Confieso públicamente
que nunca me gustó la enorme distancia que, en mi modesta opinión, media entre
la base de la nariz del Sr. Aznar y su labio superior. Durante muchos años
intentó disimularla con una especie de esparadrapo peludo y negro de igual anchura que el de Groucho hasta
que, en un momento dado de no recuerdo que año, tomó la firme determinación de
arrancárselo por completo hasta el punto de que hoy, aquella lamentable decisión ha
terminado por conferirle una expresión tan adusta que le ha obligado a
utilizarla en su favor para mantener atemorizados, -al parecer sin éxito,- a
todos los miembros del gobierno del PP a través de la Fundación FAES de la que
es presidente.
Como es sabido por
todos, “el hombre es el único animal que
tropieza dos veces en la misma piedra” pero haber tropezado aunque sólo fuera
una vez en cada una de las dos grandes y visibles piedras halladas en su camino siendo Presidente, como fueron las de atribuir la matanza de la estación de Atocha
a ETA y las sospechas sobre la tenencia ilícita de armas de destrucción masiva
en Irak y su posterior invasión en connivencia con Blair y Bush, mermaron con
mucho su capacidad de análisis tanto en política interna como exterior. De
modo que su posible influencia sobre el partido, siempre estará, a mi juicio,
marcada por estos dos dramáticos acontecimientos.
Lo que me inquieta sobremanera
es saber con exactitud si esa distancia que parece mantener ahora con el
pretexto de fijar la independencia de FAES frente al partido popular será
superior a la que se ha establecido desde siempre entre la base de su nariz y
su labio superior o, por el contrario, disminuirá con respecto a la misma.
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