y fueron bisabuelos del teniente coronel don José Baute Santos, y ascendientes del presbítero don Víctor Eusebio Marrero, del capitán don Eleuterio González García y del canonigo doctoral Dr. don Bernabé González Marrero, todos ellos nacidos en Arafo; doña María (1652); don Juan (1655); y don Andrés (1662).



    D) Doña María

    Nació en 1615, siendo bautizada el 25 de julio de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuarez; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Salvador García.



    E) Don Bartolomé

    Nació en 1617, siendo bautizado el 15 de enero de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuarez, "Beneficiado de Candelaria y Guimar"; se le puso por nombre "Bartolomé" y fueron sus padrinos don Joaquín Núñez y su mujer doña Ana Díaz.



    E) Doña Catalina

    Nació en 1623, siendo bautizada el 19 de noviembre de dicho año en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria por el Br. don Diego Sánchez Martínez, "Beneficiado deste termino de Candelaria"; se le puso por nombre "Catalina" y fueron sus padrinos don Joaquín Núñez y doña Ana Díaz.



    G) Don Juan Pérez del Corral

    Nació en 1626, siendo bautizado el 26 de julio de dicho año en la iglesia de Santa Ana por el Br. don Juan González García; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Salvador García. Hacia 1664 contrajo matrimonio con doña María de la Paz , hija de don Diego Rodríguez y de doña Ana María de la Paz. De esta unión nacieron cinco hijos: Don Pedro (1664), casado en 1701 con doña Francisca Viscayno; doña Ana (1670); doña Cecilia (1673); don Luís (1677); y doña María de la Paz , que casó hacia 1798 con don Luís Hernández.



    H) Doña Inés Martín

    Nació en 1631, siendo bautizada el 16 de noviembre de dicho año por el beneficiado don Francisco Fernández Barroso; se le puso por nombre "Inés" y fueron sus padrinos don Nicolás de Ledesma y doña Francisca Díaz.



    I) Don Francisco Pérez

    Hacia 1668 contrajo matrimonio con doña Ana María González, con quien se avecindó en Arafo. Tuvieron siete hijos: Doña María Pérez Bencomo (1669-1747), bautizada en Güímar, que casó hacia 1700 con el alférez don José Martín de Castro, con destacada sucesión; doña Catalina (1671), también bautizada en Güímar; don Francisco (1674); don Bartolomé (1676); don Juan Pérez Bencomo (1680), bautizado en Candelaria como sus dos hermanos anteriores, casó en este mismo pueblo en 1717 con doña Leonarda de Torres Marrero; don Benito (1683), bautizado en Güímar y casado hacia 1714 con doña Paula Marrero; y don Lucas Pérez (1686) y esposo desde 1713 de doña Rosa Marrero.



    j) Don Salvador Pérez

    Nació en Güímar en 1653, siendo hijo de don Martín Rodríguez y de doña María de Castro. De su enlace con doña María Pérez Bencomo nacieron cuatro hijos: doña María (1701), casada en 1734 con don Pedro Roberto de Medina; don José (1703-1785), alférez de Milicias y alcalde de Güímar; doña Ana (1707); y don Francisco Martín de Castro (1711), que casó en 1741 con doña Anastasia Díaz y, una vez viudo, contrajo segundas nupcias en 1745 con doña María Osana Núñez (o Díaz de Ledesma). Don José ingresó como oficial en el Regimiento de Milicias Provinciales de Güímar, en el que figuraba como alférez desde 1701. Falleció en su domicilio de Güímar en 1715 y recibió sepultura en la iglesia de San Pedro. Fueron ascendientes del maestro don Juan Pérez Marrero, secretario del Ayuntamiento y presidente del Casino de Arafo; del Dr. don José Pérez y Pérez, director del Sanatorio Psiquiátrico de Tenerife. Lucas Pérez (1686), bautizado en Candelaria y esposo desde 1713 de doña Rosa Marrero.



    k) Don Salvador Pérez

    Nació en 1638, siendo bautizado el 11 de agosto de dicho año por el Br. don Juan Díaz de Lugo, "Cura y Beneficiado de Guimar y Candelaria"; se le puso por nombre "Salvador" y fue su padrino don Nicolás de Ledesma, vecino de Arafo.



    El lo de junio de 1674 contrajo matrimonio en la iglesia parroquial de San Pedro con doña María González, hija de don Juan González Bermejo y de doña María Leonor, difunta; los casó "por palabras de presente" el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, " Bdo. interino de los Lugares y parroquis de Guimar y Candelaria"; fueron sus padrinos don Francisco Pérez y doña Ana González, y actuaron como testigos don Juan Bello, don Juan Pestano, don Asencio Perera y otros, todos vecinos de dicho lugar.



    Se avecindaron en el Lugar de Arafo, donde nacieron sus cuatro hijos, que fueron bautizados en Candelaria: Doña María González (1671), casada en 1696 con don Miguel Díaz Travieso, viudo; doña Juana Batista (1675), esposa desde 1717 de don Mateo Rodríguez; don Salvador (1678); y doña Ana Pérez (1681), que casó hacia 1707 con don Matías Núñez.



    5.- DOÑA LEONOR PÉREZ (O HERNÁNDEZ)

    El 20 de agosto de 1612 contrajo matrimonio en la iglesia de Santa Ana de Candelaria con don Marcos García; los casó y veló el Lcdo. Don Marcos Xuarez, "Beneficiado de Ntra. Sra. de Candelaria"; fueron sus padrinos don Joaquín Núñez y doña [ilegible].

    Fueron sus hijos:



    A)Doña María Leonor García Nació en Güímar en 1613, siendo bautizada el 15 de agosto de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuárez, beneficiado de Candelaria y Güímar; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Salvador García y su mujer.



    El 16 de enero de 1645 contrajo matrimonio en Güímar con don Juan González Bermejo, hijo de don Juan González Bermejo y de doña Juana Díaz; los casó y veló don Juan Díaz de Lugo, "Cura y Beneficiado de las parroquiales de San Pedro de Guimar y Sta. Ana de Candelaria", tras ser dispensados el 3 de mayo de 1643 de 3º y 4º grado de consanguinidad por el Papa Urbano VIII; fueron sus padrinos don Juan Alonso y doña María Manuel, y testigos don Pedro Díaz, don Nicolás de Ledesma y otros muchos, "todos v. de Candelaria".



    El 16 de febrero de 1658 don Juan González Bermejo, que era vecino de Arafo, elevó un pedimento, según el cual por muerte de sus padres y abuelos "quedaron unas tierras en el termino de Guimar; onde dicen Fasnia, q. lindan por una parte con tierras de Luís de Morales, y por otra tierras de los Delgados, y por la parte de arriba la cumbre y por avajo la mar"; fue redactado por el escribano don Antonio A. de Fonseca y obtuvo. providencia del teniente general.

    Don Juan González Bermejo testó el 12 de marzo de 1681, siendo su testamento comprobado el 2 de febrero de 168.7 ante don Bernardino Reguilón.



    Procrearon cinco hijos: Doña María González (1646), que casó en Candelaria en 1674 con don Salvador Pérez y fueron tatarabuelos de Sor Rita Álvarez de Castro, religiosa profesa de Santa Clara, y de Sor Jesús María de San José Álvarez de Castro, última religiosa recoleta del Realejo Bajo; doña Juana (1648); doña Antonia María (1655), casada hacia 1690 con don Domingo Díaz; doña Lorenza (1660); y doña Leonor Pérez, que casó en Candelaria en 1678 con don Amaro Martín, ya mencionados [III.4.B].



    B) Doña Catalina Núñez

    Nació en Arafo en 1616, siendo bautizada el 21 de noviembre de ese año por don Marcos Xuares, cura y beneficiado de Güímar y Candelaria; fueron sus padrinos don Salvador García y su esposa doña Juana Batista.



    C) Don Juan García

    Nació en Arafo en 1622, siendo bautizado en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria el 4 de febrero de dicho año por el Lcdo. Don Diego Sánchez Martínez, "Bener. de San Juan de Guimar"; fueron sus padrinos don Juan Márquez y doña María Díaz. Contrajo matrimonio con doña Tomasa de Ledesma, pero no tuvo sucesión. El 3 de junio de 1.661. testó ante el escribano público don Diego Ambrosio Milanés, y dejó todos sus bienes a sus sobrinos.



    6.- DON PEDRO NÚÑEZ

    El 26 de noviembre de 161.2 contrajo matrimonio en la iglesia de Santa Ana con doña María Manuel, hija de don Manuel González; los casó y veló el beneficiado don Marcos Xuarez y fueron sus padrinos don Salvador García y su mujer doña Juana Batista.



    Tuvieron cuatro hijos:



    A) Don Manuel Núñez

    Nació en Arafo en 1616, siendo bautizado el l0 de enero de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuares, "Cura y Beneficiado de Nuestra Señora de Candelaria y San Juan. de Guimar"; se le puso por nombre "Manuel" y fue su padrino don Alonso de Fonseca.



    El 2 de agosto de 1649 contrajo matrimonio con doña María Francisca Díaz de Ledesma; los casó y veló el beneficiado don Juan Díaz de Lugo, actuando como padrinos don Jacinto Pestano y doña Francisca Viscayna, y como testigos "a los ver casar" don Francisco Díaz, don Gregorio Pestano, don Benito Viscayno y otros muchos. Fueron vecinos de Arafo.



    Doña María Francisca murió el 27 de enero de 1675 y le sobrevivió don Manuel Núñez, quien murió en Arafo el 13 de noviembre de 1690 y recibió sepultura en el convento de Candelaria; le acompañó el cura y el sacristán de la parroquia con capa y cruz alta, haciendo una pausa por la calle; había otorgado testamento.



    Fueron padres de seis hijos, nacidos en Arafo: Doña María (1650); don Matías Núñez (1654), que casó hacia 1707 con doña Ana Martín Pérez (o García, o González); don Domingo (1656); don Juan (1659); don Manuel (1662); y doña Francisca María Núñez, casada en 1677 con don Pablo Hernández, natural de La Orotava , alférez de Milicias y mayordomo de la ermita de Arafo.



    B) Don Simón Pedro

    Nació en 1618, siendo bautizado el 4 de diciembre de dicho año en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por Fray Félix de Fonseca, con licencia "para administrar todos los sacramentos en este obispado y de consentimiento del benefisiado deste beneficio de Guimar";se le puso por nombre "Simón" y fueron sus padrinos don Salvador García y doña Inés Martín, hija de don Juan Martín.



    No dejó sucesión.



    C) Don Salvador

    Nació en 1622, siendo bautizado el 26 de mayo de dicho año en la iglesia parroquial de Santa Ana de Candelaria por el Br. don Diego Sánchez Martínez, "Beneficiado deste beneficio de Candelaria y San Juan de Guimar"; se le puso por nombre "Salvador" y fueron sus padrinos don Jacinto Pestano y doña Catalina Díaz.



    D) Don Álvaro Hernández

    Que entró en la partición, con sus hermanos y tíos, de los bienes dejados por sus abuelos don Álvaro Hernández y doña Catalina Núñez.



    El 8 de julio de 1640 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con doña María de la Encarnación de Castro, hija de don Francisco de Castro y de doña Isabel Francisca Fariña Sánchez; los casó y veló el beneficiado don Juan Díaz de Lugo, y fueron sus padrinos don Lázaro Pérez y doña Sebastiana María, actuando como testigos don Francisco de Castro, don Juan Manuel, don Gaspar García de Guzmán "y otros muchos".



    Fueron vecinos de Arafo, donde nacieron sus nueve hijos: Don Matías (1641); don José (1643); don Juan (1645); doña María de la Encarnación (1648), que casó hacia 1674 con don Lorenzo González de Campos; doña Isabel (1650); doña Francisca (1653), casada en 1687 con don José Monso; doña María Magdalena (1655); doña Lucía (1657); y doña Ana (1660), esposa de don Juan Marrero. El 12 de diciembre de 1678 fue enterrado en Candelaria un hijo de don Álvaro Hernández, "vº. deArafo".



    7.- DOÑA GREGORIA NÚÑEZ



    IV.- DON JOAQUÍN NÚÑEZ

    Natural de Arafo. Contrajo matrimonio en Güímar con doña Ana Díaz Monso, hija de don Juan Díaz, natural de El Sauzal y vecino de Candelaria, y de doña Margarita Monso, casados en 1563. Su descendencia masculina no dejó de llevar el apellido "Núñez", bien solo o acompañado de otro distinto, aunque en todo caso familiar.



    En 1620 don Joaquín Núñez fue padrino de bautismo de María, hija de don Bartolomé Pérez y de doña Ana Martín. Procreó con doña Ana cinco hijos:



    1.-DOÑA ISABEL (o ANA) DÍAZ

    El 15 de octubre de 1618 se unió en matrimonio a don Rodrigo Alonso, hijo de don Juan Alonso y de doña María, Hernández; los casó y veló el Lcdo. don Marcos Xuares,"beneficiado de Ntra. Sra. de Candelaria y S. Juan de Guimar"; fueron sus padrinos don Matías de Anchieta y doña Juana Batista, y testigos "que presente se hallaron" el capitán don Martín Hernández Cano, don Gonzalo Afonso y don Luis Galván, "vº'. deste valle". En ese mismo año doña Isabel fue dotada por sus padres ante el notario público don Diego de Aguado, "con ciertos bienes".



    De esta unión nació:



    A) Doña María

    Nació en 1619, siendo bautizada el 10 de diciembre de dicho año por el Lcdo. don Marcos Xuarez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Bartolomé Pérez y doña María de Candelaria.



    Una vez viuda, hacia 1622 doña Isabel Díaz contrajo segundas nupcias con don Sebastián Rodríguez (o Hernández), hijo de don Melchor Hernández y de doña Antonia Rodríguez, naturales y vecinos de Candelaria. En esta localidad se avecindó la nueva pareja.



    Don Sebastián testó en 1645 ante Salvador Fernández. Había procreado con doña Isabel ocho hijos:



    E) Doña Ana Díaz

    Nació en 1623, siendo bautizada e13 de septiembre de dicho año en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por el Br. don Diego Sánchez Martínez; se le puso por nombre "Ana" y fueron sus padrinos don Juan Alonso y doña María Díaz.



    C) Don Juan Rodríguez

    Nació en 1626, siendo bautizado etl de marzo de dicho año por el Br. don Juan González García, beneficiado de Candelaria y Güímar; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Juan Alonso y doña María Díaz.



    D) Don Rodrigo

    Nació en 1631, siendo bautizado el 5 de octubre de dicho año por el Br. don Francisco Fernández Barroso, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Rodrigo" y fue su padrino Fray Jacinto Fernández "Superior deste convento".



    E) Doña Isabel Díaz .;

    Nació en 1634, siendo bautizada el 7 de junio de dicho año por Fray Juan Félix, "de la orden de predicadores" con comisión del beneficiado don Francisco Hernández Barroso; se le puso por nombre "Isabel" y fue su padrino Fray Jacinto, de la misma Orden. El 13 de septiembre del mismo año se le puso óleo y crisma.



    F) Doña María

    Nació en 1640, siendo bautizada el 19 de marzo de dicho año por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; sé le puso por nombre "María" y fue su padrino don Juan Núñez, vecino de Güímar.



    G) Don Andrés Rodríguez

    Nació en 1641, siendo bautizado ellO de diciembre de dicho año por el Br. don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Andrés" y fue su padrino el capitán don Nicolás Hernández, vecino de candelaria.



    Hacia 1672 contrajo matrimonio con doña Isabel María Izquierdo, hija de don Pascual Izquierdo y de doña Elvira Sánchez. Tuvieron cuatro hijos: Doña Emerenciana (1673); doña Francisca (1674); doña Isabel (1677); y doña María Rivero, casada hacia 1704 con don Domingo Francisco Rodríguez.



    H) Don Benito Rodríguez



    I) Don Lázaro Rodríguez.



    2.- DON DOMINGO DÍAZ NÚÑEZ



    Hacia 1622 se unió en matrimonio a doña María Francisca y fueron vecinos de Candelaria en Arafo.



    Don Domingo Díaz testó en 1651 ante don Mateo de Heredia y otorgó codicilo en 1661, dejando dos misas rezadas por su alma, que había de decir el beneficiado tras su muerte. Falleció el 13 de noviembre de 1669, recibiendo sepultura en el convento de Candelaria:



    De esta unión nacieron en Arafo doce hijos: -



    A) Don Manuel Francisco Núñez

    Hacia 1653 contrajo matrimonio con, doña Petronila María Marrero, hija de don Mateo Afonso y de doña Inés Manero; la carta de dote fue otorgada, e17 de octubre de 1657 ante don Mateo de Heredia. Procrearon tres hijos, que fueron bautizados en Candelaria: Don Juan (1653), que casó en 1687 con doña María Albertos; doña María Francisca (1655), esposa desde 1682 de don Francisco Manero; y doña María Candelaria (1658), casada en 1684 con don Diego Rodríguez de Mena.



    Una vez viudo, hacia 1665 don Manuel Francisco contrajo segundas nupcias con doña María Pérez, hija de don Lázaro Martín Pérez y de doña Sebastiana María de Castro. De este matrimonio nacieron otros siete hijos, también bautizados en Candelaria: Don Asencio Francisco109 (1665), casado hacia 1693 con doña Isabel Rodríguez; doña Ana Díaz (1667), que casó con el alférez don Juan Afonso, vecino de El Sauzal; doña María (1669); don Gaspar (1671); don Manuel (1673); Doña María (1674), única bautizada en Güímar; y don Luís Francisco de Castro Núñez (1676), teniente capitán de Milicias, que casó con doña Luisa Rodríguez y fue vecino de Las Cuevecitas, donde testó en 1750. Doña María Pérez testó en 1721. En 1772 se procedió a la partición de los bienes de don Manuel Francisco, ante el escribano don Juan Ascanio Uribarri.



    B) Don Andrés González (o Díaz)

    Hacia 1654 contrajo matrimonio con doña Rufina Albertos Marrero, nacida en 1630 e hija del alférez don Antón Albertos y de doña Juana Marrero Ximénez; la carta de dote también fue otorgada ante Heredia. Fueron vecinos de Arafo, donde nacieron sus cinco hijos: Don Juan (1655), bautizado en Güímar; doña María (1660), bautizada en Güímar; doña Francisca (1667), bautizada en Candelaria; doña Catalina (1669), bautizada en Güímar; y doña Juana (1673), bautizada en Candelaria.



    C) Don Joaquín Núñez

    Siendo vecino de Geneto se casó con doña María Rodríguez, hija de don Pedro Hernández y de doña María Rodríguez, vecinos de la Ciudad en El Rosario; la carta de dote fue otorgada el 7 de octubre de 1657 ante el escribano público don Mateo de Heredia. Fueron vecinos de La Laguna.



    Continuará…



    Febrero de 2008.



    Fuente:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez (1796-1866)

    Su vida, su familia y su obra.

    Edición: Caja Canarias y otros Organismos.

    ISBN: 84-7985-046-9

    Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:57
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (III)



    Kebehi Benchomo *



    2.- DON DOMINGO DÍAZ NÚÑEZ.

    Hacia 1622 se unió en matrimonio a doña María Francisca y fueron vecinos de Candelaria en Arafo. Don Domingo Díaz testó en 1651 ante don Mateo de Heredia y otorgó codicilo en 1661, dejando dos misas rezadas por su alma, que había de decir el beneficiado tras su muerte. Falleció el 13 de noviembre de 1669, recibiendo sepultura en el convento de Candelaria.

    De esta unión nacieron en Arafo doce hijos:

    A) Don Manuel Francisco Núñez. Hacia 1653 contrajo matrimonio con doña Petronila María Marrero, hija de don Mateo Monso y de doña Inés Marrero; la carta de dote fue otorgada, el 7 de octubre de 1657 ante don Mateo de Heredia.

    Procrearon tres hijos, que fueron bautizados en Candelaria: Don Juan (1653), que casó en 1687 con doña María Albertos; doña María Francisca (1655), esposa desde 1682 de don Francisco Manero; y doña María Candelaria (1658), casada en 1684 con don Diego Rodríguez de Mena.

    Una vez viudo, hacia 1665 don Manuel Francisco contrajo segundas nupcias con doña María Pérez, hija de don Lázaro Martín Pérez y de doña Sebastiana María de Castro. De este matrimonio nacieron otros siete hijos, también bautizados en Candelaria: Don Asencio Francisco 109 (1665), casado hacia 1693 con doña Isabel Rodríguez; doña Ana Díaz (1667), que casó con el alférez don Juan Monso, vecino de El Sauzal; doña María (1669); don Gaspar (1671); don Manuel (1673); Doña María (1674), única bautizada en Güímar; y don Luís Francisco de Castro Núñez 110 (1676), teniente capitán de Milicias, que casó con doña Luisa Rodríguez y fue vecino de Las Cuevecitas, donde testó en 1750. Doña María Pérez testó en 1721. En 1772 se procedió a la partición de los bienes de don Manuel Francisco, ante el escribano don Juan Ascanio Uribarri.

    B) Don Andrés González (o Díaz) Hacia 1654 contrajo matrimonio con doña Rufina Albertos Marrero, nacida en 1630 e hija del alférez don Antón Albertos y de doña Juana Marrero Ximénez; la carta de dote también fue otorgada ante Heredia. Fueron vecinos de Arafo, donde nacieron sus cinco hijos: Don Juan (1655), bautizado en Güímar; doña María (1660), bautizada en Güímar; doña Francisca (1667), bautizada en Candelaria; doña Catalina (1669), bautizada en Güímar; y doña Juana (1673), bautizada en Candelaria.

    C) Don Joaquín Núñez

    Siendo vecino de Geneto se casó con doña María Rodríguez, hija de don Pedro Hernández y de doña María Rodríguez, vecinos de la Ciudad en El Rosario; la carta de dote fue otorgada el 7 de octubre de 1657 ante el escribano público don Mateo de Heredia. Fueron vecinos de La Laguna.-

    D) Doña Juana Francisca Díaz

    Nació en Arafo. Hacia 1658 contrajo matrimonio con don Luís Díaz Adrián "el Viejo"1l1, hijo de don Juan Rodríguez Adrián y doña Juana Díaz; la carta de dote fue otorgada el 8 de octubre de 1657 ante don Mateo de Heredia, después del casamiento. Fueron vecinos de Candelaria en Las Cuevecitas y Araya.

    Conocemos seis hijos, bautizados en Candelaria: Don Luís, que casó en Güímar en 1678 con doña Juana de la Encarnación Pérez de Ledesma y, muerta ésta, contrajo segundas nupcias en Candelaria en 1735 con doña Margarita Rodríguez; don Juan; don Francisco (1659); doña María Díaz (1662), casada en 1686 con don Juan de Ledesma; don Pedro (1666); y doña Francisca (1668), esposa desde 1692 de don Tomás de Ledesma.

    El día 18 de abril de 1690 una hija suya recibió sepultura en la parroquia de Santa Ana; por entonces don Luís era vecino "de la Cuevesita".

    El 27 de diciembre de 1693 fue enterrada en el mismo templo otra de sus hijas, siendo por entonces vecino "en Araya". y el 6 de agosto de 1700 fue sepultado otro de sus niños en la citada iglesia, figurando en esa época como "va. de Candelaria".

    Doña Juana Díaz falleció el 18 de abril de 1671. Se le hicieron los funerales en la iglesia de San Pedro de Güímar y recibió sepultura en el convento de Candelaria. Le sobrevivió su marido.

    E) Doña María Francisca

    Nació en 1623, siendo bautizada el 6 de febrero de dicho año en la, iglesia de Santa Ana de Candelaria por el Br. don Diego Sánchez Martínez, "Beneficiado deste beneficio de Candelaria y su termino"; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Juan Núñez, vecino de dicho lugar.

    Contrajo matrimonio con don Baltasar Pérez ( o Rodríguez, o Hernández).

    F) Doña María

    Gemela de la anterior, nació y fue bautizada el mismo día que aqueIla, por el mismo sacerdote y con el mismo padrino.

    G) Doña Catalina Díaz.

    Nació en 1629, siendo bautizada el 30 de enero de dicho año por el Br. don Juan González García; se le puso por nombre "Catalina" y fue su padrino don Jacinto Pestano.

    H) Doña Isabel Díaz

    Gemela de la anterior. Nació y fue bautizada el mismo día por el beneficiado González y con el mismo padrino.

    I) Don Matías Díaz (o González)

    Nació en 1634, siendo bautizado el 1 de mayo de dicho año por el beneficiado don Francisco Hernández Barroso; se le puso por nombre "Matías" y fue su padrino don Jacinto Pestano.

    El 18 de enero de 1649 contrajo matrimonio con doña María González; los casó y veló don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de las parroquiales de San Pedro de Güímar y Santa Ana de Candelaria; fueron sus padrinos don Blas González y doña Ana González, vecinos de Arico, y "testigos a los ber casar y belar" don Pedro Coello, don Mateo Bello, don Gonzalo Díaz y "otros muchos v. de dho Beneficio".

    Tuvieron cinco hijos, que fueron bautizados en Candelaria: Doña María (1654); don Pedro (1666); doña Inés (1670); doña Francisca, esposa desde 1687 de don Juan Rodríguez; y don Juan, casado en 1696 con doña Ángela García.

    J) Doña Sebastiana María Francisca

    Nació en 1636, siendo bautizada el 22 de enero de dicho año por el beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Sebastiana" y fue su padrino [ilegible] de Torres.

    El 5 de noviembre de 1666 contrajo matrimonio en la iglesia de Santa Ana de Candelaria con don Nicolás Manuel Bello, natural de Güímar e hijo de don Manuel Bello y de doña María Sánchez; los casó y veló Fray Domingo de Fleitas, con licencia del beneficiado; fueron sus padrinos el Sr. Mesa y doña Ana Perera, y actuaron como testigos don Bartolomé, don Benito González, don Miguel Díaz "y otros muchos v. deste lugar de Candelaria".

    De esta unión nacieron seis hijos, bautizados en Candelaria: Doña María (1674); don Nicolás (1675); doña María (1678), casada en 1701 con don Antonio Pestano de Medina; doña Elena (1680), esposa desde 1703 de don Domingo "el Morisco", esclavo del capitán general de Canarias; don José (1683), que casó en 1705 con doña Francisca Ramos; doña Luisa (1687), casada en 1708 con don José Delgado.

    K) Doña Francisca

    Nació en 1638, siendo bautizada el 5 de abril de dicho año por el Br. don Juan Díaz de Lugo, "Cura y Beneficiado de la parroquial de Señor San Pedro de Guimar y Candelaria"; se le puso por nombre "Francisca" y fueron sus padrinos don Jacinto Pestano y doña Francisca Viscaína, vecinos de dicho lugar.

    L) Doña Lucía Francisca

    Nació en 1640, siendo bautizada el 16 de diciembre de dicho año por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Lucía" y fueron sus padrinos don Jacinto Pestano y doña Francisca Vscaaína.

    M) Don Tomás Díaz. Nació en Arafo.

    N) Doña Ana Díaz

    Hacia 1664 contrajo matrimonio con el alférez de Milicias don Juan Martín de Castro, hijo de don Lázaro Martín Pérez Ximénez y de doña Sebastiana María de Castro Fariña; había sido dotada en ese año ante varios testigos. Fueron vecinos del Pago de Araya y no consta que tuviesen sucesión.

    Doña "Ana Díaz" otorgó una memoria de testamento ante don Manuel Fernández Heredia, escribano público, el 21 de marzo de 1679; dejó una misa perpetua al Santísimo Sacramento, en su día u octava, en la iglesia de San Pedro de Güímar; que impuso sobre un sitio de higueras, tierra calma, casas pajizas y una casa de teja, en el citado pago de Araya, donde figuraba avecindada. La primera "mujer del Alférez Juan Martín" murió en Candelaria el 20 de junio de 1679; había hecho memoria de testamento y mandó que se la enterrase en el convento de dicho lugar; le acompañaron en su entierro el cura y el sacristán, con capa y cruz alta, se le hicieron tres pausas y "tuvo asistencia".

    Hacia 1680 el alférez don Juan Martín de Castro contrajo segundas nupcias con doña Ana Pérez (también llamada María Pérez); ya estaban casados en noviembre de dicho año. Se establecieron en el Pago de Araya, donde nacieron sus cinco hijos, que fueron bautizados en Candelaria: Don Juan Martín (1681), que casó dos veces, la primera en 1704 con doña Cecilia Díaz y la segunda en 1708 con doña Catalina Núñez; don José (1683); don Francisco de Castro Martín (1684), vº' de Candelaria en el pago de Araya", quien en una cláusula de su testamento otorgado 14 de diciembre de 1710 dejó una misa cantada a la Virgen del Carmen, a decir en la parroquia de San Pedro, en la Capilla de los Castro, por el fundador y sus padres, para la que dejó de limosna 8 reales cada año; don Diego Martín (1684), gemelo del anterior, que casó en 1709 con doña María Pérez Estévez; y doña María (1687).

    Doña María testó el 13 de abril de 1680. En este mismo año, el alférez don Juan Martín y su segunda esposa fueron padrinos de un bautizo en Santa Ana. Doña "María Pérez, mujer del alférez Juan Martín" murió en el término de Candelaria el 11 de marzo de 1686, siendo sepultada en la parroquia de Santa Ana; no había testado; en su sepelio la acompañó cura y sacristán, con capa y cruz alta; se le hizo un oficio de cuerpo presente y tres pausas por la calle, y tuvo gracias; además se le hizo oficio de cabo de año. Un hijo de ambos falleció en el mismo pueblo el 21 de octubre de 1688.

    El alférez don Juan Martín de Castro, "vecino deste lugar de Candelaria", falleció en este pueblo el 21 de enero de 1689; "izo memoria y se mandó enterrar en la parroquia"; le acompañó cura y sacristán, con capa y cruz alta; tuvo tres pausas por la calle y se le hicieron dos oficios y cabo de año. Dejó en su testamento una misa rezada a la iglesia de San Pedro, con una limosna de un tostón viejo.

    El 2 de enero de 1695 se enterró en el convento de Candelaria otra hija suya, de la que era tutor don Baltasar Pérez, vecino de Arafo., y el 14 de diciembre de 1710 testó ante testigos don Francisco de Castro Martín, vo de Candelaria en el pago de Araya e hijo del Alf., Juan Martín de Castro y Ana Péres; en una cláusula de su testamento dejó una misa cantada a la Virgen del Carmen, a decir en la parroquia de San Pedro, en la Capilla de los Castro, por el fundador y sus padres, para la que dejó de limosna 8 reales cada año.

    Ñ) Don Luís Díaz

    3.- DON JUAN NÚÑEZ

    Hacia 1624 contrajo matrimonio con doña María Ximénez, hija de don Luís Pérez y de doña María Ximénez ll2; el recibo de dote a favor de la contrayente fue otorgado en 1627 por don Juan Núñez, hijo de don Gaspar Núñez, ante don Salvador Fernández Villarreal. Fueron vecinos de Güímar.

    Don Juan testó a comienzos de 1670 ante don Manuel Gómez Hurtado, dejando 100 misas por su alma, de las cuales 20 se habían de decir en el convento de Candelaria, 20 en el de Güímar y 60 en la iglesia de San Pedro. Falleció en Güímar el 9 de enero de ese mismo año y recibió sepultura en la citada parroquia; en el momento de su muérte se hallaba viudo de doña María Ximénez.

    Procrearon nueve hijos:

    A) Doña María Ximénez Núñez

    Nació en 1625, siendo bautizada con "oleo y crisma" el 22 de octubre de dicho año por Fray Félix de Fonseca, "Prior deste convento de Ntra Sra de Candelaria", con licencia del beneficiado; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Juan Batista y doña Francisca Marrero.

    El 6 de mayo de 1652 se unió en matrimonio en Güímar con don Martín de Ledesma, hijo de don Bartolomé de Ledesma y de doña Isabel García, casados en La Orotava; los casó y veló el beneficiado don Juan Díaz de Lugo, actuando como padrinos don Pedro Nvarez y doña Juana de Ledesma, y como testigos don Cristóbal de Ledesma, don Amaro González, don Cristóbal González y otros muchos vecinos de dicho lugar.

    De este enlace nacieron ocho hijos: Doña Ana de Ledesma, que casó hacia 1665 con don Juan Alonso Bencomo; Don Domingo (1652); doña María Ximénez (1653), casada en 1677 con don Miguel Díaz; don Diego (Martín) de Ledesma (1654); don Cristóbal de Ledesma (1657), que casó en 1688 con doña María Ana García; doña Juana de Ledesma (1659), esposa desde 1692 de don Francisco Rodríguez López, fueron abuelos del teniente coronel don Bernardo de Torres Marrero, bisabuelos del canónigo don Florentín Núñez y Torres y tatarabuelos del Dr. don Agustín Díaz Núñez, todos ellos naturales de Güímar; don Domingo (1661); y don Tomás de Ledesma (1663), casado en 1692 con doña Francisca Díaz Adrián, fueron abuelos del notario y alcalde don Pedro Hernández Núñez y del provincial dominico Fray Luís Núñez, de los que nos ocuparemos más adelante.

    Doña María Ximénez testó en 1693 ante Reguilón. y don Martín lo hizo el 17 de diciembre de 1696 ante el mismo escribano.

    B) Don Juan

    Nació en 1629, siendo bautizado el 5 de febrero de dicho año por el Br. don Juan González García, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Juan Batista; tenía óleo y crisma.

    C) Doña Ana Díaz Ximénez.

    Nació en 1630, siendo bautizada el 20 de junio de dicho año por el Br. don Francisco Fernández Barroso, beneficiado del Valle; se le puso por nombre "Ana" y fueron sus padrinos don Álvaro Hernández y doña María Perera.

    El 7 de marzo de 1649 contrajo matrimonio en Güímar con don Cristóbal de Castro, hermano del presbítero dominico Fray Juan de Castro e hijo de don Francisco de Castro Bencomo y doña Isabel Francisca Fariña Sánchez; los casó el beneficiado don Juan Díaz de Lugo, actuando como padrinos don Cristóbal Jiménez y doña María Francisca, y como testigos don Francisco de Castro, don Juan Pestano, don Diego Pérez y otros muchos vecinos de dicho lugar. Se velaron en la misma iglesia de San Pedro el 2 de abril inmediato.

    Procrearon catorce hijos: Fray Francisco José de Castro Bencomo l13 (1650), sacerdote dominico; doña María de Castro (1651), casada en 1675 con don Félix Pestano; doña Ana (1653); don Francisco (1655); doña Josefa (1657); doña María Ximénez (1658); don Juan de Castro (1660), que casó en 1687 con doña Inés Francisca Díaz Pérez; doña Catalina (1662); don Alonso (11664); doña Isabel Díaz de Castro (1666), esposa desde 1685 de don Francisco Suárez de Miranda, natural éste de Tacoronte, padres de don Juan Suárez de Miranda, nacido en Güímar, que en 1707 recibió la Tonsura y Órdenes Menores en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Concepción de La Laguna; don Matías de Castro (1669), casado en 1693 con doña María Francisca Candelaria González; don Cristóbal (1671); doña María (1673); y don José de Castro.

    D) Don Juan Núñez "el Mozo".

    Nació en 1632, pues según un índice de bautismos que se conserva en el archivo parroquia! de la iglesia de San Pedro fue bautizado en ese año, pero ha desaparecido el folio nº 124 del libro 10, donde se hallaba inserta su partida.

    Hacia 1662 contrajo matrimonio con doña Juana Francisca Rodríguez de Mesa, hija de don Cristóbal Ramos y doña Catalina Rodríguez de Mesa, vecinos de Arafo. Frutos de este enlace fueron 15 hijos: Doña María (1663); doña Catalina Díaz (1665), casada en 1695 con don Felipe Marrero; don Juan Núñez Ximénez (1666-1750), esposo desde 1707 de doña María Benítez Bencomo; don Francisco (1669), casado hacia 1698 con doña María Andrés Texera; doña María (1671), casada hacia 1699 con don Amaro Marrero Fariña; don Domingo (1672); doña María (1673); doña Inés Díaz (1676-1729), que casó hacia 1704 con don Tomás Bello de Ledesma; doña Juana (1678); don Domingo (1680), que casó en 1726 con doña Ana González y contrajo segundas nupcias en 1764 con doña María Gutiérrez; doña Ana Díaz Núñez (1682-1741), esposa desde 1711 de don Salvador Pérez Dueño; doña María (1685); don Pedro (1688); doña María (1692); y doña Inés (1693).

    En 1696 don Juan Núñez contrajo segundas nupcias con su cuñada doña Inés Rodríguez de Mesa. De este segundo enlace nacieron dos hijos: Don Juan (1696); y don Domingo Núñez (1701).

    E) Doña Inés DíazNúñez.

    Nació en 1633, siendo bautizada hacia el mes de diciembre de dicho año por el beneficiado don Francisco Fernández Barroso; se le puso por nombre "Inés" y fue su padrino don Gaspar García de Guzmán.

    Desgraciadamente falta el folio nº 128 del libro 10, en la que figura el comienzo de su partida con la fecha exacta de su bautismo.

    Hacia 1654 casó con don Sebastián Hernández de Oliva, hijo de Sebastián Hernández Oliva y de doña María Ramos l14. Tuvieron diez hijos: Don Pedro Hernández Oliva (1655); don Juan Hernández Oliva (1656-1735), que casó hacia 1682 con doña María del Rosario Delgado, padres del presbítero don Tomás Hernández de Oliva, ya mencionado con anterioridad [III.1.B]; don Domingo Hernández de Oliva (1659-1744), esposo desde 1693 de doña Beatriz Sánchez y en segundas de doña Catalina Alonso, padre con la primera de don Lucas Hernández Guapo, progenitor de los capitanes don Domingo115 y don Juan Hemández de la Rosa l16, bisabuelo del presbítero don José Elías Hernández y tatarabuelo del también sacerdote don Juan Elías Hernández, ambos naturales de Güímar; don Sebastián (1661); don Diego Hernández Oliva (1664-1716), casado hacia 1697 con doña Luisa Álvarez de Acevedo, padres del sacerdote don Pedro Hernández de Oliva y Álvarez de Ledesma117 y del presbítero agustino Fray Sebastián Álvarez l18, abuelos de Fray Diego Pérez Álvarez (1714-1774), asimismo sacerdote y predicador general agustino, morador durante muchos años en el convento del Santísimo Cristo de los Dolores del lugar de Tacoronte, y bisabuelos de don Francisco Hernández Marrero, que practicó una información de nobleza en 1824, con ilustre sucesión ya mencionada [III.2.A]; don Pedro Hernández de Oliva (1665-1717), casado con doña María Pérez; doña Catalina Díaz de Oliva (1671), casada hacia 1703 con el alférez don Diego Alonso Bencomo, natural de Arafo, padres del presbítero don Cristóbal Alonso Núñez l19, beneficiado propio de Güímar, y ascendientes de los Delgado- Trinidad; don Francisco (1672); doña Anastasia Díaz (o de Oliva, o Hernández Díaz) (?-1765), que casó en 1707 con el alférez don Cristóbal García Ruiz (o Cano ), quien falleció en 1708, y una vez viuda contrajo segundas nupcias en 1716 con el también alférez don Juan Delgado Trinidad 120, de quien enviudó en 1739; y doña María Díaz ( o Ramos de Oliva), que fundó una capellanía y otorgó escritura de reconocimiento en 1706.

    Don Sebastián Hernández de Oliva figuraba como herrero en 1672. Testó en Güímar el 3 de diciembre de 1698 ante el escribano de la isla don Bernardino Reguilón.

    F) Doña Catalina

    Nació en 1636, siendo bautizada el 26 de noviembre de dicho año por el beneficiado don Francisco Hernández Barroso; se le puso por nombre "Catalina" y fue su padrino don Bartolomé Delgado, vecino de dicho lugar.

    G) Doña Catalina

    Nació en 1637, siendo bautizada el 30 de noviembre de dicho año por el Br. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Catalina" y fue su padrino don Miguel Pérez; tenía óleo y crisma.

    H) Don AlonsoXiménez

    Nació en 1638, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro de Güímar el 17 de noviembre de dicho año por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "Alonso" y fue su padrino don Francisco Ramos, vecino de dicho lugar.

    Hacia 1674 se casó con doña María (Yanes) de Rojas, hija del alférez don Juan Yanes de Rojas Govierno y de doña María Viscayna, hija a su vez de don Marcial Fariña y de dóña lsabel Francisca, vecinos de Arafo.

    El 11 de enero de 1708 don Alonso y doña María fundaron una capellanía en La Laguna, ante don José Isidro Uque Osorio, nombrando primer capellán a su hijo don Juan Alonso, por entonces clérigo de Menores.

    Don Alonso Ximénez recibió sepultura en la iglesia de San Pedro el 5 de diciembre de 1719; había testado y dejado 50 misas rezadas por su alma; a su entierro asistió el beneficiado con capa, e hizo encomienda y cuatro pausas por la calle; en la parroquia se le hizo oficio de cuerpo presente, con vigilia y misa cantada; al segundo día oficio de honras, también con vigilia y misa cantada, y se dieron gracias; a todas las funciones acompañaron y asistieron los capellanes de dicha parroquia y los religiosos del convento dominico de la localidad, quienes dijeron misa; se puso de ofrenda media fanega de trigo y medio barril de vino. Le sobrevivió su esposa doña María de Rojas, quien murió en 1738.

    Procrearon ocho hijos: Don Juan. (1675); don Benito (1678), casado en La Habana; don Felipe Ximénez (1680-1738), que casó en 1716 con doña Rosa María Leandro García, abuelos de don Pedro Ximénez Núñez, capellán, clérigo minorista y sochantre de Candelaria, y de don Miguel Benito Ximénez, capellán y clérigo minorista, ambos nacidos en Güímar; continuará…

    NOTAS:

    109 Padres de don Asencio Francisco Núñez "el Menor", natural del Pago de Barranco Hondo, pero en el sector jurisdiccional de San Amaro o El Rosario (que dependía aún de La Laguna), que casó con doña María de los Ángeles López del Castillo, nacida en La Matanza e hija de don Lucas López del Castillo y de doña María de los Ángeles. De dich~ unión nacieron en el citado pago siete hijos: doña Catalina (1733); don Luis Ambrosio Femández del Castillo (1738-1788), beneficiado propio de Adeje y Güímar; doña Francisca (1740); don Juan Antonio (1742-1835), decano de los sacerdotes del Valle, capellán y colector de Güímar, además de importante propietarío agrícola; don Antonio, que casó en 1772 con doña InésRodríguez del Castillo, padres de don Juan Núñez del Castillo (1779-1863), capellán de Barranco Hondo, mayordomo de la ermita de San Amaro, teniente de cura en Fasnia y párroco propio de Candelaría durante 35 años; don Agustín, que casó en 1777 con doña María Antonia del Castillo; y doña Josefa del Castillo, que contrajo matrimonio con don Pedro Leandro García, vecino de Güímar, padres del teniente coronel graduado don Ignacio García del Castillo. Todos ellos, a pesar de los límites políticos del lugar de nacimiento, se sintieron profundamente candelarieros.

    110 Nació en el Pago de Barranco Hondo en 1676, siendo bautizado en la iglesia de Santa Ana de Candelaria por Fray Alonso de Aguiar, de la orden de Predicadores, y fueron sus padrinos don Juan Lorenzo y doña Lorenza María, "v. deste beneficio".

    Hacia 1696 contrajo matrimonio en Candelaria con doña Luisa Rodríguez, con quien no tuvo sucesión. Fueron vecinos de Malpaís en 1722 y de La Cuevecita en 1742. Don Luís Francisco siguió la carrera militar; figuraba como alférez de Milicias desde 1715 y continuaba como tal en 1734; luego ascendió a teniente capitán, empleo con el que ya aparecía en 1742. Simultáneamente, don Luís Francisco desempeñó el cargo de mayordomo de la fábrica parroquia! de Santa Ana, desde 1715 hasta 1718. También actuó como "partidor". Siendo alférez y vecino de Candelaria, dejó un tributo de 30 reales cada año a la iglesia de San Pedro de Güímar, a pagar cada 13 de enero, sobre cinco almudes de viña en la Ladera de Güímar y tres fanegadas de tierra y viña en Araya, en la Cueva, y otras seis fanegadas de tierra en el mismo Araya, donde llaman El Rincón. Apadrinó a los hijos de don Pedro Lorenzo de Barrios, condestable del Castillo de Candelaria, y de su esposa doña María de la Encarnación Rodríguez, nacidos entre 1716 y 1726. Fue albacea del alférez don Pablo Hernández, vecino de Arafo, que falleció en 1732. También fue padrino de su sobrino don Juan Antonio del Castillo (futuro sacerdote), bautizado en 1742. En 1743 fue sepultada en el Convento Real de Candelaria doña Luisa Rodríguez, "mujer del Capitán don Luís Francisco"; hizo memoria de testamento, en la que nombró albacea a su marido y al hermano de éste don Asencio Francisco. El teniente capitán don Luís Francísco de Castro Núñez testó en 1750, siendo vecino de "La Cuevecita".

    111 Hermano del capitán don Francisco Rodríguez (o Díaz) Adrián Bencomo y del alférez don Juan Rodríguez Adrián.

    112 Hermana del capitán don Pedro Rodríguez. Sus padres, de origen portugués, fueron tronco de los Texera, Ocampos, de Campos y de la Cruz.

    113 Nació en Güímar en 1650, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol, por Fray Juan Albertos, de la Orden de San Francisco; actuaron como padrinos don Alvaro Hernández y doña María de la Encarnación, vecinos de dicho Beneficio. Decidido desde niño a seguir la carrera eclesiástica, en 1673 fue ordenado de Corona y cuatro Grados, con dispensa de intersticios, por el obispo de Canarias don Bartolomé García Ximénez.

    Ya como clérigo tonsurado, y al igual que su tío Fray Juan de Castro, nuestro personaje decidió profesar en la Orden de Predicadores, en el recientemente creado convento de Santo Domingo en Soriano de Güímar, donde había aprendido las primeras letras. Tras ordenarse de presbítero, Fray Francisco de Castro auxilió de forma muy destacada al párroco de San Pedro, sobre todo en la celebración de bautismos, desde 1679 hasta 1685. En este período residió en el convento güimarero, del que fue elegido vicario, cargo que desempeñó durante casi dos años (1683-1684).

    114 Tercera nieta, por línea de varón, de don Rodrigo Hernández Guanarteme, de los primeros pobladores de Güímar, guanche de Gran Canaria y pariente cercano del rey aborigen de Gáldar don Fernando Guanarteme.

    115 También conocido por don Domingo Arrosa. Nació en Güímar en 1699. En 1726 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro con doña Maria Ramos Alonso Núñez, hija del alférez don Diego Alonso Bencomo, natural de Arafo, y de doña Catalina Díaz Ramos de Oliva, que lo era de Güímar. Frutos de esta unión fueron cinco hijos: don Juan, que según el investigador don Leopoldo de la Rosa fue capitán de Milicias y casó en La Laguna con doña Juana de Herrera; doña María (1730); don Diego (1731); don José (1733); doña Antonia María (1734), que casó con el capitán y alcalde don José Delgado Trinidad, con numerosa e ilustre descendencia; doña Catalina (1735); y doña Cayetana Hernández, que casó en 1760 con don José Delgado de Medina. Al igual que su hermano, don Domingo siguió la carrera militar y hacia 1746 ya figuraba como alférez del Regimiento Provincial de Güímar, empleo en el que continuaba en 1760. En 1765, al fundarse la ermita de Belén por el capitán don José Delgado Trinidad, se menciona a don Domingo como "Teniente Capitán de Milicias"; no obstante, en algunos documentos de 1764 se le considera "Capitán ", como aparece al actuar de testigo en una boda y en la partición de bienes del capitán don Juan Rodríguez Adrián. La partida de defunción tampoco aclara demasiado, pues si bien en su interior lo considera teniente capitán, al margen lo consigna como capitán, y este tratamiento indistinto se repite en documentos posteriores. Como conclusión, no ofrece dudas el que alcanzó el empleo de teniente de Milicias y podemos aventurar la probabilidad de que alcanzase el sobregra-do de capitán. En 1760, siendo alférez, fue elegido hermano mayor de la Hermandad del Santísimo Rosario, instalada en el convento de Santo Domingo Soriano de Güímar. Ocupando dicho cargo, en ese mismo año se suscitaron ciertas controversias con la Hermandad de la Misericordia, que finalmente pudieron ser aclaradas. Testó dos veces, en 1762 y 1770, esta última pocos días antes de su muerte, que se produjo cuando le faltaba un mes para cumplir los 71 años de edad. Le sobrevivió su esposa, que falleció en la misma localidad en 1774, a los 79 años de edad, y recibió sepultura junto a su marido.

    116 Nació en Güímar en 1696. Emigró a Venezuela yen 1719 contrajo matrimonio en la Villa de San Carlos de Austria con doña Cipriana Pérez Franco, natural de Tacoronte e hija de don Francisco Pérez Franco y de doña Catalina Domínguez. Se estableció en la mencionada localidad venezolana, donde desempeñó diferentes cargos: Alcalde de la Santa Hermandad (1738), alcalde ordinario (1739, 1746 y 1747) y procurador general (1758). En esta localidad celebró a su costa en 1746 la fiesta de proclamación del Rey Fernando VI. En el aspecto militar en 1739 alcanzó el empleo de alférez reformado de la compañía de Forasteros Milicianos de dicha villa de San Carlos por nombramiento efectuado por el capitán general don Gabriel de Suluaga, del que fue promovido en 1748 a capitán de la misma por el gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, el mariscal de campo Luís Francisco Castellanos. Fruto de su matrimonio fue su hija doña Feliciana María Hernández de la Rosa, que casó en 1742 con el capitán don Antonio de Sosa y Miranda, natural de La Laguna e hijo de don Antonio de Sosa y de doña Sebastiana de Miranda, y nieto materno del capitán de caballos don Bernardo de Miranda; don Antonio también fue procurador general, alcalde de la Hermandad, alcalde ordinario y capitán de la compañía de Forasteros Milicianos de San Carlos. Éstos fueron padres, a su vez, del coronel José de Sosa y Hernández de la Rosa, caballero de la Orden de Santiago, que al igual que sus mayores fue regidor, alcalde de la Hermandad y alcalde ordinario de la Villa de San Carlos; éste probó su nobleza e hidalguía ante la Real Justicia de Tenerife y el escribano don José Manuel Salazar en el año 1791.

