El parecido entre la presencia de este avión, en tales circunstancias, y la relidad que narro, es pura coincidencia
Casi todos los niños de mi generación soñaron más de una vez con ser algún día aviadores.
Yo también, pero solo quedó en eso, en un sueño infantil.
Mi temprana afición por la earonáutica, pese a todo, se debió, precisamente, al haber contraido la enfermedad de la tos ferina mientras vivíamos en La Cuesta.
En aquella época, a los niños aquejados de aquel mal por falta de vacunación pertinente, los médicos aconsejaban respirar mucho aire puro lejos de las contaminadas ciudades y como quiera que mi tia Argentina vivía por entonces en el campo, frente al Aeropuerto de Los Rodeos, hasta allí nos desplazábamos para que yo tomara tan beneficiosos aires mientras me restablecía entretenído en observabar, embobado, tantos despegues y aterrizajes de otras tantas y distintas aeronaves.
No conseguí aquel sueño de pilotar un día un avión pero si que me jactaba, con sumo placer y arta frecuencia, de contar entre mis amigos con Francisco González de Ara, un verdadero y auténtico piloto, con el que hice amistad mientras él continuaba estudiando en la Academia del Aire de Zaragoza y yo hacía muchísimo tiempo que había ya descartado esa imposible esperanza.
Leyendo hace unos dias en el periódico la proeza llevada a cabo por el comandante Chesley evitando con su pericia la muerte de 155 personas gracias a un perfecto amerizaje en rio Hudson, acudió seguidamente a mi memoria el feliz recuerdo de algo milagrosamente parecido pero ocurrido en el año 1966 en aguas del Atlántico, en la bahía de Santa Ursula, a una milla y media, más o menos de la costa norte de Tenerife y cuyo protagonista no fue otro que un piloto español de la compañía Spantax a los mandos de un DC-3 aunque, a diferencia con el del americano Chesley, con solo 24 pasajeros a bordo de los que excepto uno pudo salvarse el resto.
Papel fundamental en el rescate de los supervivientes fue el desempeñado por los pescadores de la zona quienes aproximándose con sus barcas hasta el aparato siniestrado y escorado aún sobre la superficie del agua, lograron rescatar, antes de su definitivo hundimiento, a los pasajeros y a la totalidad de la tripulación con vida. El único fallecimiento no se produjo como consecuencia directa del amerizaje sino que debido a un ataque de histeria padecido por la gran tensión nerviosa provocada por el pánico, el pasajero se hundió junto con el aparato, pese a los denodados pero inútiles esfuerzos del propio piloto y una azafata por intentar salvarle la vida.
El resto lo podreis leer en El Pais de hoy domingo 18 de Enero de 2009
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Casi todos los niños de mi generación soñaron más de una vez con ser algún día aviadores.
Yo también, pero solo quedó en eso, en un sueño infantil.
Mi temprana afición por la earonáutica, pese a todo, se debió, precisamente, al haber contraido la enfermedad de la tos ferina mientras vivíamos en La Cuesta.
En aquella época, a los niños aquejados de aquel mal por falta de vacunación pertinente, los médicos aconsejaban respirar mucho aire puro lejos de las contaminadas ciudades y como quiera que mi tia Argentina vivía por entonces en el campo, frente al Aeropuerto de Los Rodeos, hasta allí nos desplazábamos para que yo tomara tan beneficiosos aires mientras me restablecía entretenído en observabar, embobado, tantos despegues y aterrizajes de otras tantas y distintas aeronaves.
No conseguí aquel sueño de pilotar un día un avión pero si que me jactaba, con sumo placer y arta frecuencia, de contar entre mis amigos con Francisco González de Ara, un verdadero y auténtico piloto, con el que hice amistad mientras él continuaba estudiando en la Academia del Aire de Zaragoza y yo hacía muchísimo tiempo que había ya descartado esa imposible esperanza.
Leyendo hace unos dias en el periódico la proeza llevada a cabo por el comandante Chesley evitando con su pericia la muerte de 155 personas gracias a un perfecto amerizaje en rio Hudson, acudió seguidamente a mi memoria el feliz recuerdo de algo milagrosamente parecido pero ocurrido en el año 1966 en aguas del Atlántico, en la bahía de Santa Ursula, a una milla y media, más o menos de la costa norte de Tenerife y cuyo protagonista no fue otro que un piloto español de la compañía Spantax a los mandos de un DC-3 aunque, a diferencia con el del americano Chesley, con solo 24 pasajeros a bordo de los que excepto uno pudo salvarse el resto.
