José de Dios ha sido el verdadero artífice de que nos hayamos podido reunir, después de unos cuarenta años, todos aquellos que compartimos un tiempo y un espacio en los aledaños de ese pueblo tan distinto ahora al que conocimos entonces llamado LA CUESTA.
Estuvieron presentes en una primera comida celebrada en casa de Juán, el mismo José con sus hermanas Adelina, Julita, su hija Mara y su novio y la hermana de este, el anfitrión Juán y su mujer, la hija de ambos, su nieta, Mauro, Carmen y yo. Anécdotas no faltaron, incluso las vividas en Inglaterra por parte de los de Dios Palaut (José ha suprimido la "t" de su segundo apellido) que nos hicieron reir muchísimo por el ingenio desarrollado por los hermanos para tratar de sobrevivir entre los flemáticos anglosajones.
En una segunda comida celebrada en El Sauzal hicieron acto de presencia el resto de convidados: Agustín, Domingo, Galán y D. Manuel González. La sobremesa estuvo amenizada por un repertorio característico de la época interpretado por MELI, acompañada por José de Dios, ritmo y maracas; D. Manuel González, timple; Juan, voz y guitarra; y un servidor, guitarra y voz.
Una vez roto ese maleficio que supone el olvido por culpa de una maltrecha memoria, trataremos a partir de ahora de mantener el contacto a través de cualquiera de las múltiples redes sociales que nos permita seguir sumando nuevos encuentros de viejas amistades de vecindad.
Respecto de los supervivientes del Callejón Piñeiro, echamos de menos a dos de los que fueran nuestros convecinos más próximos: LOURDES y ANTONIO DUQUE a quienes desde aquí saludo muy cordialmente y a quienes también les deseo la misma suerte que hemos tenido el resto de haber salido adelante totalmente indemnes de aquel límite de pobreza en la que por los años cincuenta nos encontrábamos todos.
Por cierto, como información adicional, recordar que carecíamos de lo más esencial: AGUA CORRIENTE Y CUARTO DE BAÑO pero, además, de NEVERA Y TELEVISIÓN. Y no obstante, logramos sobrevivir.
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