    117 Nació en Güímar en 1703. Comenzó sus estudios en el convento de Santo Domingo Soriano de su localidad natal, donde descubrió su vocación religiosa, que luego decidió desarrollar en el clero secular. Por ello, en 1719 fue ordenado de Corona y cuatro Grados en Santa Cruz de Tenerife el obispo de Canarias don Lucas Conejero de Molina; y luego continuó la carrera eclesiástica hasta ordenarse de presbítero. Estuvo ausente de Güímar hasta comienzos de 1750, y en este año recibió el nombramiento de teniente de beneficiado. Desde entonces comenzó a actuar como cura servidor de la Iglesia de Santa Ana de Candelaria, a cuyo frente permaneció durante diez años, hasta 1760. A partir de entonces regresó a Güímar, donde continuó colaborando en las tareas parroquiales. En 1761 otorgó testamento ante testigos, en el que manifestaba su deseo de ser sepultado en la iglesia de San Pedro, en el sepulcro de sus abuelos y padres; asimismo debía celebrársele funeral por el beneficiado con capa, cruz alta, cuatro pausas, con la asistencia de la comunidad del convento de Santo Domingo.

    Dejaba 180 misas rezadas, 40 de las cuales debían ser aplicadas por el padre suprior Fray Alexandro Albertos, morador en el Convento Real de Candelaria, y las restantes entre su hermano Fray Sebastián Álvarez y su sobrino Fray Diego Pérez, ambos agustinos. Nombró albaceas al alférez don Domingo Hernández de la Rosa y a don Amaro Martín, vecinos de Güímar, y como heredera universal a su sobrina doña Maria.

    Don Pedro de Oliva (o Álvarez de Oliva y Ledesma), como también fue conocido, falleció en su domicilio de Güímar en ese mismo año 1761, cuando contaba 57 años de edad y recibió sepultura en la iglesia de San Pedro, tal como había dispuesto en su testamento.

    118 Nació en Güímar en 1714. Al igual que su hermano Pedro siguió la carrera religiosa, pero en este caso en el seno de la Orden de San Agustín, en la que profesó. Estudió Filosofía y Teología en el convento de Ntra. Sra. de Gracia de La Orotava y, al mismo tiempo, se ordenó de Tonsura, Menores, Subdiaconado, Diaconado y Presbiterado. Aunque permaneció la mayor parte de su vida fuera de Güímar acudió con frecuencia a este pueblo, pues celebró numerosos bautizos y matrimonios en la iglesia de San Pedro, con licencia del Beneficiado. Asimismo, como hemos visto anteriormente, al testar su hermano don Pedro (en 1761), dejó 70 misas a Fray Sebastián Álvarez de Ledesma. La escapada más larga y alejada que le conocemos a este religioso de San Agustín correspondió a su estancia en la Villa de Santiago, donde hizo las veces de teniente de cura, pues celebró misas y sacramentos, con licencia del cura párroco don José Antonio de León Ferrera, entre 1761 y 1763. El "Muy Reverendo Padre Fray Sebastián de Oliva", como también se le conoció, falleció en su Güímar natal en 1774, a los 60 años de edad, recibiendo sepultura en la iglesia de San Pedro. Según sus contemporáneos, poseía una extraordinaria cultura y era un elocuentísimo orador sagrado.

    119. Nació en Güímar en 1709. Decidido a seguir la carrera eclesiástica sus padres lo pusieron a estudiar en el convento dominico de su pueblo natal, opositando a la Capellanía que había fundado su tía doña María Ramos, por testamento otorgado en Güímar en el año 1700, a favor de los descendientes de doña Catalina y de doña Anastasia Díaz, sus hermanas; al reunir los requisitos exigidos y ser el único candidato presentado, don Cristóbal recibió la colación y canónica institución de la misma. Pero como aún no tenía suficiente congrua para alcanzar las órdenes mayores, en 1730 sus padres instituyeron y fundaron para él un patronato vitalicio, que se agregó a la mencionada capellanía, y del que tomó posesión dos años más tarde. De este modo, ya pudo seguir la carrera eclesiástica, que culminó en 1733, al ser ordenado de presbítero en la Villa de La Orotavá, por el obispo Dávila y Cárdenas. Tras celebrar su primera Misa en la iglesia de su pueblo natal, don Cristóbal comenzó a colaborar con el beneficiado de Güímar, actividad que se intensificó a partir de 1737. En 1740 ya figuraba como teniente de beneficiado de don Domingo de Páez y Galdona; como tal fue nombrado cura servidor de la ayuda de parroquia de Santa Ana de Candelaria, de la que dependía también el pueblo de Arafo, donde desarrolló una intensa labor pastoral durante tres años y medio (1740-1743). En los dos años que siguieron continuó como teniente, pero esta vez auxiliando al beneficiado en la propia iglesia matriz de San Pedro. Luego, transcurrió un quinquenio en que su labor se reduciría alas que meramente le correspondían como capellán. En 1750, tras una brillante oposición, se le expidió el título de beneficiado propio de San Pedro Apóstol de Güímar y Santa Ana de Candelaria, responsabilidad en la que permaneció durante 15 años, hasta su muerte. La labor parroquial del beneficiado Alonso Núñez estuvo marcada por obras de reedificación y construcción de edificios religiosos, dándole un notable impulso al patrimonio arquitectónico local, como veremos a continuación. A mediados del siglo XVIII la iglesia de San Pedro ya era de tres naves, pero sus tres capillas principales amenazaban ruina; ante ello don Cristóbal Alonso decidió reedificarlas, con la colaboración del vecindario, como así se hizo.

    Dentro de su fecunda labor como párroco, don Cristóbal fue destacado impulsor de la construcción de una ermita en el pago de El Escobonal, fundada y dotada por el capitán don José Delgado Trinidad y otros vecinos de Agache; fue bendecida y abierta al culto en 1755, bajo la advocación de San José. En este mismo año acumuló también en su persona el cargo de colector de la parroquia, por fallecimiento de don Juan Alonso Jiménez, haciéndose responsable también de la celebración de entierros que tenía asignada el mencionado presbítero. En 1755, en presencia del Lcdo. don EstanisIao de Lugo, visitador general que se encontraba en Güímar, el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez solicitó la fundación de un Patronato en la iglesia que regía, argumentan-do que en memoria de haber sido bautizado en dicha iglesia de San Pedro y hallarse actual Párroco de ella, quiere se le permita licencia de colocar en un retablo que está haciendo hecho hasta el presente de costo seiscientos y cinco reales, y finalizado valdrá otro tanto) sólo en madera, tres efigies de talla, la una del Sr: San José, otra del Sr: San Antonio Abad y la otra del Sr: San Amaro, que le han costado mil treinta y ocho reales y seis quartos"; dicho visitador, cooperando con su devoción y para dar fomento a la de los fieles, le concedió la licencia que pedía para poner el retablo en sitio que no sirviese de embarazo, y colocar en él las tres enunciadas efigies; y, una vez hecha la dotación correspondiente para el adorno y aseo de dicho altar, le dio el Patronato de él, con derecho de dos sepulcros delante de la tarima que se habría de poner en el expresado altar, para sí y aquellos a quienes llamase en sucesión de dicho Patronato. También en su época se construyó el Altar Mayor de dicha iglesia, que era portátil. A partir de 1759, don Cristóbal tuvo por teniente suyo al presbítero dominico Fray Andrés Gómez, conventual en Güímar. Al contar con esta ayuda, se permitió el beneficiado encargarse directamente de la ayuda de parroquia de Candelaria, a cuyo frente permaneció desde 1760 a 1761, aunque algunos meses dejó en ella como teniente servidor al dominico Fray Salvador Henríquez, morador en el convento de dicho lugar. En 1765 procedió a la bendición de una ermita rural y pública en Chacaica, que había fundado y dotado el capitán don José Delgado Trinidad; había sido construida a costa de éste en terrenos de su propiedad, contiguos a las casas de su habitación, y dedicada a Ntra. Sra. de Belén.

    En 1765 don Cristóbal se ausentó a Las Palmas de Gran Canaria para atender unos pleitos. En esta ciudad le sorprendió la muerte en 1765, de un "accidente repentino", cuando contaba 56 años de edad. Según se puede leer en los Apuntes curiosos del Diario de don José Antonio de Anchieta y Alarcón, el viernes 20 de ese mes de diciem- bre estaban "doblando con el esquilón en la Concepción (de La Laguna), por haber muerto en Canaria Cristóbal Alonso, Beneficiado de Güímar; que había pasado a Canaria llamado del Sr: Obispo por denunciaciones que contra él hicieron los santos benditos de Güímar; frailes, vecinos y mujeres, que daban causa que unos y otros querían; murió de repente ".

    120. Doña Anastasia testó en 1758, dejando como albaceas a su único hijo y al beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez, su sobrino. Su hijo, don José Delgado Trinidad, fue capitán de Milicias, alcalde de Güímar y fundador de las ermitas de San José en El Escobonal y de Ntra. Sra. de Belén en Chacaica:; y casó con doña Antonia María de la Rosa. Éste tuvo ilustre sucesión, entre la que destacaron cuatro de sus hijos: el capitán don Juan Delgado Trinidad, el capitán, alcalde y apoderado de Güímar don Francisco Delgado Trinidad, el subteniente de Cazadores y alcalde don José Delgado Trinidad y el clérigo tonsurado y subteniente de Milicias don Cristóbal Delgado Trinidad; así como dos nietos: el capitán, alcalde y diputado provincial don José Domingo Delgado Trinidad, y el brigadier de Ejércitos y diputado a Cortes don Juan Moriarty y Delgado; y su bisnieto don Fabio Hernández y Delgado, coronel de la Guardia Civil.

    Febrero de 2008.

    Fuente:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez (1796-1866)

    Su vida, su familia y su obra.

    Edición: Caja Canarias y otros Organismos.

    ISBN: 84-7985-046-9

    Santa Cruz de Tenerife, 1996.

    Continuará...
    28 de agosto de 2008 10:58
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (IV)



    Kebehi Benchomo *



    Don Juan Alonso Ximénez, 121 (1682-1755), presbítero; doña LorenzaXiménez de Rojas (1685-1745), que murió soltera; doña María de Rojas (1691 ); don Alonso (1693); y don Alonso Ximénez (1694), que testó soltero en 1785.

    I) Don Diego Nació en 1640, siendo bautizado en Güímar el 14 de noviembre de 1640 por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre, “Diego” Y fue su padrino don Gaspar García de Guzmán, vecino de dicho lugar.

    Don Juan Alonso Ximénez121 (1682-1755), presbítero; doña Lorenza Ximénez de Rojas (1685-1745), que murió soltera; doña María de Rojas (1691 ); don Alonso (1693); y don Alonso Ximénez (1694), que testó soltero en 1785.



    4.- DOÑA MARÍA DÍAZ NÚÑEZ

    Hacia 1624 se casó con don Juan Alonso Bencomo "el Mayor", natural de Arafo e hijo de don Lucas Martín y de doña María Díaz Bencomo 122, y hermano del capitán don Francisco Díaz, vecinos de Arafo.



    Don Juan Alonso dejó una misa perpetua a San Juan Bautista en su ermita de Arafo. Doña María Díaz testó el 13 de enero de 1634, siendo testigos don Jacinto Marrero, don Juan González, don Blas Rodríguez y don Juan Lorenzo.



    De esta unión nacieron en Arafo cuatro hijos, que fueron bautizados en Güímar:



    A) Don Juan Alonso Bencomo Nació en 1625, siendo bautizado el 4 de mayo de dicho año por el beneficiado don Juan González García; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Sebastián Rodríguez y doña Isabel Díaz.



    Hacia 1657 contrajo matrimonio con doña Nicolasa María Díaz Ledesma, hija de don Nicolás de Ledesma y de doña Francisca Díaz Marrero l23. Tuvieron tres hijos, nacidos en Arafo: Don Juan Alonso Bencomo (1658-1726), esposo de doña Ana de Ledesma; el alférez don Diego Alonso Bencomo (1661-1742), 124, casado hacia 1703 con doña Catalina Díaz de Oliva (o Ramos); y doña María Díaz, que murió antes que su padre.



    Los hermanos don Juan Alonso Bencomo y el alférez don Diego Alonso Bencomo, vecinos de Güímar, hicieron información probatoria, ante el alcalde don Miguel Fernández de Páez y Galdona, de ser tataranietos de doña Juana Díaz, mujer de don Juan Marrero, y afirmaban que ésta era "heredera universal del rey don Diego" de Adeje. En ese entonces seguían pleito con don Sebastián Bello sobre el valle de Masca y demás bienes de la data que había recibido aquel Mencey, incluyendo 100 fanegadas de sequero en Tajoña y 30 fanegadas con agua para su riego, para lo que probaron su ascendencia hasta don Diego de Adeje. El teniente Gobernador de la isla don José Tabares de Cala y Prieto accedió a lo solicitado, disponiendo que se efectuase la información ante el citado alcalde de Güímar, acompañado de don Juan Benítez Bencomo, a quien se dio comisión para ello, trásladándose al entonces pago de Arafo los días 7, 8 y 9 de marzo del citado año de 1713; se tomó información a nueve testigos, que confirmaron la ascendencia de los solicitantes.125, doña Nicolasa Díaz testó el 11 de febrero de 1685 y don Juan Alonso Bencomo lo hizo el 13 de septiembre de 1706.



    B) Don Lucas Martín Bencomo Nació en 1627, siendo bautizado el 17 de mayo de dicho año en la iglesia de Santa Ana por el Br. don Juan González García, beneficiado de dicha parroquial y de San Juan de Güímar; se le puso por nombre "Lucas" y fueron sus padrinos don Sebastián Rodríguez y doña Isabel Díaz, su mujer.



    Hacia 1659 se unió en matrimonio a doña Ana Díaz, con quien procreó dos hijos, nacidos en Arafo: Don Juan Martín (1660); y don Diego Martín Bencomo (1665), casado en 1692 con doña Paula Marrero de Arrosa y en segundas en Güímar en 1732 con doña Catalina de Mesa Bello.



    Don Lucas Martín Bencomo fue enterrado en el convento de Güímar el 9 de septiembre de 1695, siendo acompañado en su sepelio por cura y sacristán, con cruz alta. Había otorgado testamento, "debajo de cuya disposicion murio". Le sobrevivió doña Ana Díaz, que testó ante Reguilón el 2 de octubre de 1698.



    C) Don Joaquín Nació en 1630~ siendo bautizado el 7 de abril de dicho año por el beneficiado de Güímar y Candelaria don Juan González García; se le puso por nombre "Joaquín" y actuaron como padrinos don Sebastián Rodríguez y doña Isabel Díaz.



    D) Fray Diego Bencomo (1632-?), predicador general dominico, prior del Convento Real de Candelaria y cura párroco de La Guancha.



    Nació en Arafo en el año 1632, siendo bautizado en la iglesia parroquial matriz del Apóstol San Pedro de Güímar, pero desconocemos la fecha exacta de su bautismo al haber desaparecido del correspondiente libro parroquial el folio donde estaba inscrita su partida, aunque figura en el índice del mismo.



    Don Diego profesó como fraile dominico en alguno de los conventos del Valle (Güímar o Candelaria), aunque más probablemente en este último, ya que siempre estuvo vinculado a la Villa Mariana. Después de ser religioso recibió la Tonsura , las Órdenes Menores y el Subdiaconado; luego, el 19 de diciembre de 1654, fue ordenado de Evangelio por el obispo de Canarias don Francisco de Villanueva y Vega; y, poco tiempo después, le fue conferido el Sagrado Orden del Presbiterado a título de pobreza.



    De este modo, en 1657 apadrinó, ya como sacerdote dominico, aun niño nacido en Arafo.



    Del resto de su carrera religiosa sólo sabemos que entre 1672 y 1675 celebró varios bautismos en Santa Ana con licencia del párroco, generalmente relacionados con miembros de su familia o paisanos de Arafo. Del año 1673 al de 1675 desempeñó por elección el cargo de prior del Convento Real de Candelaria, figurando desde 1674 con el título de predicador general, que usaría desde entonces.



    En noviembre de 1683 se hizo cargo de la parroquia de La Guancha , que había dejado vacante el Dr. don Ángel de Contreras; permaneció a su frente durante cuatro años, hasta octubre de 1687, en que fue sustituido por don Blas Alonso Dávila. En ese tiempo se firmaba como " Don: Diego Bencomo, Predicador General y Cura de este Lugar de la Guancha y su parroquial del So Nombre de Jesús de la Fuente de la Guancha ".



    El 15 de octubre de 1684 casó en su parroquia de La Guancha a don Juan Fernández de Páez y Amarantes, natural y vecino de Los Sauces en La Palma , con doña Elvira Díaz Bencomo, "natural de Nra. Sra. de Candelaria y que fue del Lugar de Garachico", pariente cercana de nuestro biografiado.



    Se le nombraba en diversos documentos, indistintamente, como Fray Diego Bencomo o Benchomo. Pero desgraciadamente desconocemos más detalles del resto de su vida.



    4.- DON DIEGO DÍAZ, que sigue la línea.



    DON DIEGO DÍAZ NÚÑEZ "EL COJO"

    Nació en 1610. El 14 de septiembre de dicho año fue bautizado en la "Yg". de la gloriosa sta. Ana" por Fray Antonino de Mederos, por estar "sirviendo este Beneficio de nra. Sra. de Candelaria este Convento"; fueron sus padrinos don Rodrigo Hernández y doña Melchora de los Reyes.



    Su padre le dejó una mejora en Araya, consistente en un pedazo de tierra "donde dicen la Montañeta ", que lindaba por hacia Güímar con su hermano don Domingo, por otro lado el Barranquillo del Balo, por abajo hasta la higuera y por arriba "con el camino que ba a Chega"; se lo dejó con la carga de un cuarterón de aceite, que debía pagar cada año a la lámpara del Santísimo Sacramento en la iglesia de Santa Ana de Candelaria.



    Hacia 1633 se unió en matrimonio a doña Catalina Gaspar González Natural, hija de don Martín González y de doña Catalina Gaspar, y nieta de don Francisco González Natural. Fueron vecinos de Güímar, donde nacieron sus hijos. Viudo de su primera esposa, el 16 de febrero de 1643 don Diego contrajo segundas nupcias en Güímar con doña Juana Ramos, nacida en 1619 e hija de don Francisco Ramos Hernández Rodríguez, y de doña Francisca Pérez Hernández (o Pérez Fariña), del mismo vecindario; los casó y veló Fray Juan Méndez, " Prior del conbento Real de nrd Señora de Candelaria", con licencia del Br. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de Güímar y Candelaria; fueron sus padrinos don Juan Femández Cano y doña María Ramos, y actuaron como testigos don Asencio Rodríguez, don Marcial Fariña, don Diego Francisco y otros muchos vecinos de Güímar.



    Antes de casarse por segunda vez hizo un inventario de sus bienes y de los de su primera esposa, que pasó en el oficio de don Juan Alonso Argüello, escribano público. y testó el 5 de abril de 1687 ante el escribano público don Bemardino Reguilón y Villarroel.



    Don Diego y doña Catalina Gaspar procrearon cuatro hijos:



    1.- DON DIEGO DÍAZ DELGADO (?-1689), ALFÉREZ DE MILICIAS

    Nació en Güímar. Hacia 1662 se casó con doña María Rodríguez y fueron vecinos de Güímar en el barrio de Chacaica.



    En 1673 alcanzó el empleo de alférez de Milicias, en el que permaneció hasta su muerte y con el que continuó siendo conocido incluso después de ella.



    El alférez don Diego Díaz murió en Güímar el 14 de enero de 1689 y fue enterrado en la iglesia de San Pedro; había testado ese mismo mes ante testigos y su testamento fue comprobado en dicho año ante el escribano público don Bemardino Reguilón y Villarroel; a su sepelio asistieron cura y sacristán con capa y se le hicieron tres pausas por la calle; y al segundo día se le hizo el oficio de honras "y se le fue a dar gracias".



    Se le hizo el oficio cantado de cabo de año el 26 de junio de 1690 y también se le dieron gracias.



    Dejó diez hijos de su matrimonio:



    A) Don Domingo Díaz Bencomo

    Nació en 1663, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro el 4 de marzo de dicho año por el Br. don Salvador Pérez, cura y beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Domingo" y fueron sus padrinos don Domingo Rodríguez y doña Isabel Sánchez, vecinos de dicho lugar; tenía óleo y crisma.



    El 16 de octubre de 1690 se unió en matrimonio a doña Catalina Delgado, hija de don Diego Rodríguez y de doña María Delgado, por entonces difuntos; los casó y veló el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil, actuando como padrinos don Juan Ximénez y doña Beatriz de Roxas, y como testigos don Joaquín Núñez, don Salvador Pérez y don

    Luis Díaz, todos vecinos de dicho lugar de Güímar. De esta unión nació un único hijo: Don Diego Díaz Bencomo (1694), casado en 1716 con doña María Ximénez de Aday.



    Doña Catalina Delgado murió en 1733. Le sobrevivió su marido, quien contrajo segundas nupcias con doña Catalina Rodríguez.



    Don Domingo Díaz recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güímar el 26 de febrero de 1748, a punto de cumplir los 85 años de edad; no había testado; a su sepelio asistió el beneficiado con capa y se le hicieron seis pausas por la calle, y en la parroquia oficio de vigilia, misa cantada y oficio de sepultura, "todo de limosna por pobre, poniendo velas y hachas la Sta. misericordia". Le sobrevivió su segunda esposa, quien

    murió en 1750.



    B) Don Francisco

    Nació en 1664, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro el 22 de noviembre de dicho año por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos don Domingo Rodríguez y doña Isabel Sánchez; tenía óleo y crisma.



    C) Don Martín

    Nació en 1665, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro el 7 de diciembre de dicho año por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Martín" y fueron sus padrinos el alférez don Juan Martín Bencomo y doña Ana Cecilia, vecinos de dicho lugar.



    D) Doña María Rodríguez

    Nació en Güímar en 1668, siendo bautizada en la iglesia de San Pedro el 8 de febrero de dicho año por don Simón Escudero, "Clerigo Presbitero Sacristan y sochantre desta iglesia", con licencia del beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Domingo Rodríguez y doña Isabel Sánchez, de la misma vecindad.



    Contrajo matrimonio con don Juan Ximénez.



    E) Doña María Ramos

    Nació en Güímar el 28 de marzo de 1670, siendo bautizada dos días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don Simón Escudero, con licencia del beneficiado de dicha iglesia Br. don Salvador Pérez; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Francisco Rodríguez y doña Isabel Sánchez, vecinos de dicho lugar.



    F) Doña Catalina Gaspar

    Nació en Güímar el3 de junio de 1672, siendo bautizada dos días después en la iglesia de San Pedro por don Baltasar Cardoso de Armas "Beneficiado Comendatario de las iglesias parroquiales de N'a. Sa. de las Nieves dellug'. de Taganana", con licencia del Lcdo. don Bernardo Lene Llarena, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Catarina" y fueron sus padrinos don Domingo Rodríguez y doña Isabel Sánchez, su hermana.



    O) Don Juan Díaz Bencomo (o Díaz Rodríguez, o Díaz Diego) Nació en Güímar en 1672, siendo bautizado el 22 de octubre de dicho año en la iglesia de San Pedro por Lcdo. don Bernardo Lene Llarena, beneficiado de Candelaria y Güímar "por el ReiNtro Sr."; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Luís Díaz y doña María de la Concepción , vecinos de dicho lugar.



    El 6 de octubre de 1711 contrajo matrimonio en Güímar con doña María (del Rosario) Ximénez (o Pérez), hija de don Francisco Ximénez y doña Ana Gaspar de Ledesma; los casó y veló don Domingo de Páez y Galdona, "Beneficiado de las dos Yglesias Parro- quiales de Candelaria y Guimar"; fueron testigos don Juan Díaz Marrero, don Domingo Andrés y don Salvador Pestano, de la misma vecindad.



    Procrearon cinco hijos: Don Pedro (1714); doña María (1718); doña Ángela (1719); doña Isabel (1721 ); y don Valentín Díaz (1723).



    H) Doña Isabel

    Nació en Güímar el 28 de noviembre de 1675, siendo bautizada el 1 de diciembre inmediato por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Isabel" y fueron sus padrinos don Luís Díaz y doña Catalina Sánchez, vecinos de dicho lugar.



    I) Don Antonio Rodríguez Cayetano

    J) Don Cayetano Díaz.



    2.- DON FRANCISCO GONZÁLEZ NATURAL (O DÍAZ GUANCHE)

    Nació en 1634, siendo bautizado en la iglesia parroquial de San Pedro de Güímar el 9 de septiembre de dicho año por don Tomás de Morales y Velasco, "pbro. sirviendo el Beneficio de Candelaria por mandado del Sor Obpo don Xstoval de la Camara y Murga"; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos don Gil Gómez y su hermana doña Luisa de Morales.



    Hacia 1665 se unió en matrimonio a doña Isabel Díaz, nacida en 1640 e hija de don Manuel Rodríguez Adrián (o Fariña) y de doña María Díaz Bencomo, casados en 1616. Fueron vecinos de Chacaica. Se avecindaron en Güímar y ya habían fallecido en octubre de 1715. Tuvieron nueve hijos:



    A) Don Domingo

    Nació en Güímar el 20 de septiembre de 1666, siendo bautizado siete días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Domingo" y fueron sus padrinos don Juan Lorenzo y doña María Gaspar, "Vs. desta isla".



    B) Don Diego (Díaz) González

    Nació en Güímar en 1668" siendo bautizado el 15 de abril de dicho año en .la iglesia de San Pedro por el Br. don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Diego" y fueron sus padrinos don Juan Núñez y doña Juana Francisca, "Vs. deste lugar". El 28 de septiembre de 1670 se le puso óleo y crisma.



    Hacia 1688 contrajo matrimonio con doña Catalina de Baute Perera, hija de don Diego de Baute y de doña María Perera. De esta unión nacieron tres hijos, bautizados en Güímar: Don Juan Perera (1689), casado en 1724 con doña María García Sánchez; doña Marta (1691), esposa desde 1710 de don Domingo Gutiérrez, que era viudo; y doña Josefa Díaz (1692), que casó en 1720 con don Luís Delgado Rivero.



    Doña Catalina Perera murió en 1747, viuda de don Diego González.



    C) Don Martín

    Nació en Güímar el3 de junio de 1670, siendo bautizado dos días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Salvador Pérez; se le puso por nombre "Martín" y fueron sus padrinos don Francisco Martín y doña Isabel Sánchez, de la misma vecindad.



    D) Don Francisco González Natural (Castellano)

    Nació en Güímar el4 de enero de 1673, siendo bautizado el 15 de ese mismo mes en la iglesia de San Pedro por Fray Manuel Galván, "Vic". Del conv'°. de Sto. Domingo Soriano de predicadores deste lugar de Güímar Theniente de Cura del Benerable Beneficiado el Bachiller Bem. Lene Llarena de las Parroquiales de Sa. Ana del lugar de Candelaria y San Po. de Guimar"; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos el alférez don Cristóbal Hernández Ramos y doña María Ramos.



    El 15 de febrero de 1718 se unió en matrimonio en la iglesia de Santa Ana de Candelaria con doña Juana Perera Gómez, hija de don Pedro o Perera, por entonces, difunto: y de doña María Gómez, vecinos de dicho lugar; los caso y velo el suprior Fray Diego Machado y Merino, cura servidor de dicha iglesia; y fueron padrinos don Diego Rodríguez de Mena y su esposa doña María Candelaria, actuando como testigos don Pedro Domínguez, don Alonso Castellano y don Cristóbal Hernández, de la misma vecindad.



    Procrearon seis hijos, bautizados en Candelaria: Don Diego (1713), casado en 1738 con doña María Fariña de Mesa; doña María Teresa" (1718), esposa desde 1737 de don Vicente Delgado; don Antonio (1720); doña Josefa (1723), que casó en 1746 con don Juan Delgado de Ledesma; doña Josefa (1729), casada en 1750 con don Domingo Perera; y doña María, que casó en 1743 con don Pablo Fresneda.



    E) Don Juan González

    Nació en Güímar el 2 de diciembre de 1677, siendo bautizado tres días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Juan" y fueron sus padrinos don Lucas Perdomo y doña María de Jesús, "todos vos. deste lugar y del de la Matanza ".



    NOTAS:

    121 Nació en Güímar en 1682 y recibió las aguas bautismales en la iglesia de San Pedro, de manos del Beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; fue su padrino don Sebastián Hernández. Don Juan Alonso mostró desde niño un gran interés por los estudios y la vida espiritual, por lo que decidió seguir la carrera eclesiástica; para lograr su objetivo contó con el apoyo de sus padres. De este modo, en 1707 recibió la Prima Tonsura y las cuatro Órdenes Menores en la iglesia de Ntra. Sra. de la Concepción de La Laguna , de manos del obispo de Canarias don Juan Ruiz Simón. Como no tenía suficiente renta para ordenarse "in sacris", sus padres fundaron una Capellanía mediante instrumento otorgado en La Laguna en 1708, ante el escribano público don. José Isidro Uque Ossorio, nombrándose primer capellán a nuestro biografiado, que a la sazón era clérigo de Menores adscrito al coro de la parroquia de San Pedro; en lo sucesivo la poseería el pariente más cercano en la descendencia familiar. En ese mismo año se le dio canóníca institución de la Capellanía y tomó posesión de los bienes a ella adscritos. También en 1708 fue ordenado de Epístola, "a título de Capellanía ", por el citado obispo Ruiz en su oratorio de La Laguna , y al año siguiente lo fue de Evangelio, pues como clérigo diácono apadrinó a don Cristóbal Alonso Núñez, que también seguiría la carrera sacerdotal y le sucedería en su Capellanía, llegando a ordenarse de presbítero. A comienzos de 1711 don Juan Alonso Ximénez ya era clérigo presbítero y licenciado; como tal, a partir de ese año auxilió al beneficiado en la celebración de misas y sacramentos, no sólo en la iglesia de San Pedro sino también, ocasionalmente, en la de Santa Ana de Candelaria. Al frente de ésta permaneció, como ayudante servidor, en 1712 y 1713. Además, debía celebrar las misas adscritas a su Capellanía, así como las que le dejaban los paisanos en sus testamentos, al igual que hacían los restantes capellanes de la localidad; continuó en estas humildes labores hasta el final de sus días.



    En 1713 tomó posesión como colector de la parroquia de San Pedro, en cuyo cometido le correspondía oficiar todos los entierros que acaeciesen en la misma, firmando todas las partidas en solitario desde esa fecha hasta su muerte. En 1732, al no haber notario en la localidad, fue don Juan Alonso el que firmó la escritura de dotación de la Capellanía de don Cristóbal Alonso Hernández y Núñez, su ahijado. En 1744, por fallecimiento del beneficiado propio don Domingo de Páez y Galdona, don Juan Alonso fue nombrado beneficiado servidor de las iglesias parroquiales de San Pedro de Güímar y Santa Ana de Candelaria, cargo en el que permaneció durante seis años, hasta 1750.



    En esta última fecha tomó posesión de ellas, como beneficiado propio, el citado don Cristóbal Alonso Núñez. A partir de entonces nuestro personaje continuó como colector y colaborador de la parroquia en la celebración de los distintos sacramentos; labores en las que cesó en 1755, cuando los achaques de su edad le hicieron caer en cama. El venerable sacerdote don Juan Alonso Ximénez falleció en Güímar en este último año, cuando contaba 72 años de edad. Había otorgado testamento ante testigos y en él había dejado de ofrenda dos fanegas de trigo y seis barriles de vino, para cubrir los gastos de su sepelio.



    122 Hija de don Juan Gaspar Marrero; y nieta de doña Juana Díaz, que fue a su vez bisnieta y heredera universal del Rey Don Diego (Pelinor) de Adeje.



    123 Hija de la mencionada doña Juana Díaz, heredera universal del Mencey de Adeje.



    124 Nació en Arafo en 1661, siendo bautizado en la iglesia parroquial de San Pedro de Güímar por el Bachiller don Salvador Pérez, cura y beneficiado de la misma y de Santa Ana de Candelaria; se le puso el nombre "Diego" y fue apadrinado por el sacerdote dominico don Díego Bencomo, su tío paterno. En el año 1703 contrajo matrimonio en Güímar con doña Catalina Díaz de Oliva, natural de dicho lugar e hija de don Sebastián Hernández de Oliva y de doña Inés Díaz Ramos. La nueva pareja se estableció en la citada localidad, donde nacieron sus seis hijos y don Díego residió hasta su muerte. Frutos de dicha unión fueron: doña María Ramos (1704), que casó con el teniente don Domingo Hernández de la Rosa ; doña Inés Díaz Alonso (1706), que lo hizo con el alférez don José Martín de Castro; doña Ana Estacia Díaz Núñez (1708), que se unió en matrimonio a don Francisco Martín de Castro; dos hermanos gemelos (1709), el clérigo presbítero don Cristóbal Alonso Núñez, que fue beneficiado de Güímar, y doña Catalina Díaz, que falleció de corta edad; y doña Crispiniana del Castillo, que casó con don Juan Rodríguez Clemente, vecino de Arico. Don Diego fue primer patrono de la Capellanía que había fundado en 1700, en su testamento, su cuñada doña María Ramos, hermana de doña Catalina; de ella fue primer capellán su hijo don Cristóbal Alonso Núñez y le sirvió para ordenarse; no obstante, en 1730 don Diego y doña Catalina fundaron otra Capellanía para su citado hijo. Por entonces había sido nombrado alférez de Milicias del Regimiento de Güímar, empleo en el que ya figuraba en 1704; continuaba en dicho empleo en 1727.



    Además destacaba como importante propietario agrícola, tanto en Arafo, donde poseía los bienes heredados de su familia, como en Güímar, donde tenía los de su esposa. En 1713, en unión de su hermano don Juan Alonso Bencomo, probó su noble filiación hasta el Rey Don Diego de Adeje (Pelinor), ante el alcalde real de Güímar, que por entonces lo era el alférez don Miguel Fernández de Páez. El alférez don Diego Alonso Bencomo testó en Güímar ante testigos en 1730. Años más tarde, en 1738, otorgó poder en la misma localidad a favor de su hijo el presbítero don Cristóbal Alonso Núñez, del que fueron testigos don Juan Delgado Trinidad, don José Delgado Trinidad y don Juan Núñez, vecinos de dicho lugar. Falleció en su domicilio de Güímar en 1742, siendo sepultado en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol; no obstante, poseía un sepulcro propio en la Capilla Mayor del convento dominico de la localidad, adquirido para ser sepultado él, sus hijos y herederos. Le sobrevivió su esposa, doña Catalina Díaz de Oliva, quien murió en Güímar en 1754.



    125 Juan Alonso Bencomo y el alférez Diego Alonso, hermanos, vezinos del lugar de Güímar como más aiga lugar en derecho salimos a los autos que se están siguiendo por Sebastián Bello sobre los bienes que dejó por fin y muerte Don Diego, Rey que fué de las partes de Adeje,. por el valle que dicen de Masca, y cien fanegadas de tierra de sequero que está en Tajoña, y asimismo por treinta fanegadas con el agua para su riego.



    Digo que nos conviene justificar como somos hijos legítimos de legítimo matrimonio de Juan Alonso y Nicolasa Díaz, y que el dicho Juan Alonso nuestro padre, fué hijo legítimo de legítimo matrimonio de Juan Alonso el Mayor; abuelo, y que éste fue hijo legítimo de María Díaz, quien lo fué asimismo de Juana Díaz, y esta heredera universal del dicho Don Diego, y que la dicha Nicolasa Díaz, nuestra madre, fué hija legítima de Francisco Díaz, y esta de Juan Gaspar Marrero, quien lo fué asimismo de Juana Díaz y por tales han sido tenidos y comunmente reputados sin cosa en contrario, y que den razón los testigos con asistente, y en cuanto a la herencia de la dicha Juana Díaz, remítanse a la información que está hecha en dichos autos por Pedro Díaz, desde el folio 38 hasta el 46 inclusive, por tanto = Pedimos y suplicamos a Vmd. mande se nos reciba dicha información, y que sea continuación de dichos autos y que hecha se nos dé para pedir lo necesario, juramos, etc. y comisión en dicho lugar a la persona que Vmd. Fuere servido por falta de escribano. = Tabares. = Por la parte, Jerónimo Laso de la Vega.



    Por presentada, y estas partes den la información que ofrecen por ante el alcalde del lugar de Güímar; acompañado con Juan Benítez Bencomo a quien se da comisión, y fecha se les dé a estas partes con los autos pasados al efecto que expresan. El señor Teniente Gobernador desta Isla, lo mandó en La Laguna en dos de marzo de mil setecientos y trece años. El licenciado Montalbán.- Tomás Jerónimo de la Vega Zapata , escribano público.



    En el lugar de Güimar de esta isla de Thenerife, en siete de marzo de mil setecientos y trece años, yo el alférez Miguel Fernández de Paez y Galdona, alcalde de estos lugares de Guimar y Candelaria, y demas su jurisdicción, habiendo visto el auto y comisión de su md. el señor Teniente general desta Isla, dije que lo aceptaba y acepté, y daré en todo su cumplimiento, y lo firmé.



    Miguel Fernándéz de Paez y Galdona = En el lugar de Guimar; en dicho día, mes y año, habiendo visto el auto de su md. el Sr: Teniente General desta Isla, digo que lo acepto como acompañado, y lo firmé, Juan Benítez Bencomo.



    Entre el 7 y el 9 de marzo del citado año se tomó información en el Pago de Arafo a nueve testigos que presentaron las partes, que fueron: don Juan Vizcaíno de Medina, de 85 años; don Salvador Fariña, de 70; don Bernardo Marrero, de 50; don Lucas Martín Fariña, de 66; don Juan Bello de Ledesma, de 63; don Mateo Hernández Lima, de 50; don Juan Bautista Albertos, de 65; don Juan Hernández, de 50; y don Alejandro Díaz Montano, de 43. Todos confirmaron las preguntas de la información, en la que se pretendía demostrar que los hermanos Alonso Bencomo eran tataranietos por ambas líneas de doña Juana Díaz, bisnieta y heredera universal del Rey Don Diego de Adeje. [Leopoldo de la ROSA OLIVERA (1956), Notas sobre los Reyes de Tenerife y sus familias; y ROSA OLIVERA (1979), El Rey Don Diego de Adexe y su familia].



    Continuará...



    Marzo de 2008.



    Fuente:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez (1796-1866)

    Su vida, su familia y su obra.

    Edición: Caja Canarias y otros Organismos.

    ISBN: 84-7985-046-9

    Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:58
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (V)



    Kebehi Benchomo *





    F) Doña Catalina Díaz (o González) Nació en Güímar el 16 de octubre de 1680, siendo bautizada cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Catalina" y fue su padrino don Lucas Perdomo, vecino de dicho lugar.



    El 14 de octubre de 1708 se casó en Güímar con don Cristóbal (Rodríguez) Ximénez, hijo de don Diego Rodríguez y de doña María Ximénez; los casó y veló el Br. don Mateo de la Guardia, " Beneficiado Servidor desta Parroq. de Guimar y Candelaria", tras ser dispensados de un 3º grado de consanguinidad por una línea; actuaron como padrinos don Alonso Izquierdo y doña María Pérez, vecinos de la ciudad de La Laguna.



    De este enlace nacieron dos hijos, bautizados en Candelaria: Don Domingo (1712); y doña María, casada en 1735 con don Juan Martín de Castro.





    G) Doña María González Adrián. Nació en Güimar el 12 de marzo de 1683, siendo bautizada al día siguiente en la iglesia de San Pedro por Fray Francisco de Castro, "Vicario deste conbento de Sto. Domingo Soriano", con licencia del Br. don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "María" y fue su padrino don Juan Luís Díaz, vecino de dicho lugar.



    El 25 de febrero de 1724 contrajo matrimonio en la parroquia de Santa Ana de Candelaria con don Diego Rodríguez de Mena (o López de Mena), viudo de doña María Candelaria e hijo de don Diego López de Mena y de doña Ana Rodríguez Corona; los casó y veló Fray Diego Machado y Merino, cura servidor de dicha iglesia, y fueron testigos don Juan González Natural, don Félix Vera y don Gaspar Rodríguez, vecinos de dicho lugar.



    H) Doña Isabel González (o Díaz Travieso, o Rodríguez Díaz)

    Nació en Güímar e13 de mayo de 1687, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Bdo. desta ygy demas de sujurisdicion"; se le puso por nombre "Isabel" y actuaron como padrinos don Miguel Díaz y doña María Ximénez, su mujer, vecinos de dicho lugar.



    I) Don José

    Nació el 8 de noviembre de 1692, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "José" y fueron sus padrinos don Juan Hernández y doña María del Rosario, su mujer, de la misma vecindad.



    3.- DON JOAQUÍN

    Nació en Güímar, siendo bautizado el 2 de enero de 1639 en la iglesia de San Pedro por don Juan Díaz de Lugo, cura y beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Joaquín" y fue su padrino don Juan Alonso, de Arafo; tenía óleo y crisma.



    4.- DOÑA MARÍA GASPAR

    Nació en Güímar en 1641, siendo bautizada el 14 de abril. de dicho año por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le puso por nombre "María" y actuaron como padrinos don José Álvarez y doña Ángela María, vecinos de dicho lugar.



    Del segundo enlace de DON DIEGO DÍAZ NÚÑEZ con doña Juana Ramos nacieron tres hijos l27:



    5.- D0N JOAQUÍN (DÍAZ) NÚÑEZ RAMOS) (O NÚÑEZ HERNANDEZ)

    Nació en Güímar en 1643, siendo bautizado el 3 de diciembre de dicho año en la iglesia parroquial de San Pedro por el beneficiado don Juan Díaz de Lugo; se le 'Puso por nombre "Joaquín" y fue su padrino don Juan Núñez, de la misma vecindad.



    El 5 de septiembre de 1672 contrajo matrimonio en Güímar con doña Isabel González (o Delgado Rodríguez), nacida en 1647, hija de don Diego Rodríguez y de doña María Magdalena Delgado, y nieta del capitán don Pedro Rodríguez; los casó el Br. don Bernardo Lene Llarena, beneficiado de las iglesias de Candelaria y Güímar "por el Rei nro. Señor"; fueron sus padrinos don Francisco González y doña Florencia María, y actuaron como testigos el alférez don Juan Martín, don Juan Hernández y don Francisco Castellano.



    Doña Isabel ya había muerto en 1693.. y el 14 de junio de 1707 se celebró en la iglesia de San Pedro el oficio de cabo de año por don Joaquín Núñez. Habían tenido siete hijos:



    A) Doña María Núñez González

    Nació en Güímar el 15 de agosto de 1673, siendo bautizada cinco días después por Fray Manuel Galván, "Vicario del convento de Sto. Domo. Soriano deste lugar de Guimar", con licencia del beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "María" y fueron sus padrinos don Luis Díaz y doña María Pérez.



    El 15 de diciembre de 1693 contrajo matrimonio en Güímar con don Francisco Díaz Portugués, hijo de don Antonio Díaz y de doña María Vicente; los casó Fray Pedro Sánchez del Castillo "Vicario del convento de mi padre Sto. Domingo en Soriano", con licencia del beneficiado; fueron padrinos don LuÍs Díaz Núñez y doña María de la O , su mujer, y actuaron como testigos don Cristóbal Bello, don Cristóbal López y don Francisco López, todos vecinos de dicho lugar. De esta unión nacieron siete hijos: Doña María (1695); doña Isabel (1696); don Juan (1697); doña Juana (1699)~ don Francisco (1701); doña Isabel (1706); y don Simón Díaz (1798).



    B) Don Salvador

    Nació en Güímar el6 de agosto de 1674, siendo bautizado ese mismo día en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, "Beneficiado interino de Guimar y Candelaria"; se le puso por nombre "Salvador" y fueron sus padrinos el alférez don Juan Martín Bencomo y doña María de la Ascensión, vecinos de dicho lugar.



    C) Doña Ana González ( o Núñez)

    Nació en Güímar el 15 de septiembre de 1675, siendo bautizada al día siguiente en la iglesia de San Pedro por Fray Manuel Galván, "de la orden de Predicadores", con licencia del beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Ana" y fueron sus padrinos don Bartolomé Pérez y doña María de la Ascención , de la misma vecindad.



    En 1707 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro con don Pablo Hernández Texera, hijo de don Andrés Hernández y de doña Beatriz Texera; los casó don Francisco Hernández de la Rosa , beneficiado servidor de Güímar y Candelaria. Por faltar parte de la página donde está inscrita la partida, desconocemos el resto de los datos de dicho enlace.



    Procrearon tres hijos: Don Pedro (1708), que murió antes que su madre; doña María Núñez Hernández (1709), casada en 1732 con don Juan Ángel Marrero Delgado, ya citados con anterioridad; y don Juan Hernández (1711), que también premurió a su madre.



    Una vez viuda de don Pablo Hernández, el 4 de noviembre de 1714 celebró segundas nupcias en la misma iglesia de San Pedro con don Diego Lorenzo González, hijo de don Lorenzo González y de doña Águeda Rodríguez, vecinos del Lugar de Arafo y por entonces difuntos; los casó el presbítero don Francisco Hernández de la Rosa, con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; actuaron como testigos don Domingo Díaz, don Juan Pérez Cataño y el alférez don José Martín, todos vecinos de dicho lugar de Güímar. Fue hija única de este segundo enlace: Doña Juana (1720), que murió de corta edad.



    Doña Ana Núñez recibió sepultura en el convento de Güímar el 19 de enero de 1743, a los 67.años de edad; testó y nombró albacea a su primo don Pedro Hernández Núñez; a su entierro asistió el beneficiado con capa y se le hizo una pausa por la calle. Le sobrevivió don Diego Lorenzo, quien contrajo segundas nupcias en 1745 con doña Rita Texera.



    D) Doña Isabel González Núñez

    Nació en Güímar en la mañana del 30 de marzo de 1678, siendo bautizada el 1 de abril inmediato en la iglesia de San Pedro por Fray Bernardo de Jesús "Relig". recoleto de la orden de Sn Franco mi serafico PC. ", con licencia del beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; fue su padrino don Lucas González, de la misma vecindad.



    Hacia 1700 contrajo matrimonio con don Antonio Delgado Guanche, hijo de don Francisco Delgado Guanche y de doña Luisa González.



    Tuvieron diez hijos, que fueron bautizados en Güímar: Doña María Delgado Guanche (1701-1754), casada en 1726 con don Domingo de Aday; doña Teresa (1702), esposa desde 1739 de don Juan Delgado de Medina; don Pedro (1704); don Antonio (1706); doña Isabel Delgado Guanche (1708), que casó en 1733 con don Antonio Benítez; doña Antonia (1711), casada en 1733 con don Juan Gómez; doña Luisa (1713), esposa desde 1736 de don Diego González Texera; doña Juana (1717), que casó en 1744 con don José González Cartaya; doña Josefa (1720); y don Luís, casado en 1742 con doña María Rodríguez de Mesa Bello.



    E) Don José

    Nació en Güímar el 30 de diciembre de 1679, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia de San Pedro por Fray José Ravelo, "de la horden de predicadores", con licencia del beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "José" y fue su padrino don Sebastián Hernández Leonardo.



    F) Doña Catalina Núñez (o Delgado)

    Nació en Güímar el 27 de febrero de 1682, siendo bautizada el 1 de marzo inmediato por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Catalina" y fue su padrino don Pedro Hernández, vecino de dicho lugar.



    El 31 de octubre de 1707 contrajo matrimonio con don Francisco Hernández Melchor, hijo de don Juan Hernández (o Pérez) Melchor y de doña Ángela María (o María Ángela), naturales y vecinos del mismo pueblo; los casó y veló don Francisco Hernández de la Rosa , "Beneficiado Servidor destos lugares de Guimar y Candelaria", después de haber sido dispensados de 3º grado de consanguinidad por una línea y 3º con 4º por otra; fueron sus padrinos don "Antonio el Guanche" y doña Isabel Núñez, vecinos de dicho lugar.



    Don Francisco Melchor testó y murió en 1753. Le sobrevivió doña Catalina Núñez, quien recibió sepultura en el convento de Santo Domingo de Güímar el 24 de agosto de 1759, a los 77 años de edad; no testó, pero declaró ante testigos; a su sepelio asistió el beneficiado con capa y le hicieron tres pausas por la calle.



    Habían procreado siete hijos: Doña María (1708); doña Juana (1710); don José (1714); doña María (1717); don Juan (1721), casado en 1743. con doña Catalina Ximénez; doña María (1723), que casó en 1741 con don José Romero; y don Luís Hernández (1726).



    G) Don Bernabé Díaz Núñez (1684-?), capitán de Milicias y alcalde en Cuba.

    Nació en Güímar el 11 de junio de 1684, siendo bautizado siete días después en la iglesia parroquial de San Pedro por Fray Francisco de Castro, de la Orden de Predicadores, con licencia del beneficiado Lcdo. don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Bernabé" y fue su padrino el citado beneficiado.



    Emigró a Cuba y se estableció en La Habana. El 1 de julio de 1711 contrajo matrimonio en la iglesia parroquial del partido de Santiago de las Vegas de la capital cubana con doña Manuela Teresa López Afonso, nacida en La Habana en 1695 e hija de los tinerfeños don Felipe López Pérez, natural de " la Fuente de La Guancha ", y de doña María Candelaria Alfonso Ruiz y Rodríguez, que lo era de San Juan de la Rambla ; los desposó "por palabras de presente" el beneficiado de la misma don Antonio Veloso, después de haber obtenido por respuesta " su mutuo consentimiento" y luego los bendijo entre misa, "guardando todos los ritos y ceremonias de Ntra Sta. Me. Ig".", de lo que fueron testigos presentes don Ignacio José Sotelo, don Nicolás Saavedra y don José González. Don Bernabé fue uno de los principales pobladores de la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal, donde ocupó importantes cargos civiles y militares, "sin ningun estipendio ni interes", desempeñándolos con honradez y a plena satisfacción de sus superiores. Entre los empleos públicos que tuvo, sabemos que fue regidor del Ayuntamiento o Cabildo, alcalde de la Santa Hermandad y alcalde ordinario de la mencionada ciudad. También su suegro obtuvo y desempeñó en la Isla de Cuba "los primeros puestos de la República ".



