En
absoluto me gustaría que ocurriera lo que estoy a punto de imaginar porque, en
el fondo, no le deseo ningún mal ni a mi peor enemigo pero a la vista de la
ilustración que tengo enfrente, al Sr. Rajoy no le auguro un futuro nada halagüeño, máxime, cuando entre los miembros más afines
de su partido que esta última semana viajaban felizmente en su compañía durante
una travesía náutica de placer por el Mediterráneo ha tenido lugar un silencioso
motín a bordo, de imprevisibles consecuencias y que al Presidente del Gobierno
de la nación podría costarle incluso la vida si como parece ser cierto la
pequeña embarcación en la que fue finalmente confinado y abandonada luego a la
deriva y a su suerte en alta mar, pudiera ser fatalmente descubierta con el
paso de los días por cualquiera de los habitantes de esa posible nueva
república independiente llamada Catalunya, proclamada por mayoría como
consecuencia de los comicios previstos para el próximo día veintiuno de
Diciembre y del que pueda salir elegido cualquiera de sus más acérrimos
enemigos, enfrentados como están al Artículo 155 previsto por la constitución y
puesto en marcha por el presidente Rajoy al que, además, consideran culpable de
su actual situación financiera.
Por lo que respecta a las
provisiones, por el momento, no habría por qué preocuparse. Las condiciones
climatológicas que se vaticinan para las próximas semanas, según los expertos,
también parecen favorables a la navegación por lo que tampoco se habría de
temer por la vida del náufrago. El mayor peligro y para el que el Presidente no
tendría la más mínima cobertura, provendría precisamente del resultado de esos
comicios anunciados para el próximo día veintiuno de Diciembre, de tal manera
que la vida de Rajoy ya sólo dependería del resultado final de esas fortuitas
elecciones a la Generalitat de Catalunya.
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