Hace ya unas semanas, estando de vacaciones en el Puerto de la Cruz, coincidimos casualmente en un conocido restaurante de El Durazno con un elegante matrimonio acompañado, suponemos que por la edad que representaban los más jóvenes, de sus hijos y nietos, respectivamente.
Nos saludamos respetuosamente y de inmediato acudieron a mi memoria unas entrañables imágenes de un bonito jardín en La Paz en un día soleado de verano de hacía ya algo más de treinta años. Se celebraba el cumpleaños de alguno de los niños que entonces jugaban alegres sobre el cesped mientras yo les hacía unas fotos. En aquella sesión fotográfica se encontraba ese mismo día el elegante matrimonio que había hecho su entrada, acompañado del resto de su familia, en el comedor de aquel conocido restaurante de El Durazno.
En respeto a su intimidad no citaré sus nombres pero sí publicaré sus fotos en blanco y negro aunque no fueran ellos entonces, precisamente, los protagonistas principales de aquella lejana sesión fotográfica que tenía por objeto inmortalizar la fiestecita en honor de una de las pequeñas de la familia.
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