La ciénaga política
dónde hasta hace muy poco chapoteaban los despreciables sin escrúpulos,
-ansiosos por recuperar un poder que ya empiezan a echar de menos-, va siendo
sustituida ésta vez por un espeso y peligroso manto de cristales rotos que nos
ha pillado sin zapatos con los que protegernos de tanta amenaza tangible;
sembrada de bombas lapas y accidentes provocados con la única finalidad de
tratar de liquidar a un supuesto responsable del restablecimiento de una
economía nacional que llama la atención en Europa de manera notable.
Alguien ya en los cuarteles ha tomado la alcuza con
la que engrasar las vainas de los sables de los oficiales y las ánimas de los
fusiles de una tropa todavía ignorante de las muchas amenazas proferidas contra
un gobierno elegido democráticamente y que se resiste firmemente a las
presiones ejercidas por gerifaltes con tricornio y embutidos en botas de montar
con las que guarecerse de la cristalería esparcida por la indecencia.
Se insinúan golpes de estado por las esquinas de
Madrid, mordidas todas ellas por quienes, desarmados, se atrincheran sin
domicilio fijo donde pernoctar en caso de rebelión y dándose por enterados que
si se trata de liquidar a alguien para “conseguir
el propósito de que parezca un accidente”
Así las cosas, Isabel Díaz Ayuso se ha sumado al
coqueteo de carácter político-militar con Juan Vicente Bonilla, todo un capitán
de la UCO de quién se dice que bebe los vientos por ella, sin contar con que los
vientos soplan también en otras direcciones distintas como para terminar
acariciando al que, de momento, es su favorito y que no es otro que el
mismísimo Alberto González Fernández, “Quirón”, y cuyo ingreso en prisión
parece del todo inminente.
Ahora que del Fiscal General, Álvaro García Ortíz, se
empieza a saber que no fue él quien en
su momento difundiera primero los acuerdos de Albertito habidos con el FISCO,
el juez Hurtado ha terminado por soltar definitivamente la presa y dispuesto a
lavarse concienzudamente la dentadura después de tanto tiempo en el ejercicio
canino de sus funciones como la de la caza mayor por instinto en las grandes
urbes como Madrid.
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