¡No! Las armas no las carga el diablo; las carga la codicia, la prepotencia, la jactancia, la avaricia y ocurre que la liviana artillería que aquellas contienen se vuelve contra el codicioso, el prepotente, el jactancioso, el avaro, etc. quienes en ocasiones alcanzan la muerte víctimas de sus propios vicios.
Hoy dia, carecer de empleo, por ejemplo, y por lo tanto de sueldo, de prestaciones sociales, deshauciado, enfermo, etc., etc. es como estar muerto en vida porque la agonía es tal que uno termina por convertirse en víctima indefensa del sistema.
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