Ayer tuve que cumplimentar un pago en una entidad bancaria (BBVA-CAIXA) cuyo modelo de formulario muestro arriba y que me otorga el derecho a recibir a cambio, dentro de un año, el título que me acredita como GRADO en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.
Ya en ventanilla y después de aguardar durante más quince minutos mi turno, el empleado de la entidad me indicó que tal pago debía de cumplimentarlo en la máquina que a tal efecto se encontraba en el vestíbulo de dicha entidad bancaria. Enseguida me dí cuenta de que yo me sentía incapaz de desempeñar el trabajo que, en principio, le correspondería hacer a otro, es decir, a un empleado de dicha entidad y que, además, por otras muchas lógicas razones que trataré de explicar, me negaba a manipular en la pantalla los llamados CÓDIGOS DE PROCEDIMIENTO DE RECAUDACIÓN, en su siglas, CPR y que al parecer permite pagar a través de herramientas telemáticas.
Cuando advertí al empleado de que no estaba dispuesto a llevar a cabo tal sugerencia tuve que alegar algo que se me ocurrió en aquel preciso momento y que no deja, en este caso, de ser del todo verdad: DISCAPACIDAD DIGITAL.
Ante tal supuesta evidencia conseguí que el empleado me acompañara hasta el vestíbulo y que él mismo se hiciese cargo, sin éxito aparente, de la operación en cuestión pués en el frustrado intento no acababa de encontrar en el impreso el indispensable llamado CPR. Para conseguirlo, definitivamente tuvo que recurrir a cuatro opciones distintas hasta que la máquina inteligente aceptara el pago después de que yo mismo introdujese a través de una discreta ranura 220 euros en billetes y antes de que ésta me vomitara el cambio de 1,85 euros en moneda fraccionaria. Mientras, la cola de clientes frente a su ventanilla abandonada continuaba "in crescendo".