La razón por la que aquel día de aquel año tomé la decisión de captar esta instantánea aún no me la explico. Quizás aquel joven comodamente sentado en el banco despertara mi curiosidad por la forma tan relajada de permanecer atento a cuanto acontecía en su más inmediato entorno, la Plaza del Charco.
O tal vez, presumiblemente, y debido a una inconsciente intuición del futuro que yo ya le auguraba, hubiera querido por mi parte inmortalizar su indiscutible juventud en esta tranquila fotografía de pueblo.
Salvador y yo no manteniamos una relación amistosa que pudiera considerarse de lo más íntima pero lo más probable es que yo estuviera ya al tanto de sus progresos como periodista y que fuera esta la verdadera razón por la que me hubiera visto, finalmente, movido a fotografiarle.
La foto la he vuelto a encontrar hoy por casualidad entre las numerosas que poseo de muchos de los ciudadanos del Puerto: anónimos, populares, pintorescos, característicos, famosos, etc.
Las casualidades de la vida han hecho, sin embargo, posible que hoy, pese a la gran distancia que nos separa, cultivemos una amistad mucho más íntima si cabe que la que entonces manteniamos y ello a pesar, incluso, de haber sido tal distancia, entonces entre nosotros, mucho más estrecha que la que mantenemos en la actualidad con lo que se plantea una curiosísima paradoja por la que se puede llegar facilmente a la felíz conclusión de que la calidad de la amistad, o esta en si misma, jamás estará en función solamente de la mayor o menor distancia entre los protagonistas sino que dependerá, en gran medida, de otros distintos factores tecnológicos, característicos de la civilización del siglo XXI, como puedan ser, en este caso concreto, la informática, Internet, los Blogs, el correo electrónico, etc, etc, etc., pero, naturalmente, pueda haberse debido ,asímismo, a factores fundamentalmente humanos, como pueda ser la recíproca voluntad de coincidir en querer ser, simplemente, buenos amigos
O tal vez, presumiblemente, y debido a una inconsciente intuición del futuro que yo ya le auguraba, hubiera querido por mi parte inmortalizar su indiscutible juventud en esta tranquila fotografía de pueblo.
Salvador y yo no manteniamos una relación amistosa que pudiera considerarse de lo más íntima pero lo más probable es que yo estuviera ya al tanto de sus progresos como periodista y que fuera esta la verdadera razón por la que me hubiera visto, finalmente, movido a fotografiarle.
La foto la he vuelto a encontrar hoy por casualidad entre las numerosas que poseo de muchos de los ciudadanos del Puerto: anónimos, populares, pintorescos, característicos, famosos, etc.
Las casualidades de la vida han hecho, sin embargo, posible que hoy, pese a la gran distancia que nos separa, cultivemos una amistad mucho más íntima si cabe que la que entonces manteniamos y ello a pesar, incluso, de haber sido tal distancia, entonces entre nosotros, mucho más estrecha que la que mantenemos en la actualidad con lo que se plantea una curiosísima paradoja por la que se puede llegar facilmente a la felíz conclusión de que la calidad de la amistad, o esta en si misma, jamás estará en función solamente de la mayor o menor distancia entre los protagonistas sino que dependerá, en gran medida, de otros distintos factores tecnológicos, característicos de la civilización del siglo XXI, como puedan ser, en este caso concreto, la informática, Internet, los Blogs, el correo electrónico, etc, etc, etc., pero, naturalmente, pueda haberse debido ,asímismo, a factores fundamentalmente humanos, como pueda ser la recíproca voluntad de coincidir en querer ser, simplemente, buenos amigos
La amistad es algo que dicen que pasa con los años , pero sin uno darse cuenta.
ResponderEliminarPues creo que Salvador es un amigo de los que no fallan y por cierto está casi desconocido en la foto será porque ahora tiene el pelo más largo, pero en realidad casi igual. Es un gran compañero y un infatigable trabajador tiene toda mi admiración.
ResponderEliminarCarmen:
ResponderEliminar¿Quién ha dicho lo contrario?.
Precisamente, solo hago alusión al historial de la fotografía no a otra cosa.
En aquella época nuestras vidas no corrían paralelas. Creo que yo soy mayor.
Carmen Coello:
ResponderEliminarHe vuelto a leer mi crónica y no encuentro nada achacable a lo que intentas comunicarme. Si la gente como tú interpreta mal lo que escribo tendré que cambiar de estilo o asistir a clases de lingüistica para hacerme entender sin levantar falsas espectativas.
Creo que no me has entendido , me he expresado mal. sólo quería bromear con el hecho de la foto en sí, se perfectamente que eres un caballero; yo lo que he hecho es un poco de broma con Salvador. Nada más. Posiblemente la que tendrá que asistir a clase soy yo, mil disculpas
ResponderEliminarCarmen:
ResponderEliminarNo tienes por qué disculparte.
Yo tenía el temor de no haberme expresado bién y que esa amistad se resintiera por errores de sintaxis.
Gracias por la aclaración
Un abrazo. Zoilo
Y este es uno de los problemas de la escritura. Cualquier frase escrita puede significar todo lo contrario de lo que querías decir. Hasta que no se invente la escritura con tono de voz, podemos caer en la malinterpretación.
ResponderEliminarSaludos amigos.
que magnifica fotografia. Parece que los años "NO HAN PAsado" por Salva.
ResponderEliminarFELICITACIONES
Pues yo creo que la foto tiene varios detalles muy entrañables. El principal: un jóven despierto y a la vez soñador, con todo un futuro por delante. Expresa tranquilidad y a la vez ganas de vivir, ganas de conocer el mundo. Lo segundo que me llama la atención es que fue tomada en la Plaza del Charco. !Vaya cambio! Si no lo dice en el texto que acompaña la foto, no la hubera reconocido.
ResponderEliminarY del texto mismo, solo cabe comentar que la amistad es el pilar mas fuerte de nuestra vida y que hay pocas amistades que perduran toda una vida - y cuando es así, como en este caso, no suele ser un regalo, sino algo en lo que ambos han trabajado y puesto esmero. Entonces, si que es verdad que no importan las distancias físicas.
Miguel:
ResponderEliminarTienes mucha razón en lo que comentas.La escritura, muy pocas veces, alcanza el nivel de la palabra, del gesto, del tono y si algunas vez llega a alcanzarlo es gracias a que el que escribe es realmente un fuera de serie.
Coincido con los anónimos entrantes en sus respectivos argumentos
Siempre ha tenido cara de ángel
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