¿Quién diría que este
resoluto muchacho que aparece en la fotografía habría de ser con el tiempo el
reconocido letrado que, por las referencias que tengo y mientras yo permanecía
ausente de la isla, habría alcanzado gran notoriedad en el amplio círculo de la
abogacía en Santa Cruz de Tenerife?
En aquel entonces en
que le fotografié su espesa melena enmarcaba un simpático rostro juvenil tras
unas grandes gafas de escasas dioptrías. Sin embargo, lo que realmente a mí más
me impresionaba de él y que de ninguna manera podía haber sido fotografiada, era su
extraordinaria voz profunda, áspera en ocasiones y que en realidad no se
correspondía en absoluto con la de un joven de su edad. En cualquier caso,
parecía ser uno de sus principales atractivos entonces, aparte de su
extraordinaria locuacidad no exenta, desde mi punto de vista, de cierto buen
criterio.
Hace unos años, una
señorita se puso en contacto conmigo desde Tenerife para que le facilitara esta
misma foto. Al parecer, ella no le había conocido entonces y nunca creyó que el
prestigioso abogado que hoy era su amigo pudiera haber tenido un pasado juvenil
de estas características de estilo. Me pareció sincera cuando me dijo que su
intención era enmarcarla y regalársela por sorpresa en su cumpleaños.
Me estoy refiriendo a
DIEGO ENCINOSO con quién me unió una sincera amistad durante una larga época en
la que el Puerto se convertía cada verano en cita obligada de muchos jóvenes de
Santa Cruz.
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