Papel fundamental en el rescate de los supervivientes fue el desempeñado por los pescadores de la zona quienes aproximándose con sus barcas hasta el aparato siniestrado y escorado aún sobre la superficie del agua, lograron rescatar, antes de su definitivo hundimiento, a los pasajeros y a la totalidad de la tripulación con vida. El único fallecimiento no se produjo como consecuencia directa del amerizaje sino que debido a un ataque de histeria padecido por la gran tensión nerviosa provocada por el pánico, el pasajero se hundió junto con el aparato, pese a los denodados pero inútiles esfuerzos del propio piloto y una azafata por intentar salvarle la vida.
El resto lo podreis leer en El Pais de hoy domingo 18 de Enero de 2009
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Amigo Zoilo:
ResponderEliminarEl amaraje tuvo lugar el 16 de septiembre de 1966. Era un Douglas DC-3 por cierto perteneciente a la compañía Spantax, la misma del accidente de Barajas. Matrícula ea-acx. Realñizaba el vuelo IB261 y había despegado del aeropuerto de Los Rodeos a las 8 horas 21 minutos de la mañana con dirección al aeropuerto de Buenavista de la isla de La Palma. De pronto le apareció una avería en el motor izquierdo del aparato , cosa que pudo ser apreciada por el pasaje.
Los tripulantes eran , como primer piloto a Don Eugenio Maldonado Villaluenga, como segundo piloto a Don Fernando Piedrafita Candial y a la azafata de vuelo señorita María del Carmen Vázquez, además de 24 pasajeros , un niño y dos bebés. El amaraje tuvo lugar a una milla y media del municipio tinerfeño de El Sauzal, al producirse un embalamiento de la hélice tal y como comenta Don Carmelo González Romero en su libro sobre “Accidentes aéreos…”.
La avería surgió a las 8 horas y 27 minutos cuando el avión volaba a unos 2.600 ft de altura. Los pilotos escucharon un fuerte y continuado ruido en la cabina. Mirando los controles, descubren en ellos como se embala la helíce del motor izquierdo poniéndose a tope el indicador de R.P.M. del motor izquierdo. Lo que obligó a parar el motor por parte del comandante colocándolo en posición de bandera, cosa que efectuó el segundo piloto sr. Piedrafita. No obstante la hélice no quedo en dicha posición debido a los fallos mecánicos sufridos.. Al darse cuenta de la falta de control del avión por parte del señor Maldonado, no pudiendo controlar la altura con el otro motor que ya había puesto a la máxima potencia, informó rápidamente a la torre de control del aeropuerto de Los Rodeos, de que se encontraba en situación de emergencia y de la necesidad de efectuar un amaraje forzoso pues el avión descendía de forma peligrosa al mismo tiempo que su velocidad disminuía. Después de maniobrar co mucha serenidad y pericia el avión con un total ajuste a los procedimientos de emergencia y habiendo informado ya la azafata a los pasajeros que se iba a realizar un amerizaje, el piloto efectuó el mismo con éxito a las 8 horas 40 minutos lo más cercano a la costa con la mar en calma debido al buen tiempo reinante.
Por suerte en la cercanía se encontraban lanchas de pescadores del puertecito de El Sauzal que observaron el descenso del avión, dirigiéndose con rapidez hacia el lugar donde había amerizado para prestar auxilio a las personas que iban a bordo.
Mientras el comandante de la aeronave y la azafata se encargaron de la evacuación del avión, el segundo piloto, después de finalizar los procedimientos de emergencia, se tiró al mar para ayudar a varios pasajeros (entre ellos a una mujer y a un niño que vestían el chaleco salvavidas) a subir a las barcas que se acercaron al aparato. Algunos de los pasajeros consiguieron abandonar el avión subiendo directamente a las embarcaciones. Los bebés y las mujeres fueron rescatados rápidamente y trasladados a tierra, y a continuación el resto de los pasajeros que permanecían en el agua. Cinco minutos después del amerizaje al avión desapareció bajo las aguas.
