RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

jueves, 6 de noviembre de 2008

¡¡A ver, turistas!!: documentación, por favor

Antonio Dorta, que de casi todo se entera, me había puesto sobreaviso de la posible entrada en la isla de un matrimonio americano que según fuentes consultadas podrían pertenecer a la CIA en calidad de agentes y que se encontrarían en misiones de espionaje en Tenerife; concretamente en el Puerto de la Cruz.
Un discreto dispositivo de contraespionaje se había puesto inmediatamente en marcha. También yo pasé a la acción y me aposté, sin ser visto, en la zona prevista para la detención con la cámara a punto.
Carecía completamente de datos que me facilitaran una descripción aproximada de la pareja mixta de espias pero de pronto, como por arte de mágia, de entre la espesura del jardín del Oasis surgió la siniestra figura de aquel singular hombrecillo de negro que llamó poderosamente mi atención: tullido, botines de los de antes, corbata moteada y tocado de negro sombrero y gafas también negras bajo un sol abrasador. Me convencí al momento de que ese era mi hombre; al que debía prestar más atención que a ningún otro.
Ví como cruzaba la avenida de Colón, tranquilo, cojeando ligeramente y mirando fijamente por encima de la gruesa montura de sus gafas de sol hasta tomar asiento en uno de esos bancos de cemento del paseo que por estar pintados de blanco no parecen nunca de cemento pero sí que son de cemento; los de Cesar Manrique, vamos.
Allí aguardó largo rato hasta que de pronto, como caidos del cielo, una pareja de sexagenarios, tocados con sendos sombreros claros, con barbuquejo incluído y todo, vino a acomodarse precisamente junto a mi hombre, bajo la sombrita que proyectaba una palmera sobre el banco blanco pero de cemento, insisto.
No hubo sorpresas, por lo menos para mí. Transcurridos unos minutos en los que la humedad comenzaba ya a notarse en el ambiente, el del traje negro, y todo lo demás también negro, sin levantarse siquiera, se giró lentamente en el asiento y siempre mirando por encima de la gruesa montura negra de sus gafas de sol, dirigiose con sorna a la pareja de supuestos americanos increpándolos bruscamente de esta manera: ¡¡A ver, turistas!!: documentación, por favor.
Y yo disparé primero.


Tras la identificación, y de esto me enteré dias más tarde por boca del propio Dorta, la pareja en cuestión no resultó ser la de americanos que los confidentes se habían apresurado en señalar y a la que todos esperábamos tan ansiosos aquellos días sino unos jubilados de Ponferrada que habían viajado esa semana a Tenerife en un vuelo charter con el que habían resultado agraciados merced a un sorteo organizado entre sus numerosos clientes por el prestigioso detergente Fairy.

Pero yo disparé primero.

2 comentarios:

  1. EL TELEGRAMA FUE EL CULPABLE DE UN ERROR CON EL FARY

    Reconozco amigo Zoilo que fue una de mis tardes más extrañas.

    Todo comenzó como quien no quiere la cosa…

    Ya , a lo largo del día nos habían comunicado telegráficamente, (aún se carece de ordenador en condiciones en la Comisaría),por medio de los Servicios Secretos de la llegada de un grupo de espías en calidad de “limpios” a Tenerife tras , su avión, haber hecho escala, como siempre, en Gando (Gran Canaria).

    Allí ya se sospechó por los Servicios Secretos destacados en el propio aeropuerto de los “supuestos” agentes.

    Pues, según la azafata: Lucía del Puerto García-Esteruelas, habían ido con regularidad al baño, tanto la señora como el inglés.

    Todo parecía extraño, muy extraño y hasta enigmático.

    El servicio del avión, el moverse por el interior del mismo, la caída de la señora con la 34 turbulencia de la primera hora de vuelo.

    Todo un rebote super extraño.
    Llegamos a la zona de bancos, de los del dinero, no, de los de sentarse.

    Vimos como tomaron asiento, el contable, no , el de sentarse uno.


    Queríamos poner a uno de los nuevos agentes, pero el Comandante, con tal de subir en medallas y condecoraciones, hace lo que sea y de aquí sacaría dos reconocimientos.

    Tomó su posición.

    Era el hombre de negro.

    Persona curtida en las aventuras del régimen anterior y más en la línea de golpear y después preguntar que en la de las europeas.

    Eso aún no había ni ha llegado a Canarias.

