No me imagino como será, después de la sentencia dictada ya en firme por los magistrados, el cumplimiento de los nueve años de condena impuesta en el caso de la denominada MANADA. Y digo esto porque de todos es sabido las pocas simpatías que entre la población reclusa despiertan los delitos cometidos por violación, abusos sexuales, etc., etc.
Ya no valdrá tener en cuenta lo más fuerte ni más rápido que seas sino el o los que menos escrúpulos tengan en someter a los violadores ingresados al mismo calvario que corrieron sus víctimas inocentes al amparo de la noche, del número y de la fuerza. Nueve años son muchos para tratar de evitar que ello se produzca antes de alcanzar la ansiada libertad pero con toda seguridad acabará ocurriendo sin que ni siquiera nada ni nadie sea capaz de evitarlo y será más que probable que también se lleve a cabo de la misma manera: con nocturnidad, alevosía y, sobre todo, en grupo o, si lo prefieren, en manada.
Con un poco de mala suerte para los violadores de la joven en los Sanfermines, resultará también probable que sus supuestas sodomizaciones llevadas a cabo en las siempre oscuras dependencias de la lavandería de la prisión, -por poner un ejemplo cinematográfico-, y acordada en grupo por parte de los internos, pueda ser también filmada en video con la exclusiva intención de ser subido más tarde a las redes sociales para escarnio público, con el mismo regocijo que los recién llegados en su día hicieran con sus víctimas y sin el menor pudor.
Con un poco de mala suerte para los violadores de la joven en los Sanfermines, resultará también probable que sus supuestas sodomizaciones llevadas a cabo en las siempre oscuras dependencias de la lavandería de la prisión, -por poner un ejemplo cinematográfico-, y acordada en grupo por parte de los internos, pueda ser también filmada en video con la exclusiva intención de ser subido más tarde a las redes sociales para escarnio público, con el mismo regocijo que los recién llegados en su día hicieran con sus víctimas y sin el menor pudor.
Resulta lamentable pensar que sea ésta la única manera de lograr despertar las conciencias dormidas de todos aquellos que abusando de una situación de privilegio, de fuerza, de número, etc., hayan corrido el riesgo innecesario de consumar una violación de tales características pero cuya peor condena por ese hecho consumado y suficientemente probado no habrán sido sólo los nueve años que les espera de prisión impuestos por los jueces en un veredicto más que discutible sino las secuelas psíquicas que se desprenden del doloroso trance de sodomía por el que hayan tenido que verse sometidos para conseguir finalmente entender en que consiste realmente un siempre acto salvaje de violación.
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