    En reconocimiento a sus méritos alcanzó también el empleo de capitán de Milicias de la citada Ciudad de San Felipe, según nombramiento expedido por don Juan Núñez del Castillo, "Gentil Hombre de la Real Cámara de Su Magestad, Vizconde de San Gerónimo Marques de la Ciudad de Sn. Phelipe y Santiago y su Justicia mayor en ella Milicias de la Gente de la expresada Ciudad de que formaré pie de lista, y ará todas las demas cosas, que son correspondientes y concedidas a este empleo, y para que tenga efecto se presentara con este nombramiento ante el Sr. D. Dionicio Martinez de la Vega Brigadier de los Reales Exercitos de su Magestad Su Governador y Cap". General de la Ciudad de la Hav ". e Ysla de Cuba, para q'. siendo servida Su Señoria le mande dar su Aprovacion y que se le tome la razon y forme su asiento en la Secretaria m"'. de Govierno y Guerra, en la Ciudad de S". Phelipe y Santiago, en veinte y uno de Marzo de mil setecientos y veinte y cinco años. = El Marques de San Phelipe y Santiago.



    Al día siguiente, el 22 de dicho mes de marzo, el capitán general don Dionisio Martínez de la Vega dio su aprobación al nombramiento, tal como certificó el escribano mayor de Gobierno y Guerra don Miguel de Ayala:



    Apruebo al contenido en este nombramiento y lo recibo y hase por recivido al uso y exercicio de tal Capitan y mando á los vecinos y moradores de la Ciudad de San Phelipe y Santiago obedescan sus ordenes en lo militar como las mias propias-y tomase la rason y sientele la plaza en la Secretaria m'. de Govierno y Guerra.



    Tal como se disponía, ese mismo día quedó tomada razón del título de capitán y fue sentada su plaza en la Secretaría Mayor de Gobierno y Guerra de La Habana , con lo que don Bemabé tomó posesión de dicho empleo. Continuaba al frente de una de las compañías de Milicias de la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal el 7 de mayo de 1735, pero "por sus enfermedades hizo dejacion y se le admitió", como certificaba en esa última fecha el ya mencionado escribano don Miguel de Ayala, según constaba en los libros y listas de las Milicias cubanas que estaban a su cargo.



    Que conozcamos, don Bernabé y doña Manuela sólo procrearon una hija: doña María Ignacia Díaz Núñez, que nació en la mencionada ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal el 20 de mayo de 1736 y fue bautizada dos días después. El 15 de octubre de 1757 contrajo matrimonio en la parroquia del Espíritu Santo de La Habana con don José García Calderón, capitán de Mar y Guerra de La Habana , natural del Lugar de Santiurde, en el Valle de Toranzo (Obispado de Santander), hijo de don Francisco García Calderón y de doña Francisca Verde de la Portilla y Ceballos de la Gala ; los casó "fuera de dicha y glesia por palabras de presente" el Dr. don Cayetano José Pérez y Arriaga, teniente de cura de dicha parroquia, con licencia del obispo de la Diócesis Dr. don Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, y actuaron como testigos don Alfonso Antonio Saez, don Vicente de Guerra y la Cruz y el capitán don Bernabé Díaz; se velaron el día 22 de ese mismo mes. Don José y doña María Ignacia otorgaron testamento mancomunado el21 de agosto de 1767 ante el escribano de Guerra y Marina don José Miguel Izquierdo; y doña María Ignacia ya había fallecido en 1826.128



    Don José García Calderón tramitó la ejecutoria de su nobleza e hidalguía, que ganó en juicio contradictoria en la Real Chancillería de Valladolid el 13 de abril de 1767 y en la Real Auxiliatería de Hidalguía del Real y Supremo Consejo de Indias el 30 de noviembre del mismo año; en ella se acreditaba-"'la antiguedad, Hidalguia y nobleza de Sangre del referido D. José García Calderon sus padres Abuelos y ascendientes por todas líneas las armas y blazones que le corresponden y de que han usado con legitimidad"; en virtud de ello, en sesión celebrada el 24 de marzo de 1774 el Cabildo del Muy Iltre. Ayuntamiento de La Habana acordó que se le recibiese "por noble hijo dalgo de Sangre y que se le guardasen las honras gracias, mercedes exempciones, y privilegios que le Competen, como a tal". Asimismo, en 1791 doña María Ignacia, con- juntamente con su esposo, solicitó también una información de limpieza de sangre y nobleza l29; la justificación de pruebas se instruyó ante el escribano de número de La Laguna don José Manuel Salazar, y los caballeros don José Saviñón y Guillama, procurador mayor del Muy Ilustre Ayuntamiento de esta isla y síndico personero general de ella, y don Alonso de Nava Grimón, marqués de Villanueva del Prado y gentilhombre de Cámara del Rey. Como resultado del expediente, doña María Ignacia fue amparada en la nobleza e hidalguía de sus padres y abuelos, como descendiente directa, de varón en varón, de don Alvaro Hernández Franco, en auto pronunciado en 29 de abril de 1791 en la ciudad de La Laguna por don Joaquín Bernard y Vargas, Corregidor y capitán a Guerra de esta isla y de la de San Miguel de La Palma por Su Magestad: se mandó amparar á la mencionada D". M". Ignacia Nuñez Diaz en la pocecion en que ha estado con los demás sus ascendientes, por ambas líneas, de personas nobles honradas de limpia Sangre y generación exentas de toda mala raza, en cuyo concepto han sido tenidos y reputados de tales Caballeros hijosdalgos notorios ordenando se le guarden todas las honras libertades .franquezas privilegios é inmunidades que Corno tal deben gozar los de su clase sin que se le impida á la es- presada D". Maria Ignacia y sus legítimos descendientes el que puedan usar de las Armas y blazones que se hallan incorporadas en el proceso Como propias Suyas poniendo1as públicas, sin que ninguna persona se lo estorbe.



    Una vez viudo de doña Isabel González, el 9 de diciembre de 1692.



    DON JOAQUÍN NÚÑEZ celebró segundas nupcias en Güímar con doña Aria María Hernández de Ledesma (o Ana Mateo), hija de don Mateo Hernández y de doña Juana de Ledesma; los casó Fray Cristóbal de Betancurt "de la horden de Predicadores", con licencia del beneficiado, tras haber sido dispensados por el obispo Vicuña de un 3º con 4º grado de consanguinidad; fueron sus padrinos don Pascual García y doña María de la O , su mujer, y actuaron como testigos don Sebastián Hernández, don Miguel González

    Betancor y don Esteban Martín, vecinos de dicho lugar. Se velaron en la misma iglesia de San Pedro el 17 de enero de 1693, celebrando la ceremonia el mismo Fray Cristóbal de Betancurt; actuaron como padrinos don .Juan Baulén de Ponte y doña María de la Concepción , y como testigos don Francisco Pérez, don Miguel González y otros muchos vecinos del lugar.



    De este segundo enlace nacieron otros siete hijos:

    Continuará.





    NOTAS:



    127 Según la información de nobleza y limpieza de sangre practicada en 1791 por doña María Ignacia Díaz Núñez, de don Diego Díaz y doña Juana Ramos descendían, entre otros: El muy reverendo padre maestro Fray Luís Núñez, provincial que fue de la Orden de Predicadores; los muy reverendísimos padres predicadores generales de la misma Orden Fray Pedro y Fray Tomás Núñez, el muy reverendo padre Fray Hilario Núñez, director del Rosario y el capitán don Luis Núñez; así como "otras muchas personas de dignidad y caracter parientes en tercero y 4" grado del Cap". D". Bernabe Díaz Núñez", como también lo eran: el presbítero don Francisco Núñez de Aguiar; el también presbítero don Nicolás Núñez Díaz; el capitán don Carlos Núñez; el muy reverendo padre Fray Jacob Antonio Sol, provincial que fue en dos ocasiones de la Orden Seráfica en estas islas y ministro calificador del Santo Oficio; don Ambrosio Núñez, canónigo de la Catedral de Canaria; el muy reverendo padre presentado Fray Manuel Ramos, prior del convento y colegio del Espíritu Santo de la Orden de San Agustín de La Laguna , etc.



    128 Conocemos a dos de sus hijos, nacidos en La Habana: doña Felipa María Josefa García Calderón (1769), que en 1801 trató esponsales con don Juan Pedro de la Costa , capitán de Infantería de Granaderos Voluntarios de Estado, con quien no tenemos constancia de que llegara a casarse; pero en 1826 se unió en matrimonio a don Bernardo Prieto La Ronde , nacido en Nueva Orleans en 1783 e hijo de don Juan Prieto y de doña Teresa Denis de La Ronde, capitán graduado de Ejército y teniente agregado al Batallón 4" Ligero de Tarragona, de guarnición en La Habana , caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, condecorado también con el Escudo de distinción concedido a la fidelidad de la Isla de Cuba, y de calidad "noble", y don Benigno García Calderón y Díaz Núñez (1773), quien ingresó en el Ejército en 1786 como soldado distinguido y en él alcanzó sucesivamente los empleos de cadete (1787), subteniente (1794), teniente (1803), ayudante mayor (1804), capitán (1808), teniente coronel graduado de los Reales Ejércitos (1823), sub-inspector del Batallón de Morenos Leales de La Habana (1824) y comandante efectivo de Infantería (1825); estuvo de guamición en las plazas de Panzacola (1786-1795 y 1806-1818), Nueva Orleans (1796-1805) y La Habana (1819-1832), destacando en numerosas acciones de guerra; desempeñó diversas comisiones como las de: secretario del Gobierno y Subdelegación de la Real Hacienda de la plaza de Pansacola (1790), comandante del Castillo de San Felipe de Placaminas (1799), comandante de la Plaza de Movida (1800), secretario de la Sub-Inspección de la provincia de Louisiana (1801), comandante de la escolta de límites de dicha provincia (1803-1806), sargento mayor de su regimiento durante cuatro años y medio (1806-1810), comandante del Batallón de Pardos y Morenos de las Milicias disciplinadas de La Habana durante más de seis años (1812-1819), ministro contador y tesorero de las Reales Cajas de Panzacola durante 16 meses (1814-1815), comandante del Batallón de Pardos Leales durante más de tres años (181~1822), etc.; en 1819 obtuvo la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo; y entre 1824 y 1832 arregló, liquidó y examinó las cuentas de distintos Cuerpos; en su hoja de servicios también figuraba su calidad de "Noble".



    129 El testimonio parcial de dicha información, compuesta de un árbol, con 101 folios y 47 documentos, que comienza el 30 de marzo de 1791, se conserva, aunque muy estropeado, en el cuaderno segundo (a partir del folio 90), del protocolo del escribano público don José Manuel Salazar, existente en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife. Se inicia del siguiente modo: "Leopoldo Rodríguez López, en nombre del Capitán de Mar y Guerra Dn. Josef García Calderón, como marido y conjunta persona de Da. María Ignacia Díaz Núñez de la Ciudad de la Habana , cuyo poder en mi (...) presento, que al (...) de mi parte conviene justificar la ascendencia pureza de sangre, nobleza de la referida Da. María Ignacia su mujer como descendiente de esta Ysla, y que asi ella, como sus Padres y Abuelos han estado en la pocesión de personas de honor de limpio linage sin que hayan dado causa ni motivo por sus hechos a manchar la nobleza de su sangre por ninguno de los medios prevenidos por dró y para ello presentando este Arbol con quarenta y siete documentos que lo acreditan, se ha de servir V m mandar se (...) información de tgos por las partidas siguientes (...)". En dichas diligencias doña María Ignacia manifestaba que "su Padre, Abuelos visabuelos y demás ascendientes han sido christianos viejos libres de toda mala raza de Mulatos, Moros, Judios y que ninguno de ellos han sido penitenciados por el Sto. Oficio ni por otro Trib'. en causa que irrogue infamia de hecho ni de dr6, y que han sido personas honradas, y de distincion en los Pueblos de sus respectivos que no se dan sino las primeras personas".



    En otro documento del expediente, su apoderado pedía "que se le declare a la susodicha Doña María por persona de sangre pura y libre de toda mala raza, manteniéndola en la posesión en que ha estado en esta Ysla, en el de descendiente de personas nobles como lo han estado sus antepasados, así por traer su origen de los Conquistadores como de los naturales que han gozado de nobleza, así por descendientes de aquellos Monarcas que gobernaron la Ysla en su gentilidad, como por aver sido declarados por tales desde sus principios y que quentan ya casi trescientos años de posesión ". La genealogía fue perfectamente documentada, "Justificándose plenamente con siete Testigos de mayor excepción y con citación de los cavalleros Procurador mayor del Ilte. Ayuntamiento de esta Ysla y su Personero General, quanto se articuló en las catorce preguntas del Interrogatorio comprehensivas de las líneas paternas y maternas de la referida Doña María Ignacia, como originaria de esta Ysla, y las nobles e ilustres familias con que se halla emparentadas, por traer ésta la propia ascendencia; y lo que no alcanzaron los testigos y aún lo que pueden saber; se ha hecho manifiesto por la prueba instrumental de cuarenta y siete documentos aportados". Los siete testigos de dicha información, todos vecinos de La Laguna , fueron los siguientes: don Diego Lazo de la Vega , presbítero; el teniente capitán don Domingo Tomás de la Peña y Magdaleno; don José Conrado Ascanio y Llarena, clérigo de Menores Órdenes; don José Martín Texera; don Miguel María Botino y Uque; don Francisco Castilla y Campo, teniente capitán de Cazadores; y don Lorenzo Domingo de León Rodríguez, notario público de número en el partido de La Laguna. Se justificó la ascendencia hasta los octavos abuelos de doña María Ignacia, el conquistador don Luís Álvarez y su esposa doña María Hernández, que vinieron del Reino de Portugal atraídos por la reciente Conquista de la Isla , donde recibieron tierras, y "todas personas de calidad"; y otro de sus octavos abuelos fue el guanche don Juan Delgado, "sobrino del Rey de Adeje que des pues de conquistada la ysla se llamó Dn. Diego Rey de Adeje, cuya descendencia en el dia es bien ilustre". Los documentos fueron presentados en La Laguna , el 5 de abril de 1791, a los señores procurador mayor y síndico personero de la Isla, para que expusiesen lo que tuviesen por conveniente al corregidor y capitán a Guerra de Tenerife y La Palma.



    Marzo 2008.



    Fuente:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez (1796-1866)

    Su vida, su familia y su obra.

    Edición: Caja Canarias y otros Organismos.

    ISBN: 84-7985-046-9

    Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:59
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (VI)



    Kebehi Benchomo *



    H) Don Domingo Díaz Núñez Nació en Güímar el 15 de septiembre de 1693, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, " Beneficiado deste lugar y su partido"; se le puso por nombre "Domingo" y fueron sus padrinos don Francisco Díaz y doña Francisca Marrero, hermanos y vecinos de dichos lugar.



    El 28 de diciembre de 1727 contrajo matrimonio en Güímar con doña María Ramos Delgado, viuda de don Domingo de Castro, e hija de don Marcial Delgado y de doña María Ramos; los casó y veló don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de Güímar y Candelaria, tras ser dispensados por el obispo de estas islas de cuatro parentescos de 4º y 3º grado de afinidad; actuaron como testigos don .José Hernández Martín, don Manuel de Castro y don .Juan de Castro, vecinos de dicho lugar.



    Doña María Ramos había procreado con don Domingo de Castro a don Manuel de Castro, nacido en Güímar en 1717, que pasó a Venezuela y allí vistió en 1748 el hábito franciscano para lego en el convento de su Orden en Caracas.



    Don Domingo Díaz Núñez y doña María Ramos Delgado tuvieron dos hijas: Doña Ana (1728); y doña Manuela Díaz (1731).



    I) Don Diego

    Nació en Güímar el 7 de septiembre de 1695, siendo bautizado dos días después en la iglesia de San Pedro por don Juan García de Calzadilla, beneficiado servidor de dicha parroquia y su partido; se le puso por nombre "Diego" y fueron sus padrinos don Luís Díaz Núñez y doña María de la O , su mujer, vecinos de dicho lugar.



    J) Don Diego

    Nació en Güímar el l0 de noviembre de 1696, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Diego" y fueron sus padrinos don Cristóbal López y doña María López, de la misma vecindad.



    K) Don Diego

    Nació en Güímar el 13 de noviembre de 1697, siendo bautizado tres días después en la iglesia de San Pedro por don Baltasar Delgado Perera, teniente del beneficiado; se le puso por nombre "Diego" y fue su padrino el Br. don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado de dicha iglesia.



    L) Doña Anastasia Núñez

    Nació en Güímar el 20 de septiembre de 1700, siendo bautizada tres días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Estacia" y fue su padrino don Pedro Hernández de Oliva, vecino de dicho lugar.



    El 20 de octubre de 1727 se unió en matrimonio a don José Rodríguez Manero, hijo de don Francisco Rodríguez Manero y de doña Ana Pérez; los casó y veló don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado curado de dicho lugar, después de haber sido dispensados por el obispo de estas islas de un 4º grado de consanguinidad; actuaron como testigos don Domingo Núñez, don Pedro Hernández y don Juan González, de la misma vecindad. Fue su única hija: Doña Ana María (1728), casada en 1756 con don Juan Pérez Texera.



    Una vez viudo, en 1732 don José Rodríguez Marrero contrajo segundas nupcias con doña Antonia Francisca Hernández.



    M) Doña María Maneo Núñez

    Nació en Güímar el6 de mayo de 1703, siendo bautizada dos días después en la iglesia de San Pedro por don Francisco Hernández de la Rosa, teniente de beneficiado; se le puso por nombre "María" y actuó como padrino don Pablo Hernández, vecino de dicho lugar.



    El 29 de octubre de 1731 contrajo matrimonio en Güímar con don Domingo (Diego) Martín de Fleitas, hijo de don Juan Martín de Fleitas y de doña Ana González de Campos; los casó y veló don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de las iglesias parroquiales de Güímar y candelaria; actuaron como testigos don Juan Pérez Delgado, don Domingo Pérez Delgado y don Gaspar Pérez, de la misma vecindad.



    Tuvieron tres hijos: Doña Isabel (1732); doña María (1734); y doña Josefa (1737)..



    N) Doña Estéfana

    Nació en Güímar el. 2 de agosto de 1706, siendo bautizada seis días después en la iglesia de San Pedro por el teniente de beneficiado don Francisco Hernández de la Rosa ; se le puso por nombre "Estéfana" y actuó como padrino don Domingo Hernández Melchor, vecino de dicho lugar.



    6.-DON JUAN DÍAZ RAMOS

    Nació en Güímar en 1645, siendo bautizado el 14 de agosto de dicho año en la iglesia de San Pedro por el Br. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Juan" y fue su padrino don Pedro Díaz, vecino de Candelaria. El 13 de octubre de 1647 se le puso óleo y crisma.



    El 24 de septiembre de 1673 se unió en matrimonio a doña María de Flores Díaz López, hija de don Alejandro López y de doña María Díaz Marrero; los casó y veló Fray Diego Bencomo, “del orden de Santo Domingo prior del convento Real de nuestra Sra. de Candelaria", con licencia del Lcdo. don Bernardo Lene Llarena; fueron sus padrinos el alférez don Juan Rodríguez Adrián y doña Francisca Pérez, su mujer, y actuaron como testigos don Lázaro Díaz, don Luís Díaz "el mozo", don Juan Pestano y otros muchos vecinos.



    De esta unión nacieron tres hijos:

    A) Don Juan

    Nació en Güímar el 29 de junio de 1674, siendo bautizado el 1 de julio inmediato en la iglesia de San Pedro por don Bartolomé Pérez Sutil, beneficiado interino de las parroquias de Güímar y Candelaria; se le puso por nombre "Juan" y actuaron como padrinos don Luís Díaz y doña María Ximénez Ledesma, vecinos de dicho lugar.



    B) Don Francisco

    Nació en Güímar el 6 de septiembre de 1676, siendo bautizado dos días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Francisco" y fueron sus padrinos don Francisco Rodríguez y doña Nicolasa Díaz, de la misma vecindad; tenía óleo y crisma.



    C) Doña María Flores Pérez

    Nació en Güímar el 4 de julio de 1678, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado Pérez Sutil; se le puso por nombre "María" y actuaron como padrinos don Luís Díaz y doña Juana Fresneda, vecinos de dicho lugar.



    Hacia 1700 contrajo matrimonio con don Juan Pérez Delgado, hijo del Sr. Pérez y de doña Bárbara Rodríguez. Procrearon siete hijos: Don Juan Pérez (1701), que casó en 1729 con doña María Manuel Díaz y testó en 1771 en El Escobonal; don Luís Delgado (1704), casado en 1732 con doña María de San Amaro Márquez; don Pedro (1707), que casó en 1736 con doña Francisca Delgado Díaz; doña María (1713), don Agustín (1714), doña María (1718) y don Agustín Pérez (1722), que murieron de corta edad.



    Doña María Flores murió en Güímar y el 10 de julio de 1753 recibió sepultura en la iglesia parroquial de San Pedro; a su sepelio asistió el beneficiado con capa, e hizo tres pausas por la calle, oficio de vigilia, misa cantada y oficio de sepultura; al segundo día se celebró el oficio de honras, con vigilia y misa cantada; se puso de ofrenda un almud de trigo y un cuarterón de vino; también se le hizo el oficio de cabo de año con vigilia y misa cantada. Había testado poco antes de su muerte. Le sobrevivió don Juan Pérez, quien testó en 1759.



    7.- Don Luis Díaz Núñez, que sigue la línea.



    VI.- DON LUIS DÍAZ NÚÑEZ ( O DÍAZ RAMOS)

    Nació en Güímar en 1648, siendo bautizado en la iglesia de San Pedro el 25 de marzo de ese año por el Br. don Juan Díaz de Lugo, beneficiado de dicha parroquial y de la de Santa Ana de Candelaria; se le puso por nombre "Luís" y actuaron como padrinos don Juan Hernández Cano y doña María Ramos, de la misma vecindad.



    Hacia 1690 contrajo matrimonio con doña María de la O Perera (o Texera), hija de don Pedro Hernández Núñez y doña María de la O Perera.



    Doña María de la O Perera fue sepultada en el convento de Santo Domingo el 23 de enero de 1729; había testado y se le hicieron todos los oficios, con asistencia de los capellanes de la parroquia. En el momento de su muerte ya se hallaba viuda de don Luís Díaz. De este enlace nacieron tres hijos:



    1.-DON PEDRO HERNÁNDEZ NÚÑEZ, que sigue la línea.



    2.- DOÑA MARÍA

    Nació en Güímar el 13 de abril de 1691, siendo bautizada cuatro días después por Fray Pablo Márquez, religioso de la Orden de San Francisco, con licencia del beneficiado de dicha parroquial, Lcdo. don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "María" y actuó como padrino don Pedro Hernández. Era hermana "uterina" de don Pedro, que fue bautizado el mismo día.



    3.-FRAY LUIS NÚÑEZ (1693-?), MAESTRO Y PROVINCIAL DOMINICO

    Uno de los religiosos más ilustres nacidos en Güímar fue el dominico Fray Luís Núñez, quien después de su ordenación sacerdotal ostentó los cargos de lector, regente de estudios, rector, prior del convento de La Laguna y, por último, prior provincial de la Orden de Predicadores, con lo que alcanzaba la máxima responsabilidad en Canarias de dicha orden, honor reservado a contados hombres de especiales virtudes y reconocida inteligencia. Simultáneamente fue recibiendo en su carrera teológica los títulos de predicador general, presentado y maestro.



    Nació en Güímar el 6 de -marzo de 1693 y dos días después fue bautizado en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol por Fray Cristóbal de Betancurt, de la Orden de Predicadores; fue su padrino el venerable beneficiado de dicha iglesia, el Bachiller don Bartolomé Pérez Sutil.



    Llevado por una profunda e innata vocación, que había quedado marcada desde su bautizo, nuestro personaje profesó en el convento de Santo Domingo en Soriano de Güímar, por entonces reducido a vicaría del de Candelaria. Luego pasó al convento y colegio de Santo Domingo de La Laguna, donde leyó tres cursos de Filosofía y nueve de Teología escolástica, Dogmática, Moral y Expositiva; en este centro defendió finalmente doce conclusiones públicas en presencia de la comunidad, en las que demostró su gran erudición e inteligencia por lo expuesto, no es de extrañar que hacia 1716 Fray Luís Díaz, como también fue conocido, ya estuviera ordenado de presbítero y desempeñara el empleo de "lector" en dicho convento. El 30 de noviembre de dicho año lo encontramos en Güímar apadrinando a su sobrino Pedro Núñez, a quien orientaría también hacia la vida religiosa, lo mismo que a su otro sobrino Tomás.



    Fray Luís Núñez siguió estudiando y escalando nuevas responsabilidades dentro de su convento y Provincia; así, en 1729 ocupaba el cargo de " Regente de Estudios y Rector del convento y colegio de Santo Domingo de La Laguna ", con lo que se constituía en la máxima autoridad docente del principal colegio dominico de la Isla. Como tal, el 15 de mayo de ese mismo año recibió comisión del reverendo padre Fray Luís Tomas Leal, prior provincial de la Orden y examinador sinodal de este Obispado, para que concurriese con el vicario del convento de Güímar, Fray Juan de Castañeda, a la institución de la Hermandad del Santísimo Rosario por Patrona de la Capilla Mayor de dicho convento, y el 3 de julio otorgaron carta de donación del Patronato mencionado.

    El 16 de diciembre de 1731 don José Tabares de Cala y Prieto, capitán de Caballos Corazas, séptimo poseedor del Valle de Tabares, Patrono de la ermita de San Francisco de Paula de dicho lugar, alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición , cofrade de la Noble Esclavitud de San Juan Evangelista y regidor de Tenerife, dio poder, ante el escribano don José Isidro Uque Osorio, para que testase en su nombre el "Muy Reverendo Padre Regente Fray Luís Núñez, de la Orden de Predicadores"; éste cumplió con lo dispuesto el 14 de abril de 1732, después de fallecido el Sr. Tabares, quien estaba casado con doña Francisca Josefa de Mesa y Llarena, con la que había procreado 12 hijos.



    Una vez superadas las respectivas lecturas de su carrera teológica, en sucesivos Capítulos de la Orden de Predicadores se le concedieron a Fray Luís Núñez los títulos de ('predicador general" y "presentado". Años más tarde asumió la máxima responsabilidad, la de ('prior" o superior, del importante convento lagunero.



    En 1741 vio culminada su carrera como religioso dominico, al ser elegido "Prior Provincial de esta Provincia de Santa María de Candelaria, Orden de Predicadores de las Islas Canarias", para el siguiente trienio.



    En su cometido visitó todos los conventos dominicos del Archipiélago, que estaban bajo su gobierno, ganándose el respeto y la admiración de sus compañeros por su ilustración y celo. Finalmente, nuestro personaje recibió el título superior de "Maestro en Sagrada Teología", con el que permaneció hasta su muerte, acaecida probablemente en su convento de La Laguna.



    VII.-DON PEDROHERNÁNDEZNÚÑEZ (1691-1765), NOTARIO PÚBLICO y ALCALDE DE GÜÍMAR

    Nació en Güíriiar el 13 de abril de 1691, siendo bautizado cuatro días después por Fray Pablo Márquez, religioso de la Orden de San Francisco, con licencia del beneficiado de dicha parroquial Lcdo. don Bartolomé Pérez Sutil; se le puso por nombre "Pedro" y actuó como padrino el citado beneficiado. Como curiosidad, don Pedro fue hermano "uterino" de la citada doña María, que fue bautizada el mismo día.



    El 3 de septiembre de 1713 contrajo matrimonio en Güímar con doña María Díaz de Ledesma, hija de don Tomás de Ledesma Ximénez y de doña Francisca Díaz Adrián, naturales y vecinos de la misma localidad; celebró la ceremonia el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona, actuando como testigos don Juan Alonso Bencomo, el alférez don Diego Alonso Bencomo y don Juan Hernández de Oliva, todos vecinos de dicho lugar.



    Nuestro personaje gozó de una sólida posición económica, a la vez que de un notable prestigio en la sociedad güimarera, siendo apreciado y respetado por sus vecinos; prueba de ello fue su nombramiento como notario público de la localidad, empleo que desempeñaba en octubre de 1731 y en el que continuaba en julio del siguiente año, y su posterior elección como alcalde real de Güímar en -1737.



    Doña María Díaz de Ledesma testó el l0 de marzo de 1759, siendo testigos de la otorgación el_militar y alcalde don Bernardo de Torres Marrero y Ledesma y su padre don Bernardo de Torres Bencomo. El 14 de marzo de ese mismo año recibía sepultura en el "convento que. ai en este lugar de Guimr. de Sto. Domingo en Soriano"; a su sepelio asistió el beneficiado y capellanes, se le hicieron nueve pausas por la calle y se dieron gracias en la casa mortuoria. Al segundo y tercer día se le hicieron sendos oficios en el convento, también con asistencia del beneficiado y capellanes y se le volvieron dar gracias en su casa.



    Le sobrevivió don Pedro Hernández Núñez, quien testó el 9 de agostode 1765, dejando 60 misas por su alma y la de sus mayores, que debían ser dichas por religiosos dominicos, de ellas: 10 por su hijo el Director Fray Tomás Núñez, o por el Suprior Fray Pedro Núñez, 5 por el prior, 5 por el Director Fray Antonio Autrán, 5 por Fray Miguel Espino, 5 por Doña María Díaz de Ledesma testó el l0 de marzo de 1759, siendo testigos de la otorgación el militar y alcalde don Bernardo de Torres Marrero y Ledesma y su padre don Bernardo de Torres Bencomo. El 14 de marzo de ese mismo año recibía sepultura en el "convento q'. ai en este lugar de Güímar de Sto. Domingo en Soriano"; a su sepelio asistió el beneficiado y capellanes, se le hicieron nueve pausas por la calle y se dieron gracias en la casa mortuoria. Al segundo y tercer día se le hicieron sendos oficios en el convento, también con asistencia del beneficiado y capellanes y se le volvieron dar gracias en su casa.



    Le sobrevivió don Pedro Hernández Núñez, quien testó el 9 de agosto de 1765, dejando 60 misas por su alma y la de sus mayores, que debían ser dichas por religiosos dominicos, de ellas: 10 por su hijo el Director Fray Tomás Núñez, 10 por el Suprior Fray Pedro Núñez, 5 por el prior, 5 por el Director Fray Antonio Autrán, 5 por Fray Miguel Espino, 5 por Fray Domingo de Castro, 5 por Fray Andrés Gómez, 5 por Fray Vicente Arturo, 5 por Fray Francisco Ximénez y 5 por el Beneficio parroquial; fue testigo de su otorgación don Bernardo de Torres Marrero.



    Nuestro biografiado falleció en su domicilio de Güímar el 21 de ese mismo mes de agosto, cuando contaba 74 años de edad. Al día siguiente fue sepultado junto a su esposa "en el Convento de Sto Domingo en Soriano" de dicho lugar; a su sepelio asistió el Beneficio por la calle con capa, haciendo nueve pausas, como también asistió a las tres funciones que se le hicieron.



    Don Pedro y doña María procrearon 11 hijos, nacidos todos en Güímar, entre los que proliferaron los religiosos y los militares:



    1.- DOÑA JUANA NÚÑEZ

    Nació en Güímar e126 de junio de 1715, siendo bautizada e14 de julio inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Juana" y actuó como padrino don Luís Tomás Baulén de Ponte, vecino de la ciudad de La Laguna. .



    2.-FRAY PEDRO NÚÑEZ (1716-1778), PREDICADOR GENERAL DOMINICO Y PRIOR DEL CONVENTO GÜlMARERO

    Nació en Güímar el 26 de noviembre de 1716, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; fue su padrino el rvdo. padre lector Fray Luis Díaz Núñez, de la Orden de Predicadores, su tío paterno.



    Influenciado en gran manera por su mencionado tío y padrino, que como ya hemos dicho llegó a ser provincial de la Orden de Predicadores, don Pedro ingresó en el convento de Santo Domingo Soriano de Güímar, donde profesó algún tiempo después. Comenzó sus estudios de Filosofía y Teología en su convento de Güímar, para pasar luego al de La Laguna, donde los finalizó. Una vez ordenado de presbítero regresó a su pueblo natal.



    Fray Pedro Núñez fue morador del convento de Güímar hasta su muerte, y en él ocupó diferentes cargos de responsabilidad, volcando todo su amor e inteligencia en su cuidado y consolidación.



    El 5 de marzo de 1745 casó y veló en la iglesia de San Pedro, con licencia del beneficiado, a su hermana doña María Osana Díaz de Ledesma ya don Francisco Martín de Castro, viudo de doña Anastasia Díaz. En dicho año ya figuraba como Director del Santísimo Rosario en el convento, título con el que continuaba en 1757, mientras alternaba sus funciones como miembro de la comunidad religiosa con su colaboración

    sacramental en la parroquia de San Pedro.



    En abril de 1760 intervino, como padre comisario, en las controversias surgidas entre la Hermandad del Rosario, sita en el convento de Santo Domingo Soriano, y la de la Santísima Misericordia , instalada en la iglesia parroquial: En [roto] del mes de abril deste año de 1760, se juntó la Hermandad del Santísimo Rosario, sita en este Convento de Santo Domingo Soriano del Lugar de Guimar; siendo Hermanos mayores el Sr: Cristóbal Bello y el sr. Alteres Don Domingo Hernándes y asi mismo el Padre Comisario fr. Pedro Núñez, y la maior parte de la Hermandad , y decretaron que por algunas controversias que se ofrecieron concurriendo con la Hermandad de la Santísima Misericordia y su estandarte, que ninguno que fuese Hermano del Santísimo Rosario lo fuese de la Hermandad de la Santísima Misericordia , o que siendo de la una no lo fuese de la otra, exceptuando que hubiesse alguna confraternidad o unión que a la Hermandad del Santísimo Rosario no le sea perjudicial, así lo dixeron todos a una voz y convinieron, de todo lo qual doy fee como notario de audiencias, y firmo, con los mas que supieron.



    En octubre de 1763 era Suprior de su convento, cargo en el que continuaba en 9 de agosto de 1765, al testar su padre; éste le dejó 10 misas para que las celebrara en honor de su alma. Entre 1767 y 1771 llevó a cabo 1abores sacramentales en la iglesia de San Pedro, con licencia del beneficiado don José Fernández Camillón, que simultaneó con sus ocupaciones en la comunidad.



    En 1767 ya era prior del convento; continuando como tal hasta 1770; en este último año figuraba también con el título de predicador general, que usó hasta su muerte. En 1771 velvió a ser elegido Suprior.



    En el mes de agosto de 1778 falleció en su convento de Güímar el "Reverendo Padre predicador general" Fray Pedro Núñez, celebrándose misas por su alma tanto en éste como en el Convento Real de Candelaria, donde moraba su hermano Fray Tomás Núñez. Las propiedades que poseía fueron heredadas por su hermano el capitán don Luís Núñez.



    3.-FRAY TOMÁS NÚÑEZ (1718-1795), PREDICADOR GENERAL DOMINICO, TENIENTE DE BENEFICIADO DE GÜÍMAR Y CURA SERVIDOR DE CANDELARIA

    Nació en Güímar el 9 de mayo de 1718, siendo bautizado dos días después por don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de San Pedro de Güímar y Santa Ana de Candelaria; fue su padrino don Tomás Martín de Ledesma.



    Al igual que su tío Fray Luís Núñez y que su hermano Fray Pedro Núñez, don Tomás decidió ingresar en el convento de Santo Domingo Soriano de Güímar, de la Orden de Predicadores, donde profesó posteriormente. Tras cursar los estudios de Filosofía y Teología en éste y en el convento y colegio de Santo Domingo de La Laguna, Fray Tomás Núñez fue ordenado de presbítero, regresando como tal a su pueblo natal.

    En 1754 nuestro biografiado continuaba morando en el convento de Santo Domingo de Güímar, donde actuaba como lector de Moral y cumplía con las misas que se le adscribían. Al año siguiente celebró, con licencia del beneficiado de San Pedro, numerosos bautismos y otros sacramentos.



    En 1756 se le nombró Director del Santísimo Rosario en el convento de Güímar. Años más tarde fue trasladado al convento del Puerto de La Orotava, donde residía en 1764 ocupando el mismo cargo de "Reverendo Padre Director"; en el mismo continuaba el 9 de agosto de 1765, al testar su padre, quien le dejó 10 misas para su alma.



    Fray Tomás Núñez sufrió un nuevo traslado, estableciéndose esta vez en el Convento Real de Candelaria, más cerca de su familia, donde recibió el nombramiento de teniente de beneficiado y cura servidor de la Iglesia Parroquial de Santa Ana de dicha localidad; desempeñó este importante cometido durante siete años, desde el 4 de abril de 1770 hasta el l0 de febrero de 1777. El 27 de abril de 1773 recibió el título de predicador general de su Orden, con el que fue conocido hasta su muerte.



    A partir de 1777 Fray Tomás Núñez desarrolló una dilatada labor en el convento candelariero, donde, además de celebrar las misas que se le adscribían como miembro de la comunidad, ocupó diferentes cargos de relieve. Así, desde el 1 de enero de 1785 hasta el 1 de febrero de 1787 fue "Reverendo Padre Suprior" del mismo, cargo para el que volvió a ser reelegido el 1 de septiembre de 1791 y en el que permaneció hasta su muerte en 1795. También entre el 1 de julio de 1786 y el 31 de octubre de 1794 fue depositario del convento.



    El 26 de noviembre de 1793 Fray Tomás Núñez celebró bautizos en Santa Ana por ausencia de don José Rafael Otazo, Párroco sustituto, y en febrero de 1794 lo hizo en San Pedro de Güímar con licencia del beneficiado don Francisco Cruz Alayón.



    El " Reverendo Padre predicador general" Fray Tomás Núñez falleció en su convento de Candelaria, del que era suprior, en septiembre de 1795; se celebraron misas por su alma en éste y en el convento de Santo Domingo Soriano de Güímar, su pueblo natal. Poseía tierras en Agache, que heredó su hermano el capitán don Luís Núñez.



    4.- DON LUÍS NÚÑEZ (1720-1807), CAPITÁN DE MILICIAS

    Nació en Güímar el 19 de septiembre de 1720, siendo bautizado tres días después en la iglesia parroquial de San Pedro por don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de la misma; se le puso el nombre de "Luís" y fue su padrino Fray Gonzalo Hemández, presidente del convento de Santo Domingo"Soriano de dicho lugar.



    Don Luís Núñez, como también era conocido, ingresó en 1735 en la Cofradía del Rosario, que tenía su sede en el convento de Santo Domingo Soriano, de la que fue mayordomo y hermano mayor. Siguió la carrera militar, que inició hacia 1745 como alférez de Milicias; como tal, el 5 de mayo de dicho año actuó como testigo en la boda de su hermana doña María Osana Díaz de Ledesma con don Francisco Martín de Castro; continuaba en ese empleo en 1749.



    El 1 de septiembre de 1745 nuestro alférez contrajo matrimonio en Güímar con doña Inés Tomasa de Acosta y Yanes, natural de La Laguna e hija de don Francisco de Acosta García y de doña María Josefa Yanes Villavicencio, vecinos de dicha ciudad; los casó y veló don Diego Miguel de Acosta y Quintero, teniente beneficiado de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Concepción de La Laguna , con licencia del Párroco don Juan Alonso Ximénez, beneficiado servidor de San Pedro Apóstol; actuaron como padrinos don José Quintero, vecino de dicho lugar, y doña María de Acosta Delgado, que lo era de la mencionada ciudad. Doña Inés residía habitualmente en Güímar desde hacía tiempo, conviviendo con su hermana doña Antonia de Acosta, casada con el herreño don José Quintero Padrón y Espinosa, padres de dos ilustres güimareros: don Domingo María, receptor propietario de la Real Audiencia de Méjico, y don Isidro José Quintero y Acosta, canónigo de la Catedral de La Laguna.



    El l0 de mayo de 1751 el prior del convento de Santo Domingo Soriano de Güímar Fray Antonio Alfonso, con licencia del padre presentado y prior provincial Fray José Ramírez, dio a tributo perpetuo en enfiteusis "desde ahora y para spre jams" al alférez don Luís Díaz Núñez "dos almuds y sinco qcas. de tierra, con una higuerita que dentro tiene notoria y conocida que dicho mi conv'o. tiene segun costa del libro de hacienda en donde dicen los manjuelos, que linda por arriva y los dos lados con tierras de Pedo. Nuñez, y por abajo tierr. del dho Alferes Luís Dias, la qual tierra y higuerita deslindada doi al susodho. por precio de tres almuds. de trigo morisco, limpio enjuto, de dar y recibil; puesto y pagado en este sobredicho conv'o. por cada dia de S.. Juan de Jun°. de .Jcada un año perpetumte. para spre. jamas, cuya paga será la primera en este precente año de mil setes. sinq'°. y uno, y de ahí en hadelante una paga en pos de otra".



    Don Luís continuó en los años sucesivos dedicado al cuidado de sus propiedades agrícolas, que compatibilizaba con sus obligaciones militares. En éstas, hacia 1759, al testar su madre, ya figuraba como teniente capitán, empleo en el que continuaba en 1767. El 22 de junio de este Último año fue bendecida la Capilla de San Pedro Abajo, de cuya construcción fue uno de los principales artífices, junto a otros vecinos del sector; para su mantenimiento le hizo donación de una fanegada de tierra de pan sembrar en Añajo, entre el Barranco de La Hidalga y el Malpaís Viejo de Candelaria, que había heredado de sus padres.



    Años más tarde, en 1781, al casarse su hijo Nicolás, ya se le consideraba capitán de Milicias; empleo con el que continuaba en 1788, al nacer su nieto José, y con el que testó el 23 de diciembre de 1796, ante el fiel de fechos don José Atanasio de Ledesma; no obstante, en su partida de defunción figuraba como "Teniente Capitan".



    El 18 de octubre de 1801 murió en Güímar su esposa, doña Inés de Acosta y Yañez, a los 76 años de edad; al día siguiente recibió sepultura en el convento de Santo Domingo Soriano de la localidad. Le sobrevivió su marido, quien el 15 de septiembre de 1805 otorgó su codicilo en el Lugar de Güímar, ante el fiel de fechos del mismo, que en dicho año era don Ambrosio Palomo; en el mismo legó el tercio y quinto de sus bienes a su nieto don José Núñez Rodríguez.



    El capitán don Luís Núñez falleció en Güímar el 26 de abril de 1807, a los 87 años de edad. Al día siguiente recibió sepultura en el convento dominico de la localidad, en el mismo sepulcro en que yacía su mujer, situado bajo el pretil de la Capilla Mayor.



    Dos fueron los hijos destacados del capitán Núñez:



    A) Fray Hilario Núñez (1747-1803), predicador general dominico

    Nació en Güímar el 14 de enero de 1747, siendo hijo del entonces alférez don Luís Díaz Núñez y de doña Inés Tomasa de Acosta. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol por el beneficiado don Juan Alonso Ximénez; se le pusieron los nombres "Hilario José" y actuó como padrino don Pedro Núñez, su abuelo paterno.



    Al igual que sus citados tíos, Fray Luís Núñez, Fray Pedro Núñez y Fray Tomás Núñez, don Hilario decidió profesar en la Orden de Predicadores, para lo que con posterioridad a 1763 ingresó en el convento de Santo Domingo de Güímar, donde comenzó sus estudios de Filosofía y Teología, que concluyó posteriormente en el de La Laguna.



    El 15 de marzo de 1771 recibió la Prima Tonsura y los cuatro Grados en la iglesia de San Ildefonso del monasterio de religiosas de San Bernardo de Las Palmas de Gran Canaria; al día siguiente fue ordenado de Epístola en el mismo 1emplo. El 25 de mayo inmediato le fue conferido el Diaconado en la iglesia de San Juan Bautista de Telde. Y, finalmente, el 21 de septiembre de ese mismo año fue ordenado de presbítero en la iglesia de Ntra. Sra. del Pino de Teror. Todas las órdenes le fueron conferidas por el obispo de Canarias don Juan Bautista Servera, ya mencionado.



    Marzo de 2008.



    Fuente consultada:

    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, CajaCanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:59
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (VII)



    Kebehi Benchomo





    El joven sacerdote regular Fray Hilario Núñez se estableció en el convento de su pueblo natal, donde permaneció el resto de su vida. En éste ocupó en 1778 el cargo de Director del Santísimo Rosario. En diciembre de ese mismo año le dejaron 75 misas aplicadas por su intención en el convento, cuya limosna dirigió, entre otras cosas, a comprar el forro del Sagrario.



    Hacia 1794 desempeñaba también el empleo de depositario del convento.



    Dada su preparación y equidad, su opinión era muy tenida en cuenta en la localidad, hasta el punto de solicitársele oficialmente informes sobre diferentes asuntos.



    Como ejemplo de lo dicho, en 1799 informaba favorablemente el cargo de personero de Güímar en la persona de don José Bello. Recién comenzado el siglo XIX, el "Reverendo Padre" Fray Hilario Núñez recibió el título de predicador general, con el que fue conocidohasta su fallecimiento, que tuvo lugar en su convento de Güímar en el mes de junio de 1803; se celebraron misas por su alma en éste y en el Convento Real de Candelaria.



    E) Don Nicolás Núñez (1749-1824), capitán de Milicias Hermano del anterior, nació en Güímar el l0 de septiembre de 1749, siendo bautizado cuatro días después por don Juan Alonso Ximénez, beneficiado de San Pedro; actuó como padrino don Francisco Díaz Núñez, natural y vecino del mismo lugar.



    En 1771 ingresó en la Cofradía del Rosario, con sede en el convento dominico de Güímar, de la que fue mayordomo de cajón, durante cinco años, y hermano mayor. En agosto de 1787 donó 9 libras de cera al citado convento.



    Al igual que su padre decidió seguir 1a carrera militar, ingresando el 8 de julio de 1771 como subteniente del Regimiento de Milicias Provinciales de Güímar, mediante Carta Orden del Excmo. Sr. don Miguel López de Heredia, capitán general de Canarias. É119 de noviembre de 1776 ascendió a teniente de la 1a~ compañía del mismo regimiento, en virtud de nueva Carta Orden del Excmo. Marqués de Tavalosos.



    Como tal teniente capitán, el 2 de agosto de 1781 contrajo matrimonio en Güímar con doña Rita Petra Rodríguez de Torres 130, hija del capitán de Milicias don Salvador Rodríguez Adrián y de doña Josefa de Torres Marrero; los casó don José Benito Penedo, "Bdo. de la Parroq. De Ntra Sra de los Remedios de la ciudad de la Laguna , con licencia de don Luís Ambrosio Fernández del Castillo, beneficiado de las iglesias parro-

    quiales de Güímar y Candelaria, tras ser examinados en la doctrina cristiana, confesados y comulgados; actuaron como testigos el capitán don Bernardo de Torres, don Nicolás Rodríguez Torres y don Juan Francisco Pérez, vecinos de dicho lugar.



    Por una hoja de servicios, fechada a fin de diciembre de 1782, conocemos las notas de concepto que este oficial merecía al coronel del Cuerpo: "Se le considera valor, regular aplicación, suficiente capacidad, y buena conducta". Como curiosidad tenía calidad "honrada", buena salud y residía casado en Güímar. Siempre había servido en el mismo Regimiento y no se había hallado en ninguna campaña ni acción de guerra. Igual información se extrae de otra hoja de servicios fechada a 20 de agosto de 1785. Como tal teniente, en 1785 hizo un viaje a Campeche, en calidad de cargador, con escritura de riesgo.131



    Por Real Despacho fechado a 28 de octubre de 1790 ascendió a capitán de la 1a compañía del citado Regimiento de Güímar. Poco tiempo después, el 6 de febrero de 1793, obtuvo su retiro con cédula de preheminencias militares; contaba tan sólo 43 años de edad, de los cuales 21 años y medio de servicio en las Milicias Canarias.



    A partir de ese momento sólo sabemos que don Nicolás Núñez se embarcó para América, hallándose en 1801 en La Habana , al morir su madre; ésta lo dejó como su heredero universal, pero de dichos bienes se dio posesión a su suegro don Salvador Rodríguez Adrián, dado que don Nicolás le adeudaba una importante suma de dinero. El Sr. Núñez continuaba en América en 1803.



    El 13 de febrero de 1809 se efectuó la partición de sus bienes por los albaceas testamentarios, que fueron los presbíteros don Florentín Núñez y Torres y don José Bernardo Carrillo. En ésta se le adjudicó una casa y sitios de huerta en Los Majuelos, la mayor parte inculto, a don José Núñez Rodríguez, que lindaban por arriba con propiedad de don Tomás Hernández, por abajo con el Camino Real, por un lado con tierras del presbítero don Hipólito Casiano Bello y por el otro con dichas de herederos de don Francisco Cabrera; su superficie, incluida la del solar de la casa, se elevaba a una fanegada, 11 almudes y dos "quarticas"; dicha propiedad fue vendida en 1817 al Dr. don José Deza Goyri, presbítero y abogado, y de éste pasó a la familia de don Martín Rodríguez Peraza, perteneciendo hoy al heredero de éste don Leopoldo Tabares de Nava.



    Nuestro biografiado continuó en América el resto de su vida, tal como lo confirma el padrón parroquial de 1823; según éste doña Rita vivía en la calle San Pedro Abajo, en la casa nº 273 de Güímar, con 60 años de edad; se especificaba que su marido estaba " ausente" y la acompañaba su criada doña María San Juan, de 44 años.



    El capitán don Nicolás Núñez falleció en 1824, pues el 3 de octubre de dicho año, domingo de Naval, doña Rita Rodríguez Torres fue reconocida como hermana del Rosario, en la plaza que acababa de dejar vacante su marido.



    Frutos del enlace de don Nicolás y doña Rita fueron cuatro hijos, nacidos en Güímar: Doña Jacinta (1782); don Joaquín (1784); don José Núñez Rodríguez (1788-1835), que en 1816 casó en el mismo pueblo con doña María de los Dolores Hernández y Martín de Castro, hija de don Silvestre Hernández de Mesa y de doña Josefa Martín de Castro y Díaz 132, y murió en su pueblo natal a los 47 años de edad 133; y doña Eustaquia Núñez Rodríguez (1790-1803), que falleció en Güímar a los 13 años de edad; su padre se encontraba por entonces "ausente en Indias".



