RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

jueves, 22 de febrero de 2018

SINFONÍA INAUDIBLE

Confieso que las últimas declaraciones del Sr. Artur Más vertidas el pasado martes en las páginas del diario catalán La Vanguardia me han cogido totalmente desprevenido. Me ha sorprendido sobre todo la frivolidad con que el ex President de la Generalitat se ha referido a la DUI (Declaración Unilateral de Independencia), reconociendo que aquella carecía en su momento del suficiente recorrido legal idóneo como para llevarla a cabo pero insinuando, al mismo tiempo, que todo aquello pudo haber sido un “engaño” convenientemente camuflado bajo unos componentes de carácter estrictamente simbólico y estético admitidos desde siempre en el difícil mundo de la política.

¿Es engaño o exageración? –se preguntaba a sí mismo el Sr. Más tratando de minimizar la gravedad que para los cientos de miles de votantes supondría tener que aceptar tales revelaciones.

En la recta final de su entrevista, el Sr. Más trató de justificarse de la siguiente manera:
“Si un estado se declara independiente pero no lo reconoce nadie y no puede actuar como tal, es una independencia estética”

A propósito de estas declaraciones y como músico en ejercicio que he sido durante tantos años, se me antoja un claro ejemplo para tratar de comprender del todo el fenómeno independentista que aún persiste en Cataluña.

Imaginemos el trabajo de un compositor que haya decidido escribir la partitura de una gran sinfonía y para que la que todavía no se hayan inventado los instrumentos necesarios con que ejecutarla y que el músico habría creído indispensables para llevarla a cabo.

1º Se supone que habría que encontrar, en primer lugar, a los maestros luthiers que fabricaran tales instrumentos en los diferentes materiales precisos y en las distintas tonalidades que proceda.

2º Sería asimismo necesario ponerse en contacto con los suficientes instrumentistas que además de estudiar las nuevas técnicas de digitación para sus respectivos instrumentos, estuvieran dispuestos a interpretar sin dificultad la partitura correspondiente escrita para cada uno de ellos.

3º Me reservo advertir el penoso trabajo que soportaría el director para tratar de coordinar con éxito los timbres y el color de cada uno de los nuevos instrumentos de acuerdo a los intereses estéticos del propio compositor.

Si todo ello no se pudiera lograr como se pretende, solamente los músicos, el director, el propio compositor y todo aquel con estudios musicales suficientes como para imaginarla, hubieran admitido, leyendo la partitura, ser los únicos en poder disfrutar de una sinfonía que todos seguramente intuirían magnífica, excepto la mayor parte del público para quién realmente iba dirigida y que por carecer de los más elementales conocimientos en la materia, solamente les hubiera bastado la opción de una magnífica audición para disfrutarla en su plenitud acústica y que jamás podría haber sido posible por todo lo que ya sabemos.




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