A bordo del DC3 permaneció un pasajero, presa de una fuerte excitación, que se negó a abandonar el avión a pesar de que vestía su chaleco salvavidas. El comandante y la azafata intentaron por todos los medios convencerlo al ver que el aparato comenzaba a hundirse. Sus esfuerzos por ponerlo a salvo resultaron inútiles. Al observar que el avión se inclinaba hacia adelante e iniciaba el hundimiento, tuvieron que lanzarse al agua. EL Douglas DC3 se hundió con el pasajero en su interior.
Poco después del amaraje llegaba un helicóptero Agusta Bell – 205 del servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) de la Base Aérea de Gando, pilotado por el capitán Vargas y el teniente Dolz, que había despegado a las 8 horas 55 minutos siendo escoltado por un avión Heinkel-111 (B2I) del Ala Mixta nº 46. El helicóptero, una vez que aterrizó en la zona costera de El Pris en la isla de Tenerife evacuó a 16 supervivientes al aeropuerto de Los Rodeos. El resto de los supervivientes no deseó trasladarse en Helicóptero hasta el aeropuerto.
Aquella misma tarde fue rescatado, por un equipo de buzos, el cuerpo sin vida del pasajero que se negó a abandonar el avión. El Douglas DC3 quedó en el fondo del mar a una profundidad de 30 metros. La pasajero Doña María del Pilar de la Barrera Marcuelo, sufrió una contusión en la cadera derecha, siendo asistida en la Clínica Zerolo de Sanat Cruz de Tenerife.
Gracias a al perfecta coordinación de los miembros de la tripulación y al ejemplar comportamiento de los pasajeros, acatando las instrucciones del primer piloto y la azafata para abandonar el aparato, así como la rápida llegada al avión de las barcas de los pescadores , permitieron que no se originaran más víctimas a pesar de que se registraron momentos de gran angustia después del amerizaje.
(Carmelo González Romero – Accidentes aéreos- Islas Canarias – Africa Occidental 1934-2003) Ed.Anroart Ediciones.
Te adjunto por email fotografías ilustrativas del evento.
Saludos Zoilo. Interesante historia esta del avión. Ahoro estoy tomadno información de unsupeusto avión británico que cayó cerca dela palma durante la segunda guerra mundial. Estoy recopilando información sobre la llamada operación Pilgrim que tenía como objetivo l ainvasión de carias por los ingleses en la segunda guerra mundial... A todo esto aprovecho.. no se si sería mucho pedirte que si me podrias mandar alguna foto de mi padre. La que se titula soulman o alguna otr a más? gracias ... UN SALUDO.
ResponderEliminarEl 31 de mayo de 1944 en latitud 28 45 y longitud 18 05 cayo un avión, cerca de La Palma pero era de la US NAVY Salió a socorrerle sólo una lancha de Tazacorte. Se perdieron 5 tripulantes y el otro fue encontrado en Tjarafe. En concretyo fue el oficial John F. Carr dijo que naufragó a las 23 50 horas del día 29 de mayo por falta de gasolina y que confundió La Palma con Madeira.
ResponderEliminarLe contaré. En mi casa en La Laguna, Tenerife, tengo las fotos originales de ese accidente. Mi hermano, que en la actualidad tiene 78 años y una memoria excelente,estuvo allí y sabria darle muchos detalles de ese dia, los pasajeros, y el desarrollo del amerizaje. Si usted quiere tener este tesmimonio "in vivo" además de las fotos originales de ese dia, se puede comunicar a través de este medio. Nos alegraría colaborar en el reconocimiento- tardío-a su persona.
ResponderEliminarMe gusta el nombre, Carambita.
ResponderEliminarPuesto que no soy periodista, mi única intención con la crónica del amerizaje en Sta. Ursula era poner en conocimiento de los más jóvenes de un caso parecido al americano.
Tendré mucho gusto en aceptar el ofrecimiento de alguna fotografía del mismo. La publicaría, en todo caso, a nombre de tu hermano en mi Blog.
Quedaría garantizada la propiedad intelectual de tu hermano.
Hola Carambita, querría saber si hay alguna posibilidad de hablar con tu hermano, es para los servicios informativos de la TV Canaria, un saludo.
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