RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

domingo, 26 de agosto de 2018

FCO. MARHUENDA & EDUARDO INDA


Me avergüenzo al confesarlo pero he de admitir que siento un profundo desprecio por estos dos periodistas caricaturizados. Me refiero al niño Francisco Marhuenda y al bandolero Eduardo Inda. Al primero porque tengo la impresión de que en el colegio, siendo niño, aprovechaba la ocasión de que el resto de compañeros se encontraban entretenidos jugando al fútbol en el recreo para robarles miserablemente el bocadillo para una vez finalizado el encuentro responder que él no había sido. Es decir, que en realidad, siempre ha tenido cara de “yo no fui”, ¿no? Y esa partícula negativa-interrogativa de ¿no? con la que culmina cada una de las frases que articula en su discurso me hace suponer que ni él mismo se cree lo que dice. Pero ahí siguen cada vez, en el plató de TV de la 6ª NOCHE, tanto él como Eduardo Inda, haciéndonos creer que en España no hubo nunca un dictador y si lo hubo no fue, en cualquier caso, tan sanguinario como Hitler, Mussolini, Stalin, Pinochet, Videla, etc., etc. ni porque él quisiera serlo sino porque en aquel momento nuestra sociedad civil se lo merecía.

El salvador de la patria, el caudillo, el generalísimo, el único a quien su jardinero en el Pardo, prácticamente analfabeto, le llamaba don Claudio porque al no tener, -según decía-, la suficiente confianza todavía con él como los demás, no se atrevía por el momento a llamarle Claudillo que era como al dictador le llamaban sus ministros y que según los muchos manuales de Historia que tanto Marhuenda como Inda se han venido leyendo a lo largo de sus insulsas vidas, incluida también la Wikipedia,  no figura en ningún lugar como el militar que en su momento propició un sanguinario golpe de estado para convertirse por la Gracia de Dios en  el Adalid de la Patria.

En las décadas de los años 40 y 50 y por dos motivos bien distintos, ningún listo se atrevía a robar los bocadillos de sus compañeros mientras estos jugaban alegremente en el recreo: primero porque los niños de entonces no éramos “robones” o “rateros” y segundo porque lo que se dice bocadillos, hasta muchos años después, no existieron como tales aunque sí en forma de pan con aceite y azúcar y cosas así como comentaban nuestra pobres madres entre ellas.

De modo que por boca de estos dos bandoleros de la información, ahora me entero que lo que yo y otros cuantos millones de españoles sufrimos durante más de cuarenta años no fue lo que se entiende como una férrea dictadura militar. ¡Quién lo iba a decir!

Eduardo Inda antes de tahúr fue bandolero. Después de un tiempo terminaría cortándose el cabello y engominándolo a conciencia y hasta la coronilla, se afeitaría luego la espesa barba de años aunque se dejaría patillas para enmarcar bien su lívido y enjuto rostro de patibulario aparentemente redimido. Almidonaría más tarde los cuellos y las bocamangas de sus camisas, se haría con un pasador de corbatas de oro y remataría los ojales de los puños con unos gemelos, también de oro, a juego con el pasador y provisto por último de una preciosa americana de terciopelo azul en cuyo interior guardaba la hueca Holy Bible que contenía el revólver de plata, viajaría luego por todo el medio Oeste vendiendo elixires, ungüentos, linimento y pomadas con cuyas ventas obtendría unos suculentos beneficios con los que amasaría una envidiable fortuna que algo más tarde, después de acabar la carrera de periodismo en Texas A&M University Commerce y trabajar durante un cierto tiempo para el New York Daily News, finalizaría empleándola en las numerosas mesas de juego abiertas a lo largo del rio Mississippi, desde Minneapolis a Baton Rouge, hasta retirarse definitivamente en la vieja España, de donde era natural su bisabuelo materno. 

EPÍLOGO

Queridos ignorantes e ilustres enemigos Marhuenda e Inda:

Como bien podréis comprobar, también yo, al igual que otros muchos españoles  disponemos de la suficiente imaginación como para alterar el curso de los acontecimientos e incluso de vuestras propias vidas en nuestro propio beneficio. Otra cosa bien distinta sería que alguien terminase creyéndonos. 

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