RENDIRSE A LA EVIDENCIA

A pesar de lo que proclame Rafael Hernando, todo aquello que resulta evidente no admite discusión. Y en eso sí que han estado de acuerdo dos de los tres jueces de la Audiencia Nacional que han formado parte del tribunal que juzga la trama GÜRTEL, al considerar probado que las campañas del PP estuvieron financiadas gracias sobre todo a  la existencia de una misteriosa caja “B”, -al menos desde 1989-, que muchos trataron de mantener oculta a pesar de su notable evidencia. Sin embargo y a pesar de todo, con la connivencia de los partidos CIUDADANOS y NACIONALISTA VASCO, además de la demora en su veredicto sobre la GÜRTEL del Presidente del Tribunal, Ángel Hurtado, la aprobación de los presupuestos generales del estado ha salido adelante no sin cierto estupor por parte del resto de la oposición.

No obstante, como persona jurídica, el Partido Popular ha sido condenado, por lucrarse económicamente de la llamada trama GÜRTEL, a pagar la cantidad de 245.492 euros en concepto de indemnización.

A partir de ahora, los populares tendrán que empezar a cargar con la pesada cruz que supone haber sido, en la ya larga historia de la todavía convaleciente democracia española, el único partido condenado por la Audiencia Nacional por la financiación ilegal de sus campañas electorales. Este lastre habrá de ser tenido en cuenta en el futuro por sus asesores a la hora de tratar de diseñar nuevas campañas electorales cara a unas próximas elecciones como las que se avecinan, máxime siempre y cuando el candidato continúe siendo el mismo que lo ha venido siendo hasta ahora: Mariano Rajoy.

En cualquier caso y a pesar de aquel consejo de amigo de Rajoy a Bárcenas de “Luis, se fuerte”, cabrá especular todavía sobre lo mucho que aún el tesorero será capaz de hacer a partir de ahora si como consecuencia del también encarcelamiento de su imputada esposa, estuviera dispuesto a arrojar algo más de luz sobre las espesas sombras que todavía siguen envolviendo su doble contabilidad. Quizá lo que en realidad espera Bárcenas es que alguien en la Audiencia Nacional esté dispuesto, de una vez por todas, a facilitarle un enchufe en condiciones con el que disponer de la suficiente energía eléctrica que se  necesita para iluminar hasta el último rincón de la oscura cueva de Alí-Babá en la que se habría convertido la sede de su partido del alma.