
Un lamentable error, como consecuencia probable del cansancio físico acumulado durante dias, les llevaría a encontrar la inesperada y dolorosa muerte en el interior de una oscura gruta en las proximidades del lugar conocido como Garachico donde se habrían refugiado a dormir hasta que el amanecer les sorprendiera de nuevo. Sus cuerpos, encontrados por agentes especiales pertenecientes a la unidad móvil de una patrulla rural de la temible Guardia Civil española, no presentaban todavía ningún signo de descomposición notable por lo que los mandos de la Benemérita Institución creyeron siempre en la probabilidad de que las muertes pudieran haber acaecido, a lo sumo, no más de uno o dos días anteriores al casual hallazgo. Junto a sus respectivos cadáveres se encontraron, sobre el suelo volcánico de la gruta, parte de los víveres que aún conservaban en condiciones y adonde los lagartos habían acudido movidos por la astucia que desencadena siempre el hambre. Sus cuerpos, trasladados posteriormente al laboratorio anatómico-forense del Puerto de la Cruz presentaban múltiples y graves mordeduras producidas, con toda seguridad, por las feroces dentaduras postizas de caña de bambú empleadas en combate y con las que los aborígenes isleños solían despedazar frecuentemente a sus más acérrimos enemigos. El "curare" almacenado en sus poderosos y puntiagudos colmillos, habría hecho el resto. Las autoridades sanitarías terminarían confirmando su inminente defunción por envenenamiento.
Por lo que ya se sabía, Lady Ginebra no consiguiría salir jamás con vida de la emboscada tendida por los diplomáticos prusianos con la elegante excusa de una recepción ofrecida en su honor. Aquella hermosa mansión próxima al acantilado de los Gigantes permanecería durante largo tiempo en silencio y abandonada hasta que los agentes de una conocida inmobiliaria (INMOBILIARIA PERERA) decidieran definitivamente ponerla a la venta. Sus nuevos propietarios, una joven y rica pareja inglesa emparentada precisamente con la desconcertante y popular señorita Welcome Pérez, encontrarían el cuerpo inerte y en descomposición de Lady Ginebra sumergido aún hasta el cuello bajo el agua putrefacta que llenaba la enorme bañera de porcelana de uno de los múltiples y lujosos baños de la distinguida y enorme villa de campo.
En el periodo transcurrido entre las muertes de Stanley y Livingston y la de Lady Ginebra, el agente Telvi fue solicitado inmediatamente por el Departamento del Foreing Office londinense a prestar unas convincentes declaraciones ante el Parlamento británico relacionadas con su supuesta cooperación con los fallecidos en la isla de Tenerife. Su presencia en Londres queda más que suficientemente probada gracias a un documental televisivo emitido en aquellos días por la BBC y donde se aprecia perfectamente a Telvi esperando su turno de réplica ante los distinguidos miembros de la cámara baja.
En la actualidad, se cree que Telvi pueda vivir completamente retirado, amparado por una modesta pensión concedida por el gobierno británico y protegido bajo una falsa identidad en la populosa ciudad norteamericana de Ohio.
El misterioso Malcolm y el propio barón Humboldt abandonarían definitivamente las islas para pasar a formar parte, el resto de sus días, del cuerpo diplomático del gobierno prusiano bajo las órdenes directas del monarca de aquel pais; Malcolm como director de los servicios secretos y Humboldt en calidad de consejero del rey.
Hoy día ya se sabe y pertenece al dominio público que las sospechas guardadas, -antes de su prematura muerte-, tanto por Stanley como por Livingstone sobre la posibilidad de que Lady Ginegra y T.G. hubieran podido llegar a ser la misma persona han quedado totalmente descartadas por infundadas como por falsas. Algunos meses más tarde de la fatídica y llorada muerte de Lady Ginebra, no existía ninguna duda sobre algunos de los hechos que confirmaban que su hermana T.G. continuaba viajando por el espacio infinito a bordo de la fantástica nave del tiempo, CUÉLEBE, cuyo nombre habría pasado a formar parte de la cotidianidad insular para llegar a convertirse en su momento en un referente a imitar por muchos otros en la breve historia de la navegación aeronáutica espacial de Canarias.
Mientras ingleses y prusianos continuaban manteniendo estas duras luchas intestinas en favor de una probable ocupación del archipiélago canario por parte de los gobiernos de sus respectivos paises, los españoles, aprovechándose de la situación creada en torno a la hegemonía de las islas, continuaban consolidando su presencia en ellas sometiendo y obligando a los aborígenes a rendir pleitesía a la Corona española.
Paralelamente y a la sombra de todos estos belicosos acontecimientos, entre la mayoría de la población canaria, de forma paulatina, comenzaba ahora a tejerse el delicado entramado de una llamada conciencia nacional isleña en favor de la soberanía e independencia del archipiélago que daría como resultado más inmediato la rápida proliferación de distintos grupos de carácter y organización militar en lucha armada frente al invasor y por la suprema conquista de unos sólidos ideales que si bién, a juicio de algunos, ofrecian ciertas dificultades organizativas no por ello dejaban de ser especialmente ni del todo inalcanzables.