FICCIÓN POLÍTICA

Muy pocos periodistas han reparado en un hecho fundamental entre todos aquellos detalles que envuelven el extraño caso de C. Cifuentes.  Probablemente este otro nuevo descubrimiento despeje bastantes dudas al respecto como consecuencia de la también nueva lectura que, a partir de ahora, deba hacerse del caso por parte de todos los afectados.

Según  se ha podido saber por fuentes oficiales, el máster en cuestión organizado por la Universidad Rey Juan Carlos de la Comunidad de Madrid tenía previsto llamarse en un principio de la siguiente manera: PLANIFICACIÓN Y FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS PÚBLICOS UNIVERSITARIOS EN LOS PAISES EN VÍAS DE DESARROLLO EN EL ÁMBITO DE LA COMUNIDAD EUROPEA y, en tal sentido, la Presidenta de la Comunidad de Madrid sólo ha hecho valer la aplicada intervención de su ausencia para elevar hasta la dura realidad todo lo aprendido sobre tal materia en cuestión en tan corto periodo de tiempo y, -como parte de la intención manifiesta del TFM (Trabajo Final de Máster)-, poner así en jaque a la propia reputación de tamaña institución académica y por cuyo motivo hubiera sido merecedora de un esperado cum lauden. De modo que durante su ausencia voluntaria a las clases, nunca tuvo la más mínima oportunidad de enterarse del cambio operado más tarde del nuevo título de la materia del máster.

Desde ese punto de vista, resulta comprensible la defensa que C. Cifuentes hace de su integridad política e intelectual por cuanto con su participación en el ámbito universitario en cuanto al máster se refiere, ha cumplido todos los requisitos exigidos por ley que su título primitivo requería, poniendo de paso en tela de juicio la competencia, deslealtad y connivencia de las autoridades universitarias relacionadas con el espinoso asunto que nos ocupa. 

Si a todo ello añadimos la actitud de la Sra. Cifuentes respecto de la cultura cuando en rueda de prensa ha llegado a afirmar: “La cultura me persigue pero yo soy más veloz” es comprensible suponer que la edad ya no perdona y la velocidad que se le suponía en sus primeros años como Presidenta de la Comunidad de Madrid ha ido menguando de tal modo que ha terminado por ser alcanzada de lleno por la avalancha de su peor enemiga: la cultura.