RETRODEZCAN

Este imperativo es del todo incorrecto pero me resulta más contundente que el original RETROCEDAN. Por lo tanto, si la Real Academia de la Lengua Española me lo permite, desde hoy en adelante haré uso exclusivo de él.
Con RETRODEZCAN pretendo dar a conocer parte de mi obra pictórica, escultórica, fotográfica y, en menor proporción, literaria y, a la vez, mantener una corriente de opinión sobre los acontecimientos de naturaleza artística de hoy día.
Espero que tomeis la sabia decisión de manteneros a una distancia prudencial de mis opiniones aquí vertidas que no siempre tienen por que ser del agrado de la mayoría; ¿o, sí?

viernes, 12 de enero de 2018

EL ABOGADO


¿Quién diría que este resoluto muchacho que aparece en la fotografía habría de ser con el tiempo el reconocido letrado que, por las referencias que tengo y mientras yo permanecía ausente de la isla, habría alcanzado gran notoriedad en el amplio círculo de la abogacía en Santa Cruz de Tenerife?
En aquel entonces en que le fotografié su espesa melena enmarcaba un simpático rostro juvenil tras unas grandes gafas de escasas dioptrías. Sin embargo, lo que realmente a mí más me impresionaba de él y que de ninguna manera podía haber sido fotografiada, era su extraordinaria voz profunda, áspera en ocasiones y que en realidad no se correspondía en absoluto con la de un joven de su edad. En cualquier caso, parecía ser uno de sus principales atractivos entonces, aparte de su extraordinaria locuacidad no exenta, desde mi punto de vista, de cierto buen criterio.
Hace unos años, una señorita se puso en contacto conmigo desde Tenerife para que le facilitara esta misma foto. Al parecer, ella no le había conocido entonces y nunca creyó que el prestigioso abogado que hoy era su amigo pudiera haber tenido un pasado juvenil de estas características de estilo. Me pareció sincera cuando me dijo que su intención era enmarcarla y regalársela por sorpresa en su cumpleaños.
Me estoy refiriendo a DIEGO ENCINOSO con quién me unió una sincera amistad durante una larga época en la que el Puerto se convertía cada verano en cita obligada de muchos jóvenes de Santa Cruz.

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