Escribir desde Cataluña
para un diario insular en Canarias conlleva siempre el condicionante de tener
que abordar el tema del procés desde
su vertiente más política y social, independientemente de lo que a título
personal pueda uno sentirse comprometido o no con él.
Por tanto, mi compromiso
personal por lo que a ello respecta no debería nunca confundirse con mi también
opinión sobre el asunto que nos ha venido ocupando durante estos últimos meses y
que al parecer, merced a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, se
ha venido calmando paulatinamente. No olvidemos que muchos no catalanes hemos sufrido
los hechos en primera persona y que cada uno de nosotros también hemos acabado
tomando partido en una u otra dirección.
En cualquier caso con
la aplicación del artículo 155 pronto tendremos ocasión de asistir a un nuevo y
largo capítulo; sobre todo, a partir del resultado que se produzca en las
próximas elecciones al Parlament de Catalunya. Hasta entonces, prácticamente, calma
chicha.
Si la dicha es buena,
nunca será tarde, pero a tenor de otros muy distintos y graves acontecimientos
acaecidos últimamente en España no podríamos ni deberíamos dar por bueno el
popular y acertado refrán con el que comienza este nuevo párrafo de mi
artículo. Me refiero al reciente proceso abierto a los componentes de LA MANADA
y a las viles amenazas vertidas en las redes sociales por los miembros de ese
otro grupo violento perteneciente a la Policía Municipal de Madrid.
De los primeros y de su
falta de dignidad personal no podría decirse que para satisfacer sus supuestos
deseos sexuales, hubiera sido necesario tener que, cobardemente y por la fuerza,
haber consumado entre todos la violación de una joven indefensa además de ebria.
De lo que se desprende que el placer obtenido por los violadores era de otra
índole bien distinta; el del sometimiento por la fuerza y quizá también el de
la venganza. Venganza por todo aquello que la mujer representa hoy en día en
nuestra sociedad moderna y que ellos no soportan.
Los otros, los policías,
podrían haber pertenecido perfectamente a LA MANADA. Muy poca cosa les
diferencia de los primeros. El abuso de poder, las amenazas y el ánimo de desear
la muerte con sufrimiento a una mujer como la Sra. CARMENA pone muy bien de
manifiesto la catadura moral de ambos grupos. De modo que espero que el peso de
la Ley termine aplastando del todo y para siempre esos deseos virulentos de extrema
venganza hacia los demás por razones de culto, de sexo, de ideas, etc., etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario