A decenas de metros bajo tierra y
en un vagón de METRO, ¡un libro!
Una joven pasajera leía hoy un
libro y no un libro cualquiera, un libro
de, por lo menos, doscientas páginas. Que sorpresa tan agradable: ¡un libro, cuanto tiempo!
Llegado a la facultad comenté ufano
el hallazgo a Fredy, un amigo. ¿Sabéis que me contestó?
-¿Estás seguro de que era un
libro?
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