Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife

Después de algunos dias de ausencia, vuelvo a retomar el hilo de los acontecimientos influenciado, principalmente, por un par de nuevos hallazgos localizados en lo más recóndito de mi archivo fotográfico y por la sorpresa inesperada de nuevas noticias sobre la vida y milagros de mi buen amigo Imeldo Bello de quién he recibido un par de E-mails en los que me pone en antecedentes, entre otras cosas, de sus nuevos trabajos artísticos y de su viejo talante emocional.

El primero de ellos se refiere a dos nuevas fotografías, ámbas inéditas, del que fuera mi profesor D. Miguel Márquez de quién ya he hablado en capítulos anteriores. En el otro, mi amigo Imeldo me manifiesta saber el nombre del padre agustino que estudiara conmigo en el curso 73/74 de la Escuela Superior de Bellas Artes y del que no recordaba su nombre. En ámbos casos la sorpresa ha sido mayúscula y la he utilizado como mero pretexto para escudriñar más a fondo, si cabe, sobre ese periodo fundamental de nuestras vidas y el mutuo interés que despertaba en nosotros la progresión habida en el seno de las artes plásticas y de los nuevos mecanismos de expresión artística en general.

¡Ah, se me olvidaba!. El nombre del padre agustino era: LUCINIO