“Entre
todos le mataron y él solito se murió”
Con esta vieja frase
popular además de lapidaria se podría resumir el homicidio político al que,
desde su Cataluña natal, ha sido sometido el Sr. Puigdemont por sus propios
adláteres de partidos como JuntsXCat,
PdeCat o Esquerra Republicana. No
sé por qué, pero este trágico episodio me recuerda la violenta muerte sufrida
por Cesar a manos de su muy querido Bruto y que bajo su inspiración fuera
llevada al teatro por nada menos que William
Shakespeare.
La encrucijada en la que el Sr. Puigdemont se había metido hasta hoy con su polvorienta huida a Bélgica no ha resultado ser viable para las aspiraciones independentistas de los miles de catalanes que le arroparon durante su exilio ni para la suya propia por cuanto tal encrucijada terminó convirtiéndose para él en un callejón sin salida, asediado sobre todo por el artículo 155 de la Constitución española, por la negativa de Roger Torrent, -nuevo Presidente de la mesa-, a investirlo de momento Presidente y por la intención anunciada de Joan Tardà, de Esquerra Republicana, a sacrificarlo como candidato a la presidencia de la Generalitat en beneficio de uno nuevo todavía no designado oficialmente.
La encrucijada en la que el Sr. Puigdemont se había metido hasta hoy con su polvorienta huida a Bélgica no ha resultado ser viable para las aspiraciones independentistas de los miles de catalanes que le arroparon durante su exilio ni para la suya propia por cuanto tal encrucijada terminó convirtiéndose para él en un callejón sin salida, asediado sobre todo por el artículo 155 de la Constitución española, por la negativa de Roger Torrent, -nuevo Presidente de la mesa-, a investirlo de momento Presidente y por la intención anunciada de Joan Tardà, de Esquerra Republicana, a sacrificarlo como candidato a la presidencia de la Generalitat en beneficio de uno nuevo todavía no designado oficialmente.
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