Nuestra generación, entre otras muchas cosas, se distinguió sobre todo por lucir cabellos largos o si lo prefieren, melenas. En realidad consistía en un acto de estética juvenil casi espontáneo heredado de los distintos postulados de la llamada generación beat americana de finales de los años cincuenta y que años más tarde se fundirían con las corrientes reivindicativas del llamado Mayo del 68 francés que también empezaban a proliferar entre la juventud española a pesar de la soterrada represión en tal sentido por parte del todavía régimen franquista.
Aunque no toda la población juvenil de la época tuvo en cuenta el espíritu del fenómeno cultural que significó el rechazo a los valores clásicos de la sociedad americana y sí al derecho de libertad sexual y al uso de las drogas auspiciadas por la intensa producción literaria de Allen Ginsberg, Jack Kerouac y Willians S. Burroughs, muchos de aquellos jóvenes sólo se quedaron con la estética que posteriormente se concretaría, gracias a la influencia y al legado literario de aquellos autores, en el movimiento contracultural hippie.
La juventud del Puerto de la Cruz no fue ajena del todo a la dimensión adquirida por aquel movimiento contracultural. Aunque no toda ella adoptó tal filosofía de vida, sin embargo sí que compartió lo que de estética representaba aquel movimiento en cuanto a música, forma de vestir y, sobre todo, al lucimiento de un cabello largo que entonces no estaba bien visto por las autoridades franquistas, en especial por la Guardia Civil que no se fiaba ni un pelo de aquellos “melenudos” de los que hoy muestro los retratos de diez de ellos que he tomado como ejemplo, aunque conservo muchos más; y todos del Puerto de la Cruz y que por su total desinhibición cito por orden alfabético de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Defrosterus, Diego Encinoso, Francis, Jesús Baixas, Joaquín, Marcos Bello, Mario Torres, Pepe Reyes, Rafa, Tino.
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