
Al dia siguiente de la entrada en vigor de la nueva ley antitabaco entré, como de costumbre y acompañado de mi perrito Patxi, al bar que frecuento normalmente. Al poco rato se alzó una voz de entre los pocos parroquianos que se encontraban desayunando en los siguientes términos:
-¡¡Nos prohiben fumar y sin embargo permiten la entrada a los perros!!.
Yo me sentí inmediatamente aludido pero sin levantar la vista del diario que en ese momento leía,también grité:
-¡¡Tranquilo, hombre, que mi Patxi tampoco fuma!!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario