RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

sábado, 26 de noviembre de 2016

FIDEL, CUBA Y COCA COLA



La primera Coca-Cola que degusté en mi vida la había traído desde  la Habana, Dulce “La Cubana”,  madrina de mi amiguito Antoñito  Duque. Por entonces vivíamos en La Cuesta y contábamos entre nueve y doce años, aproximadamente.


Al parecer, Dulce “La Cubana” habría regresado a Canarias presintiendo la huida del entonces dictador cubano y el triunfo definitivo de la revolución  que se produciría años más tarde con la entrada en la Habana de Fidel en Enero de 1959.


Aquella Coca Cola representaba para la misteriosa Dulce el símbolo de la prosperidad y el paradigma del bienestar del que, según ella, se disfrutaba en lo que otros consideraban el patio de recreo en el que se había convertido la capital cubana durante la dictadura de Fulgencio Batista.


Desde 1939 nosotros ya sufríamos una férrea dictadura bajo la que, tanto Antoñito Duque como yo mismo, habíamos nacido y por lo tanto sin posibilidad alguna de poderla  comparar con tiempos pretéritos; aunque ni siquiera se nos ocurría tal posibilidad.


La dichosa Coca-Cola no había despertado en nosotros especial curiosidad. Dudábamos de su envase, de su temperatura y sobre todo de su color que no se correspondía con aquellos otros, amarillos y naranjas del ORANGE CRUSH de entonces. Obligados por Dulce a degustar, según ella, aquel delicioso elixir, con la misma cautela con que le dimos el primer sorbo, así también lo escupimos respetuosamente y en silencio, a los pies de la recién llegada cubana.


Si aquel sabor, aquel color y aquella temperatura representaba el paradigma de una sociedad moderna, capitalista y libre (Dulce dixit), hubiera sido, quizás, mejor esperar a que aquella esperanzadora revolución liderada por Fidel hubiera creado, para nosotros los niños, un brebaje mucho más fresco y más luminoso que la dichosa oscura Coca Cola.


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