RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

martes, 10 de marzo de 2009

FRAU HUMBOLDT

FRAU HUMBOLDT
Al parecer y según la fidedigna documentación aportada por mi gran amigo Stanley, Herr Humboldt tampoco se quedaba a la zaga del resto de descubridores británicos en cuanto a conquistas femeninas se refiere. Es muy probable que con esta hermosísima joven teutona (¡ojo!, TE-U-TO-NA) compartiera los últimos años de su vida, vividos, según parece, en la más estricta clandestinidad, en algún remoto lugar de la zona Norte de la isla de Tenerife; posiblemente, en San Juan de la Rambla, muy cerca del mar.
Muy pocos datos se conocen sobre la identidad de esta preciosísima joven, aunque, a decir verdad, tampoco es del todo necesario saber algo más sobre su delicada personalidad pues, como bien se puede comprobar, resulta sobradamente obvio que la adolescente no tiene reparo alguno en mostrarse públicamente tal y como ella resulta ser en realidad.
...................................................continuará

4 comentarios:

  1. DE HIGOS A BREVAS VA ESTE CUENTO.

    Es timado amigo Livingston:

    Hablo en nombre de mi tatarabuelo que está en el patio cogiendo ce bollas. Por mucho que intento ver la joven no la veo. por más que intento imaginármela , no lo consigo. Sólo alcanzo a imaginármela como posiblemente lo hizo Humboldt antes de la caída de la hoja.

    Blanca o en blanco. Así y en los tiempos de Obama que corren eso es peligroso.

    Mi tataabuelo se exita con el éxito. Aunque seguro que viendo una teto... perdón teutona, lo haga también por cieto está cogiendo higos y brevas humbolianas.

    De higo a brevas hubolianas , así nació mi hermana.

    P.d. ¡ Qué buenas que son las brevas y los mejillones.!


    Stanlees Steel ( acero inoxidable)

    Tataranieto de Stanleys

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  2. No cabe duda amigo Livingston que Teutona es. Indagaré entre los miembros del Club Bogavantes S.A. sobre la trayectoria de la sonrojada jove. Seguro es que ante un buen Oporto nuestros comunes amigos liberen de buen grado su pasado. De esa forma y tras el prendimiento o encendido de una segunda pipa de buen tabaco marroquí, se entienda la risa como algo que define nuestro buen humor inglés reconocido por todos.

    teutona y para más señas del pueblo o villa de los Señores del Ducado y del Marquesado. Seguro que recordarán el derecho de pernada que aún debe regir los designios del lugar. También pdría ser una buena palafrenera.

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  3. TEXTO COPIADO DE UNA WEB


    Cuando Humboldt y Mozart estuvieron en Caracas
    Eduardo Casanova

    Jueves, 20 de noviembre de 2008

    I El Paraíso Partido (Venezuela antes de la Independencia)

    Mucha gente, en especial en los países del llamado “Primer Mundo”, opina que el teatro sólo puede existir en civilizaciones desarrolladas. El teatro y la música, es decir, las artes escénicas. Sin embargo, la música en la Caracas colonial alcanzó un grado importante de desarrollo. Y el teatro en Venezuela también ha logrado impresionantes avances, que dejan muy mal parada esa teoría.

    Ya habíamos visto que según Enrique Bernardo Núñez la primera actividad teatral de la ciudad junto a la montaña cinética se produjo en 1595, el mismo año en que nació en Caracas Don Quijote de la Mancha, cuando en el día de Corpus, Melchor Machado montó en la puerta de la iglesia un espectáculo de “danza y comedia” (Núñez, Enrique Bernardo, Op. Cit., p. 52). También vimos que don Arístides Rojas atrasa ese hecho un lustro, y esa es la fecha que admite Carlos Salas, historiador del teatro caraqueño, aun cuando reconoce como probable que esas representaciones teatrales se celebraran desde mucho tiempo atrás (que no podría ser desde más de veintisiete años, pues antes no había ciudad, ni aldea, ni caserío en donde pudiese haber teatro europeo), “pues en las Actas del mismo Cabildo ya se anunciaban comedias, toros y cañas y diablitos danzantes, en los días de Corpus, Santiago, San Mauricio y San Sebastián” (Salas, Carlos, Historia del Teatro en Caracas, Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas, Venezuela, Segunda edición Corregida, 1974, p. 9).

    Cuenta el mismo cronista que en tiempos del gobernador Felipe Ricardos, el que asoló la casa de Juan Francisco de León, saló el terreno y le puso el poste de ignominia, hizo representar obras de teatro en un escenario montado en el Norte de la Plaza Mayor. Hay que suponer que las obras allí escenificadas debían ser de carácter ejemplarizante, moralizante y amedrentante para quienes tuvieran ideas desestabilizadoras. Se sabe también que a fines del siglo XVII Caracas tenía nada menos que una buena orquesta filarmónica y “algunos grupos de aficionados al arte de hacer comedias que se atrevían a montar obras de Encina, Lope de Vega, Lope de Rueda, Calderón de la Barca y Ramón de la Cruz” (Ibídem).

