RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

miércoles, 6 de junio de 2018

NO HAY SALA OESTE EN MONCLOA

Una de las muchas características físicas por las que el Sr. Aznar no resulta creíble del todo cuando habla en público es aquella que marca la exagerada distancia existente entre la base de su nariz y el labio superior de su boca, máxime cuando, como ahora, prescinde de aquel ampuloso bigote que otrora disimulaba tamaña exageración. De modo que el orador que cree ser cuando se lo propone, sólo mueve el labio inferior para hacerse entender en la misma forma que lo hacen las marionetas con cabeza de madera y mandíbula batiente, cuyo parlamento, a la postre, resulta siempre mucho más creíble que el suyo propio gracias al ingenio de los titiriteros de turno.

NO HAY ALA OESTE EN MONCLOA es el título de un libro escrito por su Secretario General de Presidencia cuya presentación ayer corrió a cargo del propio José María Aznar quién, en un momento dado, se manifestaría en favor de la imperiosa necesidad de crear un nuevo modelo político de centro derecha, erigiéndose él mismo en adalid de una futura formación capaz de despertar un inusitado interés entre todos aquellos militantes que se han sentido defraudados por los casos de corrupción y la funesta gestión en materia social llevada a cabo en el seno del Partido Popular.

Ninguna mención respecto a quién fuera colocado a dedo en su momento y Presidente del Gobierno en los últimos años, Mariano Rajoy, aunque sí de forma velada a su reprobable gestión.

El Sr. Aznar, según sus propias palabras emitidas con el labio inferior de su estrecha boquita, no se siente representado por nadie; ni siquiera por el partido al que le dedicó algunos años de su vida tirando por la borda el futuro prometedor que le esperaba como registrador de la propiedad.

Por lo que a mí respecta y con esto acabo, estoy completamente seguro de que lo que realmente necesita España por encima de todo no son sólo políticos preparados sino, además, auténticos y eficaces registradores de la propiedad que sean capaces de llevar a cabo la siempre difícil tarea  de certificar la titularidad de una propiedad particular a menudo codiciada por terceros.

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