Invitado
a participar en el proyecto de Configuraciones
Urbanas organizado por el Ayuntamiento
de Barcelona con motivo de los Juegos
Olímpicos de 1992, el artista Juan
Muñoz intervino con una instalación escultórica de carácter narrativo cuya
función integradora no deja lugar a duda sobre el firme propósito del autor de
incorporarla en el tejido urbano de la ciudad, haciendo partícipe al propio
espectador de sus propias incertidumbres, sus recelos o su rotundo compromiso con la
sociedad en la que le ha tocado vivir.
Juán
Muñoz (1953-2001), desgraciadamente, murió joven, a la edad
de 48 años pero su corta trayectoria artística nos ha dejado ejemplos como La habitación donde siempre llueve, ubicada muy cerca de la playa, en la Plaza
del Mar del populoso barrio de la Barceloneta.
A medida que el espectador
va acercándose al lugar, distingue, aún en la distancia, lo que puede parecer
un diminuto oasis bajo cuyos árboles una cabaña enrejada de hierro cobija en su
interior a cinco figuras supuestamente dialogantes. Merced a un sofisticado
sistema de irrigación, en su interior siempre llueve; de ahí su título.
Muchos han querido ver en
esas cinco figuras una alegoría a los cinco continentes, protegidos del
exterior por la solidez del enrejado de hierro y siempre a la sombra de los dos
únicos árboles del entorno.
Como muchas de las figuras
ideadas por Muñoz, estas también tienen forma de “tentempié” que se yerguen a
partir de una base esférica y dotándolas de un halo tan misterioso que,
incluso, puede resultar hasta conmovedor.
La
relación que La habitación donde siempre
llueve mantiene con su entorno más inmediato es total. El diálogo, el
cobijo, la sombra y el agua que comparten los personajes se aproxima muchísimo
a la idea que se tiene de las
convenciones de carácter social que caracterizan a los habitantes de las
zonas costeras mediterráneas como puedan ser los del barrio marinero de la Barceloneta.
En este sentido su integración en el espacio
público resulta del todo eficaz y garantiza, - por parte del espectador-, la
aceptación indiscutible en el entramado
urbano de la zona.
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