RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

martes, 17 de julio de 2018

EL LIDO Y LAS PISCINAS SAN TELMO

Mucho antes de que comenzaran las obras de las hoy piscinas de Martianez diseñadas por el artista canario ya fallecido Cesar Manrique, inmediatamente después de la ermita de San Telmo y ya en la Avenida de Colón, se encontraban las llamadas piscinas de San Telmo, cuyo propietario, creo recordar, era un británico afincado en la isla y de nombre Gilbert, Sr. Gilbert para más señas, a quienes sus empleados le rendían una pleitesía tan fuera de lo común que a mí me costaba mucho poder entender. Sea como fuere, el tal Gilbert había diseñado un complejo lúdico que aparte de las propias piscinas contaba además con una discreta y pequeña sala de fiestas llamada EL LIDO de SAN TELMO y sobre cuya pista muchos jóvenes de entonces asistíamos a bailar las tardes de los domingos a los compases de la orquesta de Leopoldo Ortí y cuyo vocalista no era otro que Rafa, un cantante del Puerto con una voz envidiable.



La foto que ilustra este artículo está tomada desde la avenida de Colón un día de mala mar pero a una hora que yo tenía perfectamente estudiada por los contraluces que se originaban en San Telmo y que ofrecían un espectáculo inigualable de contrastes y esplendor que me permitían jugar con ese ambiente que propiciaba además del oleaje, la casi imperceptible salinidad suspendida en el espacio iluminado.

La turista sentada en ese espacio desierto de las piscinas de San Telmo no ha dudado ni un momento a la hora de disfrutar de tamaño capricho de la Naturaleza mientras yo, a sus espaldas, captaba la bella escena desde la avenida de Colón.

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