Tal como he venido afirmando a lo largo de este muestrario de personajes, siempre me mantuve a la prudente distancia de la intimidad de cualquiera de los retratados. Lo que manifiesto sobre sus personalidades es lo que ellos quisieron que se supiera publicamente.
Victor apareció en el Puerto como de repente, o eso me pareció a mí. Al parecer era oriundo de Santa Cruz pero cuando se dejó ver en el Norte regresaba, supuestamente, de la república francesa, en cuya capital, París, había permanecido bastantes años, hasta instalarse definitivamente entre nosotros. Por eso no resultaba nada extraño que Victor Pigeón, como realmente se llamaba, hablase perfectamente francés y conociera muy bien la idiosincracia y la cultura francesa de la que se había nutrido durante su adolescente formación.
Poseía un especial atractivo para las chicas y para con sus amigos era sumamente generoso. Vestía bien y se cuidaba en salud. Durante muchos años trabajó como guía turístico ya que también hablaba inglés con fluidez. Del fruto de su incesante trabajo en la época dorada de la industria turística isleña, lograría reunir ciertos ahorrillos que más tarde invertiría con muy buen criterio en la compraventa de algunos inmuebles que le producirían unos primeros suculentos dividendos que supo muy bien administrar, por lo menos, hasta que yo me ausenté definitivamente del Puerto.
En el transcurso de mis últimas vacaciones, Carmen y yo, nos vimos gratamente sorprendidos por un elegante e inesperado detalle por su parte. Fuimos generosamente invitados a una cena con espectáculo incluido en la Sala de Fiestas Andrómeda, en las Piscinas de Martianez, de la que, a la sazón, Victor era director. Conservamos un cariñoso y grato recuerdo no solo de aquella noche en concreto sino, además, por el hecho de que la suculenta cena hubiera estado profesionalmente servida, precisamente, por Perdomo, tantos años conocido como ex-camarero del antiguo Dinámico de la Plaza del Charco del que habíamos sido tan habituales clientes.
También Victor, como el resto de nosotros, formó parte activa de todas las actividades de ocio nocturnas y diurnas que tenían lugar a lo largo del año en el Puerto de la Cruz y cuyo primordial objetivo consistía exclusivamente, por parte nuestra, en la consecución absoluta de la siempre inalcanzable cota de máxima FELICIDAD. ¡¡Casi nada!!.
Su amistad con todo nosotros era inquebrantable.
Victor apareció en el Puerto como de repente, o eso me pareció a mí. Al parecer era oriundo de Santa Cruz pero cuando se dejó ver en el Norte regresaba, supuestamente, de la república francesa, en cuya capital, París, había permanecido bastantes años, hasta instalarse definitivamente entre nosotros. Por eso no resultaba nada extraño que Victor Pigeón, como realmente se llamaba, hablase perfectamente francés y conociera muy bien la idiosincracia y la cultura francesa de la que se había nutrido durante su adolescente formación.
Poseía un especial atractivo para las chicas y para con sus amigos era sumamente generoso. Vestía bien y se cuidaba en salud. Durante muchos años trabajó como guía turístico ya que también hablaba inglés con fluidez. Del fruto de su incesante trabajo en la época dorada de la industria turística isleña, lograría reunir ciertos ahorrillos que más tarde invertiría con muy buen criterio en la compraventa de algunos inmuebles que le producirían unos primeros suculentos dividendos que supo muy bien administrar, por lo menos, hasta que yo me ausenté definitivamente del Puerto.
En el transcurso de mis últimas vacaciones, Carmen y yo, nos vimos gratamente sorprendidos por un elegante e inesperado detalle por su parte. Fuimos generosamente invitados a una cena con espectáculo incluido en la Sala de Fiestas Andrómeda, en las Piscinas de Martianez, de la que, a la sazón, Victor era director. Conservamos un cariñoso y grato recuerdo no solo de aquella noche en concreto sino, además, por el hecho de que la suculenta cena hubiera estado profesionalmente servida, precisamente, por Perdomo, tantos años conocido como ex-camarero del antiguo Dinámico de la Plaza del Charco del que habíamos sido tan habituales clientes.
También Victor, como el resto de nosotros, formó parte activa de todas las actividades de ocio nocturnas y diurnas que tenían lugar a lo largo del año en el Puerto de la Cruz y cuyo primordial objetivo consistía exclusivamente, por parte nuestra, en la consecución absoluta de la siempre inalcanzable cota de máxima FELICIDAD. ¡¡Casi nada!!.
Su amistad con todo nosotros era inquebrantable.
TIENE DOS HERMANOS
ResponderEliminarRAFAEL PIGEON AMAR
La Orotava, s/n
38008 SANTA CRUZ DE TENERIFE
Tlf: 922 227 353
Y GABRIEL PIGEON AMAR QUE VIVE EN SAN PIO EN SANTA CRUZ
TE PONGO EL TELEFONO POR SI LO QUIERES LLAMAR Y PREGUNTARLE POR SU HERMANO VICTOR