RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

lunes, 9 de abril de 2018

VUELOS CHÁRTER

Muchos años antes de que a principios de 1990 surgiera en Estados Unidos el término low-cost para referirse al bajo coste de los vuelos de determinadas compañías aéreas, en el sector turístico, sobre todo europeo, ya operaban con anterioridad, además de con diligencia, los llamados vuelos chárter que, por fin, permitía por vez primera a la clase trabajadora europea viajar a lugares paradisíacos próximos por un precio bastante asequible, coincidiendo además con el boom turístico que se manifestaba por aquellos años en España, incluida Canarias, a partir, sobre todo, de la década de los años sesenta.



Ello permitió un turismo de determinadas características, alejadas de aquellas otras de las que, a principios del siglo XX, sólo unos pocos podían permitirse y exhibir. Ese otro tipo de turismo, bastante alejado del clásico y elitista estilo inglés, terminó por invadir los núcleos vacacionales de entonces hasta convertirse en el paradigma de la industria turística española bajo aquel lema publicitario acuñado por Fraga Iribarne de SPAIN IS DIFERENT. No sólo España era entonces diferente, sino que también lo era el nuevo turismo europeo llegado de improviso, -con sus defectos estilísticos si los comparamos con el arquetipo de viajero británico-, y con los días contados, generalmente de no más de dos semanas a media pensión.

Con ello y con todo, como fotógrafo, a mí se me abría un amplio y nuevo abanico de posibilidades artísticas ante la presencia de un turismo de masas con todas las peculiaridades que ofrecía en cuanto a variantes estilísticas se refiere no sólo en su atuendo, sino también en sus modales, sus aficiones, etc., etc. Prueba de ello y por simplificar al máximo mi ofrecimiento es el montaje fotográfico dedicado a este artículo de opinión en el que he logrado reunir cuatro ejemplos distintos de turistas en los años setenta en el Puerto de la Cruz y que por sus especiales características valía la pena reseñar. 

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