    5.- DOÑA MARÍA OSANA NÚÑEZ,( DÍAZ DE LEDESMA)

    Nació en Güímar el 18 de junio de 1723, siendo bautizada dos días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don Juan Rodríguez Mallorquín, con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "María Osana" y actuó como padrino Fray Gonzalo Hernández, "del orden de Predicadores Vicario del ospicio de dicho lug".



    El 5 de mayo de 1745 contrajo matrimonio en Güímar con don Francisco Martín de Castro, viudo de doña Anastasia Díaz e hijo del alférez don José Martín de Castro y de doña María Pérez; celebró la ceremonia el "Muy Rvdo. Padre Director" Fray Pedro Núñez, "de la orden de Predicadores Morador en el Convo. de Sto. Domingo Soriano deste dho Lugar", con licencia del beneficiado don Juan Alonso Ximénez, actuando como testigos el alférez don José Martín de Castro "Alcalde de estos lugares", el alférez don Luís Díaz Núñez y don Bernardo Roberto de Medina, de la misma vecindad.



    Doña María Osana Núñez recibió sepultura en la iglesia de San Pedro de Güímar el 8 de abril de 1789, a los 65 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos y testado; a su sepelio asistió el beneficiado, quien acompañó por la calle e hizo siete pausas, en la iglesia se le cantó vigilia, misa y oficio de sepultura, "y se dieron gracias"; el 15 de ese mismo mes se le hizo oficio de honras, con vigilia, misa cantada y responso; y el 16 el oficio de cabo de año; a todo ello asistieron cuatro capellanes y la comunidad dominica del convento local. En el momento de su muerte se hallaba viuda de don Francisco Martín de Castro.



    Dos fueron los hijos de este enlace:



    A) Don Francisco

    Nació en Güímar el 22 de octubre de 1748, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por don Juan Alonso Ximénez, beneficiado servidor de Güímar y Candelaria; se le pusieron 1os nombres "Francisco de Santo Domingo Soriano" y actuó como padrino Fray Tomás Núñez, "de la Orden del Patriarca Sto. Domingo".



    E) Doña María de Castro Núñez

    Nació en Güímar el 16 de octubre de 1754, siendo bautizada seis días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don José Fernández Camillón, con licencia del beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "María del Rosario" y fue su padrino el alférez don José Martín de Castro, natural y vecino de dicho lugar.



    El 16 de junio de 1791 se casó y veló con don Ignacio García del Castillo (o García Leandro ), 15 años más joven e hijo de don Pedro García Leandro y de doña Josefa Fernández del Castillo; celebró la ceremonia el presbítero don Agustín Núñez con licencia del beneficiado don Francisco Cruz Alayón; actuaron como testigos don Juan del Castillo, don Francisco Martín y don Ignacio de la Cruz , vecinos de Güímar.



    La pareja se estableció en La Raya , donde nació su única hija, doña María Concepción García del Castillo y Castro (1794), que casó en Güímar en 1813 con don Mateo de Fonseca y Mesa, natural de La Laguna y caballero de la Noble Cofradía de San Juan Evangelista, hijo de don Mateo de Fonseca y Méndez, capitán de Milicias y regidor del antiguo Cabildo de Tenerife, y de doña María Luisa de Mesa y Baulén. Fallecido su esposo en La Laguna en 1832, doña María de la Concepción contrajo segundas nupcias con el Dr. don Fernando Cabrera Pinto, ilustre abogado y propietario de La Palma , 16 años más joven que ella, con quien vivió durante algún tiempo en su casa de La Raya , donde estaban empadronados en 1857, con tres sirvientes.



    Don Ignacio siguió la carrera militar, fue capitán de Milicias con grado de teniente coronel y comandante de armas de Güímar. Asimismo, desplegó una intensa actividad pública en su pueblo natal; fue alcalde de la misma localidad en cuatro ocasiones, secretario de la Comisión local de Escuelas, patrono de Capellanía, depositario de los fondos del Ayuntamiento, recaudador de las contribuciones municipales, presidente de la Junta Pericial local, etc.; era además un importante hacendado y uno de los mayores contribuyentes de su Güímar natal.



    Hacia 1823 continuaba viviendo en La Raya , en la casa nº 153 del término, con 51 años de edad, acompañado por su esposa, de 66, y por su criada María Núñez, de 16 años.

    Pocos años más tarde, en 1826, doña María de Castro ya había muerto.



    Una vez viudo, el 27 de diciembre de 1830 don Ignacio contrajo matrimonio con doña Juliana Díaz Núñez, 32 años más joven e hija de don Vicente Díaz Montijo y de doña Juana López, y hermana del Dr. Díaz Núñez. La pareja se estableció en la plaza de San Pedro, en una casa inmediata a la iglesia, donde nacieron sus tres hijos.



    Pero doña Juliana falleció prematuramente en Güímar el 21 de enero de 1834, cuando contaba tan solo 31 años de edad. Le sobrevivió el militar retirado don Ignacio García del Castillo, quien murió en su domicilio de la Plaza de San Pedro de Güímar el l0 de mayo de 1870, cuando le faltaban siete meses y seis días para cumplir los 100 años de edad; al día siguiente recibió sepultura en el cementerio de la localidad.134



    6.-:-DOÑA JOSEFA POMPOSA NÚÑEZ

    Nació en Güímar el 19 de septiembre de 1725, siendo bautizada dos días después por don Domingo de Páez y Galdona, " Bdo desta y Grecia Parroq del Ap S. Pedro deste lug de Guimar y de la de Sa S'a Ana Primera deste Beneficio de Canda"; se le puso por nombre "Josefa" y fue su padrino don Bernardo de Torres, vecino de dicho lugar.



    El 18 de agosto de 1754 contrajo matrimonio en Güímar con don Juan Hernández de los Reyes l35, hijo de don Juan Hernández de los Reyes y de doña Juana Martín de Castro y Pérez; los casó y veló Fray Tomás Núñez de Ledesma "Lector de Moral en el Combo. de Sto. Domingo in Soriano deste lug Orden de Predicads", con licencia del beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; actuaron como testigos don Francisco Núñez de Ledesma y don Domingo de Torres y don Domingo Baute, de la misma vecindad.



    Don Juan Hernández de los Reyes fue labrador y ostentó el cargo de alcalde real de Güímar en 1776.



    Doña Josefa fue sepultada en el convento de Santo Domingo de Güímar el 16 de octubre de 1779, a los 54 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos y testado pocos días antes; a su sepelio asistió el beneficiado, quien acompañó por la calle con capa e hizo cuatro pausas, así como encomendación de alma y las funciones de honras y cabo de año.



    Le sobrevivió su esposo, don Juan Hernández de los Reyes, quien murió en Güímar y recibió sepultura en el convento de Santo Domingo Soriano de dicha localidad el 31 de marzo de 1810, a los 78 años de edad; había testado y recibido los Santos Sacramentos.



    De esta unión nacieron ocho hijos:



    A) Don Juan Hernández Núñez (1755-1836), alcalde de Güímar; mayordomo y hermano mayor del Rosario. Nació en Güímar el 22 de junio de 1755, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por Fray Tomás Núñez "del Orden de

    Predicadores y morador en el Conbto de Sto Domingo de Gusman de este dho Lugar"; se le pusieron los nombres "Juan José" y actuó como padrino el M.R.P. Director del Rosario Fray Pedro Núñez, "del mismo orden y morador del referido Conbento".



    El 28 de julio de 1784 se unió en matrimonio a doña Ana María Delgado, hija de don Cristóbal Delgado de Tonazo y de doña Juana González de Campos, por entonces difuntos; los casó y veló el presbítero don Agustín Antonio Núñez, con licencia del beneficiado propio don Luis Ambrosio Fernández del Castillo; actuaron como testigos don Isidro Texera, don Juan Manuel de Campos y don Domingo Estrada, naturales

    y vecinos de dicho lugar.



    En un censo de varones de Güímar, confeccionado en 1805, don Juan Hernández de los Reyes figuraba con 50 años, como labrador; dos de sus hijos iban "a la escuela", don Jun Hernández menor, de 14 años, y don Julián Hernández de los Reyes, de 8; el tercer hijo, don Clemente Hernández, con 4 años de edad, no se dedicaba a "nada".



    Al igual que su padre fue labrador y en 1816 desempeñó el cargo de alcalde real de Güímar. También perteneció a la Hermandad del Rosario, existente en el convento de Santo Domingo, en la que ingresó en 1779; en ella ocupó los cargos de mayordomo y hermano mayor.



    Don Juan Hernández Núñez falleció en Güímar el 11 de septiembre de 1836; contaba 81 años y había recibido la Extremaunción. Al día siguiente se celebró en la iglesia de San Pedro el funeral de cuerpo presente, y a continuación fue trasladado al cementerio de la localidad, donde recibió sepultura.



    En el momento de su muerte se hallaba viudo de doña Ana María Delgado. Don Juan y doña Ana procrearon ocho hijos: Doña María (1787); doña María Valentina (1788), casada en 1809 con don Juan Elías Hernández, propietario, regidor del Ayuntamiento de Güímar y hermano del presbítero don José Elías Hernández, con quíen procreó al tambíén sacerdote don Juan Elías Hernández 136; don Juan (1790); doña Juana (1793), esposa desde 1812 de don José Hermenegíldo Rodríguez; don Julián (1795), que casó en 1829 con doña María Duque; doña María Josefa (1797), casada en 1817 con don Vicente Leandro y, una vez viuda, en 1833 con don Remigio Antonio Rodríguez; doña María (1799); y don Clemente Hernández (1801). Sólo tres sobrevivieron a su padre:



    A) Doña María Valentina, doña María Josefa y don Julián.



    B) Don Pedro Hernández Núñez nació en Güímar el 6 de julio de 1756, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por don Cristóbal Alonso Núñez, beneficiado de dicha parroquial y de la de Santa Ana de Candelaria; se le pusieron los nombres "Pedro Luciano" y actuó como padrino don Agustín Antonio Núñez, por entonces "clérigo de Menores ordenes", todos naturales y vecinos de dicho lugar.



    C) Don Domingo Hernández Núñez nació en Güímar el 30 de julio de 1758, siendo bautizado el 2 de agosto inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado propio don Cristóbal Alonso Núñez; se le pusieron dos nombres "Domingo Teodomiro" y fue su padrino don Agustín Antonio Núñez, todavía clérigo minorista.



    D) Don Leonardo Hernández Núñez nació en Güímar el 3 de noviembre de 1759, siendo bautizado tres días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le puso por nombre "Leonardo" y fue su padrino don Francisco Núñez, de la misma naturaleza y vecindad.



    E) Don Francisco Hernández núñez. Nació en Güímar el 2 de diciembre de 1762, siendo bautizado cuatro días después en la iglesia de San Pedro por don Cristóbal Alonso Núñez, beneficiado propio de dicha parroquial y de la de Candelaria; se le puso por nombre "Francisco Javier" y fue su padrino don Bernardo de Torres Bencomo, natural y vecino de dicho lugar.



    F) Doña Isabel Hernández Núñez. Nació en Güímar el 28 de abril de 1764, siendo bautizada el 5 de mayo inmediato en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; se le pusieron los nombres "Isabel María Vidal" y fue su padrino don Agustín Antonio Núñez, "clérigo subdiácono", natural y vecino de dicho lugar.



    NOTAS:



    130 Nieta paterna del capitán don Juan Rodríguez Adrián y de doña Teresa Francisca

    Hernández; y materna de don Bernardo de Torres Marrero, natural de Arafo, y de doña Juana de Ledesma; bisnieta del capitán don Juan de Torres Marrero, de Arafo; y sobrina materna del teniente coronel don Bernardo de Torres Marrero.



    131. CIORANESCU. Diccionario Biográfico de Canarios-Americanos. Tomo II, pág. 519.



    132. Hija del alférez de Milicias don José Martín de Castro y Pérez y de doña Inés Díaz Alonso.



    133. En 1805 don José Núñez ingresó en la Hermandad del Rosario, de la que fue mayordomo en 1815. En 1817 vendió al Dr. don José Deza Goyri, presbítero y abogado de los Reales Consejos, una casa y sitios en Los Majuelos por una cantidad de 1.438 pesos, cuatro reales de plata y diez cuartos, según consta en la escritura otorgada en dicha fecha en la Villa de Santa Cruz ante el escribano don Bernardino Tapia; asimismo, en 1825 le vendió a dicho doctor otro sitio con una cabida de dos almudes y 32 brazas, que lindaba por naciente, norte y sur con las tierras vendidas anteriormente, por un valor de 65 pesos corrientes, un real de plata y ocho cuartos. Al igual que sus mayores, durante los últimos diez años de su vida colaboró con el mayordomo del Socorro, su tío don Nicolás Rodríguez Adrián, en la recaudación de limosnas y en "cuidar de la conservación, y aseo de la Ermita , del culto de la Imagen de N.S. y de fomentarlo para edificación de los fieles".



    Le sobrevivió su esposa, con quien había procreado dos hijas: doña María Nicolasa Núñez Hernández, que casó con don José Campos Benítez, sochantre, notario público y teniente alcalde de Güímar, y falleció ya viuda en su domicilio de la Calle San Pedro Abajo en 1879, a los 65 años de edad; y doña Josefa Núñez Hernández, casada con don Víctor Rodríguez Delgado, que en 1896 fue nombrada Camarera de la Sagrada Imagen de Ntra. Sra. del Socorro venerada en su ermita de Güímar. La primera, doña María Nicolasa, procreó trece hijos con su esposo don José Campos: doña Rosenda; doña Rita; don José; don Graciliano, clérigo tonsurado, escribiente y secretario del ayuntamiento de Güímar; don Basilio; don Faustino, maestro de El Escobonal y capitán graduado de Infantería en la Guerra de Cuba; don Nicolás, capitán graduado de Infantería, muerto en la Guerra de Cuba; doña Gumersinda; don Bernardo, maestro de El Escobonal, ausente en América;



    136. Nació en Güímar en 1832. Criado desde niño bajo la influencia de su tío, e presbítero don

    José Elías Hernández (1785-1857), de quien fue albacea testamentario, se despertó pronto en él una profunda vocación religiosa que recibió el beneplácito de sus padres, los cuales instituyeron una capellanía a su favor para que tuviese suficiente congrua para ordenarse. Por esta época, don Juan Nazario, como también era conocido por entonces, vivía en sus Majuelos con sus padres, cuatro hermanos y un sirviente. En 1847, aunque aún no había cumplido los 15 años de edad, recibió la Prima Tonsura

    clerical en el palacio episcopal de La Laguna , de manos del obispo de Tenerife don Luís Folgueras y Sion. Poco tiempo después ingresó en el Seminario de Las Palmas de Gran Canaria, donde continuó sus estudios religiosos. Por esta razón, en 1854 el Ayuntamiento de Güímar le declaró exceptuado del servicio militar por estar ausente estudiando en dicha isla. Siguió su carrera eclesiástica hasta 1857, en que fue ordenado de presbítero en Las Palmas por el obispo Codina. En ese mismo año pasó de nuevo al seminario de Gran Canaria, para seguir un último curso académico, que finalizó a comienzos de 1858. A partir de esta fecha residió en su pueblo de origen, donde colaboró con el beneficiado Díaz Núñez en las celebraciones litúrgicas y en los bautizos; a finales de dicho año 1858 estuvo encargado de la parroquia de Arafo. En 1861 se le nombró párroco ecónomo y mayordomo de fábrica de Chipude en La Gomera ; donde permaneció durante tres meses. En ese mismo año fue nombrado coadjutor y mayordomo de fábrica del pueblo de La Guancha , actuando como párroco servidor. A comienzos de 1862 regresó de nuevo a Güímar, donde continuó trabajando activamente en la iglesia de San Pedro; en ella desarrolló sus licencias de confesar, predicar y celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. En 1863, durante seis meses, estuvo de nuevo encargado de la parroquia de San Juan Degollado de Arafo, al haber sido designado por el gobernador eclesiástico de la Diócesis , por ausencia del párroco propio don Claudio Tomás Marrero. En dicho período también quedó encargado durante un mes de la parroquia de Santa Ana de Candelaria, por enfermedad del venerable párroco don Juan Núñez del Castillo. Nuevamente en 1864 se le habilitó como cura interino de Arafo, quedando encargado del servicio durante cinco meses por ausencia del curato del párroco don Claudio Marrero, quien había pasado al Seminario Conciliar de Canaria a concluir sus estudios. A comienzos del siguiente año, el gobernador eclesiástico de la Diócesis lo nombró cura encargado de la parroquia de San Miguel de Abona, donde ejerció su labor durante dos meses por ausencia del cura ecónomo, Bachiller don Juan Frías y Peraza. En todos los períodos comprendidos entre cada nombramiento, don Juan Elías continuaba trabajando en Güímar, donde ejercitaba sus licencias de celebrar, confesar y predicar, estas le fueron refrendadas a mediados de 1865, al recibir el título de coadjutor de la íglesia de San Pedro, a las órdenes del ya mencionado Doctor don Agustín Díaz Núñez, párroco que le había bautizado; fue el primer presbítero que desempeñó esta función. En 1866 vio satisfecha la principal aspiración de su vida, al ser nombrado beneficiado ecónomo de la iglesia parroquial matriz de San Pedro Apóstol de Güímar, así como arcipreste juez eclesiástico del mencionado pueblo y su partido; sin embargo, la alegría del nombramiento se vio enturbada, ya que el mismo se debía aun acontecimiento profundamente doloroso, la muerte de su maestro y amigo el Dr. Diaz Núñez, a quien había estado estrechamente unido. Permaneció en el importante cargo hasta 1872, en que fue sustituido por don José Moas Castro; en esos seis años contó con la valiosa colaboración de otro presbítero güimarero, don Pedro Pérez Fariña, conocido por el "clérigo de La Raya ", quien actuaba como su coadjutor. Además, siendo beneficiado de San Pedro, hacia 1868 ocupaba el cargo de presidente de la Junta Local de Instrucción Primaria de Güímar, de la que era secretario don Pedro Hernández Bueno. En 1873, al ser nombrado cura ecónomo de Güímar don Fidel Farré y Pujol, don Juan Elías fue designado de nuevo coadjutor de la parroquia, cargo que compatibilizaría con sus tareas de labrador, pues como tal figuraba también en los padrones vecinales, en los que además aparecía conviviendo aún con su padre. En 1881 acudió con frecuencia a celebrar bautizos en Arafo y Fasnia, con licencia de don Fidel Farré y Pujol, que por entonces estaba encargado de ambas parroquias, como arcipreste del partido. A finales de este último año, don Juan Elías quedó encargado de nuevo de la iglesia de Santa Ana de Candelaria por ausencia del párroco, permaneciendo a su frente durante dos meses. Desde entonces continuó en el desempeño de su coadjutoría de Güímar, para cuyo ejercicio se le habían prorrogado las licencias ministeriales de confesar, celebrar y predicar; a ellas se unió la de absolver de casos reservados. En 1884 se le nombró nuevamente cura servidor de Arafo, pero no tuvo efecto el nombramiento, permaneciendo en Güímar con su antiguo cometido. Sus funciones se vieron incrementadas en 1885, al autorizársele para habilitar incestuosos "ad usum del matrimonio". Pasaron varios años, en que sólo salía de Güímar en esporádicas escapadas a la parroquia de Arafo; en 1889, como tal coadjutor asistiría a la Coronación Canónica de la Virgen de Candelaria. Por entonces, y desde su fundación, don Juan Elías pertenecía a la Asociación Espiritual de Sufragios Mutuos. En 1891 quedó encargado de la parroquia de San Pedro por ausencia del venerable beneficiado don Fidel Farré Pujol, siendo nombrado cura ecónomo de la misma en ese mismo año por fallecimiento de dicho párroco propio. Permaneció al frente de su parroquia natal hasta mediados de 1892, en cuyo período estuvo además encargado de la parroquia de Santa Ana de Candelaria durante tres meses. Todavía como ecónomo de Güímar, volvió a estar encargado del servicio de la parroquia de Arafo durante dos meses, por haber fallecido el cura ecónomo de la misma don Atanasio Viña y Vera. Desde 1892 hasta su muerte, don Juan Elías permaneció como coadjutor de San Pedro Apóstol de Güímar, con esporádicas intervenciones en otras parroquias; así, en 1895 estuvo encargado de la parroquia de San Joaquín de Fasnia durante dos meses, según nombramiento del Gobemador Eclesiástico de la diócesis, por enfermedad del titular, que lo era su sobrino don Domingo Elías Estévez. Don Juan regresó a Güímar, donde como coadjutor se hizo cargo de la parroquia de San Pedro durante dos meses, a finales de ese mismo año 1895. Hasta las últimas semanas de su vida continuó desempeñando con celo sus funciones ministeriales como coadjutor de San Pedro; como talle sorprendió la muerte en su Güímar natal en 1896, cuando contaba 64 años de edad. Los güimareros perdían con él a un humilde y virtuoso sacerdote. La tradición familiar continuó con su mencionado sobrino don Domingo Elías Estévez (1851-1904), que también se ordenó de sacerdote y fue coadjutor en Garachico, La Orotava e Icod de los Vinos; cura ecónomo de las parroquias de La Guancha , San Pedro de Daute y Fasnia, esta última durante nueve años; en la media década siguiente desempeñó el cargo de coadjutor de la parroquia de su Güímar natal, de la que sólo se ausentó cinco meses, tiempo en el actuó como cura servidor de la iglesia de San Juan Bautista de Arico; finalmente fue destinado a Vilaflor como cura ecónomo de la parroquia de San Pedro, a cuyo frente le sorprendió la muerte. De don Juan Elías ya nos hemos ocupado en la nota 26.



    Marzo de 2008.



    Fuente consultada:



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 10:59
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (VIII)



    Kebehi Benchomo



    El 8 de abril de 1789 contrajo matrimonio con don Cristóbal Delgado González (alias de Tonazo), hijo de don Cristóbal Delgado de Tonazo y de doña Juana González de Campos, por entonces difuntos; los casó y veló el ya presbítero don Agustín Antonio Núñez, con licencia de don Pedro José de Acosta y Abad, beneficiado servidor de Güímar y Candelaria; y actuaron como testigos don Juan Hernández Núñez, don I.sidro Texera y, don Ignacio de la Cruz , de la misma naturaleza y vecindad.



    Don Cristóbal Delgado de Tonazo fue labrador, alcalde de Güímar en 1796 y regidor síndico de su Ayuntamiento en 1804,1807 y 1811.



    Doña Isabel recibió sepultura en el convento de Santo Domingo de Güímar el 4 de julio de 1818, a los 54 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos y testado poco antes de su muerte. Le sobrevivió don Cristóbal Delgado.



    Tuvieron cuatro hijos: Doña María (1789), casada en 1813 con don Pedro de Armas; doña Raimunda (1794); don Félix137 (1797), capellán; y doña Nicolasa Delgado Hernández (1801), que casó con don Martín de la Cruz y, una vez viuda, con don Juan González Cartaya en 1838.



    G) Doña María Hernández Núñez

    .Nació en Güímar el 5 de enero de 1767, siendo bautizada siete días después en la Iglesia de San Pedro por Fray José Infante, "de la Orden de San Francisco lec!' Jubilado y Bdo Servidor de esta Parroquia y Santa Ana de Candelaria"; se le pusieron los nombres "María Bárbara Melchora" y actuó como padrino don Pedro García Leandro, natural y vecino de dicho lugar.



    El 4 de mayo de 1811 contrajo matrimonio en Güímar con don Francisco Leandro García, viudo de doña Antonia García de Sexas e hijo de don Juan Leandro García y de doña Margarita Fariña López; los casó don Florentín Núñez y Torres, beneficiado de la iglesia parroquial del Apóstol San Pedro; y actuaron como testigos don Juan Hernández y don Vicente Díaz de Medina, de la misma naturaleza y vecindad. Se velaron en el mismo templo el 7 de junio inmediato.



    Don Francisco falleció el 18 de enero de 1846, a los 79 años de edad.



    Le sobrevivió doña María Hernández Núñez, quien dejó de existir en su casa del "barrio de los Majuelos" el 15 de junio de 1849, a los 82 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos. Al día siguiente se celebro su funeral de cuerpo presente en la iglesia de San Pedro y a continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad. No habían tenido sucesión.



    H) Don Tomás Hernández Núñez (1769-1850), alcalde real y máximo contribuyente de Güímar



    Nació en Güímar el 5 de diciembre de 1769, siendo bautizado cinco días después en la iglesia de San Pedro por don José Fernández Camillón, beneficiado propio de Güímar y Candelaria; se le pusieron los nombres "Tomás Crispín" y fue su padrino don Pedro Leandro García.

    En el padrón parroquial de 1823 figuraba domiciliado en el barrio de Guaza, en la casa nº 478 de Güímar, con 53 años y la única compañía de su criada María Delgado, de 54 años. Al igual que su padre y hermano también fue labrador y alcalde real de Güímar en 1825. En 1826 vivía en Los "Manjuelos", en la casa nº 506 del municipio, con 57 años, soltero y en compañía de su criada María Gómez, de 49 años. Figuraba entre los electores elegibles para cargos municipales en 1847, siendo por entonces el mayor contribuyente del municipio con una cuota de 1.190'1 r v D. Según el padrón vecinal de este mismo año vivía sólo, con 79 años y soltero. Falleció en su domicilio del "barrio de los Majuelos" el 25 de marzo de 1850, a los 80 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos y permanecía soltero. Al día siguiente se celebró su funeral en la iglesia de San Pedro ya continuación recibió sepultura en el cementerio de dicha localidad.



    7.- DON FRANCISCO NÚÑEZ, que sigue la línea.



    8.- DON DOMINGO NÚÑEZ DE LEDESMA

    Nació en Güímar el 31 de octubre de 1728, siendo bautizado el 5 de noviembre inmediato por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le pusieron los nombres "Domingo José" y fue su padrino el capitán don Luís Tomás Baulén de Ponte, vecino de la ciudad de La Laguna.



    Don Domingo recibió sepultura en el convento de Santo Domingo de Güímar el 9 de febrero de 1762, a los 33 años de edad; a su sepelio asistió el beneficiado, quien acompañó por la calle con dos capas e hizo ocho pausas, y tanto en ese día como en los dos siguientes dio las " gracias en la casa mortuoria".



    9.- DOÑA ISABEL DE LEDESMA y NUÑEZ

    Nació en Güímar el 4 de julio de 1730, siendo bautizada ocho días después por don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de Güímar y Candelaria; se le pusieron los nombres "Isabel Lauriana" y fue su padrino el sargento mayor don Juan Tomás Baulén de Ponte, vecino de la ciudad de La Laguna ; tenía óleo y crisma.



    Doña Isabel fue sepultada en el convento de Santo Domingo Soriano de Güímar, tal como había dispuesto, el 15 de enero de 1758; contaba 27 años de edad y había hecho una declaración ante testigos. A su sepelio asistió en dicho convento el beneficiado con capa; se le hizo encomendación de alma, nueve pausas, oficio de cuerpo presente, honras y cabo de año; también asistieron capellanes, "que acompañaron al Beneficio en

    ir a dar gracias a la casa mortuoria"; todo ello por disposición de don Pedro Núñez, padre de la difunta.



    10.-DON AGUSTÍN ANTONIO NÚÑEZ (1732-1796), TENIENTE DE

    BENEFICIADO y NOTARIO PÚBLICO y SOCHANTRE DE GÜÍMAR



    Hermano menor de los anteriores, nació en Güímar el 16 de septiembre de 1732, siendo bautizado cinco días después por don Domingo de Páez y Galdona, beneficiado de las parroquiales de San Pedro de Güímar y Santa Ana de Candelaria; se le pusieron los nombres "Agustín Antonio" y actuó como padrino don Bernardo de Torres Marrero, natural de Arafo y vecino de Güímar.



    Ante el deseo de don Agustín Antonio de seguir la carrera eclesiástica, su abuela materna, doña Ana de Ledesma, mujer de don Juan Alonso Bencomo, fundó una Capellanía a su favor con un pedazo de tierra sito en la Hoya de Juan Delgado, de la que tomó posesión el 13 de enero de 1756. De este modo ya pudo comenzar sus estudios de Latinidad, Filosofía y Teología con los frailes dominicos del convento de Santo Domingo Soriano de su pueblo natal y, poco tiempo después, el 12 de marzo de 1756, recibió la Prima Tonsura y las cuatro Órdenes Menores en la capilla del palacio episcopal de Las Palmas de Gran Canaria. Dos años más tarde, el 23 de diciembre de 1758, fue ordenado de sub diácono por el obispo de Canarias Fray Valentín de Morán, quien también le había conferido los anteriores graDos. Como clérigo subdiácono, en 1764 fue designado sacristán de la iglesia de San Pedro Apóstol.



    Habría de pasar más de una década para que don Agustín Núñez, como era conocido, recibiese las restantes Órdenes Sagradas de, manos del obispo don Juan Bautista Servera; así, el 9 de junio de 1770 fue ordenado de Evangelio en la iglesia del convento de religiosas de Santa Clara de La Laguna. Al año siguiente, el 21 de septiembre de 1771, recibió el Presbiterado en la iglesia del Pino de Teror. A partir de esa fecha quedó

    adscrito a la parroquia de Güímar, donde auxiliaba al párroco en la celebración de misas y sacramentos. Hacia 1774 fue nombrado teniente de beneficiado de San Pedro, cargo en el que continuó durante 22 años, hasta su muerte.



    Por otro lado, en 1777 ya figuraba como capellán de la Capellanía fundada en 1742 por don Juan Pedro de Ledesma y doña María Miguel, y que anteriormente disfrutaba don Pedro de Castro y Ledesma; por tal motivo, en esa época estaba obligado a aplicar las misas adscritas a sus dos Capellanías y a la que disfrutaba don Tomás Herández de Oliva, de la que era capellán don Cristóbal Bencomo desde 1781, más las que le asignaban en sus testamentos muchos paisanos. Además, debía cumplir con sus funciones en la parroquia.



    A sus responsabilidades unió enseguida las de sochantre y mayordomo de fábrica de la parroquia (continuaba como tal en 1790). Su trabajo aumentó a partir de 1781, al concedérsele también el empleo de notario público de Güímar, en el que permaneció hasta su muerte.



    El l0 de marzo de 1788, en el transcurso de una visita pastoral efectuada a Güímar por el obispo de Canarias don Antonio Martínez de la Plaza , presentó a éste sus títulos de sochantre de la iglesia parroquial de Güímar y de notario público supernumerario de ella, que le fueron devueltos para que usase de ellos por el tiempo de la voluntad de S.I.



    Dos días después le presentó también su título de mayordomo de fábrica de la citada iglesia, que también se le devolvió para que continuase usando de él. En nueva visita pastoral efectuada a Güímar el 28 de diciembre de 1793, se le refrendaron sus títulos de sochantre de dicha parroquial y de notario público del mismo lugar.



    El sacerdote don Agustín Antonio Núñez testó en Güímar el 13 de junio de 1796, dejando "el sitio de su habitación" al presbítero don José Bernardo Carrillo; nombró albaceas al mencionado sacerdote y al alcalde don Cristóbal Delgado. Ese mismo día dejaba de existir en su domicilio, a los 63 años de edad; al día siguiente recibió sepultura en la iglesia de San Pedro. El 24 de septiembre de ese mismo año se celebró un oficio por su alma, encargado por la Hermandad del Santísimo Sacramento, de la que era hermano.



    11.- DON JUAN VICTORIANO NÚÑEZ

    Nació en Güímar el 12 de enero de 1736, siendo bautizado tres días después en la iglesia de San Pedro por el beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le pusieron los nombres "Juan Victoriano" y actuó como padrino el presbítero don Cristóbal Hernández Núñez, de la misma naturaleza y vecindad.



    VIII.- DON FRANCISCO NÚÑEZ DÍAZ (O LEDESMA)

    Nació en Güímar el 9 de marzo de 1727, siendo bautizado dos días después en la iglesia de San Pedro por el presbítero don Francisco Hernández de la Rosa , con licencia del beneficiado don Domingo de Páez y Galdona; se le puso por nombre "Francisco" y fue su padrino don Bernardo Marrero de Torres, vecino de dicho lugar.



    El 25 de octubre de 1756 contrajo matrimonio con doña María de Torres y Ledesma138, natural de Güímar e hija de don Bernardo de Torres Bencomo139, nacido en Arafo, y de doña Juana Martín de Ledesma ( casados el 6 de julio de 1724); los casó y veló Fray Pedro Núñez, "Di'.'. del Rosario y Recidente Morador en el Combto de Sto Domingo de este lug de Guimr", con licencia del beneficiado don Cristóbal Alonso Núñez; actuaron como testigos don Bernardo de Torres Marrero "Menor", don Pedro Rodríguez Cartaya y don Salvador Rodríguez Adrián, de la misma naturaleza y vecindad.



    Don Francisco recibió sepultura en el convento de Santo Domingo de Güímar el 17 de abril de 177; 1, a los 44 años de edad; había recibido los Santos Sacramentos y testado ante testigos pocos días antes; a su sepelio asistió el Beneficio por la calle e hizo cuatro pausas. El día 20 se hizo un oficio por su alma en la iglesia de San Pedro, "con vigilia, misa cantada y responso", por disposición de la Hermandad del Santísimo Sacramento,

    de la que había sido hermano; y el 23 de ese mismo mes de abril se le hizo otro oficio igual en dicho templo por la Confraternidad del Carmen, de la que también había sido hermano; ambos fueron celebrados por el beneficiado don José Fernández Camillón.



    De este enlace nacieron tres hijos:



    1.-DON FLORENTÍN NÚÑEZ y T0RRES (1761-1821), BENEFICIADO PROPIO

    DE GÜÍMAR y CAN6NIGO FUNDADOR DE LA CATEDRAL DE TENER/FE



    Entre los muchos güimareros que siguieron la llamada vocacional uno de los más ilustres fue el sacerdote don Florentín Núñez y Torres. Tras su ordenación fundó en su pueblo natal una escuela pública, en la que además impartía Latinidad, Filosofía y Teología a los que se iniciaban en la carrera eclesiástica; fue beneficiado de Güímar durante un cuarto de siglo, siendo el segundo güimarero que regentó en propiedad la parroquia de San Pedro; en su etapa y gracias a su empuje se procedió a la reedificación de dicho templo, que quedó casi como luce en la actualidad; obtuvo los títulos de ministro calificador y comisario del Santo Oficio de la Inquisición ; y fue canónigo fundador de la Santa Iglesia Catedral de Tenerife, el segundo más antiguo y el primer prebendado de la nueva diócesis que falleció en el cargo. En resumen, fue una de las personalidades canarias de mayor prestigio en su época.



    Nació en Güímar el 16 de octubre de 1761. Cuatro días después fue bautizado en la iglesia de San Pedro Apóstol por don Cristóbal Alonso Núñez, beneficiado propio de dicha parroquial y de Santa Ana de Candelaria; se le pusieron los nombres "Florentín jesús del Socorro" y actuó como padrino su abuelo materno don Bernardo de Torres Bencomo, natural de Arafo y vecino de Güímar.



    Deseosos sus padres de que siguiese la carrera eclesiástica, lo pusieron a aprender las primeras letras con los frailes dominicos del convento güimarero. En 1767 solicitaron para él la capellanía que había fundado su tío abuelo el capitán don Pedro de Torres Marrero, que se hallaba vacante; al ser único opositor, ésta le fue adjudicada el 7 de febrero de ese mismo año. En 1771 ingresó como hermano en la Confraternidad del Santísimo Rosario, establecida en el citado convento, donde continuó sus estudios eclesiásticos.



    En la Visita que el obispo de Canarias Fray Joaquín de Herrera realizó a Güímar el 23 de agosto de 1781, quedó enterado del litigio existente entre las Hermandades del Santísimo Sacramento y la del Rosario de dicho lugar, que tenía origen en las concurrencias y preferencias de las dos Hermandades a los convites que mutuamente se prestaban, y en las asistencias a los entierros y otras funciones; deseando cortar este motivo de divisiones en el pueblo hizo comparecer a su presencia, y ante el beneficiado don Luís Ambrosio Fernández del Castillo, a don Florentín Núñez, como apoderado de dicha Hermandad del Santísimo para la prosecución de este litigio, al ayudante don Pedro Martínez de Santaella, apoderado de la del Rosario, y al capitán don Bernardo de Torres Marrero, hermano de ambas, para que tratasen de una prudente y amigable composición, como así se consiguió. Tras ampliar sus conocimientos en La Laguna y alcanzar la edad suficiente, el 20 de diciembre de 1782, viernes por la tarde, don Florentín fue ordenado de Tonsura y Menores en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria; En la mañana del sábado 15 de marzo de 1783 fue ordenado de Epístola en la misma ciudad. Todas las órdenes que había recibido hasta entonces le fueron conferidas por el obispo de Canarias Fray Joaquín de Herrera. En febrero de 1783, siendo clérigo de Menores, y en marzo de 1785, como Subdiácono, actuó como testigo en testamentos otorgados en la iglesia de San Pedro de su pueblo natal.



    En la mañana del l de abril de 1786, también sábado, fue ordenado de Evangelio en la iglesia del Monasterio de San Ildefonso de Las Palmas.



    Finalmente, en la mañana del sábado 10 de junio de ese último año, fue ordenado de presbítero en la iglesia del convento de San Bernardo de Las Palmas. Recibió las dos últimas Órdenes Sagradas de manos del nuevo obispo de Canarias don Antonio Martínez de la Plaza , quien le concedió licencias de celebrar, predicar y confesar hombres y mujeres.



    Tras celebrar su primera Misa en el templo parroquial de Güímar, desde el mismo año de su ordenación el nuevo sacerdote quedó adscrito a la parroquia de San Pedro, donde comenzó a colaborar con los sucesivos beneficiados, don Luís Ambrosio Fernández del Castillo, don Pedro José de Acosta y Abad y don Francisco Cruz Alayón, conjuntamente con el también presbítero don Agustín Antonio Núñez.



    A poco de su ordenación, don Florentín fundó en Güímar una escuela pública, en la que además de las primeras letras impartía Latinidad, Filosofía y Teología a los que se iniciaban en la carrera eclesiástica. Entre los alumnos que llegaron a ordenarse de presbíteros recordamos a sus sobrinos, don Nicolás y don Antonio Rodríguez Torres, don Antonio Mauricio Jorge Perdomo de Fleitas, don José Domingo Hernández de Castro, don Hipólito Casiano Bello y don Juan de Castro y Baute; este último le sustituyó al frente de la escuela, cuando tuvo que renunciar a ella al ser nombrado párroco de San Pedro.



    El 6 de marzo de 1794, habiendo vacado el Beneficio parroquial de San Pedro de Güímar y de Santa Ana de Candelaria, el presbítero Núñez fue nombrado beneficiado servidor por el obispo don Antonio Tavira y Almazán, haciéndose cargo de ella tres días después. El primer gran reto con el que se enfrentó en tan importante destino fue la reedificación de la iglesia parroquial matriz de San Pedro Apóstol, pues en la visita que hizo a Güímar el mencionado obispo Tavira entre los días 25 de diciembre de 1793 y 1 de enero de 1794, ordenó se exhortara



    (...) al Pueblo a concurrir a la obra de la Iglesia Parroquial considerando que es de tanta urgencia por la ruina que amenaza y por la deformidad que dicen con que se hizo ya de nuevo, y sobre todo que es justo que un Pueblo numeroso y en que se hecha de ver piedad y devoción, se esmere en preparar al Señor un templo digno, donde se le dé culto, y desde luego ofrecemos contribuir con trescientos pesos (...).



    En ese mismo mes de enero se eligió al teniente coronel don Bernardo de Torres Marrero como depositario para recoger los alcances de las cofradías y las limosnas de los feligreses destinados a dicha reedificación; este ilustre militar fue al mismo tiempo el autor de los planos del nuevo cuerpo principal de la iglesia y director de las obras.



    Comenzó desde entonces la cuenta del dinero recaudado, que se fue entregando por el recaudador al beneficiado, quien era el encargado de distribuirlo según los gastos se iban produciendo. En este sentido, don Florentín solicitó al cabildo en 1799 una licencia de madera para las obras de edificación de la parroquia.



    A los pocos meses de su toma de posesión, le tocó al Sr. Núñez inaugurar la capilla que había sido construida por los vecinos del lugar de Güímar pertenecientes a la parte de arriba, en honor de San Pedro Apóstol, patrono del pueblo; una vez practicada la dotación de bienes y reconocida la decencia y aseo de ornamentos y vasos sagrados, necesarios para la celebración del Santo Sacrificio, el 28 de julio de 1794 procedió a la bendición, con arreglo al Ritual Romano, y celebró la primera Misa.



    Por sendos autos del citado obispo Tavira y Almazán, dado a 17 de octubre de 1795, tras su visita a este Valle, se crearon las parroquias de Santa Ana de Candelaria y San Juan Degollado de Arafo, desmembradas de Güímar, por lo que a partir de entonces don Florentín Núñez figuró con el título único de beneficiado servidor de San Pedro Apóstol de Güímar.



    El 13 de julio de 1797 se le adjudicó la Capellanía fundada por doña Ana de Ledesma, de la que fue último capellán el presbítero don Agustín Antonio Núñez; ésta se unió a la que ya poseía, fundada por don Pedro de Torres Marrero.



    El 1 de agosto de 1800, precedidas las diligencias de derecho de concurso y oposición, don Florentín obtuvo Real presentación y colación canónica del Beneficio que ocupaba, reconociéndosele así el brillante ministerio que había desempeñado hasta entonces a plena satisfacción del vecindario. La primera comisión destacada que se le asignó fue la

    bendición de la nueva iglesia de Fasnia, construida por los vecinos en obedecimiento del auto de don Manuel Verdugo de 19 de octubre de ese mismo año, por ser titular de la parroquia matriz de aquella; la apertura al culto tuvo lugar el 1 de noviembre siguiente.



    En cuanto a su iglesia de San Pedro, hallándose ya construida la parte principal de ella, se dirigió al obispo en escrito de 20 de mayo de 1802 solicitando licencia para la bendición y celebración de Misa; en dicho memorial se resumía el proceso de reedificación del templo: (...) estos feligreses de la Parroquia de Güímar viendo en otro tiempo que el templo amenazaba ruina así por su construcción antigua como por la poca suficiencia y menos solidez de sus materiales, siendo de tres naves, se resolvieron a derribar sus tres capillas y fabricarlas de nuevo, tapiando sus tres principales arcos para que durante el tiempo de la reedificación sirviesen solas las naves de Iglesia y efectivamente así se practicó hasta que lograron reedificar las capillas que con licencia del Ilmo. Prelado de aquel tiempo bendijo el Párroco, y derribando los tabicones que mediaban entre la obra nueva y la antigua se sirvieron de una y otra por algunos años.



    Pero deseosos hasta los más pobres convezinos de reedificar todo el templo y animados del Ilmo. Sr: Don Antonio Tavira, antecesor de S.I., en su Santa General visita, se siguió acopiando materiales y con anuencia del Ilmo. Prelado se tapiaron los arcos de las nuevas capillas, sirviendo estas de Iglesia y se derribaron las antiguas naves que ya mis parroquianos han conseguido ver reedificadas a costa de sus propios haberes y sudor de sus personas con mucho gusto.



    Mas, aunque los cimientos de las nuevas naves por ambos costados fueron abiertos casi siguiendo en todo los vestigios de los antiguos, no aconteció lo mismo con los del frente porque a lo largo se aumentaron algunas varas en la mayor parte del templo. Lo que pongo en noticia de S.I. para que si tiene a bien se bendiga el nuevo cuerpo de la Iglesia reedificada, se digne concederme la licencia, por lo que suplico a nombre de todos mis feligreses, que desean con ansia mucha derribar los tabicones que les estrechan y reunidos en lo espacioso de su templo dar mil gracias al Señor que les ha concedido vida para ver tan bien empleado parte del fruto de sus tareas y sudores (...).



    El obipo canario don Manuel Verdugo, por auto dado el 18 de junio siguiente en su visita pastoral a la ciudad de Santa Cruz de La Palma , concedió facultad al Sr. Núñez para bendecir la parte de dicha Iglesia que se había fabricado, una vez que la hallase con toda decencia, adornos y demás requisitos necesarios, y además dio su licencia para que se pudiese celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. Así , el 24 de diciembre de dicho año 1802 don Florentín procedió a la bendición de las tres naves reedificadas desde los arcos maestros hasta el frente, predicando ante sus feligreses un emotivo sermón. El primer entierro que se hizo en el nuevo enlosado fue el de doña Cayetana de la Rosa y Núñez.



    En relación con las Fiestas Patronales de San Pedro Apóstol, en los años en que don Florentín estuvo al frente de la parroquia, conocemos un curioso mandato del obispo Verdugo, fechado en 1804 y dirigido a aquel:



    (...) Habiendo llegado a nuestra noticia que contra el respeto y veneración que se debe al templo del Señor y los principios de la sana disciplina, se representa alternativamente una comedia en las mismas puertas de las Hermitas de San Pedro de Arriba y San Pedro de Abaxo, en las vísperas del día de este Santo Apóstol ya presencia de todo el Clero y Hermandad que concurren formando cuerpo entre la multitud que asiste a presenciar este acto dentro y Juera de las enunciadas Hermitas; mandamos al Venerable Párroco que por ningún motivo permita semejante espectáculo en aquellos sitios ni asista a él con el Clero y Hermandades, puesto que lexos de servir de edificación aparta al Pueblo del verdadero espíritu de devoción y puede a las veces ocasionar desórdenes y contiendas que turben la paz en el mismo sitio a que no deben concurrir los fieles sino penetrados del espíritu de Religión para que sus oraciones y alabanzas sean aceptas y agradables a los ojos del Señor: y nos prometemos de la prudencia y celo ilustrado del actual Párroco, que en caso de resistencia de algunos de sus Parroquianos (lo que esperamos), les instruirá con suavidad y razonamiento persuasivos de la necesidad que nos ha obligado a dar esta providencia así por no faltar a nuestro deber de conducir a los fieles por el recto camino, como para cumplir con toda la exactitud (...) con lo que sabiamente está mandado en Real Cédula de 19 de noviembre de 1771 (...).



    Suponemos que don Florentín tuvo el suficiente tacto como para evitar absurdos enfrentamientos con sus paisanos, ante una medida incomprensiblemente drástica.



    En los años que siguieron nuestro biografiado continuó centrado en su labor ministerial, fundamentalmente en la realización de mejoras en la parroquia que regentaba. Así, hasta el mes de febrero de 1804 ya se habían invertido en las obras del templo 6.819 pesos corrientes, 7 reales de plata y 15 cuartos. En el período comprendido entre 1804 y 1819 se efectuaron nuevas obras en la iglesia, sobre todo en la sacristía, presbiterio y torre; esta última quedó levantada en la época de don Florentín hasta su primer cuerpo. Por último, se construyó el atrio y un decente y hermoso tabernáculo por el maestro don Lucas Navarro que, junto con las demás obras, dio una nueva imagen a este templo. En estas laboriosas tareas contó el Sr. Núñez con dos fieles colaboradores, que ocuparon en distintas épocas el cargo de mayordomo de fábrica de San Pedro, ellos fueron los presbíteros don Nicolás Rodríguez Torres y don Isidro Quintero y Acosta; como colector tenía a don José Bernardo Carrillo y en el resto de sus ocupaciones lo auxiliaron los también presbíteros don Antonio Mauricio Perdomo y Fleitas, don José Domingo Hernández de Castro, don Hipólito Casiano Bello, don José Elías Hernández y el prior del convento dominico de la localidad Fray Roberto González.











    NOTAS:



    137.- El 7 de abril de 1812 don Cristóbal Delgado Tonazo y doña Isabel Hernández Núñez, ". del Lugar de Guimar y residentes en esta ciudad", fundaron en La Laguna un patrimonio vitalicio a favor de su hijo, pues: "D. Felix Delgado Hemández su legitimo hijo se ha dedicado pº'. su propia voluntad e inclinacion al estado Eclesiastico exercitando sus estudios con aprovechamiento; y por 1o mismo estan bien satisfechos los comparecientes que esta es su unica advocacion, y para que se realice su intencion tan loable quieren condescender en ello, pero como le falta congrua con que poderse ordenar; para que tenga Capellania con que poderlo hacer y gloria de Dios nuestro Señor han deliverado hacerle Patrimonio Vitalicio". Lo fundaron con 200 pesos corrientes, de a 15 r' v", sobre una una suerte de tierra calma con algunos árboles en Las Cañadas de la Perera , de 4 fanegadas, 7 almudes y 9 cuarticas, valorada en 232 pesos y 2 reales, con un rédito anual de 30 pesos libres de cargas; otra suerte de tierra con viña e higueras en los Topos del Fregenal, de una fanegada, un almud y tres y medio cuartos, valorada en 300 reales y con un rédito de 60 pesos anuales; otra suerte de tierra, la mayor parte poblada de viña, en La Ladera , con 200 pesos de valor y 60 de rédito anual; otra suerte de tierra calma sobre dicha Ladera, más arriba del camino y donde llamaban Suerte de los Corrales, con una fanegada de extensión, 60 pesos corrientes de valor y un rédito de 10 pesos al año; y otro cercado en las cercanías del Lugar de Güímar, con cuatro horas de agua para su riego, valorizado en 114 pesos y dos y medio cuatos, con un rédito anual de 40 pesos. El14 de mayo de 1812 se inició el expediente para erigir en "quasi espirituales" dichos bienes. El 12 de junio se recibió información de tres testigos nombrados por el opositor, que fueron don Emeregildo Pérez, don Francisco Leandro García y don Marcial de Ledesma, y dos testigos de oficio, don Francisco González del Castillo y don Isidro García, todos naturales y vecinos de Güímar, salvo don Francisco que era vecino de La Laguna. El 28 de julio el vicario de la Ciudad don Pedro José Bencomo, tras recibir la información de dichos testigos, emitió un informe favorable.



    De este modo, el 22 de septiembre el provisor y vicario general del Obispado, Dr. Albertos, erigió en espirituales dichos bienes y los adjudicó a don Félix. Finalmente, el 16 de noviembre de 1812 el mismo provisor lo "declaró por consentido y pasado en autoridad de cosa juzgada".



