Luis y Javier, excelentes músicos e hijos de mi inolvidable primo Luis han logrado, merced a la alta tecnología que nos ofrece hoy la comunicación, conectar finalmente, después de tantísimos años conmigo a través de un correo electrónico cuya dirección había colgado previamente en mi Blog.
Les recuerdo aún siendo niños, vivamente interesados por el sonido que desprendian las guitarras con las que mi primo Luis y yo nos acompañábamos mientras cantábamos a duo.
No se exactamente cuanto tiempo habrá pasado pero aquellos hermanos gemelos, a los que no veo desde entonces, se aplicaron de tal manera que acabaron la carrera de guitarra en el Liceo de Barcelona.
Echando la vista atrás veo a mi tia de joven, antes de que yo incluso la conociera, elegantemente sentada frente al teclado del piano cuando no tocando el delicado violín, instrumentos ámbos que dominaba, según mi padre, con auténtica maestría. Su hermano, es decir, mi tio Luis tambien tocaba y cantaba. Acompañándose de la guitarra solía interpretar con su poderosa voz unos magníficos tangos de todos conocidos. También su hijo, mi primo Luis, adquirió destreza en el acompañamiento de guitarra y el canto y, en muchas ocasiones, sobre todo en las largas sobremesas, solíamos amenizar a duo las largas y calurosas tardes del verano barcelonés.
No es de extrañar pues que tanto los hijos de mi primo Luis, Luisito y Javier, así como mi propia hija Dácil encontraran entre nosotros, desde muy pequeños, el germen idóneo de su temprana afición por la música que les habría de llevar a culminar sus respectivas carreras con notable éxito a lo largo de este tiempo de desencuentro.
Por razones que no vienen al caso pero que para nuestras familias resultaban obvias, mi padre llegó a ejercer como segundo abuelo de los hijos de mi primo Luis, a quienes quería como auténticos nietos. Es por eso que hoy incluyo una foto de mi padre como testimonio de esto último que confirmo
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