El caso del supuesto máster concedido a Cristina Cifuentes tiene unas connotaciones bien diferentes al de muchos de los distintos políticos cuyos anunciados estudios en sus respectivos currículums se han puesto también, -y con razón-, en tela de juicio por los distintos medios de comunicación de este país pero que a mí modesto entender no me parecen del todo comparables con los imputables a la todavía presidenta de la comunidad de Madrid, por la sencilla razón de que una cosa es mentir, aunque con descaro, como ha hecho ya alguno y otra bien distinta es no solo mentir sino, además, manipular documentos públicos en tu propio beneficio con la connivencia añadida de algunos de los responsables de la gestión pública de la Universidad Rey Juan Carlos. Si a todo ello le sumamos que la inculpada Cifuentes forma parte muy activa en el partido que gobierna la nación, mayor aún será también su grado de responsabilidad en los hechos que se denuncian.
Debo suponer que a partir de ahora cualquier currículum de cualquier político aparecerá en los medios, del todo inmaculado y así, en un futuro no muy lejano, podríamos asistir a la toma de posesión como ministro, por ejemplo, de Exteriores a un técnico en jardinería, o a la de Ministro del Interior a otro técnico en turismo de modo que en un próximo devenir ya no sea tan necesaria una especialización, ni licenciaturas, ni grados, ni doctorados, ni siquiera ningún máster que sirva para desempeñar con la suficiente eficacia las más altas funciones del Estado.
Hasta ahora y a la vista de algunos estudios supuestamente cursados y aparecidos en los distintos currículums descubiertos de determinados políticos españoles, uno siempre tuvo la ligera impresión, ante tamaña presunción, de que la eficacia para el desempeño de sus funciones ministeriales, cuanto menos, se les suponía. A partir de ahora, ni eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario