La posición política, profesional, social y supuestamente económica de la Sra. Cifuentes descartaría del todo que por ahorrarse cuarenta euros en su supermercado de barrio decidiera apropiarse indebidamente de un par de cremas regeneradoras del cutis con el sólo propósito de no pagar un dinero que en realidad le sobra, por lo que deberíamos llegar a creer que, en realidad, nos encontramos ante un serio trastorno mental del que la Presidenta de la Comunidad de Madrid es víctima, caracterizado por el impulso obsesivo por robar que le es imposible reprimir y que recibe el nombre de CLEPTOMANÍA.
Extrapolando ese concepto de CLEPTOMANÍA hasta la Universidad Rey Juan Carlos, pudiera decirse que, a pesar de haber pagado la matriculación del infortunado MASTER, -lo que también demuestra su capacidad económica-, sí parece ser cierto de que se trata de un mismo obsesivo impulso por apropiarse indebidamente de algo cuyo precio o, si lo prefieren, cuyas exigencias obligaban a asistir a clase, examinarse y culminar con un trabajo de fin de máster. Exigencias que ella resolvió no cumplir en beneficio propio, de la misma manera y con la misma aparente facilidad que ocurriera con las dichosas cremas antiarrugas
.
Sin embargo, todo ello no le evitará a la señora Cifuentes envejecer en la misma medida que envejecemos todos aquellos ciudadanos quienes a la espera no sólo ya de que acabe tanta corrupción impune desearíamos además poder depender de un justo precio por nuestra arrugada jubilación en la misma forma en la que ella, a partir de ahora, habrá de ganarse la vida al margen de toda actividad política que tanto le ha beneficiado económicamente. Esperemos que no termine jubilándose en un sanatorio mental.
Tampoco se lo deseamos.
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