    138.- Nacida en Güímar en 1737, octava de nueve hermanos; entre éstos destacó don Bernardo de Torres Marrero y Ledesma (1726-1807), teniente coronel de Milicias, comandante de Armas y alcalde de Güímar, que casó en 1750 con doña Felipa Rodríguez Adrián, sin descendencia.



    139.- Nacido en Arafo. Hijo del capitán don Juan de Torres y de doña Paula Marrero. Yerno de don Francisco Rodríguez López y de doña Juana de Ledesma.



    Marzo de 2008.



    Fuente consultada:



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.
    28 de agosto de 2008 11:00
    Antonio Dorta dijo...

    DE APELLIDOS GUANCHES Y EUROPEOS

    CAPITULO II (y IX)



    Kebehi Benchomo





    A pesar de su intensa labor sacerdotal, don Florentín nunca abandonó el cuidado de las considerables propiedades agrícolas que poseía en el Valle. Además, figuró entre los accionistas que costearon los trabajos de explotación y conducción de las aguas del Barranco del Río, de la que poseía 12 horas, según el permiso concedido por el Cabildo general de la isla, en virtud de la sentencia pronunciada el 11 de marzo de 1803 por el alcalde mayor de la Ciudad de La Laguna , y Real Provisión expedida por la Audiencia Territorial.



    Por otro lado, don Florentín solicitó y obtuvo los títulos de ministro calificador y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, con los que ya figuraba a partir de 1809; continuaba en ellos en 1817 y los ostentó hasta la abolición de esta polémica institución.



    La gran edificación, caridad cristiana, paz y demás bellas cualidades que adornaban al Sr. Núñez, con las que había llevado debidamente el laborioso ministerio parroquial durante 25 años, le constituyeron en una de las personalidades más relevantes de Tenerife en su época. Sus méritos le fueron reconocidos al crearse el Obispado Nivariense, según Bula de erección otorgada por el Papa Pío VII el 1 de febrero de 1818, señalando por sede episcopal la parroquia de Ntra. Sra. de los Remedios, en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Según la mencionada Bula, las rentas de la Mesa Capitular se dividirían en 33 prebendas o raciones, las cuales habrían de repartirse: una ración con 1/4 de otra ración a cada dignidad; otra ración a cada uno de los canonicatos; 3/4 partes de otra ración a cada racionero entero; y la mitad de otra ración a cada uno de los medio-racioneros. Ante esta tentadora oferta de puestos importantes y bien remunerados, muchos eclesiásticos canarios aspiraron a colocarse en ellos, y comenzaron a dirigir rápidamente sus súplicas y méritos a Su Majestad el Rey don Fernando VII, quien probablemente las pasó a manos de su confesor, el ilustre lagunero don Cristóbal Bencomo, ya porque en todas épocas ha sido peculiar de los directores del Monarca inclinar el ánimo del Rey para las colocaciones eclesiásticas en los sujetos de quienes tienen mejor conocimiento e informes, ya con más razón cuando el mencionado confesor, como hijo de Tenerife, tenía y podía tener exacto conocimiento del clero canario.



    Para ocupar una de las prebendas vacantes se comenzó a pensar con insistencia en don Florentín Núñez y Torres, a quien otros clérigos y personalidades militares y civiles lograron convencer para que enviase al Rey la "Relación de los títulos, méritos y servicios" que poseía; a pesar de que éste no tenía muchos deseos de separarse del pueblo en el que había nacido, vivido y trabajado durante toda su vida. Una vez estudiados les diferentes memoriales que llegaron a sus manos, don Cristóbal Bencomo propuso al Rey, en escrito de 17 de julio de 1819, se dignara nombrar entre los individuos que debían componer el nuevo Cabildo de Tenerife a don Florentín Núñez, beneficiado de Güímar, como segundo canónigo. El Rey aceptó en todas sus partes la propuesta de su confesor, y por Real Decreto Auxiliatorio de 18 de agosto de 1819 confirmó la creación de la nueva Diócesis, dotando el culto de su catedral y al personal de la misma, que estaría compuesto por 32 personas: seis dignidades, diez canónigos, ocho racioneros y ocho medio-racioneros. En virtud de este Real Decreto don Florentín fue elegido y presentado como segundo canónigo de la Santa Iglesia Catedral, pero dejándole en libertad de admitir o no su prebenda.



    Nuestro biografiado aceptó con orgullo el nombramiento y el 21 de diciembre de ese mismo año 1819, ante el obispo auxiliar de Tenerife don Vicente Román Linares, tomó posesión de su cargo junto a los otros 19 miembros que constituyeron el primer Cabildo Catedral de Tenerife; entre éstos se encontraban otros dos güimareros: don Isidro Quintero y Acosta, que recibió la prebenda de racionero, y don Juan de Castro y Baute, que mereció la de medio-racionero. En el solemne acto, el notario público y de la Comisión Apostólica leyó la Real Orden de 31 de agosto en donde se designaban por S.M. los señores agraciados con las prebendas, terminado lo cual, puestos todos de rodillas ante el citado obispo auxiliar de Tenerife, se procedió a la Protestación de la Fé y colación canónica, concluida la cual, pasaron los miembros del Cabildo al coro, en donde el dicho notario fue dando a cada uno la posesión de su silla, -guardando en ella el orden de antigüedad con arreglo al nombramiento o presentación de S.M. de 31 de agosto ya citado. Una vez terminado pacíficamente el acto de posesión, hizo el citado obispo una breve felicitación a todo el Cuerpo en general y a cada uno de sus individuos en particular, recibiendo luego un abrazo de cada uno de los agraciados, entre los que se encontraba nuestro personaje. A continuación se celebró misa Pontifical, presidida por el predicho obispo Román Linares, y se cantó solemnemente la tercia, revistiéndose de diáconos cantores los señores canónigos más antiguos, don Agustín Rodríguez de Salazar y Trujillo y don Florentín Núñez; en todo el acto estuvo presente el Ayuntamiento y las tres comunidades religiosas mendicantes de la ciudad, que también tomaron parte en la suntuosa procesión que se efectuó luego por las calles de La Laguna , con la Virgen de los Remedios, San Fernando y Santa Isabel.



    Todos los pueblos, corporaciones y párrocos de la isla se apresuraron a felicitar al nuevo Cabildo Catedral; sin embargo, no faltaron algunos que, naturalmente resentidos por no haber sido colocados en el número de los agraciados en dignidades, canónigos, racioneros o medio-racioneros, trataron de rebajar para con el público el mérito de cada uno de los posesionados. Contra aquellos fue bastante sentencia y ejecutoria en favor de éstos la felicitación del M.I. Ayuntamiento:



    (...) las circunstancias recomendables de todos los beneméritos individuos de este muy respetable Cabildo Eclesiástico es el complemento de todo nuestro honor; de toda nuestra fortuna, y de nuestras más lisonjeras esperanzas (...) Sus largas y penosas tareas en el Ministerio Parroquial, su conducta siempre arreglada, laboriosa y notoriamente ejemplar; su saber y la modestia de que están adornados, es, y ha sido también una de las principales y más sobresalientes virtudes atendiendo a las que el Rey (...), se dignó dar a cada uno de sus constituyentes el justo premio que les era debido.



    A esta manifestación se unió la arenga con que una diputación del convento de Padres Dominicos de La Laguna felicitó el día 18 de enero de 1820 al Ilustre Cabildo Eclesiástico en su instalación, que forma parte del expediente de creación del Obispado, que se conserva en la Biblioteca Universitaria de La Laguna : (...) S.I. se compone de sujetos que después de haber apacentado con celo y caridad las almas en diferentes Parroquias, han sido áncoras firmísimas de la paz en la antigua Catedral; (...) y ofrece a la nueva Diócesis un complejo de méritos y virtudes que no solamente le dan seguridad de obtener los buenos efectos que debe prometerse viendo el exacto cumplimiento de todos sus oficios, si no que la sirve de modelo y de ejemplos para que arreglen todos su conducta.



    Quedaba así reflejada la opinión que del Sr. Núñez, como de todos los que componían el nuevo Cabildo Catedral, existía por aquel entonces en la ciudad de los Adelantados y en la isla entera.



    Al obtener don Florentín la Canonjía con que lo agració S.M., se vio obligado a renunciar al Beneficio que con tanto celo había desempeñado, dejando a su feligresía llena de consternación al perder a un insustituible párroco. Desde el 21 de diciembre se encargó del servicio parroquial de San Pedro el presbítero don José Bernardo Carrillo, hasta que el 1 de enero de 1820 tomó posesión como beneficiado servidor el presbítero

    don Antonio Rodríguez Torres, cura propio de Arafo y sobrino del canónigo que nos ocupa.



    Por razón de su nuevo cargo, el Sr. Núñez pasó a residir a La Laguna , estableciéndose en la Calle Herradores ; con él se trasladaron a dicha ciudad sus sobrinos, el ya presbítero don Agustín Díaz Núñez y los hermanos menores de éste, don Pedro, que falleció poco después como minorista, y don Juan, que años más tarde se licenció en Derecho y desempeñó entre otros, los cargos de secretario de cámara del Obispado y decano del Colegio de Abogados de La Laguna.



    El l0 de enero de 1820 el provisor y vicario capitular del Obispado concedió licencias por tiempo de su voluntad a nuestro canónigo, para que pudiese celebrar el Santo Sacrificio de la Misa , predicar el Santo Evangelio, confesar a personas de ambos sexos y religiosas de ambas filiaciones, absolver de los pecados reservados "a su Sría.", aplicar la indulgencia plenaria a los moribundos y habilitar a los incestuosos para el uso del matrimonio. En estas múltiples tareas ocupó don Florentín el corto período que permaneció en tan importante cargo; a ellas tenía que añadir las asignadas por el propio Cabildo Catedral, asistiendo siempre a las juntas que éste celebraba y firmando sus actas y acuerdos junto a don Agustín Salazar, por ser los dos canónigos más antiguos de la corporación.



    En la madrugada del 27 de febrero de 1821, cuando tan sólo había transcurrido poco más de un año desde su toma de posesión, el canónigo don Florentín Núñez y Torres falleció en su domicilio de La Laguna , siendo el primer prebendado de La Santa Iglesia Catedral que moría en su cargo desde su creación; contaba 59 años de edad y había recibido los Santos Sacramentos, pero no había testado. Casi dos días después, el 28 de febrero, se le hicieron los oficios de cuerpo presente en dicha catedral por el lltmo. Cabildo, acompañado de numerosos feligreses y vecinos de Güímar, que se habían desplazado con tal motivo hasta la ciudad; una vez concluido el funeral se le llevó con solemne aparato hasta el campo santo, situado en los extramuros de la ciudad, donde se le dio sepultura como canónigo a la puerta de la capilla de dicho cementerio, donde aún se conserva la lápida. Ese mismo día se celebró un oficio mayor fúnebre por su alma en la parroquia de San Juan Degollado de Arafo, repitiéndose al día siguiente, ambos de obsequio por su sobrino el párroco don Antonio Rodríguez Torres. En su pueblo natal también se celebraron varios oficios, que fueron cantados por la Hermandad del Santísimo Rosario, a la que pertenecía; y por último, al cumplirse el mes de su fallecimiento, se celebraron nuevas misas en su recuerdo en La Laguna , Güímar y en el Convento Real de Candelaria. Su canonjía vacante fue ocupada el 18 de abril de 1825 por su paisano don Isidro Quintero y Acosta.



    2.- DOÑA MARÍA NÚÑEZ TORRES, que concluye la línea.



    3.- DOÑA FRANCISCA NÚÑEZ TORRES

    Nació en Güímar el l0 de octubre de 1770, siendo bautizada cinco días después en la iglesia de San Pedro por don José Fernández Camillón, "Beneficiado propio desta Parroquia y de Sta Ana de Candelaria"; se le pusieron los nombres "Francisca Dionicia" y fue su padrino don Agustín Antonio Núñez, por entonces clérigo diácono; tenía "oleo y chrisma".



    IX.-DOÑA MARÍA NÚÑEZ TORRES (1767-1852)

    Nació en Güímar el 20 de septiembre de 1767, siendo bautizado seis días después en la iglesia de San Pedro por Fray Pedro Núñez, " Prior del Conv'o de Sto Domingo de dicho lugar", con licencia del beneficiado de dicha parroquia y de la de Santa Ana de Candelaria don José Fernández Camillón; se le pusieron los nombres "María Eustaquia" y fue su padrino el alférez don Bartolomé Delgado Mexías, natural y vecino del Lugar de Arico en el Pago de Fasnia.



    Como ya hemos visto l40, el ll de mayo de 1795 contrajo matrimonio en la iglesia de San Pedro de Güímar con don Vicente Díaz Montijo (o Díaz López, o de Medina Montijo), quien falleció el 2 de abril de 1828, a los 66 años de edad. Al quedar viuda, el 19 de ese mismo mes de abril fue recibida como hermana de la Hermandad del Santísimo Rosario, creada en el convento dominico de la localidad.



    Según el padrón parroquial de 1829 doña María Núñez vivía en la casa nº 175 de Güímar, en el "barranco y vera de los Canales", ya figuraba como viuda y con 62 años; le acompañaban cuatro de sus hijos: don Modesto (de 29 años), doña Juliana (de 25), don Juan (de 23) y don Gregorio (de" 20 años); en la casa contigua nº 174 vivía su hijo mayor, el beneficiado Díaz Núñez, de 33 años. En el padrón vecinal de 1847 doña María continuaba empadronada en Güímar, en compañía de dos de sus hijos: don Agustín, de 51 años y "Ve. Bdo.", y don Modesto, de 47, soltero y "com'e;". En el padrón parroquial de 1850 figuraba domiciliada en la casa nº 156 de la "Calle y Vera de los Canales", con 84 años y en compañía de su hijo Modesto, de 50 años; en la casa contigua, nº 157 vivía don Agustín Díaz Núñez, de 54 años.



    Doña María Núñez Torres murió en su domicilio güimarero del barrio de Chacaica el 22 de febrero de 1852, a los 86 años de edad; al día siguiente se celebró el funeral en la iglesia de San Pedro ya continuación recibió sepultura en el cementerio de la localidad.



    En el momento de su muerte continuaba viuda de don Vicente Díaz López. Había testado ante el escribano público de la Villa de Santa Cruz don Manuel del Castillo y Espinosa, nombrando albaceas a sus hijos, don Agustín y don Modesto Díaz Núñez; además dejó una tercera parte de su casa, con su huerta inmediata, para los gastos de su funeral y misas, dividiendo el resto del edificio entre dos hijos, el ya mencionado don Modesto y don .Juan Díaz Núñez.



    El l0 de mayo de 1852 se abrió su testamento, a solicitud de su hijo don Juan Díaz Núñez.





    NOTA:

    140 Véase el final de la rama paterna [VIII]



    Abril de 2008.



    Fuente consultada:



    Octavio Rodríguez Delgado

    El Dr. Don Agustín Díaz Núñez

    Su vida, su familia y su obra (2 tomos)

    Edición: Caja Rural de Tenerife, Cabildo Insular de Tenerife, Cajacanarias.

    ISBN: 84-7985-046-9. Santa Cruz de Tenerife, 1996.

    http://elguanche.net/Ficheros2/apellidoscanariosyeuropeoskb15.htm
    28 de agosto de 2008 11:00
    Antonio Dorta dijo...

    APORTACIÓN A LA TOPONIMIA DE ACHINET (TENERIFE)



    Guayre Adraguma *





    Guanchizo, lugar en las cumbres de la Orotava , (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Guananchizo, lugar en las cumbres de la Orotava , posiblemente es el mismo del anterior. (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chimaca, lugar en Güímar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chigaiga, lugar en Güímar, (Tfe.)

    Rfa.E.P.G.R.



    Ijerfe, lugar en Güimar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Gache, Punta de. Lugar en la costa de Güímar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chajome, lugar en Güímar, (Tfe.)

    Rfa.E.P.G.R.



    Añazu, lugar en Arafo, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chimaca, lugar en el Valle de San Lorenzo, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chimazo, lugar en Candelaria, Menceyato de Güímar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Tasarte, lugar en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Abapo, barranco en Arafo, (Tfe)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chimange, lugar en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chicota, lugar en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chilse, fuente en Candelaria, (Tfe)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chaxacoy, Barranco de. (También conocido como: Barranco de la Cruz del Conde) Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Araguygoña, (Un tramo del Barranco de Chaxacoy o de la Cruz del Conde) Candelaria, (Tfe.)



    Chala, Barranco en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chigaiga, Roque en el Mocanal, Güímar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Abaxaque, lugar en Candelaria, lugar por el barranco de la Cruz del Conde, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chaja, lugar en Candelaria, por el barranco de la Cruz del Conde, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chigesño, lugar en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Tinajo, lugar en Güimar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Abapo, barranco entre Güímar y Arafo, (Tfe.)

    Rfa.E.P.G.R.



    Tazagoste, lugar en Güímar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Archaoya, barranco y lugar en Icore, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Yncanfa, barranco en Chicayca, Güímar, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chefle, lugar en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chibinchache, lugar en Arafo, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chenmos, Roque en Candelaria, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Jaco, lugar en Granadilla, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Achenche, lugar en Arico, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Farnia, lugar en Arico, (Tfe.)

    Rfa. E.G.P.R.



    Tamayada, lugar en Arico. (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Chinama, lugar en Vilaflor, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Jama, lugar en Vilaflor, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Fonche, lugar en Vilaflor, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Aray, lugar en Valle Santiago, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Giga, lugar en la Orotava , (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Ochotes, lugar en Taganana, (Tfe.)



    Güimna, La. Lugar en la Orotava , (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Garañaña, lugar en Abona, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.



    Archives, lugar en (Achbuna) Abona, (Tfe.)

    Rfa. E.P.G.R.





    * Guayre Adraguma Anez’ Ram n Yghasen





    Ciudad colonial de Eguerew, 6 de enero de 2008.



    bechomo@terra.es



    Para saber más: logokbehibenchomo.jpg (24851 bytes)

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  2. Grabar bien los recuerdos



    Pedro Gonzáles Cánovas (*)



    Mohamed Malik vio como se acercaba arrastrando sus pezuñas un camello de envergadura considerable, montado por uno de aquellos altivos guerreros azules que se habían ganado la fama de pendencieros y marciales con el resto de las gentes de vida errante del desierto.



    El que se aproximaba era un joven, Kel Tamasheq, un hombre de “los del velo” como ellos mismos se definen, cubierto de aquel azul añil que destinta desde sus ropajes hasta su piel y les caracteriza desde tiempos inmemoriales, por lo que también se les conoce por “los hombres azules” o Tuareg.



    Mohamed Malik estaba en ese momento con las labores de extracción de agua de un pozo que era referente de esta riqueza para su familia y las que les acompañaban en su continuo trotar de mercado en mercado: así discurrían sus vidas de comerciantes. Se trataba de uno de esos rincones de abastecimiento no muy conocidos y que los Zenagas, pueblo bereber al que pertenecía Malik, usaban casi en exclusiva cuando caminaban aquellos lares.



    Tal vez por esa característica humana de exagerar la exclusividad hasta convertirla en propiedad, Malik encaró su imagen al que llegaba comunicando sin sonidos que, a pesar de su hermanamiento étnico, el otro se adentraba en “lo ajeno”. Pero el hecho pareció pasar desapercibido para el Tuareg que, arrastrando una nube de polvo fue a descabalgar su montura justo ante él.





    - Ahul Sanet.

    Dijo a modo de saludo el recién llegado.



    A lo que contestó Mohamed.

    - Malecum salam.



    Ignorando el saludo amazigh del Tuareg, y aún dominando lo suficiente dicha lengua.



    Manteniendo por un momento firme en él su mirada, el del velo, atravesó por delante suya con intención de dirigirse al pozo de agua. Lo que Mohamed Malik no estaba dispuesto a permitir, así que le retuvo agarrándole firmemente el antebrazo.



    El Tuareg miró la zona de contacto, parando inmediatamente su paso. Después sus miradas se volvieron a encontrar, pero ahora ambas mostraban hombres crispados.



    El de azul tiró del atrapado brazo y sin saberse cómo desenvainó casi con el mismo gesto su takuba -preciosa espada tuareg- haciéndola brillar en su trayectoria que se alargó hasta impactar contra la de Malik.



    Los aceros silbaron y chocaron incesantemente, sin que el duelo pareciera tener fin, hasta que pasados unos largos minutos, casi por acuerdo, ambos se detuvieron sin dejar -por ello- de quedar enfrentados. Las miradas de los dos combatientes impactaban, una contra otra, con tal firmeza que parecía espesarse el espacio que los separaba.



    Mohamed Malik afirmó



    - No puedes coger agua de este pozo. Este agua es nuestra, de comerciantes Zenagas.



    - Te equivocas. Yo soy Aberkan Ufrin, del pueblo de Kel Tamasheq, y no acepto órdenes de otro hombre como yo: me he hecho y criado en el desierto y, por lo tanto, soy tan dueño como cualquiera de lo que hay en él.



    La lucha continuó bajando poco a poco su tono, debido al cansancio y el calor que hacía mella en los dos hombres. Fue así que el Zenaga perdió su espada al no poderla contener ante el peso de la del Tuareg. Y se volvió a detener el mundo. El silencio paró el viento. Entonces Aberkan, llevó lo más atrás que pudo su takuba y después hacia delante haciendo un amplio círculo lateral para arrojarla lo más lejos que pudo, ante el estupor de su adversario.



    Mohamed dudo sólo un instante, el que le costó encontrar la furia en los ojos del Tuareg, por lo que se abalanzó con fuerza sobre él y acabaron rodando ambos por la arena. La lucha continuó con patadas, puñetazos, codazos y golpes de todo tipo. Agarrones y desgarrones de ropa hasta ir cegando a los dos hombres que ya casi olvidaban porqué peleaban.



    Poco a poco, muy poco a poco, Aberkan se imponía a Mohamed al tiempo que se acercaban cada vez más al pozo. Y así fue que el Malik quedó boca arriba sollozante y empapado en sudor y sabor a su propia sangre en la boca, de agotado como muerto y al fin rendido a no sabía ya casi a quién ni porqué.



    El Tuareg se incorporó pesadamente, dolorido como no recordaba haber estado nunca, para asomarse al pozo y costosamente, muy costosamente, sacar de él un cubo de agua, con el que se refrescó, bebió, llamó a su camello y bebió él también. Y de otro cubo, llenó sus guirbas de piel de cabra. Cuando ya se retiraba pasó junto al Zenaga, que ahora estaba boca abajo, y al llegar a la altura de sus extremidades superiores vio que en la arena había escrito “Aberkan Ufrin” lo que sorprendió al Tuareg que no se paró a nada más que coger las riendas de su camello y montarlo con maestra soltura, para alejarse del lugar levantando una nube de arena.



    Pasaron los días con sus noches, las semanas y los meses, convirtiendo aquel episodio de sus vidas en un lejano recuerdo.



    Para ese entonces, las tribus nómadas y sus comerciantes se desplazaban hacia el norte y las zonas donde ya había llovido, en busca de prosperidad. Era caldo de cultivo de los comerciantes.



    Una de las zonas preferidas para ello había sido siempre el Oasis at Timia, en Níger. La población nativa podía verse multiplicada por la visitante con frecuencia, por lo acogedor del microclima del Valle de Timia y su riqueza acuífera, con lo que esto significa para gentes acostumbradas a sobrevivir con unas gotas de agua.



    Aberkan paseaba lentamente aquel atardecer. Se notaba un poco cansado a pesar de llevar un par de días acomodado, alojado con unos familiares, en una jaima al borde del Oasis at Timia. El acompasado movimiento de su camello, sólo ayudaba a relajar físicamente a un hombre más hecho a estar subido a lomos de aquel animal que a caminar.



    La luz del crepúsculo jugaba a filtrar rayos sobre la vegetación de la orilla, que tomaban forma sólida cuando la nube de humedad que desprendía la propia arena se elevaba y cruzaba su camino. Todo estaba muy tranquilo y Aberkan se regocijaba en ello pensando que él se había ganado disfrutar ahora de esta paz y descanso.



    De repente, llegó de lo lejos un grito ahogado pidiendo auxilio que sacó a Aberkan de su paraíso. Se giró y vio como una persona se agitaba en el agua al pie de un risco inescalable, ya agotado, resbalando sobre la pulida y húmeda piedra. A unos siete u ocho metros de altura se encontraba el que debía ser su caballo, como asomado nervioso y muy inquieto, seguramente por sentir la pérdida de su dueño.



    Aberkan se hizo inmediatamente una composición de lo sucedido e imagino que el que fuera jinete de tan hermoso corcel había caído al agua, y ahora intentaba salir de ella de forma apresurada y torpe, por donde era inaccesible su huída del preciado líquido que, sin embargo, parece que no duda en tragarse en sus entrañas a quienes no dominan el arte de desplazarse dejándose acariciar por ella. El agua era así de bendita y diabólica a la vez.





    No dudó en desmontar y desprenderse de parte de su ropaje y calzado, sin hacer lo propio con sus calzones índigo y su velo del mismo color, para lanzarse sin dudar al agua del oasis y nadar a buen ritmo hacia el manantial o, más bien, un poco a su izquierda desviado por las prisas. El Tuareg se paró de repente, tomó resuello y se llenó de aire como si de agua bendita se tratase tras largos días de desierto, y nadó hacia el desconocido con ánimo de auxiliarle.



    Cuando llegó hasta él se encontró a una persona verdaderamente desesperada, que no atenía a razones y que manoteaba y le agarraba de todos lados a donde alcanzara. Y parecía haber tragado agua hasta por los oídos, tanta que ahora no hacía caso de las peticiones de Aberkan, para conseguir su calma y colaboración. Pudiera parecer desde lo lejos que lucharan a brazo partido y, sin embargo, no había en aquella lucha vencedor, sino dos hombres cada vez más vencidos por el cansancio y el peso de aquel líquido que ahora era su único enemigo.



    Tras largo rato de lucha, Aberkan consiguió despegar al hombre del resbaladizo risco, atraerlo muy lentamente hasta la orilla opuesta, arenosa y calma, que se les hizo muy lejana, para acabar soltándolo donde hacía pie y llegar gateando a los bordes del agua, totalmente agotado y exhausto. El tuareg cayo totalmente rendido hasta sumirse en un placentero sueño.



    Al despertar, tuvo que hacer un esfuerzo para poner en orden sus ideas y recordar lo que había pasado. Fue entonces que buscó al hombre que poco antes se ahogaba.



    Recorrió la orilla con la vista y vio como un hombre, sentado de espaldas a él se viraba para sonreírle a modo de saludo. Le pareció captar un rasgo conocido en su cara. Fue entonces cuando el otro saludó, “Salam Malecum”, dijo, volviéndole a mirar sonriente, pero sólo por un instante, para retomar la labor en la que estaba



    Entonces lo reconoció: La persona que había salvado no era otro que el Zenaga. Mohamed Malik, le había dicho que se llamaba el día que pelearon hasta el agotamiento, por su empeño en no dejarle extraer agua de la barriga del desierto.



    La situación era realmente extraña y aún más la actitud de Mohamed, que le daba confiado la espalda, mientras se dedicaba a labrar algo en la piedra golpeando una daga contra ella.



    Aberkan se incorporó y se asomó a ver la obra de Mohamed. Fue entonces que creció su curiosidad al apreciar que lo que hacía el Zenaga no era otra cosa que grabar hondamente y con caracteres tifinagh su nombre en la sólida roca: ABERKAN UFRIN.



    Por supuesto, el Tuareg preguntó que cual era el motivo de esto. A lo que respondió Mohamed Malik:



    - Cuando nos enfrentamos en nuestro primer encuentro, me sentí humillado por tu victoria. Escribí tu nombre en la arena para acordarme de quien me hizo sentir tan mal. Pero si algo tengo claro, es que ya tiene que estar borrado y ahora, de verdad te digo, no me interesa olvidar el nombre de quién me salvó la vida, por eso quiero que quede grabado en piedra, para poder decir a mis descendientes que tu nombre esta como testigo grabado en el lugar donde casi me ahogo. Y que cuentas con todo mi aprecio y respeto, para que ellos lo tengan con tus hijos y nietos.



    Incorporándose, estiró su brazo derecho ofreciéndoselo a Aberkan al tiempo que decía



    - Ahul Sanet Aberkan



    Aberkan le respondió



    - Malecum Salam Mohamed



    Los dos llegaron a ser los más viejos de sus respectivos clanes. El tiempo se encargó de crear un sólido vínculo entre las dos familias. El tiempo y aquellas celebraciones, que duraban días, que se producían cada vez que los viejos se encontraban.



    Los de Mohamed aprendieron a compartir, de la hospitalidad de los Tuareg. Los de Aberkan aprendieron que de la vida hay que quedarse con los buenos recuerdos y deshechar los malos. Y, lo más importante, todos aprendieron que siendo agradecido se consigue el mayor tesoro: el cariño y la amistad para siempre.





    * Los cuentos son de esas pocas cosas que aún son gratis. Y es que creo que a los seres humanos (y similares) parece encantarnos la comunicación. Casi siempre.

    Los cuentos son la transmisión de experiencias y, les aseguro, pueden sostener tradiciones y, por lo tanto, culturas de etnias en peligro de extinción.



    No dudé en ponerme a hacer este cuentito, que transcribo a continuación, y que me contó un gran amigo al que le tengo perdida la pista y al que me gustaría mandar un fuerte abrazo: Jose Juan Espino.





    Notas:



    Aberkan (TMZ) ("el negro o ennegrecido")

    Ufrín (TMZ) ("el elegido")

    Litam -Velo negro o azul

    Takuba - Espada Tuareg

    Kel Tenere - Los del velo

    Oasis at Timia - Niger

    Tuareg en el mercado semanal Senedougou, Malí

    Ahul Sanet - Saludo amazigh

    Malecum salam - Saludo árabe

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  3. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA ANTROPONIMIA Y TOPONIMIA MAZIGIA GUANCHE DE CANARIAS



    “Los animales tienen la voz, dijo Aristótoles, el hombre sólo la palabra”.



    Eduardo Pedro García Rodríguez *



    “En efecto, es el más precioso atributo de la especie humana: Es a través del lenguaje que el hombre puede emitir sus pensamientos empleando sonidos articulados, palabras; pero para que estas palabras no desaparezcan en momento que las pronuncian, para que puedan conservarse las ha vuelto trasmisibles fijándolas por signos convencionales, es decir a partir de ciertas formas gráficas y valores admitidos que dan expresión o el sonido dela voz, y que, combinados reproducen la palabra. De esta necesidad proviene la escritura, este sexto sentido, esta especie de lenguaje significativo, más admirable aún que la palabra, pues franquea las distancias, y puede oírse bien tanto de cerca como de lejos; ninguna barrera lo para; atraviesa siglos y generaciones; no se extingue con las emisiones de la voz, es permanente. Es un maestro paciente, devoto, infatigable, siempre dispuesto a instruirnos y darnos nuevas enseñanzas.” (Sabin Berthelot, 1980)



    La toponimia y la antroponimia de Canarias nos aportan un buen número de nombres de origen imazighen, líbico-púnico, como ejemplo, veamos algunos con sus traducciones cuando las mismas son conocidas y ofrecen un mínimo de fiabilidad, así como otros aspectos lingüísticos, bien entendido de que no se trata de un estudio con detenimiento sobre la materia, sino un intento de divulgación de algunos aspectos de la riquísima toponimia y antroponimia guanche o como muy acertadamente define el Dr. Ignacio Reyes “ insular imazighen” que aún perdura en nuestras islas.



    Brucco =* borûk-“el bendito” (púnico)



    Bedestra =*bodestra “el protegido de Astar”(púnico) ¿Astarte? (Tanit)



    En la isla de Chinet (Tenerife), tenemos: camino del Bruncu, (Brunku) en La Orotava , y camino del Bronco (Brunku) en la ciudad de La Laguna.



    Ehedey =* ez`ddig (brazo cortado)



    Azuquahe, Suquahe=* (a)zégguay-a “el mulato”



    Zuguiro =* zégguir-a “el caudillo”



    Aguacencie =* auasensi-a “hijo de la hospitalidad” (¿el ilegítimo?)



    Atomagtoma =* atégmtémg-a “el que marcha lentamente”



    Tínisuaga =* tíni zuak-a “la datilera roja”



    Tininabuna =* tíni n abu-nay “la datilera de nuestro padre”, este nombre se nos ofrece también en la forma familiar Temiaba=* tíni (n) abba;



    Tamaranea =* Tamerani (¿)-a “él deTamarant”; (Tameran);



    Bentacaize =* Dag Àisa “hijo de la tribu de los Dag ‘Aisa` (Zenaga)



    Echentire, Dahentire=* adhan t i-ra “el fuerte lo ama”



    Mayantigo =* ma ga. n tiggut? “¿qué hacen las nubes?



    Isla Ghumara ( La Gomera )



    Aguaboregue =* au abárag-a “hijo de la hibris, el orgulloso”



    Aguacoromos =* au akúrmus “hijo del tamarisco”;* (Mete)



    Guanchepe =* U n chepe=* ua n tezibba “el de la cota de mallas”. Nombres de éste género, con referencia a dotes y calidades del portador, se encuentran entre los nómadas Líbicos occidentales; lingüísticamente los nombres pertenecen al Beréber meridional, pero ofrecen elementos antiguos. Los elementos árabes indican aportaciones posteriores venidas del continente, especialmente en las islas de Titoreygatra, Erbania y Tamarant con la introducción de contingentes de esclavos continentales, producto de las continuas razzias llevadas a cabo por los Herrera.



    Uno de los estudios lingüísticos mejor elaborados sobre la lengua imazighen de Canarias, lo es sin duda alguna el desarrollado por el profesor don Ignacio Reyes García en su obra “Antroponimia Antigua de Canarias”, que lleva el subtítulo de “Estudio de Lingüística Comparada”. Obra sumamente importantísima en el campo de la ligüística canaria y que nos permitimos recomendar a los lectores interesados en el tema. De ella vamos reproducir algunos antropónimos con su traducción correspondiente, sin entrar en el desarrollo del amplio y documentado estudio que aporta el autor.



    Tehindarte
    = “tú gimes”. Variantes: Tijandarte- Tixandarte-Tírandarte-Tixandaste-Tixambaste-Tijadaste o Tijandarte.



    Saco = Él (cae en la) fatiga. Variantes: Yzaco-Isaco-Hisaco.



    Joné-Él dice; fig.: adivino(¿). Él es clarividente. Él es fuerte interiormente. Variantes: Yone-Jonne-Ione-Yoñe-Yome.



    Tenasar = Tú vences. Tú eres excelente.



    Iruya = Ël es abierto. Variantes: ( La Palma ) Yruya-Iruya.



    Yujuçaque = Él ha contradicho, es terco. Variante: Yujaçeque.



    Doramas = Sonriente. Variante: Uramas, Oramas.



    Tegaday = Abunda (crece o es grande?)



    Sigoñe = Hace que tenga forma de arco. (¿Dignidad militar?) Variantes: Cigoñe-Zigoñe-Sigone.



    Hupalupu-Hapalapu-Hupalapu = Arrebatado, colérico. Variantes: Hapalupu-Chapulapu-Chupulapu-Hupalupa-Hupalapu.



    Xerach = Mal presagio.



    Xama = Ha tañido. Variantes: Xitama-Texama-Xítama-Tíxama-Jama-Terama-Hama-Tijáma.



    Sasa = Mendiga.



    Juguíro, Jaguíro = Primero. Variantes: Jugiero-Zuguiro-Jaguiro-Yugiro-Jugiero-Joriguo-Huguiro-Yufiro-Tariguo-Jurigan.



    Janequa = Sin esperanza, defraudada, engañada.



    Rucaden = El bailarín.



    Semídan = Honorable.



    Auago = El vehemente, (Lit.: el trueno). Variantes: Anago-Ahuargo-Ahuago-Auaga-Aguaho-Avago.



    Agalaf = El oculto, emboscado.



    Azuquahe = El moreno. Variantes: Squaje-Azquache-Azuquahé-Azuguache-Suquahé-Azuguahe-Suquahe-Sucuaje-Asucuahe-Azuguanche.



    EnebieoEnebre = Hueped, invitado.



    Chabuta = Ombligo.



    Tazaguisa = Verde o azul.



    Tazarte = Higuera; bieldo; raíz.



    Taçirga = La muela. Variantes: Tazirga-Tazírga-Tasirga-Tasierga-Theserga.



    Dacil = Huella o paso. Variantes: Dácil-Dacila.



    M...quera = Señora de Aquera (el seco, árido, estéril). Variantes: Macequera-Masequera-Mesequera-Massequera semidan.



    Urma = Sin madre.



    Urtemice = Sin fuego, sin hogar.



    Huertaya = No esclava.



    Guanhaben = El luchador. Variantes: Guanhabén-Guanhaven-Guajaben-Huaneben-Guayhaven-Guan haven-Guanchaven.



    Guanyxemar = El turbado, confuso o agitado.



    Benamer = El presuroso. (li.: el de la prisa)



    Guacimara

    = El que es (hecho) diez, el décimo. Variantes: Guacimar-Guacímar. N.B. Por su estructura, este nominal no admite otro género que el masculino. Sin embargo, razones culturales (desconocidas, por ahora parece que lo habilita como femenino. Un fenómeno nada insólito incluso en español, donde existe p.ej. el antropónimo masculino Ventura (en origen, s.f. abstr.).



    Benamaz = Éste atrapa, captura, coge o empuña (li.: hombre de presa, de agarre). (¿luchador?).



    Guantacara = El seco, rígido o duro (o fatigado u duro). Variante: Guantacora.



    Bentagoche = Éste grita (Lit.: hombre de grito). Variantes:



    Bentago-Bentagoyhe-entagahe-Abentagoyhe-Ventagoyhe-Ventagorhe-Bentagoia V-Bentagoihe-Bentagoche-Ventagoy-Bentaguayre-Bentagoyhe-Ventagay etc.



    Beneharo = Éste es viejo (Lit.: el de la vejez.). Variantes: Benearo-Benecharo-Benecaro-Benhearo-Bencharo-Benejaro.



    Himenchia, Himenechia, Chimenchia = Él proviene del menzey (=`principal, jefe o primero`). Personaje al que el poeta Viana aplicó el antropónimo Tinguaro.



    Acaime = El que permanece, el (a) sentado. Variantes: Acaymo-Acaímo-Acaymo Damiaga-Acaino.



    Nuhazet = Elegante (Lit.: (de mi) mía (es) la elegancia). Variante: Nauzet.



    Hasta aquí, hemos mostrado las traducciones de algunos antropónimos llevada a cabo por el profesor Reyes García, a continuación expondremos otra serie que debemos a la amabilidad de don Francisco Ossorio Acevedo, quien nos ha permitido extractarlos de su libro “Los Nombres Propios Aborígenes de Canarias”. Para diferenciar los nombres femeninos y masculinos hemos puesto a continuación del nombre y entre paréntesis la letra (f) para significar femenino y (m) para masculino.



    Abenauara (f). Abenchara (m). Aberbequeie (m). Abguabuque (m). Abian (m).Abona (m). Abtejo (m).Acaime (m). Acaimo (m). Acerina (f). Ache (m). Achosman (m). Achucana (m). Achudinda (m) Achuteyga (m). Achutindac (m). Achxuraxan (m). Acoraide (m). Adasat (f). Adassa (f). Aday (m). Adeun (m). Adexe (m). Adjoña (m). Adouna (m). Adsaburxerban (f). Adsebuma (f). Adtesa (f). Adteyeseys (f). Aduanich (m). Aduen (m). Adxoña (m). Adzerura (m). Adzistura (m). Adzubema (m). Adzubeman (m). Afur (m). Agagencie (m). Aganeye (m). Agarfa (m). Agimedian (m). Agora (f). Aguabarahezan (m). Aguaberque (m). Aguaberqueo (m). Aguaberquo (m). Aguaboregue (m). Aguacencio(m). Aguacoromas(m). Aguacoromos (m). Aguahuco (m). Agualech o Agualeche (m). Aguamuge (m). Aguamuje (m). Aguanahuche (m). Aguanchutche (m).Aguassona (m). Aguaxona (m). Aguayo (m). Ahuago (m). Aitami (m). Aja (no especifica el sexo). Ajar (no especifica el sexo). Ajutcho (m). Alby (m). Algaratia (m). Algayaguar (m). Alguabozegue (m). Alguasegua (m). Alhogal (m). Aljahul (m). Almabice (m). Alsagal (m). Altaha(m). Altihay (m) Aly (m). Altihay (m). Amalahuige (m). Amalhuyge (m). Amanhuy (m). Amoca (f). Anaqua (f). Anaterbe, Añaterve (m). Ancor (m). Andamana (f). Aniagua (f). Anixua (f). Añagua (f). Añofo (m). Aoucho (m). Aquxata (m). Arafo (m). Arasaho(f). Araso (m). Aray (m). Arecida (f). Aremoga (indistinto). Arhamis (m). Arico (m). Aridami (m). Aridañi (m). Arinegua (m). Armiche (m). Armide (m). Arminda (f). Artemi (m). Artenteyfac (m). Arthamis (m). Asano (m). Asatiquinen (f). Asche (m). Assa (f). Atabara (m). Atacaicate(m). Atasar (m). Atasara (f). Atazacaite (m). Atbitocazpe (m). Atchen (m). Atenagasi (f). Atenatua (f).Atenisa (m). Atenyama (f). Atguaxoña (m). Atidamana (f). Atogmatoma (m). Attagora (f). Attamech (f). Attamoseya (f). Attasa (f). Attasara (f). Attassa (f). Attasat (f). Attaxa (m). Attaybenaso (f). Attaybenes (f). Attemisa (m). Attenagasi (f). Atteneri (f). Attenya (f). Attidamana (f). Attisa (f). Augeron (m). Auhagal (m). Auiha (f). Autejo (m). Autindana (m). Autindara (m). Autinmara (m). Autimbara (m). Avago (m). Avbrequeve (m). Aventaho (m). Avhal (m). Axer (m). Axixuna (m). Axona (m). Ayaya (f). Aymedeya Coam (m). Ayoze (m). Azano (m). Azaten (m). Azemeyegurga (f). Azuquahe (m).



    Badaico (m). Badamohet (m). Badel (m). Badeñol (m). Baeta (m). Bandala (m). Bandalut (m). Baraso (m). Bariono (m). Baute (m). Bediesta (m). Bedo (m). Belicar (m). Belmanua (m). Benafoho (m). Benamner (m). Benartemi (m). Benchara (f). Bencharo (m). Benchomo, Bencomo (m). Bendidagua (m). Beneharo (m). Beneygacim (m). Beneygoam (m). Benicod (m). Benitomo (m). Benonar (m). Benrimo (m). Bensa (m). Bentacaire, Bentacayse (m). Bentagai (m). Bentagasi (m). Bentagay (m). Bentagayre (m). Bentagoche (m). Bentagoihe (m). Bentagor (m). Bentagore (m). Bentagonje (m). Bentagoyhe (m). Bentaguaire (m). Bentaguaya (m). Bentajey (m). Bentaor (m). Bentchey (m). Bentejuí (m). Bentenhya (m). Bentindao (m). Bentinerfe (m). Benthey (m). Bentor (m). Benytomo (m). Besay (m). Beselch (m). Bestindana (m). Betzenuria (m) Betzenuriga (m).Betzenuya (m). Bruco (m). Buypano (m).



    Cachaica (f). Cachina (f). Cachiney (f). Caconaymo (m). Cagora (f). Caitafa (m). Caitaja (m). Caleydo (m). Caluca (m). Carigaga (f). Carumaje (f). Cathaysa (f). Cathayta (f). Caytafa (m). Calzat (f). Cebensui (m). Cerdeto (m). Chabuta (f). Chachina (f). Chachiney (f). Chamaida (sin expesificar sexo). Chamato (f). (Significa mujer). Chabeneder (m). Chamoria (f). Chamorta (f). Chamveneguer (m). Chamona (f). Chaoro(f). Charora (f). chavender (m). Chaxiraxi (f). Checachira (f). chede (m). chedey (m). chemira (m). chenauco (m). cherohisa (f). Chajoraji (m). Chimbaye (m). Chimenchia (m). Chincanayro (m). Choim (m). Choimaye (f). Choya (f). Cirma (m). Cobura (f). Codrahi (m). Collarapa (f). Cuajunote (m). Cumahum (m). Cunacen (m).



    Dácil (f). Dadamo (m). Dadarmo (m). Dafra (Indistinto). Daida Daifa (m) (f). Dahelire (m). Dahentire (m). Dana (m). Daniasa (Sin especificar sexo).Dara (m).Daniasa (Sin especificar sexo). Daute (m).Dautinimaria (f). Dayfa (m). Daza (Sinespecificar) Derían (f). Derque (m). Doguen (m). Doramas (m). Dutrimara (m).



    Echedey(m). Echentire (m). Echentive (m). Echenuco (m).
    Echeyde (m). Egehenaca (m). Egonayguache (m). Ehenauca (m). Ehentire (m). Eiunche (m). Ejenenaca (m). Emeger (m). Enaorahan (m). Enaoranhan (m). Eraoranhan (m). Ergual (m). Everque (m).



    Facaracas (m). Faganana (f). Faicán (m). Faina (f). Fayna (f). Firjas (m).



    Gabiot (m). Gaineto (m). Gaire (m). Gaifa (m).gaitaifa (m). Galgun (m). Ganache (m).Ganana (m). Ganarteme (m). Gando (m). Garafía (m). Garahagua (m). Garansa (m). Gararona (m). Gararosa (m). Garehagua (m). Garfe (m). Gariragua (m). Gariruquian (m). Gaumet (m).Gayfa (m). Gaytafa (m). Gazmira (f). Geneto (m). Gentimanao (m). Gerad (m). Gitagama (m). Godereto (m). Godeto (m). Godoto (m). Goumet (m). Gralhegueya (m). Guachioche (m). Guacimara (f). Guad (m). Guadafret (m). Guadamoxeta (m). Guadaneth (m). Guadarfía (m). Guadarteme (m). Guadartheme (m). Guadedume (m).Guadenya (m). Guadituco (m). Guadunet (m). Guadutche (m). Guagune (m). Guahedum (m). Guahuco (m). Guahumo (m). Guahunco (m). Guaire (m). Guairin (m). Guajara (f). Guajune (m). Gualda (Indistinto). Gualdorosco (m). Gualdoroto (m). Gualhegueya (m).Guan (m). Guanache (m). Guanamene (m). Guanameñe (m). Guanarame (m). Guanarco (m). Guanariga (m). Guanariragua (m). Guanarteme (m). Guanasa (m). Guanathe (m). Guanchaven (m). Guanchifira (m). Guanchor (m). Guanhaven (m). Guanheben (m). Guaniaca (m). Guaniegua (f). Guanina (f). Guanyxemar (m). Guanjegua (f). Guantácara (m). Guanimencey (m). Guanimensi (m). Guanimense (m). Guantegina (m).Guañameñe (m). Guañón (m). Guaracosa (m). Guaraifa (m). Guardafrá (m). Guarfía (m). Guariguache (m). Guarinayga (m).Guarindo (m). Guariragua (m). Guarnache (m). Guaryn (m). Guarizaygua (m). Guaxara (f). Guayarmina (f). Guayedra (m). Guatutse (m). Guayadaque (m). Guayahun (m).Guayanfanta (f). Guayarmina (f). guayasén (m).Guayanent (m). Guayaxerax (m). Guayedra (m). Guayhaven (m). Guaynegoga (m). Guaynetona (f). Guayonga (m). Guayota (m). Guayrinfanta (m). Guaxara (f). Gueton (m). Guiayara ((f). Guillama (m). Guniguado (m). Guise (m). Guize (m). Gumidafe (m). Guriruquian (m). Guayahun (m). Guyoja (m). Guytafa (m).



    Hacomar (m). Hama (m). Hanamo (f). Hañagua (f). Haridian (f). Hauche (m). Hautacuperche (m). Hayneto (m). Himar (Sin determinar) Himenechia (m). Hisaco (m). Huauxa(f). Hucanon (m). Huguiro (m) Hupalupu (m).



    Iballa (m). Ibaute (m). Ico (f). Idaira (f). Idubaren (m). Igalgún (m).Igualguin (m). Inega (m) Inopona (f) Iruene (indistinto). Irueñe (Indistinto). Irvene (f). Isaco (m). Faraute (m). Itahisa (f). Ixemad (m).



    Jaabs (f). Jaco (m).
    Jacomar (m). Jaineto (m). Jagua (f).Jama (m).Janequa (f). Jarehagua (m). Jariguo (m). Juguiro (m).



    Mahan (m). Mahey (m). Malaseda (f). Malagua (m). Mananidra (m). Manao (m). Mancanafio (m). Manindra (m). Maninidra (m). Mantenor (m). Manzanufio (m). Masegue (m). Masequera (m). Mateguanchipe (m). Mateguanchyre (m). Mate (f). May (f). Mayantigo (m). Maxerco(m). Maxorco(m). Meagens (f). Mesequera (m). Meteimba (m). Miguan (m). Mobad (m). Mode (m). Moneiba (f). Moneyba(f). Molaa (m). Mulagua (m). Mulao (m).



    Naira (f). Nast (m). Nauzet (m). Nayra (m). Neda (m). Nenedán (m). Nichel (m). Nisa (m). Nuga (m). Nuhazet (m).



    Olora (f). Orchena (f).
    Ossinissa (m). Oto (m).



    Patric (m). Pelicar (m). Peligadene (m). Peligodono (m). Pelinor (m). Perinor (m). Pico (m). Piste (m).



    Ramagua (f). Raito (m). Rayco (m). Redo (m). Redoto (m). Rinina (f). Rodoco (m). Rodoto (m). Romén (m). Rosalva (m).Rucadén (m). Rumén (m). Rutindana (m). Ruyman (m).



    Saco (m). Saguahe (m). Sanagu (m). Sañagua (f). Sasa (m). Serdeto (m). Sibisse (m). Sigoñe (m). Sirdo (m). Sirma (m). Siso (m). Soron (m). Sosala (m). Sutsiaque (f).



