Memorias de la última institutriz inglesa de la infanta Elena.
Aquella noche, mientras de cúbito supino permanecía cubierta hasta el cuello por el magnífico edredón de pluma de ganso, la infanta Elena se vió de pronto sorprendida por la frágil y plana silueta de cartón pluma negro recortada sobre el fondo vertical iluminado de lo que muy bien pudiera parecer el enorme sarcófago del cuarto de baño. De improviso, el cartón pluma desprendió de su costado un brazo y la oscuridad entonces se hizo total. Segundos después, con el tiempo justo de retirar el edredón de pluma de ganso que la cubría, el cartón pluma , ya invisible, caería livianamente sobre el cuerpo desnudo de la joven infanta.
Bajo el peso mosca del cartón y sobre aquel fundido en negro que a propósito había propiciado el brazo desprendido de la silueta, sólo se escuchó en la oscuridad la quejumbrosa voz de la infanta al decir:
-Javier: harías muy bien en intentar aumentar de peso y potenciar algo más tu musculatura.
continuará.................................................
continuará.................................................
No hay comentarios:
Publicar un comentario