Siendo yo aún un niño, disponíamos de una contundente y persuasiva frase hecha que no tenía vuelta de hoja por cuanto nos era muy válida para rechazar drásticamente cualquier proposición que, a nuestro poco juicio entonces, no nos interesara en absoluto. Dicha frase no era otra que la siguiente: ¡No, gracias! Fumo KRUGER.
No sé si en Canarias aún se sigue usando pero cualquier proponedor de entonces comprendía perfectamente la contundente negativa esgrimida y solía obrar en consecuencia aceptándola sin paliativos.
Hoy la echo mucho de menos porque por más que me niego a aceptar determinados planteamientos ajenos, no consigo en absoluto persuadirles de sus dudosas propuestas de la manera contundente con la que la que lo hacíamos en Canarias hace ya cincuenta o sesenta años, empleando aquel eslogan publicitario rescatado de las emisiones de radio de Radio Club Tenerife o Radio Juventud de Canarias y que todos entendíamos perfectamente.
La radio era, prácticamente, el único medio de comunicación del que disponíamos entonces, de modo que nuestra propia imaginación, -luego de codificar subjetivamente la noticia-, jugaba un importante papel en el desempeño, -envuelta en nuestro propio criterio-, de la propagación de la misma al resto de vecinos quienes, lamentablemente, aún no contaban con aparato propio.
La radio era, prácticamente, el único medio de comunicación del que disponíamos entonces, de modo que nuestra propia imaginación, -luego de codificar subjetivamente la noticia-, jugaba un importante papel en el desempeño, -envuelta en nuestro propio criterio-, de la propagación de la misma al resto de vecinos quienes, lamentablemente, aún no contaban con aparato propio.
A través de las ondas, alguien, seguramente un fumador, ofrecía a otro un misterioso cigarrillo. El invitado lo rechazaba categóricamente en voz alta: ¡No, gracias! Fumo KRUGER.
Resulta muy lamentable que la frase en cuestión no contemple hoy la gran eficacia que tuvo en tiempos pretéritos, -por lo menos en Canarias-, porque desde el punto de vista del Sr. Rajoy bien la hubiera podido utilizar hoy en día para rechazar con toda contundencia las supuestas inaceptables propuestas del Sr. Puigdemont, pero ese tipo de negativas parecen haber quedado ya completamente obsoletas y lo que en estos nuevos tiempos se espera de ambos es que, por lo menos, si no KRUGER, sí que acuerden entre ellos compartir en silencio una buena y generosa PIPA DE LA PAZ.
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