    Tabor (m). Tacaycate (m). TaÇo (m). Taganage (m).
    Taganaje (m). Tagatach (f).Tagayacte (f).Tagoten (m). Tagucimota (f). Tahod (m). Tahona (f).Tajaste (m). Taman (m). Tamanca (m). Tamadava (m). Tamonante (f). Tanausa (m). Tanausú (m). Tanfia (m).Tara (m).Tarcirga (f). Tariguo (m). Tarira (m). Tasarte (m). Tasirga(f). Tassa (f). Tassat (f). Tasso (m). Tauco (m). Tuafia(m). Taxarte(m). Tayegaza (f). Tefetan (m). Tegayco (m). Tegina (f). Teguaco (m). Tegueste (m). Tegueyga. Teguico (m). Teguise (f). Tejena (m). Temiaba (m). Temisio (m). Tenaro (m). Tenercina (f).Tenesor (m). Tenesoya (f). Tenesso (f).Teguise (f). Teniguado(m). Tenagua (m). Tenaguana (f). Tenaro (m). Tenesoya (f). Tenisquisguan (m). Tenisca (m). Teno (m).Tentagays (f). Teroura (f). Tetagursa (f). Texena (m). Texenery (m). Thagohorcer (m). Thagoter (m). Thenesort (m?). Thenezoya Vidiña (f). Tibrabin (f).Tibiabin (f). Tibisenas (Indistinto). Tiferan (m). Tigaya (m). Tigayga (m). Tigorte (m). Tiguafaya (m).Tiguerote (m). Tijama (m). Tijandarte (m). Timaba (m). Timanfaya (m). Timava (m). Tinabuna (f). Tinaguado(m). Tinamarcín (m). Tindana (m). Tindaya (f). Tinerfe (m). Tineri (m). Tinguaro (m).Tiniava (m). Tinisuaga (m). Tinyanio (f). Tiquisini (m). Tirandarte (m). Torahi (f). Trandarte (m). Tueyaxoba (m). Tufia (m). Tuhoco (m). Tupicen (m). Tyxandarte (m).



    Ugranfir (m). Undupe(m). Unihepe (m). Uruspurus (m). Utindana (m). Utiridan(m).



    Vadihagua (m). Valdacane (m). Venitomo (m).Ventacayce (m). Ventagahe (m). Ventagaire (m). Ventagay (m). Ventagorhe (m). Ventagoya (m). Ventaguade (m). Ventatahorce (m). Ventaor (m). Ventohey (m). Ventomo (m). Ventor (m). Vildacane (m). Vildane (m).



    Xama (m). Xerach (Indistinto). Xerdeto (m). Xitama (m). Vayan (m). Yballa (f). Ybaute (m). Yeray (m). Yguanira (f). Ymobad (m). Yone (m). Yoñe (m). Yose (m). Yraya (f). Ysaco (m). Yufiro (m).



    Zebensui (m). Zonzamas (m).



    *Asociación Sociocultural Kebehi Benchomo

    benchomo@terra.es



    Eguerew, 14 Wamendi n tallit taynay tagwancet.



    Fuentes consultadas:



    Francisco Ossorio Acevedo

    Los nombres propios aborigines de Canarias

    Varias Instituciones y Centro de la Cultura Popular Canaria

    La Laguna-Tenerife 1996



    Dr. Ignacio Reyes García

    Antroponimia Antigua de Canarias

    Editorial Baile del Sol. 2000

    Tegueste-Tenerife, Islas Canarias

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  4. Vestimenta del pueblo guanche

    Sábado, 04 de Noviembre de 2006 (Rev. Nº 129)
    Autor: Eduardo Pedro García Rodríguez

    Uno de los elementos que definen la cultura de un pueblo es, sin duda alguna, los materiales que conforman su vestimenta. Estos materiales suelen ser los que proporciona el entorno donde desarrolla sus actividades la comunidad, especialmente cuando no se mantiene comercio con otros pueblos que puedan aportar materias primas más selectas, diferentes o de más lujo. Un Pueblo afianza sus raíces en su Historia. El Pueblo que no conoce su Historia, es un pueblo compuesto de huérfanos.





    En el caso del pueblo guanche, es indudable que las apreciaciones que los conquistadores tuvieron sobre la vestimenta de los antiguos canarios estaban influenciadas por los perjuicios propios de una sociedad recién salida de la Edad Media, que trataba con desprecio a todo aquello que fuera ajeno o extraño al entorno en que solían desenvolverse. Así, al observar que los guanches se despojaban de sus tamarcos momentos antes de entrar en combate, al objeto de quedar más desembarazados y poder moverse con más agilidad en el campo de batalla, al tiempo que utilizaban el tamarco enrollado al brazo como elemento protector ante los ataques del enemigo, esta costumbre fue narrada por algunos cronistas de manera peyorativa como que los guanches iban las más de las veces desnudos.

    No deja de ser significativa la aportación de un historiador canario, al que algunos intelectuales, con más ánimo de adular que con conocimiento de causa, no dudan en calificar como el "fénix de las letras Canarias". Entre los muchos errores de bulto que recoge en su obra Antigüedades de las Islas Canarias, tiene el siguiente: "Visto ya el modo que tenían de alimentarse los antiguos isleños, pasaremos a examinar su manera de vestirse, seguros de que también hallaremos en esa parte nuevas pruebas del remoto y común origen que les suponemos. Porque, si sus rebaños de ovejas les ofrecían largas cantidades de lana, ¿de donde provino que jamás se aplicasen a hilarla y a tejerla y sólo se cubriesen de pieles, juncos y hojas de palma?...". Está claro que tan insigne historiador desconocía que las ovejas que tenían los guanches es la oveja africana, de pelo corto como el de las cabras, y por tanto, no apto para hilaturas.

    Inexactitudes como ésta nos han sido trasmitidas machaconamente durante centurias con el firme propósito de hacernos creer que nuestros antepasados eran unos pobres brutos que sólo se cubrían con taparrabos, y es de lamentar que aún hoy, en pleno siglo XXI, se continúe sosteniendo este tipo de falacias desde determinados medios de comunicación social e incluso en los colegios de Educación Primaria, donde imparten la enseñanza maestros españoles y, lamentablemente, muchos canarios carentes del más elemental conocimiento de la historia de Canarias.

    Con esta actitud de desprecio hacía nuestros ancestros, estos enseñantes foráneos inducen en nuestros jóvenes un sentimiento de rechazo hacía sus antepasados, los cuales les son presentados como algo extraño o lejano, pertenecientes a una etnia diferente, y no como a los abuelos de sus abuelos, consiguiendo así ir eliminando de las mentes jóvenes el concepto de pueblo diferenciado y autóctono, a cambio de imbuirlos de una serie de conceptos europeos (perfectamente orquestados) que son totalmente ajenos a nuestras raíces culturales, haciéndoles despreciar a sus antepasados, ignorando por imposición que éstos fueron portadores de una cultura milenaria que llegó incluso a enriquecer con aportes civilizadores a la incipiente sociedad europea de la Baja Edad Media, cuyos descendientes hoy nos dominan y culturizan gracias a una conquista armada que fue harto sangrienta y cruel.

    Otra de las imágenes que de nuestros ancestros frecuentemente pretenden trasmitirnos estos bárbaros, consiste en decirnos de manera peyorativa que vestían de pieles, como si el vestir de pieles finamente gamuzadas fuese sinónimo de atraso cultural.

    Curiosamente, en la civilizada Europa cuna de estos bárbaros, el uso de pieles estaba restringido a la realeza, a la nobleza y a algunos altos miembros del clero, estando su uso vedado bajo severas penas a las clases populares, éstas debían conformarse con el uso de fibras de esparto o cáñamo, lino y burdo paño para sus vestidos, siendo el lino el tejido más fino que llegaron a usar hasta que el algodón, importado de las colonias americanas, les liberó de las fibras tradicionales, pues los paños importados de Holanda o Inglaterra, a costa de un derroche de oro, era privilegio de unos pocos potentados. Esto era así, hasta el extremo de que en los abordajes de los piratas españoles, éstos valoraban en la presa tanto el oro o la plata como los cofres conteniendo vestidos o piezas de telas.

    En tierra, los salteadores de caminos asaltaban y mataban a los viandantes en ocasiones sólo por los vestidos que llevaban puestos. Por otra parte, el cuidado que los europeos de la época prestaban a su persona no era más exquisito del que prestaban a su vestimenta, como ejemplo podemos citar las referencias que sobre el particular nos proporcionan algunos historiadores españoles; éstos afirman que la Reina Isabel, la católica, sólamente cambió de saya y se bañó dos veces en su vida adulta.

    Es lamentable, que el desconocimiento a que se ha sometido a la población canaria sobre la vestimenta de nuestros antepasados, por parte de los poderes políticos imperantes y, sobre todo, por el clero, induzca a algunos canarios, guiados de la mejor voluntad, pero aceptado por ignorancia imposiciones más o menos solapadas de los estamentos dominantes, el que nuestros antepasados vestían con azaleas, es decir, con unas pieles de ovejas apenas tratadas y que para más escarnio son pieles de ovejas Merinas, las cuales fueron introducidas en nuestro país después de la conquista. Da pena ver cómo en determinados actos religiosos participan algunas personas disfrazadas y que creen, de buena fe, que van vestidos de guanches.

    Vamos por partes. Las ovejas que tenían nuestros antepasados eran las africanas, unas ovejas relativamente pequeñas y de pelo corto y liso, similar al de las cabras. Esta raza autóctona hoy en día está siendo recuperada, gracias a los desvelos de un matrimonio cubano afincado el Sur de Tenerife, aunque éstos le dan el nombre de oveja Pelibuey. La oveja Merina, como hemos dicho, fue introducida por los conquistadores, precisamente porque precisaban de su lana no sólo para la obtención de materia prima para sus tejidos, sino que, además, era un producto altamente cotizado para la exportación. Por consiguiente, si la oveja Merina fue introducida por los españoles después de la conquista, no era posible que los guanches vistiesen las pieles de las mismas. No deja de ser un insulto a nuestros antepasados el creer, y hacer creer, que la capacidad intelectual de éstos era tan limitada que se dedicaban a danzar en honor de una imagen, cubiertos con zaleas de ovejas Merina con todo su pelo y ¡en plena canícula!

    Dejemos que sean los historiadores, más próximos a las postrimerías de la conquista, quienes nos describan la vestimenta de nuestros ancestros. Historiadores que, por lo visto y oído, no son conocidos por quienes dicen defender nuestra cultura "popular", y mucho menos por los que "enseñan y educan" a nuestros hijos y nietos. Para éstos, y para los que sienten verdadera inquietud por las cosas del pasado de Canarias, incluimos al final de este modesto trabajo una lista de algunos títulos que consideramos de interés para un mejor conocimiento de la historia de Canarias.

    Fray Alonso de Espinosa
    «Su traje era (porque no tenían género alguno de lino, ni de algodón) un vestido hecho de pieles de cordero o de ovejas, gamuzadas a manera de un camisón sin pliegues, ni collar, ni mangas, cosido con correas del mismo cuero, con mucha sutileza y primor, tanto que no hay pellejero que tan bien adobe los cueros, ni que tan sutil costura haga, que casi no se divisa, y esto sin tener agujas ni leznas sino con espinas de pescado o púas de palmas o de otros árboles. Este vestido era abrochado por delante o por el lado, para poder sacar los brazos, con correas de los mismos. Este género de vestidura era común, llamaron tamarco y era común a hombres y mujeres: salvo que las mujeres, por honestidad, traían debajo del tamarco una como saya de cuero gamuzado que les cubría los píes, de que tenían mucho cuidado, porque era cosa deshonesta a las mujeres descubrir pechos y píes. Este sólo era su traje de grandes y menores, y éste les servía de cobertura para la vida y de mortaja para la muerte.»

    *******

    Fr. J. de Abreu Galindo.
    «El vestido de los canarios eran unos toneletes hechos de juncos majados muy juntos al cuerpo y tejidos que llegaban a la rodilla; y ceñíanlo por la cintura, y después se echaban encima unos pellejos cosidos muy primamente, que llamaban tamarco, en verano el pelo afuera, y en invierno adentro, muy galanos y pulidos; y en las cabezas, tocados de pellejos de cabritos, que desollaban enteros, y las garras caían por las orejas, amarrados al pescuezo; y algunos traían unos como sombreros con plumas en ellos; y los tamarcos y toneletes y los demás vestidos eran pintados de diversas colores de tintas, que hacían de flores y erbas. Y del mismo hábito usaban las mujeres de pellejos como refajos altos del suelo.

    Criaban cabello y cojíanlo atrás, como trenzados con juncos majados. Hacía las costuras de los tamarcos y cueros, con tanto primor y delicadeza, que no hubiera persona que su vista no engañara, para afirmar que se hicieron con agujas muy delgadas y hilo preciado portugués, y los repulgos de muy pulidas labraderas. Traían calzados unos pedazos de cuero de cabras, atados con correas del mismo cuero crudo».

    *******

    Antonio Sedeño.
    «Las pieles adobaban a modo de gamuzas de que hacían su vestido. El primero y más pulido una tuniceta con medias mangas cerradas hasta la sangradera y por bajo de la cintura, era en hombres y mujeres principales. En las mujeres ponían encima como enaguas de faldellón otro atado a la cintura y después otra ropa que las cubría todas como casacón o sobretodo. En los hombres eran tres, el primero del modo que dijimos a modo de justa cor[...roto] la rodilla el último pieles más gruesas y largo hasta los pies.

    Tenían calzado a modo de sandalias y medias de borceguíes. Los plebeyos andaban descalzos de pié y pierna y trasquilados barba y cabello y con un zumarrón de pieles sin costura por los hombros, los brazos de fuera y algunas veces con media manguilla y en lo interior tenían por la cintura cubiertas sus partes. Los nobles tenían cabellos largos, mayormente en lo alto de la cabeza le dejaban bien crecidos, y alrededor lo quitaban. La barba era larga y el bigote sobre la boca era quito.

    El vestido le cosían con nervios y correítas hechas de tripas de animales, y con espinas de pescado y agujones de palo y tenían por leznas y eran costuras muy finas y excelentes las gamuzas eran muy buenas adobaban [...roto]...tenían mujeres dedicadas para sastre.»

    *******

    Leonardo Torriani.
    «Los canarios vestían telas de hojas de palmera tejidas junto con juncos, con admirable labor y artificio. Con éstas hacían ciertas faldillas, más o menos como las romanas, y se las ceñían por encima del talle, para cubrirse honestamente las carnes. Después con algunas pieles de cabras blancas, muy bien preparadas y cosidas, se vestían el busto; y encima, a manera de capa, llevaban en invierno dos más, con su lana, abiertas por un lado, como si fuese una hopalanda, a la cual llamaban tamarco. En lugar de sombrero llevaban una piel de cabrito doblada, a manera de escofia alemana, atada arriba, donde está el cuello, dejando colgar las pieles de las patas. Este traje, como se ha dicho en el capítulo precedente, se acompaña en los nobles con pelo largo, y en los villanos con la cabeza afeitada. Las mujeres vestían pieles preparadas como los trajes de piel que se usan en Lombardía y en otros lugares fríos; y con ellas, como con un traje talar, se cubrían desde el cuello hasta los píes. Los pelos los trenzaban con juncos en lugar de cintas y los dejaban caer libremente sobre los hombros, dejando la frente descubierta, como principal campo de sus bellezas. Todo cuanto se refería al vestido canario era tan bien hecho y artísticamente cosido, como más diestramente se podría hacer entre nosotros. La tela tejida con hojas de palmera fue tan admirada por aquellos que la vieron, que su inventora (que según dicen ellos, fue una mujer) merecía ser celebrada entre ellos, como si fuese una Aracne, famosa entre los poetas».

    *******

    Tomás Marín de Cubas.
    Quizás uno de los autores que con más detalles han descrito los vestidos de los antiguos canarios, sea el historiador canario don Tomás Marín de Cubas, cuando nos narra la entrega de la reina Arminda al masacrador de pueblos, Pedro de Vera, con cuya entrega se dio por totalmente conquistada y sometida la isla de Tamarant (Gran Canaria). Veamos cómo nos cuenta el suceso don Tomás:

    «Después del mes de junio envió Pedro de Vera recado a D. Fernando Guanartheme, que hiciese venir á su sobrina (Arminda) con los demás nobles sus parientes, al Real, a entregarse como estaba pactado; y luego dieron orden de traerla desde Tirajana por Telde, sin que viniese con ella ningún cristiano español, traíanla en hombros cuatro capitanes nobles, de cabello largo rubio, en unas andas de palo a modo de parihuelas, sentada, vestida de gamuza a modo de badana o pieles adobadas, de color acanelado; venían delante de las andas cuatro capitanes con capotillo de badana llamados tamarcos, braguillas de junco, majos en los píes y guapiletes en la cabeza, y lo demás desnudo; al lado de las andas, algo hacía atrás, dos tíos suyos Faisajes, y después se seguía un grande acompañamiento de hombres, todos que servían de traer las andas a remuda. Salió Pedro de Vera con mucha gente al recibimiento, y ellos hicieron su entrega por medio de la lengua o intérprete, diciendo que allí venía la Señora de toda la tierra, heredera única y legítima hija de su señor Guanarthemy Guanachy Semidan, legítimo dueño y señor de la verdadera línea y sucesión de dominio y señorío de la tierra; y que ella entrega voluntaria, y todos sus tíos y parientes que allí venían, gobernadores de la tierra, en nombre y debajo de la palabra de su señor el muy poderoso y católico Rey D. Fernando entregaba su persona y personas al Capitán Mayor de los cristianos que allí presente se halla, que es Pedro de Vera, del Rey de Castilla y León. Pedro de Vera y demás caballeros la recibieron a pié, fue abrazando a todos con mucho cariño; traían todos los canarios el cabello suelto por las espaldas, y la Señora Arminda, que los españoles llamaron Almendrabella, traía vestido un ropón de gamuza con medias mangas hasta la sangradera y largo hasta los píes, y zapatos de lo mismo pespuntados, y vestía una tunicela debajo de la ropa con cuerpo de jubón a modo de justillo, de más delgada badana; era el cabello largo y rubio, aderezado con arte, y en él puestas algunas cosas de tocado que le habían dado a uso de España; y el faldellín pintado á colores; tendría veinte años, era gruesa y más de mediano cuerpo, robusta, el color algo moreno, ojos grandes y vivos y el rostro algo alegre y celebrada hermosura, la boca algo larga, la nariz pequeña, algo anchas las ventanas, el cuello redondo y crecida de pechos.»

    *******

    Creemos que con lo expuesto queda suficientemente aclarado que nuestros antepasados no vestían unas ridículas zaleas, tal como se nos ha venido exponiendo. Por el contrario, sabían aprovechar al máximo las fibras vegetales y pieles de animales que el entorno les ofrecía.

    Bibliografía

    Agustín Millares Torres, Historia General de las Islas Canarias. Edirca. Santa Cruz de Tenerife. 1977.

    Hermógenes Afonso de la Cruz (Hupalupa), Magos, Maúros, Mahoreros o Amasikes.

    Francisco García Talavera-José M. Espinosa Cejas, Juegos guanches inéditos. Colectivo. cultural “Valle de Taoro”. Santa Cruz de Tenerife, 1989.

    Tomás Marín de Cubas, Historia de las siete Islas de Canaria, 1687.

    Leonardo Torriani, Descripción e historia del Reino de las Islas Canarias, 1588.

    FR. J. de Abreu Galindo, Historia de la Conquista de las siete Islas de Canaria, 1632.

    FR. Alonso de Espinosa, Historia de Nuestra Señora de Candelaria, 1594.

    Antonio Cedeño, Costumbres de la Nación Canaria. Colección Tagorin. Editorial Benchomo. Santa Cruz de Tenerife, 1993.

    ------------------
    Eduardo Pedro García Rodríguez es miembro de la Asociación Sociocultural Kebehi Benchomo.

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  5. JORNADAS GUANCHES (II) Y TIGAIGA 2007

    Los Realejos 1-08-2007 - Luis Fco. Padilla Pérez



    “MÁS HISTORIA Y MENOS MITO”



    Dentro de las Jornadas Guanches que Alternativa por Los Realejos lleva celebrando como alternativa y protesta a la anacrónica procesión militar del pendón, que año tras año se realiza en este municipio como forma de apología de la derrota y conquista de nuestro país, se celebró esta vez la gozosa conferencia de Ignacio Reyes García.



    El viernes día 27 del julio, en el Teatro Cine Realejos, el acto tuvo lugar bajo el título: «Identidad Amazighe en las Islas Canarias». Me refiero a ella como gozosa ya que fue una auténtica delicia haber podido presenciar tan magistral plática. Se encendieron las luces, la gente no se cansaba de aplaudir y hasta les costó levantarse de la butaca, como con ganas de recibir aún más conocimiento. En las caras de cada uno se percibía la satisfacción. Vecinos y amigos nos animaron a reiterar anualmente estas jornadas, teniendo como mejor excusa la que todos ya sabemos. El mismo Ignacio Reyes me confesaba que en pocas reuniones había salido con tan agradable impresión y sensación de concordia.



    Importantes novedades se pudieron ir adelantando. Al igual que el señor Francisco Báez aprovechó dentro de nuestras jornadas para informar sobre su proyecto de trascripción literal e informatización de substancial documentación histórica, nuestro conferenciante del día 27, Ignacio Reyes García, hacía público sus sorprendentes descubrimientos:



    «Las letras y caracteres de las orlas puede entender el que alcanzare más que yo, y en ellas ejercitar su ingenio y mostrarlo, y no hará poco; porque hasta ahora ninguno las ha entendido, aunque se han enviado a muchas partes y reinos, y muchos hombres doctos, y en lenguas universales las han visto. Han querido decir algunos que no son significativas, sino puestas para ornato y hermosura: esto es, por no rendirse y decir que no las entienden. Mas yo, como ya estoy rendido, soy de parecer que son significativas, y que tratan de algunas excelencias de esta Virgen que no es ahora servida las entendamos, que no lo merecemos, porque para ornato otras laborcitas se podían hacer más fáciles y vistosas que no letras y no muy perfectas; mas si no fuesen letras que quisieran decir algo, no hubiera para qué las partes se dividieran con puntos, pues podían ir sucesivas. Ni había para qué pegar unas letras con otras, como se ve; esto quede para ejercicio de buenos juicios». Así se expresaba el fraile dominico Alonso de Espinosa en 1594.



    Al parecer, el “ejercicio de buenos juicios”, y tras varios siglos, llegó de manos del investigador Ignacio Reyes García. “Tratan de algunas excelencias de esta Virgen que no es ahora servida las entendamos, que no lo merecemos”, añadía el clérigo nacido en Alcalá de Henares. Casualmente, en estos momentos, donde nuestra sociedad empieza a tener más conciencia nacional, es cuando “las excelencias de esta Virgen” llegan a ser entendidas y ¿merecidas?



    Entendidas, y no ha hecho falta para ello enviarlas a “muchas partes y reinos”, no. El destino quiso que fuese en esta peculiar época y de manos de un compatriota nuestro, un canario, quien hallara la clave para descifrar las misteriosas inscripciones impresas en el manto de la talla original de la Virgen de Candelaria. Una incógnita abierta desde allá por el 1400, cuando se supone que apareció sobre las costas sureñas de Chinech.



    El historiador y filólogo, Ignacio Reyes García, brindaba ante todos los amigos que asistieron a su charla la novedosa noticia: esas letras que lucían los ropajes de la primitiva imagen, aunque reprodujeran caracteres latinos, componían textos redactados en el peculiar amazighe hablado en la isla de Tenerife. Este dato era la verdadera llave para la transcripción y traducción de unas frases que, por otro lado, daban cuenta exclusivamente de mensajes doctrinales cristianos y, de forma más específica, de contenido franciscano. Sin embargo, el culto colonial a esta advocación de la Virgen María (o Sep Meri, conforme a la designación que se le atribuyó en la escultura, según reveló este experto) se habría superpuesto a un culto insular de profunda y clara ascendencia norteafricana: esta Chaxiraxi isleña, conocida en la Grecia clásica como Atenea o como Tehenut en la tradición egipcio-líbica, evocaba la antiquísima creencia en una divinidad cósmica, una Diosa-Madre, identificada con la estrella Canopo, el huevo primordial de cuya explosión habrían nacido el universo y los seres humanos.



    Además, nuestro investigador también nos obsequió con un pequeño adelanto de la transcripción y traducción de uno de los conceptos trascendentales que aparecen en una de las frases esculpidas con caracteres amazighes en la cueva de Las Toscas del Guirre, en La Gomera, recientemente dada a conocer. En este caso, los datos lingüísticos completos tendrán que aguardar a la publicación de los resultados por parte del equipo oficial que analiza el yacimiento arqueológico. En cambio, Ignacio Reyes confía en poder exponer los enunciados marianos en el curso de este año, a través de un libro que ya tiene terminado hace algunos meses. Pero, tras las Jornadas Guanches que estamos celebrando, salimos con un estupendo sabor de boca, sabiendo que el buen trabajo de nuestros investigadores va dando importantes frutos. Cada vez vamos teniendo más historia y menos mito.



    (*) Prometió estudiar el término “Tarucho” referente a una zona geográfica de la Isla y que un asistente a la charla le cuestionaba. He aquí el resultado de su indagación:



    Como en el coloquio hubo quien tenía interés en conocer la etimología del orónimo (Roque de) Tarucho, he investigado un poco. La explicación parece relacionada con el lexema [R•S], aunque la afinación final quizá requiera de los conocimientos que poseen las personas que conocen el lugar.

    La raíz [R•S], la misma que encontramos en nuestros eres (o ‘pocetas’), presenta las siguientes acepciones pertinentes:



    1. Descender (bajar, hundir, caer).

    2. Estar en pendiente.

    3. Estar (a)bajo.

    4. Decaer.

    5. Posarse, colocarse, establecerse.

    6. Calmarse.



    El análisis interdialectal lleva a pensar que la forma original sería tarus, que deviene taruš (tarush), conlabialización

    por asimilación en contacto con la vocal posterior -u- (cambio fonético bien acreditado en las hablas continentales

    e insulares). Pero en su significado exacto es donde convendría movilizar la experiencia de los asiduos del lugar.

    Las opciones se pueden reducir a tres posibilidades básicas: (a) ‘declive’ (bien como pendiente o bien como

    deterioro); (b) ‘posición (fija)’ y (c) ‘pausa, suspensión’ (que admite incluso una lectura algo menos terrenal

    y un poco más esotérica o mágica).

    http://www.azarug.org/debate/viewthread.php?tid=5927



    Igualmente tengo que expresar la gratificante impresión que nos dejó a todos los que asistimos al homenaje a Bentor. Así fue, un esperanzador encuentro donde se dieron cita colectivos como Auchon Guanil; Kebehi Benchomo; Tamusni; Alternativa por Los Realejos; Movimiento UPC o destacados compañeros, como Álvaro Morera o Guayre Adarguma, presidentes, respectivamente, de las asociaciones Tamusni y Kebehi Benchomo; Gregorio Hernández, de Asamblea por Tenerife; Domingo Delgado, de MUPC; Isidro Cedrés, del grupo Auchon Guanil; promotores y animadores desde hace años del acto de homenaje al Mencey Bentor, así como numerosos vecinos de Los Realejos. Fue ésta una semana realmente constructiva y de encuentros en el municipio de Los Realejos.



    Esperemos que este tipo de encuentros se prodiguen y que incluso se sumen otros grupos importantes que faltan, que empecemos a hacer unidad. http://elguanche.net/Ficheros/homenajebentor2007.htm



    Ni el sofocante calor que rondaba los 40 grados pudo frenar la sangre guanche que corre por nuestras venas, empujándonos por la pronunciada pendiente del camino real que escala la ladera de Tigaiga hasta el Mirador de El Lance, al son del bucio, chácaras y tambores. Tanto era el calor en la zona que, varias horas más tade y a pocos kilómetros de allí, surgiría el penoso incendio del que todos ya tenemos noticias, como si el espíritu de Bentor aprovechara la ocasión para hacer su enérgica protesta y llamada de atención ante la desesperante situación colonial y de deterioro que sufre el país. Una situación ésta que con el fuego se pone aún más de entredicho, helicópteros de prestado, refuerzos de prestado, un presidente español que se ofrece a prestar su imagen en esta catástrofe para ir haciendo campaña. ¿Hasta cuándo vamos a vivir de prestado? ¿Para cuándo la libertad?



    MIENTRAS, NOSOTROS SEGUIMOS CELEBRANDO NUESTROS ACTOS ALTERNATIVOS.



    El próximo sábado a las 18:00 toca el turno al conferenciante José Manuel Espinel Cejas, “Juegos Guanches“. Muy amenas e interesantes actividades las que podremos disfrutar, así como de un coloquio y exposición audiovisual, a mano de tan ilustre personaje en la materia. Una forma lúdica de adquirir conocimientos que promete hacer pasar un fin de semana diferenta a mayores y pequeños.



    ACUDE A LOS ACTOS,

    ES UNA FORMA DE PROTESTAR CONTRA EL COLONIALISMO



    JUEGOS GUANCHES, José Espinel Cejas, Casino de la Cruz Santa y Plaza. 4 de Agosto (18:00).

    PROYECCIÓN DE LA PELÍCULA LOS GUANCHES, Sede de Alternativa por los Realejos, C/La Pila nº 14, Realejo Alto. 10 de Agosto (20:30).



    Enlace relacionado; http://www.mundoguanche.com/foros/viewtopic.php?t=1852

    Si tú también quieres defender y trabajar por “lo nuestro” puedes hacerlo con nosotros acudiendo a las reuniones que organizamos en nuestra sede, Alternativo por los Realejos, C/La Pila nº 14, Realejo Alto. También nos puedes contactar en nuestra Web, www.alternativaporlosrealejos.org correo electrónico, info@alternativaporlosrealejos.org

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  6. SOLSTICIO DE VERANO EN EL AUCHÓN DE ANOCHEZA



    Guayre Adarguma



    La tarde estaba espléndida, una fresca brisa movía la flora transportando en el aire por la ladera de Anocheza aromas de incienso moro y tabaibas mezclados con el evocador aroma de las higueras y el grato sonido del balar de las cabras. Allí los espíritus inducen a la mente a evocar tiempos más bucólicos en que la tierra aún no había sido prostituida por los excesos del piche y las ingentes moles de cemento.



    Desde aquel lugar disfrutamos de una extensa panorámica del Valle Sagrado de Güímar, resaltando en el paisaje los conos volcánicos entre los cuales se acentúa Montaña Archaco lugar sagrado de nuestros ancestros, sitio primigenio donde fue adorada Nuestra Magnnét Chaxiraxi.



    En este privilegiado lugar los hermanos que conforman el Auchón de Anocheza decidieron celebrar el Solsticio de Verano y la ofrenda a los espíritus de nuestros antepasados, los cuales indudablemente nos envolvieron trasmitiéndonos sentimientos de amor, paz y concordia con el género resto del humano.



    Como anécdota entrañable fue el debate suscitado entre un grupo de niños entre seis y once años los cuales debatían en torno a su condición de guanches del siglo XXI, detalle que nos induce a aumentar nuestras esperanzas en el futuro.



    Al toque de bucios prendimos la hoguera del Fuego Sagrado, el cual se elevó en grandes lenguas hacía el cielo al tiempo que su calor envolvía a todos los asistente y su luz iluminaba el entorno en un abrazo vivificador.



    Acto seguido, acompañada del son de bucios, chácaras flauta y tambores, la asamblea, presidida por el Guadameñe, procedió al ritual de ofrenda a los espíritus de los ancestros ante el Efeken de Anocheza. La ofrenda fue portada por los niños y ofrecida por el guadameñe, la lectura del ofrecimiento estuvo a cargo del hermano Romar, quien la expresó en los siguientes términos:



    “Ustedes, espíritus ancestrales que son y que están presentes en nosotros y que con nosotros continuaremos en nuestros descendientes el camino hacia el Seno de Magek mientras esta realidad exista.



    Queremos agradecerles la guía que prestan a nuestras vidas y la presencia entre nosotros en estos momentos de especial significación para los Magos. Por eso se diseñó la ofrenda de la leche, la miel, el gofio y la sal, en la que está incluido el propósito de la persona, la sinceridad, la humildad, la integridad, la disponibilidad y la voluntad que reafirmamos en cada akano o asano.



    De esta manera nos fue transmitido. Y nosotros lo hemos recibido como un sagrado legado que debemos preservar para las siguientes generaciones y compartir con el resto de la humanidad.



    Como recordatorio de este compromiso, realizamos las trescientas sesenta y cinco oraciones a Nuestra Diosa Magek. Algunos lo hacen diferente; nosotros hemos tomado este diseño basado en nuestra propia inspiración de ver la vida, de comprometernos con la vida, de tener un pensamiento positivo para cada día del achano o asano.



    ¡¡Uh!! Magné Mastáy Achen tumba Manéy.



    Tanemir uhana gek magék Enehana benijime harba

    Enaguapa acha abezan.



    Cuya traducción al castellano es la siguiente:



    ¡¡Oh!! Madre del cielo Madre de la tierra.



    ¡Oh! Madre del cielo, Madre del crecimiento de la hermandad,

    Madre de lo nuevo’.



    Gracias poderosa Sol / por salir un día más

    para alumbrar la noche.



    El Mago es un ser que ama, y que está ahí para acrecentar sus maneras de amar, y poder transmitir el cariño, el amor que le han entregado La Diosa-Madre Universal Chaxiraxi, La Diosa Magek , y Los Dioses Achuguayu y Chayuga, los Espíritus de los Ancestros, de La Madre-Tierra , el Aire y el Agua. En el día y en la noche estamos en total alerta, tratando de ampliar nuestra percepción y de recibir la instrucción tan concientemente como podemos. Un Mago o Maga es aquel o aquella que abre un espacio dentro de sí mismo, dejando ir aquellas cosas que ya conoce bien y que no valen la pena, y poniendo cosas mejores que sí valen la pena.



    Por ello amados ancestros hoy estamos aquí en este lugar sagrado con propósito inquebrantable de asumir lo positivo, lo que realmente vale la pena para nuestro crecimiento y desarrollo espiritual, alejados de inútiles oropeles y falsas fastuosidades.



    Estamos congregados en torno a la Naturaleza, templo perenne ante el cual se ve postrada la vanidad humana.

    Por todo lo expuesto y por otras muchas razones, los fieles de la Iglesia del Pueblo Guanche nos congregamos en este día para venerar a Nuestra Diosa Magek, aspecto visible de la Gran Madre Universal Chaxiraxi, y rendir homenaje a los espíritus de nuestros ancestros.



    ASÍ SEA.”



    A continuación procedimos a la comida de hermandad, la cual transcurrió en un ambiente de franca armonía y camaradería en la que los protagonistas fueron los niños y, durante la que degustamos entre otras viandas unos conejos de corral preparados en salmorejo, fritos o asados a la leña según el gusto y unas papitas peladas, acompañado de un excelente vino tinto procedente de la medianías del norte, todo ello elaborado y ofrecido con amor por la hermana Nayra y su familia.



    Que duda cabe, los espíritus se encuentran más a gusto en un cuerpo contento.



    Want’ ijamaynut Magek 8º akano n tallit taynay tagwancet. (Junio de 2008)

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  7. ATAQUE DE UNA ESCUADRA INGLESA A SANTA CRUZ DE TENERIFE
    EL 25 DE JULIO DE 1797 (I)

    Eduardo Pedro García Rodríguez*

    En los hechos de armas que han tenido lugar tanto en nuestra isla como en las restantes del Archipiélago Canario, los cronistas e historiadores se extienden ampliamente narrándonos la situación de las tropas la disposición de la artillería y, sobre todo, las acciones supuestamente heroicas de determinados protagonistas que han intervenido en algún enfrentamiento o combate. Mitificando los comportamientos supuestamente heroicos, reales o fraguados en las mentes de los actores, cuando no, fruto de la cohorte de aduladores que suelen pulular alrededor de quienes ostentan algún poder por mediocre que éste sea. Este planteamiento, naturalmente, no es aplicable a un buen número de personas que, haciendo honor a su condición de hombres de bien y de patriotas canarios que, al margen de su situación social o económica actuaron en aquella ocasión con el valor y el arrojo que las circunstancias demandaban. Estos historiadores y cronistas coloniales suelen olvidar con frecuencia a los verdaderos protagonistas, que por no gozar en la época de la consideración de vecino -como contribuyentes- o ocupar empleos artesanales o de servicios, y por su condición de nativos, son despreciados por el estamento dominante y casi siempre despojados de los méritos contraídos en determinadas circunstancias al producirse peligros ciertos para la comunidad, tales como incendios, inundaciones, epidemias o ataques de algún enemigo del exterior, a pesar de que, sin la intervención de éstos, indudablemente los hechos hubiesen podido tener otros derroteros.

    [Abajo: Vista actual de Igueste de San Andrés]

    La situación que hemos reseñado anteriormente, se da entre los atalayeros de nuestras islas, hombres que realizaban una función vital para la seguridad de los pueblos y que, con sacrificios sin cuento, velaban mientras los ciudadanos descansaban tranquilamente. Fue una ocupación poco apetecible por la precariedad de medios con que se veían obligados a desarrollar su cometido de vigías. Siendo los ojos que velaban mientras que el resto de la población dormía, carecían de abrigos adecuados y agua potable, pobremente alimentados y con un salario ínfimo. Estaban continuamente expuestos al sol, a la lluvia y a los continuos vientos inclementes que azotaban los lugares donde tenían que desarrollar su labor de vigías. Un ejemplo de lo que venimos diciendo nos lo aporta las atalayas de Anaga, las cuales jugaron un destacado papel en los hechos (no reconocidos debidamente) el 25 de Julio de 1779, ya que de no haber contado la plaza de Santa Cruz con la eficaz alerta de los vigías de las atalayas de Anaga, los resultados de la invasión inglesa hubiesen podido ser muy diferentes a los que conocemos.

    El lector puede hacerse una idea del secular aislamiento a que ha estado sometida la comarca de Anaga, y dentro de ella, de manera muy especial el pago de Igueste o Egueste, hasta fechas muy recientes, mediante algunos de los pasajes que sobre este antiguo Achi Menceyato a finales del siglo XIX nos ha legado el viajero y escritor Belga Jules Leclercq: ..."A las ocho de la mañana, me despedí de mis huéspedes, para regresar a Santa Cruz por la vertiente meridional de la cordillera de Anaga. Los caminos en esta vertiente so "...A las tres, llegamos ante una pobre choza, que era la vivienda del buen canario. Me invitó a entrar, e izo que su mujer me sirviese dos huevos y un vaso de agua, excusándose por no tener vino. El canario no vende su hospitalidad: por suerte, me quedaban unos cigarros, y esto fue todo lo que logré que aceptara a cambio de sus buenos servicios". ..."¡Qué diferentes estas afectuosas costumbres de las de algunas partes de España, de donde el extranjero es expulsado como un malhechor! En Noruega, y en otros países primitivos, he encontrado pueblos afectuosos y hospitalarios, pero dudo que ninguno de ellos pueda rivalizar, en este sentido con los buenos isleños. ¡Dichosos país en el que no es posible dar un paso sin encontrar por el camino un guía, un amigo, un hermano! Estos encantadores hábitos se encuentran, generalmente, en las islas fértiles que gozan de temperatura constante" " aún peores que las del lado norte. Al consultar el mapa, se podría creer en la posibilidad de llegar en media hora al pueblecito de Igueste, primero que se encuentra a partir del faro.

    Pues bien, yo no tardé menos de cinco horas en cubrir dicho trayecto, porque este terreno volcánico está tan sembrado de piedras afiladas como hojas de cuchillo y formado por tantas rocas cortadas a pico, barrancos y precipicios, que el camino se duplica".

    "Esta es la excursión a caballo más peligrosa que he hecho desde que recorro montañas...".

    En estos agrestes parajes tan bien descritos por Jules Lecclercq, René Verneau y otros científicos y aventureros europeos, desarrollaban su labor los sufridos atalayeros.

    En un interesante libro elaborado por el colectivo "Atalaya" de Igueste de San Andrés y titulado precisamente Igueste rincón de Anaga, los autores nos dan una de las pocas referencias escritas que existen sobre las atalayas que existían en Anaga, en él nos van desgranando las diferentes funciones que realizaban los atalayeros conforme a las necesidades de las épocas, en unas ocasiones las causas de las vigías estaban motivadas por las epidemias con que con bastante frecuencia Europa o América acostumbraban a "obsequiarnos", y en otras, por las alertas motivadas por las frecuentes guerras europeas o por las visitas de piratas y corsarios.

    El Cabildo de Tenerife, ante los avisos recibidos de epidemias en Europa, dispone como medidas de protección sanitaria el que las atalayas den aviso de la presencia de barcos sospechosos de ser portadores de la infección (anunciando el rumbo que traía las naves.)

    Alguna de las medidas preventivas tomadas, consistía en la vigilancia de los puertos y caletas por los guardas o rondas de salud quienes sometían a cuarentena a los navíos sospechosos de estar infectados. Una de las primeras epidemias sufridas en la islas después de la conquista, tubo lugar en 1505-1507, en Anaga, cuyo foco principal fue localizado en el valle de Abikure o Abikur, ( hoy San Andrés) posiblemente debido a los contactos que los Ibautes, familia de notables de Naga o Anaga, que acostumbraban a mantener relaciones con piratas y esclavistas europeos, desde tiempos anteriores a la conquista, en que el negrero Salazar, al servicio del bandolero Alonso Fernández de Lugo, frecuentaba las costas de Anaga para llevar a cabo las razias contra los menceyatos de Tegueste, Tacoronte y Taoro.

    Precisamente en el Valle de Abikure o San Andrés, tuvo lugar el primer confinamiento sanitario después de la invasión de los españoles de que tenemos noticias en la isla.

    En reunión del Cabildo de 26 de Mayo de 1505, el segundo asunto tratado fue referente a la epidemia que azotaba a la familia Ibaute, por lo que: "Ovieron plática en cabildo que hay cierta noticia e información que en Anaga, en las moradas de Diego de Ibaute e Guaniacas e Fernando de Ibaute e sus hermanos a avido e ay mal pestilencial de manera que en pocos días an fallecido muchos dellos e por remediar el daño que del comunicar con ellos se podría recrecer mandaron dar un mandamiento contra los susodichos para que estén en sus moradas e sitio donde moran e se entiende en todo el valle donde moran y no vengan a comunicar con las otras personas desta isla, ni salgan de dicho valle, ni se junten con ninguna persona otra y si alguna persona inorantemente fuere a hablar con ellos, que le avisen y se aparten dellos."

    El 10 de septiembre de 1508, el Cabildo hace pregonar las precauciones a tomar ante la posible arribada de navíos procedentes de las tierras que no están sanas y mueren de pestilencia en especial de las islas de La Madera, Cabo Verde y Las Azores.

    Las epidemias de 1513-1514 y las de 1520 y 1530 por pestilencia en Gran Canaria, Lanzarote y La Gomera. Esta situación, motivó que el Cabildo de Tenerife acordara pagar seis doblas a los dos guardas de la salud (atalayeros) que vigilaban las Punta de Daute y la de Anaga. Como consecuencia de las epidemias de Sevilla, Madeira y Gran Canaria, en 1524 el Cabildo acuerda que se vigile "El Valle de Salazar hasta la punta de Anaga..."La situación se renueva con nuevos casos de calenturas y modorra en los años 1568 y 1579. Las atalayas de Anaga desde su emplazamiento en el siglo XVI hasta el XVIII, empleaban como sistema de comunicación señales el fuego y el humo en horas determinadas y según los barcos avistados.

    En 1793, se crea un plan de vigías dividiendo la isla en cinco zonas, correspondientes a los cinco regimientos de Milicias, a cuyo cargo quedaba su cumplimiento y vigilancia. Al cargo del regimiento de Abona quedaban tres centinelas o atalayas en Arico, en Guía de Isora dos, en Granadilla, Chasna y Valle Santiago, una en cada jurisdicción. Las de Buena Vista, Los Silos y El Tanque y Punta de Teno. Estaban al cargo del regimiento de Garachico. Al regimiento de La Laguna le correspondía organizar y mantener las de Taganana, Tejina, Valle de Guerra y Tacoronte, quedando excluidos los regimientos de La Orotava y Güímar, por las amplias zonas costeras que debían cubrir con sus fuerzas.

    Desde la Atalaya de "La Robada" o "Atalaya Vieja" en Igueste de San Andrés, Don Domingo Izquierdo, también conocido como Domingo Palmas (que había sido agregado a la atalaya de Igueste con motivo del estado de alerta, y por ser entendido en el uso de las señales con banderas) cumplía sus funciones de atalayero, con sueldo de 20 pesos mensuales, concediéndosele además las tierras que pudiera cultivar en aquellas ingratas laderas y licencia para construir una casa, suponemos que a su costa.

    Mientras sus compañeros José Matías, Luis Rodríguez y Salvador García descansaban, esa noche a don Domingo le correspondía hacer guardia, decidió con su habitual resignación a pasar otra noche de tedio, se arropó en su manta pues a pesar de estar en pleno verano, aquella madrugada del 22 de Julio estaba resultando bastante fresca debido a los fríos vientos de los Alisios que por aquellas alturas se hacen notar. Sentado en el pollo del mirador de la atalaya Don Domingo compaginaba sus pensamientos con un continuo escudriñar en la oscuridad tratando de descubrir las velas cualquier navío que se aproximase a las costas de la isla, misión en la que ponía el máximo empeño pues le habían ordenado poner gran cuidado en su labor ya que el Rey de España estaba en guerra con Inglaterra, y era de esperar alguna tentativa de ataque a la isla por corsarios o escuadra inglesa.

    Sobre las cuatro y media de la madrugada, Don Domingo, oteando a través de la oscuridad vislumbró una serie de siluetas de navíos, inmediatamente dio aviso a sus compañeros, uno de los cuales se desplazó al pueblo de Igueste y despertando al barquero, aparejaron el bote, (que en la época era el medio de transporte más rápido entre Igueste y Santa Cruz) e iniciaron de inmediato la travesía hacía la plaza y puerto en el bote de éste, a las siete y media de la mañana entregaban el aviso en la fortaleza de San Cristóbal.

    El General Gutiérrez ordenó al comandante del batallón de infantería - segundo jefe de la plaza- Don Juan Creagh, oficiar al vigía Don Domingo Izquierdo acusándole recibo del parte al tiempo que le encargaba la mayor vigilancia, "notificando por escrito con claridad cuando ocurra novedad de alguna atención, y que al anochecer le despache "Vm. Una exacta relación de cuanto haya ocurrido y observado durante el día con expresión de las embarcaciones que quedaren a la vista y sus rumbos, no omitiendo hacer las señales establecidas". A partir del momento en que el General Gutiérrez recibió el parte de la atalaya, comenzó a impartir las ordenes oportunas para poner la plaza en estado de defensa, como posteriormente veremos.

    Al amanecer del día 22 de Julio de 1797, se avistó frente a la plaza de Santa Cruz Tenerife, una escuadra inglesa compuesta de cuatro navíos de línea, tres Fragatas, un cúter y una obusera; el Teseus, de 74 cañones en que enarbolaba su insignia de comandante de la flota, el vicealmirante Horatio Nelson, siendo capitán R. Willett Miller: El Colluden, también de 74 cañones, al mando del capitán Tomás Troubridge, El Celoso de 74 cañones, su capitán Samuel Hood; El Leandro, de 50 cañones mandado por el capitán Tomás Thompson; y las fragatas, el Caballo Marino, de 38 cañones, capitán Fremantle; la Esmeralda, 36 cañones, su capitán Waller, y la Tercipsicore, 32 cañones, mandaba ésta el memorable capitán Bowen (quien como se recordará apresó la fragata española Príncipe Fernando), además acompañaba a la formación el cúter Fox, al mando del cual venía el teniente Gibson, y la obusera rayo, que había sido capturada a los españoles en las operaciones del bloqueo de Cádiz.

    Esta potente escuadra contaba con una potencia de fuego compuesta de 393 cañones, frente a los 84 de que se disponía en litoral santacrucero.

    Afortunadamente, los ingleses no hicieron uso de su potencial de fuego por las razones que veremos más adelante, pues no entraba en los propósitos de Nelson el destruir la ciudad ni sus fortificaciones y mucho menos ocupar la isla. La flota se mantuvo al pairo en formación frente a Santa Cruz fuera del alcance de los cañones de los fuertes y baterías de la plaza.

    Ya desde el 20 de Julio, el contralmirante Nelson, tenía elaborado la primera fase del plan de ataque, el cual sería ejecutado bajo las ordenes del comandante Thomas Troubridge, quien tendría bajo su mando a los oficiales Hood, Freemanle, Bowen, Miller y Waller, el capitán de tropas marinas Tomás Olfiel, y el subteniente de artillería Baynes. Las fuerzas compuestas de 995 hombres, entre oficiales, soldados de marina, artilleros, marinos y criados, embarcados todos en las fragatas "caballo Marino", Tersipcore y Esmeralda. Con estas fuerzas debían tomar la altura de Paso Alto poniendo el máximo cuidado en no ser descubiertos, y embarcando en los botes todos los hombres posibles, además de las piezas de artillería, escalas, plataformas para la misma, y todos los pertrechos necesarios para la expedición.

    El plan en esta primera fase consistía en desembarcar en las proximidades de fuerte de Paso Alto, lejos del alcance de sus baterías, tomar la altura del "Risco" y desde esta posición batir al fuerte hasta rendirlo y tomarlo, posteriormente el comandante Troubridge debía hacer llegar al comandante de la plaza general Gutiérrez, una carta ultimátum escrita de puño y letra del contralmirante Horacio Nelson conminándole a la rendición, al tiempo que le hacía partícipe de sus verdaderas intenciones, y de lo que realmente pretendía con el ataque. Dicha carta permaneció en el bolsillo del portador en espera de que la suerte de los invasores cambiara de signo, pues en esta ocasión les fue negativo como veremos a continuación.

    A las doce de la noche las fragatas siguiendo las instrucciones del comandante, se acercaron a la rada para situarse a unas millas de la costa fuera del alcance de los cañones, pero se encontraron según testimonio del propio Nelson, "con una fuerte ráfaga de viento, que soplaba de afuera y una corriente contraria", que impidió el que las fragatas pudiesen aproximarse hasta el lugar previsto para anclar, obligándolas a maniobrar durante toda la noche para mantener la formación.

    Viendo la imposibilidad de que las fragatas pudiesen llevar a cabo el plan de desembarco, a la una de la madrugada Nelson dio orden al Theseus para que se acercara a la línea de batalla y ordenó a los capitanes Troubridge, Bowen y Oldfield, que se reuniesen con él en su cámara.

