Por este estrecho camino que desde la Avenida de Colón del Puerto de la Cruz subía hasta la fuente de Martíanez, también se llegaba hasta la solitaria playa del Bollullo, algo más lejos. Allí pasó algunos años de su vida, en contacto directo con la naturaleza, en especial con el mar, Domingo Codesido del que cuento esta pequeña anécdota acaecida este año en un barrio de Barcelona después de su prematura muerte en Tailandia.
COMISARÍA DE POLICIA DEL DISTRITO DE SAN ANDREU (BARCELONA): 12,30 horas del 6 de Agosto de 2011
-Usted y yo tenemos algo en común, -afirmó el funcionario de paisano mientras anotaba mi nombre y apellidos en el libro de registro de entradas para la renovación del carnet de identidad.
-Como no sea la edad....., -respondí yo, haciendome el inocente (nunca se sabe tratándose de una comisaría).
-No, no es eso, es el apellido Bonilla; también yo me apellido igual y soy de Granada.
-Yo, de Tenerife, de Canarias, ya sabe.
-¡¡Hombre!! ¡¡De Tenerife!! Precisamente allí hice la mili yo, en Hoya Fría, con..... TARZÁN.
-Pues no aparenta usted ser tan mayor, -le dije en tono de broma-.
-¿Recuerda usted a un tal DAVID CARPENTER, que fue en el celuloide el primer Tarzán auténticamente español?, -preguntó enarcando mucho las cejas-.
-Naturalmente que sí, -le contesté sorprendido-, vecino de la Orotava, además.
-Domingo, se llamaba Domingo....... -dijo intentando recordar.
-Codesido, Domingo Codesido, -repliqúe yo inmediatamente.
-Efectivamente, Codesido, ese era su apellido.
- ¿Sabía usted que fue asesinado hace unos años en extrañas circunstancias en Tailandia, -le confesé con cierto dramatismo forzado,- y que la policía de aquel país se vio incapaz de resolver el caso?, -agregué en tono crítico, aludiendo a la incompetencia, en estos casos, de todas las policías del mundo pero exceptuando la española, por supuesto-.
-Me deja usted de piedra, -musitó con gravedad el ahora pensativo funcionario.
¡¡NÚMERO TREINTA Y TRES!!, -gritó alguien desde una mesita del fondo.
-Me toca, -le dije a modo de despedida al amigo de TARZÁN que aún no había salido de su asombro-. Hasta otra, -balbucí.
En realidad, a quién habían matado en Tailandia no era a DOMINGO CODESIDO sino a su amigo TARZÁN, el auténtico, el español.
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