Deseo contribuir en el Blog de Bruno con algunas fotos que guardo de Lázaro y sus camellos.
A veces me tropezaba con la incongruencia de su estéril caravana cuando cruzaba el itinerario que el camellero, normalmente, tenía por costumbre. Siempre reservé un fotograma para él o para sus camellos porque, como muy bien apunta Bruno, Lázaro era un personaje tan buena persona como pintoresco aunque, ya por entonces, sus camellos empezaban a convertirse en el violento contrapunto de aquel urbanismo salvaje que iba invadiendo el valle hasta desparramarse rápidamente hasta el mismo litoral mientras que a los rumiantes ya sólo le quedaban esquinas por doblar a falta de mayor espacio, con esa paciencia suya que tanto les caracteriza y con un paso mucho más cansino que la vertiginosa avalancha de hormigón que se les venía encima sin remisión alguna.
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