Los taxistas continúan sin bajarse del taxi; ¡perdón!, quise decir del burro y en parte con razón porque las redes sociales han contribuido en mayor o menor medida a duros enfrentamientos empresariales en los que la competitividad no ha sido especialmente diseñada para ofrecer iguales oportunidades entre los muchos interesados que conforman el espectro de los numerosos negocios lícitos que se desprenden de la oferta y la demanda.
Prueba de ello no son únicamente aquellos que se derivan de la explotación del servicio público del taxi sino también los que se desprenden, -en competencia desleal, por ejemplo, con el gremio de Hostelería-, del alquiler de pisos vía Internet para turistas y que colapsa el derecho de los ciudadanos a una vivienda digna y asequible a sus presupuestos en los céntricos barrios de las ciudades más grandes a las que pertenecen como, Barcelona, Madrid, Sevilla, Granada, etc., etc.
Todo ello habría que regularlo y, al parecer, ya se van tomando medidas para paliar los problemas que aún continúan enquistados en el seno de nuestra sociedad y para los que el Gobierno Socialista debería encontrar una solución que satisfaga a todas las partes por igual.
La foto que ilustra este comentario corresponde a la antigua parada de taxis, todos Mercedes, del Puerto de la Cruz en los años 70
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