Aunque lo imaginamos, a ciencia cierta nunca sabremos del todo que será lo que le mueve a un varón para, aunque sea durante unas horas, jugar el pacífico rol de mujer.
Será menester consultar a Freud o escrutar por nuestra cuenta en las profundidades del alma humana para tratar de comprender el fenómeno.
En muchos casos y tratándose de Carnaval se me antoja que un puñado de novios o maridos, respectivamente, lo que tratan es ridiculizar o poner en tela de juicio las torpezas, manías o debilidades de sus respectivas cónyuges.
Durante los carnavales del Puerto de la Cruz tuve ocasión de fotografiar este fenómeno, por otra parte, tan arraigado en el seno de estas particulares fiestas que anteceden a la celebración de la Cuaresma. En las fotos podremos distinguir a distintos ciudadanos del pueblo jugando en plenas condiciones físicas y mentales el rol de, con toda posibilidad, de sus auténticas parejas sentimentales. Algunos de ellos los recuerdo. De izquierda a derecha y de arriba abajo puedo citar a algunos:
Superior izquierda: uno de los hermanos Galindo, a continuación Jorge Bittar
Centro: primera foto. Un joven muy conocido que durante casi toda su juventud trabajó en el supermercado de Gundemaro. A continuación un popular y conocido vecino de la Orotava que trabajó en la parada de las Guaguas. Es el mismo de la última foto inferior.
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