    Una agente, aquí, es más que sin la “a”.

    Es decir, aquí un agente es más que la gente.

    Puede ser que la “a” actúa de prefijo negativo en estos lares.

    Efectivamente, eran dos jubilados premiados con Fairy.

    Terminaron con todo roto.

    El comandante empezó con el paraguas creyéndolo fusil y termino escachando el reloj “Rolex”, regalo de la empresa al súbdito, por 40 años de dedicación en cuerpo y alma, contra las rocas del paseo Martiánez.

    Nunca más supimos de ellos.

    Sé que se arreglaron la dentadura que fue rota accidentalmente por el anillo del jefe.

    Pero con el tiempo sí que encontraríamos el error:

    Fue todo por el telegrama encriptado que decía “Cuiden al el súbdito del “Affaire”.

    Ya que no se querían peligros diplomáticos.

    El jefe leyó:

    “Cuidado con el súbdito del Fairy”
    Y menos mal que no leyó “Cuidado con el súbdito de El Fary” que venía en ese mismo vuelo casualmente.

    Si le llega a pasar algo al Fary, culturalmente hubiéramos sucumbidos todos en ese caso.

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  2. EL TELEGRAMA FUE EL CULPABLE DE UN ERROR CON EL FARY

    Reconozco amigo Zoilo que fue una de mis tardes más extrañas.

    Todo comenzó como quien no quiere la cosa…

    Ya , a lo largo del día nos habían comunicado telegráficamente, (aún se carecía de ordenador en condiciones en la Comisaría),por medio de los Servicios Secretos de la llegada de un grupo de espías en calidad de “limpios” a Tenerife tras , su avión, haber hecho escala, como siempre, en Gando (Gran Canaria).

    Allí ya se sospechó por los Servicios Secretos destacados en el propio aeropuerto de los “supuestos” agentes.

    Pues, según la azafata: Lucía del Puerto García-Esteruelas, habían ido con regularidad al baño, tanto la señora como el inglés.

    Todo parecía extraño, muy extraño y hasta enigmático.

    El servicio del avión sospechó también, al observar cómo se movían por el interior del mismo, la pareja de jubilados.
    La caída de la señora con la 34 turbulencia de la primera hora de vuelo fue para ellos la pieza clave.

    Todo un rebote super extraño de esa mujer contra el suelo, sillón izquierdo, suelo, sillón derecho, al menos tres veces por cada movimiento pendular de la susodicha en la turbulencia mentada...

    Ya situados de nuevo en el Puerto de la Cruz,y con todas las sospechas del caso, terminaré diciendo que…

    Llegamos a la zona de bancos, de los del dinero, no, de los de sentarse.

    Vimos como tomaron asiento, el contable, no , el de sentarse uno.

    Queríamos poner a uno de los nuevos agentes, pero el Comandante, con tal de subir en medallas y condecoraciones, hace lo que sea y de aquí sacaría dos reconocimientos, na más y nada menos.

    Tomó su posición.

    Era el hombre de negro, que se aprecia en la foto.

    Persona curtida en las aventuras del régimen anterior y más en la línea de golpear y después preguntar que en la de las europeas.

    Eso aún no había llegado a Canarias.

    Una agente, aquí, era y casi es, más, que sin la “a”.

    Es decir, aquí un “agente” es más que la “gente”.

    Puede ser que la “a” actúa de prefijo negativo en estos lares.

    Efectivamente, eran dos jubilados premiados con Fairy.

    Terminaron con todo roto.

    El comandante empezó con el paraguas creyéndolo fusil y termino escachando el reloj “Rolex”, regalo de la empresa al súbdito, por 40 años de dedicación en cuerpo y alma, contra las rocas del paseo Martiánez.

    Nunca más supimos de ellos.

    Sé que se arreglaron la dentadura que fue rota accidentalmente por el anillo del jefe.

    Pero con el tiempo sí que encontraríamos el error: Fue todo por el telegrama encriptado que decía “Cuiden al el súbdito del “Affaire”.

    Ya que no se querían peligros diplomáticos.

    El jefe leyó:

    “Cuidado con el súbdito del Fairy”
    Y menos mal que no leyó “Cuidado con el súbdito de El Fary” que venía en ese mismo vuelo casualmente.

    Si le llega a pasar algo al Fary, culturalmente hubiéramos sucumbidos todos en ese caso.

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