A Miguel Martín siempre le llamaron por su alias: "El orejas" pero todos sabíamos que el nombrete en cuestión sólo hacía alusión a su finísimo oído para la música y no al tamaño de sus orejas que, por otro lado, siempre estaban cubiertas de una abundante y negra cabellera.
Su sentido del humor era ilimitado, tanto como su exquisita fantasía para la improvisación musical.
He de decir que nuestra amistad no era tan estrecha como cabe suponer pero sí que coincidíamos a menudo en el Puerto de la Cruz dónde compartíamos amigos comunes con una gran capacidad para el humor que jamás dejábamos de practicar; por si las moscas.
Resulta lógico pensar que todo aquel que lea esta sencilla reseña, de sobra podrá imaginar que Miguel formó parte de LOS SABANDEÑOS durante un largo periodo de tiempo y del que se escindió más tarde por razones que desconozco en profundidad pero de las que guardo una ligera sospecha.
Por aquel entonces también fué componente del trio que acompañaba a Mª DOLORES PRADERA y en alguna ocasión me pareció verle actuando en TV.
De las causas de su fallecimiento jamás tuve noticias pues yo andaba entonces por Barcelona, a bastante distancia de las desagradables noticias que circulaban en torno a la salud de algunos de mis buenos amigos.
Traigo a colación esta breve introducción porque dos escritores tinerfeños, Gonzalo Hernández y Francisco García, piensan editar en breve un libro titulado LOS SABANDEÑOS. LAS OTRAS VOCES DEL MITO dónde en uno de sus capítulos rescatan la figura de Miguel con toda justicia para rendirle el homenaje que siempre se mereció no sólo por su entrañable personalidad sino además por ser uno de los guitarristas más finos y precisos de los muchos que por aquellos años contribuyeron al enriquecimiento de nuestro folclore canario.
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