El día en que Marina me convino para tomarle unas fotos de promoción a Elvira, yo no sabía con seguridad si ya había sido elegida Miss Tenerife o, por el contrario, aún debía de presentarse al certamen.
Sea como fuere, me encontré con una elegante joven que ya conocía de vista y que, sin embargo, me pareció entonces algo fría y distante. No obstante, su belleza no tenía discusión y la opinión que en un principio me formé de ella no le hacía ninguna justicia porque lo que yo creí un defecto de carácter era simplemente timidez.
De golpe, uno queda apabullado ante tanta belleza natural y se produce un breve colapso hasta darte cuenta de que llevas un par de cámaras, que la luz es una maravilla que hay que saber aprovechar y que la modelo es un lujo pocas veces a tu alcance.
Hoy día el estilo fotográfico ha cambiado muchísimo si lo comparamos con el de entonces; y no digamos ya los medios técnicos pero cada época tiene una identidad propia que le es característica y a mi me pareció que el estilo fotográfico de las películas americanas de los años 50 le iba muy bien a una joven cuya fisonomía se aproximaba mucho más a una chica de aquellas latitudes que a ese otro tipo de belleza tan tipicamente nuestra.
Creo que entonces esperaban algo más de mí como fotógrafo pero el paso del tiempo pone las cosas en su sitio y aquellas fotos de antaño demuestran hoy, una vez recuperadas, que sí conseguí plasmar el glamour que me interesaba en favor de la concursante, bajo esa luz canaria tratada como la de Malibú, iluminando a sus chicas en traje de baño por la década de los 50
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