Mi gran amigo José Martín, como de costumbre, ha salido de nuevo a la terraza del Rancho Grande y después de lo NO visto me ha escrito inmediatamente para comunicarme una buena noticia que mucho tiene que ver con el convento de Santo Domingo.
Por fín, esta foto podrá volver a repetirse de nuevo en todo su esplendor. Sin ningún tipo de publicidad que mancille las blancas paredes del convento, por lo que me alegro profundamente.
Como rectificar dicen que es de sabios, no nos queda otro alternativa que la de felicitarnos por tan sabia decisión adoptada, lo que me obliga a retirar las suspicaces sopechas que en su día creí albergar en contra de esa corporación municipal. De esa manera, rectificando, todos seremos algo más sabios y más honestos.
Desde aquí quiero agradecer a quién corresponda el enorme placer estético que me provoca la contemplación desde San Telmo de este rincón entrañable del Puerto y del que tantos logros fotográficos he obtenido con mis cámaras.
¡¡Gracias!!
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