    Quizá uno de los hechos más impresionantes (y que, de paso puede hacer que los sostenedores de la idea de que la cultura genera revoluciones) es el que en 1784 el gobernador Manuel González Torres de Navarra haya construido un teatro para la ciudad. Dice al respecto Luis Alberto Sucre: El Gobernador Don Manuel González, que era de carácter alegre y sociable, muy amante de las diversiones cultas, instruido, inteligente y apasionado por el teatro, quiso dotar a Caracas de un Coliseo que correspondiera al grado de cultura que ella había alcanzado, y no pudiendo disponer de fondos públicos suficientes para llenar lo que él creía una necesidad, lo construyó a sus expensas; y como homenaje de simpatía lo ofreció de regalo a la ciudad (Sucre, Luis Alberto, Op. Cit., p. 294).

    Cae en un error de identidad don Carlos Salas, cronista del teatro venezolano, al suponer que los actores que cita como elenco de obras en el teatro de González de Navarra puedan haber sido “los mismos que vieran trabajar Depons y Humboldt a comienzos de 1800, cuando vinieron a Venezuela en misión científica”(Salas, Carlos, Op. Cit., p. 11). Quien acompañó a Humboldt en su viaje no fue Depons, sino Bonpland. Pero lo realmente significativo es que Humboldt aprovechó la oportunidad para estudiar el cielo, puesto que el teatro era descubierto, pero no se puede saber si se fastidió por la función o si, simplemente, su interés como científico lo movió a olvidarse de las estrellas del escenario y buscar las del firmamento, que eran, son y serán bastante más importantes que la farándula, por aquello de la eternidad.

    En todo caso, Humboldt quedó muy impresionado con la población caraqueña que vio y oyó en su visita de dos meses a la ciudad al pie de la montaña cinética. Sus comentarios nos permiten ver que ya en aquellos tiempos los habitantes de Caracas tenían características culturales importantes, así como el mismo interés por la política que han demostrado en la transición del siglo XX al XXI, cuando han hecho cosas que dejan sin aliento al mundo, en defensa de las libertades por las que tanto lucharon poco después de la visita de Humboldt, a quien le llamó poderosamente la atención, mientras atravesaba la montaña para ver por primera vez la ciudad fundada por Diego de Losada, escuchar a varios viajeros que discutían abiertamente, en la Posada de La Venta, acerca del intento revolucionario de Gual y España, lo cual consideró una gran imprudencia, pues no se le escapaba que el gobierno español había impuesto en el sitio un sistema represivo y era obvio que debía haber espías por doquier (Humboldt, Alejandro de, Op. Cit., p. 230). Pero una vez llegado al sitio e instalado en él, le llamó aún más la atención el vivo interés de los caraqueños por la política, que no implicaba dejar de participar también en todo lo que implica la cultura. Me ha parecido –afirma– que hay una marcada tendencia al estudio de las ciencias en México y en Santa Fe de Bogotá; mayor gusto por las letras y cuanto pueda lisonjear una imaginación ardiente y móvil en Quito y en Lima: Más luces sobre las relaciones políticas de las naciones y de las metrópolis, en La Habana y en Caracas. Las múltiples comunicaciones con la Europa comercial y el Mar de las Antillas que arriba hemos descrito como un Mediterráneo de muchas bocas, han influido poderosamente en el progreso de la sociedad en la isla de Cuba y en las hermosas provincias de Venezuela. Además, en ninguna parte de la América española ha tomado la civilización una fisonomía más europea. El gran número de indios labradores que habitan en México y en el interior de la Nueva Granada dan a esos vastos países un carácter particular, casi diría más exótico. A pesar del acrecentamiento de la población negra, cree uno estar en La Habana y en Caracas más cerca de Cádiz y de los Estados Unidos que en otra parte alguna del Nuevo Mundo (Humboldt, Alejandro de, Op. Cit., Tomo II, p. 261).

    Y un poco más adelante dice: Noté en varias familias de Caracas gusto por la instrucción, conocimiento de las obras maestras de la literatura francesa e italiana, una decidida predilección de la música que se cultiva con éxito y sirve –como siempre hace el cultivo de las bellas artes– para aproximar a las diferentes clases de la sociedad. (Ibídem, p. 264) En ese terreno es impresionante lo que afirma Salas: Que en 1808, año de la Conspiración de los Mantuanos, mientras se preparaba en toda su intensidad el drama que estaba por venir, el público de Caracas pudo ver representadas en su ciudad, con una orquesta en la que tocaban, entre otros, Cayetano Carreño, Lino Gallardo, Bernabé Montero, Juan José Landaeta, Juan Meserón, Narciso Lauro, Juan José Caro de Boesi y José Ángel Lamas, “algunos fragmentos de Pizarre, ou la conquette de Perou, del compositor francés Joseph Candeille, estrenada en París en 1751, y algo de La flauta encantada y del Don Juan de Mozart, entre otros” (Salas, Carlos, Op. Cit., p. 13).

    De donde se infiere que, aun cuando ninguno de sus biógrafos lo haya registrado ni sospechado, Mozart estuvo en Caracas en los últimos momentos de calma antes de la tormenta.

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  4. LA CORRIENTE DE HUMBOLDT

    Creo que se llamaba o la llamaban MARY "LA CORRIENTE".

    De ahí le viene el nombre que pasó a los Atlas geográficos como "La corriente de Humboldt"

    También es justo de decir que las otras eran más guapas y mejores, pero ésta como era de diario, siento comentarle amigo Livingston que como ésta señorita era la de diario y del servicio de la casa le pusieron dicho sobrenombre que aún a pesar del paso del tiempo perdura como tal.

    Le pongo el enlace por si quiere ahondar en el término y aquí termino.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Corriente_de_Humboldt

    Sir Stanley

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