    Comentando las incidencias de la acción, ante unas copas de buen vino de oporto, los oficiales propusieron a su jefe algunas variaciones en el plan inicial, sin dudas provocadas por la escasa fe que les inspiraban los soldados puestos a sus órdenes, pocos prácticos en operaciones en tierra. Los cambios propuestos consistían en no expugnar la fortaleza de Paso Alto, sino saltar a tierra con la mayor rapidez posible y tomar posesión inmediata de las alturas que la rodea y para desde allí dominarla y rendirla, sin pérdidas de hombres ni comprometer el éxito del ataque. La única modificación entre este plan y el primero consistía en no tratar de tomar la fortaleza al asalto. Nelson aprobó sin discusión la propuesta de sus capitanes.

    Embarcadas las tropas en los botes, éstos se encontraron con las mismas dificultades que los navíos, en una bahía abierta y expuesta a los vientos que soplan del nordeste, del este y del sudeste: (y que cíclicamente suelen soplar con tal violencia, que han estrellado a más de una flota contra la rivera) El fuerte viento contrario, unido a la oscuridad de la noche deshizo varias veces la formación, les impidió avanzar hacía la playa. Tuvieron que esperar a que amaneciera para intentar de nuevo el desembarco, perdiéndose así el factor sorpresa, basa en la que los ingleses fiaban la garantía del éxito de la operación.

    Al alba los centinelas de Santa Cruz dieron la voz de alarma, las campanas tocaron a rebato tardaron poco tiempo en ocupar sus puestos las milicias del lugar. Desde Santa Cruz se divisaba el grueso de la flota inglesa y algo separadas y en disposición de avanzar 30 botes de desembarco formados en dos divisiones: una, de 18 lanchas enfilando la playa del Bufadero, y otra, de 12 frente a Paso Alto posiblemente con el propósito de desembarcar a sus hombres por la playa de Valle Seco.

    Sobre las seis de la mañana, las lanchas remaban fuertemente hacía la playa. Sin embargo los disparos de las baterías de la plaza, especialmente los efectuados desde la fortaleza de Paso Alto, contuvieron a los ingleses, obligándoles a virar en redondo y buscar la protección de las Fragatas.

    Los observadores que desde tierra seguían las maniobras de los buques, vieron como los navíos de la escuadra intercambiaron diversas señales, y a las nueve y media de la mañana la flota de botes de asalto, inició de nuevo el desembarco por la playa del Bufadero, acompañándoles en esta ocasión el éxito.

    El desembarco se hizo tranquilamente, sin que los ingleses encontrasen resistencia alguna en aquellos parajes, pero, indudablemente, cometieron un error de apreciación, debido al desconocimiento de la zona, o quizás confiados en la experiencia de los 250 hombres que mandaba el capitán Oldfiel componían las fuerzas veteranas de marina, por una causa u otra, la cuestión es que, dejaban entre el cerro de La Altura, y la posición ocupada, el barranco de Valle Seco, obstáculo éste prácticamente insalvable por lo agreste y escarpado de las vertientes del valle, además era zona fácilmente defendible con muy pocos hombres desde las alturas, el desembarco fue lento debido a lo agreste de la playa y lo embarazoso del material que tenían que transportar a brazos, la artillería y las plataformas para la misma, más los pertrechos de campaña, los asaltantes dieron inequívocas muestras de desorientación y desconocimiento del terreno a pesar del concurso prestado por un práctico malayo que meses antes había apresado el capitán Bowen, y que había sido marinero de la fragata Príncipe Fernando. Una ves tomada la cabeza de playa, Troubridge, ordena a sus tropas tomar las alturas de La Jurada, creyendo que desde esta posición le sería fácil ocupar el risco vecino, pero no tuvo en cuenta la existencia del valle seco con ambas márgenes cortadas a pico en medio de ambos enclaves, como hemos apuntado anteriormente. Troubridge, pudo ordenar el avance de sus tropas por el camino de San Andrés, libre en aquellos momentos, e iniciar la ascensión del risco por la vertiente norte de Valle Seco, inexplicablemente, no lo hizo, quizás por temor a que la altura estuviese ya ocupada por las milicias Canarias, - como así era - en todo caso, se limitó a ordenar la ocupación de la altura de La Jurada. Las tropas inglesas se dividieron en tres secciones, la primera inició el ascenso hacía la cima de La Jurada, la que alcanzó sobre las doce de la mañana, las otras dos, quedaron apostadas en la falda de la montaña en espera de las órdenes de sus jefes. En esta fase de la operación las milicias Tinerfeñas ya habían tomado posiciones en el risco de la altura y en las inmediaciones de la fortaleza de Paso Alto, haciendo prácticamente imposible, cualquier avance de las tropas inglesas. En el bolsillo de jefe de la expedición inglesa, quedó el ultimátum dirigido por Nelson al general Gutiérrez sin que en esta ocasión, tuviese utilidad.

    Mientras estos tenían lugar en el Bufadero, veamos las medidas que se tomaban en la plaza para contrarrestar la acción de las tropas inglesas. Aleccionado por sus colaboradores, el General Don Antonio Gutiérrez, previendo que el enemigo pretendía adueñase de las alturas que dominan el castillo de Paso Alto, o bien el proteger un desembarco de otras tropas durante la noche, para tomar las alturas y caminos que conducen al interior de la plaza, y combinar un ataque por el frente y espalda.

    En previsión de ambas posibilidades, los defensores decidieron dividir sus fuerzas, y así, mientras el teniente coronel del batallón de infantería de Canarias, Don Juan Creagh, "quien se ofreció voluntario", pasaba inmediatamente a La Laguna en unión del teniente del regimiento fijo de Cuba Don Vicente Siera y de 30 soldados del Batallón de Canarias, y con una partida de prácticos de La Laguna, dirigirse por los valles para vigilar los movimientos del enemigo, por otra parte se dispuso que partidas sueltas se apoderasen del risco de la Altura y lugares inmediatos

    .Para conseguir el objetivo señalado se organizaron las partidas de la manera siguientes: Una de cuarenta soldados del batallón de Canarias, bajo las órdenes del subteniente Don Juan Sánchez, otra compuesta de veinticinco de la división de granaderos con la que iban los capitanes Don Luis Román y don Felipe Viña; los tenientes Don Mateo Calzadilla, Don Antonio Carta, don Antonio Monteverde y Don Laureano Arauz; los subtenientes Don Tomás Velazco, don Carlos Buitrago y Don Vicente Espou, y el ayudante Don Pascual de Castro. Otra de sesenta hombres de las banderas de Cuba y La Habana, mandada por el segundo teniente Don Pedro de Castilla. Otra de cuarenta hombres de la tripulación de la fragata francesa "La Mutine", a las órdenes de su capitán Pomiés y del teniente de navío Faust

    Estas cuatro partidas estaban bajo las órdenes directas del VI marqués de la Fuente de las Palmas Don Domingo Chirino, quien se había ofrecido voluntario para dirigir dicha partida. Fue tal la ligereza y destreza mostrada por las tropas Canarias que cuando estas fuerzas ocuparon la cima del risco de la Altura, los ingleses aún no habían coronado la de la Jurada conseguido el objetivo, don Domingo Chirino, a la vista de las fuerzas enemigas pidió refuerzos y avituallamiento al General Gutiérrez en un parte redactado en los siguientes términos: "Mi Gral: nos hallamos en la altura mas bentajosa que es la de por detrás de Pasoalto: de esta hemos visto situarse los ingleses en las del Valle Seco: Mr. Fontel (*) dice sería muy util qe. V.E. haga traer a este sitio una pieza de a cuatro que a fuerza de brazos se subirá pues nos recelamos que ellos tamn suben Artll.ª se necesita mas gente y los Artill.s necesarios p.ª el manejo del cañon y pan y Queso o lo que V.E. guste.

    El Marqués de la Fuente de las Palmas".

    Exmo. S.or Dn Antonio Gutierrez.

    (*) Se debe referir al teniente Faust.

    La petición del Marqués, no fue atendida con la premura que las circunstancias demandaban pues en otro parte posterior el Marqués acusaba recibo de la munición de boca, y siete franceses que se unieron al destacamento, y se quejaba de no haber recibido los refuerzos solicitados

    Poco tiempo después son destacados para reforzar las posiciones mantenidas por las milicias, una compañía de cazadores compuesta de 16 artilleros y cuatro piezas de campo, al mando del capitán del batallón de infantería de Canarias don Miguel Caraveo, siendo el teniente Don José Feo y subteniente Don Francisco Dugi. Causó especial admiración entre los oficiales españoles, la intrepidez, ligereza y arrojo, mostrado por veinte milicianos del batallón de La Laguna, quienes bajo las ordenes directas del cabo Don Florencio González, subieron a hombros las cuatro piezas de artillería con sus montajes, juegos de arnés y municiones.

    Para tener una idea del desmesurado esfuerzo que supuso esta hazaña debemos tener en cuenta que las laderas del risco de la altura son prácticamente verticales y su cima está a 229 metros sobre el nivel del mar. Montada la artillería, se inició un intercambio de fuego de fusiles, de un cerro a otro, sin que este ni el de los cañones pudiesen causar daño alguno entre los dos bandos debido a la distancia que les separaba y el corto alcance de las piezas empleadas.

    Las únicas bajas producidas en esta acción, fueron las de tres ingleses, cuando un destacamento de los mismos se desplazó a una fuente existente en el barranco de Valle Seco, dos fueron abatidos y un tercero murió al escalar a toda prisa la vertiente del valle posiblemente a causa de un sofoco producido por lo áspero del terreno y por las altas temperaturas que en el mes de Julio suele reinar en la zona.

    Al tener conocimiento el general Gutiérrez, por medio de un parte remitido por el marqués de la Fuente de las Palmas, de la sospecha de que los ingleses tenían intención de internarse hacía La Laguna, por la zona denominada Sardina (¿Jardina?), Ordenó al teniente coronel Don Juan Creagh, capitán del batallón de infantería, subiese a La Laguna con una partida de 30 hombres de su cuerpo, y reforzándose con milicianos y prácticos del país rodeando por las cumbres viniese a posesionarse de la montaña a cuyo píe permanecía el enemigo; Creagh auxiliado por el teniente Siera, del batallón de Cuba, y al mando de 30 milicianos más 50 rozadores recogidos a su paso por La Laguna, y asistido de los tenientes Don Nicolás Hernández y Don Nicolás Quintín García, a estas fuerzas se les unió un contingente de más de 500 paisanos al frente de los cuales venía el alcalde de Taganana.

    A llegar Don Juan Creagh y sus tropas a las posiciones indicadas por el mando, descubrió que los ingleses estaban formados en 5 divisiones, no decidiéndose a atacarles pues según expone en el parte enviado al general Gutiérrez, "solo dispongo de 30 soldados y 50 Cazadores (que) guardan los Desfiladeros...)". Los ingleses aprovecharon la noche del 22 al 23 para reembarcar las tropas, con tal orden y sigilo que, los defensores del risco creyeron que se trataba de una añagaza del enemigo, y así lo manifiesta el teniente coronel Chirino en un parte enviado al general Gutiérrez en la mañana del día 23 redactado en los siguientes términos: "A estas horas que son las cinco y 30 minutos no advierto novedad alguna, ni menos la han notado las Partidas de descubierta que he enviado a reconocer las avenidas: Anoche a las oraciones vinieron las Lanchas en busca de la jente y luego se bolvieron a bordo: creo ha sido apariencia dho embarco pues a mas de haber notado el pronto regreso de las Lanchas a bordo se advirtio q.e otras Lanchas conducían poca tropa: hoy solo existen fondeadas las tres fragatas Balandra y Bombarda en el mismo parage que ayer y las Lanchas a su lado: hasta ahora no ocurre mas novedad: Expreso que S.E. se sirva remitirme una lona o bela para precavernos del Sol que en este sitio se deja caer muy bien"

    Julio 23 de 1.797.

    A la vista de este parte y otro similar remitido por teniente coronel de milicias Creagh, el general Comandante de la plaza ordenó a ambos jefes que regresaran a las líneas del centro con sus tropas, dejando una partida de 30 hombres de retén y para que llevaran a cabo algunas descubiertas en busca de una supuesta partida de 20 ingleses que se habían quedado rezagados. Esta partida quedó al mando de Don Felix Uriondo, que poco después fue reforzada por una partida de 120 rozadores que mandaba el capitán del mismo batallón Don Santiago Madan.

    En el transcurso de los acontecimientos narrados, las milicias Canarias no sufrieron bajas excepto la del jefe Don Domingo Chirino quien sufrió una caída del caballo que le tuvo incapacitado para el servicio durante varios días.

    En este primer encuentro con los ingleses, quedo bien patente la descoordinación existente entre las diferentes partidas que tomaron parte en el mismo, por una parte los jefes de cada compañía, partida o pelotón, comunicaban las incidencias ocurridas en el lugar donde estaban apostados, directamente al capitán general despreciando olímpicamente la escala de mandos, en un claro afán de protagonismo personal, donde cada jefe o oficial actuaba como en reinos de taifas. Esta actitud era tolerada cuando no fomentada por el propio general Gutiérrez, pues teniendo en cuenta la desmedida afición de éste a emitir continuamente órdenes y partes, hasta nosotros no ha llegado escrito alguno, en el que este jefe conmine a los oficiales a seguir los causes reglamentarios en los comunicados de incidencias, esta permisividad, pudo haber costado la pérdida de la plaza de Santa Cruz como veremos durante el desarrollo del ataque llevado a cabo por los ingleses durante la madrugada del 24 al 25.

    Reembarcadas las tropas inglesas, la escuadra inicio una maniobra de distracción poniendo rumbo hacía el Sur, sin alejarse demasiado de la costa, con la intención de hacer creer a los defensores que intentaban desembarcar por las costas de Güímar o Abona, ante esta posibilidad se tomaron las medidas oportunas destacando a los lugares amenazados Guadamojete, (Barranco Hondo) Candelaria, Güímar, Adeje y Granadilla, tropas del batallón de Canarias y de las milicias, poniéndose en estado de alerta los surgideros, desembarcaderos y puertos del resto de la isla en que fuese factible un intento de desembarco. Mientras tanto no se descuidaba la defensa de la plaza y se daba ordenes al comandante accidental del batallón de infantería de Canarias Don Juan Guinther, para que concentradas estas fuerzas estuviesen dispuestas, como principal fuerza de choque, allí donde la línea flaquease para entrar inmediatamente en fuego

    Con la primera claridad de la mañana del día 24 que los buques maniobraban para ganar barlovento mostrando así las verdaderas intenciones del contralmirante Nelson.

    El vigía de Anaga dio aviso del avistamiento de tres navíos por el norte y dos de guerra por el sur pero debió haber error en la comunicación ya que sólo apareció por el norte el navío inglés Leander de 50 cañones, el cual se unió al resto de la flota. A las seis de la tarde anclaron todos los buques de la armada en el mismo lugar en que lo habían hecho las fragatas el día 22 dando la impresión de que intentaban atacar la fortaleza de Paso Alto, al anochecer se aproximaron a este castillo una fragata y la obusera, ésta abrió fuego disparando 43 bombas, de las cuales solamente una dio en el blanco destruyendo una reserva de paja, sin causar daños mayores en el recinto, éste respondió poniendo en acción sus cañones, dirigidos por el capitán de artillería don Vicente Rosique; al tiempo que el subteniente don Juan del Castillo al mando de 16 hombres llevaba a cabo una descubierta por la playa próxima de Valle Seco donde apresaron a un marino irlandés del cúter. Fox quien había abandonado el barco con animo de desertar.

    La noche se preveía que sería larga y tensa, del movimiento de los navíos se desprendía que el asalto a la plaza sería inmediato. En la bahía se mecían inquietas y agitadas por las olas dos naves, una era la fragata de la compañía de Filipinas "San José" más conocida como la Princesa, y el correo español Reina María Luisa, que en viaje a América había hecho escala en Santa Cruz para dejar correspondencia y repostar, viéndose sorprendida por los sucesos de Julio de 1797

    EL ATAQUE A LA PLAZA DE SANTA CRUZ DE TENERIFE

    A las dos de la madrugada del 24 al 25 y al grito de ¡hurra! Las tropas inglesas inician el asalto a la plaza de Santa Cruz. Una escuadra compuesta de treinta lanchas, el cúter Fox y una balandra del país, apresada el día anterior, inician el acercamiento al muelle de Santa Cruz.

    Estas fuerzas repartidas en seis divisiones, estaban bajo el mando de los capitanes Troubridge, Hood, Thompson, Miller, Waller, el mando de la sexta escuadrilla la reservó para sí el vicealmirante Nelson.

    El bote del vicealmirante iba ocupado por éste y por los capitanes Bowen, Freemanle y el cadete Nisbet, éste último hijastro de Nelson.

    Las órdenes dadas por el jefe de la flota señalaban como objetivo para todas las lanchas el muelle de Santa Cruz, el cúter y la balandra debían hacer el desembarco en la playa inmediata. Estaba previsto que, una vez en tierra todas las fuerzas británicas debían reunirse en la plaza de la Pila (hoy de La Candelaria) y formar en orden de batalla hasta conocer la reacción del enemigo.

    A las dos y quince horas de la madrugada del día 25, la fragata Reina María Luisa fondeada en la bahía y la más próxima a la flota inglesa da la primera señal de alarma siendo secundada por el resto de los buques surtos en el puerto, abriendo fuego acto seguido los fuertes de Paso Alto el de San Cristóbal y las baterías de la línea defensiva.

    -

    [ Foto izqda.: La flota se mantuvo al pairo en formación frente a Santa Cruz fuera del alcance de los cañones de los fuertes y baterías de la plaza. Foto drcha.: El cirujano de abordo corta el brazo a Nelson]

    En medio de un intenso cañoneo por parte de los fuertes, las lanchas bogaban sin descanso hacía su objetivo, pero la fuerte resaca rompió la formación y les hizo derivar al medio día.

    Sólo cuatro o cinco botes de la división mandada por el vicealmirante, y uno en que iba el capitán Thompson, pudieron llegar al muelle, Troubridge con alguna de su gente pudo desembarcar en la caleta; Waller, con dos o tres lanchas lo hizo por el barranquillo del aceite o Cagalacehite (hoy calle de Imeldo Seris), y Hood y Miller, con el resto de los botes que lograron sortear el intenso de fuego de las baterías, tomaron tierra por la playa de las carnicerías y el Barranco de Santos (Barranco de Araguigo). La suerte que corrieron las diferentes partidas fue diversa: La mandada por el capitán Thomson, muy mermada, consiguió desembarcar en el muelle, siendo el primero que tomó tierra. A las dos primeras lanchas que atracaron por esta parte siguió una tercera y a ésta otra, que era la ocupada por Nelson, Bowen, Freemanle y Josiah Nisbet hijastro de Nelson. Bowen y Freemanle saltaron al muelle y al ir a hacerlo el vicealmirante, que en su mano derecha blandía la espada, recuerdo de su tío Suckling, un casco de metralla le destrozó el antebrazo derecho a la altura del codo. Nelson yacía en el fondo del bote mientras su hijastro Josiah Nisbet, quien dando pruebas de una extraordinaria serenidad trataba de cortar la abundante hemorragia producida por la herida cosiendo las arterias, y con gran presencia de animo, colocó a Nelson cuidadosamente en el fondo de la lancha; cubriéndole el brazo con el bicornio del contralmirante, para evitarle la impresión que el brote continuo de la sangre pudiera producirle en su animo, con tiras de su pañuelo se dedicó durante largo rato a ligar las venas del herido. El marinero Lowel desgarró su camisa y con ella improvisaron un vendaje, y de esta manera se salvó Nelson de una muerte segura gracias a los cuidados del cadete Nisbet. En reconocimiento de este echo, Nelson en el futuro no dejó de agradecerlo y reconocerlo recomendado a su hijastro en cuantas oportunidades se le presentaban, consiguiendo para éste él titulo de capitán, promoviéndolo el almirantazgo inglés al mando de un buque hospital cuando apenas había cumplido 17 años.

    Ante la gravedad de la herida sufrida por el jefe de la escuadra, deciden regresar al Theseus. Dadas las ordenes para el regreso a la flota, la lancha que conducía al contralmirante pasaba cerca de los despojos del cúter Fox, donde un grupo de heridos luchaba por mantenerse a flote entre enormes columnas de agua que levantaban al chocar con la misma, la ingente cantidad de bombas que arrojaban los cañones de la línea de defensa, éste, a pesar de la gravedad de su herida, dio orden de desviarse de su recorrido y recoger en su bote a cuantos náufragos fue posible, gesto este que, es propio sólo de grandes espíritus que generan a grandes jefes, los cuales aún en las situaciones más graves anteponen la seguridad de sus subordinados a la suya.

    Dejemos a Nelson rumbo a su navío el Theseus, y veamos como se van desarrollando los hechos en la plaza de Santa Cruz, los hombres que lograron desembarcar en el muelle después de clavar los cañones como hemos dicho, se parapetaron en la batería del martillo y en la caseta del resguardo, desde este resistían el fuego cruzado de las baterías de la plaza y del castillo de San Cristóbal que no daban un momento de respiro a los ingleses, pues se estableció una impenetrable cortina de hierro, fuego y metralla entre éstos y la ciudadela. Además, las milicias de Gúímar y Garachico, al frente de las cuales estaban el capitán de cazadores Don Luis Román, y el teniente Don Francisco Jorva, ayudados por el sargento Don Domingo Méndez, tuvieron un destacado protagonismo en el rechazo del invasor, manteniendo un fuego intenso y sostenido sobre los mismos. De la dureza del enfrentamiento nos da una idea el propio Nelson, quien al respecto escribió: el fuego de fusilería y metralla de la Ciudadela y de las casas en la entrada del muelle era tan fuerte y sostenido que no pudimos avanzar, y casi todos (los desembarcados) fueron muertos o heridos.

    Mientras tanto en el muelle, Thompson, Bowen y Freemanle, al frente de sus tropas se batían con la guarnición de la batería del muelle soportando un fuego granado que desde las baterías de San Cristóbal y Santo Domingo les dirigían causándoles un gran número de bajas. A pesar de la lluvia de metralla, al fin consiguen ocupar el lugar que había sido abandonado por los defensores de la batería del muelle, refugiándose los ingleses en una caseta del resguardo después de haber clavado los cañones. Pero una vez retirados los defensores, los fuertes intensificaron el fuego sobre los maltrechos ingleses, quienes atrapados en una ratonera poco a poco fueron cayendo todos sobre el empedrado del muelle. A bordo del Theseus, el cirujano francés del navío ante la imposibilidad de reconstruir el brazo herido de Nelson, procedió a amputárselo, consultado el vicealmirante sobre el destino que debía darse al brazo, éste ordenó que fuese arrojado al mar junto al cuerpo de un marinero muerto en la acción. Así pues en el fondo de la bahía de Santa Cruz yace un brazo de uno de los más grandes marinos que ha dado la historia moderna.

    Un casco de metralla dio en el pecho de Bowen matándolo en el acto, Thomson y Freemanle resultaron heridos de consideración y Jonh Weterhead, teniente del Theseus; George Thorpe, teniente del Terpsícore; Williams Earnshaw, segundo teniente del Leandro; y John Baisham, teniente del Esmeralda, resultaron muertos. Geoge Douglas, teniente del Caballo Marino, y Lewis Waist, guardia marina del Celoso, fueron gravemente heridos. Con estos oficiales cayeron también gran número de soldados y marineros. De este modo, la lucha, que en el muelle en un principio llegó a ser favorable para los ingleses, se convirtió en un desastre para éstos

    El grupo mandado por Troubridge, que como hemos dicho, desembarcó por la Caleta, se dirigió por la calle de este nombre hacía el castillo de San Cristóbal, con intención de atacarle de frente; pero se encontraron con que el rastrillo de la fortaleza estaba defendido por una partida de sesenta milicianos mandados por el capitán Benítez de Lugo, quienes se defendieron con nutrido fuego de fusilería obligando a las tropas británicas a retroceder, resultando heridos en la refriega el teniente Baby Robinson junto a varios soldados ingleses.

    Habiendo sido dispuesto por la plana mayor del general Gutiérrez, los puestos de defensa, distribuyó las fuerzas encargadas del ala derecha de la línea del frente de la siguiente manera: para cubrir el murallón de la caleta de la aduana y lugares vecinos a un grupo de rozadores de La Laguna, mandados por el marqués de Villanueva del Prado y el vizconde de Buen Paso, o sea un grupo de hombres armados de palos con una rozadera en un extremo destacados en primera línea de playa para hacer frente a unas tropas aguerridas, y veteranas, el sector de la playa de las Carnicerías a la bandera de la Habana y Cuba; para la defensa del lugar del Barranco de Santos hasta la ermita de San Telmo al batallón de Canarias,

    Mientras, la división de botes que bogaban al sur del fuerte de San Cristóbal, tomaba tierra entre el Barranco de Santos y el de cagalacehite (hoy calle de Imeldo Seris), al tiempo que el comodoro Troubridge y algunos oficiales lo efectuaban por la Caleta, al mismo píe de la fortaleza. La zona de las carnicerías guarnecidas por una partida de 60 hombres mandada por el teniente y comandante del batallón de la Habana, don Pedro Castilla, no hicieron frente a las tropas inglesas, retirándose al interior del pueblo por donde estuvieron desorientados hasta que coincidieron con el batallón, éste estaba reforzado con cañones "violentos", que manejaban eficientemente los pilotos Don Nicolás Franco y Don José García, quienes causaron la mayor parte de las bajas a los invasores.

    Desembarcadas y agrupadas las fuerzas inglesas, éstas se dividieron en dos columnas; una marchó por la plaza de la Iglesia hacía el convento de Santo Domingo con tambor batiente, la otra se dirigió hacía el castillo de San Cristóbal, con clara intención de apoderarse del mismo, iniciado el contacto, fueron rechazados por el nutrido fuego de fusilería que desde el rastrillo efectuaban las tropas de milicia dirigidas por el capitán Don Esteban Benítez de Lugo, sufriendo los ingleses la pérdida de un oficial, ante la imposibilidad de tomar el fuerte, los ingleses optaron por internarse en el interior de la ciudad, dirigiéndose por la calle de la Caleta tomaron la de las tiendas (Cruz Verde), apostándose en la parte superior de la plaza del castillo (posteriormente de La Constitución o La Candelaria), guardando un profundo silencio a pesar que no alteró ni siquiera una Descarga ordenada por el capitán de cazadores de La Laguna Don Fernando del Hoyo ni la presencia de dos cañones "violentos" que mandó a emplazar a su frente el Mayor de la plaza. En las inmediaciones, existía un almacén de víveres del que se apoderaron los ingleses no sin alguna resistencia simbolica por parte de los encargados del mismo, los regidores Don Patricio Power y Don Juan Casalón, quienes resultaron ligeramente heridos. Tomado el almacén obligaron bajo palabra de honor, a Don Luis Fonpertuis y a Don Patricio Power, a que acompañaran hasta el castillo principal a un sargento parlamentario, portador de un ultimátum dirigido al general Gutiérrez intimándole a rendir la plaza en el término de dos minutos, de lo contrario incendiarían el pueblo, la repuesta del general fue ordenar retener al sargento, medida ésta poco ética de acuerdo con los usos de la época.

    Desde San Telmo al castillo de San Juan - el tramo de costa que comprende el Barrio del Cabo, Barrio de los Llanos, Regla y castillo de San Juan o castillo Negro - la defensa estuvo a cargo de tropas pertenecientes al regimiento de La Laguna, y desde el castillo de San Juan hasta puerto Caballos a los componentes de la dotación de la fragata La Mutine, no es comprensible que una tropa veterana y aguerrida como la de los franceses, fuese destinada a un puesto tan alejado del previsible centro de la acción, dando la impresión de que se pretendía apartarles de los lugares donde pudiesen adquirir protagonismo.

    El frente de la izquierda o norte, estaba cubierto por las milicias de los regimientos de Güímar, La Orotava y Garachico, estacionadas en el muelle y en la playa próxima, los granaderos provinciales y los rozadores y paisanos armados. La defensa de las cercanías del muelle estuvo a cargo de un grupo de pilotos y contramaestres residentes en Santa Cruz, y días antes de la acción habían recibido instrucción específica en el manejo de los cañones "violentos", mandaban este grupo Don Juan Herrera y Don José Figueroa.

    Además dispuso el comandante, aumentar los efectivos del castillo de San Cristóbal - lugar de su puesto de mando - en 35 rozadores para aumentar la defensa en el rastrillo, ante el posible intento de asalto del mismo por tierra. (como efectivamente se llevó a cabo por parte de los ingleses)

    Entre el tronar de los cañones, las lanchas que habían sorteado el intenso fuego de las baterías se fueron acercando al muelle, las dos primeras en llegar fueron las dirigidas por el capitán Thomson, que fue el primero en saltar al muelle seguido de sus hombres quienes a cuerpo descubierto soportaban un infernal fuego graneado le les dirigían los milicianos desde la marina y las casas próximas cayendo muertos o heridos gran número de los asaltantes, siendo de lo más efectivo los dos cañones "violentos" manejados por los pilotos desde las proximidades del "boquete". (Puerta del muelle)

    Desembarcadas las gentes de las otras lanchas, proceden a clavar los cañones de la batería del muelle o del martillo, la cual había sido abandonada por sus servidores, al mando de los cuales estaba el teniente del Real Cuerpo de artillería don Joaquín Ruiz. Mientras se desarrollaban estos hechos seguía la incesante acción de las baterías y castillos de la plaza sobre las lanchas, algunas de ellas consiguieron varar en la playa frente a la Alameda, el cúter Fox por sus mayores dimensiones era el blanco preferido de las baterías recibiendo un buen número de impactos hasta que alcanzado de lleno en la línea de flotación, fue echado a pique con los 380 hombres que transportaba como hemos dicho, además de los pertrechos de guerra.

    (continuará)

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  8. ATAQUE DE UNA ESCUADRA INGLESA AL PUERTO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE

