La mayoría de las veces, como fue el caso de ayer con Dácil, la venta de discos al final del concierto no persigue obtener un beneficio inmediato. La recaudación sólo sirve para paliar los numerosos gastos que se originan durante el periodo de grabación del CD. Una de las razones para que el público asistente pueda ayudar economicamente a los artistas que actúan es, precisamente, que las localidades sean gratuitas, como ayer lo fueron. Sin embargo y excepto una escasa minoría, las espectativas en este sentido no se cumplieron tal y como se esperaba.
Desde el punto de visto ético, no comprendo como alguien puede gozar de un concierto como el de ayer, de dos horas de duración, en el que actuaron gente tan importante como GORKA BENÍTEZ (foto superior) y no dispensar, con la compra de un disco, la generosidad y eficacia de tantos músicos sobre el escenario. ¿Se puede ser tan cicatero?
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