He querido, una vez más, seguir prestando mi ayuda a la consecución de Patrimonio de la Humanidad para el Drago de Ycod de los Vinos.
Esta vez, el paralelismo de su conservación lo he llevado al extremo de compararlo con lo bien que se conservaron, pese a su edad, muchos canarios y canarias que tuve la suerte de fotografiar. Sólo los pliegues de su piel delataban sus largos años de existencia como delatan las ramas del drago su milenaria vida placentera pero a ellos también les cuidaron y les mimaron: sus familiares, sus amigos, sus vecinos, etc., etc.
Esta vez, el paralelismo de su conservación lo he llevado al extremo de compararlo con lo bien que se conservaron, pese a su edad, muchos canarios y canarias que tuve la suerte de fotografiar. Sólo los pliegues de su piel delataban sus largos años de existencia como delatan las ramas del drago su milenaria vida placentera pero a ellos también les cuidaron y les mimaron: sus familiares, sus amigos, sus vecinos, etc., etc.
Le he agregado algo de dramatismo al cartel con el fín de despertar las conciencias aún dormidas en favor de aquel magnífico símbolo Ycodense.
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