Acudí con retraso a la cita. Cuando
por fín logré llegar, el grupo se encontraba en pie, reunido ya en el
salón, frente a las vitrinas de carpintería de caoba. Trás los
cristales, sobre estanterías de igual noble madera, se alineaban en
perfecto orden una serie de recipientes planos, no muy grandes y de
distintos materiales y formas. Estas últimas podían ser circulares,
triangulares, cuadradas o rectangulares independientemente del peso y el
color de la composición del artilugio pero, por lo general, mostraban, además, dos distintos detalles comunes a todos ellos que los hacían
únicos en su especie y otrora prácticamente imprescindibles: el servir
de soporte publicitario a los más diversos productos de entonces y el
poseer una o varias endiduras acanaladas en la parte superior de cada
uno de sus bordes. Por lo demás, los recipientes presentaban en su
conjunto una delicada forma cóncava aunque de muy escasa profundidad.
Permanecimos en silencio mientras, absortos, contemplábamos el motivo de
nuestra visita a aquel museo. La delicada voz de la guía nos sacó de
nuestro ensimismamiento para recordarnos que hacía por lo menos unos mil
años, prácticamente, en todo el mundo se conjugaba entonces, con
bastante frecuencia, un verbo que hoy día había caido totalmente en
desuso. Sin embargo, aquel verbo que según ella ya había dejado de
conjugarse del todo, guardaba, a la sazón, una directa relación con
aquella serie de recipientes que ahora contemplábamos incrédulos.
FUMAR: verbo, 1ª conjugacion. 1).- Echar o despedir humo
2).- Aspirar y despedir el humo del tabaco, opio, anís, etc.
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