RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

viernes, 12 de marzo de 2010

CANCIÓN con TODOS por Juan Cruz Ruiz


La música fue en aquel momento, antes de que desapareciera Franco, nuestro modo de entendimiento colectivo; recuerdo las noches raras, largas, llenas de humo, en las habitaciones grandes del Colegio Mayor, escuchando los discos en los que había grabado sus poemas Pablo Neruda, y los oíamos como canciones. Luego vinieron los discos de Los Chalchaleros, de Los Fronterizos con Ariel Ramírez, Quilapayún, Mercedes Sosa... Eduardo Falú. Había un lugar en el Puerto de la Cruz, El Greco de Edmundo Esedín, diplomático, políglata, argentino, gastrónomo genial, donde Zoilo López Bonilla tocaba la guitarra y cantaba canciones que nos llevaban a otros territorios donde creíamos que había playas fabulosas y un gentío que gritaba hacia dentro. Los Sabandeños trajeron también muchas de aquellas melodías cuya letra (como la letra de los libros del boom) parecía escrita en la habitación de al lado. Era un tiempo en que la música (la música latinoamericana, la canción sobre todo) marcaba el ritmo de nuestras ilusiones, de libertad, o de liberación. Cuando se produjo el golpe de Estado de Pinochet la música alcanzó un punto culminante de afirmación de la identificación de la voz con la pasión por vivir en paz y sin botas militares., que por otra parte empezaron a reproducirse en todo el Cono Sur al tiempo que aquí se extinguía la vida de Franco, el sapo iscariote del que hablaba León Felipe. Fue un tiempo que duró casi lo que duró la primera juventud de nuestra generación. De pronto todo ese universo se fue diluyendo en la memoria, formando parte de ella, pero ya como el rescoldo de un fuego por otra parte inolvidable. La muerte reciente de Mercedes Sosa ha avivado el recuerdo de ese rescoldo. Nuestra generación vivio gracias a esas canciones, ellas nos dieron el combustible de nuestro entusiasmo; las noches y los sueños hubieran sido otros sin ese estímulo, y este blog es un homenaje a aquel tiempo y a aquella gente que se hacía (nos hacíamos) la ilusión de ser la canción que cantábamos todos.

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