    EL 25 DE JULIO DE 1797 (II)
    Eduardo Pedro García Rodríguez.*
    La lista de muertos y heridos ingleses en esta acción, sería muy extensa, por ello nos limitaremos a dar la de los más significados: el capitán del Tersichore Richard Bowen, alcanzado por un trozo de metralla en el pecho falleció instantáneamente. Los capitanes Thompson y Freemantle resultaron heridos en la acción éste último en el brazo derecho como su amigo y jefe Nelson: Jonh Weterhead; teniente del Theseus; George Thorpe, primer teniente del Tersipchore, y John Baisham, teniente de la fragata Esmerald, William Earnshaw, segundo teniente del Leander, resultaron muertos, mientras, George Douglas, teniente del Seahorse, y Lewis Waits, guardia marina del Zeaolus, caían mal heridos en tierra.
    El comandante de las tropas inglesas Troubridge, con su bote y dos más que le acompañaban sorteando el intenso fuego que desde tierra se le hacía logró tomar tierra en la playa de la Caleta.
    El teniente Robinson fue recogido por don Bernardo Cólogan Fallón, quien según algún autor, le prestó ayuda en su grave situación, usando su propia camisa como vendajes. El señor Cólogan quien años más tarde escribiría una pormenorizada relación de los hechos, había tenido algunas diferencias con el Comandante General de la plaza como veremos en otro lugar.
    En la penetración de Troubridge, hacía la plaza se le unió Waller con su columna, que, como sabemos, había desembarcado a la altura del barranquillo del Aceite o Cagalacehite. Unidas ambas columnas, llegaron a la calle de las Tiendas (hoy de Cruz Verde), que siguieron hasta desembocar en la Plaza principal (Plaza de la Candelaria) por su parte alta, donde permanecieron inactivos y en silencio sin contestar al fuego que les hacían los cazadores provinciales desde sus posiciones. Este momento de tensa calma, es denominado por Rumeu de Armas como "la hora del silencio", pero nosotros preferimos reseñarla como "la hora del desconcierto" pues siendo momentos de incertidumbre para ambos contendientes, el desconcierto fue bastante más acusado para los defensores, optando algunos oficiales por abandonar la plaza huyendo hacía La Laguna, y haciendo correr el rumor de que el general había muerto y dando por perdida la batalla.
    Por su parte, Hood y Miller, con sus columnas, que como se recordará habían desembarcado por la playa de las carnicerías y el Barranco de Santos (Barranco de Araguigo), y constituían la partida más numerosa de las tropas británicas que consiguieron tomar tierra, obligaron a retirarse a los sesenta soldados de la bandera de Cuba y La Habana, que al mando del teniente Castilla tenían encomendada la defensa de la playa. Éstos en su repliegue consiguieron unirse al Batallón de infantería de Canarias, que estaba destacado en la plaza de San Telmo, uniéndoseles posteriormente la partida de marineros y pilotos que se hallaban frente al hospital de los desamparados. (antiguo Hospital Civil, y hoy sede del Museo Arqueológico del Cabildo de Tenerife) Una vez reagrupadas estas fuerzas a las que se unieron algunos de los cuarenta rozadores de La Laguna, los cuales habían sido armados por el Cabildo con rozaderas, estas bisoñas tropas tenían encomendada la defensa de la playa de las carnicerías pero se vieron desbordadas por la superioridad numérica y armamentística del enemigo, ordenando sus jefes, Don Alonso de Nava Benítez de Lugo, Marqués de Villanueva del Prado y don Juan Primo de la Guerra, Vizconde de Buen Paso, la retirada, mientras el vizconde lo hacía sobre San Cristóbal, pasando más adelante a colaborar en las operaciones del muelle, el marqués de Villanueva del Prado lo hizo hacía el Barranco de Santos por el lugar donde -casualmente- se iniciaba el camino a La Laguna, cayendo inesperadamente en una zona donde se iban a desarrollar las más violentas operaciones del sector. Reunidas las dispersas tropas defensoras en las inmediaciones de la Calle de la Carnicería, juntas iniciaron una ofensiva contra el enemigo, atacando con denuedo causándole varias bajas y haciéndoles treinta prisioneros, obligándoles finalmente a replegarse por las calles de la Noria y Santo Domingo, hasta la plaza de este nombre (este espacio está ocupado actualmente por el teatro Guimera y "La Recova,") donde asaltaron y ocuparon el convento de Dominicos que allí existía.
    En la plana mayor ubicada en el Castillo de San Cristóbal reinaba un total desconcierto, como consecuencia de la falta de noticias sobre el desarrollo de las operaciones que se venían efectuando. tanto a la derecha como a la izquierda de la línea, pues la presencia de Troubridge en la plaza principal y la de Samuel Hood en las inmediaciones del Barranco de Santos había cortado las comunicaciones con la fortaleza.
    El desasosiego creado en la plana mayor por la falta de comunicados de la línea defensiva, lo hizo cesar el teniente Don Vicente Siera -uno de los pocos militares españoles de la guarnición que supieron estar a la altura de las circunstancias-. Destinado éste a las órdenes del comandante general, en la madrugad del 25 de Julio salió de San Cristóbal después del ataque al muelle, para comunicar a las partidas del Batallón de La Habana y Cuba, al batallón de Canarias y a las milicias de La Laguna que se reuniesen en la plaza principal cuando considerasen que ya no era necesaria su presencia en los puntos que ocupaban (¿?). No entendemos que este tipo de órdenes pueda cursarse, en plena refriega, a las tropas que estaban en la defensa de los puntos álgidos por donde estaba desembarcando el enemigo, a no ser que el comandante general y su estado mayor, dando por perdida la plaza, quisiesen concentrar las tropas que quedaban, frente al rastrillo del Castillo, para una mejor defensa de éste y sobre todo de sus ocupantes.
    Según algunos historiadores, en cumplimiento de la orden anteriormente reseñada, Siera se halló en lo más vivo de la acción de la zona de las carnicerías, en el ataque a Hood dado por el Batallón de Canarias, en el cual, con el "auxilio" de once hombres de dicho batallón, hizo (¿el solo?) al enemigo cuatro prisioneros, y como luego les persiguió en su retirada, aún le capturó un hombre más. Con los cinco prisioneros se presentó en el rastrillo del cuartel general, y dejado a los cinco británicos al cuidado de los defensores, pasó a inspeccionar el muelle encontrándolo abandonado y con la artillería clavada. Cuando Siera llegó al Castillo de San Cristóbal, dio cuenta a la plana mayor presidida por el general Gutiérrez de sus gestiones, y como les hizo presente que el Batallón de Cazadores estaba intacto, lo mismo que el Regimiento de Milicias, y todas las baterías en perfecto estado, a excepción de la del muelle, se calmó la "intranquilidad" que en el mando había producido la falta de noticias. Aunque no queda claro como pudo afirmar que todas las baterías estaban en perfecto estado, si la inspección que se le supone que hizo fue en la zona comprendida entre el muelle y el Barrio del Cabo.
    El comandante general Gutiérrez, deseando juzgar por sí mismo el estado de las cosas, decidió hacer una salida al muelle con ánimo de inspeccionar la artillería que había sido abandonada por el jefe de la misma, Don Francisco Dugy, sabiendo que estaba desierto según le había informado Siera. La presencia de tantos cuerpos ingleses mutilados y destrozados por la metralla de los cañones y fusilería, y la alfombra de sangre que cubría el empedrado suelo debió afectar en sobremanera la sensibilidad del teniente general. La visión debió causarle una fuerte impresión, y como consecuencia de la misma sufrió un "desvaído" teniendo que ser asistido por dos de sus oficiales para, apoyado en los hombros de éstos, regresar a la seguridad del fuerte.
    Mientras se desarrollaban estos hechos en las proximidades del muelle, el capitán Troubridge, desistió de asaltar el Castillo de San Cristóbal, tras haber perdido las escalas y demás instrumentos de asalto, en el desastre sufrido por las lanchas. Ante la imposibilidad de que las tropas de Hood y Miller se concentrasen con las suyas en la plaza, tal como estaba previsto, decidió reunirse con éstos en el convento de Santo Domingo.
    Al amanecer, el Batallón de infantería de Canarias, cumpliendo las ordenes recibidas, llegaba a la plaza principal y se establecía en la explanada del muelle y del fuerte de San Cristóbal.
    Esta maniobra denota un desmesurado interés por parte de la plana mayor en rodear al fuerte de un importante cinturón de tropas, además de las que ya estaban de guarnición, con el pretexto de que era en previsión de un nuevo de desembarco de los ingleses por el muelle. El regimiento de milicias de La Laguna, siguiendo las instrucciones del mando se dirigió al mismo sitio que el Batallón de Canarias, con lo que quedó desguarnecida la línea sur de la plaza. Formaron dos columnas: una, que marchó directamente, y la otra que lo hizo por la parte superior de la población para cortar una supuesta retirada del enemigo y poder tenerlo entre dos fuegos.
    Cuando estas fuerzas entraban en la Plazuela de Santo Domingo, recibió una descarga de las tropas inglesas que causó varias bajas, entre ellas la del teniente coronel Don Juan Bautista de Ayala que resultó muerto en el acto, haciendo los británicos varios prisioneros entre los milicianos tinerfeños.
    Las milicias canarias reaccionaron de inmediato, y cargando contra los ingleses les obligaron a replegarse dentro del convento, desde cuyas ventanas continuaron haciendo fuego; deseando Troubridge conseguir la rendición de la plaza a pesar de su difícil situación, decidió hacer un último intento de intimidación. Con tal propósito se desplaza al Castillo de San Cristóbal el capitán Miller acompañado de Hood y algunos soldados enarbolando bandera blanca. Una vez en presencia de la plana mayor en la fortaleza, Hood solicitó la entrega inmediata de la plaza amenazando con incendiarla en caso contrario, el general Gutiérrez, por entonces ya bien informado de la situación real de ambas fuerzas respondió al emisario que, aún tenía pólvora, balas, y gentes para proseguir la lucha, sin que en esta ocasión retuviese en el fuerte a los emisarios como había hecho anteriormente con el sargento.
    Como consecuencia de la respuesta del general se reanuda las hostilidades con un fuego más vivo que antes, viéndose los ingleses rodeados por las milicias Canarias, y previendo ser asaltados, comenzaron a economizar las municiones de por sí ya bastante escasas, estando en esta cuita, el vigía que tenían apostado en la torre del convento lanzó un ¡hurra! Que alentó a los británicos. Troubridge subió a la torre-mirador para informarse de lo que ocurría, y sus ojos de marino habituados e escrudiñar en el mar, pronto divisaron hasta quince lanchas repletas de hombres que, separándose de la escuadra, se dirigían a tierra a todo bogar.
    Nelson previendo que la gente desembarcada precisaba refuerzos, dispuso el envío de una división formada por tropas de desembarco y marineros. Los vigías de los fuertes también divisaron la flotilla de lanchas enemigas, e inmediatamente todas las baterías enfilaron sus cañones por el raso de sus metales contra ella.
    Los cañones de la batería del muelle, que habían sido desclavados por el teniente Don Francisco Grandi -según una versión, otra dice que fueron los franceses- destacaron por su precisión. Este artillero auxiliado por el condestable Don Manuel Troncos, en pocos minutos consiguen echar a pique dos de las lanchas de los asaltantes; el castillo de San Cristóbal hizo zozobrar a otra. Como el fuego de la artillería sobre las lanchas era intenso y continuado, éstas se vieron obligadas a retornar al abrigo de la escuadra.
    Al tener conocimiento el jefe de los invasores Toubridge, del fallido intento por parte de la flota de aportar los tan necesarios refuerzos en tropas y suministros, y al no poder mantener las posiciones con una tropa cansada, más que por los enfrentamientos con el enemigo, por los avatares sufridos en el desembarco, decidió replantearse la situación llegando a la conclusión de que debía parlamentar de nuevo con el comandante general
    Por tercera vez remite al fuerte de San Cristóbal una embajada formada por el superior Fray Carlos de Lugo y el maestro Juan de Iriarte, ambos del convento de la Consolación, estos religiosos acompañados por un oficial inglés, posiblemente el capitán Samuel Hood, quien impuesto por su jefe de las condiciones que debía ofertar a la plana mayor de la plaza, se presentó en el castillo insistiendo en las anteriores pretensiones de la entrega del navío de filipinas y de las arcas reales existentes en el puerto y en la capital, (La Laguna) con lo cual darían los ingleses por finalizada la contienda, de lo contrario no responderían de las consecuencias. Escuchada la propuesta por la plana mayor, el general Gutiérrez dio la misma repuesta que la vez anterior, con lo cual el oficial inglés se volvió a Santo Domingo, sin los dos frailes, pues éstos a pesar de que habían ofrecido voluntariamente como mediadores, prefirieron quedarse al resguardo del castillo antes que regresar con la comunidad de la que eran responsables.
    Cuando el parlamentario llegó al convento, la lucha se reanudó pero ya con menor resistencia por parte de los ingleses, pues había aumentado el número de los milicianos con algunas partidas que habían estado "perdidas" hasta entonces. En este enfrentamiento cayó muerto de un balazo en el pecho el subteniente Don Rafael Hernández Bignoni.
    La situación se hacía por momento insostenible para las fuerzas británicas lo que motivó en el ánimo de los invasores el negociar una capitulación honrosa, a este fin se comisionó a Samuel Hood para que gestionara la misma ante la plana mayor. Convenidos los términos en que Hood debía exponer las bases para el armisticio, éste desplegó bandera blanca y, acompañado de unos milicianos que le cedió el teniente coronel Guinther, marchó al cuartel general de la plaza. En su recorrido al Castillo de San Cristóbal, se encontró (casualmente) con el teniente de rey, con el mayor de la plaza y con el coronel Creag. "Enterados" éstos de la misión de Hood le vendaron los ojos, y todos juntos, a tambor batiente entraron por el rastrillo en el castillo principal.
    Reunida la plana mayor y el capitán, trataron durante largo tiempo sobre las condiciones deseadas para poner fin a la beligerancia. Hood intentó por última vez imponer la tesis de la rendición de la plaza, pero con menos arrogancia que en las ocasiones anteriores. Después de una seria y prolongada discusión, ambas partes llegaron a un acuerdo para el cese de las hostilidades plasmado en el acuerdo siguiente: "Santa Cruz, 25 de Julio de 1797. Las tropas de S. M. Británica serán embarcadas con todas sus armas y llevarán sus botes, si se han salvado, franqueándoles los demás necesarios; en esta consideración se obligan por su parte a no molestar el pueblo los navíos de la escuadra británica que están delante de él ni a ninguna de las Islas Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes. Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honor. Samuel Hood. Ratificado por T. Troubridge, comandante de las tropas británicas. Don Antonio Gutiérrez, comandante general de las Islas Canarias
    [Abajo, Reembarque de las tropas inglesas. Óleo de Nicolás Alfaro]
    Con tan sastisfactorio arreglo se dio por concluido el conflicto, saliendo las tropas inglesas del convento de Santo Domingo con armas y bagajes en número de seiscientos setenta y cinco hombres. La columna entró en la plaza principal correctamente formada con banderas desplegadas y tambor batiente. A ambos lados de la plaza, las tropas Canarias debidamente formadas, presentaban armas a la columna inglesa que se retiraba hacía el muelle para su reembarque, dándose así por terminadas las hostilidades.
    Las secuelas dejadas en los actores Canarios del drama fueron de lo más variopinta, desde el mismo momento en que éste concluyó y hasta algunos meses después, hizo aflorar en la sociedad de Tenerife, todas las miserias humanas de que estaba revestida y, algún que otro, acto de grandeza.
    Una de las cuestiones que más polémica suscitó giró en torno a la controvertida actuación del general Gutiérrez durante el conflicto, y la de algunos de sus subordinados. Los historiadores que se han ocupado del tema, no se han puesto de acuerdo sobre la actitud mostrada ante el enemigo por estos personajes durante los combates. Algunos de los autores mantienen una postura empecinada en mostrarnos a un general super héroe salvador de la patria Canaria (de una segunda invasión, en este caso inglesa), y de noble y alto pedigrí castellano, para otros, fue una persona de buen talante, aunque irresoluta, incapaz e incluso cobarde ante el enemigo. Quien fuera su jefe en la toma de las Malvinas, don Juan Ignacio de Madariaga, nos da la siguiente semblanza de don Antonio Gutiérrez: "Es hombre temible porque aparenta bondad, ingenuidad y hombría de bien, y en la trastienda es todo lo contrario".
    Nosotros no entramos en estas polémica, nos limitaremos a exponer los planteamientos de los diferentes autores, y que sea el posible lector quien saque sus propias conclusiones.
    Don José Díaz-llano Guigou, en un artículo en otra parte mencionado nos relata la visión personal de un testigo de los hechos acaecidos en Santa Cruz, durante el asalto a la plaza. La información que nos aporta este autor, está extraída de una carta autógrafa que el ciudadano Santacrucero, Don Pedro Forstall, remite a un primo suyo residente en la isla de Gran Canaria.
    Este documento, inédito hasta su publicación por Sr. Días-llano en un periódico local, nos ofrece una serie de datos del máximo interés sobre algunos de los personajes que participaron en la llamada gesta del 25 de Julio.
    Lamentamos profundamente el que el autor omita deliberadamente los nombres de algunas personas que, según se desprende del contexto, no tuvieron una actuación muy honrosa durante el asalto a la ciudad. Aunque respetamos los motivos que hayan inducido al Sr. Díaz-llano -al que estimamos y respetamos profundamente- a silenciar los nombres de éstos sujetos, deploramos el que nos haya proporcionado un documento de alguna manera "mutilado" restándole así parte de la importancia histórica que indudablemente tiene.
    Para una mejor inteligencia del lector entresacamos algunos párrafos de la trascripción que de dicho documento nos ofrece el autor: "...La carta está datada en "Santa Cruz, Agosto. 23 de 1797", apareciendo en el margen derecho y con distinta caligrafía -que suponemos será la del receptor- " Recibida 13 septiembre 97", comenzando de esta manera:
    "Querido primo: Con las de vuestra merced de 4 y 18 del corriente me entregó Domingo Marrero los cinco reales de plata de las tixeras".
    Continúa comentándole temas propios de sus negocios y ocupaciones, pasando luego a decirle: "Veo las dudas que a vuestra merced le ocurren sobre lo acaecido en la función con los ingleses, y aunque en parte se habrán aclarado con las varias relaciones que posteriormente se habrán remitido a esa Ysla, diré lo que e podido comprender por informes de sujetos de verdad y de toda formalidad porque no de todos se puede fíar, y muchos o por no entenderlo exageran las cosas o lo hacen para alabarse de lo que no han executado. Espero que lo que escribo quedará reservado".
    "...La noche del 24 al 25, habría en la plaza, según me ha dicho el sargento mayor (suponemos que se refiere al teniente-coronel Don Marcelino Prat, que ocupaba por aquel entonces dicho cargo. N. del A.) que llevó el detalle de 1600 a 1800 hombres entre el batallón, milicias y rozaderas; los vecinos que no estaban empleados en la artillería eran pocos y desarmados, empleados los unos en cuidar de la provisión para la tropa que repartían por cuenta, y otros en rondar el pueblo..."
    Seguidamente describe cómo estaban distribuidos los hombres de la defensa y número de ellos en los diferentes lugares donde estaban apostados, para luego añadir de qué manera realizaron las tropas inglesas el desembarco, descripción de bastante interés, por diferir en parte de las versiones oficiales que son las que se conocen: "La idea era, en los ingleses, acometer por los dos lados del castillo principal y escalarlo, al paso que otra partida se debía dirigir a la plaza de la Pila, y tomar la casa del general que cryan en ella: al muelle no abordaron las lanchas que venían a él a excepción de una sóla, pues aunque esta circunstancia se niega, la percibió claramente Patricio Forstall que vió todo del balcón de mi casa, y otras cuatros vinieron a la playa entre San Pedro y el castillo porque el fuego del primero no las dexo parar en las escaleras: una lancha se metió por la caleta y boquete de la Aduana, cuya tripulación fue la única que se dirigió al rastrillo de donde la alejo el fuego vivísimo que hizo Lugo en la puerta y aspilleras del muro bajo que hay en donde antes estaba la estacada; las demás lanchas fueron unas al barranco de Santo Domingo, y otras más debajo de la Iglesia" Relata la huida de las tropas del muelle: añadiendo: ".todos fusileros y rozaderas huyeron quedando abandonado, Lara que mandaba estas últimas cuando le hirieron...". Habla del fuego cruzado de un cañón apostado en San Pedro y de otro de la esquina del castillo, añadiendo: "...También ayudó mucho un cañón en el flanco del castillo que barría toda la entrada del muelle y playa hasta San Pedro, y cuya tronera se abrió por insinuación de don Francisco Grandi (aquí hay una contradicción con lo que escribe el propio gobernador del castillo: "...D. Josef Monteverde había mandado colocar aquella misma noche en una nueva tronera que hizo abrir por un costado del baluarte con dirección a la inmediata playa...", artillero provincial, que dirigió el fuego con mucha víveza y acierto. Se da por disculpa del retiro de las tropas del muelle que los cañonazos de metralla de San Pedro cayan sobre nuestra gente, y que el oficial que mandaba la artillería en su cabeza, cuando vio subir la gente de la lancha, que atracó en las escaleras, salió gritando que los ingleses eran dueños de los cañones, lo que hizo temer los volvieran contra la entrada... Los oficiales de estas milicias (que yo vi salir huyendo) fueron los que derramaron por el pueblo la voz de la muerte del general, toma del castillo, ecétera..."
    Sigue exponiendo la lucha sostenida cuando el desembarco inglés por el barranco de la iglesia y el de las otras lanchas por el barranco de Santo Domingo... hasta que:
    "En la madrugada, cuando se divulgó la voz de estar los enemigos acorralados en Santo Domingo, sin municiones y pidiendo capitulación se presentaron muchos, y cuentan ahora hazañas, pero no engañan porque todos saben en donde estuvieron y cuando vinieron. El xefe y Compañías de La Cuesta se presentaron cuando las tropas nuestras estában formadas en la Plaza de la Pila para que desfilasen los ingleses.
    Relata los nombres de algunos oficiales fugitivos, que aquí y ahora vamos a omitir copiando lo que dice ese párrafo:
    "Aunque los fugitivos no tienen disculpa porque dieron exemplo a sus soldados de huir sin esperar el peligro, no por eso se debe vituperar (a) los naturales, Román Lara y Jorva los son, lo era el Teniente Coronel Castro; los artilleros oficiales y soldados los más son de aquí y Grandi, que no es estrangero fue el que hizo algo de provecho con Eduardo en el castillo principal".
    Y finalmente entramos en el último párrafo aparte, que antecede al que despide la carta, que es precisamente en el que el señor Forstall vierte su opinión sobre el comportamiento del general Gutiérrez en la noche del 24 al 25 de Julio de 1797: "Lo cierto es que, a juicio inteligente, todo lo debemos a la artillería, lo demás vino por sus pasos contados por que la tropa enemiga estaba atolondrada, sin municiones y sin recursos. Aún así crea vuestra merced lo que dixe en mi anterior, hubo un mal momento a la primera intimación, y aún a la segunda, y sólo debimos nuestra conservación a dos oficiales de entereza que son Marqueli, y Siera, Teniente de la partida de Cuba, especialmente a este último que llegando de fuera con prisioneros habló al general con vigor (y aún con expresiones soldadescas) y le impuso del estado verdadero de las cosas. Ahora se dice todo lo contrario por los que entonces se inclinaban a rendirse, pero tiene cuenta hacerlo así. En el general más bien se notaba, porque en aquélla noche dio bastantes pruebas de intrepidez, aún en términos reprensibles para un xefe
    Como se puede apreciar, el documento aportado por el señor Díaz-llano, viene a esclarecer una serie de incógnitas sobre el comportamiento observado durante los sucesos acaecidos en la madrugada del 24 al 25 de Julio, por algunos individuos que, tanto los cronistas oficiales como los oficialistas, se empeñan en presentarnos como salvadores de la Patria. En el transcurso de éstas páginas se irán analizando (en lo posible) el proceder que determinadas personas tuvieron ante situaciones críticas durante el ataque.
    Uno de los personajes más cuestionado, fue el teniente de rey, coronel Don Manuel de Salcedo, a quien se le atribuía haberse encerrado en los sótanos del castillo durante la contienda.
    En la propuesta que Gutiérrez eleva al ministro de la guerra en solicitud de recompensas, con fecha 3 de Agosto de 1797, inicia la lista solicitando para el teniente de rey Salcedo, el grado de Brigadier y el mismo grado solicita para Don Luis Marquelli, ingeniero en jefe y para el comandante del real cuerpo de artillería Don Marcelo Estranio.
    En escrito de fecha 8 de Octubre, el ministro de la guerra Álvarez, responde al general y le manifiesta que ... No conviene acceder a una casi general promoción como la que V.E. propone, y deseando S.M. abolir en parte el inconsiderado exceso con que hasta ahora se han propuesto para graduaciones del exercito de que ha resultado el grave perjuicio que se toca prácticamente que fuera los casos prevenidos en los artículos 17 18 del tra.º 2.º tit.º 17 de la ordenanza, e ínterin no se justifique con arreglo a ellos el merito señalado, es más conveniente aún a los mismos interesados darles una pensión en lugar de un grado.
    En este mismo escrito el rey concede al coronel Creag una pensión anual de tres mil reales de vellón, sobre la encomienda del Esparragal en la Orden militar de Alcántara, vacante por la muerte del Marqués de Casa Cagigal -de triste memoria en Canarias - y al teniente Siera se le conceden 2.500. en cuanto a los demás propuestos para recompensa el ministro indica que, reservándose su S.M. providenciar acerca de los demás en lo sucesivo, instruido que sea de los que hayan hecho algun mérito particular y distinguido...
    Como se desprende de la repuesta del ministro de la guerra, los méritos de algunos los militares propuestos para recompensas no estaban suficientemente justificados, y en todo caso, la propuesta de ascenso para el coronel Salcedo, no fue considerada.
    Por otra parte, la única salida del fuerte realizada por el coronel Salcedo, y que está documentada, fue la realizada en compañía del mayor de la plaza y del coronel Creag, para recibir en el barranquillo del Aceite, al capitán inglés Samuel Hood, cuando se dirigía a la fortaleza para pactar el armisticio. Es encomiable el esfuerzo desarrollado por el historiador don Antonio Rumeu, en su empeño por presentarnos al teniente de rey Salcedo en las acciones de las Carnicerías y Barranco de Santos, (donde además le atribuye la captura de prisioneros), e incluso en los preparativos de asalto al convento de Santo Domingo, información obtenida de las cartas que, en su descargo, éste remite al ministro de la guerra Sr. Álvares, cartas que fueron escritas tiempo después de que sucedieran los hechos, y que por otra parte, se limitan a dos, que pudo recabar de sus amigos y compañeros sin que, para este fin, obtuviera otras del resto de los jefes y oficiales de la guarnición. Es significativo el hecho de que, el coronel Salcedo no recabara el informe sobre su conducta durante los enfrentamientos con los ingleses, a su jefe inmediato el general Gutiérrez, a pesar de que éste le había propuesto para un ascenso en la relación remitida al ministro de la guerra en solicitud de recompensas.
    Es evidente que la llegada de la escuadra inglesa a las costas de la isla debió coincidir con algún tipo de epidemia ligera pero bastante vírica, a juzgar por la cantidad de individuos de la aristocracia y oligarquía colonial isleña, que en un corto periodo de tiempo se vieron afectados por un extraño virus que les mantuvo enfermos y alejados de la vida pública hasta que se produjo la retirada de la flota Británica.
    Uno de los afectados por este extraño mal, fue el corregidor don José de Castilla, quien por razón de su empleo debía ser uno de los individuos clave en la preparación de la defensa de la isla. Por esta razón el comandante general Gutiérrez, con fecha 22 de Julio, le remite una Orden redactada en los términos siguientes:
    "Estando entendido que se halla Vm. Situado en la inmediaciones de Gracia con la gente de armas tomar, Art.ª camp.º y Carretas, y conviniendo al Seg.do desembarco del Enem.go que debemos recelar, execute en esta noche, y siendo para la gente que existe en esta Plaza para la defensa conbiene al mejor servicio del Rey que dejando las piezas de campaña con la gente que juzgue precisa para la defensa y conducción entregada al Oficial Com.te del Dest.º de la Cuesta, baje Vm. Sin la menor perdida de tiempo con el resto de la gente, Carretas y bagajes si los hubiera,"
    No dudando Gutiérrez de los estragos que la epidemia estaba produciendo en la capital (La Laguna), apremia al corregidor con la siguiente nota:
    "P.D. No pierda un momento en bajar con la gente a esta plaza pues sgn. Hago creencia del En.º devemos recelar intente el desembarco en esta propia noche."
    Don José de Castilla, debió notar en su persona los síntomas epidémicos y contestó al oficio del general con este otro:
    "Exmo. Señor
    La gente conqe me hallo son solo veynte, y dos honvres, pues todo el resto de la Jente marchó con el Ten.te Coro.l Creac, ya ve V. Exa., q.e ni aun para el manexo, o servicio de los seis cañones tengo Jente, y aunq.e y quisiera conducirlos a la Cuesta estan la Cureñas en tan mala disposición, q.e solo de trarlas en este corto trecho se rompieron dos.
    Si yo falto de aquí ni avra q.n de las Ordenes ni quien las obedezca, en fin yo estoy pronto a hallarme en el mayor riesgo.
    Dios gue. a V. Ex.a m.s as
    Exmo. Señor
    D.n Josef de Castilla"
    Los mencionados síntomas se agravaron en la persona del corregidor, hasta el punto que el día 23 de Julio, presenta un escrito en el Cabildo pidiendo ser reemplazado en su misión de estar en el puesto de la cuesta al frente de la gente y de cuatro cañones, por encontrarse enfermo, en su lugar, el Cabildo designa a don Melchor Prieto del Hoyo.
    Afortunadamente para él, la enfermedad del corregidor debió ser bastante leve, pues el día 25, se encontraba debidamente uniformado, con las tropas Canarias formadas en la Plaza Principal para ver marchar a los ingleses
    El coronel del regimiento de las milicias de la Orotava don Antonio Francisco Salazar de Frias, en un oficio en respuesta a una orden del general Gutiérrez que le solicita el envío de tropas de dicho regimiento, después de expresarle el número y situación de las mismas que desplaza a Santa Cruz, le comenta: "No debo ocultar a V.E. la complacencia que me ha causado ver la puntualidad y buena voluntad con que dichos oficiales nombrados han recibido esta orden, sin que haya habido ninguno que me haya acordado de sus achaques, no obtante que me son notorios." Continua el escrito expresando al general la buena disposición de la nobleza de la Orotava y gente viable así como del clero, "esmerándose todos a porfia a ofrecer sus personas y haberes para defensa de la Patria" aprovecha Salazar la coyuntura para interceder por su hijo Antonio "Aunque mi hijo don Antonio Salazar se halla arrestado en esta Villa de orden de V.E., he considerado que en un acaecimiento como este podría habilitarlo para hacer un servicio de tanta importancia
    El marqués de la Fuente de Las Palmas, que como se ha dicho fue uno de los primeros en acudir al cerro de Paso Alto, para defender aquellos lugares, sufrió una caída del caballo, y como consecuencia de las magulladuras sufridas estuvo durante varios días fuera de servicio
    Otro de los oficiales, destinado en el fuerte de Paso Alto, don Ventura Salazar, sufrió un ataque de añoranza y afectado por este sentimiento, decidió dar las espaldas al enemigo y desplazarse a sus dominios, a su paso por La Laguna difundió la noticia de que la plaza había sido tomada por los ingleses y de que el general había muerto.
    Cumplido este patriótico cometido, el Sr. Salazar puso rumbo esa misma noche a su residencia de El Sauzal, no sin antes manifestar a quien quiso oírle que él no había nacido para espadachín, explicación por lo demás superflua. En unos versos titulados "sueños de La Laguna". Año 1811; y que son atribuidos a quien fue el primer Alcalde Real de Santa Cruz, en una de sus estrofas dice:
    Y uno que llaman conde huyó el primero/ como acostumbra en todo lance fiero.
    Otro de los afectados por el virus fue el subteniente de milicias Don Pedro Spou, quien estando de guardia en el Cuartel del Hospicio "se separó", según el parte de situación enviado por Guinther al general Gutiérrez con fecha 27 de Julio.
    También se vio obligado a retirase por indisposición el sargento 2º Don Miguel Buysan, que estuvo de retén en las alturas de Paso Alto.
    Para algún Patricio, las incomodidades que suponía el viaje desde su lugar de residencia hasta la plaza de Santa Cruz, pesaba más que sus deseos de servicio. En esta tesitura se encontró el coronel Franchy, quien habia recibido el día 23 órdenes del general para que se desplazara con sus fuerzas a la plaza. El coronel se puso en marcha, y el 24 a las once de la mañana se encontraba en la Orotava, donde hizo un alto para comer, seguramente quiso reponerse de las fatigas del viaje y echar una cabezadita, pues sobre las tres de la tarde llamó su atención el vocerío del pueblo que venia contando la victoria sobre los ingleses.
    Ante la nueva situación, Franchy decidió regresar a su palacio de Vilaflor (Chasna), desde donde se lo comunicó a su excelencia mediante un parte fechado en dicho pueblo el día 26.
    Entre los múltiples biógrafos que en las dos últimas décadas se han dedicado al estudio de la figura del general Don Antonio Gutiérrez González, y de los acontecimientos del 25 de Julio, destaca por su personal visión del personaje y de algunos de los hechos que tuvieron lugar, don Julio Pérez Ortega, quien en su libro El Ataque Naval de los Holandeses a Las Palmas y la Gomera y el General Gutiérrez en la Defensa de Tenerife frente a los ingleses de Nelson, nos ofrece en el mismo un relato-ficción en lugar de un estudio histórico tal como el largo titulo del libro sugiere.
    Después de exponer su visión de los acontecimientos europeos anteriores a la intentona de Nelson, don Julio entra en materia en la página 72 y siguientes de su libro, con los siguientes párrafos: El primer aviso lo tuvo Gutiérrez en la noche del 18 de abril, cuando el marino inglés Bowen, en un audaz golpe de mano, capturó una fragata española en el mismo puerto de Santa Cruz. Pocas noches después el astuto Bowen repitió la suerte, asaltando y llevándose los 145 tripulantes del bergantín francés que después soltaría.
    Creemos que el autor se refiere a la fragata de la Real Compañía de Filipinas Príncipe Fernando -de la que ya hemos hablado- que procedente de la isla de Francia o Mauricio iba destinada a Cádiz, venía a las ordenes del capitán Don Juan Ignacio de Odria, y con un cargamento valorado en seiscientos mil pesos. Esta fragata se encontraba refugiada en el puerto desde el 26 de enero.
    Cuando el Sr. Pérez Ortega afirma que pocos días después Bowen repetía la acción asaltando y llevándose los 145 tripulantes del Bergantín francés, suponemos que está tratando del apresamiento de la fragata de la república francesa la Mutine, comandada por el capitán Pomies, la cual fue abordada y capturada en la madrugada del 29 por un grupo de ocho lanchas inglesas pertenecientes a una flotilla británica compuesta de dos navíos la Minerva de 44 cañones, y la Lively, de 38. Esta flotilla venía al mando del capitán Benjamín Hallowell. Debemos hacer notar que entre Bergantín como señala el autor y corbeta, existen notables diferencias, tanto en porte como en armamento. En cuanto a los 145 tripulantes capturado, entendemos que se refiere al apresamiento de la fragata, cuya tripulación además, en su mayor parte estaba en tierra en el momento del abordaje. Los prisioneros franceses fueron puestos en libertad posteriormente, exceptuando al contramaestre que quedó retenido a bordo del navío inglés, pero posteriormente, logrando evadirse, llegó a nado a la marina.
    Siguiendo la narración de nuestro autor nos encontramos con la aseveración de que El 22 de julio amaneció ante el puerto y fuertes de Santa Cruz una división naval inglesa mandada por Nelson... Enfila 193 cañones contra la plaza y envía una carta al Capitán General Gutiérrez: Aquí entresaca algunos párrafos de la supuesta carta: "Dentro de media hora espero la aceptación o rechazo de mi propuesta: Deberán entregarme los fuertes de la plaza... La guarnición depondrá sus armas... Espero que la admitáis" "De lo contrario destruiré Santa Cruz con las bombas de mis cañones. Si la carta a que hace referencia el autor es la que el capitán Troubridge debía hacer llegar al comandante general Gutiérrez, la verdad es que no conozco otra manera mejor para mutilar un escrito que la empleada en su extracto por el Sr. Pérez Ortega. En cuanto a la mencionada carta, esta jamás llegó a poder del general, pues, como hemos dicho anteriormente, quedó en los bolsillos del capitán Troubridge, al no tener éxito su misión. Por consiguiente, no es que "El arandino no se dignó contestar", como apunta el autor, es que simplemente no la recibió.
    Nelson conocía bien las defensas por un desertor chino (debe tratarse del marinero apresado con la fragata Príncipe Fernando) y aquella noche dispuso un desembarco para ocupar el fuerte de Paso Alto... Allí se estrelló la columna Británica, que hubo de ser reembarcada a toda prisa. El lector podrá juzgar por sí mismo remitiéndose a los hechos más arriba narrados. Continúa más adelante: Desde su puesto de mando aquella noche escribió a un amigo". "Esta noche, yo, humilde como soy, tomaré el mando de todas las fuerzas destinadas a desembarcar bajo el fuego de las baterías de la ciudad y mañana, probablemente será coronada mi cabeza con laureles o cipreses... . En estos párrafos de la carta dirigida por Nelson a su jefe y almirante de la escuadra británica en el Mediterráneo, Sir Jonh Jervis, el autor interpreta que va dirigida a un amigo, podría interpretarse así si el escrito hubiese sido correspondencia privada, pero, en este caso, era oficial y dirigida al comandante general de la flota britanica.
    A continuación hace alarde de sus dotes de adivinación al afirmar que, A aquella misma hora, Gutiérrez reunió a sus oficiales y, tras repasar las medidas y las ordenes, añadió: "Por mis años, soy el más antiguo de los combatientes y, por ello, reclamo el honor del primer puesto en la lucha para ofrendar mi vida por la Patria... . Profundamente conmovido por tan patriótica arenga que el Sr. Pérez Ortega atribuye al general Gutiérrez, hemos consultado casi toda la bibliografía local publicada sobre el tema, para tratar de aclarar el pasaje en cuestión, pero no hemos encontrado ningún autor que haga referencia al mismo.
    Al narrar los acontecimientos, nuestro tan mentado autor nos afirma que el cañón "Tigre" cercenó el brazo de Nelson, con lo cual quedan resueltas las dudas que sobre el particular han venido manteniendo los diversos autores que se han ocupado del tema. Además nos aporta un nuevo dato al decirnos que el comandante en jefe de las fuerzas desembarcadas era el capitán Samuel Hood, cuando nosotros teníamos entendido que lo era el capitán Troudbrig.
    En fin, la lectura del libro del Sr. Pérez Ortega, nos ha servido de acicate para entender como no se debe escribir un texto sobre historia, por muy osado que uno pueda considerarse, y mucho menos manipular, o tervigersar los hechos conocidos, ello supone no sólo una falta de respeto hacía los historiadores que han tratado el tema, especialmente cuando son citados, sino que, además, es pretender escribir la historia con medias verdades que es la peor de las mentiras.
    EL BAILE DE LAS RECOMPENSAS
    Desde el mismo momento de la retirada de las tropas británicas, comenzó el coro de plañideros en solicitud prebendas y mercedes a la corona española. Como suele suceder en aquellos gobiernos donde impera el absolutismo, las prebendas fueron solicitadas basadas en criterios de afinidad, simpatías o intereses de quien recomienda a las personas que deben ser distinguidas. En el caso de la defensa de Santa Cruz por el pueblo de Tenerife, los primeros beneficiados fueron dos sujetos que, posiblemente, no tenían idea de donde se encuentran las islas Canarias. El comandante general Gutiérrez no perdió tiempo en sacar provecho del choque con los ingleses, recomendando a sus sobrinos Don Francisco y Don Pedro Gutiérrez destinados en regimientos españoles los cuales, como es de suponer, no intervinieron para nada en la defensa de la plaza. Aún así, las recomendaciones fueron consideradas, según escrito dirigido a Gutiérrez por el valido Manuel Godoy (Príncipe de La Paz) con fecha 14 de Octubre de 1.797.
    El primer oficial español recomendado por Gutiérrez para el ascenso al grado de Brigadier, fue el controvertido coronel y teniente de rey en la isla Don Manuel Salcedo, seguidos del ingeniero jefe Don Luis Marqueli; y don Marcelo Estranio comandante y coronel del Real Cuerpo de Artillería, miembros los tres de la plana mayor, e implicados con otros en "la hora del desconcierto".
    Propone Gutiérrez, para los grados de coroneles con sueldos de tenientes coroneles vivos a los siguiente sujetos: Don Juan Guinther, capitán y comandante accidental del Batallón de Infantería de Canarias, y al teniente coronel Don Juan Creagh, capitán del mismo batallón, ambos así mismo de la plana mayor.
    Son propuestos para el grado de coroneles: el teniente coronel Don Marcelino Prat, sargento mayor de la isla; y el teniente coronel Don Pedro Higueras, gobernador del fuerte de Paso Alto
    Para el grado de tenientes coroneles, son propuestos los sujetos siguientes: don Eduardo y don Vicente Rosique capitanes del Real Cuerpo de Artillería; el capitán Don Juan Creagh y Grabiel, ayudante mayor del Regimiento de Milicias de Garachico; el capitán Don Juan Bataller, primer ayudante del Batallón de Infantería de Canarias; Don Luis Román, capitán del Regimiento de Milicias de Güímar; el capitán de infantería agregado al Estado Mayor de la plaza, Don José Víctor Domínguez, ayudante del general, para quien se solicita además del ascenso el sueldo de capitán agregado; al capitán Don José de Monteverde, gobernador del castillo de San Cristóbal, y capitán Don Bartolomé de Miranda, gobernador del castillo de San Francisco del Risco (Gran Canaria), quien fue designado por Gutiérrez gobernador de la torre de San Andrés, al encontrarse circunstancialmente en la plaza de Santa Cruz en los días en que se produjo el ataque.

    Continuará...

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  9. ATAQUE DE UNA ESCUADRA INGLESA AL PUERTO DE SANTA CRUZ DE TENERIFE EL 25 DE JULIO DE 1797 (y III)

    Eduardo Pedro García Rodríguez *

    Continuando con las nominaciones se propone para el grado de capitán, a Don Manuel Nadela, teniente del real cuerpo de ingenieros; Don Vicente Siera, (a este teniente, con don Francisco Grandy, teniente de milicias, creemos que fueron los verdaderos artífes por parte española de la defensa de la plaza); el teniente Don José María Calzadilla, en funciones de ayudante de ordenes del general; Don Esteban Benítez de Lugo, capitán del regimiento de milicias de Garachico; Don Francisco Jorva, teniente del mismo regimiento; don Laureno Araus, teniente de cazadores del regimiento de Güímar; Don Patricio Madan, capitán de milicias agregado al real cuerpo de artillería; Don Francisco Grandy, teniente de las propias milicias, a quien se recomienda le sea asignado el sueldo de teniente efectivo del real cuerpo de artillería, y el capitán de milicias Don Diego Fernández Calderín, gobernador del castillo de San Juan.

    Se pide el grado de teniente para Don José Feo de Armas, teniente de milicias agregadas al real cuerpo de artillería; don Juan Jaques, teniente del regimiento de milicias de La Laguna; Don Simón de Lara, subteniente del mismo cuerpo; Don Juan del Castillo, subteniente del regimiento de milicias de la Orotava, y el subteniente Don José Dugi, cadete del batallón de infantería de Canarias.

    Son propuestos para el grado de subtenientes: Don Pedro Pérez Barrios, subteniente del regimiento de milicias de Güímar; Don Dionisio Navarro y Don Nicolás de Fuentes, subtenientes del de La Laguna; Don Carlos Carta, don Francisco Buitrago y Gaspar Fernández, cadetes del batallón de infantería de Canarias, y Ramón Castillo, sargento primero del regimiento de Cuba.

    Según el general Gutiérrez, son acreedores a un escudo de ventaja al mes, los sargentos primeros del batallón de infantería de Canarias Juan Arteaga y Cayetano Curbélo, y los sargentos segundos del mismo cuerpo Juan Antonio López y Manuel Barrios, a don Diego Correa, cabo primero del regimiento de milicias de Güímar, además se le propone para su agregación como subteniente a dicho regimiento a la primera vacante.

    Al alférez de fragata graduado Don Carlos Adan, capitán del puerto de Santa Cruz, se le propone para el grado de alférez de navío, y al piloto de primera examinado, don Nicolás Franco Cordero, y los de segunda, Don José Agustín García, Don Diego Costa y Don Juan de Herrera, que estuvieron encargados de los cañones violentos, y que se destacaron en la acción manejando dichos cañones, se solicita alguna gracia, confiada en la benignidad de rey, para estimulo de los demás.

    También se solicita el grado de comisario de guerra con medio sueldo, para el capitán de milicias don Guillermo José de los Reyes, secretario del gobierno y la comandancia general, a juicio de Gutiérrez quien con recomendable espíritu y patriotismo acudió a los puestos de más riesgo animando con su exemplo y expresiones a la tropa

    Es cuando menos significativo, el hecho de que algún historiador escriba sobre la supuesta valerosa participación en la defensa de la plaza llevada a cabo por las tripulaciones de los navíos surtos en la bahía (la fragata de la compañía de filipinas, y el correo español), cuando en realidad las dotaciones de éstos buques estaban excesivamente ocupados en proteger y salvaguardar a sus propios barcos, y sus mercancías, sin que interviniesen en la contienda, exceptuando los cañonazos de aviso cuando los inglese iniciaron el desembarco.

    Muchas son las prebendas que solicita el general, la mayoría de las cuales fueron rechazadas por la corona, y que nos hace pensar en el siguiente dicho popular: "Cuando la limosna es grande, hasta el Santo que la recibe desconfía". Si los jefes y oficiales de los reales ejércitos y de las tropas regladas, mencionados en la larga lista de solicitud de ascensos y recompensas, más los otros muchos que no figuran en la misma, hubiesen tenido la pericia, el valor y la intrepidez, exigibles en cualquier época a quienes hacen de la carrera de las armas su medio de vida, cabe pensar que tal número de jefes, oficiales y suboficiales, debieron bastarse por sí mismos para contener el desembarco de los ingleses. Pero es una constante histórica el que la metrópoli en su afán por mantener contentas a las clases relevantes de sus colonias, siempre se ha mostrado pródigas en concederles privilegios y prebendas (en unas ocasiones graciosamente, y en otras, vendidas a buenos precios), especialmente en la carrera de las armas, creando así un cuerpo de jefes y oficiales de opereta, resultando la mayoría de ellos inútiles en una verdadera confrontación bélica, pero a los cuales los vistosos uniformes, les iba muy bien para lucirlos en salones de bailes y en las paradas militares que acostumbran celebrarse con motivo de las festividadades de los Santo de sus respectivos lugares de residencia.

    El número de jefes, y oficiales, destinados en la plaza de Santa Cruz, y en la capital de la isla (La Laguna), es totalmente desproporcionando con relación al número de tropas reales y regladas con que contaba la isla. Como ejemplo veamos los efectivos de tropas con que contaba la guarnición y que participaron en la defensa.

    TROPAS REALES Y REGLADAS:

    Batallón de Canarias. . . . . . . . .. 247 hombres (incluidos los mandos)

    Banderas de la Habana y Cuba . . 60 " " " "

    Artilleros Veteranos . . . . . . . . . 387 " (incluidos los artilleros de Milicias agregados)

    TROPAS DE LA ISLA:

    Cazadores provinciales. . . . . . . . ... 110 hombres (mandos incluidos)

    Milicias de La Laguna y la Orotava. 330 " " "

    Rozadores de La Laguna . . . . . . . . 245 " " "

    Franceses Voluntarios . . . . . . ... . . 110 " " "

    Pilotos y paisanos auxiliares .......... 180 " " "

    TOTAL TROPAS REGLADAS: 694 HOMBRES

    TOTAL TROPAS DE MILICIAS: 755 HOMBRES

    Hay que tener en cuenta que tanto el batallón de Canarias, como el real cuerpo de artillería, contaban con un importante número de agregados procedentes de la milicias Canarias, siendo por tanto, los efectivos de las tropas regladas sensiblemente inferior a los registrados. Los rozadores y paisanos que fueron la mayoría de los que intervinieron en la batalla, no los hemos incluidos por ser muy difícil su cuantificación.

    Entre el círculo de adeptos del general Gutiérrez, no debió encontrarse el teniente coronel de milicias, Marqués de La Fuente de Las Palmas, pues siendo el primer jefe miliciano que se desplazó al frente de la tropa al campo de operaciones para contener al enemigo en las alturas de Paso Alto, donde mantuvo una actuación digna hasta que cumpliendo ordenes del general se reintegraba a la plaza cuando sufrió una caída del caballo que le obligó a retirarse del teatro de operaciones, no figurando, quizás por esta razón, en la nómina de ascendibles propuesta por el general Gutiérrez. Tampoco debió contar con las simpatías del general, el capitán comandante de la fragata francesa "La Mutine"(La Pícara), pues siendo persona que desde los primeros momentos se destacó participando en los enfrentamientos con los ingleses, como verdadero voluntario -llevado por su afán de servicio pidió tropas al general para impedir el reembarque de los británicos por la playa del Bufadero, petición que Gutiérrez desestimó - quizás por aquello de que a enemigo que huye, puente de plata, es olímpicamente olvidado por el general y sus asesores, resaltando en cambio la actuación del teniente Faut.

    Otro de los personajes cuya actuación ha sido controvertida, fue Don Bernardo Cólogan Fallon a quien unos autores nos lo describen con una espada en la mano luchando contra los ingleses, otros lo ven rasgando su camisa y vendando a un enemigo herido y en fin, otro nos lo presenta escondido en un almacén según el testimonio de un criado del Sr. Cólogan, versión esta última que creemos la más fiable.

    Veamos la visión que de los hechos nos ofrece historiador portuense Agustín Álvarez Rixo. ... Distinguióse por su caridad personal el joven don Bernardo Cólogan Fallon que se hallaba a la sazón en dicha plaza de Santa Cruz, con objeto de poner a salvo algunos caudales que allí tenia su casa. Este señor socorrió a los heridos con sus propias manos, haciendo tiras de sus propias ropas para vendarlos. En algunas copias M.S. de la hermosa oda compuesta en tan memorable ocasión, por el señor don José Viera, se celebran estas buenas acciones; aunque es cierto que en el impreso no se dicen... La circunstancia que vamos a referir no está puesta en los acuerdos pero la hemos oído a los que representaron en ella. El Comandante General don Antonio Gutiérrez pidió al Alcalde Mayor de la Orotava Licenciado Minovés, algunos hombres para la artillería y éste señaló al Puerto diez. Opúsose nuestro Alcalde Real en unión de los vecinos alegando en favor de los pobres: que unos eran milicianos, otros artilleros, otros barqueros y no había mozos. Apretaba Minovés y los jóvenes visibles como don Bernardo Cólogan Fallon, don Mateo Commins, don Domingos Nieves, etc. Tomaron la resolución de pasar a Santa Cruz y presentarse al General para que viese los únicos que había creyendo que por razón de su cuna, delicadeza y haberes, les respetase y al pueblo en su nombre, mandándoles, restituir a sus casas. Más no fue así, séase porque ya estuviese prevenido por algunos chismes de la vecina Villa o porque S.E. hallaba de mal humor, lo cierto fue que les tuvo esperando en el patio largo rato. Al fin se les presentó en gorro y bata, les mandó a la mi..., les llamó amotinados, les izo ir al cuartel de artillería y algunos como fue el caso Cólogan, llegó el caso de hacer guardia en una batería, Y para restituirse a sus casas tuvo cada cual que dejar un hombre pago. Esta fortaleza de genio mostró su S.E. con estos vecinos jóvenes, bien criados, cuando para la defensa de Santa Cruz dicen fue necesario que los isleños y extranjeros a nuestro servicio le sostuvieran el ánimo.

    El que las prebendas solicitadas por el general Gutiérrez, estaban dictadas más por sus intereses y simpatías personales, y en función del extracto social de quienes intervinieron en la contienda, nos lo muestra el trato dado al cabo del regimiento de Güímar Don Diego Correa, el cual estaba destinado en la batería de la Concepción, de quien ya hemos hablado, éste en el momento del desembarco de los ingleses por la playa de la Caleta, animó a sus hombres, y descalzándose sobre la playa, arremetió contra los invasores y en breves minutos, cautivó a 17 soldados ingleses, que entregó personalmente en el castillo de San Cristóbal, además de varias armas, un cañoncito de campaña y una caja de guerra, arrebatados a los enemigos. Es posible que fuese el cabo Correa, quien se hizo con la bandera ya que fue precisamente en la playa de las Carnicerías, donde desembarcaron las tropas provenientes de la fragata Emerald, al mando del capitán Thomas M. Waller. Esta bandera que lleva grabado el nombre del navío de donde procedía, trofeo del que tan justamente nos sentimos orgullosos los Canarios, hoy en día, se exhibe en un museo militar español, con otros objetos ganados por nuestras milicias a los invasores ingleses.

    La recompensa propuesta para el heroico Cabo Correa consintió en un ducado de demasía y la agregación al regimiento de infantería de Canarias "en cuanto se produjese una vacante", como subteniente. Cabe preguntarse ¿por qué tan parca recompensa para un cabo que cumplió mucho más allá de su deber, y tan elevada para un teniente cuyos méritos fueron manifiestamente inferiores? ¿Sería debido a que uno era un Canario "de a píe" y el otro un empleado de la metrópoli?. Entendemos que si en la denominada gesta del 25 de Julio, hubo algún héroe, éste fue el cabo del Regimiento de Güímar Don Diego Correa.

    Otros colectivos que tomaron parte activa y eficiente en la defensa de la plaza, y que no fueron debidamente invitados al gran baile de las prebendas, fueron los marinero franceses y los pilotos, aunque a para éstos últimos se solicito un ducado de demasía, pero que creemos que la real tacañería, les privó de ellos.

    La corona española tuvo a bien, haciendo gala de la piedad y magnanimidad real, conceder algunas modestas pensiones a las viudas y huérfanos que dejaron aquellos canarios que perdieron la vida en defensa de las reales posesiones españolas en Canarias y de los caudales en ella transitoriamente depositados

    LAS INTENCIONES DE NELSON AL ATACAR LA PLAZA DE SANTA CRUZ DE TENERIFE

    Es una constante en mayoría de los historiadores que han venido tratando el tema del ataque de Nelson a la isla de Tenerife, son unánimes al afirmar que se desconocen los verdaderos motivos que impulsaron al vicealmirante a emprender la aventura. Entre los autores que sostienen esta tesis figura el ilustre y anciano catedrático de historia Don Antonio Rumeu de Armas, quien en su monumental obra Canarias y el Atlántico, así lo afirma. (tomo III. Segunda parte) Por ello no deja de sorprendernos que el ilustre director de la Real Academia de la Historia en un prólogo a la obra de los escritores don Luis Cola Benítez y don Daniel García Pulido, titulada La Historia del 25 de Julio de 1797 a la luz de las Fuentes Documentales, nos dice textualmente: El plan de Nelson, aunque no expresamente declarado, tenía como último objetivo implantar la soberanía de la Gran Bretaña sobre la isla de Tenerife, ocupando Santa Cruz como primer paso. El águila inglesa nunca abría las garras después de capturar una presa. Recuérdese el caso de Gibraltar, Las Malvinas, Santa Elena, El Cabo, etc. No es frecuente que el Sr. Rumeu haga este tipo de afirmaciones sin basarse en documentos fidedignos, pero en este caso no cita ninguna fuente en que basar su aserto, por lo que nos da la impresión de que el prestigioso catedrático intenta contentar a alguien, tomando una aptitud de adivino del pasado, aptitud a la que por otra parte suele ser bastante reacio. Continua narrándonos las instrucciones dadas por Nelson para la toma de la plaza de Santa Cruz, y más adelante nos sorprende de nuevo con otra afirmación: ...Y en el mensaje para el Comandante general, del que hizo depositario a Troubridge, se adivina el objetivo último de reemplazar la soberanía de España. Véanse algunos de los párrafos: "la guarnición depondrá las armas (y) será transportada a España; ...Examinamos con el máximo interés el documento en cuestión y no encontramos en su contenido ningún párrafo que haga mención a que las tropas una vez entregadas sus armas serían transportadas a España. Por otra parte, el único paralelismo entre Gibraltar y Canarias es que ambos territorios fueron usurpados a sus legítimos poseedores por las fuerzas de las armas, y que ambos continúan al presente siendo colonias, aunque en el caso de Gibraltar, esta situación fue refrendada por la corona española en los tratados de Utrecht, suscritos entre 1713 y 1715, extremos que no menciona el Sr. Rumeu de Armas en el referido prólogo.

    Es sorprendente esta casi total coincidencia en estos autores, que manejando documentación original de la época, y en algunos casos inéditos en su momento, osen sostener que las intenciones que movieron al vicealmirante continúan siendo una incógnita.

    Posiblemente estos autores al mantener estas aseveraciones lo que realmente pretenden, es mantener el mito de que la isla sufrió una invasión por parte de una gran potencia, dirigida por el mejor estratega de su época, manteniendo así el axioma de que cuando más notable es la figura del –en este caso supuestamente vencido- mayor es la gloria que se abrogan los supuestos vencedores, y esto es así hasta el punto de que estos historiadores se refieren al vicealmirante dándole el tratamiento de contralmirante, grado que Nelson alcanzó bastante tiempo después del fallido intento de saquear los caudales de la corona española existentes en plaza de Santa Cruz de Tenerife.

    Los verdaderos propósitos a Nelson a realizar un ataque corsario a la plaza de Santa Cruz, están claramente expuestos por el propio vicealmirante en la carta de intimidación que éste quería hacer llegar al comandante de la plaza, en caso de que la toma de la fortaleza de Paso Alto, hubiese sido efectiva conforme a los planes que había elaborado. Frustrado el intento del Bufadero, como sabemos, la misiva no llegó a manos de Gutiérrez como se había previsto, quizás fue esta imposibilidad de comunicación en un primer momento, lo que impulsó a Troubridge a enviar las dos primeras embajadas al general Gutiérrez, con las propuestas que conocemos y básicamente se centran en el contenido de la mencionada carta. Quizás éstos ultimátum debía hacerlos llegar el propio Nelson, después de que se llevara a cabo la cita que tenía concertada con sus hombres para las tres de la madrugada en la plaza principal, pero como ya sabemos, un casco de metralla le impidió al vicealmirante acudir a la misma.

    Es bien sabido que los actos de corso y de piratería, eran habituales en las marinas reales europeas en tiempos de guerra y aún fuera de ellos, existen sobrados ejemplos de estas actividades llevadas a cabo por las armadas españolas, portuguesas, inglesas, francesas y holandesas, e incluso notables familias del Archipiélago ejercían esta actividad enmascarándola bajo la apariencia de comerciantes o mercaderes, extremo éste que esperamos tratar en otro artículo.

    Analicemos el contenido de la tan mencionada carta, en ella veremos que no existe incógnita alguna sobre las intenciones del vicealmirante:

    "Teseo, 20 de Julio de 1797.

    Señor.

    Tengo el honor de participaros que he venido aquí para exigir la inmediata entrega de la fragata "Príncipe de Asturias", procedente de Manila y con destino a Cádiz, perteneciente a la compañía de Filipinas, con su cargamento completo, y así mismo todos los demás cargamentos semejantes que hayan sido desembarcados en Tenerife y no sean para el consumo de sus habitantes."

    En esta primera parte de la carta, se expone con claridad meridiana cuales eran las verdaderas intenciones de Nelson al atacar la plaza, como se puede apreciar no se trata de una expedición de conquista, sino simplemente de una acción de corso, en busca de unos supuestos tesoros procedentes del vireynato de México, además de los contenidos en la fragata de la compañía de Filipinas. El almirante Jervis, había recibido información de sus espías sobre la existencia de los supuestos tesoros en la isla, lo que le motivó para apoyar a Nelson en su expedición.

    Debemos destacar la puntualización que hace Nelson en sus exigencias al separar de ellas los cargamentos destinados al consumo de la población. Esta actitud pone de manifiesto que no quiere infringir daños innecesarios a los habitantes de la ciudad y de la isla, mas adelante continua empleando un tono más severo, acorde con la importancia de sus exigencias y en un lenguaje propio de situación de guerra. "...y siendo mi mayor deseo que ningún insular sufra por las consecuencias de mi petición, ofrezco las siguiente honrosas condiciones, que espero que admitáis, pero si las rehusáis, todos los horrores de la guerra que recaerán sobre los moradores de Tenerife serán imputados por el mundo a vos, a vos únicamente, pues destruiré a Santa Cruz y a las demás plazas de las islas por medio de un bombardeo, exigiendo además una fuerte y pesada contribución."

    No nos cuesta mucho imaginarnos la reacción que hubiese producido en el ánimo del general la recepción de esta misiva de haber llegado a sus manos, a continuación Nelson expone el resto de las condiciones.

    Articulo 1.º Deberán entregarme los fuertes, poniendo al momento a las fuerzas británicas en posesión de las puertas.

    Artículo 2.º La guarnición depondrá las armas, permitiéndose, sin embargo, a los oficiales que conserven sus. espadas.

    Artículo 3.º Con tal de que se cumpla con el primer artículo de que se me entreguen los cargamentos ya citados, no se exigirá a los habitantes ni la más pequeña contribución, pues, al contrario, gozarán bajo mi protección de toda seguridad en sus personas y propiedades.

    Artículo 4.º No se ejercerá intervención alguna en la Santa Religión Católica; sus ministros y todas sus Ordenes regulares estarán bajo mi especial cuidado y protección.

    Artículo 5.º Las leyes y magistrados vigentes continuarán como hasta aquí, a no ser que la mayoría de los isleños deseen otra cosa.

    Aceptado todos estos artículos, los habitantes de Santa Cruz depositarán sus armas en una casa al cuidado del obispo y del primer magistrado, siendo muy honorífico para mí el consultar con estos señores sobre todas las ventajas que puedan proporcionar a los habitantes.

    Dentro de media hora espero la aceptación o repulsa.

    Horacio Nelson"

    Con la exigencia del primer artículo, Nelson pretende dominar los fuertes, y así conseguir que la rada sea segura para anclar en ella sus navíos mientras proceden a la estiba de los cargamentos que supone se encuentran en la plaza o en la ciudad de La Laguna.

    En cuanto al segundo artículo, es lógico que pretenda que sus tropas puedan actuar sin temor a una posible represalia por parte de tropas armadas, sin embargo se deduce que pretende tener una convivencia pacífica con los habitantes de la ciudad durante la esporádica ocupación, al permitir que los oficiales porten sus espadas, simbolizando así más un acuerdo que una rendición.

    En el tercer artículo, se garantiza la seguridad de las personas y propiedades, este extremo fue cumplido unilateralmente durante la estancia de las tropas británicas en la ciudad, pues a pasar de haber ocupado el convento de Santo Domingo y un almacén de víveres, no se registraron por parte de los ocupantes actos de saqueo o pillaje ni en estos edificios ni en el resto de los de la plaza a pesar de Estando como estaban sin víveres y cansados por los muchos trabajos del desembarco y posteriores luchas.

    En cuanto al contenido del cuarto artículo, recordemos que los frailes Dominicos, no sufrieron ningún tipo de vejación, por el contrario el superior y maestro de la comunidad, se prestaron voluntariamente hasta el castillo principal a acompañar la embajada negociadora.

    El contenido de la carta no deja de ser sugestivo, si conocimiento de la mismas hubiese llegado a la mayoría de los isleños en esas líneas el vicealmirante deja entrever la posibilidad de un cambio en las estructuras dominantes en el momento, cambio que en todo caso no hubiese sido posible, pues exceptuando a los comerciantes, las denominadas fuerzas vivas de la ciudad, estaban formadas por los empleados de la metrópolis

    .RESUMEN

    En los proyectos del vicealmirante Nelson al iniciar la expedición contra la plaza de Santa Cruz, no figuraba la conquista y ocupación permanente de la isla, tal como nos lo quieren hacer creer algunos historiadores que están altamente comprometidos con el sistema imperante en nuestras islas. El objetivo único de la expedición era económico, y pretendía mediante un golpe de mano, apoderarse de los supuestos tesoros del rey de España, incluido naturalmente el cargamento de la fragata de filipinas, en ningún caso, esta operación de corso iba dirigida contra las vidas o los bienes y caudales de los habitantes de la isla.

    El comportamiento observado por la mayoría de los jefes y oficiales españoles, con su general al frente, así como la de algunos de las milicias, y de las tropas regladas fue bastante deplorable

    Queda ampliamente demostrado que quienes de verdad hicieron frente a la situación desde un principio fueron las tan denostadas Milicias Canarias, las cuales prácticamente desarmadas, supieron hacer frente a un enemigo mucho mejor armado y entrenado.

    La realidad es que, los vencedores en esta acción –si es que los hubo– fue el pueblo de Tenerife, y por extensión, todo el pueblo canario.

    No existió la tan propagada derrota de los ingleses, y sí un fracaso en sus planes de apoderarse de los caudales del rey. Según el RAE que tengo a la vista, la palabra derrota la define en su segunda acepción como: Vencimiento completo de un ejército seguido generalmente de fuga desordenada. En la retirada de las tropas inglesas no se dio ninguno de estos supuestos, por el contrario, las fuerzas se retiraron con su armamento, tambor batiente y banderas desplegadas, desfilando marcialmente y flanqueadas en su marcha hacía el muelle por las tropas Canarias las cuales rindieron honores.

    Tenemos que admitir que, el ataque efectuado por los británicos a Santa Cruz, fue uno de los más civilizados de los que tiene noticias la guerra moderna.

    En un libro publicado con motivo del supuesto quinto centenario de la fundación del poblado de pescadores que en sus orígenes fue la hoy ciudad de Santa Cruz de Tenerife, y decimos supuesto porque entendemos que no puede fundarse lo que ya está fundado, pues el lugar que hoy ocupa la ciudad existía un importante núcleo de población guanche. Este lugar denominado por sus pobladores Añaza o Añazu, fue el lugar elegido por el bandolero Alonso Fernández de Lugo y su cohorte de mercenarios, para realizar la primera invasión de la isla de Chinet o Tenerife, y también donde llevó a cabo su primera razzia "oficial"de esclavos guanches, -mujeres, ancianos y niños– (pues los hombres adultos se estaban aprestados para la defensa de su Patria), precisamente en los asentamientos de Añaza ubicados en los lugares que al día conocemos como "las Asuncionistas" y "Montaña Guerra".

    Volviendo al libro citado (de excelente elaboración, pero que da la impresión de estar escrito por encargo), su autor nos dice que Nelson no bombardeo la plaza porque los cañones de que estaban dotados los navíos, eran de tiro raso, aptos solamente para la guerra en el mar, nosotros que somos legos en temas militares, pero que tenemos cierta capacidad para pensar, nos preguntamos: ¿es posible que una división naval compuesta en su mayor parte por navíos que tres años antes, habían bombardeado y ocupado las ciudades de Bastia y Calvi, en la isla de Córcega, a las ordenes de Nelson, no estaba preparada para bombardear la plaza de Santa Cruz?

    Quienes reprochan al general Gutiérrez, el no haber sabido sacar provecho a la "victoria" sobre los ingleses, están cuestionando precisamente una de las decisiones correctas tomada por el general y su plana mayor. Estos eran conscientes de que 575 hombres bien adiestrados y hechos fuerte en el convento, eran un enemigo temible para unas fuerzas como las Canarias que, aunque superior en número, eran bisoñas y casi desarmadas, por otra parte, el lugar donde estaban parapetadas las tropas británicas no era apropiado para el uso de la artillería por parte de las milicias, única arma realmente eficaz conque contaban los defensores de la plaza, los cuatro cañones violentos con que contaban las fuerzas sitiadoras serían pocos eficaces contra los muros del convento, y hay que tener en cuenta el carácter sacro del edificio, extremo éste que en la época pesaría mucho en el ánimo de los isleños. Es evidente que en la larga entrevista mantenida en el castillo entre los representantes de las fuerzas inglesas y la plana mayor del mismo, éstos expondrían al general la situación real. Si las milicias continuaban hostigando a los ingleses, éstos prenderían fuego a la ciudad, además harían entrar en acción la artillería de la escuadra, que como sabemos constaba de 393 cañones y que hasta el momento habían permanecido en silencio. Ésta capacidad de fuego de la flota, dotada además de mejores y más potentes piezas que las de la plaza, y manejadas por experimentados artilleros, eran más que suficientes para acallar los fuertes, y además reducir a escombros la Villa de Santa Cruz.

    Estos extremos los conocían perfectamente los componentes de la plana mayor del general Gutierez, por ello no dudaron un instante en aceptar las propuestas de los británicos para reembarcarse honrosamente, al estar convencidos éstos de que el tan mentado y deseado tesoro de Méjico no había sido desembarcado en la isla, renunciando de paso también al cargamento de la fragata. Ya hemos dicho que la intención de Nelson no era ocupar la isla permanentemente, por ello y por no querer dañar a los naturales, se abstuvo de emplear la artillería de la escuadra, exceptuando las acciones de amago o distracción de la bombarda "Rayo" (una boca de fuego), y el incidente de la fragata desplazada hacía San Andrés por el tiempo Sur dominante, y que tuvo que repeler el ataque de la torre del lugar, acción que produjo un muerto y varios heridos en el Castillo de San Andrés, no por efecto del fuego de la fragata, sino por la explosión de uno de los viejos cañones con que estaba dotado el baluarte.

    Nos queda la impresión de que, alguien, algo o algunos, tienen un especial empeño en hacernos "comulgar con ruedas de molino", sobre las que fueron las verdaderas intenciones que animaron al vicealmirante Nelson a efectuar un ataque, a la hoy, Muy Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica Ciudad, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife.

    (Extraído del libro inédito del autor. Miscelánea de Historia de Canarias.)



    Fuentes consultadas:

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    José Diego Díaz-Llano Guigou. "Cuál fue el comportamiento del General Gutiérrez cuando el ataque del contralmirante Nelson a Santa Cruz de Tenerife". Articulo publicado en "El Día" 25 /7/97. Págs. 18 a la 20, (Separata "La Prensa del Domingo")

    Antonio Rumeu de Armas. "Canarias y el Atlántico", tomo III. Edición del Aula de Cultura de Tenerife. 1991 (2ª edición).

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