RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

jueves, 12 de abril de 2018

PARENTELAS

“Convertirte de pronto en suegro o suegra y con el tiempo en abuelo o abuela, no depende exclusivamente de ti. Ese es el verdadero problema y por cuya razón, como ya hemos apuntado antes, debería estar regulado por Ley y exigir los derechos que te pudieran corresponder al carecer de decisión personal en la elección y doble función que conlleva ser a la vez suegra y abuela o suegro y abuelo respectivamente”.

Este primer párrafo de mi artículo de hoy es exactamente igual al último párrafo de otro artículo distinto que en este mismo diario publiqué hace unos días bajo el título de SUEGRA Y, ADEMÁS, ABUELA.

Pues bien, continuando con el endiablado análisis de la situación creada por la familia real española y aunque el padre de mi mujer, que no suegro, haya fallecido hace ya años al igual que los míos, hemos tomado la muy honrosa y feliz decisión conjunta de descartar de nuestro léxico doméstico diario los siempre conflictivos apelativos de suegro-abuelo y suegra-abuela para designar con ellos, cuando tengamos que hacer alusión a nuestros respectivos progenitores, tanto a nuestros respectivos padres ya fallecidos así como a la madre de mi mujer, que no suegra, aún con vida, Hermínia.

De modo que siempre que quiera referirme a Hermínia ya nunca más diré suegra sino, simplemente, la madre de mi mujer.

Y aprovechando que aún no hemos sido abuelos, nos hemos puesto de inmediato en contacto con nuestra única hija con el fin, aprovechando su especial talante, de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes el feliz día que decida tener hijos, de tal modo que destierre para siempre el apelativo de abuelos para designarnos como sus padres siempre que, ante sus amistades, quiera hacer alusión a  cualquiera de nosotros.

En cambio nosotros, sus padres, nos comprometemos firmemente a sustituir el término nietos por el de: los hijos de nuestra hija. Y todos tan contentos; sin compromisos.

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