CASO HIPOTÉTICO Nº. 2

Ayer llovió casi todo el dia en Barcelona. Mientras me dirigía a casa, pasé por la panaderia de mi barrio y compré una baguette. La encontré muy caliente. Acababan de cocerla en un horno eléctrico por lo que deduje que previamente había estado congelada, como la mayoría.

-¿Se mantendrá en condiciones hasta la noche, para la cena?, -pregunté

-....Y yo que sé. Con la humedad que hace.... , -contestó la dependienta

Es curioso comprobar como muy poca gente se hace responsable del producto que vende. Aquella dependienta en absoluto me garantizaba que la baguette, llegado el caso, se mantuviera en condiciones de ser digerida al cabo de unas horas y, como ustedes comprenderán, yo tampoco iba a ser tan estúpido como para comérmela en aquel preciso momento, a las cinco de la tarde, aprovechando simplemente el hecho de que el pan se encontrara entonces en óptimas condiciones.

Siempre tuve miedo a volar en avión pero mientras me dirigía a casa, con la dichosa baguette bajo mi brazo y yo bajo la lluvia, elucubraba sobre la posibilidad de extrapolar el ejemplo que había vivido esa tarde en la panadería a las condiciones naturales de un Aeropuerto cualquiera:

-Hola, buenos días, ¿cree Vd. que tendremos hoy un vuelo agradable?, -pregunté a la azafata.

- .... Y yo que sé. Con la humedad que hace no creo que lleguemos sanos y salvos a Tenerife, -respondió.

¡No se alarmen, por favor!. Esta respuesta no es la habitual en ningún aeropuerto del mundo. Al contrario, generalmente, las azafatas suelen genenerar confianza.

EPÍLOGO

Nunca como hoy, las altísimas tecnologías como la aeronáutica, pongo como ejemplo, alcanzaron tantísimas cotas de suprema eficacia ni generaron tantas buenas espectativas, aunque sí alguna cierta desconfianza, entre los pasajeros del siglo XX. Por eso, lo que realmente me indigna de lo acontecido ayer es que el humilde horno eléctrico de la panadería de tu barrio te ofrezca tan escasas espectativas y que su funcionamiento te merezca aún mucha menos confianza todavía que los potentes reactores de un Boing 727 y, además de todo eso, que la dependienta en cuestión no solo no te garantice que el producto que vende llegue en condiciones de uso para la cena sino que encima tenga uno que pagar por él tan altísimo precio. En proporción, tanto como un billete de avión; solo que sin garantía alguna.